Pensar en el futuro

In memoriam, Guillermo Soberón, exrector de la UNAM

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El doctor Guillermo Soberón falleció el 12 de octubre de 2020. Fue Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1973 a 1981 y más tarde Secretario de Salud de 1982 a 1988 durante el gobierno del presidente Miguel de la Madrid. En ambas responsabilidades dejó un importante legado tanto a la educación superior y la investigación académica como en materia de Salud Pública y en la formación de cuadros de excelencia en esa rama de la administración pública. Soberón fue también un destacado científico y dejó una importante huella en diversos ámbitos.

Guillermo Soberón Acevedo nació en Iguala, Guerrero en 1925. Obtuvo el título de Médico Cirujano, egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM. Más tarde obtuvo el doctorado en Fisiología en la Universidad de Wisconsin. Se dedicó a la vida académica y fue director del Instituto de Investigaciones Biomédicas, así como posteriormente Coordinador de Ciencias de la UNAM. Tomó posesión de la Rectoría de la UNAM en el contexto de una profunda crisis política que padecía la Universidad. Supo conducir a la UNAM por el camino de la recuperación de la institucionalidad, enfrentar a violentos grupos políticos radicales, varios de ellos estimulados por agendas externas a la Universidad. Durante su gestión la UNAM retomó en varias áreas la senda de la excelencia académica y de la preservación de las libertades de cátedra e investigación.

El nombre de Guillermo Soberón queda así asociado al de los más distinguidos mexicanos que han ocupado la responsabilidad de conducir a la Universidad en tiempos difíciles. En la primera mitad del siglo XX cabe referir, además de Justo Sierra, el fundador de la Universidad Nacional contemporánea, los de José Vasconcelos, Antonio Caso, Manuel Gómez Morín, Ignacio García Téllez, Mario de la Cueva, Alfonso Caso, Gustavo Baz Prada y Salvador Zubirán, por mencionar sólo a algunos. En la segunda mitad de la centuria pasada cabe referir a Nabor Carrillo Flores, eminencia mundial en mecánica de suelos, al brillante cardiólogo Ignacio Chávez, así como a Javier Barros Sierra, a quien le correspondió ser Rector de la Universidad en los difíciles días de 1968, y a Pablo González Casanova, su inmediato predecesor.

Guillermo Soberón Acevedo
Imagen: NRT México.

La Universidad Nacional Autónoma de México ocupa un lugar determinante en la vida del país al haber sido durante muchos años la principal institución de educación superior en México junto con el Instituto Politécnico Nacional, así como el más importante sistema de investigación académica tanto en ciencias como en humanidades del país. Durante la primera mitad del siglo XX fue una institución dominante en la materia aunque no la única, ya que además del Politécnico, había otros centros de estudios de excelencia como la Universidad Iberoamericana, la Escuela Médico Militar, la Escuela Libre de Derecho, el Colegio de México, el Tecnológico de Monterrey, el ITAM, entre otros, así como Universidades en varias entidades federativas como la Universidad de Guadalajara, la Veracruzana y la Universidad Autónoma de Nuevo León, por mencionar sólo algunas.

Más tarde, el acelerado incremento demográfico del país y la creciente complejidad de la sociedad mexicana provocaron que desde la década de los años setenta del siglo XX se crearan numerosas universidades y centros de estudio de educación superior públicos y privados en toda la extensión del territorio nacional. A este esfuerzo de creación de entidades de excelencia académica, se han sumado numerosos giros mercantiles que pretenden vender títulos y reconocimientos.

Después de Soberón han sido rectores de nuestra Universidad, Octavio Rivero Serrano, Jorge Carpizo, José Sarukhán Kermez, Francisco Barnés de Castro, Juan Ramón de la Fuente, José Narro Robles, y actualmente Enrique Graue, todos ellos destacados académicos y catedráticos.

exrectores UNAM
Guillermo Soberón con Juan Ramón de la Fuente y Enrique Graue (Fotografía: UNAM).

Desde siempre la Universidad Nacional Autónoma de México ha procurado la excelencia académica, ha sido un elemento de movilidad social y ha sido un espacio de preservación de las libertades en México. Por sus aulas han pasado buena parte de los constructores del país en los campos de la ciencia, la tecnología, las ingenierías, la medicina, el Derecho, las humanidades y las artes. La Universidad siempre ha sido el reflejo de todas las clases sociales y de todas las regiones del país, de todas las ideologías y las religiones. Un espacio de convivencia en un marco de respeto y camaradería.

Es imposible sintetizar siquiera un breve esbozo de todos los hombres y mujeres que han pasado por sus aulas. Basta decir, aunque sea un tanto convencional y arbitrario, que los tres Premios Nobel mexicanos, Alfonso García Robles, Octavio Paz, y el recientemente fallecido Mario Molina, el científico mexicano con mayor reconocimiento internacional, estudiaron en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Gracias al doctor Guillermo Soberón por su contribución a lograr los ideales universitarios. Hoy más que nunca es oportuno el lema de la Universidad de la Nación: Por mi raza hablará el espíritu.


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Mario Molina. Su importante legado y la consciencia ecológica

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La muerte de Mario Molina es muy lamentable por muchos motivos. Su voz se va a extrañar en el contexto de las diversas emergencias que en el planeta vivimos, una de ellas la climática. Su voz también se va a extrañar ante la necesidad de nuestro país, así como en general de las economías emergentes, de promover la investigación científica y tecnológica, y la educación de calidad.

Mario Molina nació en la Ciudad de México en 1943. Fue hijo del jurista y diplomático Roberto Molina Pasquel, quien dirigió el Instituto de Derecho Comparado de la UNAM (actualmente Instituto de Investigaciones Jurídicas). Fue también Embajador de México en Etiopía, Australia y Filipinas.

La formación inicial de Mario Molina fue la de Ingeniero Químico, título que obtuvo en la UNAM. Más tarde efectuó estudios de posgrado en Friburgo, Alemania y el Doctorado en Fisicoquímica en la Universidad de Berkeley, California. Fue Director del Laboratorio de Propulsión a Reacción (Jet Propulsión Laboratory); más tarde, Profesor e Investigador del Centro de Ciencias Atmosféricas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

mario molina recibiendo el premio nobel
Imagen: Foco Tejedor.

En 1995 ganó junto con Sherwood Rowland y Paul Crutzen el Premio Nobel de Química. Este reconocimiento se le otorgó por las investigaciones que realizó con Rowland sobre la creciente amenaza del uso de los gases CFC para la capa de ozono. Desde 2005 era profesor de la Universidad de California en San Diego. Fue miembro de El Colegio Nacional, a cuya sesión asistió en forma virtual el lunes 5 de octubre; de la Pontificia Academia de las Ciencias; Presidente de Honor de la Asociación de Mares de México y presidió también el Centro Mario Molina de Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente.

Recibió innumerables premios, doctorados honoris causa y reconocimientos. Entre ellos el del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), por su contribución a la protección de la capa de ozono. Entre sus muchas publicaciones quiero destacar: “El Cambio Climático, Causas, Efectos y Soluciones”, en coautoría con José Sarukhán y Julia Carabias, editado por el FCE.

En el desarrollo de su intensa actividad, Molina contribuyó, entre otros aspectos, a la comprensión de la química atmosférica y al desarrollo de la conciencia ecológica. La voz de Mario Molina fue particularmente importante en la explicación de los fenómenos que afectan al presente y el futuro de la humanidad.

El planeta vive varias emergencias, una de ellas es la climática. En la era del Antropoceno, la actividad humana está destruyendo la naturaleza a un nivel sin precedentes en la historia, no sólo de la humanidad, sino del planeta mismo. El daño que el modelo de crecimiento está causando es en muchos ámbitos ya irreversible. Hemos rebasado los límites naturales del planeta; el cambio climático, la destrucción de los ecosistemas, la sexta extinción masiva de especies, entre otros aspectos, lo cual exige una acción urgente de las sociedades organizadas. El análisis de esta problemática domina cada vez más la agenda global pero aún se encuentra relativamente ausente en América Latina y en particular en México. En éste y en otros temas se extrañará la voz lúcida, clara y valiente de Mario Molina. Como señaló el Rector de la UNAM, Enrique Graue, la Universidad y la Ciencia Universal están de luto.

Mario Molina en una presentacion
Imagen: La Vanguardia

Tuve el gusto de conocer a Mario Molina hace varios años, así como de coincidir con él en diversos foros y reuniones sobre varios temas, entre otros, en los de la transición energética, el cambio climático y la prevención de desastres. De Mario Molina siempre me impresionó, además de su sabiduría y claridad, su gentileza, amabilidad y buen trato.

Cuando organicé la reunión internacional del Club de Roma en México, junto con Susana Chacón, en 2014, Mario Molina participó como expositor junto con otros distinguidos científicos mexicanos, como José Sarukhán y Francisco Barnés de Castro.

Como lo señala el Club de Roma, que celebró en forma virtual, su Asamblea y Conferencia Anual los días 7 y 8 de octubre, la solución de la problemática global exige el diseño de una nueva economía y una nueva civilización. Nuestras generaciones tienen la responsabilidad de replantear el modelo de desarrollo depredador e inequitativo que rige hasta la fecha.

La solución de la problemática global debe plantearse en forma multisectorial e interdisciplinaria, con una visión holística y de largo plazo. Esto exige hacerlo de la mano del conocimiento científico más avanzado. Vivimos un mundo lleno de paradojas y contradicciones. Enfrentamos problemas inéditos. Ante situaciones extraordinarias, requerimos soluciones también extraordinarias.

Sin duda, Mario Molina es un orgullo para México. Ha sido uno de sus hijos más distinguidos.


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El periodo 1945-2020. Fin de época

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El mundo vive un conjunto de retos inéditos. Por una parte la pandemia del COVID-19 puso de manifiesto la fragilidad global, producto del esquema de la acelerada destrucción de la naturaleza, del medio ambiente y de los ecosistemas. Por otro lado, las crecientes contradicciones del desarrollo global contemporáneo entre prosperidad y desigualdad parecen haber propiciado un resurgimiento de los autoritarismos y las tiranías en varias regiones del planeta. De algún modo llega a su fin el largo periodo de 75 años transcurridos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

En 2020 se cumplen 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. En 1945 fueron derrotados el nazi-fascismo en Europa y el imperialismo militarista japonés en Asia. Llegó a su fin la guerra más sangrienta de la historia de la humanidad, con más de 70 millones de muertos. En ese año también se firmó la Carta de San Francisco que dio origen a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), impulsando el Derecho Internacional, los Derechos Humanos y tratando de establecer los mecanismos para preservar la paz internacional. Un año antes, en 1944, se habían constituido el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional perfilando la economía internacional de la posguerra para las siguientes décadas.

Pero una vez derrotadas las dictaduras fascistas surgió la división entre los aliados vencedores, dando inicio la llamada Guerra Fría, enfrentándose Estados Unidos contra la Unión Soviética. Fue la confrontación entre el capitalismo y diversas formas de la democracia liberal contra el comunismo soviético bajo el liderazgo de Stalin, el implacable dictador.

guerra fria
Imagen: History.com.

Durante la Guerra Fría se dieron enfrentamientos e intervenciones militares focalizadas, Corea, Hungría, Berlín, Cuba, Vietnam, Praga, Angola, Afganistán, por citar sólo algunas, siempre con la amenaza de una guerra nuclear, con efectos mundiales devastadores. Probablemente los momentos de mayor peligro global frente a una catástrofe atómica fueron las tensiones en Berlín en 1961 y la crisis de los misiles en Cuba en 1962.

En 1949 triunfó el movimiento revolucionario comunista de Mao Tse Tung en China. La década de los años cincuenta vio el inicio de los procesos de descolonización de las potencias europeas, principalmente el desmembramiento de los imperios británico y francés. En varios países europeos, así como en diferentes naciones en desarrollo se articularon proyectos de democracia social en el que se conjuntaron los principios de la democracia liberal y de la economía de mercado con diversos aspectos sociales y la preservación del interés general. Desde luego se articularon diversos modelos, incluyendo el llamado Estado de Bienestar que tomó características muy particulares en los países escandinavos.

Las crisis fiscales en numerosos países con economías desarrolladas y en desarrollo fueron provocando un replanteamiento de la organización estatal. Primero el triunfo de Margaret Thatcher en el Reino Unido y poco después el de Ronald Reagan en Estados Unidos plantearon un ajuste de fondo en las políticas públicas para reducir la participación del Estado en los asuntos económicos y sociales. Este movimiento político estuvo, en buena medida, sustentado ideológicamente por planteamientos como el de la sociedad del “Mont-Pèlerin”, que con una serie de medidas anti-estatistas y para fortalecer las libertades individuales, aunque en realidad las debilitaron, al favorecer los grandes intereses corporativos privados y la concentración del ingreso y de la riqueza más fuerte en la historia moderna.

En 1989 con la caída del Muro de Berlín, la posterior desintegración de la Unión Soviética y el desmembramiento del bloque socialista de Europa del Este llega a su fin la Guerra Fría. El triunfo del capitalismo se ve acompañado de la globalización comercial y financiera así como de los principios de la economía de mercado como los rectores de la organización estatal. Se piensa que se abre una etapa de libertad y prosperidad global acompañada de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Con este esquema llega el elogio del individualismo exacerbado, el consumismo y la economía del descarte. Muy pronto surgieron oposiciones desde la crítica social por la creciente desigualdad hasta el terrorismo islámico, incluyendo nuevos regímenes autoritarios y la prevalencia de viejas tiranías.

muro de berlin democracia
Imagen: Minty.

La prosperidad de amplios sectores de la población mundial, especialmente en el área del Asia-Pacífico se vio contrastada con la persistencia de la pobreza en numerosos países y la agudización de la desigualdad, así como su acelerado agravamiento aún dentro de numerosos países desarrollados.

Es importante referir la emergencia de China como gran potencia económica a raíz de las reformas promovidas por Deng Xiaoping, además del extraordinario resurgimiento de la India, al igual que otras naciones del área del Asia-Pacífico como Japón, Corea del Sur, Singapur y Vietnam, que en distintos momentos de las últimas décadas han articulado espectaculares procesos de desarrollo.

Frente al internacionalismo característico de la globalización han surgido nacionalismos y autoritarismos que no respetan los derechos y las libertades fundamentales de las personas. Esto ha sucedido incluso en los países con tradición democrática donde han triunfado planteamientos populistas como sucedió en el Reino Unido en 2015 con el voto del BREXIT.

No es exagerado sostener que por muy diversos motivos, la democracia está en entredicho en todo el mundo. Sin embargo, un tema sobre el que es imprescindible insistir es en el grave riesgo que corre el futuro de la humanidad por el alto nivel de destrucción de la naturaleza, con una población creciente que ha aumentado en los últimos 120 años al pasar de 2 mil millones de personas a finales del siglo XIX a 7,700 millones en la actualidad y que llegará a 10 mil millones en 2050. La sobre-explotación de los recursos naturales y un modelo de crecimiento depredador de la naturaleza ha provocado la sexta extinción masiva de especies; la mayor concentración de dióxido de carbono en la atmósfera no sólo en toda la historia de la humanidad, sino del planeta; el cambio climático con sus efectos devastadores para la vida y la salud de los seres humanos cuyos efectos se dejan sentir en todo el mundo. Ya no se trata de conocer únicamente los cada vez más graves reportes científicos, sino de la información pública cotidiana para ver los estragos constantes en un planeta que en algunas áreas está en llamas y en otras cada vez padece más eventos catastróficos hidrometereológicos. El COVID-19 es una pandemia más de las varias que se han padecido en los últimos años. Se trata de una realidad que se escapa a todas las previsiones convencionales.

pandemia
Imagen: Craig Stephens.

La pandemia del COVID-19 y sus críticos efectos sociales y económicos llegaron en un contexto mundial que se caracteriza por la paradoja que vive la humanidad. Por una parte, progreso y prosperidad. Por otra, más de la mitad de la población mundial que no logra tener una vida digna. Cerca de 4 mil millones de personas en el mundo viven bajo intensas presiones por pobreza, desigualdad, guerras, conflictos bélicos internos, y por los efectos del cambio climático y la destrucción de los ecosistemas.

El mundo contemporáneo se enfrenta a retos inéditos. Situaciones extraordinarias exigen soluciones también extraordinarias. No podemos seguir trabajando con esquemas destructores de la naturaleza, de los ecosistemas, destruyendo al planeta, nuestro hogar común. Un ejemplo de lo que sucede es la situación de California, donde su gobernador, Gavin Newsom, declaró el fin de semana que la discusión sobre el cambio climático ya no existe, es una realidad, a propósito de los incendios forestales de California, Oregón y el estado de Washington. Lo que sucede, dice Newsom, es una emergencia climática.

Pero al mismo tiempo, debemos luchar contra el establecimiento y la consolidación de sistemas totalitarios y autoritarios. Hay que salvar el respeto a los derechos y las libertades fundamentales a través de instituciones sólidas del Estado democrático de Derecho en un esquema de pesos y contrapesos. A los problemas de la democracia es necesario dar respuesta con una mejor democracia.

Debemos enfrentar los retos del futuro guiados por el conocimiento por medio de instituciones jurídicas fuertes y sólidas.


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El 19 de agosto tuve el gusto de participar en un Conversatorio sobre México en el Consejo de Seguridad de la ONU, en el cual la exposición inicial estuvo a cargo del Dr. Juan Ramón de la Fuente, Representante Permanente de México en la ONU. Este Conversatorio fue organizado por la Facultad de Derecho de la UNAM.

Agradezco mucho al Dr. Raúl Contreras Bustamante su invitación a participar en este evento. Fueron también expositores la Dra. Norka López Zamarripa, Presidenta del Colegio de Profesores de Derecho Internacional Privado, y el Dr. Alfonso Muñoz de Cote, Presidente del Colegio de Profesores de Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho.

Me refiero en primer término a la participación del Dr. de la Fuente. Cabe antes precisar la distinguida trayectoria del actual representante de México en la ONU, quien ha sido además de Secretario de Salud, Rector de la UNAM, entre otras importantes responsabilidades. El Dr. de la Fuente expuso que México fue electo como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU para el periodo 2021-2022 con 187 votos, lo cual representa el 97% de apoyo de los países de las Naciones Unidas. Esto representa el mayor número de votos para formar parte del Consejo de Seguridad que ha obtenido nuestro país. Además, fueron electos como miembros no permanentes del Consejo de Seguridad: India, Irlanda y Noruega. Queda pendiente el representante de África.

Juan Ramon de la Fuente
Fotografía: Enlace judío.

Asimismo, México fue también electo como miembro del Consejo Económico y Social (ECOSOC), junto con otros 17 países para el periodo 2021-2023. El expositor precisó que el Consejo de Seguridad tiene la responsabilidad de mantener la paz y la seguridad internacionales. Es el único órgano del Sistema de Naciones Unidas con la facultad de emitir resoluciones vinculadas para imponer sanciones o autorizar el uso de la fuerza. El Consejo de Seguridad está formado por quince miembros. China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia tienen el carácter de miembros permanentes y tiene el poder de veto. Los otros 10 cubren periodos de dos años. Cada año la Asamblea General elige a cinco de ellos. México ha sido miembro del Consejo de Seguridad en cuatro ocasiones previas: 1946, 1980-1981; 2001-2002 y 2009-2010.

Al referirse a los Principios que México aporta al Consejo de Seguridad el Embajador de la Fuente señaló que la participación de nuestro país se sustenta en nuestros principios constitucionales. Algunos de los valores son: privilegiar la mediación, el diálogo y la resolución pacífica de los conflictos; defender la igualdad jurídica de los Estados y las normas del derecho internacional; incorporar una perspectiva de género en las resoluciones del Consejo de Seguridad; revisar los métodos de trabajo; promover los derechos humanos; impulsar los Objetivos del Desarrollo Sostenible, (Agenda 2030 de Naciones Unidas) y la Solidaridad con los países de la Región (GRULAC), así como con los que tienen menor desarrollo.

De igual forma, destacó la aprobación en la Asamblea General de la Iniciativa Mexicana para promover el acceso oportuno, transparente, equitativo y eficiente de medicamentos y vacunas en el contexto de la pandemia actual por COVID-19; la participación de México como miembro fundador de la Alianza para el Multilateralismo; así como la participación en el lanzamiento de la hoja de ruta del Secretario General de la ONU para el uso de las tecnologías en el desarrollo con un acceso justo y con conectividad para todos.

ONU y México, consejo de seguridad
Fotografía: El País.

Por último destacó que México participa activamente en el fortalecimiento del entramado multilateral internacional, así en 2019 asumió la presidencia anual del grupo MITKA (México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía, Australia); en 2020 la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC); en 2019-2020 México ha tenido participación en 38 puestos de elección en organismos y programas de la ONU (Nueva York, Ginebra, Viena), además de la actual participación en el Consejo de Seguridad (2020-2021) y el Consejo Económico y Social (2021-2023).

En cuanto a mi participación, la centré en la noción de que la humanidad enfrenta en estos momentos los retos globales más profundos de su historia, que ponen en entredicho el futuro de la civilización contemporánea y aún el destino de la vida humana en el planeta. En este orden de ideas, las Naciones Unidas, como la institución global, tiene la mayor responsabilidad. La importante participación de México en el Sistema de Naciones Unidas debe impulsar la renovación institucional de la organización para afrontar y solucionar la problemática de los crecientes riesgos globales que afronta la humanidad.

En la época contemporánea, con el mayor nivel de avance e innovación científica y tecnológica de la historia y con la potencialización de la misma, no sólo por el creciente progreso en la búsqueda del conocimiento, sino por el impulso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, los progresos de la Inteligencia Artificial, la digitalización, y los avances en todas las áreas, se vive también el mayor nivel de destrucción y de degradación de la naturaleza y el ambiente, a un punto que conlleva poner en peligro la supervivencia de la vida humana.

Juan Ramon de la Fuente, Consejo de Seguridad
Fotografía: Milenio.

Vivimos una época de profundos contrastes y contradicciones. Por una parte, nunca antes tanta gente había salido de la pobreza, como es el caso de los países del área Asia-Pacífico. Por la otra, la pobreza y el hambre persisten y la desigualdad se incrementa en algunas sociedades. Esto en el contexto de un aún dinámico crecimiento demográfico global. De los casi 7,700 millones de personas que habitamos la Tierra, alrededor de 4 mil millones de seres humanos, más de la mitad de la población mundial viven en situaciones de extrema tensión derivada de la pobreza, la guerra, las epidemias, las migraciones, conflictos bélicos internos, cambio climático y otros problemas. Antes de estabilizarse, la población mundial llegará a 10 mil millones de personas alrededor del año 2050 y según algunos escenarios alcanzará los 11,200 millones en 2100.

Esta situación es el resultado de un modelo de crecimiento económico basado en la destrucción y la degradación del ambiente y los ecosistemas. En los últimos 150 años hemos destruido más de la mitad del suelo fértil de la Tierra; el 90 por ciento de los bancos de peces en el mundo están sobreexplotados y algunos prácticamente agotados; vivimos la sexta extinción masiva de especies en la historia del planeta; la cantidad de dióxido de carbono es la atmósfera es la más elevada no sólo en toda la historia humana sino en los últimos tres millones de años.

En suma, además de los riesgos globales de origen humano como la guerra nuclear o el manejo descuidado de patógenos, o de los problemas derivados por tener una economía que en buena medida esta capturada por la especulación financiera, hemos rebasado los 9 limites naturales del planeta por la acción humana destructiva.

El cambio climático es una expresión de esta situación, la más tangible y la que constituye la principal amenaza para el futuro de todos. Es por eso que la acción de México en Naciones Unidas debe ser muy activa y relevante frente a la responsabilidad global.


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Conversatorio: El Ingreso de México al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas

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Después del recién nombramiento de México como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU para el periodo 2021-2022 con 187 votos –lo cual representa el 97% de apoyo de los países de las Naciones Unidas–, el pasado miércoles 19 se llevó a cabo el conversatorio organizado por la Facultad de Derecho de la UNAM. Como invitado de honor estuvo el Dr. Juan Ramón de la Fuente (Embajador Representante Permanente de México ante la ONU), y los especialistas participantes, el Dr. Raúl Contreras Bustamante (Director de la Facultad de la Derecho, UNAM), la Dra. Norka López Zamarripa (Presidenta del Colegio de Profesores de Derecho Internacional Privado de la Facultad de Derecho, UNAM), el Dr. Alfonso Muñoz de Cote (Presidente del Colegio de Profesores de Derecho Internacional Público), y el Dr. Gerardo Gil Valdivia (Presidente del Club de Roma en México).

https://www.facebook.com/DerechoUNAM/videos/1029599304125322/

La Banca de Desarrollo, el COVID-19 y la reconversión económica

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La crisis sanitaria, económica y social global que ha provocado la pandemia del COVID-19 exige de la realización de esfuerzos inéditos para superar los retos y desafíos que plantea esta problemática tanto a nivel global como en el ámbito nacional.

Los descalabros económicos y sociales que esta provocando esta pandemia nos plantean revisar todos los instrumentos de política económica para superar esta profunda crisis.

Sin embargo, no se trata sólo de superar la crisis, sino de tener claro que estamos enfrentando como humanidad retos y desafíos inéditos que exigen una reconversión y restructuración de múltiples aspectos de la vida social y económica.

En días pasados me referí al tema de la Banca de Desarrollo y la superación de la crisis provocada por el COVID-19. Sin embargo, recientemente Francisco Suárez Dávila abordó esta cuestión en un foro legislativo. Dada la importancia que a mi juicio tiene el tema, quiero retomar algunos de los planteamientos efectuados por Suárez Dávila y agregar una serie de consideraciones de cara a la necesaria reestructuración de la economía tanto a nivel global como nacional a raíz de la pandemia del COVID-19.

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Francisco Suárez Dávila, político y diplomático mexicano, exembajador de México ante Canadá (Fotografía: El Economista).

Coincido con Suárez Davila en que la Banca de Desarrollo puede considerarse como una aportación mexicana al catálogo de instrumentos de política económica para estimular el crecimiento. Desde luego habían existido antes varias instituciones de fomento en diferentes países y en distintas épocas. Pero en la década de los treinta del siglo pasado se crearon varias instituciones financieras como el Banco de Crédito Agrícola y BANOBRAS en 1933, Nacional Financiera en 1934 y el Banco Nacional de Comercio Exterior en 1937, que contribuyeron a que México superara la Gran Depresión. Así, estos Bancos de Desarrollo que más tarde fueron enriquecidos con diversos fondos de fomento como FONATUR, FOGAIN, FIRA, FONEI, entre otros, construyeron al logro de un acelerado proceso de crecimiento económico a tasas anuales del 6% del PIB durante varias décadas en el país. México se transformó en ese periodo con dinámicos procesos de industrialización y urbanización. Asimismo, los bancos de desarrollo fueron los agentes financieros del gobierno federal para el acceso a financiamiento de organismos financieros multilaterales, varios de ellos, como el Banco Mundial y el BID, con funciones de banca de desarrollo.

Cabe señalar también la participación mexicana en Bretton Woods, New Hampshire, en 1944, reunión de la que surgieron tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial. La delegación de nuestro país estuvo integrada por Eduardo Suárez, Rodrigo Gómez, Daniel Cosío Villegas y el entonces muy joven economista Víctor Urquidi. Años más tarde, Antonio Ortiz Mena, articulador junto con Antonio Carrillo Flores del desarrollo estabilizador, dirigió el BID.

Varios países con diversos tipos de realidades lograron su recuperación y estimularon su crecimiento económico con base, en buena medida, en instituciones de Banca de Desarrollo. En Japón se impulsó el proceso de reconstrucción de la posguerra a través de una política industrial y de fomento de las exportaciones a través del Banco de Desarrollo de Japón, así como de un banco para las exportaciones e importaciones, entre otros. Varios países altamente industrializados cuentan con bancos para estimular sus exportaciones. Distintos países latinoamericanos constituyeron sus bancos de desarrollo. En el caso de Brasil, destaca el Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES) que llegó a dar crédito por 25% del PIB de ese país, más que el Banco Mundial y el BID a nivel mundial.

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Imagen: IUS 360.

Cuando tuve la oportunidad de ser Director General-Presidente de Latinequip, empresa de promoción de proyectos industriales en América Latina constituida por NAFIN y bancos de Argentina y Brasil, la competencia para la oferta industrial de la región eran los planes de financiamiento que ofrecían los países desarrollados de largo plazo con tasas de interés muy bajas.

Los países del área Asia-Pacífico que se caracterizan por sus altos niveles de crecimiento y desarrollo, así como por su pragmatismo, han constituido importantes bancos de desarrollo. China ha articulado bancos para las áreas más importantes de su economía. Así también lo han hecho India y Vietnam, entre otros.

En el caso de México, a partir de los años 90 las actividades de la Banca de Desarrollo se limitaron a servicios de segundo piso. Esta medida tomada en el contexto del llamado “Consenso de Washington” tuvo como consecuencia el fortalecimiento de la banca comercial en detrimento no sólo de la banca de desarrollo sino de la economía real. Fue consistente con el fenómeno de la “financiarización”. A nivel global, la economía real se ha visto sometida a la especulación financiera, lo cual ha provocado recurrentes crisis económicas y financieras internacionales como la de 2008-2009.

En México, el uso de la Banca de Desarrollo podría permitir articular una política contracíclica; es un instrumento parafiscal y coadyuvaría a estimular el crecimiento de la economía. La Banca de Desarrollo puede coadyuvar a reactivar la economía en áreas como la infraestructura y el desarrollo regional; contribuir a una nueva política industrial y de innovación tecnológica, a estimular el comercio exterior y el turismo; el desarrollo del sector agropecuario y rural. De igual forma, puede ser el instrumento para articular la inclusión social. Pero sobre todo es necesario enfatizar que puede ser un mecanismo de apoyo indispensable para las micro, pequeñas y medianas empresas.

reconversion economica en mexico
Imagen: El Heraldo.

Sin embargo, debemos hacer hincapié en que la pandemia del COVID-19 y los efectos económicos y sociales es una evidencia más de la necesidad de buscar y promover el desarrollo y el bienestar desvinculando el progreso de la destrucción de la naturaleza. La Banca de Desarrollo puede ser un útil instrumento para apoyar la reconversión y la transformación de nuestros esquemas económicos y sociales. Estos procesos van desde la transición energética hacia fuentes de energía limpios, hasta el rediseño del transporte, la industria, la urbanización, y en general de nuestras formas de vida para lograr un desarrollo global sustentable.

En este contexto, uno de los aspectos más urgentes es descarbonizar la economía. En ese sentido hay noticias positivas. Recientemente más de 70 fondos de pensiones y de inversión globales que controlan más de 16 trillones de dólares en activos, diseñaron un plan para erradicar las emisiones de carbono de sus portafolios.

El esquema que se diseñó proporciona a los directivos de los fondos una serie de recomendaciones, métricas y metodologías para ayudar a lograr la meta de cero emisiones de carbono en 2050 en un esfuerzo por combatir el cambio climático. El primer esquema se presentará el 25 de septiembre y el plan final estará listo para finales de este año.


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La capacidad de gestión de crisis ante la rápida expansión del virus de la Covid-19, debe considerar todas las implicaciones y medidas posibles para disminuir su impacto devastador. En ese sentido, Gerardo Gil Valdivia, presidente del Club de Roma en México, en una entrevista hecha por el periódico español La Vanguardia, explica el escenario actual ante la evolución de la Covid-19, destacando que es imprescindible que todos los sistemas políticos, principalmente los autoritarios y totalitarios, sean transparentes, anteponiendo las necesidades y derechos de las personas.

A continuación, presentamos parte de esta entrevista y algunas de las preguntas que se le plantearon –las preguntas y respuestas son transcritas de manera íntegra del original–.


Entrevista

—¿Cuál es la postura de la organización que Usted representa sobre la complicada situación que enfrenta el orbe ante la emergencia sanitaria?

El Club de Roma está más activo que nunca bajo el liderazgo de dos distinguidas mujeres, Sandrine Dixon-Declève y Mamphela Ramphele. Desde su fundación en 1968 ha tenido un lugar determinante en la discusión sobre el futuro de la humanidad y del planeta. Fue creado a iniciativa de Aurelio Peccei, eminente empresario, promotor y pensador italiano, a fin de analizar los predicamentos de la humanidad, con un enfoque multisectorial e interdisciplinario, para tener una visión global y holística de largo plazo. Iniciativa que pretendió un análisis y una discusión libre de los problemas comunes que afectan a la humanidad, en un mundo polarizado por la confrontación ideológica. El objeto fue el de analizar los temas con base en la más actualizada información científica, sin subordinación a intereses ideológico-partidistas ni corporativos. El primer informe fue encargado al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y se publicó en 1972 con el título de Los límites del crecimiento. Este libro tiene un lugar determinante en la historia de las ideas a nivel mundial hasta la fecha.

Después de dicha publicación, el Club de Roma ha difundido más de 40 informes. Entre ellos, destaca en forma particular La primera revolución global, publicada en 1992, a raíz de la caída del Muro de Berlín, y más recientemente, Come on! Capitalismo, cortoplacismo, población y destrucción del planeta. Actualmente, el Club de Roma ha planteado a la comunidad internacional un Plan de Emergencia Climática, también analiza la emergencia de nuevas civilizaciones, el replanteamiento de la estructura financiera y económica, entre otros temas.

impacto global, covid-19
Imagen: Claridad Puerto Rico.

—¿Qué opina del Plan Mundial de Respuesta Humanitaria a la Covid-19 formulado por el Secretario General de la ONU, António Guterres?

Es el principal medio de recaudación de fondos de la comunidad internacional para apoyar a los países de ingreso bajo y medio para combatir la pandemia y sus efectos. Es una reacción adecuada por parte de Naciones Unidas para atender este grave problema. La ONU pide 6.7 mil millones de dólares para proteger millones de vidas y frenar la propagación del coronavirus en países frágiles.

Aunque el pico de la enfermedad se espera hasta dentro de algunos meses en los países en desarrollo, ya en varias regiones se desploman los ingresos, se pierden empleos, los suministros de alimentos caen, los precios suben y los niños no reciben vacunas y comidas. Es por esto que el sistema humanitario reacciona para evitar conflictos, hambre, pobreza y enfermedades, como resultado de esta pandemia.

—¿En qué consiste el Pacto Verde y la Agenda Digital propuestos por la Unión Europea?

En la Unión Europea se plantea la recuperación de la crisis económica y social provocada por la pandemia de la Covid-19 sobre varios ejes. Dos de los fundamentales son el pacto verde y la agenda digital. El pacto verde debe conllevar la revisión de las formas de organización económica y social para hacerla sustentable ambientalmente. Debe pasar desde la industria, la agricultura y los servicios. Contempla impulsar la transición energética hacia fuentes limpias de energía. Abarca, desde luego, el transporte, pero comprende hasta el diseño de los edificios.

Como hemos comentado, vivimos en el periodo de mayor innovación científica y tecnológica de la historia, pero este proceso se va a incrementar cada día más. Impactará el estudio, el trabajo, la recreación, en suma, todos los aspectos de la vida cotidiana. Se desarrollará más desde la inteligencia artificial, hasta la investigación en todos los temas como la salud, la alimentación y la preservación del ambiente.

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Imagen: Ojo Público.

—¿Qué características mínimas debería tener el modelo económico que permita salir pronto del caos originado por el Sars-CoV-2?

Depende de cada país y de su nivel de desarrollo. Para las economías emergentes, me parece, podrían comentarse algunas líneas básicas: en primer lugar, desvincular el progreso y el bienestar de la destrucción de la naturaleza. En segundo término, lograr un desarrollo más equitativo a nivel social y regional, así como sustentable ambientalmente.

En el tema del crecimiento económico difiero mucho de mis colegas ambientalistas de los países ricos, que preferirían que ya no se diera más crecimiento. Pero este planteamiento es inadmisible en los países pobres y en las economías emergentes por la enorme problemática social que deben enfrentar. De igual forma, es muy importante que este progreso y bienestar se logren a través de medios democráticos, con instituciones fuertes y un eficaz Estado democrático de Derecho.

Hoy más que nunca es necesario defender y preservar los derechos y las libertades fundamentales de las personas.

Parece que ahora mismo las mujeres han asumido un papel protagónico para enfrentar la pandemia.

Así es. Durante esta crisis han brillado varias mujeres en cargos clave. Destaca, desde luego, Angela Merkel, canciller alemana; Ursula von der Leyen de la Unión Europea; Jacinda Ardern, Primera Ministra de Nueva Zelanda; Kristalina Georgieva, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional; Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL. Han mostrado liderazgo, sensibilidad y una gran capacidad de comprensión del complejo momento que vivimos y del cambio de época que nos está tocando afrontar y conducir.

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Imagen: Reporte Índigo.

—¿La humanidad se debe preparar para contrarrestar otros riesgos comparables al originado por el tsunami de la Covid-19?

Desde luego que sí. La pandemia de la Covid-19 es una más de las que se han tenido que enfrentar en los últimos años. Pero desde luego hay otros riesgos globales derivados del daño que le estamos causando a la naturaleza, como los eventos catastróficos provocados por el cambio climático de origen antropocéntrico.

Los nueve límites planetarios son: la destrucción de la capa de ozono; la pérdida de biodiversidad y la extinción de especies; la contaminación química y la emisión de nuevos compuestos; la acidificación de océanos; la pérdida del suelo fértil; el consumo de agua dulce y el ciclo hidrológico global; los vertidos de nitrógeno y fósforo en la biosfera y los océanos; la concentración atmosférica de aerosoles y el cambio climático. Desde luego, siempre existe el riesgo de catástrofes cósmicas. También, como lo señala uno de los recientes informes al Club de Roma, existen amenazas que surgen de las nuevas tecnologías o de la manipulación descuidada de patógenos y, claro, la amenaza de un conflicto nuclear.

¿Y parece que tampoco se puede descartar un posible rebrote de la misma pandemia?

Por lo pronto el riesgo es que un desconfinamiento desordenado pueda generar una intensificación de los contagios. Además, creo que aún falta más investigación para conocer esta pandemia en toda su magnitud. Parece ser que, además, existe el riesgo de nuevas pandemias.

La estructura internacional tanto en materia de salud como financiera se han visto rebasadas. Lo mismo sucede con los sistemas sanitarios de casi todos los países del mundo. Además, creo que vienen cambios en todos los órdenes de la vida social e individual. Asimismo, estoy convencido de que tarde o temprano habrá que adaptarse a formas de vida más amigables con la naturaleza. Como refería, tendremos que desvincular el progreso y el bienestar de la destrucción de la naturaleza y de la sobreexplotación de los recursos naturales. Y, si bien hemos hablado de la pandemia de la Covid-19, de la crisis económica y sus efectos sociales en todo el mundo –y nos hemos referido también a la crisis ecológica global que agrava la pandemia–, hay otro peligro que se puede exacerbar con la situación actual, que es el rebrote de las tendencias totalitarias y autoritarias que se ven en numerosos países del mundo.

En este punto hay que deslindarse de los grupos mercenarios que dicen defender la libertad para proteger a los grandes intereses corporativos. Por eso es importante revisar y reformar los sistemas políticos democráticos.


*Texto tomado de la entrevista original hecha por el periódico La Vanguardia.


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La crisis ecológica global y el COVID-19

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En momentos en que la atención pública esta concentrada en la problemática del presente y ve el futuro cercano con angustia e incertidumbre, es importante no perder de vista la perspectiva del mediano y el largo plazo ya que las decisiones que tomemos ahora determinarán nuestro futuro.

Actualmente analizamos con enorme preocupación la evolución de la pandemia del COVID-19, la crisis económica y los efectos sociales que se han desencadenado, la problemática de la seguridad pública, entre muchos otros temas. Pero es importante no olvidar los riesgos globales derivados de la crisis ecológica que estamos viviendo.

Recientemente el Washington Post publicó un artículo de Ishaan Tharoor sobre la catástrofe climática mundial que empeora las perspectivas de la pandemia del COVID-19. De acuerdo a este artículo estamos viviendo la crisis ecológica más grande de la historia humana debido a las emisiones de carbono más elevadas nunca antes registradas.

Señala el autor que a raíz de la pandemia del COVID-19, las cuarentenas, los confinamientos, la parálisis o la disminución de las actividades industriales, el comercio, los viajes, el turismo, se redujeron drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. En algunos lugares el cambio ambiental parecía tangible. Algunas ciudades, lucían más limpias, se acabó el congestionamiento de tráfico, los ríos y lagos se veían más transparentes y la fauna salía de su confinamiento. Pero parece ser que la romántica visión de la naturaleza sanándose a sí misma, fue una ilusión. Ishaan Tharoor nos recuerda que en la actualidad el dióxido de carbono en la atmósfera es el más alto en la historia de la humanidad y probablemente el más elevado en los últimos tres millones de años.

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Ilustración: Pʌvʌn.

A los conocidos efectos del cambio climático como el deshielo del ártico y del antártico, el derretimiento en Groenlandia, el permafrost, Siberia, la liberación de gas metano y de anhidrido carbónico con la consecuente acidificación de los océanos, la elevación del nivel de los mares, la desaparición de varias islas en el Pacífico, la alteración de la cadena alimentaria marina, la afectación de la agricultura y la salud, la mayor frecuencia e intensidad de huracanes y ciclones, así como de sequías e incendios forestales, se añaden muchas otras manifestaciones. En semanas recientes la tolvanera de polvo del Sahara que cruzó el Atlántico, esta vez con mayor intensidad, que puede incidir en infecciones y enfermedades respiratorias en un evento generacional que algunos especialistas vinculan con crecientes sequías en África del Norte.

También recientemente se vivió en Nueva Delhi una vasta plaga de langostas que los expertos no habían visto en décadas, así como sucesivas invasiones de insectos del desierto que se espera golpeen partes del sur de Asia en el verano y que también causan efectos devastadores en países del Este de África. La magnitud de estos fenómenos podrían ser una consecuencia directa del aumento de la temperatura en el Océano Índico que propició lluvias torrenciales y ciclones, según varios especialistas.

El Banco Mundial estima que la región del ‘Cuerno de África’ podría sufrir este año pérdidas por 8.5 billones de dólares por la afectación de cultivos y ganado como resultado del brote de langosta. Asimismo, naciones que están bajo el peligro de la inseguridad alimentaria, ahora enfrentan un peligro real de inanición. Según el Informe de la ONU previo al COVID-19: “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020”, en 2019, 47.7 millones de personas en América Latina y el Caribe padecieron hambre. Se calcula que 20 millones de personas más sufrirán hambre en una década, por lo que en 2030 afectarán a 67 millones de latinoamericanos.

Jonathan Overpeck de la Universidad de Michigan sostiene que el ártico se calienta muy rápidamente por los crecientes niveles de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Según Naciones Unidas, las temperaturas en el círculo ártico han alcanzado los 38° Celsius, 17 grados más caliente para un 20 de junio. De igual forma, se detectó un gigantesco derrame de petróleo en el ártico, el mes pasado, que recuerda por su magnitud el accidente Exxon-Valdez.

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Ilustración: Iconeo.

Pero no es sólo en este aspecto en el que estamos viviendo una gran crisis ecológica a nivel mundial. Un ejemplo de este fenómeno, entre muchos otros, se da también con la deforestación acelerada y progresiva del Amazonas. La deforestación en los últimos 50 años ha llevado a unas pérdidas nunca antes vistas de alrededor de un 15% de la vegetación original, una superficie equivalente a las tierras de Portugal, España y Francia juntas. Esto es debido a la expansión de la frontera agrícola para la adaptación de pastos para la ganadería; los grandes proyectos hidroeléctricos; el mercado criminal de maderas preciosas; la producción de soja, así como las explotaciones petroleras y mineras, entre otras causas.

Por otra parte, este creciente deterioro de la naturaleza está provocando reacciones en todos los ámbitos. Estamos ante un proceso de transición energética sumamente importante. Como señaló recientemente Jorge Suárez Vélez, el petróleo está en sus últimas fases como principal energético en el mundo. Shell, la principal empresa petrolera privada del mundo, anunció que amortizará 22 mil millones de dólares de activos (reservas), debido a la caída en la demanda de petróleo por la pandemia y porque tienen la meta de llegar a cero emisiones de carbono en 2050 para alinearse con el Acuerdo de París. De igual forma, BP, la segunda mayor empresa privada amortizará 17,500 millones de dólares. La consultora Deloitte señala que muchos combustibles fósiles jamás saldrán del subsuelo por lo que no es prudente contabilizar su valor potencial. Hace unos meses BlackRock, el mayor fondo de inversión del mundo, anunció que no apoyaría más a empresas de hidrocarburos ni a la industria del carbón.

En suma, a los efectos económicos y sociales de la pandemia hay que añadir la profunda crisis ecológica que estamos viviendo y las consecuencias en todos los órdenes en el presente y sobre todo en el futuro.


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