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La sabiduría del tao

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Todas las tradiciones humanas, teístas o no, aportan semillas de sabiduría para fluir en la vida. Todas y cada una de ellas son producto de las condiciones del propio tiempo, del espacio, de la percepción, de la reflexión y de la expresión de personas tocadas por el misterio de la existencia que comparten sus intuiciones con los demás.

Aproximarnos a ellas, valorar su propia concepción, entenderlas en su contexto y descubrir sus aportes aplicables a la vida personal y comunitaria son valiosas tareas que incrementan la calidad de vida y el bien común.

El tao es una tradición milenaria que surgió en la antigua China en el siglo VI a. C. en medios quietistas y místicos opuestos al sistema feudal de la época. En un principio surgió como filosofía y luego se transformó en religión en algunos sectores. Se sabe muy poco de la vida de los dos principales representantes Lao Tzu y Chuang Tzu, de quienes se conserva algo de su obra. Ambos están convencidos que al dedicarse a su salvación personal obran por el mayor bien de los seres humanos y de la naturaleza.

Tao significa “camino” y es una vía para cultivar la propia virtud a partir de la práctica del wu-wei que suele traducirse como “no actuar”, aunque en realidad se trata de “no interferir con el curso natural de las cosas”. El tao proviene de la observación de la naturaleza, de la circulación de sus ritmos –día/noche– y sus alternancias –estaciones–. Dos aspectos antitéticos y complementarios: uno frío, sombrío y pasivo; otro cálido, luminoso y activo. Éstas son las dos modalidades a las que llaman el Ying y el Yang.

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Ilustración: Behance.

El tao es un principio de orden que en un pasaje de Lao Tzu lo nombra como “Hembra Misteriosa” porque es la fuente de toda la vida e invita a sus seguidores a cultivar en sí mismos las virtudes femeninas que el maestro relaciona con la pura vacuidad.

Como muchas otras tradiciones, el tao promueve la meditación como medio de liberación, además de otros principios que aparecen a continuación.

La meditación

Por medio de la práctica meditativa se busca la liberación de ideas recibidas, convencerse de la relatividad de los convencionalismos sociales, de la inestabilidad de los bienes del mundo, así como de los preceptos de bien y mal aprendidos.

La analogía

Para el tao entre el cosmos, la tierra y el ser humano existen analogías pues todo está estructurado del mismo modo y existe una relación recíproca. La materia sólo es la expresión visible de una misma fuerza oculta que recorre todo.

La intuición o conocimiento místico

De acuerdo con el tao, la verdad se encuentra en la totalidad que sólo puede ser conocida por la intuición. El conocimiento proveniente de los sentidos únicamente proporciona aspectos parciales de la realidad además de suscitar deseos y pasiones, en cambio, la cognición de orden místico anula la distinción entre el yo y el mundo.

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Imagen: Freepik.

La vida superior

Según el tao las almas Huan y P’o –principios vitales y espirituales– escapan del cuerpo cada vez que el hombre da curso libre a sus apetitos. Por tal razón, es necesario fomentar la serenidad interior, el equilibrio y la armonía de las facultades físicas e intelectuales para unificar el alma y evitar la tentación de evadirse.

La armonía

Las tres fuerzas que determinan el cuerpo humano: la esencia vital, jing; el espíritu, shen; y la energía vital, qi,requieren armonizarse. El shen se localiza en la cabeza, permite conocer el tao y conectarse con sus leyes. El qi se localiza abajo del ombligo y puede renovarse y mantenerse en circulación constantemente mediante ejercicio especiales (qi gong). El jing se encuentra en la región pélvica y es el fundamento seguro en la vida.

La muerte

La muerte se comprende como miembro de un binomio que forma parte de un ciclo comparable al del día y la noche, el verano y el invierno.

El vacío

El vacío es uno de los grandes temas del taoísmo. Significa la ausencia de cualidades sensibles, es decir, de toda noción particular y de toda pasión. Una comprensión que vale la pena mostrarla tal como la presenta el Tao Te Ching:

Treinta radios convergen en el centro
de una rueda,
pero es su vacío
lo que hace útil al carro.
Se moldea la arcilla para hacer la vasija,
pero de su vacío
depende el uso de la vasija.
Se abren puertas y ventanas
en los muros de una casa,
y es el vacío lo que permite habitarla.
En el ser centramos nuestro interés,
pero del no-ser depende la utilidad.


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