Estamos rodeados de plástico. Desde la computadora que utilizamos, la silla donde nos sentamos, la ropa que nos viste y todos los alimentos y bebidas que encontramos en cualquier tienda. Casi todos los empaques y botellas están fabricadas con este material y, en cuestión de minutos, se convierten en un nuevo desecho. Su propósito es transportar comida o un refresco, para después llegar al bote de basura y comenzar la odisea que tiene dos finales: el reciclaje o el medio ambiente. Autoridades e industria del plástico culpan a los usuarios, pues ellos deben aprender a separar y disponer mejor de sus desechos, mientras que las organizaciones ambientalistas consideran que la industria debería cambiar su sistema. Mientras tanto, la naturaleza sufre las consecuencias.
“Lo que es perverso es que se trata de materiales o se trata de cosas que desde su diseño están concebidos para usarse una sola vez”, comenta a El Semanario, Esteban García-Peña Valenzuela, director de campañas en pesquerías y plásticos de la oficina en México de Oceana. “Y ahí podemos englobar todos aquellos productos, que son el 40% de todos los plásticos que se producen en el mundo, que son embalajes, empaques, envases, platos, cubiertos, vasos, todo lo que son productos para usarse una sola vez, después de beber o de comer”.
Él explica que estamos rodeados de plástico en más de un sentido. Desde la década de los 50, cuando se empezaron a producir los plásticos desechables, se han acumulado unas 13 mil millones de toneladas en los océanos. Al año, la humanidad tira 8 millones de toneladas de plásticos en el mar, el equivalente al peso de una Torre Latinoamericana al día. Este material puede durar siglos sin deshacerse y aún así se va fragmentando en microplásticos o nanoplásticos, partículas diminutas que son ingeridas por muchas especies marianas. Además, flotan en el aire junto con el polvo, haciendo que, en promedio, una persona respire, sin darse cuenta, entre cinco y 10 gramos de plástico a la semana, es decir, como si comiéramos una o dos tarjetas de crédito.
México reciclador
“Conozcan quién es la industria del plástico, de qué manera estamos en su vida diaria”, dice a El Semanario Gerardo Pedra, presidente de la sección de recicladores de la Asociación Nacional de la Industria del Plástico (ANIPAC). “Porque todos, desde un teléfono, una computadora, una impresora, el automóvil, la ropa, todos, de alguna u otra manera, estamos inmersos en plástico en nuestra vida diaria”. Lo que a él le preocupa es que el uso de plásticos desechables haya bajado debido a la pandemia de COVID-19 y no puede concebir siquiera un mundo sin estos materiales, lo que podría resultar, a su forma de verlo, en un auténtico caos social, además de que afectaría muchos empleos.
El reciclaje es la vía que él y toda la industria del plástico ha propuesto a lo largo de las décadas. Gerardo explica que ellos calculan que se reciclan 1 millón 913 mil 710 toneladas al año. Sin embargo, agrega que sólo en la Ciudad de México se acopian 13 mil toneladas al día de residuos sólidos, es decir 4 millones 745 mil toneladas anualmente. Según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), citados por Gerardo, el 83% del total de residuos del país, se acopian y separan con éxito. El resto terminan en tiraderos a cielo abierto, ríos, lagunas, calles, barrancas y otros lugares. El especialista también comenta que del plástico que se recolecta, es entre un 25% y un 30% el que finalmente se puede reciclar.
Gerardo nos explica cómo se recicla en México: existe el reciclaje industrial, que recolecta material de sobra de otras empresas y el reciclaje de los residuos sólidos urbanos de las ciudades. El segundo, depende de empresas que venden o canalizan y otras que reciben, separan, compactan, muelen, etcétera. Los camiones que recolectan la basura de las casas, suelen contar con pepenadores o separadores, quienes también ayudan a limpiar y separar los plásticos.
Todo lo que se separa, comienza el proceso de reciclaje, el resto termina en tiraderos. Con lo que se recicla, se pueden fabricar objetos diferentes al original como escobas, camisetas, o bien, nuevas botellas a partir de las que se tiraron. En este proceso, también se puede perder plástico que esté muy contaminado.
El mejor plástico
“Alguna vez me dijeron: ‘oye, Gerardo, ¿y qué vamos a hacer con el material que está en el tiradero?’ Pues ahí déjalo. Aquí la idea es evitar que llegue más”, comenta el representante de ANIPAC. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se producen en el mundo 300 millones de toneladas de residuos plásticos al año, de los cuales sólo un 14% se recolecta para reciclarse. Sólo un 9% de toda la basura plástica de la historia se ha reciclado.
“De nada sirve que se opte por el reciclaje si el reciclaje no es suficiente para reciclar todo lo que se produce. Tiene que haber una reducción efectiva de los plásticos desde su producción”, sentencia, por su parte, Esteban García-Peña, quien dice que el sistema actual no tiene capacidad para reciclar más. “Los materiales no están hechos para reciclarse, en su mayoría”, explica. “Los reciclas y no vuelven a ser un envase de refresco o no vuelven a ser una bolsa, se convierten en otra cosa. Por lo tanto, se siguen produciendo esos productos para subsanar esas faltas en el mercado (…) No existen las vías o la cadena de valor para garantizar que un producto que sale al mercado y se desecha, va a regresar a esa misma cadena para reciclarse y volver a formar parte de esta cadena de valor”.
Su lema es definitivo: “No hay mejor plástico que el que no se produce”. Es por ello que, tanto Oceana, como Greenpeace y otras organizaciones ambientalistas, están buscando que la ley se modifique para responsabilizar a los productores. “Que haya una mayor responsabilidad hacia la industria”, dice Esteban. “Que la industria se haga responsable de los plásticos que produce. Hoy por hoy, la industria lo que hace es decir: ‘yo no vendo residuos, yo vendo envases de refresco o envases de alimentos o platos desechables; yo no vendo residuos’. Sí, pero esos productos están diseñados para desecharse. Es un tanto perverso”.
Acciones débiles
La Comisión de Medio Ambiente del Senado de la República (quienes no respondieron al llamado de El Semanario, a la fecha de publicación), busca hacer modificaciones en la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR). Greenpeace México y la Alianza México Sin Plástico, a la que pertenecen más de 200 organizaciones, entre ellas Oceana, denuncian que esta propuesta de dictamen tiene puntos negativos: la mala definición de plástico de un solo uso, fomenta la incineración que también daña el medio ambiente, no considera el derecho a la salud, no responsabiliza a los productores y enfoca todo en el reciclaje o co-procesamiento.
A finales de 2019, ANIPAC, firmó con el Senado de la República el Acuerdo Nacional para la Nueva Economía de los Plásticos, cuyas principales acciones son la reducción y el reciclaje. Según un reporte, que se presentó a un año de la firma, las empresas participantes dijeron que su principal resultado es que 71% de los envases y empaques que producen son reutilizables, reciclables, compostables o aprovechables. El Acuerdo, también pretende reducir o eliminar el material plástico innecesario, por medio del rediseño, reutilización y sustitución por otros materiales.
Desde el punto de vista de Esteban, este tipo de acciones no son suficientes y, de hecho, muestran un claro desinterés por parte del gobierno. “Lo que es clarísimo es que este gobierno no tiene voluntad por hacer nada en temas de medio ambiente”, asegura. “La agenda ambiental del presidente (Andrés Manuel) López Obrador, es una agenda todavía débil. Es importante que se fortalezca. Hay algunas acciones que han dado algunos resultados, pero en materia de residuos, la agenda es muy pobre”.
Problemas de consumo
“Para poder atender este problema de residuos que tenemos en las ciudades, debemos irnos para atrás y tratar de cambiar este modelo de producción y de consumo”, nos explica Ornela Garelli, especialista en consumo responsable y cambio climático de Greenpeace México. “Nosotras buscamos que se dejen de utilizar estos productos o artículos de un solo uso, particularmente los plásticos. Pero no sólo estos, porque cambiar, por ejemplo, una bolsa de plástico, por una bolsa de papel o un contenedor de plástico para comida para llevar, por un contenedor biodegradable o compostable, al final, es parte del mismo problema, porque sigue anclado en la cultura del usar y tirar y también van a generar residuos”.
El problema no sólo se da en los empaques, sino en casi todo lo que compramos, como la ropa, explica la representante de Greenpeace y asegura que la actual pandemia no sólo es una consecuencia, sino un llamado a la acción de la humanidad. “En estos momentos, en donde todavía estamos en medio de una pandemia global, podemos ver todavía más la urgencia, de cambiar este modelo de producción y de consumo capitalista. La misma pandemia se originó a partir de este modelo, que se basa en explotar a la naturaleza, ecosistemas y las especies que los habitan. La contaminación por plásticos y la generación de residuos también es parte de esto”.
El mundo sin plásticos
“En este año, derivado de la pandemia y también de cuestiones legislativas que están generando a nivel nacional, se han perdido cerca de 3 mil 200 empleos en la industria”, comenta el especialista de ANIPAC, refiriéndose a las prohibiciones de plásticos de un solo uso, como las bolsas desechables. “Entendemos que su afán (del gobierno) es regular o legislar, pero, desafortunadamente, muchas de las decisiones que han tomado, no han sido las correctas o las acertadas. Ya que muchas de estas han sido de manera unilateral, sin siquiera tocar base con nosotros. A nuestro juicio, muchas de estas iniciativas se han generado solamente con tintes políticos”.
Al preguntársele a Gerardo, qué pasaría si se eliminaran los plásticos de un solo uso de manera definitiva, pinta un escenario desfavorable para la sociedad. “Si tú te vas al supermercado o a la tienda de conveniencia, todos los productos vienen en un empaque de un solo uso. Solamente lo estás usando para transportar y que llegue el producto en buenas condiciones al usuario”, explica. “Yo te podría decir que podría haber un caos, un desabasto de alimentos y, la verdad, situaciones complejas adicionales a las que ya existen en cuanto a salud”. Se refiere, por ejemplo, al empaquetado de carne o ciertos artículos médicos que utilizan este tipo de plásticos.
La industria automotriz, restaurantes, hoteles, tiendas y todas las demás que están vinculadas al plástico, se verían afectadas. “También todo lo que es equipos electrónicos, porque también el empaque es de un solo uso, no vamos a poder comprar ni siquiera una pantalla”, comenta.
Futuro retornable
“Tiene que haber un cambio desde la producción, el primer paso lo tiene que dar la industria”, asegura Esteban. “Por eso nosotros decimos que tiene que haber una responsabilidad mayor por parte de la industria. Muchos a este concepto le llaman ‘la responsabilidad extendida del productor’. El productor o el importador de plásticos desechables es quien tiene que empezar a innovar y a producir otro tipo de empaques y embalajes que no sean desechables y hacerse cargo de aquellos desechables a través de un proceso o de un control de la cadena de valor”.
Una de las alternativas, son los envases retornables, que siguen existiendo en el mercado. Esto garantiza tener un control de los empaques en toda su cadena de uso, explica Esteban. “Ese envase va a tener una custodia estricta en toda la cadena de valor. Tú llegas a la tiendita de la esquina o a la tienda de conveniencia o al supermercado, llevas tu envase, te dan uno lleno y ese envase vacío, la tienda lo va a entregar a la embotelladora, la embotelladora lo va a lavar y lo va a volver a ingresar al mercado”.
Según Esteban, los envases retornables pueden tener hasta 20 usos de vida, pero una vez finalizados, al estar en custodia, se garantiza que entren sin falta en el proceso de reciclaje. “Así es como deberían ser todos los envases y todos los embalajes de plástico: que puedan ser reusables muchas veces y que mantengan su valor y su custodia en toda la cadena de valor”.
Otras opciones
María de los Ángeles Vázquez, responsable del manejo de residuos para Coca-Cola México, confirma a El Semanario el tema de los envases retornables, los cuales se pueden usar hasta 25 veces si son de PET y 70 si son de vidrio. Los retornables representan un 47% de la producción de Coca-Cola, según cifras otorgadas por Vázquez. Por otro lado, como otros fabricantes de plástico, en su mayoría, han optado por el reciclaje y aseguran que el 98% de sus empaques tienen esta capacidad.
Gerardo, comenta que la industria también ha presentado opciones como plásticos biodegradables, compostables y reciclados, sin embargo, suelen ser hasta cuatro veces más costosos, y las personas no los utilizan.
“El plástico no es malo por ser plástico, lo que es malo es qué hacemos con él cuando termina su vida útil. Si lo manejamos correctamente y con una disposición adecuada, éste se valoriza, se acopia y se recicla para convertirse en otro producto y así tener múltiples vidas”, dice María, mientras que Gerardo recalca: “Nosotros como industria, hemos hecho un esfuerzo grande para generar opciones o alternativas para que, no nada más los industriales, sino también la gente que genera los residuos, tenga la posibilidad o acceso a valorizarlos. El asunto es que sí requerimos el apoyo de otros dos elementos de la cadena, que es, uno: el usuario o el generador, que en este caso es la sociedad; y dos: la autoridad, el gobierno, en todo su nivel”.
El nuevo tabaco
El representante de Oceana, es directo en que los plásticos desechables deben considerarse peligrosos y dice que debe ocurrir algos similar al etiquetado y prohibiciones que ayudaron a reducir el uso del cigarro, cuando la sociedad se dio cuenta de sus efectos nocivos. “Yo veo una industria que no se ha dado cuenta que los plásticos desechables están por convertirse en lo que era la industria del tabaco en los años 90, que no le quedó de otra que aceptar que era dañina para la salud”.
Dice que es inevitable que se implementen reglas más estrictas y asegura que en enero, la Ciudad de México prohibirá más plásticos, como empaques de alimentos y popotes. Así mismo, resalta la importancia de que todas las partes se hagan responsables de este problema. “Es un círculo virtuoso”, asegura. “Primero la industria se responsabiliza de reducir y de confinar adecuadamente los plásticos. El gobierno se encarga de establecer las reglas claras, de sancionar a los infractores y de hacer un buen confinamiento de los residuos conforme convenga a sus atribuciones. Y la sociedad se va a tener que acostumbrar y va a tener que cambiar sus modos de vida, su modo de consumo”.
En la página mx.oceana.org, se puede firmar una carta dirigida al Senado de la República, la cual llega a los 16 miembros de la Comisión del Medio Ambiente, para insistir y exigir en que la ley genere acciones y cambie sus reglas.
Otro aspecto importante es que la sociedad debe cambiar de mentalidad, pues los plásticos desechables nos han acostumbrado a un estilo de vida perjudicial pero cómodo. “Parte de la responsabilidad de la sociedad es sacudirte ese confort. Empezar a pensar a futuro, pensar más allá de tu propia comodidad y acostumbrarte a las cosas que vienen”, advierte Esteban. “Empezar a asumir que la vida va a ser un poco menos cómoda. Empezar a asumir que vas a tener que guardar tus bolsas de tela o vas a tener que llevar algunos suplementos de empaques o embalajes al supermercado. Que vas a tener que comprar bebidas retornables”.
El representante de Oceana, asegura que sobre todas las cosas tiene que estar el medio ambiente. “Cuando todos tengamos dinero y no tengamos qué respirar, a ver qué pensamos entonces. Nunca hay que anteponer el desarrollo económico al desarrollo sustentable. Jamás (…) Si queremos tener un medio ambiente sano, si queremos tener un bienestar para las futuras generaciones y evitar que el océano muera ahogado en plástico, entonces así es como le tenemos que hacer”.