Construcción Ciudadana

Pandemia de violencia

Lectura: 3 minutos

Sin quitarle al COVID-19 su enorme impacto en nuestras vidas y en nuestro futuro inmediato, hemos sufrido de una enfermedad igual, o peor, en la forma de la violencia y el crimen en todas sus manifestaciones.

Particularmente la semana pasada y el inicio de ésta han sido periodos aciagos en materia de inseguridad y los efectos que provoca en una sociedad, tristemente, acostumbrada ya a la impunidad y al delito.

Con las consecuencias de una serie de masacres ocurridas en Sonora y Oaxaca, además del asesinato cobarde de un juez y su esposa, llegamos al viernes pasado para atestiguar un atentado en contra del secretario de Seguridad Ciudadana de la capital del país, Omar García Harfuch, en un operativo criminal no visto antes en la Ciudad de México y menos en contra de un funcionario de tan alto perfil.

El despliegue de células organizadas con armamento de guerra, logística, vehículos y una planeación que no se puede explicar sin colaboración interna, trajo al corazón del país escenas que sólo habíamos visto en puntos de nuestra nación ya convulsionados por la violencia y que demostraban lo lejos que todavía estamos de alcanzar la paz y la tranquilidad que tanto demandamos.

pandemia violencia
Ilustración: Jeff Gomez.

La aparición pública de líderes de cárteles, así como las ineficiencias de autoridades y jueces para fincar responsabilidades a presuntos responsables de delitos, involucrados con los primeros, y hasta la detención de otros criminales a quienes se les atribuyen horrores como la desaparición de 43 jóvenes, nos obliga a reflexionar que, con o sin coronavirus, el problema de la falta de seguridad seguirá siendo un talón de Aquiles para el cambio verdadero de la República.

Coincide con el primer aniversario de la creación de la Guardia Nacional, un cuerpo de seguridad cuyo despliegue a lo largo del territorio nacional aún deja muchos más pendientes que resultados, aunque debemos reconocer avances en ciertas áreas de combate al crimen, como el tráfico de combustibles, el robo en carretera y una marginal contención de algunos crímenes que mantienen baja la cifra negra como el robo a vehículos, en tanto que los homicidios dolosos se estancan o aumentan irremediablemente.

Como si el semáforo de la pandemia no fuera suficiente, el semáforo de la inseguridad pareciera mantener no ya el color rojo intenso, sino violeta, sin importar la aparición de un contagioso virus que detuvo al mundo, pero no a quienes en estos momentos atacan, atracan, y viven de la ilegalidad; una industria que se hizo incontrolable después de décadas de complicidades, tolerancia, corrupción e impunidad.

Entramos en el segundo tercio del sexenio y los números de los delitos que se cometen todos los días se mantienen altos, a la par de que no hay señales claras de que las detenciones, los procesos judiciales y las sentencias crezcan gracias a la coordinación de autoridades y la eficiencia de los cuerpos policíacos estatales o municipales.

Regiones enteras del país están sometidas a los intereses de grupos criminales que no piensan dejar su negocio en poco tiempo, y si para ello es necesario subir el nivel de violencia en contra de quienes les cierran el paso, lo harán sin ningún miramiento; de ese tamaño es el poder económico que está en juego.

violencia a mano armada
Ilustración: Curt Melo.

Mientras tanto, los ciudadanos nos preparamos lo mejor posible para entrar en una nueva realidad, pero con los viejos problemas de siempre, lo que hará más difícil que salgamos de la crisis económica y de empleo que ha traído la crisis sanitaria.

Advierto, sin embargo, que no creo que haya un engrosamiento de las filas de las organizaciones criminales, no funciona así, pero muchos jóvenes sí podrían ser enganchados con dinero fácil para entrar a los primeros escalafones del delito, mucho más si las bandas les confirman que hay espacio para prosperar por los errores y la complicidad de quienes tienen la tarea de defendernos.

No obstante, el papel de la ciudadanía es más importante que nunca para lograr un descenso considerable del crimen organizado (que es todo) si le damos su lugar a los buenos policías, los buenos guardias nacionales, y denunciamos cualquier incidente que afecte nuestro bien vivir.

Recuperaremos poco a poco cierta movilidad y eso podría dar a los delincuentes la falsa impresión de que pueden volver a las andadas sin que opongamos resistencia. Es el peor mensaje que podemos enviar como una sociedad que debe actuar como una sola y aprovechar las nuevas condiciones de convivencia para prevenir, apoyar y colaborar con las buenas autoridades, que sí las hay.


También te puede interesar: Hacia adelante, pero juntos.

Hacia adelante, pero juntos

Lectura: 3 minutos

Entramos a una quincena más en la que tenemos más dudas que certezas sobre lo que viene en el futuro inmediato. Los contagios siguen subiendo y, aunque se ha recuperado movilidad parcial, la pandemia sigue su avance cobrando vidas, empleos y negocios completos. A pesar de las evidencias, aún hay muchas personas que no creen en la prevención y se arriesgan a retornar a una vida que, tristemente, ya no existe.

Como individuos, siempre confiamos en que vendrá algo mejor para nosotros y para los nuestros, que avanzaremos en contra de los obstáculos y terminaremos en condiciones más favorables que antes, sin embargo, la historia demuestra que también podemos retroceder, porque el comportamiento humano no necesariamente va hacia adelante en todas las ocasiones.

Incluso algunos aspectos pueden mejorar mientras otros se rezagan a un mismo tiempo, ya que no todos los avances sociales son uniformes, ni su comportamiento homogéneo. Nuestra aspiración puede ser distinta, pero la realidad es que, si no nos comportamos como una sola sociedad, puede haber retrocesos, estancamientos, a la par de adelantos menores.

Y es, precisamente, porque la vida no es lineal y tampoco avanza hacia el progreso de manera irreversible. Muchos episodios nos han confirmado que, así como podemos tener épocas de grandes descubrimientos, también pueden cometerse las peores atrocidades a partir de los errores en la toma de decisiones.

union
Ilustración: Li Min.

Viajar a la Luna, por ejemplo, representa el crecimiento científico de nuestra especie y cristaliza nuestro deseo de explorar y descubrir qué hay más allá de nuestro planeta, pero contrasta gravemente con la forma en que hemos deteriorado a la Tierra y palidece cuando un virus microscópico puede frenarnos en seco, porque no contamos con medicamentos o vacuna para combatirlo. No sólo eso, es irónico que mientras podemos expandir los horizontes hacia el espacio, fracasemos para que la mayoría de la población pueda estar sana, bien alimentada y segura.

Tal vez habíamos olvidado que somos invitados y no dueños del planeta, que existen otros organismos que, sin importar su tamaño, pueden hacerse un lugar en la manera en que se desarrolla la vida en este mundo. En resumen, es probable que en la cotidianeidad a la que nos acostumbramos no cabía nadie más allá de nosotros, hasta que tuvimos que encerrarnos para comprender que sólo juntos, unidos, podemos superar amenazas que están ahí constantemente, pero que no veíamos.

Así que el reto ahora es mantener lo poco que hemos logrado y tratar de evitar dar marcha atrás, porque es posible un retroceso si no nos hacemos conscientes de que el tejido social se construye con base en hábitos, comportamientos y costumbres, que permiten el buen y bien vivir de la mayoría, con condiciones dignas que dan paso al desarrollo y a oportunidades para quien se esfuerza más. De la misma forma, implica un sentido de la solidaridad basado en ayudar a quien lo necesita, por la simple razón de que eso me ayuda a mí y a los míos. Los ejemplos más destacados de sociedades equilibradas son aquellas que encuentran el balance entre obligaciones, derechos, y comportamientos comunitarios que benefician cada aspecto de su vida diaria.

pandemia
Ilustración: NPR.

No quiero ser aguafiestas, pero conforme pasa el tiempo de la pandemia, observo que la incertidumbre, la confusión y los intereses ajenos a la mayoría, vengan de donde vengan, se apoderan de nuestras preocupaciones y expectativas. Tanto ruido ha generado una pérdida paulatina de la confianza, otra vez, en instituciones públicas y privadas, líderes, opciones políticas y gobiernos de todos los niveles.

Esto sucede en el peor momento posible, cuando debemos regresar a movernos con sana distancia y a cuidarnos en las calles de la enfermedad, al tiempo que seguimos con los problemas de siempre en materia de seguridad, salud, educación y, peor, economía.

Es una condición física que, si una fuerza más grande empuja a un objeto en una dirección, puede moverlo o cambiar su curso; en ese sentido debemos preguntarnos si lo que hacemos hoy, y hemos hecho desde hace tres meses, ha sido empujar hacia adelante o hacia atrás. Ahí reside el rumbo que tomaremos el resto de este año y los próximos, un cambio que será tan fácil o tan difícil como nosotros queramos.


También te puede interesar: No dividirnos, no dividir.

No dividirnos, no dividir

Lectura: 3 minutos

Por más que los intereses políticos, ya en competencia para el año entrante, a pesar de la pandemia, busquen dividirnos, como sociedad debemos evitarlo a toda costa. No se trata de preferencias, ni de ideologías, sino de la necesidad que tendrá el país de una sociedad unida para enfrentar las consecuencias que traerá el coronavirus en México y en el mundo.

Primero, es importante entender que no estamos aislados del resto del planeta y que la única prosperidad posible es la que genera riqueza, inversión y empleos dignos. Esas condiciones no aparecen por generación espontánea y menos en un entorno de división social como la que parecen impulsar intereses en contra y a favor de un gobierno elegido, no lo olvidemos, por una amplia mayoría en 2018.

Sin embargo, esta politiquería que ocupa, cada vez con mayor frecuencia, grandes espacios del debate público, no puede distraernos de los retos que ya están frente a nosotros. De inicio, la recuperación económica reside en la convicción civil de ayudar, apoyar y hasta invertir en las medianas y pequeñas empresas que aportan la mayoría de los puestos de trabajo que serán vitales para que mucha gente pueda sobrellevar el impacto de la pandemia.

recuperacion economica
Ilustración: Headtopics.

En un segundo plano, los ciudadanos tendremos que construir una cultura de la prevención de manera acelerada, porque la violencia –presente durante todo el periodo de confinamiento–, se sumará al virus y es posible que registre aumentos relevantes ante la movilidad restringida, la falta de oportunidades y la urgencia de dinero rápido y fácil que siempre son elementos de enganche de la delincuencia para incorporar jóvenes y adultos a sus filas.

Entretanto, seguiremos a la espera de una vacuna o de un tratamiento efectivo contra el COVID-19, lo que representará nuevos desafíos de organización, de uso de los recursos naturales –en particular del agua, indispensable para frenar los contagios– y de colaboración con muchas partes del país en donde puede haber carencias, en comparación con los centros urbanos que concentran la actividad comercial y la población.

Si los políticos nacionales creen que estaremos demasiado pendientes de sus posturas, deben revisar de nuevo. Uno de los puntos que más han alejado a los ciudadanos de partidos y otros actores, es precisamente su falta de empatía y conexión con la gente y hoy estamos concentrados en cómo superar en lo inmediato esta emergencia sanitaria y no en sus intenciones para el año entrante.

Eso no quiere decir que debemos ignorar lo que hacen nuestros representantes populares o nuestros gobiernos, al contrario, éste es el tiempo justo en el que debemos exigir una rendición de cuentas constante para conocer las acciones y las medidas que funcionarán en un lapso tan complejo como éste.

inequidad
Ilustración: Harvard Sociology.

Y en cuanto podamos regresar a una cierta facilidad de movimiento, ya con la esperada vacuna y los medicamentos efectivos contra el coronavirus, no podemos regresar a los mismos rezagos de antes u olvidar lo que hemos, debimos, haber aprendido durante más de cien días en aislamiento social.

Porque, de esta crisis, debemos salir mucho mejor preparados como ciudadanos y con un sentido de cooperación y de exigencia de resultados mucho mayor, a como entramos a ella, sino de nada habrá servido tanto esfuerzo, malestar, pérdida de vidas valiosas ante la enfermedad, de trabajo y del sustento familiar.

Y una de las condiciones fundamentales para que este tiempo cuente para relanzar a México como el país que merecemos es no perder el foco sobre lo que es importante. Lo mismo que los espacios públicos, la esfera política y electoral pertenece a la gente, no sólo a los políticos, y ahí es donde debemos ocupar el papel que nos corresponde para no dejarnos intimidar, engañar o llenar de noticias falsas, otro virus que no hemos podido domar todavía.


También te puede interesar: Balance para una nueva realidad.

Balance para una nueva realidad

Lectura: 4 minutos

Igual que la crisis provocada por la pandemia de coronavirus, la posible recuperación será variada y no llegará de manera uniforme para todas las ramas de la economía, como tampoco lo hará en nuestra vida cotidiana antes de esta contingencia.

Una nueva realidad emergerá, y si queremos que ésta sea mejor, tenemos que enfocarnos en equilibrar muchos de los aspectos que formaban parte de esa normalidad que no regresará nunca más.

De acuerdo con los pronósticos de especialistas y de autoridades, recuperar la movilidad como estábamos acostumbrados no será posible en el corto plazo, es decir, mientras el transporte público sea un foco de probable y permanente contagio, necesitaremos echar mano de otras opciones para ir de un sitio a otro, sobre todo cuando las actividades en oficinas y negocios empiecen a liberarse.

Si revisamos las cifras y las estadísticas al respecto, la mayor concentración poblacional en la Ciudad de México en horario de oficina (8 a 6 de la tarde) se ubica en dos alcaldías, Miguel Hidalgo y Cuauhtémoc, que además son vecinas, con una población flotante de casi 5 millones y medio de personas, entre empleadas y empleados, negocios, edificios públicos, oficinas privadas, centros comerciales y de entretenimiento, además de parques y espacios comunes.

la nueva realidad
Ilustración: Anuj Shrestha.

El crecimiento, por ejemplo, de Paseo de la Reforma y su conexión en las mañanas y tardes con el área de Santa Fe, entre las alcaldías de Álvaro Obregón y Cuajimalpa, extiende esta concentración del total de la población flotante y residente de la capital del país, la cual se ubica en casi 9 millones de habitantes –que viven y duermen en la ciudad–, y otros 7 millones de visitantes, aproximadamente, que vienen todos los días por diferentes motivos, en particular del Estado de México y de otras entidades cercanas.

En un regreso que representará muchos retos, en particular para evitar la concentración de personas que buscan una manera de llegar a su trabajo o a su pequeño negocio, una opción que empieza a cobrar fuerza en otras ciudades del mundo es abrir más espacios para la circulación de la bicicleta. Lo comento porque orgullosamente soy uno de los primeros usuarios de Ecobici y he mantenido mi membresía de viajes cortos desde su nacimiento y hasta la fecha.

Cualquiera que haya acudido a un paseo dominical en bicicleta podrá darse cuenta que las distancias que separan a las zonas más concurridas de Miguel Hidalgo y de Cuauhtémoc no son amplias en número de kilómetros, y que existen varias opciones que conectan a los principales sitios de trabajo en ambos polos.

También que esa conexión se amplía hacia las alcaldías Benito Juárez, Iztacalco y Coyoacán, por un lado, y Gustavo A. Madero e Iztapalapa, las dos más grandes de la ciudad; tenemos avenidas y ejes viales que permiten la comunicación con la mayoría de las alcaldías y una buena decisión sería habilitarlas rápidamente para viajar en bicicleta, un medio de transporte que ayudaría a mantener la sana distancia y las medidas de higiene que necesitaremos aplicar el resto del año.

Luego viene la manera en que podríamos escalonar horarios y compartir nuestros automóviles para reducir el tráfico, con las previsiones de salud correspondientes. No podemos seguir apostando por una ciudad, ni por un país, que aumenten el uso del coche para evitar entrar en contacto con otras personas –poco más del 60% de los automóviles que circula, únicamente en la capital, es ocupado sólo por el conductor–, y aún ello no ayudaría a evitar nuevos brotes.

la nueva realidad
Ilustración: Prevention Web.

Después vendrá la convivencia y sus múltiples cambios, desde el número de comensales en un restaurante, hasta la ocupación parcial en los hoteles y en los eventos que se celebran en sus salones y espacios para llevar a cabo actividades de negocios y de capacitación. Son dos sectores que ya están avanzando mucho en el diseño de protocolos de seguridad, pero tendrán también que brindar la seguridad a sus usuarios y clientes de que son espacios sanitizados de manera constante, con medidas de prevención y con garantía de tranquilidad. No será sencillo.

En resumen, tendremos que encontrar formas nuevas para movernos de nuestro hogar a nuestro sitio de trabajo, innovar en la manera en que podremos ofrecer esparcimiento y condiciones para desempeñar muchas actividades al interior de instalaciones públicas y privadas, y aprovechar oportunidades que surjan para impulsar a los sectores de la economía que, antes de la pandemia, dependían del contacto directo con la gente.

Y, de nuevo, el enorme reto de establecer nuevos hábitos de higiene que detengan el contagio en tanto se cuenta con un tratamiento efectivo y una vacuna, la cual llevará el tiempo que dicta la ciencia hasta que surja y que no necesariamente obedece a la urgencia económica y, mucho menos, a la política.

Si podemos generar ese balance entre nuestras necesidades y nuestras obligaciones, a partir de la solidaridad, el respeto, el cuidado hacia otros, y buenas prácticas ciudadanas que nos permitan enfrentar las siguientes etapas de esta crisis sanitaria, habremos aprovechado esta delicada situación para mejorar, de lo contrario, regresaremos a los mismos problemas que nos agobiaban antes, aunque bajo una presión adicional que será proteger nuestra salud.

No desaprovechemos estos momentos para equilibrar y hacer que el balance sea nuestra nueva forma de vida.


También te puede interesar: Confianza en las Fuerzas Armadas.

Confianza en las Fuerzas Armadas

Lectura: 3 minutos

En el debate sobre la presencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública, es importante no olvidar que este cambio de estrategia en el gobierno federal reside también en un elemento indispensable para disminuir la violencia: la confianza que la sociedad tenga en los cuerpos de seguridad.

Entramos en el segundo año de esta administración, uno marcado por la pandemia más severa en fechas recientes, y el tiempo se agota para abatir el principal problema que teníamos los mexicanos hasta antes del coronavirus, la inseguridad, la cual no se detuvo de la misma forma en que el resto de las actividades normales en el país lo hicieron.

Bajo esa realidad, el gobierno de la república continúa en la misma ruta con dos objetivos que parecen primordiales: utilizar la respetabilidad de las Fuerzas Armadas para obtener el respaldo social muy necesario para aumentar las denuncias, la información de inteligencia y el rechazo ciudadano a la criminalidad, y la eficacia de su operación a partir de la figura del mando militar y su estricta disciplina.

Si, como se nos ha informado, el Ejército y la Marina pueden remodelar y equipar un hospital en una semana, entonces pueden con múltiples tareas, incluida la seguridad de los mexicanos, una labor que habían desempeñado de todos modos desde hace al menos dos sexenios sin un sustento legal claro o una fecha final que ya se estableció en principio para el final del actual gobierno.

apoyo a las fuerzas armadas
Fotografía: El recorte.

Sin embargo, al igual que cualquier otra institución, las Fuerzas Armadas pueden sufrir un desgaste acelerado si los resultados en seguridad pública no son los esperados y ese es un riesgo enorme, además de que relegan a los debilitados cuerpos policiacos locales y federales, muchos infiltrados por el crimen, evitando que puedan consolidarse como un cuerpo necesario, responsable de la paz y la tranquilidad.

En ese contexto, la Guardia Nacional puede surgir como el término medio de una estrategia que funcione y, por un lado, reflejar los valores de las Fuerzas Armadas, al mismo tiempo que genera una identidad propia para preparar a las y los nuevos policías que México requiere.

Pero hablamos de una situación de emergencia, que por su naturaleza va contra reloj y exige logros inmediatos, una presión que es fácil convertir en argumento político y no necesariamente en sistemas, buenas prácticas y casos de éxito técnico.

Un elemento podría inclinar la balanza y ayudar a que esta dirección que han tomado las autoridades obtenga dividendos, sin embargo, es uno que muchas administraciones han obviado o no le dieron importancia frente a lo monumental del reto: la confianza de la ciudadanía en sus fuerzas de seguridad.

confianza en las fuerzas armadas
Fotografía: Seguridad y defensa.

Si los ciudadanos acompañamos a la Guardia Nacional, la hacemos nuestra, a la par que a nuestras Fuerzas Armadas, entonces la base social del crimen se debilitará rápidamente, lo que dificultará mucho su operación, basada en la impunidad y en las complicidades. De lo contrario, seguiremos fomentando los enfrentamientos entre éstas y los delincuentes por el control de las calles y de los territorios en los que cometen sus crímenes.

Generar esta confianza significa corresponsabilidad, es decir, que cada actor social haga lo que le toca. La Guardia Nacional y los cuerpos de seguridad que sí cuentan con cierta confiabilidad tendrán que convencer a la sociedad mexicana de que merecen ese respaldo, mientras que nosotros los ciudadanos cumplimos con nuestras obligaciones de denunciar, rechazar la criminalidad y desarmarnos en todo el territorio nacional.

No obstante, es fundamental que los mexicanos contemos con vías seguras y confidenciales para denunciar cualquier evento que perjudique nuestro buen y bien vivir, sin ellas, el miedo y el desinterés de cooperar con unas autoridades de seguridad poco confiables hoy, hará muy lento el combate a la delincuencia organizada, que es toda.

El problema no será el decreto, que ya conocíamos y fue aprobado por mayoría legislativa desde el año pasado, ni la duración de este encargo para la Fuerzas Armadas, que por otro lado da certidumbre a un limbo en el que habían desempeñado tareas de seguridad pública, sin la ausencia de confianza para colaborar y coordinarnos con quienes deben garantizarnos tranquilidad. La apuesta es por la confianza, sustentada en el prestigio de nuestras Fuerzas Armadas para detener la violencia y eso sólo se logra con el acompañamiento de la sociedad en su conjunto.


También te puede interesar: Hablemos de salud mental.

Hablemos de salud mental

Lectura: 4 minutos

#HablemosDeSaludMental

Una de las crisis adicionales que se avecina será la de salud mental y no estamos preparados para ella, ni contamos con los especialistas suficientes o las instalaciones necesarias para enfrentarla.

Igual que ha sucedido con la pandemia que hoy nos mantiene en nuestras casas, durante muchos años gobiernos e instituciones privadas han obviado la salud mental de la misma forma en que lo han hecho con la física, y en momentos inéditos como los actuales, las carencias del sistema sanitario se han hecho evidentes.

No es novedad que el aislamiento social y el confinamiento, voluntario o forzado, afecta eventualmente el estado emocional y las conductas de cualquier individuo, lo que puede derivar en padecimientos psicológicos diversos y en depresión en diferentes grados, que son actualmente condiciones sanitarias que afectan a millones de mexicanas y mexicanos.

salud mental con pandemia
Ilustración: The Daily Best.

Como nadie pudo prepararnos para un escenario de contingencia, todavía no sabemos cuál será el impacto psicológico de estas semanas que nos hemos quedado en casa. El tiempo que tardamos en elaborar nuevas rutinas, adaptar nuestras actividades al encierro y hasta desarrollar nuevos hábitos comunitarios con nuestra propia familia, influirán en la forma en que podremos mantener una salud mental óptima, lista para volverse a ajustar una vez que podamos salir nuevamente, aunque bajo medidas de separación y de prevención que jamás hemos vivido en México.

Por eso, en esta semana, Twitter lanzó una iniciativa con el hashtag #HablemosDeSaludMental no sólo como una conmemoración del día en que recordamos la importancia de mantener un buen estado emocional, al mismo tiempo y con la misma relevancia de contar con un buen estado físico, sino también por la necesidad de prestarle atención a muchos factores de tensión y ansiedad que nos afectan en esta crisis y que pueden provocar consecuencias sociales que aún no podemos anticipar.

Tomemos un ejemplo: los homicidios dolosos que no parecen frenarse ni con el COVID-19. Durante casi una década, hasta 2017 donde empezó un cambio leve en la tendencia, 8 de cada 10 crímenes de este tipo eran entre ciudadanos por riñas, venganzas personales, y motivos pasionales. Hoy estos números se encuentran en una proporción de 6 a 7 de cada 10, lo que deja sólo tres homicidios a manos de la delincuencia.

encierro y violencia en pandemia
Ilustración: Florencia Capella (Agencia Presentes).

Existen varios elementos que detonan la violencia, pero en el caso de los homicidios son dos los que aparecen de manera casi absoluta: abuso en el consumo de alcohol y violencia social, con antecedentes de agresión a la pareja, a la familia o a cualquier persona alrededor. Otro factor presente en la mayoría de los homicidios entre particulares eran las disputas de fin de semana por los resultados de la liga de futbol, pero como no tenemos  torneo desde hace dos meses, es poco probable que ésa sea una afirmación que pueda sostenerse.

La mezcla de armas de fuego en casa, con el alcohol y la violencia cotidiana, representa a la fecha, la mayoría de los asesinatos que se cometen diariamente y que, en los últimos tres meses, han sido la causa de que sean considerados como los más violentos en periodos iguales.

¿Qué piensan de nosotros los delincuentes cuando entienden que somos tan violentos como ellos y por razones que no son las del simple negocio? Ésa es una reflexión que todavía no procesamos adecuadamente en la sociedad mexicana y seguimos tratando de convencernos que somos ciudadanos pacíficos y controlados, cuando en realidad podemos estallar de la misma forma que el peor de los asesinos si se nos dan las herramientas (armas) y las excusas (la violencia) para atacar a otro ciudadano.

lo que escuchamos en pandemia
Ilustración: Eduard Taberner Pérez (Vice).

Ahora, traslademos esa realidad que ya existía a un contexto nuevo, inesperado, que seguramente tendremos en cuanto podamos regresar a ciertas actividades públicas. ¿Cuántos problemas emocionales llevaremos a las calles, al trabajo y con cuántos regresaremos a casa, después de que terminemos horarios laborales cargados de ansiedad porque debemos estar con cubrebocas y alejados para evitar un contagio? Y si eso no ocurre, ¿porque, tristemente, perdemos nuestro empleo o negocio?

Así que #HablemosDeSaludMental y empecemos a prepararnos mentalmente para recuperar nuestra salud emocional, y si no podemos hacerlo por cualquier razón, marca 551185-7555 o manda un mensaje directo al 552323-0303 para entrar en contacto gratuito con un profesional de Confianza e Impulso Ciudadano (@ConfianzaMx) y recibir primeros auxilios psicológicos.

Lo que hagamos por nuestra salud mental ahora nos permitirá seguir adelante en los siguientes meses de esta pandemia y durante mucho tiempo más en que la incertidumbre será parte de nosotros y de nuestra vida cotidiana.


También puede interesarte: Ni el coronavirus disminuye el crimen y la delincuencia.

Vivir en el presente, un paso a la vez

Lectura: 2 minutos

Cualquier especialista en psicología, en cuidados emocionales, recomienda que en episodios de mucha ansiedad, como los que estamos viviendo ahora, debemos concentrarnos en el presente y en fijarnos metas a corto plazo, es decir: nada de planes.

Ya vemos en muchas redes sociales que muchos de nosotros estamos pensando en qué haremos después de junio, a dónde viajaremos, cuántas fiestas y reuniones vamos a tener.

Sin embargo, en cada ocasión en que la humanidad ha tenido que detenerse en seco por una pandemia o enfocarse en una terrible guerra, al final se han hecho grandes celebraciones que lo único que logran es hacernos olvidar muy pronto la angustia, el miedo y la ansiedad previas.

vivir en el presente
Ilustración: Adrien Kulig.

Cualquier sobreviviente, de una enfermedad, de una epidemia, de un conflicto armado, lo primero que te comparte es que debemos hacer un uso inteligente del tiempo, ir de momento en momento, un día a la vez como decimos, para ilustrar que superar problemas sociales y crisis sanitarias es una carrera de resistencia, mezclada con obstáculos, nunca una competencia de velocidad.

El pico de la pandemia que nos afecta empezará apenas la próxima semana y durará unas cinco más probablemente.

Aun cuando podamos volver a las calles para finales de mayo o principios de junio, regresaremos a un país completamente distinto al que conocimos, porque las medidas de sana distancia y la higiene deberán ser permanentes, es decir, acostumbrémonos a vivir con las previsiones indispensables para no infectarnos de coronavirus, porque no se va a ir pronto de nuestras vidas.

Y justo cuando pensemos que hemos librado lo peor, debemos prepararnos para un nuevo brote en diciembre que se una al estacional de la influenza.

Así que vayamos con calma, ocupemos el tiempo, la energía, la voluntad personal y la higiene física y mental para vivir un día a la vez.

vivir en el presente
Ilustración: Karim Abdelmageed.

El futuro es y seguirá siendo incierto, así que lo mejor que podemos hacer es trazarnos metas alcanzables, que nos permitan resolver problemas inmediatos y urgentes, y concentrarnos en nuestras familias, en nuestro trabajo a distancia y en todo aquello que nos permita ayudar a otros en estas condiciones.

Las recomendaciones son: 1) Metas alcanzables que nos permitan resolver problemas inmediatos; 2) Tu salud física y bienestar emocional es lo primero; 3) Cuida a tu familia inmediata; 4) Cuida a tu círculo cercano –vecinos, compañeros, colaboradores, empleados–, a tu comunidad 5) No pierdas el sentido del humor; 6) Expresa tus sentimientos y emociones. ¡Háblalo!, ¡háblalo!

Viktor Frankl dice: Si la situación es buena, ¡disfrútala! Si la situación es mala, ¡transfórmala! Si la situación no la puedes transformar, ¡transfórmate!


También te puede interesar: Encontremos nuestro propósito.

Encontremos nuestro propósito

Lectura: 3 minutos

Entramos a la fase más delicada de esta pandemia que nos ha cambiado la vida por completo y hoy, más que nunca, mantenernos en casa, aislados, es una cuestión de salud o de grave enfermedad.

En estas condiciones creo que empezamos a sentir que muchas cosas pierden sentido: el tiempo, las rutinas que teníamos, la vestimenta o hasta la higiene personal, pero aquí no perder la brújula será la diferencia para superar esta crisis y las que vengan.

Por eso es importante pensar en el presente, resolver lo que podemos ahora, reforzar nuestros lazos familiares y de amistad vía remota, y reflexionar sobre cómo podemos aprovechar el tiempo que tenemos en las manos.

sin proposito
Ilustración: Brett Ryder.

Si ya nos sentimos aburridos o desesperados tomemos en cuenta que nuestras vidas muchas veces son un camino de superación de obstáculos y que esas hazañas que hoy apreciamos a través de las enfermeras, los doctores, los policías o los bomberos, entre muchos auténticos héroes durante esta pandemia, son realizadas por personas igual a nosotros y que las han venido haciendo mucho antes de que surgiera este tipo de coronavirus.

Reconocer que somos capaces de sobrepasar lo que parece imposible es un rasgo de la especie humana. También lo es rectificar y mejorar todo aquello que nos impedía tener un buen y bien vivir; esa oportunidad la tenemos ahora que debemos quedarnos en casa.

Aquí es donde pensar de manera diferente para inspirar, crear, prevenir y construir liderazgo, se vuelven actividades que cualquiera puede hacer empezando consigo mismo y extendiéndolo a la familia, a los amigos, a nuestra comunidad inmediata.

Muchas de las grandes ideas, de los conceptos que transforman nuestra existencia, surgen de los momentos más complicados. Lo que muchos podían considerar impensable en tiempos de calma y estabilidad, se convierte en el cimiento de nuevas formas de pensar y de actuar que nos ayudan a vivir en mejores condiciones.

union social
Ilustración: Quartz.

Sin embargo, no es sencillo; la historia de nuestras comunidades así lo demuestra, porque la resistencia al cambio es poderosa y, sobre todo, brinda comodidad. Salir de nuestra zona de confort nunca es fácil, ya que nos da una falsa sensación de seguridad, aunque nada en esta vida lo sea.

Hoy enfrentamos un reto enorme, semejante sólo a lo que algunos de nuestros abuelos vivieron y que en muchas partes de nuestra historia está relatado: peligros que nos acechan e impulsan al mismo tiempo a encontrar maneras en las que podamos aportar en beneficio de la mayoría.

Una frase que escuché hace poco pone el ejemplo del que hablamos: “si no sabes para qué vives, todavía no has vivido” (Rav Noaj Weinberg). Hallar sentido es primordial para atravesar por estos momentos, y si ya sentimos que esta situación inédita nos rebasa, pidamos ayuda y cambiemos malos hábitos.

Para ello reiteramos constantemente que tenemos a disposición de todos el 5511-8575-55, la línea de auxilios emocionales de Confianza e Impulso Ciudadano A.C., sus redes sociales y vía WhatsApp el 55-2323-0303.


También te puede interesar: El entorno del proceso pandémico (3ª Parte)