Carta dirigida a quienes han optado por hacer a un lado al Medio Ambiente
Mi deber es hablar,
no quiero ser cómplice…
Émile Zola.
Hoy, más que nunca antes en la historia, estamos conscientes de la importancia que tiene la preservación del planeta. Foros nacionales e internacionales advierten sin descanso acerca de los numerosos peligros que amenazan a la humanidad de no lograr controlar el deterioro del mismo.
La recuperación de la calidad del aire, la tierra y los recursos acuíferos, juega un papel primordial en el futuro de la humanidad. Y si alguien piensa que no importa lo que se contamina en un extremo del mundo, porque al fin y al cabo nosotros estamos del otro lado, se equivoca.
La Tierra es un solo planeta y esta interconectado; la pandemia ya lo comprobó. A los mexicanos, no nos resulta ajena esta preocupación.
En los años cuarenta del siglo pasado, se promulgó la Ley de Conservación de Suelo y Agua y 30 años después, La Ley para Prevenir y Controlar la Contaminación Ambiental, en 1972 se instituyó dentro de la Secretaría de Salubridad, la Subsecretaría para el mejoramiento del Medio Ambiente.
Evidentemente es inaudito que hace casi cincuenta años había en nuestro país mayor fortaleza institucional de la que se observa hoy. Durante esos años se crearon varias instituciones más, algunas se fusionaron o cambiaron de nombre, pero todas ellas tenían en común la idea de preservar y mejorar el Medio Ambiente.
Esto se extiende a ecosistemas, a especies amenazadas y por supuesto a las que se encuentran en peligro de desaparecer.
Cada una de esas instituciones cuenta con científicos de primer nivel que además se dedican a la investigación y cuyas publicaciones han sido premiadas en México y en otros países. Sin embargo, hoy es distinto, porque el Medio Ambiente ya no forma parte de las prioridades nacionales.
La misión de estos institutos, secretarías y organismos es de amplio espectro. Cada uno de ellos se aboca a aspectos específicos del problema; entre todos, constituyen un entramado de invaluable apoyo científico que protege al país y por consecuencia al planeta.
Por mencionar algunos: SEMARNAT, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales; INECC, que antes de llamaba INE, Instituto Nacional de Ecología; PROFEPA, Procuradores Federales de Medio Ambiente; CONANP, Comisionados de Áreas Naturales Protegidas; CONAFOR, Comisión Nacional Forestal; CONABIO, Comisión Nacional para el Conocimiento de la Biodiversidad.
Estas instituciones se han desempeñado a lo largo de tres décadas, tiempo durante el cual contaron con la participación de miles de personas involucradas en las cuestiones del Medio Ambiente: expertos, organizaciones sociales, académicos y campesinos. Un equipo y una trayectoria que han dado resultados de excelencia en la conservación y restauración de áreas naturales; también en la preservación de especies.
Tal y como señala un documento de amplia circulación firmado por notables ecologistas, las instituciones ambientales de México se basaron en el concepto de desarrollo sustentable, lo que implica un mejoramiento en el nivel de vida de los ciudadanos, tanto en el ámbito económico como en el social. Teniendo siempre como premisa la protección de la naturaleza y los ecosistemas, pero sobre todo respetando los derechos de las generaciones futuras.
En este contexto, es fundamental hoy más que nunca evitar que esos conceptos queden en el olvido y pasen a ser obsoletos.
Todo pareciera indicar que hay quienes peligrosamente juegan con la idea de que es posible vivir en un planeta alterno, en donde la naturaleza no requiere de cuidados.
La realidad es distinta, el deterioro de las instituciones ambientalistas impedirá a nuestro país enfrentar el reto que representa el cambio climático, sin ellas no será posible.
Eso tiene que quedar bien claro.
Adicionalmente, una gran preocupación hoy, dicho sea de paso, es devolverle fuerza a las legislaciones que se han promulgado a lo largo de estos años con respecto a la conservación de reservas ecológicas y especies amenazadas o en franco peligro de extinción.
Valoremos cuánto hemos avanzado en este importantísimo tema.
Demos al Medio Ambiente la suma relevancia que tiene. Reconozcamos el enorme trabajo de las instituciones que hasta hoy se han desempeñado exitosamente en salvaguardarlo.
Sin ellas nada será viable.
*El título de este artículo está tomado del famoso documento J’accuse, una carta que publicó Émile Zola en el diario La Aurora en 1898, dirigida al presidente de la República francesa. En ella responsabiliza al ejército de elaborar pruebas falsas con el fin de sentenciar por traición a la patria al capitán Richard Dreyfus. La carta inicia con un encabezado similar al que se usa ahora.
Sara Gerson
Nací en la Ciudad de México donde cursé todos mis grados académicos, soy Bióloga, egresada de la UNAM. He publicado más de cuarenta libros infantiles, un libro de memorias y una novela corta. Creo fervientemente en la importancia de preservar el Medio Ambiente. Escribo y escribo… Disfruto enormemente pasar el tiempo en compañía de mi familia y mis amigos; me encanta la cocina y cuento con una gran capacidad de asombro. Muy pronto se publicará mi nuevo libro: “El Desierto”.
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