La autoconciencia es una de las facultades más sobresalientes y desarrolladas del ser humano, y ha sido metódicamente cultivada en diferentes tradiciones de sabiduría. Se han empleado muchas técnicas de contemplación y meditación para incrementar la capacidad y profundidad de la conciencia de uno mismo, lo cual, paradójicamente, resulta en una progresiva debilitación y deconstrucción del ego. En efecto, los exploradores de la consciencia de sí en diferentes épocas y culturas han declarado que se ha trascendido su individualidad e identidad personal al comprender de manera directa e intuitiva el inmenso ámbito en el que están insertados o con el que están fundidos.
Una de las enseñanzas fundamentales del budismo es precisamente la ausencia de una identidad personal fija y esto se plasma en el concepto de anatta, en lengua pali (en sánscrito anatman, de an privativa y atman, la esencia personal). La doctrina afirma que el yo personal está hondamente enraizado como un conglomerado de creencias falsas sobre uno mismo, lo cual produce deseos, apegos, vanaglorias y conductas que ocasionan sufrimiento propio y ajeno. La tradición también afirma que el conocimiento de esta realidad no puede ser alcanzado por medio de la razón o por el intento de penetrar conceptualmente lo que constituye el propio ser y esto sólo es posible mediante una práctica meditativa sistemática y prolongada. El conocimiento surge eventualmente de la experiencia de que nada es permanente y de la comprensión esclarecedora de que el propio ser individual no es una esencia sólida, sino un proceso de sentimientos, pensamientos, deseos o intenciones.
Se afirma que la meditación promueve una conciencia más clara porque utiliza y fortalece la herramienta de la atención sin centrarse en los contenidos de la mente, sino en permanecer consciente sin intentar analizarlos o modificarlos; en dejar que los pensamientos, las imágenes mentales o los sentimientos surjan, transcurran y pasen por sí mismos. Es una labor táctica que tiene como objetivo dilucidar la mente mediante la aplicación de una atención activa y sostenida, lo cual requiere de mucha paciencia y perseverancia para desarrollarse. Conforme se fortalece la capacidad atencional e introspectiva, el sujeto logra detectar y discernir los estados mentales desfavorables o negativos de tal forma que estos se abaten y disipen antes de extenderse. La instancia que presencia los procesos de la mente consiste en una agencia que hemos revisado como parte de las funciones ejecutivas de la cognición. No se trata de una entidad o un yo sustancial insertado en la mente o en el cerebro, sino de una habilidad o una pericia que se entrena mediante la práctica, como ocurre con otras formas de conocimiento operacional que resultan, por ejemplo, en el virtuosismo de artistas visuales o musicales.
Las técnicas de meditación han aportado a la ciencia cognitiva y a la neurociencia un valioso instrumento para el estudio del cerebro y de las capacidades mentales. Existen evidencias de que el entrenamiento prolongado induce un mejor manejo de las emociones, menos ansiedad, mayor atención, interés por los demás y serenidad. Esta pericia introspectiva implica además la recalibración o reprogramación de ciertas funciones cerebrales, incluyendo aquellas que hemos revisado como fundamentos de la autoconciencia. Por ejemplo, la conectividad entre diferentes zonas del cerebro se incrementa en los meditadores sistemáticos después de años de práctica. No sólo ocurre una mayor actividad o conectividad cuantitativas en el cerebro, sino que surgen nuevas pautas de actividad dependiendo del nivel de experiencia de los meditadores. El efecto no es mágico ni milagroso, pues ocurre con cualquier adquisición de habilidades que requiere una reorganización de los sistemas cerebrales que las implementan.
La doctrina budista pregona una concepción del ser humano que en principio parece ir más allá de una comprobación empírica. La creencia en la rencarnación es común a todas las variedades de budismo y requeriría una esencia personal que pueda pasar de un humano en trance de muerte a un nuevo receptáculo corporal. La tradición afirma que el recipiente de la reencarnación tiene rasgos de personalidad, memorias y hábitos del individuo anterior, lo cual implicaría un yo individual conformado por recuerdos y actitudes. Dado que éstas dependen de características adquiridas del cerebro que cesan con la muerte no parece posible compaginar la neurociencia con esta creencia. Más aún: dado que el budismo afirma que no existe una esencia personal fija o compacta, ¿qué es lo que reencarna? La explicación parece ser necesariamente dualista: el alma emancipada de un cuerpo y encarnada en otro.
En la década de los años 80, cuando practiqué sistemáticamente meditación vipassana propia del budismo Theravada, tuve la oportunidad de conversar sobre estos asuntos con Joseph Goldstein, notable instructor de la técnica y erudito de la enseñanza budista. Al plantearle la pregunta de qué es precisamente lo que reencarna si se supone que no existe un yo, me respondió con dos símiles. El primero fue el de la luz de una vela que al terminar de consumirse enciende una nueva vela y planteaba que la llama de las dos velas es la misma. Es un símil sugerente, pero la flama de la nueva vela no conserva rastros de la pasada y no aclara lo que transita de un cuerpo al morir a otro gestante, porque ninguna forma de energía conocida podría codificar memorias o actitudes. El segundo símil fue de dos semillas, la primera da origen a un árbol adulto con flores y frutos que contienen nuevas semillas. Las dos semillas son estructuras distintas en tiempo y espacio, pero contienen el mismo material genético que se perpetúa. Sin embargo, la segunda semilla no se puede considerar reencarnación de la primera, sino sencillamente su descendencia.
Vemos así que, si bien las técnicas de meditación han sido incorporadas como objetos de estudio y como valiosas herramientas de introspección por la ciencia contemporánea hay una divergencia sobre la naturaleza de la conciencia. En general la neurociencia concibe la conciencia como producto o correlato de una función cerebral de alto nivel de integración, en tanto que el budismo la plantea como un continuum o fundamento universal que trasciende a la muerte. Los maestros del budismo, como el Dalai Lama, insisten en que esto no es un principio doctrinario o dogmático, sino que puede ser comprobado por cada quien si se emplea a fondo y de manera perseverante en las técnicas de meditación de tal forma que, en un estado avanzado de experiencia contemplativa, se esfuma la dualidad yo-mundo de la conciencia cotidiana. La experiencia reveladora consiste en que el proceso consciente no implica un observador y una observación, sino que hay una conciencia elemental y no dual que precede a esta observación sin fragmentarla. Esta noción procesal es compatible con modelos neurocognitivos, pero no veo cómo explicaría la reencarnación.
Zoran Josipovic, psicólogo de la Universidad de Nueva York, ha argumentado que existe una forma de conciencia fenomenológica que se caracteriza por no ser dual, ni proposicional, ni conceptual; una conciencia sin contenidos que se presenta en ciertos momentos de profundo insight y se consigue con el entrenamiento meditativo. Cuando la persona experimenta esta conciencia básica rompe con la dualidad entre un yo observador o piloto de la atención y los contenidos de la mente. Volveremos sobre el tema de la autoconciencia fundamental que entraña muchas cuestiones de interés, pero dejaremos de lado a la reencarnación, porque no parece posible conciliar los dos nociones.
También te puede interesar: El yo alterno en la poesía: otredad y espejismo del ser.
Breve, pero interesante un artículo con el inicio a una conversación que hace replantear muchos cimientos filosóficos, buscando encontrar una integración filosófica entre la ciencia y el budismo. Nos hace entonces recordar que la ciencia es observación y comprobación empírica, y el budismo se centra en la contemplación y la observación. Cae en una mal interpretación de la reencarnación en donde me gustaría poner mis dos centavos.
No es que haya tampoco una necesidad por encajar dos conceptos, pues caemos en una -de paso agradable- discusión filosófica, sin embargo, desde la ciencia si desea comprender primero necesita usar terminología adecuada para llegar a un lenguaje común.
Hay un entendimiento erróneo de la reencarnación. Como se ha puesto en el artículo se plantea desde la interpretación de un alma inherente que reencarna en otro cuerpo. Pero para el budismo no existe el alma, no hay una identidad que se reencarna. Justamente no lo puedes reconciliar con la ciencia porque lo estás viendo desde una dualidad implícita en el proceso de reencarnar.
Puedes cambiar la palabra reencarnación por transformación, puedes ver el dharma como el efecto. Nos transformamos (reencarnamos) en el efecto que causa, es causado y será causado. No es solo las acciones del pasado, sino del presente y del futuro, y entendiendo que estas dimensiones del tiempo se interpretan erróneamente desde una dualidad implícita. Igualmente, no solo se da esta transformación por las acciones que causamos, sino que nos causan, y que suceden, donde también hay una interferencia conceptual de dualidad pues estamos identificándonos e identificando a los demás y al ambiente como identidades separadas. Es decir, tu reencarnación o -transformación- despues de la muerte se ve afectada por las acciones de tu vecino, y del ambiente en él, y de ti en él. Al fin y al cabo, y quitando el tiempo y la identidad individual no es Tú reencarnación, sino La Reencarnación. Vista de otra manera y mas clara para la conceptualización cietifica: es La Transformación
Amerita aclarar también que en la observación de la muerte y vida como procesos diferentes hay, por muy de sobra, una dualidad conceptual que deberiamos evitar. Un pensamiento no-dual implica una contemplación clara, donde no existe esta separación conceptual entre ambos conceptos.
La gran barrera para resignificar la ciencia con la contemplación budhista está en que la ciencia ha recorrido un camino casi exclusivo de razonamiento logico que se basa en la categorización, segmentación, en la división del todo para entender, mientras que el budhismo se ha acercado al conocimiento desde el entendimiento intuitivo, la integridad, la unidad, desde la premisa filosófica valida de que solo se puede entender al sistema en su contemplación completa, que si lo observas aislado pierde su escencia. Interesante es, indidablemente que poco a poco y al encontrarse en entornos más complejos (y caoticos) la ciencia ha llegado a un punto en donde esta barrera se hace evidente: No se puede entender, ni conocer las partes de un sistema aislado.
En la fisica de particulas se ve, cuando la mera observación de un atomo aislado le hace desaparecer. En la biologia, que dio origen al pensamiento sistémico a partir de los cuestionamientos que hizo Ludwing Von Bertalanffy durante el siglo pasado cuestionando la aplicación del método científico en los problemas de la biología, al basarse en una visión mecanicista y causal, que lo hacía débil como esquema para la explicación de los grandes problemas que se dan en los sistemas vivos, planteando un reformulamiento global en el paradigma intelectual para entender mejor el mundo que nos rodea y haciendo surgiendo formalmente el paradigma de sistemas.
En el trabajo alrededor de los superorganismos de Wilson, o en la inteligencia colectiva de Ferber, bellamente demostrado en el trabajo de observación de algunos insectos como las abejas por Seeley. En las ciencias cognitivas al darnos cuenta que no podemos entender “el fantasma de la maquina” aislando sus partes, y nos lleva incluso a aceptar la experiencia subjetiva como evidencia empirica a traves de metodos como la observación neuro-fenomenologica de Husserl, posteriormente ampliada por Varela, en la exploración de la identidad neuro-cognitiva, o las matematicas, por redes neuronales de Grossberg, robots autnomos o inteligencia artificial de Brooks y Bear respectivamente.
En la medicina (tristemente de las ciencias mas terriblemente rezagada por la burocracia y la repeticion de argumentos ad verecundiam) al comprender las redes inmunes como procesos que no son de defensa, sino de definición del ser, como demuestra el trabajo de Coutinho o Stewart), o en los trabajos de resignificación del concepto de la vida como en la autopoiesis de Maturana, o los automatas reproductores de Mullin.
En la ingenieria de software con los movimientos de software libre que permitieron una revolución de nuestra sociedad y demostraron la gestion de complejisimos proyectos de ingenieria no solo es posible sin la centralización de la gestión sino que incluso más eficiente (y dio origen eventualmente a movimientos como la agilidad)
La computación y la capacidad para simular sistemas complejos nos está llevando a entender este concepto. Enfrentarnos a simular computacionalmente la vida, la cognición, o el comportamiento de la fisica de particulas nos está llevando a la necesidad de la comprensión sistemica. Esto poco a poco nos lleva a esa paradoja de la que hable el otro día, donde la máxima representación de nuestras ciencia: la computación, nos está llevando a un entendimiento centrado en lo humano, lo sistemico, la naturaleza, a aquello de lo que nos divididmos hace mas de 20.000 años, cuando nos inventamos el concepto de la identidad, la propiedad privada y la agronomía. Cuando nos inventamos el tiempo y el futuro.
La ciencia poco a poco se esta viendo ante la inminente necesidad de llegar a un acercamiento hacia la integridad y la unidad. El entendimiento y conocimiento intuitivo, una necesidad que se transformará en principios filosóficos que tendran una resonancia paradigmatica y atravesara tergiversalmento todas nuestras realidades. Nuestra socidad a nivel estructural, económico, social. Cambios en nuestro sistema educativo, en nuestro sistema económico como la caida del concepto de la propiedad privada, la caida del concepto de los paises, la resignificación de nuestro encuentro con la naturaleza, la muerte del concepto del lider, o de las jerarquias organizadas y la capacidad de gestionar descentralizadamente.
> Solo se conoce aquello que se ama, y solo se puede amar en su totalidad. No se puede amar por partes por pierde entonces el sentido del amor.
Advierto que muchos de los que critican mi pensamiento se basan en que mezclo muchas cosas. Pregunto, realmente estoy mezclando, o estoy invitando a una mirada desde un panorama mas amplio e integrador. Lo que impide entender la relación entre cualquiera dos identidades del espacio no es más que el sesgo en nuestro propio conocimiento.
Hay un par de libros que me vienen a la mente para no cientificos que ponen piso a una conversación integradora.
El Tao de la fisica – Fritoj Kafka – Relación entre la física y las tradiciones filosoficas orientales. Santaolalla, un divulgador cientifico que participo en el descubrimietno del boson de higgs hace un lindo analisis https://www.youtube.com/watch?v=-vLdOCkKV0A
Sapiens – Yuval Noah,
o Una breve historia de casi todo de Bill Bryson
o Breve historia de toda las cosas de Wilber. Porque si no conocemos nuestra historia pensamos que todo lo que existe es la unica realidad.
El cerebro y el mito del Yo, Francisco Llinaz. (Especialmetne el último capitulo). Neurologia y cognicion, un acercamiento a la base estructural de nuestra mente y la integración de mentes en la sociedad.
La mente encarnada y El fenomeno de la vida – Francisco Varela. Un hombre que busca rigurosidad cientifica alrededor de la medicina, la biologia, las ciencias cognitivas y la IA.
[https://es.wikipedia.org/wiki/Teoría_del_campo_unificado](https://es.wikipedia.org/…/Teor%C3%ADa_del_campo_unificado)