verdad

La muerte de la verdad

Lectura: 4 minutos

“La idea de que la verdad ha muerto recientemente es una de las más recurrentes de nuestra época” (Lanier, 2018), los asesinos, a los que se les suele acusar del crimen son las redes sociales y la razón es la facilidad con la que cualquier frase, imagen, video, puede ser difundido a través de éstas. Asimismo, la posibilidad de que cualquier persona publique en las redes hace que los contenidos no sean revisados por expertos o que la información sea verificada. Es incluso posible, editar fotos, videos, frases al gusto de la persona.

Recientemente, descubrí una aplicación en la que podía insertar mi imagen en un video corto de Elizabeth Taylor y, me pareció increíble, fácil de hacer y con la posibilidad de enviarse a todos mis contactos, sin que se dieran cuenta de la edición que esta plataforma había realizado, ¿lo has hecho tú?, ¿has jugado con tus contactos de esta manera?, ¿qué tal te ha resultado?, seguro muy divertido. Ahora bien, una cosa es “jugar” con las imágenes, las fotos, etc., por diversión, otra muy distinta es tener la intención de editar noticias, imágenes, videos, para manipular a la gente, para ocultar la verdad y aniquilarla, y de esta manera que surja lo que muchos comunicólogos llaman la “posverdad” o una verdad falsa, que es construida a través de los medios y que, para muchos, es la verdad real.

muerte de la verdad
Imagen: Eulixe.

Las redes sociales tienen como uno de sus fines principales, espiar nuestra vida y ¿cómo lo hacen?, a través de los contenidos que nosotros les damos de manera gratuita y por diversión, ¿has contestado un quiz para saber qué personaje de Disney eres?, o ¿un quiz para saber qué princesa o príncipe eres?, bueno, es bien sabido que este tipo de juegos ¡son para robar tus datos!, ¿te has dado cuenta de la información que te piden?, todo ello sirve para que las redes te conozcan mejor y te puedan ofrecer productos adecuados a tus necesidades y gustos precisos, si saben que te gusta el rojo o que eres muy emotivo, etc., esos datos son muy valiosos y se venden al mejor postor. Es así que, “las empresas tecnológicas buitrean en nuestras vidas” (Lanier, 2018) y una vez que saben nuestros gustos, dirigen nuestra vida mediante la modificación generalizada de la conducta llenándonos de contenido falso de manera tan persistente que llegamos a creer que esto es la verdad, es de esta manera que la verdad real muere para que surja la verdad creída o posverdad.

En ese sentido, es importante señalar que las redes sociales, a través de las personas que generan el contenido, que se mueve en las mismas, no tienen motivos para decir la verdad pues, de hecho, para la mayoría esto sería un acto suicida ya que, eliminaría la posibilidad de la manipulación controlada. Y, si te pones a pensar, en realidad decidimos comprar algo porque tenía muchas reseñas positivas, lo que no sabíamos es que muchas de estas reseñas fueron escritas por personas artificiales, falsas. Incluso, cuando realizamos búsquedas en internet y encontramos a un médico, por ejemplo, la realidad no es que sea el mejor, sino que, muchas personas falsas lo buscan con la finalidad de que aparezca en los primeros lugares en el buscador y que nosotros confiemos en ello. Vemos videos o leemos historias, porque mucha gente lo ha hecho, pero, la mayoría de esas personas eran falsas y nosotros, fuimos manipulados.

Finalmente, vemos tuits o posts en Facebook, Instagram o cualquier otra red social, porque tienen muchos retuits o likes y la verdad es que fueron retuiteados por ejércitos de bots (robots), recuerda que, cualquier cosa que nosotros podamos hacer, los bots son capaces de hacerlo miles de veces más rápido, las personas falsas son un ataque cultural y contra la verdad. Según información reciente del New York Times, en el 2018 el precio de las personas falsas en Twitter era de 225 dólares por los primeros 25,000 seguidores falsos, imagina cuántas empresas, asociaciones, medios, pagan para que la gente crea en que sus productos son importantes, son necesarios. El hecho es, que las actividades falsas y masivas en las redes sociales influyen en las personas reales, crean realidades sociales que permiten la manipulación masiva y con ello, ganar dinero.

manipulacion, control, redes sociales
Imagen: El Viejo Topo.

La próxima vez que te llegue un cuestionario y que quieras saber qué personaje de Star Wars eres o de Disney, piensa muy bien que esos datos que estás dando de manera gratuita, están convirtiendo tus redes en armas de destrucción a tu personalidad, a tu privacidad y, además, expones a las personas que están en tus redes pues, tú eres un ejemplo para ellos, una vez que el resultado del quiz te llega, ¡lo quieres compartir!, y esto hace que muchas otras personas confíen en este tipo de recursos.

Tenemos que luchar por la verdad, debemos ser reflexivos y críticos ante aquello que leemos, que vemos, que compartimos, esto hará de nuestras redes, de nuestra sociedad, un mundo más cercano a la realidad, a la preciada verdad a la que debemos asirnos.


También te puede interesar: La fórmula de la felicidad del siglo XXI.

Hacer el bien y buscar la verdad

Lectura: 3 minutos

Hacer el bien y buscar la verdad son dos prácticas sencillas para una vida pacífica, armónica y de calidad. Dos habilidades que necesitan desarrollarse y perfeccionarse con el paso del tiempo, diferenciarse de lo que no son y sobre todo comprender sus límites y sus alcances.

Ser bueno o hacer el bien

Ser bueno y hacer el bien pueden estar íntimamente relacionadas, pero pueden pertenecer a dos horizontes totalmente opuestos relacionados con la motivación y la intencionalidad.

La intencionalidad de ser bueno es loable: sin embargo, desconfía de la propia persona y del entorno, por ello, tiende a ser excluyente por temor al contagio de la mala influencia, es dual porque hace distinción entre buenos y malos, es egoísta pues centra la atención en sí mismo, es indiferente frente a realidades ajenas que no entran dentro de sus estándares, es ciega a retos emergentes, heterónoma porque alguien más define lo correcto y dependiente del reconocimiento ajeno. Su origen y finalidad es uno mismo y el propio beneficio.

hacer el bien
Ilustración: Laurent Hrybyk.

Hacer el bien, en cambio, hace de la relación entre la persona y el ambiente el lugar concreto para llevar a cabo la acción porque confía en la posibilidad de humanización y mejora ambiental, es incluyente porque el otro en vez de amenaza es oportunidad, es integral porque reconoce que tanto el mal como el bien son una potencia en todos y lo reconoce sin miedo, es generosa porque se centra en el otro, es sensible a realidades ajenas a la propia condición, es lúcida porque reconoce situaciones emergentes, es autónoma aunque se apoye en opiniones ajenas de distintos puntos de vista, las cuales analiza, reflexiona antes de toma su postura y se auto reconoce. Su origen y finalidad se centra en el otro y en el bien común.

Estar informado o buscar la verdad

Al igual que en el binomio anterior, estar informado y conocer la verdad, aun cuando pueden estar relacionadas, lo que existe entre ellas es una radical diferencia que impacta de forma concreta y directa en la calidad de vida de las personas.

La información depende de la interpretación de la realidad de terceros. Ésta puede estar fundamentada y seriamente documentada pero siempre limitada por los horizontes de comprensión aun cuando esto no siempre se reconozca, puede ser errónea como consecuencia de la limitación humana, puede ser tendenciosa al buscar generar cierto impacto en la audiencia, es tan extensa que es imposible conocerla toda, es limitada a los canales de información que la difunden y frecuentemente innecesaria.

el bien
Imagen: Pinterest.

Buscar la verdad en cambio es un ejercicio personal de interpretación de la realidad tal cual se presenta y es; se fundamenta en la experiencia propia y asume que ésta siempre es condicionada y preliminar, reconoce la limitación propia y se esfuerza por romper los prejuicios que obstaculizan su ejercicio, carece de suyo de la pretensión de influir en otros, recurre a fuentes confiables bien documentadas, pero las analiza y reflexiona con rigor, reconoce la necesidad del esfuerzo constante ante la inmensidad de la verdad y sabe que siempre encuentra lo necesario para mantener la paz y la tranquilidad que requiere el momento.

Pretender solamente se bueno y estar informado genera angustia e impotencia cuando no se alcanzan los objetivos deseados, o soberbia e indiferencia cuando se confía demasiado en los propios logros; en ambos casos es una actividad que mayormente se dirige al sí mismo.

Pretender hacer el bien y buscar la verdad genera aceptación y satisfacción independientemente de objetivos y logros e impulsa la motivación para seguir por el camino del bien común en el cual está incluido, desde luego su propio ser.

Si podemos cambiar un poquito nuestras perspectivas,
podemos transformar las preocupaciones y los problemas en felicidad
y fortuna. Esto no requiere de poderes mágicos. Si podemos comprender una
diminuta cantidad del maravilloso Dharma del Budismo y aplicarla eficientemente
en los momentos críticos y cruciales de nuestras vidas, podremos progresar en nuestra
comprensión. Entonces convertiremos la estupidez en sabiduría y la ignorancia en iluminación.

Maestro Hsing Yun.


También te puede interesar: Sostener y sostenerse en el desarrollo espiritual.

Formas de ideologizar

Lectura: 4 minutos

En el fondo, la ideología tiene un poder de persuasión indiscutible. El discurso ideológico amenaza anestesiar nuestra mente, confundir la curiosidad, distorsionar la percepción de los hechos, de las cosas, de los acontecimientos.
Paulo Freire.

En la búsqueda de la verdad, todos creemos tener la razón. Por eso tantas filosofías, ideologías, pensamientos, adoctrinamientos, religiones y conductas sociales. Muchas veces creemos que, porque hemos leído algo o conocido algunas cosas y lugares; que, por nuestra experiencia de vida, por la relación con personas –quizás– famosas, con eso y otras actividades adicionales, es suficiente para decir cuál es la verdad.

Y en nuestra vivencia cotidiana, cada persona tiene su propia visión y esa visión representa su verdad, porque eso es lo que vive. Y cuando la supuesta verdad coincide con situaciones similares a las de otras personas, entonces se hace una verdad colectiva. Y así es que se constituyen, por ejemplo, partidos políticos, sociedades, asociaciones, organismos, grupos, colegios, centros, gremios y colectivos que buscan intereses comunes, su beneficio y satisfacción.

Esta conexión sucede con el otro, en tanto éste piense como aquel, generándose una cuasi empatía. A la larga esto tiende a estropearse cuando la conexión fraternal se pierde. Por lo regular la creencia y convicción de una idea se arraiga cuando brota otra posición, ahí se revela el cambio de intereses y no necesariamente un acuerdo común, sino que emerge la verdadera inclinación; el enfoque subyacente o individualista.

Ajedrez.
Ilustración: OPEN.

Para mantener ese interés común se sostiene el factor referencial, que es sostener como verdadero lo que al otro le interesa, de tal manera se trabaja en ese objetivo para producir la conquista de su mente. Esto es lo que se llama ideologización.

Una vez agrupados en el mismo canal, llega la otra fase; la formación mediante círculos de estudios donde se autovalidan y secundan porque leen los mismos libros, reciben la misma información, se comunican entre sí; sociológicamente se entienden. Una forma simple de expresarlo es que se “enamoran”, y como es normal entre enamorados, se cuentan sus penas, dolores, carencias, proyectos, propósitos para justificar sus acciones. Así es en los grupos de formación religiosa, cultural, política, social y en clubes cívicos.

De esta manera, se entra con todo a conquistar los pensamientos a partir de las necesidades. Por supuesto que en esta misión no se pierde el discurso popular; por el contrario, mientras más se pueden sostener públicamente los discursos abrazadores, se masifica la postura generando más adeptos de forma sistemática. Asimismo, validan sus posturas o sus creencias.

Las creencias son –precisamente– el cimiento sustancial que alimenta la verdad que sostienen. Verdades que cuando se confrontan con otras se generan las posturas radicales (la que defiende un criterio por encima de cualquier circunstancia), o la postura advenediza (la que se defiende por relación empática, por tradición o por costumbre).

No obstante, lo que se considera como una verdad social genera criterios encontrados entre grupos antagónicos que viven en el mismo lugar. En los pueblos (o lugares pequeños), por ejemplo, hay criterios diferentes acerca de lo mismo.

Imponer ideologia.
Ilustración: Thibault.

Algunos de estos factores obedecen a la capacidad de recursos económicos y financieros, otro al nivel de educación; donde es usual que quien más tiene y quien más preparado esté, se dice dueño de la verdad. De manera que, una persona con más recursos y más preparación académica impone su verdad ante quien no tiene muchos recursos financieros y tiene poca o ninguna educación académica.

En un abanico de escenarios, a partir de este esquema, es que se promueven las ideologías. Es decir, lo que uno cree, lo promueve y lo siembra en los demás, con la intención principal de que los demás sigan el patrón con el fin de mantener o modificar el sistema social, económico, político o cultural existente. Utilizando este esquema simple de sembrar en la mente los pensamientos que a cada quien le conviene difundir, los interesados se enquistan en grupos que representan sectores sociales y luego con ello presentan los discursos o programas políticos con el fin de producir (en longitud y profundidad) el efecto de interés en el que envuelven a quien se deje.

En otras palabras, la ideología es una ruta de capitalización de ideas de unas personas sobre otras para lograr un fin aludiendo que es para el bien colectivo.

De esta manera, otra vez, América Latina está en manos de todo tipo de farsantes. De derecha y de izquierda. Ya hemos tenido de las dos aguas y los apuros siguen. No hay soluciones que duren mucho porque los mismos que las proponen, incluso las imponen con su poder legal o son medidas tipo parches.

Ambas partes juran fórmulas nobles, beneficiosas, sanas, pero con el tiempo la verdad se impone. Los “ideológicos” de uno y otro partido aluden al discurso reiterado de: “Aquel es peor que nosotros, hay que elegir al menos malo”.

En ambos casos, todos defienden lo que creen. Y esto, muchas veces, sino de forma regular, los lleva a considerar, además de sus creencias, que quien no profesa lo que ellos creen, los demás son una partida de ignorantes, tontos, estúpidos. Convencidos piensan de quienes los adversan que no merecen nada y los marginan, “es que no se dan cuenta que están mal”; incluso los agreden. Así nace la cultura del odio.

¿Le suena eso?