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¿Afrenta a la masculinidad? Paternidad durante la pandemia

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Para todos los varones que, transformando su masculinidad
frente al reto que nos presenta la actual pandemia,
asumen nuevos roles en su paternidad confinada.

La crisis sanitaria que padecemos ha modificado la vida de las familias en el mundo. La cuarentena vivida en varios países ha hecho que padres, madres e hijos se mantengan dentro de casa. Esto ha repercutido en la transformación de roles en el núcleo doméstico. En una contribución anterior a esta columna comentaba cómo las madres trabajadoras, además de su jornada laboral fuera o desde casa, deben hacerse cargo del trabajo doméstico, así como de la crianza y enseñanza de los pequeños que no van a la escuela.

En mayor o menor medida, estos cambios también han impactado la vida de los padres. En esta ocasión, y como parte de la celebración del día del padre, quisiera hacer una reflexión sobre el ser padre durante la crisis sanitaria y lo que esto significa para la masculinidad. Mi reflexión se basa en lo que he visto, vivido y oído en mi cotidianidad confinada.

Transformación de la masculinidad

Un padre, producto de la crisis económica generada por la pandemia, se ha quedado sin empleo. Desde hace unas semanas él y su hija de tres años dependen del ingreso de la esposa, quien tiene que trabajar desde casa. Ella debe atender múltiples reuniones virtuales y preparar documentos de trabajo para ser discutidos con sus colegas y jefes. Tiene poco tiempo para cocinar, limpiar y cuidar a su hija. Entonces él es quien debe cubrir estas responsabilidades. Ante la falta de apoyo externo, el padre debe levantar a la niña, hacerle el desayuno, prepararla para que tenga su clase virtual, jugar con ella, hacer la comida para los tres. Después de comer, nuevamente, debe entretener a la pequeña debido a que la mamá tiene que seguir con su jornada de trabajo hasta las seis de la tarde.

paternidad durante la pandemia
Ilustración: Janna Morton.

Otro padre tiene que modificar su dinámica de trabajo para ayudar a su esposa en la crianza y el cuidado de los dos pequeños que tienen, un recién nacido y una niña de dos años. Él ya no tiene tiempo para hacer ejercicio, leer el periódico o hacer una jornada laboral de ocho horas. Ahora debe sortear el trabajo no asalariado con su trabajo asalariado. Papá y mamá intercambian días y horas, entre el cuidado de los niños y el trabajo de ambos. La madre también trabaja desde casa o, al menos, eso intenta. Un par de horas, por el día o la tarde, él cuida a los niños mientras la mamá trabaja. A la hora de comer él alimenta a la niña mientras la mamá hace lo propio con el más pequeño. En la noche él se encarga de dormir a la pequeña mientras la mamá se ocupa del bebé.

En otra familia, ambos padres han quedado desempleados por la crisis generada a causa de la pandemia. Mientras la madre se encarga del cuidado y la crianza de sus dos hijos, un niño de cinco y una niña de dos, el papá ha estado buscando opciones para generar ingresos. Es buen cocinero, así es que se ha lanzado a hacer conservas y encurtidos para ofrecer en el vecindario. Parece que la estrategia económica está resultando exitosa, ya tiene los primeros pedidos.

Una escena más nos muestra una familia donde el otrora padre ausente ahora está, al menos físicamente, presente en el hogar. En esa familia el padre diario salía a trabajar desde temprano, regresando a altas horas de la noche, por lo que sólo interactuaba con sus dos hijos –uno de seis y uno de tres– los fines de semana. No obstante, ahora, con el confinamiento social, este padre debe trabajar desde casa. Esto ha hecho que su rutina se transforme. Si antes consumía tres o cuatro horas en total para trasladarse a su oficina, ahora ocupa ese tiempo para convivir con sus dos hijos. Asimismo, ahora él desayuna, come y cena con ellos y su esposa. Esto, sin duda, ha transformado su rutina, sus hábitos, sus gustos y disgustos. El padre ausente se ha vuelto un padre presente. Si antes era fácil “escapar” de su dinámica familiar con el trabajo, ahora no hay pretexto para no convivir con sus hijos.

Estas ilustraciones de la vida cotidiana nos muestran cómo se modifica la masculinidad de éstos y otros tantos padres en México y el mundo. Debido a que los que aquí retrato son hombres de entre 40 y 50 años, ellos no fueron educados para cuidar y criar niños. Lamentablemente, los tradicionales roles de género aún marcaron su masculinidad: no jugaron nunca con muñecas, pero ahora deben hacerlo para entretener a sus hijas; y, además, deben asumir las tareas de cuidado y crianza que a las niñas se les suele inculcar desde pequeñas. Para ellos, sin duda, es un reto no menor. Su masculinidad se ve comprometida, amenazada… pero están aprendiendo a que siguen siendo “igual de hombres” si no son ellos los proveedores del hogar, si son ellos los que deben cuidar a los hijos, si son ellos los que han de cambiar pañales, si son ellos los que deben jugar a las muñecas.

paternidad
Ilustración: Sua Balac.

Obviamente estas situaciones dejan fuera aquellas familias donde, lamentablemente, los varones no están interesados en transformar su masculinidad para asumir nuevos roles de paternidad. Ahí están los miles de varones que se tornan en una amenaza para las esposas, los hijos y demás familiares que comparten el hogar. Frente al estrés que puede traer el confinamiento, así como al mal manejo de las emociones, estos varones son el enemigo en casa. De ahí que en esta cuarentena hemos visto de manera alarmante la forma en que, en México y América Latina, han crecido las denuncias por violencia intrafamiliar.

Criando nuevas masculinidades

En suma, estas experiencias nos deben dejar una lección para quienes ahora estamos criando hijos e hijas. No podemos seguir reproduciendo estereotipos de género donde los varones no se hagan cargo de labores domésticas, de la crianza de los niños o el cuidado de adultos mayores y enfermos. No podemos seguir pretendiendo que éstas son labores exclusivamente de las mujeres. Además, debemos trabajar con las emociones de nuestros hijos varones a fin de que en un futuro puedan controlar sus miedos, enojos, angustias. Crisis como la que estamos viviendo nos muestran cuán vulnerable somos como especie. La separación de roles y el encapsulamiento de las emociones no nos sirve cuando nos vemos amenazados por situaciones de riesgo y vulnerabilidad como la actual.

No podría asegurar que los padres que ahora están asumiendo estas labores las disfruten. Lo que debemos asegurar para el futuro es que los varones estén preparados para disfrutar tanto el cuidado de los niños como el trabajo en una oficina. Tendremos que enseñar a nuestros hijos e hijas el valor de ambas tareas: aquellas que se hacen fuera de la casa y aquellas que se hacen dentro. No podemos seguir descalificando el trabajo doméstico –aquel que incluye mantener una casa en orden y también el que se hace con la crianza y cuidado de hijos y otros familiares– a expensas del trabajo profesional o de algún otro oficio extradoméstico. Tenemos que inculcar en las niñas y los niños el valor que tienen ambos esfuerzos.

De esta forma estaremos criando mujeres y hombres más plenos, más completos, capaces de afrontar crisis como la que vivimos.


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Confinamiento y violencia de género

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Como lo han hecho saber la Organización Mundial de la Salud y diferentes grupos de mujeres, resulta muy importante no quitar el dedo de la denuncia de la violencia de género, ya que se ha comprobado que el confinamiento aumenta las probabilidades de que las mujeres sean víctimas de sus propios familiares.  

La ONU considera como “violencia contra la mujer”, la coacción o privación arbitraria de la libertad y todo acto agresivo o amenaza dirigido hacia ellas que tenga como resultado  su sufrimiento físico, sexual, emocional, tanto si se producen en la vida pública como en la privada.

 En una definición similar, en México La Ley General de Acceso a la Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), considera la misma como todo acto que lesione o sea susceptible de dañar la dignidad, integridad o libertad de las mujeres. Y reconoce que existen varios tipos de violencia, entre los que se encuentran la psicológica, la física, la económica, y la sexual.

violencia de genero
Ilustración: Alina Pechenckina.

Según datos de la Encuesta sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del 2017, en México el 66% de las mujeres de 15 años y más, habían enfrentado al menos un incidente de violencia a lo largo de su vida. El índice más alto es el de la violencia emocional (con el 49% de los casos), seguidas por la sexual (41%), la  violencia física (34%), y la económica o patrimonial, así como la discriminación en el trabajo (29% por ciento)

Dentro de los diferentes tipos de violencia, la más numerosa es la que ocurre en el hogar. De hecho, los datos del mismo año señalan que el 44% de las mujeres en México habían sufrido violencia de pareja en cualquiera de sus tipos. La situación ha empeorado durante la actual cuarentena, ya que tan sólo en abril, el número de emergencia para las denuncias llegó a un 42% con respecto al 2019.

La cuarentena obliga a las mujeres a estar encerradas con sus maltratadores y la violencia aumenta conforme lo hace el tiempo de convivencia. Así, las jornadas nacionales de “Quédese en casa” han hecho que el agresor se sienta impune y el hogar se convierta en el lugar más peligroso para muchas mujeres quienes no tienen acceso a los recursos para defenderse. Los datos proporcionados por la directora de la Red Nacional de Refugios en México, muestran que durante los dos primeros meses del confinamiento, el ingreso de las mujeres a estos centros se incrementó en un 50% y los mensajes de auxilio aumentaron en 80%.

confinamiento y violencia
Ilustración: Emilia Khan.

Lo anterior no es específico de México. Los altos datos de violencia doméstica generada durante el confinamiento en otras pandemias como el Ébola, el Zika y el Sars, han demostrado lo importante que es incorporar un enfoque de género que permita abordar y detectar las necesidades que ellas tienen durante la emergencia. De no hacerlo, la desigualdad y vulnerabilidad de las mujeres y las niñas tendrán efectos que se profundizarán e intensificarán a lo largo de sus vidas, y serán más difíciles de revertir en un futuro.

De ahí lo importante de asegurar que las víctimas puedan denunciar y que cuenten con disponibilidad y buenos servicios en albergues donde les sea posible resguardarse. Es  necesario fortalecer las políticas públicas que permitan que las víctimas cuenten con la información, las redes de apoyo, y los recursos indispensables para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres.  

Como lo ha demostrado la Red Nacional Feminista #nosotrastenemootrosdatos, resulta imperante actuar contra el menosprecio y la invisibilidad de la violencia que se ejerce en los hogares.


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Un poco de reflexión nunca cae mal

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Estimados lectores, hoy me gustaría compartir con ustedes mi experiencia durante el confinamiento. Se que sonará muy trillado, demasiado explotado, pero este periodo en el que cambió por completo mi ritmo de vida y la de todos, de la convivencia, de no poder hacer lo que mi trabajo me pide llevar a cabo, la continuidad diaria con clientes, compañeros de trabajo, visitas, de estar en la calle, peleando con el tráfico, etc., lo que más me ha impactado sobre todo, son las noticias a nivel mundial de todos los decesos ocurridos por este nuevo virus.

Me remontaron a los varios seminarios, libros y  películas que he tenido la oportunidad de ver y leer para darme cuenta de que quienes pese a la edad, se nos sigue dando la oportunidad de continuar en este mundo para tomar conciencia de que la vida es prestada, que nos la pasamos anhelando, deseando, cosas materiales, algunas costosas, otras no, pero hacemos a un lado lo más importante que es disfrutar plenamente cada momento, cada instante, ya que no sabemos si serán los últimos.

reflexion
Ilustración: Ilona Rybak.

Me confieso un apasionado del vino, principalmente del tinto –algunos dirán, ¿existe otro?, yo respeto a todos–, sé bien que les debe de haber pasado a los que comparten este gusto, que guardan y guardan una botella para un festejo especial, ¿qué pasa?, que probablemente “nunca” consideramos ese día especial y la guardamos y guardamos, y cuando la descubrimos y la abrimos, nos damos cuenta de que por desgracia, ya pasó su mejor momento para ser bebido y termina formando parte de las botellas que tenemos en la cocina para utilizarlas en la elaboración de algún platillo; qué pena, ni para ti, ni para nadie. Moraleja: no hay mejor momento para beber un buen vino que el hoy, el ahora, cuando estás vivo, que lo puedes disfrutar ya sea con tu pareja, amigos, parientes, etcétera.

Otra de las sugerencias que te hicieron hacer más llevadera esta época, fue escuchar música –y que es otro tema–. Al volver a escuchar a los artistas que te gustaban en tus años noveles, recuerdas las letras de las canciones, muchas muy “bobas” para esta generación, pero que te transportaron a otra circunstancia de tu vida, algunos recuerdos gratos, otros no tanto. Definitivamente en algunos siempre se presentó el recuerdo de alguna novia, amiga, alguien a quien quisiste mucho y por qué no, te hirió. Vuelves a sentir ese ligero pinchazo y te preguntas… ¿qué será de fulana, sutana, etc.?, pero también de tus amigos de ese tiempo, de cuando salías a jugar a la calle sin temor, te divertías con cosas simples, canicas, trompo, balero, pelotas hechas de trapo, o que alguno de los amigos con mejor posición, sacara la pelota o balón para echar la típica “cascarita”. Y ¿qué me dicen del hula-hula?, todo un atractivo para nosotros ver a las amigas dominarlo, ¿cierto?

Últimamente este tema está muy de moda en las redes sociales, ya que te dicen que si naciste en tal fecha, te puedes considerar afortunado de la época que viviste, nada que ver con la actual, no existían los celulares, las computadoras, el internet, los videojuegos, las tabletas, etc., te asombraría que los discos eran de acetato, esperando ansiosamente que tu artista o grupo predilecto sacara el nuevo disco y te la pasabas ahorrando para comprarlo de inmediato y, por qué no, presumirlo ante los amigos, “ya lo tengo”, “vengan a casa a escucharlo”. Toda comunicación con los amigos, parientes, fuera de tu país, sólo se podía hacer vía carta o telegrama, pero este último caro y sólo se utilizaba para emergencias.

reflexion y viniles
Ilustración: iStock.

Una época en donde el respeto a los adultos mayores era total, la caballerosidad era plena, si te subías a un camión y estabas sentado, pero llegaba una señora o señor de edad, inmediatamente le cedías el asiento y, obviamente, no se diga si te tocaba la fortuna de alguna muchacha, no lo pensabas dos veces, te parabas y le dabas el lugar.

Era obligatorio si tenías auto, el abrirle la puerta a una dama, cederle el paso, el lado interno de la acera, ayudarla a cruzar la calle, en fin, detalles que hoy ya no importan y que cuando los haces, hasta molestan a la mujer. Me ha pasado que me digan que ellas pueden, que tienen manos, que los tiempos han cambiado.

En fin, pero cada día somos menos, muchos están partiendo y con ellos esas costumbres, y es cierto, esos detalles es muy raro que los veas, pero sobre todo que te los acepten, es una pena. La verdad fueron tiempos muy lindos, pero retomando el tema de las canciones, permítanme preguntarles, tengan la edad que tengan, ¿cuándo escuchan una canción que les gusta no se remontan a otro momento de su vida?, agradable o no, pero invariablemente sucede, ¿no es cierto?

En mi otra entrega mencioné que no se sabe el despertar del mundo después del COVID-19, es cierto, se especula mucho, que si esto, que si lo otro, pero sabemos que será diferente y nos tendremos que adaptar al cambio, sea cual sea, pero lo que me deja de positivo es que tenemos que vivir el hoy, disfrutar hoy, beber el mejor vino hoy, comer lo mejor hoy, disfrutar la vida hoy, es lo que tenemos, hay que gozarla. Hacer todo lo posible por ser feliz con lo que tengas, que puedas compartir y departir con tus allegados, dicen que las cosas buenas se disfrutan más si las compartes, en mi caso comparto completamente esa opinión y así trato de hacerlo.

vida
Ilustración: @ourownright.

Como se han dado cuenta por lo que han leído hasta este momento, soy un romántico total, sí, un antiguo empedernido, y no estoy totalmente de acuerdo con los que aseveran que todo tiempo pasado fue mejor, definitivamente no siento que sea de esa forma. Es cierto que teníamos mayor seguridad, los robos eran del típico carterista, claro que existían los más osados que robaban casas, pero lo hacían cuando no había nadie en las mismas.

Hoy en cambio, no puedes disfrutar del fruto de tu trabajo, llamar la atención con un auto, reloj, accesorio lujoso, ya que te expones a un secuestro, o simplemente, que te maten por quitarte esto. Realmente es una pena; pero también ha habido otros cambios positivos, ahora podemos disfrutar de muchas comodidades modernas, casas inteligentes, el promedio de vida ha crecido de forma importante, los avances tecnológicos en todas las áreas son admirables, hoy es común que tengas algún hijo fuera de tu país y puede ser que tengas mayor comunicación ahora que cuando vivía en casa contigo. Las videoconferencias, los chats, las videollamadas, etc., han hecho la diferencia en la manera de comunicarnos, por eso digo que sí, efectivamente es muy diferente a lo que viviste, pero también tiene sus ventajas y debes de disfrutarlas, sacarles el mayor de los provechos y tratar de “vivir”, sólo eso, vivir lo mejor posible hasta que llegue tu momento.

Pero como siempre, la última palabra la tienen ustedes.

Si gustan, nos seguimos leyendo.


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Jugaremos en la casa mientras el virus afuera está

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Desde 1998, el 28 de mayo se propuso celebrar el Día internacional del Juego a iniciativa de la maestra Freda Kim y de la Asociación Internacional de Ludotecas. Con esta iniciativa se hace eco de lo que ya se afirmaba una década antes en el Artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas: jugar es un derecho.

La intención de mi reflexión en torno a esto es recordar que, sobre todo ahora en la situación crítica que vivimos donde nuestra vida cotidiana se ha visto afectada por el confinamiento y el miedo a la enfermedad del COVID-19, jugar es un derecho en la infancia y es indispensable en otras etapas de la vida. Es importante pensar en el juego como una posible solución para mejorar nuestro confinamiento: “Jugar es una fuente inagotable de placer, alegría, descubrimientos, reto y satisfacción, que permite un crecimiento equilibrado del cuerpo, la inteligencia, la afectividad, y la sociabilidad. Ahora y siempre el juego es y ha sido un elemento fundamental en el desarrollo de las personas” (Politécnico Colombiano).

¿Pero, podemos jugar en una situación tan crítica como la actual?

Por supuesto que sí. Incluso, yo sería enfática para decir que debemos hacerlo. Hace unos días una querida amiga que se dedica al coaching emocional compartió conmigo una infografía sobre “¿Quién quiero ser durante la COVID-19?”. En un esquema muy didáctico se plantean escenarios de vida mediante zonas: una zona de miedo, una zona de aprendizaje y una de crecimiento. Como parte de la última se traza la posibilidad de mantener un estado emocional alegre con el que, además, la persona contagia esperanza. Al ver este diagrama pensé en las opciones que tenemos a la mano para mantenernos alegres y sobrepasar el miedo, la ansiedad, la desesperanza o la falta de empatía con lo demás pese a estar aislados socialmente y, a veces, sobrepasados por la realidad que vivimos.

estres en pandemia
Ilustración: Dionne Kitching.

Con la presencia de dos pequeños en casa, me vino a la mente el juego. Los niños disfrutan de la vida mediante el juego; aprenden y conocen el mundo a partir del juego, socializan a través de él. Los adultos dejamos de jugar hace mucho tiempo, creyendo que “eso es cosa de niños”. Pero si usted lector, lectora, tiene cerca infantes podrá asentir conmigo que jugar, si bien puede ser extenuante físicamente, es altamente gratificante para las emociones. Mediante el juego, los adultos podemos olvidar, al menos por un rato, las preocupaciones, las frustraciones o los miedos que podemos estar cargando en nuestra cotidianidad. Haga la prueba y verá que después de jugar y disfrutar de la vida lúdicamente, seguramente podrá afrontar los problemas que le aquejan en su vida adulta de mejor manera.

Si usted vive sólo, pero tiene posibilidad de conectarse de manera virtual con familiares o amigos, intente jugar con ellos por esta vía; si no, tal vez encuentre algunas opciones de juego en solitario. Si en su casa hay más adultos, juegue con ellos. Si hay niños, aproveche esta gran oportunidad y sumérjase en su mundo lúdico para olvidar los pesares que a veces hacemos más grande por pensar sólo en ellos. Juegue, diviértase, redescubra el mundo pese a las adversidades.

Y los niños confinados en casa, ¿a qué juegan?

Ahora bien, si usted tiene chiquitines en casa, cuide y procure juegos que contribuyan al buen vivir presente y futuro. Los niños son creativos e inquietos, por lo que buscarán distintas opciones para entretenerse. Los juegos dirigidos son los mejores para los más pequeños, mientras que el juego supervisado es preferible para los grandes. Si los niños no tienen este acompañamiento, en breve buscarán opciones de juego que tal vez no sean las mejores. Si bien, como adultos de pronto es fácil dejar a los niños jugar solos, o bien “conectarlos” en pantallas de televisores, computadoras, tabletas o celulares y que, con ello, se entretengan durante largas horas del día o la noche, con ello estamos creando malos hábitos en los pequeños. Es indispensable variar los escenarios de juego y no propiciar enajenación mental como la que producen los videojuegos.

juegos en pandemia
Ilustración: David Sierra.

Asimismo, es recomendable que cuidemos la alimentación de los niños durante sus momentos de juego. El consumo de comida chatarra –botanas, dulces, galletas, pastelillos– también puede ser un mal compañero de juego. Si bien lo niños pueden adorarlos, es mejor evitarlos o, en todo caso, controlar su consumo. Mientras los niños juegan, sobre todo si el juego implica una actividad física, los niños consumen mucha energía que, pronto, querrán recuperar. Ofrecer alguna fruta y agua simple puede ser una buena opción. No propiciemos que en estos momentos ellos consuman comida chatarra. Insistamos, justo cuando ellos tienen necesidad de azúcar, que prueben frutas o verduras frescas. Además, si los niños hacen una colación de fruta o verdura, no será difícil convencerlos de que después del juego viene la hora de comer o cenar porque seguramente tendrán suficiente hambre.

En suma, y para concluir esta reflexión, lo invitaría a que usted mismo cuide su alimentación en este aislamiento. En el esquema que antes mencionaba sobre quién quiero ser durante esta crisis sanitaria, en la zona de miedo hay un escenario donde la persona acapara y consume compulsivamente comida y bebidas poco saludables. El juego no enajenante puede ser una opción para controlar este comportamiento. Juegue en lugar de consumir comida chatarra o alcohol. Con el juego –al igual que con el ejercicio o el baile– estará produciendo endorfina, dopamina y serotonina, las hormonas de la felicidad que lo harán sentir mejor.


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El aire está en la creatividad

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¿Cuándo terminó el siglo XX?, ¿el 31 de diciembre de 2000?, ¿y cuándo comenzó el nuevo milenio, al día siguiente? No sabemos bien qué dirá la historia más adelante, pero sin duda el COVID-19 marcará un antes y un después de nuestra noción de temporalidad, de seguridad y, sobre todo, de normalidad.

En estos días es tan fácil confundir estados de ánimo con ideas; si se está agobiado o triste, el futuro se transforma en una incertidumbre amenazante; si es la rabia lo que se instala en nosotros, la fantasía destructiva y refundacional se apropia de toda capacidad interpretativa. La alegría, la pena, el miedo, el optimismo, el enojo, el cansancio, como las sensaciones y las emociones pasajeras que siempre han sido, no deben confundirse con herramientas reflexivas. Y, sin embargo, lo hacemos. Tal vez sea porque la creatividad artística se nutre de la experiencia sensorial y psíquica que nuestros sentidos le otorgan a nuestra imaginación y, de ese modo, nuestra mente se potencia con nuestra afectividad y transforma en un obra plástica, literaria, musical, cinematográfica o kinestésica a nuestras pulsiones.

ascenso en la creatividad
Imagen: iStock.

Desde siempre el arte ha hablado por nosotros. De un modo u otro todo aquello que nos cuesta tanto definir o que se nos hace casi imposible delimitar o explicar, de pronto se “hace carne” con un lápiz, un pincel, una cámara, un cincel o un piano. En tiempos de agobio o éxtasis, la cultura aparece indistintamente como un refugio o como un camino para nuestro registro emocional.

Entonces, en estos días en que nos ahogamos en nuestra claustrofobia pandémica, en nuestro distanciamiento forzoso de la naturaleza; en que nos falta el aire del rostro cercano de nuestros amigos y seres queridos; en que extrañamos al desconocido que se sentaba a tomar un café junto a nosotros, días en que soñamos caminar por una calle en medio de la gente, vagar por el mundo, transitar entre los otros y poder mirar sus rostros sin mascarillas, la creatividad nos extiende su mano y nos invita a lanzar al universo todo aquello que hoy nos tiene estupefactos y atemorizados.

era de cambios
Ilustración: DNAnet.

Todo lo que necesitamos saber en estos días de incertidumbre está en la cultura. Todas las respuestas están en lo que hemos pintado, compuesto, filmado, esculpido, construido o escrito a lo largo de miles de años. Nuestro devenir evolutivo está en nuestras bibliotecas y museos, está en nuestras cinetecas y en nuestra arquitectura, está en nuestros ritos funerarios y en nuestras celebraciones. 

El camino, por lo tanto, hacia la normalidad del siglo XXI no es otro que el regreso a la creación, a seguir el camino de la imaginación y el asombro. Crear y aprender, no hay nada que haga más sentido hoy. En definitiva, todo lo que somos es lenguaje y cultura, no es poco lo que hemos logrado, siendo simples seres vivos bajo el sol y las estrellas.


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El mundo y la nueva normalidad

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Primero fue Wuhan, la ciudad china donde “convencionalmente” surgió el nuevo coronavirus SARS-CoV que levantó el confinamiento de once semanas el pasado ocho de abril. Recientemente, bajo diversas fases de desconfinamiento se han unido al desbloqueo de las restricciones ciudadanas potencias occidentales como Italia, España, mientras que en Alemania se ha “celebrado” el reciente fin de semana pasado con el reinicio de la Bundesliga “teutona” –aunque a puertas cerradas y con un rígido protocolo de bioseguridad que forma parte en estos meses de los botiquines médicos indispensables para “legitiminar” la reapertura–.

En un principio, me parece importante que estas medidas de retorno a la “nueva normalidad” vayan acompañadas de sostenidas campañas educativas y cívicas en donde prevalezca el comportamiento responsable de cada ciudadano en el orbe. En este sentido, las diversas instituciones sociales, llámese escuelas, iglesias, empresas comerciales y medios de comunicación debemos jugar un papel “replicador” de las buenas acciones a fin de contener la “invasión” del virus en los entornos comunitarios.

Si bien es cierto que este virus ha “fomentado” indirectamente la “discriminación social” al activarse medidas obligatorias de distanciamiento social en las diversas sociedades del planeta –producto de los protocolos de recomendación de instancias como la Organización Mundial de la Salud (OMS)–. Evidentemente estas disposiciones tienen su génesis en el relativo “desconocimiento” de este patógeno por parte de la comunidad científica, y a falta de diagnósticos completos sobre éste –pues eventualmente se vienen desvelando diversas aristas en torno al fenómeno sanitario–.

la nueva normalidad
Ilustración: El Colombiano.

Indiscutiblemente que las cuarentenas implantadas –con mayores o menores restricciones de acuerdo a cada país y cultura– han venido contribuyendo al desaceleramiento económico y a la pauperización de amplios sectores sociales, producto del desempleo y la pérdida de ingresos por la desmovilización ciudadana para aquellos sectores económicos informales.   

Se antoja llamativo el hecho de que el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, haya reconocido públicamente estos días, en el contexto de la 73 Asamblea Mundial de la Salud que, a pesar del poderío económico, militar y tecnológico de las naciones, “hemos sido humillados por este pequeño microbio”.

Sin duda, la humildad debe caracterizar entonces todas nuestras acciones humanas, pues a mi parecer, la misma nos brinda las pautas precisas y confiable para convivir en humanidad, sabiendo que somos seres sociales interdependientes y que todas las actividades desarrolladas por nuestra humanidad está de una u otra forma interconectada con otras personas a quienes no necesariamente conocemos. Aquí doy un ejemplo concreto, la producción de mascarillas que son fabricadas en ciertos entornos textiles, pero que se convierten actualmente en utensilios básicos para cuidar la salud.

distanciamiento social
Ilustración: Pinterest.

Por otra parte, me parece que en el trasfondo de estas expresiones del galeno etíope, hay intrínsecamente una necesidad de anteponerse a eventos de esta naturaleza, lo cual, bajo mi punto de vista, tiene que ver con la búsqueda de interdisciplinariedad en el establecimiento de una “especie” de “inventario biológico” centralizado, que permita conocer a priori todos aquellos reportes locales de las distintas variaciones de microorganismos como éste –es la falta de transparencia china que alegan las potencias occidentales–.

En definitiva, la “nueva normalidad” debe servirnos para reflexionar en el hecho de que la imprevisibilidad es una constante en los diversos asuntos del mundo; así, por ejemplo, tenemos el caso del coronavirus, pero también fenómenos como terremotos, sequías, e incluso directamente actividades por sectores radicales ultra ideologizados, como los perpetrados por terroristas en diversas partes de la tierra.

Posdata: El gobierno mexicano ha informado en esta semana precedente que “la nueva normalidad” será implementada a partir de tres etapas –a partir de este 18 de mayo, dando énfasis a la reapertura en aquellos municipios donde no haya o sean mínimos los riesgos para el contagio–. En Honduras, mientras tanto, se han iniciado pequeñas pruebas denominadas “piloto” en diversos sectores socioeconómicos y religiosos –buscando a partir del primero de junio una desescalada “ampliamente consensuada”, a través de la mesa interinstitucional para la reapertura inteligente con decisiones vinculantes–.


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Espiritualidad y el cuidado integral de la persona en medio de la pandemia

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El bienestar de una persona depende mucho más de los cuidados que intencional y conscientemente pone en ello, que de las condiciones externas que encuentra a su alrededor. En efecto, este giro en la comprensión de la realidad asegura mayor adaptabilidad, mejores condiciones existenciales y la hace dueña de su propia existencia.

Las diferentes espiritualidades proponen variadas conceptualizaciones. Para algunas, el tiempo, el lugar y las situaciones que se experimentan a lo largo de la vida se explican como decisiones previas que la misma conciencia toma antes de encarnarse para avanzar en su proceso de aprendizaje, otras, lo asumen como deseo divino o ni siquieran lo preguntan. No es necesario intentar descubrir en este momento quién tiene la razón. Lo significativo está en que sin importar a cuál de los tres grupos se pertenezca, el secreto del bienestar se encuentra en enfrentar el reto de existir asumiendo el control de la interpretación y la respuesta a los eventos adversos.

Conservar el bienestar en medio de la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19, es el reto que en este momento nos toca enfrentar, de aquí la importancia de establecer estrategias pertinentes en todos los aspectos de la persona que nos lleven a sobrellevar y superar esta crisis de la mejor manera posible.

cuidado integral en la pandemia
Ilustración: Owen Davey.

A nivel fisiológico tres son los pilares a cuidar: la alimentación, el ejercicio y el descanso para fomentar un cuerpo saludable y alerta. La alimentación hay que entenderla como la mejor medicina a la cual tenemos acceso. Contemplar todos los grupos de alimentos en las proporciones que nuestra edad requiere para obtener todos los nutrimentos que necesita nuestro organismo, preferir comestibles lo menos procesados posibles, eliminar azúcares y carbohidratos refinados y tomar suficiente agua son medidas sencillas, accesibles a todos que contribuyen a nuestra salud.

El ejercicio diario, por su parte, gasta las calorías extras que consumimos, oxigena mejor el cuerpo, estimula el sistema inmune y tranquiliza la mente. Por último, en el sueño nuestro ser se repara a sí mismo, de aquí la importancia de cuidar el número suficiente de horas de descanso nocturno y, si es posible, una pequeña siesta al día ayuda a recuperar fuerza y ánimo. Estas sencillas prácticas, contribuyen a mantener al sistema inmunológico activo y al cuerpo sano.

Cuidar el nivel psicológico es fundamental para mantener la paz dada la relación existente entre los pensamientos y los sentimientos. En efecto, los pensamientos dominantes provocan las sensaciones y los sentimientos correspondientes. Situaciones de emergencia y de incertidumbre como la pandemia actual pueden desencadenar estados de malestar general, tristeza, miedo, enojo, angustia, ansiedad, etcétera. Leer un buen libro, escuchar conferencias y pláticas motivacionales además de música, mantener la mente en el presente, la meditación, los ejercicios de relajación, la risa, así como evitar la sobre exposición a las noticias y a informaciones catastróficas, son algunas de las prácticas que ayudan a mantener la armonía. Si a pesar de ello la intranquilidad se mantiene, conviene buscar apoyo de un profesional para recuperar el equilibrio y la armonía interna.[1]

El nivel espiritual proporciona en estos momentos una vía fundamental para enfrentar la crisis. Por un lado, apoyarse en la propia tradición religiosa o filosófica orienta la existencia y, por el otro, el apoyo concreto a otros en la medida y con las herramientas que cada uno posee, cambia el foco de atención y estimula el deseo de estar bien para poder atender las necesidades de otros.

ejercicios y cuidados
Ilustración: Christel Saneh.

El nivel relacional incluye tanto el entorno físico como el social. El primero influye directamente de forma sutil, pero constante en el ánimo, por tal razón es necesario adecuarlo con esto en mente de tal manera que al mirarlo genere emociones agradables. En este sentido, es importante subrayar que el contacto con la naturaleza de suyo genera esta armonía y bienestar por lo cual hay que procurar diariamente dedicar tiempo a mirar el cielo, observar las plantas y contemplar seres vivos incluyendo los cinco sentidos.

El entorno social cobra hoy en día un significativo reto frente a las diferentes formas que toma a causa del confinamiento y el aislamiento que van desde no tener contacto físico con nadie hasta estar demasiadas personas en un espacio limitado. Dependiendo de la circunstancia concreta es indispensable establecer estrategias que permitan sobrellevar la situación para estar en contacto cuando se está aislado, y para promover una convivencia armónica cuando se está acompañado al reconocer las necesidades y el espacio de todos los miembros.

Si bien la vida presenta circunstancias ajenas totalmente a nuestro control, el cómo enfrentarlas y qué hacer con ellas es un bien ya presente en todo ser humano. Esta crisis nos empuja hoy a sacar lo mejor que hay dentro de nosotros, ya está en nuestro interior, sólo hay que sacarlo y ponerlo en operación.


Notas:
[1] Distintas Universidades, asociaciones privadas y organismos gubernamentales proporcionan gratuitamente servicio de apoyo psicológico y en algunos casos también espiritual. Entre otros Locatel 55 5658 1111, Educatel 55 3601 7599 y 800 288 66 88, UNAM 55 5025 0855, UIA 55 4172 0417, UVM con números y horarios varios y la Arquidiócesis de México 55-2122-9725.


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Corona para docentes

Lectura: 7 minutos

Por Paulina Latapí.

Escribo estas líneas con el corazón en la mano, exhausta, tras pasar 14 horas en línea, conversando con jóvenes, a modo de cierre de la primera semana de total incorporación a la escuela en modo virtual autoconfinado. Y lo hago en un contexto en el cual –se dice–: es necesario disminuir la exigencia académica –pobres chicos–, realizar y aplicar las evaluaciones según ellos deseen, se está exacerbando la exclusión…

Hemos de reconocer que estamos confundidos. Este texto pretende sintetizar algunas ideas basadas en mi experiencia de vida docente y en literatura especializada. Ello con el afán de intervenir de manera reflexiva siguiendo una sola premisa: los estudiantes no deben ser depositarios de que, por la emergencia, ensayemos con ellos modalidades de enseñanza a base de prueba y error. Los docentes trabajamos con personas, no con productos industriales. Menos ahora que nunca se nos puede pedir que ejerzamos nuestro oficio bajo una presión desmesurada.

Partamos de lo que vivimos docentes y estudiantes. No sobregeneralizar. Es un hecho que cada persona experimenta la actual crisis de manera distinta según su psique, el lugar donde está, el ambiente que permea su confinamiento, el momento de su vida, entre otros muchos factores. Como toda acción educativa, también la actualmente virtual conjuga los factores del educando, los del educador y los de la situación. Y dicha triada genera estrés. Por ello debemos estar especialmente atentos a los sentimientos suscitados y por suscitar. Y mediar su expresión. Que le pongan palabras a la vivencia. Ayer, por ejemplo, me dijo una alumna: “Abro la computadora para hacer tarea, y lloro; siento que no puedo”. Y otra expresó unas diez veces: “Estoy más o menos”.

Hoy tenemos la posibilidad de escucharnos tanto de manera escrita como oral, y la empatía que manifestemos constituye la base para una buena mediación. Llevarlo a cabo implica no emitir juicios y tener la firme intención de comprender a nuestras(os) estudiantes. Es una ganancia que nos brinda el tiempo presente conforme a la máxima de que, como adultos, como guías, nos hacemos cargo de nuestros propios sentimientos y brindamos una base segura a nuestros alumnos y alumnas.

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Ilustración: Nath Thomas.

Ante estudiantes que se sienten muy confundidos, es momento de abrirles posibilidades para descifrar sus pensamientos. Que aprovechen la oportunidad: quizás inspirados por José Saramago encaren su vivencia como “El caos es un orden por descubrir”. Bajar el volumen al ruido, procurar espacios de autoobservación, efectuar pausas a lo largo del día, escuchar el lenguaje interno, resultan –sin lugar a dudas– de mucho beneficio para comprender las complejidades propias y aceptarse hoy y respecto de sus metas futuras, las cuales, por cierto, son sustantivas para trascender la incertidumbre del presentismo.

 Los docentes no somos psicólogos. Si identificamos una situación crítica en alguno de nuestros estudiantes debemos remitirlo con el especialista indicado. Tengamos bien claro que nuestra función es la del acompañamiento académico. En diversos medios se ha hablado de la necesitad de bajar la exigencia académica ante los primeros efectos de la educación en línea. Me parece entendible, como una medida de ajuste en la emergencia, pero necesitamos, en medio de la tormenta, alzar la mirada y considerar a la enseñanza como lo que es: una experiencia vital y –de acuerdo con la mayoría de los planes y programas de estudio– un conjunto de saberes que se construyen y deben ser “útiles para la vida”. Justo en este punto brota la pregunta: ¿Bajar la exigencia académica es formativo? Considero que tal interrogante debe pensarse y decidirse con cuidado.  Lo dijo Epicuro: “Los grandes navegantes deben su fama a las tormentas”. No se trata de bajarnos del barco. Imposible. Imposible también cambiar de barco.  Se trata de adecuar los contenidos y medios a la situación actual.

Consideremos inicialmente a los contenidos. Algunos pueden ser abordados muy bien, de manera directa en el momento actual; otros no. Respecto de los primeros, cada profesor o profesora, en relación con sus alumnos y su asignatura, puede promover las relaciones. Yo sí creo en la suerte. El taller de cuento histórico, que imparto desde hace diez años, este semestre augura unos cuentos fabulosos. Sin embargo, cuando la relación de las asignaturas con lo que se vive no es directa, han de idearse maneras de hacerlas realmente significativas; de lo contrario, será muy complicado lograr la motivación y concentración necesarias para su estudio. En todo caso, alertamos a toda costa sobre el gran riesgo de disminuir los contenidos esenciales que enseñan a los estudiantes a remar, a hacerse al timón, a henchir las velas trabajando en equipo, a dar mantenimiento a la embarcación, a construir –por qué no– motores sustentables remotos; disminuirlos, a mi juicio, sería un fraude cometido por nosotros los educadores en perjuicio de nuestros educandos, la sociedad y el mundo.

tic y docente
Ilustración: Nick Lowndes.

Con relación a los medios, ponderemos lo virtual. En estas circunstancias hemos de elegir con cuidado las plataformas: que éstas se adecuen a los saberes y no al revés. Tener muy claros los objetivos: los qués y para qués en cada sesión, módulo, bloque o curso para elegir los cómos. En el mediano plazo hemos de trabajar en conjunto desarrolladores, expertos en educación, docentes y alumnado. Que las TIC se adapten a lo educativo, que sean seguras, propias y de ayuda para contextos diversos, y no al revés. La mediación con las tecnologías debe ser equilibrada y gozosa. Si tanto alumnos como muchos padres, madres y docentes lo sufrimos como lo estamos sufriendo en estos precisos momentos, la mejor plataforma resulta totalmente inútil para los verdaderos fines educativos. “Me parpadea el ojo”, “Me duele mucho la espalda”, “Estoy rebasada pues me piden mil cosas en cada materia”, son experiencias por anotar en nuestra libreta de aprendizajes, para no replicarlas más adelante. No revivamos ahora, pantallas de por medio, lo que Paulo Freire alertó hace más de medio siglo: que las clases no se conviertan en canciones de cuna.

El no relajar la exigencia académica ayuda a contribuir, de la mano con los estudiantes, a que se forjen la estructura fuerte y flexible que necesitan hoy y que les será indispensable para encarar el mañana. Requieren horarios que los obliguen –no tengamos miedo a esta palabra– a salirse de la comodidad y a no caer en el letargo de levantarse tarde por quedarse viendo series hasta entrada la madrugada. Recordemos constantemente que están en proceso de maduración. Y construirse en medio de tal proceso una estructura propia, resulta la herramienta esencial para ir tomando decisiones con conocimiento de causa. Lo expresó ayer un alumno: “Por lo menos así tenemos noción del tiempo”. Que lo hagan de manera integral, con espacios para todo: comida, ejercicio, quehaceres domésticos, estudio, relajamiento, cultivo de sus vínculos afectivos, esparcimiento… Si lo consiguen, la vivencia de la reclusión responsable quedará inscrita en sus vidas como un momento de un gran crecimiento personal. Se han realizado investigaciones sobre el narcicismo juvenil y las redes sociales: ¿Podría esta crisis promover salir del egocentrismo y educar la mirada para ver al otro, a quien la está pasando muy mal? ¿Tal vez llegar a la compasión solidaria en la enseñanza de las ciencias sociales, acerca de la cual está trabajando Keith Barton desde la Universidad de Indiana en Estados Unidos? Ello sólo se logra a través de acciones educativas intencionadas.

Como en todo, la situación actual ha visibilizado mucho en lo cual no habíamos reparado ni en lo individual ni en lo colectivo. Ya en otra parte he documentado que, en nuestro país, en la educación escolarizada –sobre todo en el nivel básico– y aun en otros espacios educativos, como son los museos, ha prevalecido un modelo de educación conductista en el cual la dinámica se centra en objetivos rígidos, homogeneizadores –aunque les llamen competencias– que privilegian los logros individuales mediante motivadores externos. La virtualidad bien puede seguir este modelo transmisivo, pero también –si nos detenemos a trabajarlo con la seriedad requerida– puede efectuar cambios que muchos y muchas docentes ya realizan basando su praxis en modelos educativos distintos, como lo son el de procesamiento de la información, el de interacción social y el centrado en la persona.

educacion y docente
Ilustración: Jackson Joyce.

Del modelo de procesamiento de la información es posible retomar adecuadamente lo hoy sostenido por las neurociencias. El doctor Ignacio Morgado, director del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona, eminencia en el campo investigativo y gran docente –lo digo con conocimiento de causa pues me asesoró cuando cursaba el doctorado–, ha escrito que ante la virtualización de los cursos sus alumnos le pedían que subiera videos y actividades –seguir recibiendo información como si fueran depósitos que la devolvieran en una evaluación–, pero que a nivel neuronal ello resulta perjudicial. Al contrario, su propuesta es aprovechar la situación excepcional para cambiar formas de aprendizaje poco eficaces por otras más activas. La red neuronal y la memoria se beneficiarían mucho. Una manera concreta de alcanzarlo es el aprendizaje mediante preguntas con base en las cuales el alumno o alumna compare, contraste y pondere diversas fuentes de información para construir su propio conocimiento y –agrego yo– para formular en lo individual y en lo colectivo preguntas inteligentes.

Del modelo de interacción social habrá que retomar la parte sustantiva de que aprendemos en relación con otras y otros, a fin de no incurrir en el riesgo de promover mayormente el trabajo individual. En el momento actual el modelo centrado en la persona es fundamental. Ya sé, habrá quien diga que resulta imposible a consecuencia de lo numeroso de los grupos y de pesadas cargas de trabajo. Se habrá de promover la figura de tutores auxiliares y otras modalidades con el objetivo de un verdadero acompañamiento individual. Para identificar el modelo preponderante en toda acción educativa, vale bien lo que recomiendo en mis cursos de formación docente: dime cómo evalúas y te diré quién eres, qué modelo aplicas…

Gracias a ajustes como los anteriores, la libertad y la capacidad del propio docente frente a un grupo, puede diseñar e implantar estrategias educativas acordes a su propia experiencia, y así este coronavirus podrá coronar con una corona de oro, a las instituciones, a las profesoras, a los profesores y al alumnado que lograron salir avante de la tormenta y con una satisfacción que, aun sin corona, colma el ser docente y el ser alumno.


* Paulina Latapí es docente investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).


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