Hazlo sencillo

¿Estamos condenados a ser y vivir en un país corrupto?

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Desde hace muchos años se han hecho esfuerzos formales tanto del lado del sector privado como del público para acabar o al menos reducir la corrupción y la falta de impunidad en México, pero los logros o avances son mínimos. ¿Podemos erradicar o reducir a la mínima expresión la corrupción y que ésta sea castigada?

Recuerdo en el lejano 1981 que la campaña del entonces candidato a la presidencia por el PRI, Miguel de la Madrid, enarbolaba como eje central de la misma el lema “Por la renovación moral de la sociedad” y, bueno, ya sabemos cómo empezó y terminó ese sexenio… dirían los clásicos “sin pena, ni gloria” y lamentablemente antes de Miguel de la Madrid tuvimos un gobierno profundamente incapaz y corrupto con López Portillo y le sucedió Salinas de Gortari que era capaz y también muy corrupto.

¿Se acuerdan cómo llegó Salinas al poder y quién lo ayudo? Por si su fuerte no es la historia, lo hizo, nada menos y nada más que el actual Director General de la CFE, el reconocido corrupto de Manuel Bartlett, el hombre de las 23 casas valuadas en más de 800 millones de pesos y las doce empresas de su propiedad junto con su pareja sentimental Julia Abdala y su hijo León Manuel.

Al presidente López Obrador le encanta hablar del combate a la corrupción y a la impunidad, pero sus acciones muestran muy poco de intención y de acción por combatirlas y acabarlas. Quizás habrá algunos cambios menores y eso es algo, pero estamos viendo actos de corrupción todos los días en el gobierno federal y en muchos gobiernos estatales y municipales emanados de Morena y obviamente de otros partidos políticos y de eso no se habla o se habla poco y tampoco se hace algo… la impunidad es brutal, frustrante. Léase el caso de Lozoya, por ejemplo.

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Imagen: Rendición de Cuentas.

¿Y entonces la guerra está perdida? ¡NO! Se han perdido muchas batallas, y se seguirán perdiendo, pero la guerra falta mucho por perderse. Tenemos muchas salidas y muchas acciones por hacer, independientemente de lo que el gobierno esté diciendo o haciendo.

Una excelente iniciativa que tienen todo el sustento teórico y práctico es sin lugar a duda “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad” (MCCI) que dirige María Amparo Casar, una prestigiada académica y reconocida politóloga.

Me puse a hacer mi tarea y revisé muchos documentos que ha preparado MCCI y me han dejado con un muy grato sabor de boca y con la esperanza de que se pueden hacer muchas cosas desde el lado personal e institucionalmente desde el sector privado. Desde pequeñas acciones como tener una política corporativa de regalos y agradecimientos –y cuando digo corporativa, no estoy pensando sólo en las grandes empresas, sino en todas las empresas–, sin importar su tamaño, hasta tener una política integral anticorrupción o de integridad.

Desde el 2017, MCCI de la mano de la revista Expansión, Transparencia Mexicana y el USAID, ha hecho su informe de integridad corporativa 500, IC500, en la que se presentan resultados de las 500 empresas más grandes de México en materia de políticas anticorrupción. Si bien el informe no reporta el cumplimiento de las políticas de integridad o anticorrupción, y sólo evalúa la existencia y difusión (publicidad) de las políticas, es ya un avance, aunque los resultados aun así son todavía muy desalentadores. Se pueden consultar los resultados de los tres reportes existentes.

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Imagen: codigodelicias.com.

En el documento “México no está condenado a ser un país corrupto”, MCCI presenta lo que es y lo que quiere alcanzar, y nos propone sus herramientas o armas con objetivos concretos, como ellos las presentan, para poder reducir de manera sustantiva en el mediano o inclusive largo plazo la corrupción y acabar con la impunidad: Investigación aplicada, Investigación periodística, Litigio estratégico, Comunicación y Asuntos Internacionales y Movilización Social.

Este mismo documento, que de verdad recomiendo ampliamente su lectura, habla del cambio que MCCI quiere propiciar a través de la consolidación del Estado de derecho, a través de cinco pilares: un marco normativo y regulatorio que todos comprendamos y adoptemos; un sistema de justicia autónomo, confiable y eficaz; una gestión pública profesional, responsable y transparente; un sector privado que adopte y promueva altos estándares de integridad y mejores prácticas anticorrupción, y ciudadanos comprometidos, empoderados y organizados contra la corrupción y la impunidad.

En el “Círculo de la impunidad” que presenta MCCI se nos dice que hay sólo un 10.75% de probabilidad de que se denuncie un delito, un 7.22% de probabilidad de que se inicie una averiguación previa, un 2.95% de probabilidad de que la averiguación previa se resuelva y por ende el 97% de probabilidad de que no se resuelva la averiguación previa de un delito cometido. Y, por eso, hay tanta corrupción en México. Quienes cometen los actos de corrupción saben que tienen sólo un 3% de posibilidad de terminar en la cárcel y eso sí es un gran aliciente.

balanza desequilibro
Imagen: laparadoja.com.mx.

Me resulta casi imposible pensar que este gobierno que encabeza el presidente López Obrador pueda ser el gobierno que realmente vaya a cambiar a México en materia de combate a la corrupción y combate a la impunidad, con personajes como Bartlett, o Ricardo Monreal que fue señalado en muchas ocasiones como gobernador de Zacatecas y como delegado en la Cuauhtémoc en la Ciudad de México; al igual que la cabeza de la CONADE, Ana Guevara, quien ha sido acusada de fraude a la institución por decenas de millones de pesos y el presidente calla y la protege; o del video de Pio López Obrador recibiendo dinero de un operador y funcionario púbico del estado de Chiapas, gobernado entonces por un funesto personaje de la política mexicana como Manuel Velasco, que es otro protegido presidencial; de la secretaria Sandoval que recibió casas en donación por el gobierno de la Ciudad de México y otros “pecados”; y así me podría seguir todo este artículo y quizás por varios más. Cuando prácticamente el 80% de los contratos del gobierno se han entregado por asignación directa según la propia página del gobierno.

Puedo sonar soñador porque pienso que el presidente López Obrador no es corrupto, pero solapa a muchos cercanos que sí lo son y por eso aquí sí aplica el popular dicho de “tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata.”

Creo que todos debemos hacer una autoevaluación de cómo andamos en estos rubros y con las posibilidades de reconocer que hemos hecho cosas incorrectas y estar dispuestos de no volverlas a cometer, aunque el precio de ello sea que los trámites sean más largos o inclusive más costosos, por sólo poner un ejemplo. Lo importante es empezar a actuar ya.

Espero que sea uno de los propósitos de todos y cada uno de nosotros para el año 2021. Así de sencillo “no seré nada corrupto”.


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Todos necesitamos balance de vida personal y vida profesional

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Quizás como nunca, o por lo menos en los últimos 100 años, hoy se requiere que la gente que trabaja con nosotros y uno mismo tenga el mejor balance de vida personal y profesional que podamos alcanzar.

No hace mucho leí un artículo en la que había una declaración de alguien conocido (no lo voy a citar para no darle un lugar que no se merece), que decía que era imposible lograr un balance de vida personal y vida profesional; en su momento lo critique fuertemente en mis redes sociales y lo seguiré haciendo. Esta afirmación la hizo alguien que hoy tiene menos de 40 años y obviamente le falta mucha, mucha experiencia profesional y mucha más experiencia personal. Así que, sin lugar a dudas, les puedo asegurar que sí es posible lograr un buen balance de vida personal y vida profesional.

Soy muy insistente en poner vida personal y vida profesional, porque leo por todos lados que se habla de balance de vida y trabajo, yo mismo caí en esa trampa, como si el trabajo no fuera vida. Cuando lo es todo, desafortunadamente, para mucha gente.

La semana pasada tuve la oportunidad de dar una charla para la Asociación de Empleados del Banco Interamericano de Desarrollo sobre este tema y la verdad de las cosas, asumiendo la responsabilidad que el caso ameritaba, me preparé muy bien, leí varias decenas de artículos al respecto, escuché y vi blogs en varias plataformas, me leí capítulos de libros sobre la materia, etc. Debo decir que, en muchas ocasiones, disfruto tanto dar las conferencias o talleres como investigar para los mismos. Siempre aprendo estudiando y de ahí muchas veces salen nuevos artículos, nuevas conferencias y nuevos talleres.

vida en balance
Imagen: Attorney Artwork.

Así que ahora les comparto algunos de mis principales hallazgos y pongo a su disposición la presentación completa en mi perfil de LinkedIn.

Empiezo presentando un par de definiciones de lo que se entiende por el concepto, para que todos estemos en la misma línea:

“… Es el equilibrio significativo y confortable entre la esfera laboral y la esfera personal (familia, amigos, salud, diversión, etc.) en la vida de un individuo”.

“Encontrar el equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida diaria”.

A nivel de antecedente, comento que, según diversas fuentes, el estrés laboral (es la respuesta que puedes tener ante la sobrecarga de trabajo, conflictos con tu jefe, tus compañeros de trabajo, las pocas oportunidades de promoción o al no tener control sobre las decisiones en el trabajo) es padecido hasta por el 70% de las personas que tiene un empleo.

Hasta cierto punto es buena la presión del estrés por el trabajo. Lo que se conoce como eustrés (estrés beneficioso), pero demasiado estrés durante mucho tiempo no es bueno para la salud personal y muy malo para las organizaciones, ya que las personas con un alto nivel de éste es muy probable que no tomen buenas decisiones, comentan errores, tengan accidentes, etcétera.

eustres
Imagen: Pawel Jonca.

Otro antecedente que se volvió más relevante a partir de la pandemia es que las nuevas tecnologías permiten disponibilidad de los empleados las 24 horas del día; el miedo a perder el empleo y la cultura nociva del trabajo han convertido las jornadas de trabajo en interminables, por lo que se vuelve cada vez más difícil alcanzar un equilibrio entre lo laboral y lo personal.

Sin embargo, todos los expertos están de acuerdo en una cosa: tener un equilibrio de lo personal y lo profesional genera efectos positivos en la salud física, mental, e incluso profesional.

Aunque no podemos hablar de que existe el equilibrio perfecto. Cuando hablamos de balance, podemos imaginarnos teniendo un día de trabajo productivo y pasar el resto del día con la familia, los amigos y/o haciendo lo que más nos gusta.

Desafortunadamente no siempre será posible el balance, el trabajo y tiempo personal podrán variar de un día a otro, por eso es importante que identifiques tus prioridades, tiempos y te puedas adaptar a los cambios constantes para lograr tus metas.

Y aunque no siempre podremos tener equilibrio personal y profesional, al final del día somos nosotros los que tenemos la responsabilidad más grande: nuestras propias vidas, por ello puedo decir que tú eres, en buena medida, accountable de tu buen o mal balance. Recomiendo enormemente leer el reporte de la investigación sobre “el Índice para una vida mejor” elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde México, junto a Colombia, resultan ser los países con los niveles más bajos en el “Balance vida-trabajo” de entre 40 países analizados. Con una calificación cercana a 1 sobre 10, mientras que los Países Bajos, Italia, Dinamarca, y España obtienen las mejores calificaciones (OECD Better Life Index).

balance vida trabajo
Imagen: Mantas Gr.

Una de las conclusiones más relevantes del estudio de la OCDE señala que “cuanto más trabajen las personas, menos tiempo tendrán para dedicarlo a otras actividades. La cantidad y la calidad del tiempo libre son fundamentales para el bienestar general de las personas y pueden generar beneficios adicionales para la salud física y mental”.

Por lo anterior, es fundamental poder identificar cómo estamos invirtiendo o sólo usando, las 168 horas (24 horas por siete días de la semana) que tenemos a nuestra disposición semanalmente.

En un escenario ideal tendríamos que decir que debemos invertir 40 horas en el trabajo y 56 en dormir, por lo tanto, ya sólo nos quedan 72 horas para todo el resto de las actividades que no tienen que ver con lo laboral: comidas, aseo personal, labores en el hogar, deporte, pasatiempos, entretenimiento, leer, convivencia con pareja, hijos/hijas, familia ampliada, amigos, mascotas, redes sociales, labor filantrópica, etcétera.

Aquí hay cinco preguntas que nos tendríamos que hacer: ¿estoy trabajando mucho más de 40 horas?, ¿estoy durmiendo menos de 56?, ¿cómo estoy usando o invirtiendo el resto de mis horas disponibles?, ¿estoy contento o satisfecho con el uso que le estoy dando a mis 72-168 horas?, ¿estoy usando correctamente mis horas en el trabajo?

De la suma de todo lo que leí, hay una serie de recomendaciones para mejorar el balance de vida personal y vida profesional que les comparto:

sobrecarga de trabajo
Imagen: Savatage.

Más flexibilidad laboral;
Apoyar a los colaboradores con más tecnología;
Establecer límites;
Alentar al personal a tomar vacaciones;
Irse a la hora acordada de la oficina;
Apoyar los tiempos de la familia;
Ayudar al personal a cuidar su vida personal, preocuparse por su bienestar;
Dejar la puerta abierta: ser empático, tratar a los demás como ellos quieren ser tratados, hablar de sentimientos;
Hacer una lista de lo que se tiene y quiere hacer cada día;
Ser realista;
Saber priorizar porque todos los días quedará trabajo para mañana;
Evita llevar trabajo a casa. Eso incluye el celular (móvil);
Respetar horarios;
Programar tiempo para descansar, recargar energía todos los días;
Cuidar y planear los días libres.

¿Y tú tienes un buen balance de vida personal y profesional? Si piensas que no, ya sabes lo que tienes que hacer. Te aseguro que no te arrepentirás de siempre buscarlo.


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¿Qué si…? o What if?

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Como una herramienta básica de mi “filosofía-metodología hazlosencillo” siempre nos hacemos esta pregunta en los dos tiempos pasado y presente: ¿qué si hubiéramos hecho esto o aquello? Y mejor aún, ¿qué si hacemos esto o aquello?

Todos seguramente hemos escuchado muchas veces la expresión “el hubiera no existe” y creo que es un gran error asumir ese dicho como algo real. Claro que “el hubiera” sí existe y si hacemos un muy buen análisis de éste, podríamos –en el tiempo– tomar estos aprendizajes para volver a hacer una u otra cosa o para evitar errores del pasado.

Entender el pasado es fundamental para saber dónde estamos parados, el porqué, y lograr ser exitosos en el presente y en el futuro. Quedarse atrapados en el pasado es una estupidez.

El ejercicio de preguntarnos sobre “qué hubiéramos hecho si tal o cual cosa”, es relevante para desarrollar un buen plan de lo que debemos hacer en el presente y en el futuro, inclusive nos da la oportunidad de ya no volver a hacernos la pregunta y actuar en consecuencia. La vida en algunas ocasiones –diría que en muchas– nos da varias oportunidades para hacer algo y está en nuestras manos tomarlas o dejarlas pasar, somos accountable de ésa o esas decisiones.

y si accountable
Imagen: Sam Pete.

Déjenme ejemplificarlo de manera sencilla y muy práctica. El presidente López Obrador tuvo la inmensa oportunidad, cuando se presentó la pandemia del coronavirus, para cambiar decisiones que ya había tomado en ciertos temas y que obviamente ya estaban fracasando –o fracasarán– en el mediano o largo plazos, como la refinería en Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el ecocidio del Tren Maya, por hablar de los tres grandes proyectos del sexenio; pero podríamos mencionar decenas, cientos o inclusive de miles de decisiones, y todos, absolutamente todos –seguidores y detractores– (chairos o fifís, para utilizar su lenguaje) lo hubiéramos entendido perfectamente. Pero no lo hizo.

Preguntarnos “¿y si…?”, nos da la enorme oportunidad de ir por la vida asumiendo responsabilidad por lo que hemos hecho y por lo que vamos a hacer; también de lo que no dijimos o no hicimos y con ello evitar jugar a la víctima e ir culpando a la vida, al destino, al anterior gobernante, al gobernante en turno, al jefe del trabajo, a la suerte, a nuestro pasado familiar, al lugar donde nacimos, inclusive a Dios.

En varios medios y en distintos momentos, a lo largo de los años, he visto o leído resultados y artículos sobre encuestas y entrevistas a adultos mayores, lo que ahora se está hablando como la cuarta edad (personas de más de 80 años) donde más del 80% de los entrevistados dice arrepentirse de no haber dicho o hecho algo, contra sólo menos del 20% que se arrepiente de haber dicho o hecho algo.

Por ello es fundamental en la “metodología hazlosencillo” decir que nada se pierde haciendo o diciendo cosas, inclusive si pueden resultar políticamente incorrectas. Aquí sí estoy de acuerdo en el dicho “más vale pedir perdón que pedir permiso”. Y estoy seguro que, de facto, nos arrepentiremos de muy pocas cosas y por el contrario siempre viviremos con la frustración de no haber dicho o hecho algo. Así que atrévanse.

cambio de rumbo
Imagen: Roma Gavirla.

No les tengo que reiterar lo que seguramente han visto o leído en distintos artículos, libros, blogs, programas de radio o televisión sobre casos de personas que les dijeron que no podían hacer tal o cual cosa y que, gracias a su tesón, dedicación y siempre preguntarse “¿y si lo hago de esta otra manera, o le pregunto a otra persona, o si voy a otro lado?”, y muchos etcéteras, lograron el éxito.

Oprah Winfrey, Michael Jordan, Michael Jackson, Jack Ma, Walt Disney, Thomas Alva Edison, Steven Spielberg, Steve Jobs, J. K. Rowling, el dueto de guitarritas mexicanos Gabriela y Rodrigo, son sólo algunos ejemplos de personas que aplicaron la pregunta ¿y si?

También en la metodología usamos la pregunta para plantearnos escenarios posibles, prever esos momentos, tener la mejor respuesta a los mismos y no tener que actuar de manera apresurada cuando se presentan los casos.

No hace mucho, trabajé para una importante cadena hotelera mexicana con presencia local e internacional en un catálogo de “¿Qué si es…?”. Para estar preparados en caso de que no pudiera cumplir con su oferta de valor y servicio a sus huéspedes. Por ejemplo, ellos tienen previsto que el registro (check in) al llegar al hotel se debe hacer en menos de cinco minutos desde que cruzas la puerta del hotel, pero lamentablemente no siempre pueden cumplir con esto y por ello hoy tienen tres escenarios ya documentados en qué se tiene que hacer si el check in rebasa los cinco minutos –que, por cierto, les ha funcionado muy bien–.

ser productivos
Imagen: Ana Varela.

Es famoso el caso de la flexibilidad de la cadena Nordstrom en su política de devoluciones y también lo es la de la zapatería en línea Zappos. ¿Cómo es su política de devoluciones?, ¿la tiene?, ¿es clara?, ¿es generosa para con los clientes? Ésta es una política fundamentada en la pregunta “¿y qué si nos devuelven un producto?”.

De esta manera aplicamos la pregunta en muchos quehaceres de las organizaciones y de verdad resulta muy interesante ver todo lo que surge a partir de este planteamiento. Hace apenas unos días, cuando estaba dando un taller, hicimos el ejercicio y surgió la pregunta de “¿qué tal si viene un cliente con muy mala reputación y nos ofrece un gran negocio que nos ayudaría a alcanzar el objetivo de ventas en el año, pero que a menos de un mes de que acabe el mismo, ya sabemos que no alcanzaremos?”. Esta formulación generó una gran discusión, ya que había integrantes del equipo que dijeron que no había razón para no hacerlo, pero hubo también, la mayoría, quienes sostuvieron que los principios estaban mucho antes que los objetivos de corto plazo. Entonces, la polémica llevó al Director General de la empresa a cuestionarse si estas personas que estaban dispuestas a hacer el negocio deberían seguir en la organización. Así de poderosa puede resultar la pregunta y la herramienta.

Un buen ejemplo sobre el tema me parece que fue el caso reciente de los tres jugadores de las Chivas de Guadalajara que se comportaron de forma incorrecta en varios niveles disciplinarios, tanto que la directiva no tuvo ninguna duda en separarlos del plantel, a pesar de poner en riesgo el campeonato para el equipo. Mientras que el año pasado, en un caso mucho más obvio, el América salió a defender a un jugador que había actuado de manera mucho más impropia. ¿Principios o éxito?

Termino este artículo invitándoles a hacerse la reflexión personal y profesional de “¿y si…?”, sobre temas del pasado y del presente, y obviamente trabajarlo con sus equipos.


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Cambio y transición

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El tema del cambio, la necesidad de cambiar, creo que siempre debería estar presente en nuestras vidas tanto a nivel personal como profesional, y más con lo que nos ha tocado, y lo que nos estamos viviendo, deberíamos ser mucho más abiertos al tema. En este artículo les presento algunas ideas y herramientas para hacerlo de mucho mejor manera.

La verdad de las cosas es que mi artículo de esta semana lo iba a destinar a otro asunto, pero como recién terminé una muy grata sesión virtual sobre este tópico con un grupo de la función de recursos humanos –de una importante empresa española en México–, decidí, así en caliente, seguirme.

Lo primero que tengo que decir es que, según los expertos y diversas investigaciones, alrededor del 70% de los procesos de cambio no son exitosos, fundamentalmente porque no se cuidó el proceso: la transición de éste.

Las empresas, las organizaciones, los gobiernos, inclusive nosotros a nivel personal, cuando hacemos un cambio ponemos tanta importancia en el cambio per se, que se nos olvida lo importante que es la transición para lograr éste de la mejor manera.

cambio de una empresa
Imagen: Pinming.

¿Qué hacer entonces para que tengamos más éxito en un cambio, sin importar sus dimensiones? Según John Ullmen hay que seguir cuatro pasos:

1. Explicar por qué es necesario el cambio.
2. Comunicar una visión de cambio motivadora.
3. Formular el plan de cambio.
4. Poner en marcha el plan y aprende.

Y hay que agregarle algunos temas más, que me parecen muy importantes, según nos sugiere Britt Andreatta: “que la gente participe en el proceso del cambio, generar y mantener la confianza, considerar tus hábitos y los organizacionales, modificar viejos hábitos”. Todo ello facilitará el cambio.

Como muchos de ustedes saben, la teoría básica de la “Curva del cambio” dice que el cambio se relaciona con dos elementos: conducta (actitud) y tiempo. Y por ello se transita en varios momentos, a saber: choque, negación, resistencia, desesperación, aceptación, exploración e integración.

Para ejemplificar estos estadios, les cuento una experiencia personal. De joven, hoy tengo sólo 62 años, pero cuando era más joven, jugué tenis y me gustaba bastante, y por una u otra razón lo dejé hace muchos años. Recientemente me invitaron a jugar un partido de dobles, porque la verdad de las cosas les faltaba el “cuarto” a unos chavos de treinta y tantos, así que calenté, boleamos un rato y a jugar… y ahí vinieron todas las etapas: “choque” al no entender desde cómo pararme con la potencia de las nuevas raquetas, ¡que manera de disparar de las nuevas raquetas! ¿Se imaginan?, yo jugué desde la época en que había raquetas de madera Estrada y luego evolucioné a la de aluminio “Guillermo Vilas” de Head y, bueno, me quedé en alguna tecnología bastante lejos de las maravillas que hoy existen.

cambio de idea
Imagen: Dreamstime.

“Negación” al no poder entender lo mal que estaba jugando, volaba todas las bolas y me trataba de justificar, diciendo, “les juro que no jugaba tan mal”.

“Resistencia” en dos sentidos, para aguantar la transición y lo que originalmente se piensa, que es que me resisto al cambio y con ganas de que me consiguieran una raqueta antigua para defenderme y jugar “mejor”.

“Desesperación” al no poder mejorar mi juego y ver que yo era el responsable de perder muchos puntos, ya saben que cuando se juega dobles en el tenis hay que buscar “al pan” y ése era yo.

“Aceptación” al tener que aceptar que éstas son las nuevas condiciones del juego y entonces, cambiarme totalmente el chip, dejar de pensar en el pasado y concentrarme en el presente. Aceptar que no habrá regreso y que, lo nuevo, como casi siempre, es mejor que lo pasado. Descalifico enormemente a quienes creen la máxima de “que todo tiempo pasado fue mejor”.

“Exploración” al ver cómo se paraban, cómo jugaban los otros en la cancha, al visualizar a los jugadores actuales. ¿Se acuerdan de que antes el revés era a dos manos y había que ponerse de lado? Eso ya no existe. Y entonces probar nuevos golpes, estar más suelto, menos presionado.

“Integración”, finalmente después de un desastroso primer set donde sólo perdimos 6-1, incorporé todos los aprendizajes, escuché a mi compañero una y otra vez, inclusive a mis contrincantes, y vivir a tope el presente y, entonces, el segundo set lo perdimos 6-3 y el tercero lo ganamos 6-4. Y estoy listo para el siguiente partido.

trabajo en equipo
Imagen: Freepik.

Yo sé que cambiar es difícil para mucha gente, por múltiples razones, y que hay personas que tenemos mayor capacidad de adaptación a distintos entornos y circunstancias. Por ello, como líderes tenemos que entender que dirigir el cambio es muy difícil y nos vamos a tener que enfrentar a muchos retos, empezando por los humanos y los propios de la transición. En ese sentido, debemos celebrar los logros para mantener el impulso; creo mucho, mucho, en este concepto, hay que motivar permanentemente a la gente, al equipo que está involucrado en un proceso de cambio y hacer un seguimiento de lo que se aprende y de las oportunidades que aprovechamos y de las que dejamos pasar.

Los líderes que asumen los procesos de cambio con plena accountability, tienen que entender que para ser exitosos hay que actuar con firmeza y audacia, tomar decisiones claras y aclarar al equipo por qué se tiene o se está haciendo algo. Tener clara la estrategia, tomar en cuenta la opinión de las partes involucradas, lo cual no quiere decir que necesariamente se tengan que cambiar las decisiones, o propiamente dicho, que surja el cambio, pero sí que la gente se sienta escuchada, tomada en cuenta y siempre recopilar distintos puntos de vista, inclusive en algunos casos, de externos.

Para concluir, les digo que los procesos de cambio fracasan porque las metas son indefinidas o no están suficientemente claras, por falta de un plan claro o por falta de  compromiso con el plan, por la incapacidad para resolver problemas que se presentarán sí o sí la transición hacia el cambio, por falta de responsabilidad por los resultados de algunos o todos los participantes (el no ser accountables), por la falta de recursos destinados al proceso y, quizás, la más lamentable de todos, por la falta de confianza en el equipo, en la gente que debe hacer que las cosas pasen.


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Un nuevo estilo de liderazgo para esta nueva era

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Hay personas que piensan que todo lo que hemos vivido en estos doce meses o nueve para el caso mexicano y el de muchos países latinoamericanos es sólo temporal y tendrá efectos en el largo plazo, hay personas, dentro de las que me encuentro, que lo que ha sucedido en estos meses es un quiebre histórico y muchas cosas nunca volverán a ser iguales, por ello podemos decir que hemos entrado a una nueva era.

En este sentido, muchos paradigmas, creencias, ideas y quehaceres cambiaron ya para quedarse, algunos otros se seguirán modificando y algunos simplemente ya no se volverán a hacer.

Estamos viendo el cambio de muchos sectores económicos, diversas industrias ya sufrieron grandes cambios, algunas prácticamente han desaparecido y otras lo harán en algunos meses o en algunos años, como desafortunadamente ya hemos visto cerrar, para siempre, a miles y miles de empresas y con ello se han perdido millones de empleos, que serán muy difícil de recuperar en el corto plazo.

Por estas razones, por muchas otras más y porque, aunque tengamos una, dos, o cinco vacunas aprobadas por las distintas instancias regulatorias en materia sanitaria alrededor del mundo, pasará mucho tiempo, un par de años en el mejor escenario, para que los prácticamente los 7,800 millones de habitantes de la Tierra estemos vacunados.

vacunacion contra covid
Imagen: O. Tsay.

En esta lógica estoy convencido que se requerirá de un nuevo liderazgo empresarial, en la política, en las organizaciones de la sociedad civil e inclusive a nivel familiar.

Como nunca, la estúpida idea de que “los problemas de casa se quedan en casa cuando se van al trabajo” y viceversa, es absolutamente irreal. Esa línea con el tema del teletrabajo o home office fue abolida. La intimidad del hogar, de las habitaciones de las personas, fue penetrada por las videollamadas de trabajo.

Los líderes de hoy tienen que tener una serie de habilidades que, si bien antes se solicitaban como “algo que era un plus”, hoy son necesarias, como ser líderes y jefes “buena onda”, más cercanos a los colaboradores. Los jefes “mala onda” –y perdonen mi francés antiguo–, ojetes, están totalmente fuera de contexto. Los jefes, los líderes de hoy, tendrán que ser muchos más cercanos a su gente, tendrán que ser mas humanos, si me permiten la expresión.

Los nuevos líderes tendrán que ganarse la confianza de su gente todos los días y tendrán que demostrar, con hechos, porque sus colaboradores pueden y deben confiar en él o ella.

Lo he escrito en otras colaboraciones y quiero reiterarlo en ésta, la idea, concepto y frase hipertrillada de “trata a los demás como tú quieres ser tratado”, creo que nunca debió ser cierta, pero no me voy a meter a esa discusión, inclusive teológica. Hoy es realmente una idea absurda, tonta, es no entender el mundo de hoy. Hoy lo único que es válido es que hay que tratar a los demás como ellos quieren ser tratados y los buenos líderes lo saben y lo aplican.

nuevo liderazgo
Imagen: Panfilia Iannarone.

A los líderes de esta nueva era se les exigirá tener un alta, altísima, inteligencia emocional, y por favor no sólo lean a Daniel Goleman en esta materia, que ha sido un tipo que ha tenido la capacidad de hacerse muy popular, hay autores mucho más serios y profundos, como Reuven Bar-On, Howard Gardner o Robert J. Sternberg, de los que Goleman aprendió.

Comentaba que los líderes de esta nueva era tendrán que ser “más humanos” y más cercanos a su gente y eso implica que tendrán que hablar de sentimientos, escuchar no sólo lo que piensa o cree su gente, sus colaboradores, sino preguntar qué es lo que sienten y él o ella tendrá también que externar lo que está sintiendo. Éste es el paradigma que yo sé que a muchos jefes les costará trabajo, pero los líderes lo asumirán con mucho más naturalidad.

Tenemos muchos, muchos años hablando de misión y visión, hoy será más importante hablar de propósito. El líder debe tener la capacidad de comunicar clara y precisamente cuál es el propósito del equipo, cuál es su propio propósito y buscar que cada uno de sus colaboradores entienda cuál el suyo también, y esta lógica, sin lugar a dudas, parte de ese propósito, que es central y es de estar aquí para servir a los demás. El buen Simon Sinek habla del “Why”.

Los líderes de esta nueva era tendrán, tienen, que ser más fuertes física y emocionalmente, y si me apuran un poco, hasta espiritualmente. Las exigencias de corto y mediano plazos serán brutales, primero para subsistir, luego para mantenerse y finalmente para destacar; para ser identificados como entes con atributos únicos, con un alto valor agregado, y para lograrlo tenemos que estar muy bien con nosotros mismos, tenemos que estar preparados para poder enfrentar muchos retos a los que nunca nos habíamos enfrentado.

retos y liderazgo
Imagen: Emil Wikstorm.

Es muy complicado dar una receta única que sirva a todos, y por ello, cada uno de nosotros tenemos que darnos el tiempo para buscar y encontrar qué es lo que nos ayuda a estar físicamente fuertes: caminar, comer bien, comer sanamente, correr, andar en bicicleta, nadar, hacer senderismo, etc. Y en lo emocional: tener una buena relación de pareja, conectar con los demás, tener una buena y sólida red de amigos (les recuerdo el Estudio de Harvard sobre la felicidad), practicar el concepto de conciencia plena o “mindfulness”, tener mucho mayor autocontrol, meditar, contar con un espíritu de aprender, es decir, siempre estar abierto a aprender más y hacer cosas diferentes, y dicen algunos expertos, ayudar a los demás en la medida de tus posibilidades.

Aunque parezca raro, la idea de usar y manejar el sentido del humor parecería que será una característica valiosa entre los líderes de esta nueva era y nótese que no dije que hay que ser sarcástico.

Un tema central es ser agradecido, dar las gracias por lo que se tiene, por lo que se es, y dar las gracias a quienes te ayudan a ser lo que eres y a tener lo que tienes. Da todos los días muchas veces las gracias y también aprovecha para reconocer a los demás. Si tú eres el líder o lideresa, es muy importante que reconozcas a tu equipo la mayor cantidad de veces que puedas.

Seguramente tú ya has identificado algunas otras nuevas características que requerirán los líderes para esta nueva era, como la resiliencia, como la necesidad de ser un integrador del equipo, saber dar resultados a corto plazo, ser quien sepa dar rumbo con claridad, actuar de forma decidida y audaz.

Y acabo diciendo que será responsabilidad fundamental del nuevo líder o lideresa promover y dar las herramientas para que todos, empezando por ti, sean accountables.


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Ya ganó Joe Biden ¿y ahora qué?

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Después de once días desde que se llevó a cabo la jornada electoral en Estados Unidos, se pudo anunciar un vencedor definitivo y prácticamente doce semanas después se definió el conteo final del Colegio electoral dando una holgada victoria a Joe Biden de 306 votos contra 232 de Donald Trump.

A medida que los días han transcurrido, la diferencia de votos con el 97% de estos contabilizados, da una abrumadora victoria en el voto popular al candidato demócrata con 78’778,306 votos, es decir, el 50.9% de los votos totales contra 73’161,232 votos para Trump, lo que equivale al 47.3%. Hay pues una diferencia de 5’616,683 votos entre ambos candidatos y la diferencia, que hoy es del 3.6%, al terminar de contar todos los votos, aún será mayor en favor de Biden.

Ambos candidatos deberían estar muy felices porque esta contienda ha roto muchos récords en la historia de las elecciones de Estados Unidos, Biden es, por mucho, el candidato que más votos ha obtenido y Trump es el candidato perdedor que también ha obtenido la mayor cantidad de votos. El número y el porcentaje de votantes totales es la mayor de la historia y así podríamos señalar otras marcas.

¿Qué hizo que Biden ganará? Seguramente habrá muchos análisis y conclusiones, pero es definitivo que el voto de las llamadas minorías influyó de manera determinante a nivel nacional y en algunos estados en concreto. El voto de las mujeres tuvo una fuerte influencia impulsado por Kamala Harris. Y como siempre pasa en cualquier proceso electoral, la gente vota por el candidato que, desde su punto de vista, es el menos malo, y hay una buena cantidad de votos de castigo en contra del candidato en el gobierno.

Trump pierde elecciones
Imagen: The Australian.

En términos del simple análisis, es determinante el hecho de que Biden y los demócratas hayan ganado cinco estados que en la elección pasada perdieron, inclusive uno de ellos que no ganaban desde la elección de Bill Clinton. Los estados de Arizona, Michigan, Pennsylvania, Georgia y Wisconsin.

Es interesante también señalar que Estados Unidos queda muy dividido después de esta elección, ya que se muestra un país totalmente polarizado y con dos visiones de lo que quieren como nación, aunque es claro identificar dónde realmente están las diferencias. Trump ganó en 25 estados y Biden hizo lo propio en otros 25.

Prácticamente todas las ciudades y grandes urbes fueron ganadas por Biden, el Estados Unidos profundo, poco educado, que se ve al ombligo, votó por Trump y esto se refleja en la proporción del peso del PIB: los cerca de 500 condados que votaron por Biden representan el 71% del PIB americano, los poco más 2400 condados, los que votaron por Trump, significan el 29%.

Un poco para ir cerrando cifras y, aunque sé que para algunos lectores esto puede resultar tedioso o no muy divertido, es importantísimo que visualicemos estos números porque con ellos va a tener que gobernar Biden y el panorama no está entonces nada fácil.

Es muy interesante ver cómo en algunos estados un candidato arrasa, Biden en DC con más del 87% de los votos a su favor, frente a Wyoming donde Trump gana con una ventaja del 43%, y así podríamos seguirnos con una docena de estados para cada candidato y ver cómo en nueve estados las diferencias son de menos del 3%.

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Imagen: Foreign Policy.

Que no me lo tomen a mal los habitantes de Wyoming, pero me queda claro que es un estado al que no se me antoja ir para nada después de ver estos resultados, al igual que a Arkansas (28%), Alabama (26%), Idaho (31%), Kentucky (26%), Oklahoma (33%), North Dakota (33%), South Dakota (26%), West Virginia (39%), Utah (20%) y Tennessee (23%), que le dieron grandes victorias a Trump.

Por el contrario, California (30%), Connecticut (20%), Hawaii (29%), Massachusetts (33%), Rhode Island (21%), Vermont (35%), Maryland (32%), Washington (19%), Delaware (195), y D.C., le dieron un amplio margen a Biden.

Creo que en su desesperación y arrogancia, el presidente Trump perdió una oportunidad de oro para decir, “perdimos, pero… no por tanto como se había dicho, en otra elección nosotros hubiéramos ganado gracias al masivo número de votos que obtuvimos, el proyecto al que los convoqué sigue vivo y estaremos listos para enfrentar unas nuevas elecciones conmigo o con otro candidato que las comparta en las elecciones del 2024 y algunas cosas más”. Trump tenía mucha raja para presumir y prefirió, como siempre lo ha hecho, irse por las mentiras, por las desacreditaciones, por pelearse.

Trump y muchos de sus seguidores que desacreditaron el proceso electoral, se van a tener que comer sus palabras y ofrecer muchas disculpas. En campaña los ánimos se pueden caldear y uno puede decir ciertas cosas que “se permiten”, ya pasadas las elecciones, pero esto no es lo correcto, ni lo derecho, ni decente. De educación no hablo, porque este señor no la conoce.

Trump dijo en campaña que Biden era el peor candidato, que el partido demócrata pudo haber seleccionado a alguien más y fue ése, “el peor”, quien le ganó, ¿se imaginan quién hubiera sido el mejor?

¿Cuáles son los retos inmediatos del nuevo presidente? Lo será a partir del 21 de enero del 2021: controlar la pandemia del coronavirus y dejar en manos de expertos, como ya lo está haciendo, ¿las decisiones que los políticos tienen que acatar? Más de 11 millones de americanos se han contagiado y más de 250 mil han perdido la vida por el pésimo manejo de la administración de Trump a esta crisis sanitaria.

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Imagen: CNN.

Biden tendrá que dar señales claras en materia de inmigración y hacer acciones contundentes para ver la diferencia entre las dos administraciones. La regularización de los niños y jóvenes bajo el paraguas DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals) será una muy buena señal, por ejemplo.

Otro hecho de gran relevancia será el regreso inmediato al Acuerdo de París, del que Estados Unidos se acababa de salir. Como se sabe, Trump no cree en el cambio climático, y Biden está totalmente del otro lado de la balanza en el tema.

Seguramente Biden tendrá que hacer varios acercamientos, desde ya, con sus aliados históricos: Francia, Inglaterra, Japón, algunos de los países árabes (Arabia Saudita para empezar) para “arreglar” la relación. China y Rusia se deberán coser aparte.

Tendrá que hacer algo en relación con la OTAN y las fuerzas americanas desplegadas por el mundo, rápidamente.

Reconstruir la relación con las Naciones Unidas y algunos de sus organismos como la UNESCO.

Y trabajar mucho hacia adentro de sus propias fronteras con los diversos problemas que le dejó Trump, más los que se acumularon por la pandemia y definir el futuro de Trump. ¿Lo persigue?, tiene mucha cola que le pisen, pero también tienen 73 millones de votantes.

Biden y Latinoamerica
Imagen: The Intercept.

Unos días antes de que tome posesión Biden, sabrá si tiene el control de la Cámara de Senadores, hay elecciones de los dos senadores por Georgia el 5 de enero, y serán ambas contiendas muy cerradas. La Cámara de representantes tiene ya control demócrata, aunque con menos margen de lo que tenían antes de estas elecciones de noviembre.

México desafortunadamente, como sucedió en prácticamente toda la campaña, no será tema, y ante las groserías del gobierno de México y en especial del presidente López Obrador, mucho menos.

Biden no es un hombre de venganzas, es un político con mucho colmillo y mucho oficio, 40 años en este negocio. La distancia con la que se mantendrá será su mejor forma de comportarse. Tiene, además, muchos sartenes por el mango que podrá y seguro utilizará, en el nuevo TLC hay muchas oportunidades para hacerlo y él tiene muchos compromisos sindicales al igual que con la clase trabajadora.


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¿Qué pasa realmente en las elecciones en Estados Unidos? Uno de dos

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Las pasadas elecciones han sido muy especiales por muchas razones y en este artículo buscaré describirlas detalladamente para entenderlas mejor.

Quizás amigo lector, tú al igual que yo, nos desvelamos el pasado 3 de noviembre y luego estuvimos muy atentos dando seguimiento al resultado de las pasadas elecciones en Estados Unidos hasta el sábado cuando se corroboró que Joe Biden y Kamala Harris, del partido demócrata, habían ganado las elecciones para la presidencia y vicepresidencia en el período 2021-2024.

Los Estados Unidos de América tiene una población de alrededor de 382 millones de habitantes, de esta población se registró un determinado número de electores y de esos el 65% realmente votó, es decir, casi 145 millones de personas votaron.

En las pasadas elecciones no sólo estaba en juego la presidencia de Estados Unidos, también lo estaba (lo está) el control de la mayoría en la Cámara de senadores y en la Cámara de representantes (diputados), la elección de once gubernaturas, y 366 alcaldías, además de muchas leyes que aprobarían diversas cosas, principalmente temas relacionados con la legalización de drogas.

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Ilustración: Errata Carmona.

La Cámara de representantes esta integrada por 435 legisladores cuyo período dura dos años y la de senadores por 100 legisladores, dos por estado, que duran en su cargo seis años y son electos en tercios. Por eso en esta ocasión había 33 cargos en disputa, más dos vacantes, la del fallecido John McCain y la de Johnny Isakson, que renunció a su puesto por razones de salud.

La Cámara de representantes actualmente está bajo el control del partido demócrata, ya que tiene 232 legisladores versus 197 del partido republicano, mientras que el Senado es de mayoría republicana con 53 senadores de este partido versus 45 del demócrata y dos senadores demócratas, que en muchas votaciones se suman al partido demócrata, quizás la más visible de esas posiciones es la del reconocido Bernie Sanders, precandidato presidencial por el partido demócrata.

De las 35 posiciones de senador en disputa en esta elección, había 23 que ocupaban legisladores republicanos y 12 demócratas, por eso había la posibilidad de que la mayoría podría cambiar. A esta fecha (8 de noviembre) ya se han decidido 96 asientos, 48 son republicanos, 46 son demócratas y dos independientes. Dos se resolverán en unos días y dos del estado de Georgia se definirán en enero. Así que la mayoría del Senado está en el aire, ya que se requieren 51 asientos para tener la mayoría.

En la Cámara de representantes las cosas van así, el partido demócrata tiene ganadas 215 posiciones y el republicano 196, y se requieren 218 asientos para tener la mayoría, por lo que es un hecho que los demócratas la mantendrán.

Los estados que disputaron elección de gobernador fueron: Delaware (D), Indiana (R), Missouri (R), Montana (R), New Hampshire (R), Carolina del Norte (D), Dakota del Norte(R), Utah(R), Vermont (R), Washington (D) y West (Occidental) Virginia (R), además de las elecciones para gobernador en Puerto Rico y en los territorios norteamericanos de Samoa, donde el partido republicano ganó ocho de ellas y tres los demócratas.

elecciones usa 2020
Ilustración: Kata.

La democracia americana es, por decir lo menos, rara para la elección del presidente, ya que, en todos los otros cargos, la elección es por mayoría o voto popular, esto significa que quien gana más votos gana la elección.

La verdad de las cosas, aunque haya defensores del sistema del Colegio electoral, es una cuestión absolutamente anacrónica y muy lejos de ser democrática. Este sistema lo crearon los padres fundadores de la nación norteamericana, a finales del siglo XVIII, con el objetivo de balancear el poder entre los estados con mayor población y los que tienen menos.

El Colegio electoral, quienes realmente votan al presidente, tiene actualmente 538 electores que corresponde al número de legisladores federales, el mismo número para cada estado, es decir, California tienen 55 legisladores federales y 55 votos en el colegio electoral, mientras que Arizona tiene 11 legisladores y 11 votos electorales, a esos 535 votos electorales hay que agregar 3 del Distrito de Columbia. Por ello, para ganar la elección hay que sumar 270 o más votos electorales que es un poco más del 50%.

Sólo para mostrar la arbitrariedad del sistema pongo este ejemplo. Un voto electoral de California equivale a 715,000 electores, mientras que uno de Wyoming representa a 190,000 electores, y como estos hay decenas de casos que son un sin sentido.

Y por si esto no fuera extraño, que en realidad es absurdo y muy injusto, 48 estados han establecido un mecanismo que el ganador de la elección en el estado, sin importar el número de votos de diferencia, gana todos los votos electorales del estado, sólo Maine y Nebraska los asignan proporcionalmente, lo cual tendría bastante más lógica.

voto colegio electoral
Imagen: Billboard.

En toda la historia de Estados Unidos, en varias ocasiones, el ganador del voto popular no ha ganado la elección presidencial, como le pasó en las elecciones pasadas a Hillary Clinton frente a Donald Trump. Clinton obtuvo más de 3 millones de votos que Trump y aun así perdió. Vale decir que en todos los casos han sido candidatos demócratas los que han perdido la presidencia, a pesar de tener la mayoría del voto popular.

Hay estados bastante estables con relación a su voto, California o Nueva York siempre votan por el candidato demócrata y estados como Nebraska o Kansas siempre votan por el candidato republicano, por ello las elecciones se concentran mucho en los estados que se denominan swing states o “estados columpio”, aunque esto no es definitivo y surgen sorpresas en cada elección. Los “estados columpio” son alrededor de doce y de entre ellos destacan: Pennsylvania, Arizona, Florida, Michigan, Wisconsin, y Carolina del Norte. Estados que, por cierto, ganó Trump en 2016, algunos de ellos con márgenes inferiores a un punto porcentual.

En esta elección, que ya está decidida, a pesar de las necedades, mentiras y berrinches del presiente Trump, Biden es el candidato presidencial más votado de la historia con más de 74 millones de votos y, Trump, es igual el perdedor más votado de la historia con 70 millones de votos (un gran logro considerando lo que se había previsto, pero a este señor no le parece suficiente). Por ello será la elección con la mayor participación de la historia de las elecciones de Estados Unidos desde 1900, cuando votaron por primera vez las mujeres.

Biden gana en 24 estados y suma más del 50% de los votos totales y le arrebata varios de los “estados columpio” al partido republicano como Pennsylvania, Michigan, Georgia, Wisconsin y Arizona, además gana en cuatro estados (Maine, DC, California y Vermont) por más del 30% y en 13 por entre el 10 y el 29%. Mientras que los republicanos ganan en cinco estados (Idaho, Oklahoma, Wyoming, West Virginia y Dakota del Norte) con más del 30% y en 14 con entre 10 y el 29%. Las diferencias en estados como Florida y Texas se reducen de forma significativa en relación con la elección pasada.

Espero que todos estos datos e información aclare mucho más el proceso electoral en Estados Unidos y en mi próxima colaboración, con más datos, tendremos aún más claridad de los resultados de la Cámara de representantes y más avances sobre la presidencial y hablaré sobre las implicaciones del triunfo de BidenHarris para Estados Unidos, el mundo y en concreto para México.


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¿Es “Sí por México” la alternativa ciudadana que requiere nuestro país?

Lectura: 5 minutos

El pasado 20 de octubre se hizo el lanzamiento oficial de “Sí por México” y ahora la pregunta que surge: ¿es ésta una opción real ciudadana para involucrarse en política?

No es sorpresa para nadie decir que todos los partidos políticos mexicanos están muy desacreditados, y de igual forma lo están casi todos los políticos y creo que hay razones de sobra para poder afirmar lo anterior.

Algún día, siendo Secretario de Pesca, Pedro Ojeda Paullada, trabajé con él en la STPS, en la campaña de Miguel de la Madrid y luego en Pesca, le pregunté que cómo le había hecho para ser tan exitoso y haber ocupado puestos tan importantes en la administración pública y su respuesta fue “comiendo mucha mierda”. Cuando renuncié al puesto de Director de Personal de la Secretaría para irme a trabajar a Servicios Condumex, me agradeció los servicios y me hizo un comentario en nuestra corta pero profunda charla, “¿no te gustó la mierda verdad?”. Y le dije que efectivamente no me había gustado nada.

Y la historia viene al caso porque conozco a mucha gente –yo mismo– que estamos interesados en política, nos gusta y nos gustaría ser mucho más activos, pero el precio que hay que pagar –al menos ahora– es muy alto para muchos de nosotros.

La opción de “Sí por México” en este sentido resulta, al menos en el papel, muy atractiva. Los partidos políticos saben que tienen que sumar a la sociedad civil organizada o no a sus filas para lograr mejorar su imagen y otras cosas, y los ciudadanos que queremos un México MUCHO mejor para TODOS, sabemos que la única manera para lograr esto es desde las instituciones formalmente establecidas.

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Imagen: In Pin.

Yo estoy convencido que, desde las ONG, las OSC, las fundaciones, las IAP y demás, se pueden hacer grandes cambios en el país, pero eso no va a evitar muchas cosas que tienen que cambiar desde las entrañas del sistema político mexicano que es profundamente corporativo.

La propuesta de “Sí por México” me parece clara, positiva y muy propositiva, por ello dedico este artículo para presentarla y que cada uno de nosotros decida, en consciencia, hacer lo que mejor le convenga y tenga al menos elementos objetivos para opinar sobre ella.

A partir de ahora abro comillas y sólo transcribo lo que dice “Sí por México” en su página:


¿Qué quiere SÍ por México? Nuestra misión es romper los muros que separan a la ciudadanía de lo político para colocar en el centro de la discusión pública las grandes causas de la ciudadanía, lograr que los políticos trabajen para las causas de los ciudadanos:

1. Sí a una democracia plena;
2. Sí a la seguridad, acceso a la justicia y combate a la corrupción;
3. Sí a una nueva economía incluyente que disminuya la pobreza y la desigualdad;
4. Sí a la salud y educación universal con calidad;
5. Sí a la igualdad sustantiva y al combate a la violencia contra las mujeres;
6. Sí a un medio ambiente sano y sustentable.

¿Cómo vamos a lograr nuestro cometido?

1. Proponiendo una agenda progresista para ganar un futuro de justicia y prosperidad para todos.
2. Invitando a la ciudadanía y a las organizaciones sociales a enriquecer y asumir esa propuesta ciudadana.
3. Presentando esa oferta a los partidos políticos, los únicos órganos permitidos por la ley para postular candidatos, para que la adopten y la hagan propia.
4. Exigiendo a los partidos que abran espacios amplios en la contienda del 2021 a ciudadanas y ciudadanos independientes no partidistas y se comprometan con la democratización, transparencia y verdadera representación.
5. Promoviendo una participación ciudadana amplia, informada y proactiva a lo largo de todo el proceso electoral.
6. Abatiendo el abstencionismo el día de la elección.
7. Impulsando el voto a favor de los candidatos ciudadanos y de los partidos que asuman la oferta vanguardista.
8. Orientando el voto a favor de una mayoría ciudadana en la Cámara de Diputados con la finalidad de recuperar el equilibrio de poderes.
9. Defendiendo el voto libre, la autonomía, eficacia, transparencia e imparcialidad de las autoridades encargadas de organizar y calificar los comicios.
10. Logrando que cada ciudadano se convierta en un motor de movilización a través de la defensa de las ideas y propuestas de esta gran fuerza opositora democrática, libertaria y plural.

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Imagen: Hanna Barczyk.
¿Cómo piensan lograrlo? ¿Cuál es su agenda?

La ciudadanía está obligada a romper los muros que el gobierno y los partidos políticos han puesto porque somos quienes históricamente nos hemos quedado fuera de las decisiones públicas. Eso debe terminar ahora y para siempre.

Lo queremos hacer primero diciendo que SÍ: vamos a proponer una gran agenda nacional por el SÍ. Vamos a ponernos de acuerdo todos en lo que SÍ queremos para México. Ya basta de polarización, ya basta de debates estériles, basta de políticos peleándose con otros políticos. Cuando nos pongamos a trabajar juntos por el SÍ, todos los NO van a desaparecer.

Segundo, construyendo una nueva mayoría en torno al SÍ. Vamos a promover las propuestas del SÍ en cada rincón del país y vamos a sumar a todas las organizaciones y personas que SÍ estén dispuestas a trabajar por México donde todos tienen un lugar. Con ello, vamos a demostrarle al gobierno y a los partidos políticos que SÍ somos la diferencia entre ganar o perder unas elecciones. Que SÍ necesitan de nosotras y nosotros, ya que su deber es trabajar para los ciudadanos.

Tercero, vamos a abordar a los partidos políticos con nuestra propuesta. Vamos a exigirles que se comprometan con nuestra agenda de cara a las próximas elecciones y una vez que ganen quienes tengan que ganar, vamos a ser vigilantes de que SÍ cumplan con sus acuerdos. No vamos a esperar pasivos a que vengan a pedir nuestro voto, vamos a ser activos para que vengan a rendir cuentas y se ganen nuestro respaldo con un SÍ.

¿Por qué surge este colectivo?
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Imagen: Metro Latam.

Todo inicia en el momento que asumimos que el cambio que queremos está en nuestras manos. Ya debimos haber aprendido la lección. No basta con la alternancia política. Lo vivimos ya con los últimos tres expresidentes y hoy estamos viendo la misma película. Han pasado dos años y lejos de unirnos en torno al mismo proyecto, la vieja política sigue atrapada hablando del pasado, hablando del no: de lo que no nos gusta, de lo que no queremos que se repita y de lo que no funciona. Esto tiene que cambiar de inmediato; los efectos económicos y sociales de la pandemia nos exigen unidad. Para salir adelante, tenemos que hacerlo unidos, poniendo lo mejor de cada uno de nosotros.

¿Está en contra de Morena?

No, estamos en contra del paternalismo político. Esta iniciativa exige y convoca a todos los partidos políticos. Estamos aquí para derribar los muros que dividen a la política de la ciudadanía. Estamos aquí para impulsar la unidad nacional en torno al SÍ.

¿Es un movimiento en contra del gobierno?

Somos un movimiento a favor de México. Es una iniciativa ciudadana que exige que los gobernantes a nivel federal, estatal y municipal, emanados de cualquier partido político trabajen para todos.


Cierro comillas y los invito a la reflexión pausada, a decidir de qué lado quieren estar en la historia del México que estamos viviendo, en la de ser observadores o ser activos partícipes de la transformación del México que SÍ podemos y debemos ser.


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