El pasado lunes 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Fue notorio que por las circunstancias de la pandemia en algunos países o regiones no se pudo llevar a cabo o se impidieron por motivos sanitarios, como sucedió en España, por ejemplo. En México, cuando menos en la Ciudad de México, las mujeres se manifestaron con grandes resonancias, estuvieron presagiadas desde muchos días antes, tanto en sus consecuencias como en su intensidad.
Muchas circunstancias avivaron las manifestaciones, desde luego la primera motivación está dada por la enorme insatisfacción, inquietud y enojo de las mujeres; pero también por alguna de las respuestas de los diferentes niveles gubernamentales, especialmente por las actitudes del titular del Poder Ejecutivo, ya que días antes estuvo defendiendo a su candidato a la gubernatura de Guerrero, que está acusado por varias mujeres de violación, acoso y otros delitos; además de que se declara como no feminista, porque siendo humanista es suficiente.
Las agrupaciones han sentido como agravios diversas acciones gubernamentales, que se han respondido con diversas actitudes violentas. El señor presidente en sus acostumbradas conferencias matutinas ha comentado que la violencia que se genera en las manifestaciones feministas está dirigida contra él y su proyecto de gobierno, y está manipulado por sus adversarios formado por grupos de conservadores; incluye en esto la campaña que en su contra ha desatado Félix Salgado Macedonio, debido a la postulación que su partido ha hecho para la candidatura a gobernador del estado de Guerrero por su partido MORENA; AMLO lo ha defendido a plenitud y fortaleza, pero más grave podría parecer que una parte de las mujeres del propio partido no se ha manifestado en contra.
La animadversión de los grupos feministas, justificada o no, es muy importante y se extiende al resto de su gobierno; y pese a que algunas forman parte de éste, desde luego los esfuerzos para mejorar la apreciación de las mujeres organizadas ha resultado infructuosa. El presidente además de afirmar que las manifestaciones violentas que pudieran surgir, y surgieron, el 8 de marzo, tomó previsiones al respecto; algunas nos parecieron –cuando menos a algunos de nosotros– desmesuradas, ya que haber cercado muchas zonas por la que transcurrirían las manifestaciones, incluidos los edificios de zócalo capitalino fueron inusuales, quizá exageradas y probablemente inapropiadas.
La respuesta a las manifestaciones resultó violenta, hay versiones de que sí fue de manera exagerada o reglamentaria, pero violenta. Quizá lo más grave resultó en que los motivos de las manifestaciones quedaron opacados por su represión y las acusaciones acerca que se llevaron cabo por adversarios del proyecto gubernamental de la 4T; mucho se destacó que había hombres entre los manifestantes, como si los hombres no pudiéramos o debiéramos ser feministas. En fin, un Día Internacional de la Mujer en el que no destacaron la fuerza de sus protestas e inconformidades, sino los esfuerzos gubernamentales para contener sus manifestaciones; es posible que Salgado Macedonio haya salido fortalecido y las actitudes de la 4T justificadas.
No estoy de acuerdo en las actitudes violentas durante las manifestaciones, de ningún tipo, y quizá la pandemia debió generar que las que se presentaron este lunes, se realizaran de otra forma. Pero, ciertamente, fueron atajadas y combatidas de forma desmesurada y con métodos criticables.
En todo el mundo el movimiento feminista ha adquirido tintes violentos que en ocasiones se desbordan, pero también es cierto que las peticiones de las mujeres no han sido atendidas. La respuesta ha sido diversa en diferentes países. Mientras en algunos como Francia, Noruega, Islandia y Nueva Zelanda se han creado Ministerios (Secretarías de Estado) específicos para atender el problema y se les ha dotado con presupuestos amplios, con los que han ido obteniendo resultados, todavía incompletos, pero alentadores, en nuestro país se duda en la justificación del movimiento, se les critica y no se les atiende adecuadamente, se duda de su legitimidad y se critican sus actitudes.
Existe una clasificación internacional de brecha de género que basada en varios indicadores establece una jerarquización por país. Los indicadores son, la participación de la mujer en la economía y la oportunidad que tiene para hacerlo, el acceso a la educación y sus resultados, la participación política y los resultados en salud y la supervivencia. Los primeros lugares son –y en ese orden–: Islandia, Noruega, Finlandia, Suecia y Nicaragua. La situación de este último país nos hace dudar de la precisión del método; pero, en fin, es un intento de un esquema comparativo.
México ocupa el lugar número 25, España el octavo, Alemania el décimo, Francia el quinceavo. Creo que al sistema le hace falta tomar en cuenta algunos aspectos muy agraviantes y por lo tanto muy importantes, me refiero a los delitos cometidos específicamente contra las mujeres y el grado de impunidad que tienen. No conozco los datos de muchos países, pero sólo comento que en España se cometen entre 50 y 100 feminicidios anuales, causados por las parejas sentimentales y que prácticamente no existe impunidad; en México se cometen tres feminicidios diarios y la impunidad rebasa el 90%.
La participación política de la mujer fue un arranque en la lucha del feminismo y la posibilidad de votar y ser votadas, el inicio del camino en esta esfera. No se inicia sino hasta el siglo XX, en Australia en 1902, en Islandia en 1915, en el Reino Unido en 1918, y en México se consolida en 1955 durante el gobierno del presidente Adolfo Ruiz Cortines. En cuanto a este sólo marcador, se podría decir que en México se han logrado grandes avances; ahora tenemos un Congreso con gran participación femenina y prácticamente la mitad de las Secretarías de Estado están encabezadas por mujeres. Pero un solo aspecto no es suficiente.
Desde luego que el feminismo ha ido cambiando a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del actual y ahora en todo el mundo, en unos lugares más que en otros, se ha tornado violento. Hay que entender que las mujeres se encuentran muy agraviadas por conductas agresivas, vejatorias, coercitivas, que nacen de una sociedad que se resiste al cambio, pero el cambio debe surgir de diferentes vertientes, pero quizá encabezado por los gobiernos; que deben entender, comprender, las demandas legítimas y encabezar y favorecer el cambio.
Pensando en las modificaciones que el feminismo ha tenido a lo largo de los años, recordé de un cuento maravilloso de Emilia Pardo Bazán, una mujer extraordinaria de su tiempo, escritora destacada y prolífica, profesora generosa, esposa, amante y feminista de su tiempo; esto último fue lo que seguramente le impidió acceder a la Academia de la Lengua y a más numerosos premios; este año se conmemora el centenario de su fallecimiento. El cuento se llama “El encaje roto” y está escrito en 1897. En éste, una amiga de la protagonista relata, primero no haber podido asistir a la boda de Micaelita y haberse perdido los sucesos acontecidos que son ni más ni menos haber dicho que no aceptaba a Bernardo como esposo al pie del altar; total, un escándalo que derribaba una boda esperada por toda la sociedad; dos o tres años después encuentra a Micaelita en una balneario de verano, tan frecuentados en esa época, y le pregunta y contesta que el motivo no es nada trascendente ni complicado; le relata cómo unos momentos antes de ir a la iglesia, Bernardo le pide que agregue a su magnífico vestido de novia un encaje que ha pertenecido a varias generaciones en su familia, pero al estarlo colocando se rompe y Micaela descubre una mirada de furia, de ira de violencia en Bernardo; él tenía fama de ser violento pero, hasta ahora, con ella se había comportado como un caballero gentil, educado y cariñoso. Ella en el camino a la iglesia toma la decisión para no tener una vida de sometimiento y violencia, la única forma que tenía de hacerlo era negarse ante el altar.
Las mujeres tienen la obligación de buscar una vida alejada de la violencia, el sometimiento y el derecho a demandarlo como ellas lo consideren conveniente, y los que estamos de acuerdo con ellas, apoyarlas.
Señor presidente, el feminismo no es un movimiento en contra de la 4T, la búsqueda de la igualdad que usted quiere (si es que la encuentra), no remediará los agravios que las mujeres reciben todos los días.
Postdata: Un cariñoso recuerdo para la Sra. Esperanza Pérez Verdia de Braun, quien hace años me regaló la magnífica colección de las obras completas que cito de Emilia Pardo Bazán.
Lecturas recomendadas:
Índice global de brecha de género.
Emilia Pardo Bazán. “El encaje roto”, en Cuentos de amor. Obras completas. Tomo XVI. Establecimiento tipográfico de Idamor Moreno. Madrid. 1916: 253-259.
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