cuarentena

Perder la brújula

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Si ya perdiste la noción del tiempo, y tampoco te preocupan demasiado los horarios del día, este artículo es para ti. Como verás, muchas de nuestras actividades anteriores nos quitaban tiempo –traslados, juntas, jornadas de trabajo que se sabe cuándo inician, pero nunca cuándo terminan, trámites y más– y reducían las oportunidades de convivencia, de diálogo y hasta de eficiencia laboral, por la gran cantidad de distracciones que vivíamos como si fueran normales.

Hoy que llevamos semanas de confinamiento para detener el contagio del coronavirus, el tiempo se ha vuelto flexible y, en algunos casos, ha funcionado a nuestro favor. Convencionalismos como la vestimenta o necesidades como presentarnos a lugares específicos para llevar a cabo diferentes tareas son en este momento innecesarios; sin embargo, aunque estamos adoptando nuevos hábitos y nuevas formas de organización, para muchas personas este relajamiento las afecta y provoca problemas que derivan de un aislamiento que nos tomó por sorpresa.

Desde quienes sufren violencia intrafamiliar –que no es culpa del virus porque se da a lo largo de mucho tiempo, incluso años–, hasta aquellos que empiezan a desarrollar problemas emocionales que nos les permiten lidiar con una situación atípica como ésta.

En oportunidades anteriores hemos puesto a disposición el 5511-8575-55 que es la línea de primeros auxilios emocionales de Confianza e Impulso Ciudadano A.C., sus redes sociales y también la posibilidad de mandar mensajes instantáneos vía WhatsApp al 55 2323-0303, para recibir apoyo gratuito de un profesional y no perder la brújula en momentos de gran incertidumbre.

perder la brujula
Ilustración: Mariano Pascual.

Uno de los libros que más me han impactado ha sido “El Hombre en Busca de Sentido” –lo recomiendo ampliamente para esta contingencia– de Víktor Frankl, en éste se hace una propuesta que es muy importante tomar en cuenta hoy: necesitamos encontrar nuestro propósito de vida, nuestro sentido, para poder enfrentar cualquier cosa que esta existencia nos presenta.

Si hemos usado estos días para aburrirnos, descansar de rutinas muy arraigadas o, tristemente, para aumentar nuestro nivel de violencia en contra de las personas que se supone son las más cercanas a nosotros que es nuestra propia familia, es momento de detenernos, reflexionar, pensar en el presente y buscar ayuda.

Para quienes son víctimas de ésta o de cualquier otra forma de violencia durante este confinamiento, es momento de denunciar. La agresión no nació con el coronavirus, pero sí ha crecido en este resguardo forzado en donde nos estamos jugando la vida, ni más ni menos.

Tenemos tecnología a la mano, redes sociales en particular, que nos permiten hacer públicos muchos de los aspectos positivos y negativos que ha provocado esta pandemia en nuestro comportamiento social y personal. Usemos estas herramientas para detener la ansiedad, la violencia y una posible y dañina pérdida de dirección en nuestras vidas.

perder la brujula
Ilustración: Arré.

Porque vienen momentos para muchos en donde a estos cambios brutales de convivencia se sumarán los efectos económicos y laborales de una pandemia para la que todavía no tenemos soluciones de fondo, y no las tendremos hasta que logremos desarrollar un tratamiento o una vacuna, tal como ocurrió hace una década con la influenza H1N1, tomando en cuenta que el COVID-19 es una crisis totalmente distinta a cualquier otra que hayamos vivido en el pasado.

Esta combinación de problemas deberá encontrarnos en las mejores condiciones posibles de solidaridad, innovación, creatividad e inspiración, para que salgamos lo mejor librados. Y para quienes en este momento siguen siendo víctimas de cualquier forma de violencia familiar o de pareja, el tiempo ocioso podría jugar en contra y como sociedad no podemos permitirlo.

Enfoquémonos en el presente, en el que nos demanda fortalecer nuestros lazos inmediatos, ayudar a quienes lo necesitan y denunciar cualquier cosa que pueda afectarnos. Son momentos de pensar en una nueva realidad y en una nueva sociedad.


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El entorno del proceso pandémico (3ª Parte)

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Hoy, justo cuando vamos a publicar la parte 3 de esta saga sobre pandemias, se acaba de declarar la fase 3 de la epidemia de COVID-19 en México. Se espera que a partir de hoy, el proceso de contagio será masivo y, puede ser tan rápido que la capacidad de respuesta de las autoridades de salud serán puestas a prueba como nunca antes habían sido probadas. No es que no supiéramos que esta fase iba a llegar, tampoco que nos hayamos quedado de brazos cruzados mientras esto sucedía, es sólo que el volumen de propagación que se espera puede rebasar cualquier pronóstico limitando la capacidad de respuesta eficiente en clínicas y hospitales.

Podríamos seguir con la lógica habitual de esta columna sobre el Ayer, hoy y mañana del tema que nos compete y que, en este caso es el de las pandemias. Además, podemos revisar tanto los efectos que éstas han tenido a nivel continental o mundial en otras épocas y darnos cuenta de que efectivamente, la especie humana ha sobrevivido una y otra vez a los ataques implacables de los micro-organismos. La peste del color y origen que ustedes gusten, los virus de  una y otra cepa y serotipos, como el ébola o el VIH que en su momento fue letal y ahora se puede manejar de manera crónica, son ejemplos claros de esta situación a la que los seres humanos nos hemos enfrentado desde hace siglos.

Bien, como les decía, podemos seguir con nuestra lógica acostumbrada y analizar las cuestiones de orden médico y científico que se avizoran para el futuro o revisar las creencias actuales en las que hay personas cuyas creencias establecen que el virus fue creado con algún obscuro propósito que no alcanzo a entender, que se les salió de control –es decir, que las mentes maestras que pueden crear en laboratorio un virus con esta capacidad de propagación son tan brutos que no lo pudieron tener en buen resguardo y se les “escapó” o lo dejaron salir con toda la estupidez necesaria para morir ellos mismos en su maléfica acción– y que además, las vacunas están diseñadas como “caballos de Troya” que insertan material genético y metales a los sujetos que permiten se les inoculen –todo esto citando a una ilustre desconocida que, además de ser monja, tiene una formación científica nula–.

vida en pandemia
Ilustración: Berat Pekmezci.

Bueno entonces, ¿de qué se trata este capítulo 3 de las pandemias? Pues justo como dice el título, hoy quiero hablar del entorno. Tanto sirios como troyanos han aprovechado el evento para acarrear agua para sus respectivos molinos. Hemos visto comportamientos erráticos en las poblaciones de algunos países del mundo, como Italia y España, y también hemos sido testigos de las consecuencias que han pagado.

En los Estados Unidos de América, el presidente Trump ha dado tumbos entre la postura omnipotente en la que planteaba que ellos no serían víctimas de esta grave infección, hasta la situación que enfrentan actualmente en la que Nueva York es el centro mundial de la pandemia, y es este país el que ha aportado ya un porcentaje superior al 30% de las muertes a nivel global. De declarar un estado de emergencia nacional a azuzar a la población y a los gobernadores para que vuelvan a la vida laboral en sus territorios para reactivar la economía.

En un hecho sin precedente que hoy el valor del barril de petróleo es un monto negativo, es decir, hoy hay que pagar por producir y almacenar en lugar de cobrar por la venta de estos barriles. La economía enloquece, el planeta parece recuperarse, algunas especies animales que cohabitan en algunas zonas de la tierra con grupos humanos muy cercanos, es decir, muchas en un montón de lugares, pasan los obstáculos naturales puestos por las personas e incluso se asoman azorados por canales, avenidas y jardines para deambular porque esa plaga que nosotros somos, está constreñida en sus habitáculos, con agradables consecuencias para el medio ambiente en todo el mundo.

¿Y nosotros? ¿Qué estamos haciendo con este cambio brutal en nuestro estilo de vida? Estamos confinados, aislados, con la posibilidad de socializar y de tener contacto físico –que tan necesario es para nuestra especie– disminuidas a niveles mínimos. Salir a comprar alimentos, a realizar algún trabajo que nos permita seguir generando los satisfactores que requerimos para la sobrevivencia, se ha vuelto una actividad de alto riesgo que hay que enfrentar si nuestra labor es esencial para la sociedad y por la urgencia que tenemos de seguir, por lo menos, alimentándonos y cubriendo nuestras necesidades más básicas.

vida y pandemia
Ilustración: @BWnocontext.

En este escenario es en el que se presentan hoy extraordinarias áreas de oportunidad para nuestro desarrollo personal. Tenemos, como nunca, el tiempo para estar en familia y/o solos en casa. Dicen los que creen en el karma y el dharma que nos ha tocado pasar esta cuarentena en compañía de las personas que nos correspondía y en las condiciones que nos corresponde en la rueda kármica. No lo sé, el hecho es que estamos con quien estamos y eso implica que juntos tenemos que sobrevivir el encierro o “morir” en el intento. Se dice que los índices de embarazos y de divorcios en China después de la contingencia COVID-19 incrementaron de forma notable. ¿Qué estamos haciendo nosotros con esta situación?

Estamos, antes que nada y como siempre hacemos en absoluta inconsciencia, utilizando nuestro activo más preciado, el tiempo. Si lo analizamos, cualquier otra posesión material o inmaterial puede ser recuperada, sustituída o renovada. El tiempo no. No estoy diciendo nada nuevo, lo sé. Quizá les suene de perogrullo, sin embargo, hoy que tenemos tanto tiempo para hacer o no hacer algo desde casa, encaramos una prueba importantísima que consiste en verificar qué tan bien hemos aprendido a estar con nosotros mismos, qué tanto estamos preparados para caernos bien y cuánto somos capaces de soportarnos. Y no, no me refiero al cónyuge o a los hijos o hermanos, me refiero a cada uno de nosotros con nuestra propia persona, en la realidad que con tanta veleidad pretendemos ocultar cuando la llenamos de ruido, de calle, de actividades y de negación.

Pues les tengo noticias, que son fundamentalmente un recordatorio de una realidad que hacemos omisa cotidianamente: no es posible escondernos de nosotros mismos. El futuro de esta pandemia será, sin duda alguna, una solución de salud, más o menos eficiente, que la controlará, la padeceremos, perderemos a muchos miles de individuos en el proceso, y el mundo seguirá girando como hasta ahora. La pregunta sustancial hoy es: Si soy de los sobrevivientes del COVID-19, ¿qué debo hacer para darle un sentido trascendental a mi vida? ¿Volveré a las calles siendo un mejor ser humano? ¿Estaré más preparado para hacer vida en comunidad? ¿Para respetar a la naturaleza? ¿Para entender que el futuro del mundo tendría que ser colaborativo porque lo que daña a uno nos daña a todos? ¿Cuál será mi aprendizaje y de qué manera seré una mejor persona (¿o no?) cuando esto haya pasado? Porque sabemos –para tranquilidad de todos– que esto, como todo, pasará.


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¿Y si se amplía la cuarentena en México?

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Cuánto durará la cuarentena en México y qué pasa si se extiende

Mientras algunos ya están desesperados por regresar a sus actividades normales y sólo preguntan cuánto durará la cuarentena, otros están de acuerdo en que se alargue.

Para muchos el confinamiento se ha convertido en un martirio y sólo esperan que las autoridades sanitarias anuncien la fecha en la que se pueden reactivar las actividades; sin embargo, el miedo de ser contagiado y adquirir el covid-19 es más grande y prefieren quedarse en casa que arriesgar la vida.

De acuerdo con una encuentra realizada por El Financiero el 17 y 18 de abril a 410 adultos, el 71 por ciento de los mexicanos considera como correcta la decisión del gobierno de extender la cuarentena hasta el 30 de mayo.

En contraste, el 25 por ciento se opone a la extensión de la cuarentena, calificándola como incorrecta, mientras que el 4 por ciento no sabe qué opinar al respecto. Este amplio respaldo a la extensión de la cuarentena refleja la creencia de que el país no ha pasado aún por la peor parte de la epidemia.

De acuerdo con el estudio, el 17 por ciento de los entrevistados cree que lo peor del Covid-19 ya pasó, mientras que el 78 por ciento cree que lo peor aún está por venir. El gobierno anunció en estos días su estimación de que el pico de contagios en el país podría darse entre el 8 y el 10 de mayo.

A pesar de la expectativa de que se viene la peor parte de la crisis sanitaria, el 56 por ciento de los consultados opina que el gobierno tiene las cosas bajo control y el 69 por ciento le cree mucho o algo a la información que las autoridades dan a conocer sobre los contagios y decesos provocados por el virus.

En contraste, el 39 por ciento opina que las cosas ya están fuera de control y el 31 por ciento le cree poco o nada a la información gubernamental sobre la epidemia.

El sondeo revela, por ejemplo, que las conferencias de las siete de la noche en las que se informa sobre el estatus de la epidemia, número de contagios y muertes, cuentan con una opinión favorable entre el 64 por ciento de los entrevistados, frente a un 18 por ciento de opinión desfavorable.

Con estas cifras, las conferencias de las siete sobre el Covid-19 superan en imagen a las conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador, que suman 57 por ciento de opinión favorable y 26 por ciento desfavorable.

Además, el sondeo revela que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, encargado de la comunicación de gobierno en torno a la epidemia, es visto favorablemente por el 61 por ciento de los entrevistados, y es conocido por el 82 por ciento.

En comparación, el canciller Marcelo Ebrard cuenta con una opinión positiva del 44 por ciento y con un nivel de conocimiento del 77 por ciento. Con estos números, López-Gatell se ubica como la figura pública más popular y conocida del gobierno de López Obrador, sin considerar, por supuesto, al propio Presidente de la República.

Y si de apoyo popular se trata, el 82 por ciento de los entrevistados opina que los y las enfermeras en todo el país han estado a la altura para enfrentar la situación de la epidemia por el coronavirus, mientras que 80 por ciento opina lo mismo respecto a las y los médicos y doctores del país.

En comparación, 62 por ciento considera que las autoridades de salud sí han estado a la altura, aunque el 35 por ciento opina que éstas no han dado el ancho.

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¿Te has detenido a observar la frustración?

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El mayor reto que podemos enfrentar hoy no es la guerra contra el coronavirus, es el cambio de consciencia. ¿Estamos listos para observarnos más allá de las expectativas?

En esta crisis nos hemos puesto a la defensiva con nuestro escudo del miedo, alejándonos de todo, hasta de nosotros mismos. Si observamos bien, existe una mayoría quejándose o haciendo “memes” acerca de lo difícil que es estar en casa alejado de nuestra vida “normal”. En las redes sociales se leen mensajes como “No puedo dormir”, “He comido de más”, “No aguanto a mi marido”, “¿A qué hora regresan los hijos a la escuela?”, “Ya amo a mi jefe”, “Ya me acabé el Netflix”, “Ya no sé qué hacer”, entre muchas otras que provienen del mismo trasfondo que es: la frustración.

La frustración como todos los sentimientos, es una reacción biológica de nuestro organismo. Se trata de algo natural y el primer acto inconsciente que podemos cometer es suponer que no debe aparecer nunca. Como este sentimiento no nos gusta, inconscientemente lo negamos cuando aparece y lo que termina sucediendo al evitar la frustración, es más frustración.

frustracion enmascarada
Ilustración: Tania Yakunova.

El filósofo Séneca afirmaba que la frustración es el camino más rápido hacia la locura. Lo que consideramos normal determina cómo reaccionaremos ante este sentimiento. Una fuente muy común de problemas está en las expectativas, ya que las cosas no suceden como nos las imaginamos. El mundo es muy complejo y el futuro es impredecible, nada sale ni tan bien ni tan mal como esperamos, o al menos no de la forma que tenemos planeada. El exceso de confianza en el pensamiento positivo puede volverse contra nosotros.

Séneca en sus “Cartas filosóficas” (o Epístolas morales a Lucilio) define que la naturaleza es la que nos da la lección más elegante acerca de las necesidades a las que nos hallamos sujetos. El invierno trae el frío: tenemos que sufrirlo. El verano nos devuelve el calor: tenemos que soportarlo. La inclemencia del tiempo ataca la salud: tenemos que sufrir la enfermedad. Nos encontramos con una fiera en cualquier lugar, y con el hombre, más perjudicial que todas las fieras […] Tal estado de las cosas no podemos cambiarlo. […] A esta ley de la naturaleza debe adaptarse nuestro espíritu; a ésta debe secundar, a ésta obedecer […] Es una disposición excelente la de soportar lo que no puedas enmendar.

Si esperamos que las cosas salgan siempre bien, estamos abonando el terreno para sentirnos frustrados muchas veces. Existen abundantes motivos por los que los planes pueden torcerse y no todos pueden ser previstos. Estamos en el mejor momento en esta crisis, para asumirnos con todo lo que pensamos y sentimos porque eso es lo que somos cada uno de nosotros aquí y ahora, negarlo sería contraproducente.

pandemia y salud mental
Ilustración: Rachel Katstaller.

Imagina que pudieras en este momento escapar de esta frustración que vivimos hacia algún lugar lejano, ¿acaso no has pensado en querer escaparte y salir de donde te encuentras en este momento? Como no hemos aprendido a observarnos de forma consciente para asumir nuestra realidad, insistimos en buscar otros lugares donde sentirnos mejor. No nos damos cuenta de que nuestros vicios nos seguirán a donde vamos, y como dijo Sócrates: ¿Quieres saber por qué esa huida no te reconforta? Huyes contigo mismo. Tienes que descargar el peso del alma; hasta entonces ningún paraje te agradará.

Es momento de pasar de una postura defensiva-inconsciente a una ofensiva-consciente. Nuestra oportunidad la descubriremos frente a nosotros en el momento en el que dejemos a un lado los vicios del juicio y la negación, para pasar al entendimiento y a la aceptación. No hay forma de que nazca la creatividad ante un entorno de frustración, por lo tanto, si queremos realmente salir de este entorno que no nos gusta, habrá que liberarnos de nosotros mismos.

Abracémonos estando conscientes de nuestra frustración. Aprendamos a observarnos en autoreferencia sin juicio ni culpa. De la crisis aceptemos que no tenemos el control para detenerla pero sí para decidir cómo vivirla. En lo individual preguntémonos sinceramente ¿Quién estoy siendo ante mi frustración? y ¿Cómo decido vivir de ahora en adelante?


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VIDEO: Pandas sólo querían un poco de privacidad

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Pandas se aparean durante cuarentena después de diez años

Parece que sólo necesitaban un poco de privacidad. Después de que el zoológico quedó vacío por la contingencia, pandas se aparean durante cuarentena.

Los huéspedes del zoológico Ocean Park de Hong Kong (China), actualmente cerrado por la pandemia del coronavirus, se aparearon por primera vez tras pasar 10 años juntos.

Desde que la hembra panda Ying Ying y el macho Le Le llegaron allí en 2007, “y tras intentos de apareamiento natural desde2010, no se había conseguido ningún resultado hasta este año, pese al largo tiempo de aprendizaje”, comunicó el director ejecutivo de operaciones y conservación zoológica del Ocean Park, Michael Boos.

Los especialistas detallaron que desde finales de marzo Ying Ying empezó a jugar más tiempo en el agua, mientras que Le Le marcaba territorio con señales olfativas en torno a su hábitat, y buscaba las zonas donde la hembra había dejado las suyas. Semejante comportamiento es típico de la temporada de cortejo, que ocurre cada año entre marzo y mayo.

“El exitoso proceso de apareamiento natural de hoy es extremadamente emocionante para todos nosotros, ya que la posibilidad de embarazo es mayor que a través de la inseminación artificial”, subrayó Boos.

Según los especialistas del zoológico, el período de gestación de un panda gigante, una especie en peligro de extinción, oscila entre 72 y 324 días, pero el eventual embarazo sólo se puede detectar por una ecografía alrededor de dos semanas antes del nacimiento. Por eso los empleados del parque tendrán que esperar hasta finales de junio para saber si Ying Ying está embarazada y dará a luz nuevos pandas.

¿Qué sigue?

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Cada día es nuevo, aquí recluidos, unos más que otros, pero todos de alguna forma nos hemos aislado y cuidado de la mejor manera que esté dentro de nuestra capacidad física, emocional o económica.

Cada día tenemos sentimientos nuevos, diferentes y encontrados, algunos días con ganas de emprender algo nuevo, otros sin ganas de levantarnos; todos estamos leyendo muchas cosas, no todas ciertas, no todas positivas, tenemos un mar de recomendaciones, de cómo combatir esta pandemia, de cómo debemos cuidarnos, o aislarnos, de qué usar o qué no hacer, pero desafortunadamente muy poca información de cómo debemos cuidarnos emocionalmente, de cómo lidiar con la ansiedad, el miedo, la soledad y el aislamiento.

sin libertad
Ilustración: Chavo Roldán.

Cada vez nos cuesta más trabajo conciliar el sueño, a veces acudimos a la meditación, los que saben y pueden, otras a remedios caseros y si no a medicinas. El nivel de incertidumbre es altísimo, algunos por temas de trabajo, otros por miedo a contagiarnos de esta enfermedad o que alguno de nuestros seres queridos se infecte, todos al apagar la luz al acostarnos, en la obscuridad, tenemos que lidiar con esto de la mejor forma posible para poder dormir y después amanecer con la esperanza de un día nuevo, de tiempos mejores.

Todos quisiéramos despertarnos y que esto ya hubiera pasado, que pudiéramos recuperar nuestra libertad, nuestro ritmo de trabajo, el poder de nuevo abrazar a nuestra pareja, a nuestros hijos, nuestros nietos, a hermanos y amigos, somos un pueblo que estamos acostumbrados y nos gusta abrazarnos, disfrutamos tener contacto con nuestros seres queridos, sentarnos en una mesa y mirándonos a los ojos, hablarnos, tocarnos, ayudarnos y saber de nuestras vidas.

Esta pandemia deberá servirnos a todos, realmente me refiero a todos, sin importar raza, origen, color, nacionalidad, preferencia política o religiosa, sexo o educación, para valorar lo importante que es la vida y lo vulnerable que somos, lo poco coordinados que estamos y, sobre todo, de la alta dependencia que tenemos en nuestras autoridades para que las cosas salgan bien, de la poca intervención de nosotros como sociedad organizada para ayudarnos y apoyarnos.

libertad y cuarentena
Ilustración: Edo.

¿Qué sigue…? recuperar todo esto, sin duda valoraremos mucho más lo que significa la salud, la libertad, el trabajo, el amor y la amistad; tomaremos conciencia de lo mucho que tenemos que hacer para protegernos, para buscar el bien de todos. Exigirnos como individuos y a nuestros gobernantes el establecimiento de medidas, protocolos y procedimientos para tener la capacidad de salir adelante, no tan sólo de cómo prever un evento futuro, o de cómo actuar más rápido y de manera más eficiente, sino qué necesitamos para restablecer nuestras vidas de una manera digna y satisfactoria.

Tenemos que asegurarnos qué les dejaremos a los que nos siguen un mejor modelo, un mejor sistema de vivir, de compartir, de trabajar y, principalmente, la conciencia de lo frágiles que somos y lo mucho que tenemos que hacer nosotros mismos.

Lograr el bien común debe ser nuestra prioridad no sólo desde un punto de vista moral, ético o religioso, sino también debe quedarnos claro que es fundamental para sobrevivir.


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Covid-19: Una verdadera Cuaresma

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#Covid19 #Cuaresma

Recuerdo, cuando era niño, que al llegar la Cuaresma mi abuelita me decía que eran tiempos de guardar. También recuerdo que mi mamá ponía varios papelitos en un recipiente, papelitos que los cuatro hijos sacábamos y que cada uno de ellos tenía actividades específicas que normalmente no haríamos, pero que por ser Cuaresma la realizábamos ofreciéndole a Dios nuestro “trabajo”.

En la religión católica la Cuaresma son aquellos 46 días que recuerdan a los 40 días que ayunó Jesucristo en el desierto. Esos días inician el miércoles de ceniza y terminan en la víspera del domingo de resurrección. Durante ese período algunos hacen ayunos, otros penitencias, otros no comen carne los viernes, pero en general, el católico practicante debiera hacer algunos sacrificios y guardarse. No necesariamente la frase se refiere a que se esté literalmente guardado en algún lugar, sino que son tiempos de austeridad, de gastar menos, de ser más humildes y de recordar los últimos días del Cristo que moriría en la cruz y salvaría a los hombres, abriendo las puertas del cielo. El pasado 26 de febrero fue el miércoles de ceniza, marcando el inicio de la Cuaresma de este año. Casi el mismo día empezamos con el coronavirus en el país, cuando se dio a conocer el primer caso de un hombre contagiado que venía de Italia.

Debo decir que, aunque fui criado como un católico, tengo ya muchos años de no ser practicante. No soy, por así decirlo, un fan de las iglesias (de ninguna); sin embargo, hay muchas cosas que me gustan de las religiones y, particularmente que en la Cuaresma católica se invite a que participemos de una época de recato, sacrificio y veamos por los demás, siempre se me ha hecho algo muy plausible. Lo que me llama la atención es cómo ha coincidido el período de la Cuaresma con la crisis de COVID-19, que nos ha hecho –más por fuerza que por ganas– comportarnos como lo dictaría la Cuaresma católica. Nos hemos guardado, estamos haciendo sacrificios importantes todos los días y hemos visto actos de solidaridad y de pensar en los demás en una sociedad que, incluso adelantándose a su gobierno, ha tenido a bien, hasta el día de hoy, contenerse y cuidarse.

Sin duda los caminos de Dios son perfectos y esto que está pasando debe darnos muchas lecciones de vida. En México, un país eminentemente católico, ni los más ortodoxos pensaban en la Semana Santa como una época de guardar; por el contrario, la gente salía a disfrutar de las playas, los balnearios y los más acaudalados viajaban al extranjero para descansar con la familia y con los amigos. Qué bueno que se tengan esos momentos de vacaciones y yo espero que esa posibilidad de salir se normalice en los próximos meses; sin embargo, no podemos ni debemos olvidar lo que ahora nos ha pasado y valorarlo. Esta Cuaresma obligada nos invita a ser más generosos, más compasivos, más solidarios y reflexivos. Ya lo dije en mi artículo anterior, pero debo insistir en que este sacrificio debe darnos nuevos bríos para ver las cosas importantes de la vida y no perdernos en lo superfluo y mundano.

Entender que lo que se disfrutaba hace algunas semanas y que hoy no tenemos de forma absoluta, es la libertad. Esa libertad absoluta que ahora se ve limitada no la teníamos identificada, la dábamos por un hecho y ni siquiera le dábamos importancia. Ahora, en nuestras casas, la extrañamos.

La Cuaresma nos recuerda que hay que ponernos límites, que hay que hacer sacrificios y, sobre todo, que hay que pensar en los demás. No le hemos prestado la debida atención, aunque cada año se celebre. Tuvo que venir una pandemia para que viviéramos la Cuaresma. Ojalá nunca se nos olvide y seamos seres humanos más sensibles y humildes.

Realmente, si entendemos el fondo de lo que significa la frase “tiempos de guardar” sin fanatismos, pero sí con conciencia, saldremos de esta pandemia mucho más fortalecidos como sociedad y cada uno en lo individual. La crisis económica que seguramente se derivará después de la crisis médica, irremediablemente nos hará ser más austeros y conscientes en nuestros gastos. Si estamos preparados en términos espirituales de que se puede vivir más simple, estaremos bien; si nos quedamos pensando en lo que perdimos, en que ya no podemos gastar en A o B y nos lamentamos, no habremos aprendido nada de esta Cuaresma obligada y nos sentiremos mal.

Que el COVID-19 nos deje muchas enseñanzas y que la Cuaresma nos las recuerde cada año.


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Zócalo en cuarentena

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Cierran calles del zócalo de la Ciudad de México por coronavirus

Las calles del zócalo de la Ciudad de México fueron cerrados como parte de la contingencia sanitaria y la campaña ‘quédate en casa’ por coronavirus.

La decisión fue tomada por el gobierno de la Ciudad de México para evitar el tránsito de personas y aminorar el riesgo de contagio en días cruciales para contener la curva epidemiológica y evitar mayor número de contagios del COVID-19.

Cierran calles del zócalo capitalino po
Foto: Redes Sociales

El zócalo de la Ciudad de México se mostraba vacío el viernes 3 de marzo, días después de que el subsecretario de Salud hiciera un llamado de advertencia a la población mexicana para resguardarse en casa como ‘la última oportunidad’ para evitar mayores contagios y un colapso en los servicios médicos en todo el país.

Cierran calles del zócalo capitalino po
Foto: Redes Sociales

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