dualidad

El yo disuelto, la meditación budista y la no dualidad

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La autoconciencia es una de las facultades más sobresalientes y desarrolladas del ser humano, y ha sido metódicamente cultivada en diferentes tradiciones de sabiduría. Se han empleado muchas técnicas de contemplación y meditación para incrementar la capacidad y profundidad de la conciencia de uno mismo, lo cual, paradójicamente, resulta en una progresiva debilitación y deconstrucción del ego. En efecto, los exploradores de la consciencia de sí en diferentes épocas y culturas han declarado que se ha trascendido su individualidad e identidad personal al comprender de manera directa e intuitiva el inmenso ámbito en el que están insertados o con el que están fundidos.

enseñanza budista de Anatta
Portada de un libro sobre la enseñanza budista de Anatta por el monje (bhikkhu) Buddhadasa en 1990. La doctrina es interesante para cuestionar la existencia de una entidad personal, pero es difícil de compaginar con la creencia budista en la reencarnación.

Una de las enseñanzas fundamentales del budismo es precisamente la ausencia de una identidad personal fija y esto se plasma en el concepto de anatta, en lengua pali (en sánscrito anatman, de an privativa y atman, la esencia personal). La doctrina afirma que el yo personal está hondamente enraizado como un conglomerado de creencias falsas sobre uno mismo, lo cual produce deseos, apegos, vanaglorias y conductas que ocasionan sufrimiento propio y ajeno. La tradición también afirma que el conocimiento de esta realidad no puede ser alcanzado por medio de la razón o por el intento de penetrar conceptualmente lo que constituye el propio ser y esto sólo es posible mediante una práctica meditativa sistemática y prolongada. El conocimiento surge eventualmente de la experiencia de que nada es permanente y de la comprensión esclarecedora de que el propio ser individual no es una esencia sólida, sino un proceso de sentimientos, pensamientos, deseos o intenciones.

Se afirma que la meditación promueve una conciencia más clara porque utiliza y fortalece la herramienta de la atención sin centrarse en los contenidos de la mente, sino en permanecer consciente sin intentar analizarlos o modificarlos; en dejar que los pensamientos, las imágenes mentales o los sentimientos surjan, transcurran y pasen por sí mismos. Es una labor táctica que tiene como objetivo dilucidar la mente mediante la aplicación de una atención activa y sostenida, lo cual requiere de mucha paciencia y perseverancia para desarrollarse. Conforme se fortalece la capacidad atencional e introspectiva, el sujeto logra detectar y discernir los estados mentales desfavorables o negativos de tal forma que estos se abaten y disipen antes de extenderse. La instancia que presencia los procesos de la mente consiste en una agencia que hemos revisado como parte de las funciones ejecutivas de la cognición. No se trata de una entidad o un yo sustancial insertado en la mente o en el cerebro, sino de una habilidad o una pericia que se entrena mediante la práctica, como ocurre con otras formas de conocimiento operacional que resultan, por ejemplo, en el virtuosismo de artistas visuales o musicales.

Yangey Mingyur Rinpoche, budismo
La meditación perseverante modifica ciertas funciones y estructuras cerebrales relacionadas a la autoconciencia. En la figura el meditador experto Yongey Mingyur Rinpoche es preparado para un registro electroencefalográfico en el laboratorio de Coleman (Imagen tomada de https://www.lionsroar.com/how-meditation-changes-your-brain-and-your-life/).

Las técnicas de meditación han aportado a la ciencia cognitiva y a la neurociencia un valioso instrumento para el estudio del cerebro y de las capacidades mentales. Existen evidencias de que el entrenamiento prolongado induce un mejor manejo de las emociones, menos ansiedad, mayor atención, interés por los demás y serenidad. Esta pericia introspectiva implica además la recalibración o reprogramación de ciertas funciones cerebrales, incluyendo aquellas que hemos revisado como fundamentos de la autoconciencia. Por ejemplo, la conectividad entre diferentes zonas del cerebro se incrementa en los meditadores sistemáticos después de años de práctica. No sólo ocurre una mayor actividad o conectividad cuantitativas en el cerebro, sino que surgen nuevas pautas de actividad dependiendo del nivel de experiencia de los meditadores. El efecto no es mágico ni milagroso, pues ocurre con cualquier adquisición de habilidades que requiere una reorganización de los sistemas cerebrales que las implementan. 

La doctrina budista pregona una concepción del ser humano que en principio parece ir más allá de una comprobación empírica. La creencia en la rencarnación es común a todas las variedades de budismo y requeriría una esencia personal que pueda pasar de un humano en trance de muerte a un nuevo receptáculo corporal. La tradición afirma que el recipiente de la reencarnación tiene rasgos de personalidad, memorias y hábitos del individuo anterior, lo cual implicaría un yo individual conformado por recuerdos y actitudes. Dado que éstas dependen de características adquiridas del cerebro que cesan con la muerte no parece posible compaginar la neurociencia con esta creencia.  Más aún: dado que el budismo afirma que no existe una esencia personal fija o compacta, ¿qué es lo que reencarna? La explicación parece ser necesariamente dualista: el alma emancipada de un cuerpo y encarnada en otro.

Joseph Goldstein
Joseph Goldstein, experto instructor de meditación introspectiva y su libro sobre la experiencia de “insight”.

En la década de los años 80, cuando practiqué sistemáticamente meditación vipassana propia del budismo Theravada, tuve la oportunidad de conversar sobre estos asuntos con Joseph Goldstein, notable instructor de la técnica y erudito de la enseñanza budista. Al plantearle la pregunta de qué es precisamente lo que reencarna si se supone que no existe un yo, me respondió con dos símiles. El primero fue el de la luz de una vela que al terminar de consumirse enciende una nueva vela y planteaba que la llama de las dos velas es la misma. Es un símil sugerente, pero la flama de la nueva vela no conserva rastros de la pasada y no aclara lo que transita de un cuerpo al morir a otro gestante, porque ninguna forma de energía conocida podría codificar memorias o actitudes. El segundo símil fue de dos semillas, la primera da origen a un árbol adulto con flores y frutos que contienen nuevas semillas. Las dos semillas son estructuras distintas en tiempo y espacio, pero contienen el mismo material genético que se perpetúa. Sin embargo, la segunda semilla no se puede considerar reencarnación de la primera, sino sencillamente su descendencia.

Vemos así que, si bien las técnicas de meditación han sido incorporadas como objetos de estudio y como valiosas herramientas de introspección por la ciencia contemporánea hay una divergencia sobre la naturaleza de la conciencia. En general la neurociencia concibe la conciencia como producto o correlato de una función cerebral de alto nivel de integración, en tanto que el budismo la plantea como un continuum o fundamento universal que trasciende a la muerte. Los maestros del budismo, como el Dalai Lama, insisten en que esto no es un principio doctrinario o dogmático, sino que puede ser comprobado por cada quien si se emplea a fondo y de manera perseverante en las técnicas de meditación de tal forma que, en un estado avanzado de experiencia contemplativa, se esfuma la dualidad yo-mundo de la conciencia cotidiana. La experiencia reveladora consiste en que el proceso consciente no implica un observador y una observación, sino que hay una conciencia elemental y no dual que precede a esta observación sin fragmentarla. Esta noción procesal es compatible con modelos neurocognitivos, pero no veo cómo explicaría la reencarnación.

Un puente para dos miradas, Dalai Lama, Varela
Portada del libro sobre conversaciones con el Dalai Lama sobre ciencias de la mente, editado por Francisco Varela e impreso en Chile en 1997. Y portada del artículo sobre el cerebro del meditador publicado en Investigación y Ciencia en enero de 2015 (Imagen tomada de http://nievessoriano.blogspot.com/2015/01/en-el-cerebro-del-meditador.html).

Zoran Josipovic, psicólogo de la Universidad de Nueva York, ha argumentado que existe una forma de conciencia fenomenológica que se caracteriza por no ser dual, ni proposicional, ni conceptual; una conciencia sin contenidos que se presenta en ciertos momentos de profundo insight y se consigue con el entrenamiento meditativo. Cuando la persona experimenta esta conciencia básica rompe con la dualidad entre un yo observador o piloto de la atención y los contenidos de la mente. Volveremos sobre el tema de la autoconciencia fundamental que entraña muchas cuestiones de interés, pero dejaremos de lado a la reencarnación, porque no parece posible conciliar los dos nociones.


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