Brújula de ideas

2021: Año de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible

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Cuando se nos ocurre una idea o generamos algo nuevo estamos poniendo en marcha nuestra capacidad creativa. Como afirmaran los profesores Julio César Penagos y Rafael Aluni, “los mayores logros de la humanidad, son logros de la creatividad”, gracias a ella hemos revolucionado al mundo.

La facultad que tenemos de cambiar las cosas a través de la creación e innovación está presente en cada una de nosotros, y es clave para descifrar soluciones a los constantes cambios y retos que se nos presentan.

El arte y la cultura, por ejemplo, además de darnos identidad y sentido de pertenencia, pueden ser generadores de bienes y actividades económicamente productivas.

Es el caso de las artesanas aymaras en Bolivia, que si bien han utilizado sus habilidades de tejido para elaborar ropa, sombreros y mantas como parte de sus tradiciones culturales; hoy usan su experiencia para crear dispositivos útiles para el tratamiento de defectos cardíacos congénitos en niños.

El diseño de estas piezas se debe al cardiólogo Franz Freudenthal, las cuales son elaboradas manualmente con nitinol y duran toda la vida; no obstante, su intrincada fabricación solamente es posible gracias a la herencia cultural de un tejido ancestral basado en la “chakana” o cruz andina, que no ha podido ser replicado por máquinas.

economia creativa
Imagen: Souls Designs.

La “economía creativa” o “naranja”, como también se le conoce, ha sido descrita como el conjunto de actividades a través de las cuales las ideas se transforman en bienes y servicios culturales e innovadores, cuyo valor podría estar protegido por derechos de propiedad intelectual.

Este concepto incluye a la economía cultural (artes visuales y escénicas); a las industrias culturales (artesanales, audiovisuales, editoriales y fotográficas); a las creaciones funcionales (diseño de interiores, artes gráficas, ilustración, joyería, videojuegos, publicidad y moda), y a las actividades de apoyo creativo (marketing, diseño de productos o de empaques).

De acuerdo con cifras del INEGI durante 2019, el sector de la cultura significó el 3.1% del PIB nacional. En el mismo año, el gasto en bienes y servicios culturales por parte de los hogares, el gobierno, las sociedades no financieras y los no residentes en el país, ascendió a 909 mil 864 millones de pesos.

Este 2021 ha sido declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible, la cual será esencial en el modelo económico del futuro.

La economía creativa busca generar desarrollo dando peso a las ideas, la innovación e imaginación con un enfoque de sostenibilidad; es decir, colmando las necesidades del presente sin comprometer a las generaciones que vienen; guardando equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social.

desarrollo en pandemia
Imagen: Business Standard.

El Foro Económico Mundial en su “Informe sobre el Futuro del Empleo 2020”, estima que, para 2025, un total de 85 millones de puestos de trabajo como los conocemos hoy desaparecerán, y que la creatividad figura entre las habilidades más necesarias en el mercado laboral para ese año.

En el contexto actual de crisis, no sólo sanitaria, sino laboral y financiera, como señala el BID, para aprovechar las bondades de la economía creativa y su valor, tanto cultural como comercial, será fundamental proporcionar la infraestructura necesaria y la capacitación que se requiera para fomentar nuevas habilidades.

La creatividad es un recurso de gran valor, pues retomando las palabras de Víctor Hugo, “lo que conduce y mueve al mundo no son las máquinas, sino las ideas”.

En este año que inicia, la economía creativa puede ofrecernos una nueva narrativa para construir un mejor futuro, que nos lleve a descubrir nuevas oportunidades de desarrollo, que ayuden a superar los difíciles escenarios que plantea la pandemia, con un sentido de empatía y protección a nuestro entorno, que es el único que tenemos para vivir.


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Cobertura sanitaria universal: el desafío de traducirla en realidad

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Hace unos meses fue muy sonado el caso de un norteamericano que libró una dura batalla para vencer al SARS-CoV-2. Si bien lo más importante era recuperar su salud, que es invaluable, los servicios y gastos hospitalarios para su tratamiento superaron el millón de dólares.

No obstante, gracias a que el Congreso estadounidense aprobó una partida presupuestaria de más de 100,000 millones de dólares para afrontar la actual pandemia, este hombre, al ser beneficiario del programa de asistencia sanitaria para mayores de 65 años Medicare, no tuvo que endeudarse para costear esta enorme suma de dinero.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha considerado que Estados miembros deben lograr una cobertura sanitaria universal; es decir, garantizar que todas las personas reciban los servicios de salud que necesiten, sin tener que pasar dificultades financieras.

De acuerdo con el “Reporte sobre el seguimiento de la cobertura sanitaria universal: Informe de seguimiento mundial de 2017” del Banco Mundial y la OMS, las regiones de Asia Oriental, América del Norte y Europa son las que obtuvieron las tasas más altas de cobertura en servicios básicos de salud, seguidas de América Latina, el Caribe y Oceanía, mientras que África Subsahariana y Asia Meridional tienen el valor de índice más bajo.

cobertura sanitaria
Imagen: Iruya.

En dicho informe también se señala que las familias que viven en Latinoamérica y en Asia incurren en mayor medida en “gastos de bolsillo”, es decir, absorben costos directos para recibir servicios de salud una vez atendidas sus necesidades alimentarias; destinando el 14.8% de su ingreso en el primer caso y el 12.8% en el segundo.

La COVID-19 ha puesto a prueba a los sistemas de salud en el mundo, incluyendo a países con economías estables. Por ejemplo, si bien el sistema de salud pública de Reino Unido es considerado de los más sólidos, de acuerdo con un estudio de 2014 de la Fundación Commonwealth; actualmente ocupa la quinta posición a nivel mundial por muertes a causa de esta enfermedad, con base en el Tablero COVID-19 del Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins.

Alcanzar una cobertura sanitaria universal ha sido un reto difícil de sortear, pero se convierte en un mayor desafío traducirla en realidad en tiempos de pandemia. Hoy más que nunca, requerimos que nuestros sistemas de salud se vuelvan resilientes; es decir, que tengan la capacidad de afrontar situaciones de crisis para responder con eficacia.

De ahí la importancia de diseñar estrategias y políticas públicas que garanticen el acceso a servicios de salud esenciales y adecuados para todas las personas; que aseguren la provisión de medicamentos y vacunas seguras, eficaces y asequibles; y que brinden protección contra riesgos financieros, como se plantea en el tercer objetivo de la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

cobertura vacuna
Imagen: Getty Images.

Con motivo del Día Internacional de la Cobertura Sanitaria Universal, 12 de diciembre, dada la difícil situación de salud que los mexicanos seguimos enfrentando porque la COVID-19 no cede, es fundamental que todos los sectores –público, privado y social–, actuemos de forma conjunta.

Por parte de las instituciones públicas, facilitando la mayor cobertura sanitaria posible, asegurado la efectividad y disponibilidad de vacunas de calidad, y brindando la información necesaria a la sociedad para saber qué hacer, para supervisar las decisiones que se adopten, y vigilar el uso de recursos para estos fines.

Por el lado de la ciudadanía, tomando conciencia del cuidado que debemos tener para no arriesgar a otras personas, ni a nosotros mismos, actuando con responsabilidad social.

No bajemos la guardia, si lo hacemos, la luz de la vida se apagará con un soplido, y perderemos o dejaremos a quienes más nos importan.

En estas fechas decembrinas, aprovecho este último artículo del año para desear a los lectores, junto con sus seres queridos, que tengan salud y bienestar, y que este 2021 podamos superar esta crisis, creciendo como personas, para lograr una mejor sociedad.


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Cultura de integridad pública, disolvente efectivo contra la corrupción

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La corrupción es un fenómeno complejo, presente en prácticamente todos los países, que ha logrado infiltrarse en los espacios civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales, arraigando la impunidad, debilitando la gobernabilidad y la democracia, socavando el Estado de Derecho y exacerbando la desigualdad.

En México, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2019 del INEGI, calcula que el costo total de la corrupción en el pago, trámite o solicitud de servicios públicos y otros contactos con autoridades fue aproximadamente de 12 mil 770 millones de pesos, lo que significó un aumento del 64.1% en comparación con 2017.

Según datos de 2019 del Fondo Monetario Internacional, se estima que los países menos corruptos recaudan 4% más del PIB en ingresos fiscales que aquellos con mayores niveles de corrupción.

combate a la corrupcion
Imagen: The Atlantic.

El problema ha sido de tal envergadura que la Asamblea de la ONU, en su Resolución 58/4 del 31 de octubre de 2003, por la que aprobó la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, estableció un día específico –el 9 de diciembre– para que cada año las personas sensibilicemos la responsabilidad que tenemos, junto con el Estado, en la prevención y combate contra este mal.

En este sentido, los gobiernos deben establecer políticas coordinadas y eficaces contra la corrupción que promuevan la participación de la sociedad y reflejen los principios de la buena gestión pública, la integridad, la transparencia y la rendición de cuentas.

Cada uno de estos componentes, junto con la garantía del derecho de acceso a la información, contribuyen a su erradicación en diferente medida. En el caso de la integridad pública entendida, en términos del Comité de Gobernanza Pública de la OCDE, como el posicionamiento consistente y la adhesión a valores éticos comunes, principios y normas destinadas a proteger, mantener y priorizar el interés público sobre el privado, es uno de los pilares centrales para contrarrestarla.

Mientras más personas actúen con probidad, rectitud y civilidad, y lo hagan convencidas de que anteponer el beneficio colectivo les favorece más en lo individual, la corrupción puede diluirse poco a poco.

En la Recomendación del Consejo de la OCDE sobre Integridad Pública 2017, se propone una visión estratégica para implementar dicho principio, a través de una política que tome en cuenta el contexto, que utilice un enfoque conductual y de gestión de riesgos, y que promueva una cultura de integridad en la sociedad.

contra la corrupcion
Imagen: Vior.

Dicha política debe considerar tres elementos: i) tener un sistema que reduzca las oportunidades para comportarse de forma corrupta, ii) cambiar la cultura para que la corrupción sea inaceptable socialmente; y iii) hacer que la gente se responsabilice de sus acciones, es decir, que rinda cuentas.

La misma OCDE ha sostenido que para construir una cultura de integridad pública se requieren definir valores éticos comunes a ser adoptados por todas las personas, tanto las que se dedican al servicio público, como las que son parte de los sectores privado y social, estableciendo, por ejemplo, códigos de conducta o de ética, e instrumentos que reduzcan la tolerancia a la violación de las leyes.

La incorporación de este tema en los programas de formación es fundamental, pues como decía Nelson Mandela, “la educación es el arma más poderosa que podemos utilizar para cambiar el mundo”.

Fomentar y afianzar una cultura de integridad pública en la sociedad mexicana, puede llegar a ser un disolvente efectivo contra la corrupción, por eso, es necesario cultivar en los estudiantes, desde temprana edad, el respeto y cumplimiento a las normas, y el rechazo y resistencia a actos contrarios a las mismas.


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Seguridad de la información: del estante a la nube

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Desde 1988, cada 30 de noviembre, se celebra el Día Internacional de la Seguridad de la Información, para generar conciencia sobre la importancia de su protección en los sistemas en los que obra.

Todas las personas en el mundo, para evitar los contagios de COVID-19, hemos permanecido lo más posible en aislamiento, lo cual ha llevado a desarrollar gran parte de nuestras tareas en el espacio digital.

De acuerdo con el Estudio de Cloud Computing en México 2020, del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la contingencia sanitaria ha dado lugar a cambios en nuestros hábitos, por ejemplo, el home office aumentó el consumo de aplicaciones de video conferencia en un 230%; Skype creció en 650% al tercer día de la cuarentena, y Webex y Zoom en un 430%; asimismo, otros consumos por streaming para entretenimiento (Flow, Netflix o Youtube) tuvieron un incremento de 20%.

Ante este escenario, la adopción de servicios en la nube ha cobrado relevancia, al facilitar las actividades de quienes pueden realizar sus tareas a distancia.

cloud, ciberseguridad
Imagen: Global Media IT.

El cómputo en la nube (cloud computing) se refiere a servicios prestados por medio de internet, bajo demanda del usuario y desde una ubicación remota. Este concepto describe una red mundial de servidores remotos, que están conectados para funcionar como un único ecosistema, diseñado para almacenar y administrar datos, ejecutar aplicaciones, y entregar contenidos o servicios.

En el citado estudio del IFT, se destaca que la nube, las redes de fibra óptica y las tecnologías que habiliten los servicios de alta velocidad, serán los tres factores que permitan materializar la transformación digital y la implementación de nuevas tecnologías, como la red 5G, el Internet de las cosas y la Inteligencia Artificial.

En ese sentido, la Agencia de la Unión Europea para la Ciberseguridad (ENISA) ha considerado que para que la computación en la nube logre todo su potencial debe garantizar la seguridad de la información, que implica tener la capacidad de proteger los activos sin importar su forma o medio en el que se encuentren, a través de medidas técnicas y organizativas orientadas a preservar la confidencialidad, integridad y disponibilidad de la información.

La Ley de Archivos de la Ciudad México, publicada en noviembre de este año, en concordancia con la legislación general en la materia, posibilita que las instituciones gestionen documentos de archivo electrónicos en un servicio de nube, que permita establecer altos controles de seguridad y privacidad de datos.

AI, Cybersecurity
Imagen: VentureBeat.

Para enfrenar los problemas de seguridad asociados con la computación en la nube, como la pérdida, alteración o filtración de información, es necesario que los proveedores aseguren que la infraestructura tenga blindajes suficientes, y que los usuarios fortalezcan los métodos de autenticación.

Algunas medidas de seguridad a tener presentes para hacer un uso de la nube de forma confiable son, por ejemplo, elegir contraseñas difíciles de adivinar, descargar aplicaciones y actualizaciones de sitios verificables, cifrar datos y analizar vulnerabilidades que permitan identificar debilidades en puntos susceptibles a ataques maliciosos.

Como afirmara el economista Muhammad Yunus “la tecnología es importante, pero lo único que realmente importa es qué hacemos con ella”. Si bien el cómputo en la nube permitirá almacenar grandes cantidades de datos en muy poco espacio, en vez de invertir en estantes para su conservación en físico; también es cierto que es fundamental cuidarlos en el tiempo, para lo cual se requiere contar con políticas de seguridad de la información que involucren a reguladores, proveedores y usuarios.


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Reformas “Olimpia”, freno a la ciberviolencia contra las mujeres

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Cada 25 de noviembre, nuestro calendario se pinta de naranja para tener presente el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se replica cada mes para recordarnos como sociedad, hasta que logremos internalizarlo, el rechazo a comportamientos abusivos hacia nosotras.

La violencia contra las mujeres es un retroceso a la igualdad, que muestra atroces manifestaciones que causan sufrimientos inexpresables y quebrantan vidas. Este fenómeno se ha extendido al especio virtual que, al no conocer fronteras, facilita y agrava su impacto.

En el Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias acerca de la violencia en línea contra las mujeres y las niñas desde la perspectiva de los derechos humanos, se define a la violencia digital contra la mujer como todo acto de violencia por razón de género cometido, con la asistencia, en parte o en su totalidad, del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), o agravado por su empleo, dirigido contra una mujer por el hecho de serlo, o que la afecta en forma desproporcionada.

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Imagen: iStock.

Las formas, frecuencia e intensidad de las agresiones ocurridas en línea hacen necesario reconocer y abordar la ciberviolencia de género como un tema prioritario.

De acuerdo con cifras del Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2019, del INEGI, son las mujeres quienes más sufren la violencia digital. El sector de usuarias de Internet de entre 20 y 29 años fue el más afectado por el ciberacoso, con un 36.4%, seguidas por aquellas que oscilaron entre los 12 y 19 años (32.7%). La situación de acoso que más aquejó a las mujeres fueron insinuaciones o propuestas sexuales (40.3%).

La gravedad y recurrencia de la violencia digital ha motivado la lucha de activistas e instituciones, para promover instrumentos jurídicos y políticas públicas para garantizar a las víctimas el acceso a la justicia.

En este impulso destaca la activista poblana, Olimpia Coral Melo Cruz, víctima de ciberviolencia, quien fue redactora de la iniciativa conocida como “Ley Olimpia” en su entidad, y promotora de ésta en los congresos estatales a nivel nacional, la cual se refiere a un conjunto de reformas legislativas que se orientan a reconocer la violencia en la red como un tipo de delito, imponiendo sanciones en caso de ser cometido.

A la fecha más de una veintena de entidades federativas en el país –entre ellas la Ciudad de México– han aprobado cambios normativos en este sentido.

ciberacoso
Imagen: Static.

A nivel federal, a principios de noviembre de este año, el Senado de la República aprobó por unanimidad, con 87 votos a favor –con su correspondiente devolución a la Cámara de Diputados–, el dictamen que modifica a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y el Código Penal Federal, para tipificar y sancionar la elaboración, distribución y publicación de contenido intimo sexual sin consentimiento o autorización, mediante el uso de TIC, plataformas de Internet o redes sociales, así como las agresiones en medios de comunicación, previendo penas de 3 a 6 años de prisión y multas de 500 a mil Unidades de Medida y Actualización (de 43 mil 440 a 86 mil 880 pesos).

Como sostuviera Helen Clark, quien fuera Administradora del PNUD, “la violencia contra las mujeres y las niñas es totalmente inaceptable, ya sea en la calle, en el hogar o en la autopista de la información”.

Las reformas “Olimpia” buscan ser un freno a la ciberviolencia que nuestras madres, hermanas, familiares, parejas, amigas, conocidas, o cualquier mujer puede sufrir, para que no seamos ignoradas, culpadas ni revictimizadas, y que estas conductas indignantes y degradantes sean erradicadas en nuestra vida.


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Nuevas formas de descubrir nuestro patrimonio mundial

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Ahora que las plataformas digitales se han convertido en una manera habitual para conectar con personas de otras latitudes, en esas conversaciones, surge el comentario sobre si se ha tenido la oportunidad de conocer tal o cual país, y con nostalgia soñamos con tener de nuevo, la posibilidad de visitar sitios no vistos.

Cuando me han preguntado sobre mi país, con convencimiento afirmo que se trata de un destino imperdible, que tiene magia en su cultura y tradiciones; que es megadiverso en sus ecosistemas; que tiene una comida inigualable; que sus zonas arqueológicas dan fe de su pasado, y que sus obras arquitectónicas muestran su desarrollo.

En palabras de la UNESCO, este conjunto de bienes culturales, naturales o mixtos que nos identifica, sobre los que construimos nuestra memoria colectiva e identidad, integran el patrimonio mundial.

De acuerdo con la Lista del Patrimonio Mundial, de 167 países que se han adherido a la “Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural”, a la fecha hay 1,121 bienes registrados (869 culturales, 213 naturales y 39 mixtos). En dicha relación, México ocupa la primera posición en Latinoamérica y el Caribe, y la séptima a nivel mundial, con 35 bienes: 27 culturales, 6 naturales y 2 mixtos.

patrimonio mexico

La Ciudad de México acoge cuatro de los sitios decretados como bienes culturales Patrimonio de la Humanidad: el Camino Real Tierra Adentro (2010); el Campus Central de mi máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México (2007); la Casa-Taller Luis Barragán (2004); y el Centro Histórico de México, junto con Xochimilco (1987).

Obtener la certificación de la UNESCO para que una expresión sea patrimonio de la humanidad, conlleva diversos beneficios como obtener financiación para su conservación; prestigio para los países ganadores de tal reconocimiento y, por ende, atraer al turismo, lo que impacta favorablemente en la economía.

En la edición 2019 del “Panorama del turismo internacional” de la Organización Mundial del Turismo (OMT), en 2018, México ocupó la séptima posición del ranking de los 10 países más visitados, lo que representó una derrama económica de 22,510 millones de dólares.

La pandemia ha afectado a los sitios patrimonio de la humanidad. Según datos de la UNESCO, para abril de 2020, el 89% de los países habían cerrado, total o parcialmente, estos sitios al público; mientras, de acuerdo con la OMT, para junio, hubo una disminución de 67 millones de viajeros en el mundo, lo que se tradujo en 80 mil millones de dólares de pérdida en ingresos por turismo, afectando sobre todo al sector cultural, que representa casi el 40% de dichos ingresos mundiales.

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Imagen: Times.

Ante este sombrío panorama, los gobiernos del mundo están reinventándose. A través de la Red de Ciudades Creativas creadas desde 2004, se destaca el potencial de la “economía creativa” para el desarrollo local y sostenible; por lo que, en marzo de 2020, se buscó aprender de las iniciativas realizadas por sus miembros, a través de herramientas digitales para enfrentar la pandemia y mejorar la vida de los habitantes.

En Argentina se lanzó la plataforma en línea “Cultura en Casa”, y en colaboración con la Ciudad de México la plataforma “Capital Cultural en Nuestra Casa”, que permiten que ambas ciudades brinden acceso a expresiones artísticas. También está el caso de la ciudad de Hangzhou en China, en la que se imparten cursos culturales en internet bajo el título “Aula de Artesanía y Artes en la nube” y se lleva el proyecto de aprendizaje “Maestro y Aprendiz” para varios oficios. Por su parte, la UNESCO, con el apoyo de Google Arts & Culture, promueve la difusión de la cultura en lo virtual con la campaña #ComparteNuestroPatrimonio.

Marcus Garvey, activista jamaiquino, afirmaba que “un pueblo sin el conocimiento de sus antecedentes, origen y cultura es como un árbol sin raíces”. Con motivo del Día Internacional del Patrimonio Mundial (16 de noviembre) que busca que valoremos las riquezas naturales y culturales, fundamentales para el desarrollo inclusivo y sostenible, démonos la oportunidad de explorar nuevas formas de descubrir nuestro patrimonio mundial, viajando a través de la red.


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Expulsando al acoso de nuestras aulas

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Aún con la pandemia, las escuelas en México han continuado su labor formativa con las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, trasladando sus actividades presenciales al espacio virtual, valiéndose de diversas tecnologías de la información y comunicación (TIC) para asegurar su derecho a la educación.

No obstante, ni las autoridades escolares ni el profesorado han sido los únicos que trascendieron las barreras físicas, sacando ventaja de las TIC, también lo han hecho los acosadores, colándose en los hogares de sus víctimas.

De acuerdo con el “Protocolo de actuación en situaciones de bullying”, elaborado por la UNICEF en 2015, el acoso escolar es una forma de violencia, discriminación y negación de derechos, que implica comportamientos de abuso efectuados de manera intencional y reiterada, por uno o varios estudiantes hacia otro u otros a quienes se perciben vulnerables o desprotegidos, por sus características o formas de vida (discapacidad, preferencia sexual, condición socioeconómica, entre otras).

ciberacoso
Imagen: Mimi N.

Cuando dicho acoso se realiza utilizando las TIC, a través de mensajes de texto, redes sociales, Internet, teléfonos móviles, chats, fotos o videos, estamos frente al denominado “ciberbullying”.

Basta conocer algunos de los datos contenidos en el Módulo sobre el Ciberacoso 2019 del INEGI, para comprender la magnitud de este problema. En México, el 23.9% de la población de 12 años y más que navegó en Internet en los últimos 12 meses fue objeto de ciberacoso, lo que representa 17.7 millones de personas (9.4 millones de mujeres y 8.3 millones de hombres). De ellos, el 10.4% fue acosado por un compañero(a) de trabajo o escuela.

Si bien es cierto que el ciberacoso existía antes de la crisis sanitaria, el confinamiento lo ha acentuado, ya que es a través de los dispositivos electrónicos que las chicas y chicos pueden relacionarse, estando conectados más tiempo.

Cada vez es más común leer noticias sobre violencia física y digital en el entorno escolar en contra de quienes contrajeron el virus o por el simple hecho de pertenecer a un determinado grupo racial.

Así, por ejemplo, de acuerdo con el reporte de abril de 2020, “Rising Levels of Hate Speech & Online Toxicity During This Time of Crisis” de L1ght, de diciembre de 2019 a marzo del presente año, los mensajes de odio en Twitter hacia China y personas de origen chino se incrementaron en un 900%, y hubo un aumento del 70% en los casos de incitación al odio entre niños y adolescentes en los chats.

acoso y pandemia
Imagen: NPR.

Cada primer jueves de noviembre conmemoramos el Día internacional contra la violencia y el acoso en la escuela, incluido el ciberacoso, cuya atención nos corresponde a todos, pues son realidades con efectos devastadores en la vida de millones de infantes y jóvenes, y en muchas ocasiones el origen de tragedias.

Garantizar que nuestra población estudiantil se desarrolle libremente y con dignidad, protegiendo su intimidad, privacidad y datos personales, es parte de los desafíos que tenemos que afrontar como sociedad en esta crisis.

Decía Benjamín Franklin que “educar en la igualdad y el respeto es educar contra la violencia”. Cada uno de nosotros puede contribuir a expulsar cualquier forma de acoso de nuestras aulas, sean virtuales o presenciales, no siendo indiferentes cuando seamos testigos de abusos, y tratando de ser mejores personas, preparándonos e informándonos para lograrlo.


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Ciudades resilientes para ser sostenibles

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Como nativa y habitante de nuestra gran Ciudad de México que integra un complejo mosaico de expresiones de riqueza, diversidad y contrastes, donde conviven distintas realidades, no podía dejar de escribir sobre ella en el marco del Día Mundial de las Ciudades, que tuvo lugar el pasado 31 de octubre.

Como en muchos ámbitos, la pandemia del COVID-19, que parece no tener fin, ha trastocado las dinámicas de los entornos citadinos y puesto en evidencia la necesidad de cambiar la forma en que vivimos y nuestra relación con el medio ambiente si queremos seguir existiendo.

El Plan de Respuesta COVID-19 de ONU Hábitat de 2020 confirma que más de 1,430 ciudades en 210 países se vieron afectadas por esta enfermedad, y que más del 95% de los casos se detectaron en áreas urbanas.

En este contexto sanitario, se agravan los problemas de las capitales como la exclusión y marginación, la inseguridad, los asentamientos humanos irregulares, la violencia, la pobreza y la desigualdad. Se alteran los roles en las familias, sobrecargando a las mujeres que han sido las más afectadas, y se plantean mayores retos de cobertura y calidad en la prestación de servicios.

nueva realidad
Ilustración: Nick Muncy.

Cuando se presentan fenómenos naturales o provocados por el hombre que impactan severamente, las ciudades tienen que volverse resilientes; es decir, ser capaces de adaptarse y continuar; de evaluar, planear y actuar, con responsabilidad, para sortear todo tipo de obstáculos. Significa que puedan resistir y recuperarse de una crisis, estar preparadas para proteger y mejorar la vida de sus habitantes, y asegurar su desarrollo.

De acuerdo con datos de la ONU de 2019, se estima que la población mundial alcanzará 9.700 millones en 2050, y como se advertía en el World Cities Report 2016 de ONU Hábitat, el 54% de la población está en zona urbanas.

De ahí la importancia de diseñar ciudades inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles, como se plantea en el objetivo número 11 de la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Como parte de sus metas, se busca que las ciudades adopten políticas y acciones que reduzcan el impacto ambiental mediante una adecuada gestión de desechos, o a través de la construcción de espacios verdes, seguros y accesibles, sobre todo para grupos vulnerables; que se planifiquen los asentamientos urbanos; que los recursos se usen con eficiencia, que se garanticen los servicios; y se generen protocolos contra desastres.

ciudades resilientes
Imagen: Ensia.

Las tecnologías de la información y de la comunicación y otros medios pueden contribuir a mejorar el entorno, los servicios y la atención de necesidades. Ejemplos de ello, son: i) el edificio de oficinas Plus-Energie Bürohochhaus en Austria, que devuelve a la red eléctrica más energía de la que usa, ii) el sistema de abastecimiento de agua de Bombay en India, que ha propiciado una reducción del 50% de las fugas, mediante el uso de contadores inteligentes que se controlan a distancia, o iii) o el huerto urbano que está siendo desarrollado en París por el despacho Valode & Pistre que, valiéndose de una técnica avanzada de hidroponía, pretende alimentar a parte del pueblo francés de manera sostenible.

Cecilia Goya de Riviello, Directora General de Natura, afirmaba que “ser sustentable no es sólo lavar las culpas ni sólo cuidar el medioambiente, sino ser socialmente justo, ser responsable por todo lo que está en mi ámbito de acción, y a partir de ello, también ser económicamente viable”.

Ésta es justo la visión que debe guiar a las grandes urbes, como la Ciudad de México, para que, de forma resiliente, supere las adversidades, y oriente su andar hacia un crecimiento sostenible.


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