Arte y Cultura

La tumba de Menna, escriba del Imperio Egipcio durante la Antigüedad

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Varios son los recorridos virtuales que podemos visitar en tiempos de la contingencia sanitaria. El American Research Center in Egypt (ARCE) nos ofrece poder apreciar la Tumba de Menna, un escriba egipcio que vivió durante el inicio de la etapa conocida como Imperio Nuevo y cuyo cuerpo fue depositado en la necrópolis de Tebas.

La muerte en el Imperio egipcio tuvo un significado particular. Creían en una vida más allá de la terrenal. El cuerpo debía ser conservado (de ahí las prácticas de momificación) para que cuando despertaran pudieran reconocerse de forma física, así como también identificar las actividades que realizaban (por eso se pintaban escenas de su vida cotidiana en las paredes de los mausoleos). El difunto debía presentarse ante el dios Osiris mediante rezos que leían en “el libro de los muertos”, un pergamino que se incluía en el sarcófago y que prevenía de las dificultades del camino. La prueba final era colocar el corazón en una balanza en contraposición a una pluma. Así se evaluarían las buenas acciones y el derecho a la eternidad.

Un aspecto importante fue la forma cómo se representó el cuerpo humano en estos lugares. Debía dibujarse en todas sus partes, pero bajo ciertas especificaciones. Al despertar del “largo sueño”, el egipcio había olvidado cómo era, por tanto, debía tener conciencia de la forma de su cabeza, por eso se representó de perfil, pero el ojo de frente. El tórax se trazó también en posición frontal, aunque los brazos y las piernas de lado. De esa manera, tendría conocimiento de la totalidad de su corporeidad. Las mujeres siempre de un color más claro que los hombres.

menna y familia
Tumba de Menna. Pintura mural (fragmento). Menna y su familia.

La técnica utilizada fue el estuco, es decir, a la pared de piedra se le aplicaba una capa de cal (una especie de aplanado) sobre el que se fijaban pigmentos de distintos colores en los que predominó una paleta de color cálida: amarillo, rojo, naranja, café, además del negro, con toques de azul y verde.

En un inicio, sólo los faraones tuvieron derecho a realizar este “camino” a través de sus mastabas y pirámides. Con el paso de las dinastías reinantes y el crecimiento del reino, cualquier persona con capacidad económica (sobre todo autoridades del gobierno) pudieron construirse sus propias tumbas ya no como en estructurales piramidales sino como hipogeos, tumbas excavadas en las laderas de las montañas estableciendo numerosas necrópolis en distintas provincias de ese país que hoy son estudiadas por arqueólogos, historiadores, restauradores, arquitectos e instituciones tanto del país como internacionales.

La Tumba de Menna fue descubierta en 1886. En 2007, ARCE comenzó un proyecto de restauración y conservación que incluyó la digitalización del lugar y que hoy nos da la oportunidad de visitarla desde la comodidad de nuestro dispositivo electrónico. El sitio web presenta varias opciones. Desde una vista general de la planta hasta la animación en 3D, tanto en recorrido automático o por partes, de acuerdo a nuestros intereses. A cada momento, se puede dar click en los círculos azules para obtener más información.

tumba de menna
Tumba de Menna. Necroěpolis de Tebas. Planta general de la tumba.

Desde la entrada podemos observar cómo fue excavada en la piedra. Presenta “forma de T invertida”, es decir, comienza con un corto pasillo que nos conduce a una sala de forma transversal cuyas paredes fueron pintadas con distintas escenas. Aquí se observan las principales actividades que realizó Menna en vida. Fue escriba además de inspector de los campos agrícolas, de ahí que se observen distintas acciones relativas a la labranza; desde la siembra, el arado, la cosecha, su resguardo y transportación por el río Nilo. En la misma parte, le acompaña su esposa Henuttawy y sus cinco hijos además de ofrendas a los dioses. Era común que incluso los techos se pintaran con motivos geométricos. En este caso, se han conservado en sólo una parte de esa sección.

tumba de menna
Tumba de Menna. Pintura mural (fragmento). Escena de labranza.

El largo y estrecho pasillo (digamos el cuerpo de la “T”) también presenta pinturas. El tema principal fue la ceremonia funeraria con dos objetivos, rendir culto a los dioses y ayudar al dueño de la tumba a transitar en “la otra vida”. En el caso de la Tumba de Menna, aparece una imagen poco común y que era propia en los pergaminos conocidos como “Libros de los muertos”: el momento del pesaje del corazón del difunto. Los estudiosos de ARCE nos indican que es de los primeros lugares donde aparecerá también como parte de la pintura mural.

El sepulcro termina con un nicho en el que se encontraba la escultura del difunto, a veces acompañado de su esposa. En este caso, las esculturas se han perdido. Una de las razones, según señala el propio recorrido, es que este lugar se siguió utilizando para dejar ofrendas y como parte de las festividades egipcias. De ahí que pudiera haber sufrido daños, pero también como dato curioso, en algunas partes, el rostro y el nombre de Menna aparece borrado. La interpretación a este hecho es la posible existencia de algún opositor que no hubiera querido que el miembro de la élite egipcia “se mantuviera vivo” en la eternidad.

tumba de menna
Tumba de Menna. Pintura mural (fragmento). Escena Libro de los muertos.

El Imperio egipcio fue uno de los más longevos en la historia de la humanidad. Padeció sequías, plagas y epidemias, además de varios conflictos sociales. Hacia el año 30, antes de nuestra era, la última dinastía reinante se derrumbó y el territorio pasó a ser parte del Imperio romano. 


Para más información, visite la página de ARCE.
Para la visita de la Tumba de Menna, visite la página: https://bit.ly/2yA2Irg.


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El aire está en la creatividad

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¿Cuándo terminó el siglo XX?, ¿el 31 de diciembre de 2000?, ¿y cuándo comenzó el nuevo milenio, al día siguiente? No sabemos bien qué dirá la historia más adelante, pero sin duda el COVID-19 marcará un antes y un después de nuestra noción de temporalidad, de seguridad y, sobre todo, de normalidad.

En estos días es tan fácil confundir estados de ánimo con ideas; si se está agobiado o triste, el futuro se transforma en una incertidumbre amenazante; si es la rabia lo que se instala en nosotros, la fantasía destructiva y refundacional se apropia de toda capacidad interpretativa. La alegría, la pena, el miedo, el optimismo, el enojo, el cansancio, como las sensaciones y las emociones pasajeras que siempre han sido, no deben confundirse con herramientas reflexivas. Y, sin embargo, lo hacemos. Tal vez sea porque la creatividad artística se nutre de la experiencia sensorial y psíquica que nuestros sentidos le otorgan a nuestra imaginación y, de ese modo, nuestra mente se potencia con nuestra afectividad y transforma en un obra plástica, literaria, musical, cinematográfica o kinestésica a nuestras pulsiones.

ascenso en la creatividad
Imagen: iStock.

Desde siempre el arte ha hablado por nosotros. De un modo u otro todo aquello que nos cuesta tanto definir o que se nos hace casi imposible delimitar o explicar, de pronto se “hace carne” con un lápiz, un pincel, una cámara, un cincel o un piano. En tiempos de agobio o éxtasis, la cultura aparece indistintamente como un refugio o como un camino para nuestro registro emocional.

Entonces, en estos días en que nos ahogamos en nuestra claustrofobia pandémica, en nuestro distanciamiento forzoso de la naturaleza; en que nos falta el aire del rostro cercano de nuestros amigos y seres queridos; en que extrañamos al desconocido que se sentaba a tomar un café junto a nosotros, días en que soñamos caminar por una calle en medio de la gente, vagar por el mundo, transitar entre los otros y poder mirar sus rostros sin mascarillas, la creatividad nos extiende su mano y nos invita a lanzar al universo todo aquello que hoy nos tiene estupefactos y atemorizados.

era de cambios
Ilustración: DNAnet.

Todo lo que necesitamos saber en estos días de incertidumbre está en la cultura. Todas las respuestas están en lo que hemos pintado, compuesto, filmado, esculpido, construido o escrito a lo largo de miles de años. Nuestro devenir evolutivo está en nuestras bibliotecas y museos, está en nuestras cinetecas y en nuestra arquitectura, está en nuestros ritos funerarios y en nuestras celebraciones. 

El camino, por lo tanto, hacia la normalidad del siglo XXI no es otro que el regreso a la creación, a seguir el camino de la imaginación y el asombro. Crear y aprender, no hay nada que haga más sentido hoy. En definitiva, todo lo que somos es lenguaje y cultura, no es poco lo que hemos logrado, siendo simples seres vivos bajo el sol y las estrellas.


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Repensar la música en vivo durante la crisis sanitaria global

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18 de mayo de 2020.  El bajo operístico Günther Groissböck y la pianista Alexandra Goloubitskaia entran al escenario para interpretar un recital con obras de Schubert y Mahler. En el Teatro Estatal de Hesse, con capacidad para 1,000 personas, el público de aquella noche estaba conformado por menos de 200 espectadores, todos usando mascarillas y esparcidos puntillísticamente en las butacas. Después de tener su temporada oficial de conciertos cancelada por la crisis del COVID-19, éste sería uno de los primeros experimentos orientados a retomar las actividades musicales con la presencia del público en Alemania. El regreso a las presentaciones ocurre bajo un estricto protocolo sanitario,  que incluye desde limitaciones en la circulación de los asistentes en el espacio común y rígidas normas de distanciamiento social, hasta el requerimiento de datos personales y de contacto como condicionantes para la compra de boletos, con vistas a la detección y control de posibles contagios.

musica en pandemia
Audiencia del Teatro de Hesse en Wiesbaden, Alemania. Fotografía: The New York Times/ Gordon Welters.

La pandemia ha impuesto un punto de inflexión para el mundo de la música. Todas las músicas. Especialmente el acto de musicar en vivo, el que implica acercamientos, encuentros y una serie de intercambios físicos y afectivos, se ha estremecido. Las cuarentenas impuestas alrededor del mundo para mitigar el avance del coronavirus han roto amplias e interconectadas redes de creación, producción y distribución musicales, tanto locales como internacionales. En acciones remediales, instituciones, empresas y músicos se han apropiado de manera contundente de las redes sociales en un intento de no perder el contacto con sus públicos y rescatar parte de sus actividades. Una sobre oferta de videos y live streamings con interpretaciones musicales inundan las plataformas digitales. Algunos conciertos cuentan con excelente trabajo de producción y transmisión de audio y video, como el de Daniel Barenboim con un poco más de una decena de los músicos –cada uno con propio atril y manteniendo la distancia recomendada entre ellos– de la Ópera Estatal de Berlín, realizado a puertas cerradas con transmisión en vivo el pasado 8 de mayo.

Daniel Barenboim
Fotograma del concierto con Daniel Barenboim dirigiendo los músicos de la Ópera Estatal de Berlín (08/05/2020).

No obstante, la gran mayoría de las transmisiones son generadas desde el confinamiento, con baja producción técnica y limitada calidad de sonido. Aunque por otra parte, quizás  uno de los aspectos más atractivos de estos ejercicios alternativos de comunicación con el público, ha sido su capacidad para permitir que los artistas se muestren más reales y humanos. Este reinventarse en las redes sociales también ha propiciado a los músicos una interlocución mucho más directa con sus fans y seguidores, estrechando lazos afectivos, aunque virtuales. Mientras el lo-fi está en alta, en la medida que revela el mundo sin glamour, simple y cotidiano del músico, este acercamiento instiga a la vez una mirada voyerista sobre sus prácticas musicales, rutinas y espacio creativo.

A pesar de la conmoción inicial que estas transmisiones caseras ocasionaran al principio de la pandemia –como la de Chris Martin, músico de la agrupación inglesa Coldplay, el pasado 16 de marzo por Instagram–, la aparente saturación de la oferta de contenidos musicales en las redes no ha sido un paliativo suficiente para subsanar las pérdidas económicas en el sector, ocasionada por la cancelación de eventos, el cierre de espacios y por la poca perspectiva a corto plazo para la reprogramación de actividades artísticas presenciales. Aún más importante, además de su falta de efectividad para mantener a la extensa cadena de profesionales vinculada a los espectáculos musicales en vivo, los conciertos virtuales transmitidos a través de las redes sociales o plataformas digitales no parecen ser capaces de ofrecer una experiencia sensorial equiparable a la experiencia musical en vivo. Tanto artistas como públicos todavía buscan en el ritual colectivo el sentido mismo del fluir de lo sonoro en la retroalimentación del contacto entre sus cuerpos –y una infinidad de gestos y afectos– compartidos de manera presencial.

Éste es un tiempo sin precedentes para las artes escénicas en general y para la música en particular. El COVID-19 ha impuesto la necesidad de repensar los formatos de conciertos, shows, festivales y eventos masivos, lo que seguramente marcará un hito en la vida cultural y las prácticas artísticas del siglo XXI. Se impone un gran desafío que a la vez abre nuevas áreas de oportunidad para la transformación e innovación del sector. Y la dimensión de los cambios por venir y su impacto apenas empiezan a vislumbrarse.


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Apuntes del teatro en una pandemia

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Poco a poco tienes que crear una niebla en tu alrededor;
debes borrar todo cuanto te rodea hasta que nada pueda darse por hecho,
hasta que nada sea ya cierto.
Carlos Castaneda en “Viaje a Ixtlán”.


Un día de ___ del 2020
3:00 a.m.

Estoy encerrado en mi casa. En la última semana he dormido hasta las tres de la mañana. Mis hábitos se volvieron más nocturnos conforme fui creciendo. De hecho, cuando dirigí mi último montaje, sentía mayor enfoque y productividad por la noche. Sin embargo, tres de la mañana es un nuevo límite que rompí.

Tengo el celular en mi mano después de haber leído un capítulo de “Mujer en papel”, la biografía de Rita Macedo. Abro Twitter cada cinco minutos. Hago scroll como autómata a pesar de que quiero checar si existe alguna actualización de la pandemia. Ninguna novedad. Ni científica, gubernamental o sanitaria.

Me topo con la cuenta de un director de teatro. Nos hemos saludado unas cuantas veces en estrenos. Conozco más su trabajo que su persona. Leo su preocupación sobre el cierre forzoso de los teatros hasta nuevo aviso. El scroll toma sentido. Este tuit tiene 78 comentarios: muchas palabras desesperanzadoras al recorrer la pantalla con mi dedo.

¿Debería escribir un artículo sobre el teatro en tiempos de pandemia? Ha pasado una semana y media desde la orden del confinamiento riguroso. Leo otro tuit sobre las pérdidas económicas en el gremio teatral. En ese mismo instante, recuerdo proyectos teatrales en donde iba a estar y que, de forma inesperada, se frenaron. En un modo de supervivencia emocional, he tratado de esconderlos de mi cabeza.

cierre de teatros por pandemia
Fotografía: Forbes.

Siento que no es el momento de escribir sobre el teatro (en estas condiciones) porque no tengo nada claro. De hecho, no tengo nada claro sobre el mundo. Vivo en una situación en donde es prácticamente imposible no pensar en la totalidad y ahora la totalidad no tiene un significado claro. Lo único que pienso es en lo pequeños y frágiles que somos; en lo egocéntricos y absurdos que podemos ser.

Todavía no es tiempo de escribir porque el mundo está revuelto y se me perdieron las palabras para hablar de casi todo. También del teatro. Ahora quiero concentrarme en la cotidianidad. No quiero pensar en el teatro.

Siento un poco de culpa porque hay una parte de mí que me ordena mantener el tren creativo a pesar de no hacerlo. Escucho a mi madrastra interna decir: “debes crear para ser”.

Sin embargo, prefiero concentrarme en qué voy a comer, qué debo limpiar, qué necesita mi mamá.

Hoy no quiero pensar en el teatro.

Otro día de ___ del 2020
16:30 p.m.

El tiempo es una historia que nos contamos para entretenernos. Si checo el calendario, he estado encerrado por tres semanas aunque, a veces, esas semanas se han sentido como cinco días, cuatro meses o un año. El tiempo es una historia que nos contamos a nuestra conveniencia para sentirnos satisfechos, tristes, orgullosos, valientes, productivos. Para usar cualquier máscara.

Hoy me siento productivo. He podido librarme de una terrible holgazanería que me azotó en días pasados (¿importa la unidad para medir el tiempo?). Tengo una reunión virtual con tres productores quienes han sido mis amigos por ocho, cinco y dos años, respectivamente. Los admiro porque han levantado proyectos a contracorriente. En mi cabeza los recuerdo como obras memorables y conmovedoras. Han perdido mucho dinero en el teatro pero aún así siguen haciéndolo.

Dos de ellos cerraron dos producciones en temporada por la contingencia. Sin pensarlo, yo lanzo un torrente de palabras de consuelo cuando uno de ellos me interrumpe: ¿qué crees que le pase al teatro? No sé qué contestar. Cierro la conversación con un “ya veremos”.

teatro en pandmeia
Ilustración: Golden Cosmos.

Al terminar la reunión, pienso realmente en qué le va a pasar al teatro. Tengo muchas ideas en mi cabeza. Después de quince años de actividad profesional, me consagro a ciegas a la concepción filosófica del teatro: al ritual, a la mimesis, a la catarsis, a la performatividad. Y si lo pienso mejor, me entrego sin cuestionármelo a esa magia que vi en el Teatro Hidalgo cuando era niño. Por esa magia incrustada en mi cabeza decidí hacer teatro.

No obstante, hay una parte operativa del teatro donde todo se vuelve irritablemente cuestionable: la competencia mediática, las audiencias, el sistema cultural del país, el modelo de negocios, la precariedad de los sueldos, la fragilidad del sustento.

Sin duda, esta pandemia ha agravado la situación del teatro en México. Pero también ha acelerado y aumentado la intensidad de varios problemas que ya existían. En el encierro, nos explotó una bomba de tiempo en las manos. Problemas viejos adquieren novedad y urgencia: los sueldos bajos, la obsolescencia del cuerpo en todas las relaciones personales, la inteligencia artificial. 

Hace cinco años creía que lo único que puede diferenciar al teatro de otros medios es la experiencia en vivo. ¿En estas circunstancias mi argumento seguirá con algún tipo de validez? Encuentro publicaciones en Facebook donde mis amigos promocionan presentaciones teatrales en plataformas digitales. ¿Eso también será teatro?

Uno de mis amigos productores me decía que el teatro no va a dejar de existir porque el teatro nos cuenta historias y las personas las necesitan. También lo hace el cine, la tele. Netflix. Amazon Prime. La política. La religión. La cultura. Los humanos nos contamos historias todo el tiempo para entender la realidad y calmar nuestra ansiedad ante la muerte. ¿Qué tipo de historias entonces contará el teatro? Y, mejor aún, ¿quiénes querrán esas historias?, ¿para qué servirán esas historias en la vida de las personas?

Leo un estudio hecho por el INEGI y encuentro que el consumo del teatro ha disminuido un 6.6% del 2016 al 2019 entre una audiencia urbana y mayor de dieciocho años, entre otras características más. Una encuesta responde al momento particular de un segmento de la sociedad. Es sólo un indicador. ¿Deberíamos prestar atención a los indicadores? ¿Deberíamos dejar de pensar en arte y pensar en un ejercicio de comunicación donde el otro es lo más importante?

teatro online
Imagen: IIE.

Cualquier día de____ del 2020
17:48 p.m.

Me gustan mucho los atardeceres en silencio en mi casa. Es mi refugio ante la vorágine y la tormenta. Ante la rutina y las exigencias. Después de varios días, he logrado despejar mi cabeza a fuerza de voluntad. Pongo un vinilo de Bruce Springsteen. Escucho “My City of Ruins”: “My soul is lost, my friend. Tell me how do I begin again?”.

Hoy he pensado que no puedo ser un evangelista del teatro si no soy capaz de llevar todo lo que el teatro me ha enseñado a mi vida. De nada me sirve creer en el teatro sólo al ver una obra, como una especie de fuga. En quince años, maestros, historias, escritores,  directores, actores, escenógrafos, iluminadores, vestuaristas y espectadores me han mostrado, de forma directa o indirecta, el camino de la autocompasión.

Hago teatro porque quiero intentar saber quién soy. Conectarme con alguien de manera profunda. Creer en algo más grande que la vida. Y esto no lo quiero hacer sólo sentado en la oscuridad de una sala. Lo quiero en mi vida. En las pequeñas cosas. En mis amores. En la vida y en el mundo que me tocan vivir.

Hoy no quiero juzgarme por no ser creativo. Por no creer que soy lo que hago. Hoy estoy tranquilo con las preguntas sin respuesta. En decir no. En contradecirme. Hacer teatro me ha enseñado a lidiar con la incertidumbre. En cada función nadie sabe qué va a pasar. Es momento de aplicar ese aprendizaje en mi vida: a lidiar con la incertidumbre del futuro no sólo del teatro sino del mundo.

Cada quien luchará por defender al teatro a su manera y a sus posibilidades. ¿Cómo será el teatro después de esto? ¿Cuál es el camino que debemos seguir? ¿Qué buscarán los espectadores en el teatro? No lo sé. Me preocupa el modelo de negocios. El pensar una estrategia que pueda sacar más o menos a flote la actividad.

El encierro, casi en un sentido espiritual, nos orilla a replantearnos quiénes somos. Los creativos teatrales estamos pensando quiénes somos creadores. Hoy pienso en cómo los que hacemos teatro le profesamos religiosidad al teatro como una abstracción. Al final, es una historia más. Nos contamos esa historia porque la necesitamos para seguir adelante. Esos dioses del teatro no buscan que miremos hacia arriba, buscan que miremos dentro y entre nosotros.

A mí el hacer teatro me ha invitado todo el tiempo a ver mi mundo interior. A conectarme con las personas a partir de mi interioridad.

grabacion
Fotografía: Ethos media.

Algunos querrán aferrarse a los paradigmas, otros los querrán derribar porque encuentran una nueva oportunidad. Al final, el teatro cambiará a pesar de nosotros. Esta pandemia nos restriega todo el tiempo que el cambio es la única constante en esta experiencia humana. Hoy leí en Facebook un plan de reapertura de actividades a partir de junio. ¿Qué implica este nuevo mundo? No lo sé.

Yo estoy pensando en nuevas posibilidades del teatro. Yo quiero cuestionármelo todo. Creer menos en abstracciones y en ideas encajadas en mi cabeza desde la academia. Abandonar el tributo a mis héroes teatrales. Creer que esa magia que vi de niño en el teatro sólo es un impulso pero no es el fin. Pensar en un ejercicio comunicación. Creer en la sorpresa. Hacer tribu y comunicarme mejor con mi tribu antes que con los espectadores. Ser cómplice. Conocer a los espectadores. Dejarme modificar por los espectadores. Despedirme de quien soy ahora y darle muchas gracias por lo que es y dejará de ser.

Tal vez moriré y no veré ese cambio radical de poética y técnica que ahora busco. Cada quien hace lo que puede.

Pienso en esa idea incisiva de Antón Chéjov que está en todas sus obras de forma explícita o implícita: “¿Qué pensarán de nosotros dentro de cien años?”. El tocadiscos deja salir la voz de Bruce que dice estas palabras: “Come on, rise up! Come on, rise up!”.


Fuentes de consulta:
Castaneda, Carlos, Viaje a Ixtlán, Fondo de Cultura Económica, México, 2012.

Electrografía:
Presenta INEGI Resultados del Módulo de Eventos Culturales Seleccionados (MODECULT) (consultada el 4 de mayo a las 17:00 hrs.).


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Oscuridad y silencio

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Para JAT.

Una de las leyendas de Santa Teresa se cuenta en voz baja. Se trata del niño enterrado en la presa para que su llanto alerte al pueblo en caso de inundación. Como en otros caseríos que comparten historias semejantes, la gente de Santa Teresa depende de un mito para dormir en paz en la temporada de lluvias. Pero ellos no son los únicos que necesitan asideras. Hay quienes duermen con los dedos índice y pulgar formando una cruz para evitar que el diablo se acerque a ellos o quienes cubren los espejos para que los espíritus no traspasen el umbral mientras ellos descansan. Algunos dejan una luz encendida, otros le rezan al ángel de la guardia.

Mientras la mente vaga lejos de lo que sucede en el plano de la vigilia, nuestro cuerpo es tan vulnerable como el de un recién nacido. En las ciudades de la antigüedad se cerraban las puertas de las murallas. En muchas de las modernas, las casas se cierran con doble llave. En el campo, la oscuridad trae con ella sus propias amenazas. Una silueta que corre frente a nosotros, el grito de una lechuza, una puerta que se azota en el silencio…

oscuridad y silencio
“Night Of Dark Shadows”, Burken.

Gracias a la reclusión por el nuevo coronavirus, la oscuridad en donde nacen leyendas y hace que incluso adultos sigan durmiendo con los dedos en forma de cruz, ha recuperado espacios. Entre las sombras y en el silencio de los humanos, luciérnagas que han sobrevivido al embate de la luz se asoman con timidez y las abejas aumentan el tamaño de sus enjambres. Los grillos mantienen despiertos a los insomnes y aparecen alacranes y sapos ocultos detrás de los muebles. Insectos de un verde fosforescente, chinches multicolores, arañas saltarinas, liebres, zorrillos elegantes que apestan todo a su paso, ocelotes, linces, jaguarundis y un felino semejante a una pequeña pantera conocido como changoleón surgen con la puesta del sol. Hay que estar atentos al movimiento detrás de un árbol o a los ruidos entre la caña. A las sombras olvidadas.

La vida que habíamos dejado de ver necesitaba un respiro; nuestra imaginación, un poco de oscuridad y silencio. Quizás el niño enterrado en la presa de Santa Teresa escuche por fin a los espíritus que lo buscan para llevarlo a casa. Quizá nos acostumbremos a un mundo menos estridente, quizás sea el momento de dejarnos sorprender por el misterio, como niños recién llegados a este planeta viejo y poderoso que, con sólo sacudirse, podría acabar con nosotros y, sin embargo, nos mantiene vivos.


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La otra Angelina

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Angelina Jolie es una personalidad del mundo del cine muy conocida por su belleza. La mayoría de la gente sabe además que estuvo casada con Brad Pitt, y también que la pareja tiene hijos biológicos aparte de los adoptados en lugares lejanos. De entre las varias facetas de ella, la de activista humanitaria ha sido difundida sobre todo por revistas de entretenimiento y especialmente a través de fotografías en las que una vez más resalta el atractivo físico de la actriz de 44 años y madre de seis hijos, quien fue nombrada Embajadora y más tarde Enviada Especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Quizá menos gente sepa que en diferentes ocasiones y lugares, Jolie ha hecho donaciones millonarias, siempre acompañadas de un compromiso personal encaminado al desarrollo de proyectos viables de acuerdo a necesidades específicas.

El hecho es que con el tiempo se ha ido involucrando igualmente con otros grupos humanos vulnerables, entre ellos los niños en situaciones de inestabilidad, y que su participación en el combate universal contra el hambre es sobresaliente. El grado de compromiso y nivel de eficacia que ha demostrado en su labor la han convertido en voz autorizada cuando se trata de temas de derechos y protección humana.

Con Camboya Jolie tiene una relación especial: no sólo el rey le otorgó la ciudadanía en 2005 como reconocimiento a su labor humanitaria, sino que fue ahí donde adoptó a su primer hijo. Ella misma confiesa que en ese país, durante el rodaje de Tomb Raider (2001), fue cuando cobró conciencia real de la miseria en el mundo, y que a su regreso se contactó con la ONU para informarse acerca de los diferentes lugares en los que ocurrían conflictos. Así comenzó una serie de viajes, que a veces hacía coincidir con su trabajo de actriz, por diferentes países africanos, Pakistán, Tailandia, Ecuador, Kosovo, Jordania, La India… para comprender la problemática de cada lugar. “Creo que todos queremos justicia e igualdad, la oportunidad de una vida con sentido”, declaró en esos años.

angelina jolie
Fotografía: UNHCR.

 Sin dejar de actuar en cintas comerciales si acaso anodinas –probablemente como medio para financiar sus proyectos humanitarios–, Jolie utiliza su imagen pública con absoluta conciencia para influenciar a dirigentes y políticos, entre ellos los congresistas y senadores de Estados Unidos: “la forma de hacer mover el balón”, explica. Con el Reino Unido sus lazos se estrecharon desde que en 2012 liderara la campaña para la Prevención de la Violencia Sexual en Zonas de Conflicto, iniciativa que se convirtió en tema prioritario de la reunión de los G8 en 2013, y que dio como resultado en 2014 la cumbre más importante que ha habido sobre el tema y a cuyo protocolo se integraron 151 naciones.

Lo que quizá sea novedad para muchos es que la inspiración para dicha iniciativa, lanzada por el Secretario de Exteriores británico, William Hague, fue la película En Tierra de Sangre y Miel –In the Land of Blood and Honey, 2011– escrita, dirigida y producida por Angelina Jolie. El título de la cinta proviene del nombre que los turcos dieron a la región de los Balcanes, “bal”, miel, “can”, sangre, aludiendo a la ferocidad con que su gente se resistió a la invasión. Aborda el hecho de las violaciones grupales que tenían lugar en forma sistemática durante la Guerra de Bosnia en los años 90, un tema muy serio y nada agradable, para el que la directora previene al público desde la primera escena.

La historia de base es la relación de una pareja, ella artista bosnia musulmana y él, soldado serbio, que había comenzado antes de la guerra, y durante ésta se convierte en una mezcla de pasión y desconfianza sin punto de coincidencia emocional entre el victimario y la víctima. Jolie escribió el guion en un mes, pensando que se quedaría en su escritorio, como una forma de liberar su frustración por la indiferencia de la comunidad internacional ante la injusticia. Pero la película rodada durante 42 días en Bosnia y Hungría, con actores bosnios en los roles estelares, tuvo buena recepción y ganó algunos premios así como la nominación Mejor Película Extranjera en los Globos de Oro. A la versión en lenguas balcánicas siguió otra en inglés, quizá con el objetivo de interpelar a quienes tendrían el poder de evitar que se reproduzcan situaciones semejantes, como había sido el caso del Secretario Hague.  En mi opinión, además de la valentía de Jolie, la cinta evidencia su potencial para crear buen cine, en este caso, sensato y honesto en el manejo de contenidos sensibles.

Angelina había debutado como directora en 2007, con el documental A Place in Time, en el que varios actores famosos amigos suyos, Jude Law, por ejemplo, filmaron la vida cotidiana en orfanatos y campos de refugiados, cada uno en una parte distinta del mundo pero al mismo tiempo. La idea era reflejar la esencia humana que es la misma en cualquier cultura, con el fin de promover una comprensión y aceptación universal. Más tarde, a Tierra de Sangre y Miel siguieron Inquebrantable (2014) y Frente al Mar (2015) para volver luego al tema de las atrocidades de la guerra con el que, en mi opinión, representa un excelente logro cinematográfico, en gran parte debido a la impecable dirección de Jolie: Primero mataron a mi padre –First they killed My Father, 2017–.  

angelina jolie
Fotografía: J Magazine.

En palabras de la propia directora, Primero mataron a mi padre tenía que resultar una “carta de amor” para Camboya. En mi opinión, eso es lo que es: al tiempo que uno mira en pantalla las atrocidades del genocidio perpetrado por el régimen de los Jemeres Rojos en su propio país, se sorprende con tanta belleza que, imposible como parezca, también percibe, aun si no entiende dónde está exactamente. Creo que no se trata sólo del contraste con los magníficos paisajes rurales del país. Hay además un velo mágico de inocencia que envuelve todo el relato, aun si a través de este transparenta el horror: el velo es la mirada de una niña.

La trama narrativa se estructura en torno a la experiencia de la pequeña, lo que llama su atención y cómo lo interpreta, los recursos que encuentra para sobrevivir ignorando lo insoportable de su nueva circunstancia tras la deportación de la ciudad, trabajos forzados, castigos absurdos, muerte, hambre… afortunadamente protegida por el amor familiar que permanece a flor de piel en su memoria y la sostiene frente al derrumbe de su mundo. La niña ahora adulto es en realidad Loung Ung, la coautora del guion cinematográfico, quien colaboró con Angelina en la adaptación del libro de sus propias memorias de infancia.  Si para algunos En Tierra de Sangre y Miel pecaba de un afán didáctico por explicar las circunstancias, para otros, en Primero mataron a mi padre falta contexto histórico –nada que no se resuelva, pienso, con una rápida lectura sobre el retiro de Estados Unidos de la Guerra de Vietnam y posteriormente la instauración de Kampuchea Democrática según la sangrienta interpretación del dictador Pol Pot sobre el marxismo-leninismo–.

Por mi parte, encuentro que las dosis de elementos que se mezclan dentro de la cámara de Dod Mantle es perfecta: alguna frase sobre los americanos o los revolucionarios que escapa desde la oficina del padre de Loung a puerta entreabierta, un montaje de imágenes de noticiero: Nixon declarando postura de neutralidad junto a gente masacrada en Phnom Penh… e infinidad de planos abiertos sobre la carita de Sareum Srey Moch, jovencísima y muy prometedora actriz camboyana, con corte a su perspectiva de alguna de las barbaries cuya visión intenta evitar, incluida la oposición de sus zapatos actuales con el recuerdo de sus lindas zapatillas rosas. También impresionantes por lo oportuno de su aparición son los planos aéreos de ríos humanos durante las deportaciones masivas, que alternan con los de mil verdes de una selva alucinante. Un armado perfecto de la secuencia de todas esas imágenes da como resultado una película tan poderosa como entrañable.

Primero mataron a mi Padre obtuvo crítica favorable. Ganó premios importantes aun si no son los más conocidos: Camerimage de fotografía –el mismo que ganaría la película Roma de Alfonso Cuarón en 2019–, Mejor Película Extranjera en los Hollywood Film Awards y el de Libertad de Expresión de la Crítica de Cine en Nueva York, lo mismo que nominaciones en competiciones internacionales. Angelina Jolie decidió distribuirla en Netflix con el fin de que alcanzara un público más extenso. Es posible que la decisión obedezca otra vez a los fines de su vocación de altruismo humanitario. De cualquier forma, pienso que en lo que toca a los espectadores es hora de que le demos el crédito que merece nada más que como directora.


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Día Internacional de la Danza

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El confinamiento y la cancelación de actividades publicas obliga a celebrar el Día Internacional de la Danza 2020 con eventos 100 por ciento virtuales.

Bailarines de toda la República mexicana y uno más oriundo de España, estarán presentes virtualmente en Morelia para celebrar el Día Internacional de la Danza, esto a través de las redes sociales de la Secretaría de Cultura de dicho estado.

Cardiela Amézcua Luna, encargada de la política cultural en el Municipio, mencionó la colaboración nacional e internacional del Gobierno de Morelia, pues se mantiene en el ámbito cultural, y muestra de ello es la participación de artistas de varios estados de la república, además de España, en la programación que preparó la dependencia de dicha ententidad para este 29 de abril.

 “Tanto en Facebook, Twitter e Instagram, el público podrá disfrutar desde cualquier parte del mundo esta celebración que tendrá sede en Morelia. La programación está integrada por el mensaje del Día Internacional de la Danza 2020 de la Unesco, así como por la memoria fotográfica de las actividades que hemos tenido en el Municipio de Morelia y videos de diferentes géneros dancísticos del movimiento México baila 2020″, comentó Amézcua Luna. 

El Día Internacional de la Danza a nivel mundial fue instituido como celebración a partir del año de 1982, esto en homenaje al bailarín y coreógrafo francés Jean-Georges Noverre, que naciera durante un 29 de abril de 1727 y quien es considerado como el fundador del ballet moderno.

Dentro de las festividades mundiales que este año se suscitarán en torno a la expresión artística propia de la danza, se encuentra el homenaje que se llevará a cabo por el centenario de Alicia Alonso, la Primma Ballerina Assoluta cubana que falleció en octubre de 2019 y en este 2020 habría cumplido un siglo de vida.

La programación planeada y ofertada por la Secretaría de Cultura de Morelia podrá ser disfrutada en las redes sociales de dicha dependencia, dentro de un horario de 9:00 a 23:00 horas.

La escucha en tiempos de pandemia

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Me despierto más tarde que de costumbre. El canturreo matutino de los pájaros se ha intensificado en las últimas semanas. Miro por la ventana. Afuera, ni un alma viva. Los perros ladran a lo lejos. Una brisa sopla suave haciendo bailar las copas de los árboles en el horizonte. En el trasfondo de estos sonidos hay un vacío inquietante. La presencia de un ente submicroscópico ha cambiado la marcha del planeta. Su invisible presencia se ha materializado ante nuestros ojos a través de las imágenes de miles de muertes  bombardeadas constantemente por los medios de comunicación y las redes sociales en los meses recientes. La pandemia ocasionada por el COVID-19 ha puesto a casi un tercio de la población mundial en cuarentena, revelando la fragilidad de lo que habíamos entendido como “nuestras vidas” dentro de las complejas estructuras del mundo occidentalizado.

sonidos vacios
Cierre de calle del Centro Histórico de la CDMX.

El confinamiento, medida adoptada por parte de diferentes naciones para frenar la curva de contagio del virus, ha llevado a que millones de personas cambien sus rutinas diarias. Distanciamiento social. Cancelación de actividades no esenciales. Cierre de fronteras. Reducción drástica en los desplazamientos de contingentes humanos. Mientras nosotros enfrentamos la ansiedad por los inciertos desdoblamientos que suscitará la pandemia, la Tierra está en pausa. Esta abrupta ruptura en el ritmo frenético de la vida contemporánea es un hecho sin precedentes, cuyas consecuencias apenas se comienza a dimensionar. Empiezan a aparecer los primeros reportes sobre la reducción en China y Estados Unidos de emisiones de gases contaminantes en la atmósfera.[1] Todavía queda por averiguar cómo afectará la ausencia de presión humana a la fauna urbana y silvestre. Con una mínima o casi nula circulación de personas, algunas ciudades han podido observar el incremento en la presencia de determinadas especies en ciertas zonas, ya sea por la búsqueda de alimento o por el reclamo de sus territorios originales, o ambas cosas. De igual manera, la ausencia de coches, camiones, trenes, navíos y aviones, así como la reducción en el uso de maquinaria industrial, han permitido que los sismógrafos en diferentes latitudes puedan detectar de manera más clara las vibraciones generadas por los movimientos tectónicos.  Desde Bélgica, Francia, Inglaterra, Ecuador, Nueva Zelanda y Estados Unidos llegan relatos sobre la disminución de los patrones de ruido de fondo en las mediciones sísmicas, ocasionada por la menor actividad humana en la corteza terrestre.

(Channel 4 News: Before and after coronavirus – scenes from the world’s biggest cities)

Así como algunos sonidos han desaparecido o disminuido en intensidad, otros han tomado lugares protagónicos en los espacios de las ciudades. Con innumerables comunidades entrando en encierro sanitario, el mundo se reconfigura como una entidad sónica distinta. La abrumadora ola sonora en la que estábamos inmersos de manera casi continua ha bajado su intensidad, tornando más profunda, particularmente para los habitantes citadinos, la escucha del espacio urbano. Calles vacías. Centros comerciales cerrados. Coches estacionados. Nuestros entornos más inmediatos adquieren características que empezamos a percibir de manera más clara y delineada a través de los oídos. Y por otra parte, el recogimiento ha limitado a la mirada. Los vestigios visuales ya no se encuentran en el centro de la audición para asegurarle sentido a lo escuchado. Oír lo invisible puede configurarle resignificaciones dentro de un extenso espectro, pasando de lo poético a lo trágico, de lo sutil a lo estridente. En estos días de clausura. Frecuencias. Intensidades. Texturas. Fondo y superficie. Todo se ha amplificado en el pabellón auditivo.

Las transformaciones experimentadas en los paisajes sonoros y en nuestra sensibilidad no han pasado desapercibidas para muchos alrededor del planeta. Testimonios personales e informes periodísticos en este sentido abundan en las redes sociales y en los medios digitales, respectivamente. Distintos colectivos e instituciones han lanzado convocatorias solicitando contribuciones para el mapeo de nichos acústicos o la documentación de las recientes metamorfosis en diferentes entornos sonoros.[2] Algunas llamadas invitan a colaborar con el envío de grabaciones, desde sonidos generados en el mismo espacio de confinamiento y relatos autoetnográficos de la experiencia vivida durante esta contingencia sanitaria, hasta improvisaciones sónico-musicales y recopilación de datos y mediciones de niveles de ruido en el medio ambiente, antes y después del evento del coronavirus. Estas iniciativas de alguna manera registrarán, a través del trazo sonoro, el álgido momento del Antropoceno que estamos viviendo. Representan una oportunidad de resignificar la temporalidad y mutabilidad de lo vivido por mucho de nosotros durante la pandemia, así como las múltiples transformaciones planetarias por venir. Los sonidos hablarán y contarán historias. Las de la Tierra. Y las nuestras.

sonidos de la tierra

Notas:
[1]  “NASA Satellite Data Show 30 Percent Drop In Air Pollution Over Northeast U.S.”, NASA (09/04/2020).
Así ha bajado la contaminación durante el estado de alarma por el coronavirus”, Greenpeace (19/03/2020).
Airborne Nitrogen Dioxide Plummets Over China”, NASA-Earth Observatory (26/02/2020).

[2]Historias Sonoras del COVID19”, Paisaje Sensorial.
Urban Soundscapes of the World.
Record the Earth.
Quarantine Soundscapes 2020 – 1 minute & 1 second  Silent Soundscapes”, Theodoros Lotis.
#EscuchandoGijon | Un mar de sonidos.


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