La autoconciencia mínima y la autogeneración

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Usualmente se ha considerado que el yo, la subjetividad y la conciencia de sí son privilegios de la especie humana y por ello estarían ligados a la neocorteza, la parte del cerebro de más reciente desarrollo evolutivo. La actividad de esta porción cerebral permitiría a la persona una percepción y una reflexión de sí misma que la capacite, por ejemplo, para responder a las cotidianas preguntas de ¿cómo estás? y ¿cómo te sientes? La tendencia a proporcionar una explicación neurológica del yo puede ejemplificarse con el libro Synaptic self (el yo o el ser sináptico) de Joseph LeDoux (2002), cuya tesis general es que las sinapsis del cerebro codifican lo que es una persona. Para este autor la pregunta no es cómo la conciencia emerge del cerebro, sino cómo el cerebro construye a la persona. Sin embargo, hay indicios de que estas propiedades tienen una raigambre más básica, remota y generalizada, como veremos ahora.

En lustros recientes ha resurgido un tema fascinante en la filosofía de la mente y en la neurociencia cognitiva denominado autoconciencia mínima o self nuclear. El asunto que se plantea en esta ráfaga de teorías y estudios es una forma tácita y pre-reflexiva de conciencia de uno mismo. El pionero de la psicología académica, William James, ya había planteado a finales del siglo XIX que la conciencia sólo puede desarrollarse sobre una forma primitiva e inconsciente de subjetividad. Por ejemplo, su teoría sobre la emoción indicaba que la captación y representación de los estados somáticos y viscerales del propio cuerpo constituye la base fisiológica para que ocurran las emociones. En el mismo sentido, las evidencias y los modelos actuales proponen que los eventos psicológicos poseen un tinte afectivo implícito: cada percepción, sensación, pensamiento o imagen conlleva una carga emocional de agrado o desagrado, de activación o relajación.

auto conciencia Jaak Panksepp
El libro sobre el origen evolutivo de las emociones y su autor Jaak Panksepp.

A finales del siglo pasado, varios neurocientíficos cognitivos como Jaak Panksepp en 1998 y Antonio Damasio en 1999 postularon un self nuclear como una forma elemental y ancestral de subjetividad, la cual dependería de la actividad de ciertas estructuras muy arcaicas del cerebro responsables de regular la homeostasis corporal, las emociones básicas, las conductas alimentarias, sexuales y agonistas necesarias para sobrevivir, así como las que integran la percepción y la acción. Estas propuestas tienen un necesario supuesto evolutivo porque plantean que la identidad de un organismo surge de procesos básicos que muchas especies animales disfrutan como parte de su fisiología. Estas teorías también implican un self estratificado, con un centro o núcleo a partir del cual se producen estados más complejos que desembocan en procesos plenamente autoconscientes. El mismo Panksepp planteó la existencia de procesos anoéticos, noéticos y autonoéticos como tres niveles sucesivos de organización cognitiva del self, aplicando en estas palabras el término griego de noesis, equivalente a una forma intuitiva de saber. Respectivamente se trataría de procesos que no implican conocimiento, los que entrañan conocimiento y los que implican conocimiento del propio organismo. En un trabajo de colaboración entre Panksepp y psicólogos de la escuela junguiana se afirma que este sistema neuroevolutivo constituye lo que para Carl Jung sería el Self con mayúscula y que consideraba el núcleo de la personalidad.

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Tres niveles del self o del ser individual: un núcleo mínimo corporal, un nivel explícito o consciente a través de la experiencia y la corporalidad, y un nivel social, narrativo y metacognitivo. Imagen: Semantic Scholar).

Un concepto central de esta doctrina de la autoconciencia mínima es que el organismo se siente a sí mismo de manera intuitiva y pre-reflexiva, es decir, sin necesidad de deliberaciones conceptuales. El neurofilósofo alemán Thomas Metzinger  en 2008 llama a esta sensación elemental minimal phenomenal selfhood, que traduzco como individualidad fenoménica mínima, una forma de sentir la propia identidad que surge como correlato subjetivo de los mecanismos básicos de autogeneración y automodelaje. Para ejemplificar esto podemos invocar que todo individuo vivo y dotado de cerebro siente de manera directa las consecuencias sensoriales de sus propios movimientos y de que para moverse con sentido requiere de una intención en acción que opera para mantener la marcha hacia algún sitio seleccionado. En este caso se integran en una unidad funcional el destino, la dirección y modulación de los pasos, las sensaciones visuales, auditivas, táctiles y cenestésicas producidas al caminar. Esta integración de múltiples señales con programas intencionales proporciona una poderosa sensación básica, directa e intuitiva de identidad al organismo, que Metzinger refiere como selfhood la individualidad y conciencia de sí.

libros filosofia
Portadas del libro del neurofilósofo Thomas Metzinger sobre la estructura del ego y el mito del sujeto, en su original en inglés y traducción al español.

Esta idea de una autoconciencia mínima anclada en la corporalidad funcional se puede reafirmar como una propiedad elemental de la materia orgánica, es decir, de la vida misma, porque los seres vivientes son sistemas autónomos en el sentido de que su existencia implica la producción y autogeneración de sí mismos. Un organismo vivo se distingue de entes no vivientes porque se auto-organiza de manera continua y automática, la propiedad de la vida que con muy buen tino Francisco Varela y Humberto Maturana denominaron autopoiesis hace casi 40 años. Un organismo vivo es autopoiético en el sentido de que es un sistema autocontenido y autogenerado que se autoperpetúa y se auto-repara. Y si bien un organismo vivo se constituye por componentes moleculares y celulares en estrecha relación con su nicho ambiental, su identidad no está dada por su composición o por su interacción con el medio, sino por sus procesos de conservación en continuo movimiento.

En otras palabras: el organismo vivo mantiene su identidad porque transforma la energía y la información de su ambiente mediante la producción, el ensamblaje y la conformación de sus propios componentes. En este sentido plenamente biológico se puede decir que la identidad de un organismo vivo no consiste en la perpetuidad de su composición, sino en su auto-regeneración vital. De esta forma, aunque el organismo cambia constantemente su composición atómica, molecular y celular, y aunque su forma y funciones se modifican durante el desarrollo, la madurez y la involución, mantiene una identidad móvil o histórica, porque es el mismo proceso estructural.

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Tanto la autopoiesis de Francisco Varela (izquierda) como la idea de que los organismos sienten su propia vida de Christof Koch, plantean una forma de subjetividad extendida a la materia viva.

Esta propiedad biológica de autopoiesis no sólo se manifiesta en la anatomía y la fisiología del organismo, sino en su conciencia, pues ésta se encuentra necesariamente ligada a sus bases orgánicas y funcionales. Las características subjetivas de la conciencia y en particular de la autoconciencia dependen de su morfodinámica recursiva, del hecho de que sus formas y funciones se regeneran y mantienen a sí mismas. La identidad de un ser biológico emerge de manera implícita como resultado de los procesos corporales de autoproducción y automodelación preconscientes.

En niveles subsiguientes de auto-organización, los procesos fisiológicos de la propiocepción, la interocepción, la integración multisensorial, la coordinación sensorio-motriz, el punto de vista, la experiencia de posesión, al actuar en conjunto y en referencia con el medio, hacen posibles las funciones autoconscientes de más alto nivel, como las representaciones pronominales y reflexiones auto-referidas, las identidades sociales, la empatía o la conciencia moral. De acuerdo con el modelo de funciones agregadas de auto-representación que he desarrollado a lo largo de estos ensayos, el ser o el self se plantea como un agregado relacional en constante cambio de sensaciones corporales, situaciones en referencia al entorno, funciones ejecutivas, pensamientos en primera persona, memorias episódicas, narraciones autobiográficas, rasgos de personalidad autoproclamados e identitarios. Este modelo del self consistente en niveles subjetivos íntimamente ligados a niveles de organización y de auto-organización del organismo o individuo vivo requiere de mayor examen, como intentaré a continuación.


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