El tema de la felicidad y de ser feliz está muy de moda desde hace algunos años, se ha sofisticado tanto que en Harvard dan cursos al respecto y es uno de los programas más demandados en términos de personas que lo quieren tomar. Hay empresas dedicadas 100% al tema, talleres, cursos, conferencias, bueno, hasta una universidad en España y demás.
Como lo mío es “hacerlo sencillo”, les comparto algunas reflexiones que se sustentan en estudios e investigaciones, y otras aproximaciones de cómo ser feliz, basadas en la experiencia, y diría que hasta en la lógica, sin tanto rollo.
Sólo antes de entrar en tema, y como lo prometido es deuda, les comento que aquí mismo en El Semanario tengo escritos dos artículos sobre negociación que espero les resulten de su interés y les sean muy útiles.
En mi libro “Políticamente incorrecto, notas de viaje” dediqué un mini capítulo al tema de la felicidad y de ahí parto para estas reflexiones. Por cierto, el libro está disponible, sin costo, en mi perfil de LinkedIn.
Nadie tiene el secreto de la felicidad. Cada quién tiene su receta, sus ideas de cómo alcanzarla. Es posible ser feliz en esta vida, después quién sabe. Aquí pongo sobre la mesa algunas sugerencias para lograr este ideal, esta quimera:
Vivir el presente. Por todos lados nos bombardean con ideas de soñar, de tener más y mejores cosas, los anuncios ˗en general˗ y entiendo la lógica, son muy aspiracionales. Pero la verdad es que, si compramos tal o cual cosa, si vamos a tal o cual lugar a comer o a viajar, no hay una garantía de que eso nos hará más felices, podremos haber puesto la palomita de que ya hicimos eso, pero hasta ahí.
Yo estoy convencido de que vivir el presente con la cabeza, el corazón y el estómago, lo más que podamos, nos hará mucho más felices. No vivir del pasado, y eso no quiere decir que no podamos recordar con cariño algo que hicimos, un puesto que ocupamos, un viaje que realizamos, etc., y tampoco hay que vivir del futuro; de lo que podría ser.
Hay que gozar lo que somos y lo que tenemos, sacar provecho lo más que podamos a estas realidades.
Cerrar círculos. Todos hemos oído hablar del tema y creo que el problema es que no lo hacemos y no que no lo entendamos.
Cerrar círculos es sacar de nuestras vidas, de nuestra cabeza, por las buenas o por las malas, las cosas que ya pasaron. “Estaba muy enamorado y mi pareja decidió terminar la relación conmigo”, obviamente esta situación te va a doler mucho y se vale llorar, lamentarse del hecho, preguntar al otro/la otra ¿qué pasó?, ¿qué hiciste que ocasionó lo sucedido?, ¿cómo podrían haber cambiado las cosas? Pero si no hay arreglo, es necesario dejar esa experiencia como un aprendizaje y darle para adelante. No estoy 100% seguro si “un clavo saca a otro clavo”, pero ayuda.
Y esto que es doloroso, como la muerte de un ser querido, o el haber perdido un empleo, o un negocio, o que nuestro equipo perdió un partido importante ˗o lo que nos duela a cada uno de nosotros˗, son hechos de vida con los que tenemos que aprender a vivir.
Y seguramente alguno de ustedes me podrá decir, “esto es muy fácil decirlo, pero muy difícil hacerlo”. Y yo digo, “falso”. Es nuestra decisión hacerlo y creo que casi todos podemos con ello.
También alguien me podrá decir que no es lo mismo la muerte de alguien que el que nuestro equipo pierda, pues les tengo noticias, eso depende de cada uno de nosotros. Por eso dije al principio de este artículo que no hay recetas.
Obviamente esto aplica no sólo a hechos, sino a ideas, paradigmas, creencias y muchas otras cosas que traemos en nuestras cabecitas, que a veces nos traicionan o juegan en nuestra contra.
Hay un dicho que me encanta y uso en mis talleres que dice: “Yo intentando pasar la página y tú leyendo ya otro libro”. Remite a las relaciones personales y se refiere al hecho de que cuando terminamos una relación uno de los dos se recuperará más pronto siempre.
Los invito a que sean ustedes los que estén leyendo el libro…
Seamos nosotros. No seamos lo que no somos. Aprendamos a ser sinceros, auténticos. Si vivimos nuestra propia vida y no somos impostores de la vida de otros, nos vamos a quitar muchos problemas y podremos disfrutar mucho más de la nuestra; y eso les aseguro que sí es el camino a la felicidad.
Y en esa lógica les comparto una reflexión de la cual desconozco al autor, pero que me parece crucial para ser feliz: “Las personas son para que las amemos y los objetos son para ser usados. Sin embargo, en este mundo loco y material, se suele usar a la gente y se ama a las cosas, los objetos.” Entre más ames a las personas y menos a las cosas, serás más feliz. Podemos ser felices si ordenamos nuestros valores.
Eso de la perfección no existe. Nadie es monedita de oro. No podemos ser “perfectos” frente a los ojos de todos. Es más, nadie es perfecto y se acabó. La vida perfecta no existe, por eso hay que arriesgarnos y hacer lo más y mejor que podamos, ser mejores todos los días y celebrar nuestros logros, aunque sean pequeños. Si queremos ser más felices, tenemos que atrevernos, ser osados y buscar ser la mejor versión de nosotros mismos todos los días en lo personal y en lo profesional. Nada de “¡no se puede!”.
Reír mucho y divertirse siempre. Así de simple, reír mucho y de esto hay muchos estudios que dicen que nos hace bien emocional y físicamente. Así que hay que reír más, hasta por las cosas más sencillas de la vida. Creo que fue Charles Chaplin quien dijo que “un día sin reír es un día no vivido.”
Nos tomamos la vida y el trabajo demasiado en serio, hay que gozar lo que hacemos y si no nos gusta algo de lo que estamos haciendo… ¡Cambiémoslo! Somos nosotros accountables de que esto suceda.
Cuando llueve, tenemos dos opciones: Quejarnos de que nos hemos mojado, o bien, sentir y disfrutar la lluvia, el olor de la tierra mojada, refrescarnos con las gotas.
Podría en este artículo citar a Tal Ben-Shahar, el gurú de la felicidad de Harvard y sus siete (en algunos textos hablan de nueve) lecciones; los invito a leerlas, o a cualquiera de los otros autores sobre el tema, pero la verdad de las cosas está en nosotros, en cada uno, el encontrar qué es lo que verdaderamente nos hace felices, y todo es válido.
Disfrutemos cada momento y a las personas de nuestro alrededor. Por ahí puede merodear la felicidad.
El único camino es darle, entrarle, andar ligeros de equipaje, sin cargas estorbosas.
Éste es el momento de ser feliz. Sí, ahora.
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Muy apropiado al momento e invita a la reflexión gracias buen punto.
Muchas gracias estimado Victor.
Enhorabuena por este artículo Octavio. Felicidades porque atestigua que sigues creciendo en sabiduría. Es una ventaja de algunos adultos mayores!!!
mil gracias querido Manuel. Te mando un abrazo.