Desde 1988, cada 30 de noviembre, se celebra el Día Internacional de la Seguridad de la Información, para generar conciencia sobre la importancia de su protección en los sistemas en los que obra.
Todas las personas en el mundo, para evitar los contagios de COVID-19, hemos permanecido lo más posible en aislamiento, lo cual ha llevado a desarrollar gran parte de nuestras tareas en el espacio digital.
De acuerdo con el Estudio de Cloud Computing en México 2020, del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la contingencia sanitaria ha dado lugar a cambios en nuestros hábitos, por ejemplo, el home office aumentó el consumo de aplicaciones de video conferencia en un 230%; Skype creció en 650% al tercer día de la cuarentena, y Webex y Zoom en un 430%; asimismo, otros consumos por streaming para entretenimiento (Flow, Netflix o Youtube) tuvieron un incremento de 20%.
Ante este escenario, la adopción de servicios en la nube ha cobrado relevancia, al facilitar las actividades de quienes pueden realizar sus tareas a distancia.
El cómputo en la nube (cloud computing) se refiere a servicios prestados por medio de internet, bajo demanda del usuario y desde una ubicación remota. Este concepto describe una red mundial de servidores remotos, que están conectados para funcionar como un único ecosistema, diseñado para almacenar y administrar datos, ejecutar aplicaciones, y entregar contenidos o servicios.
En el citado estudio del IFT, se destaca que la nube, las redes de fibra óptica y las tecnologías que habiliten los servicios de alta velocidad, serán los tres factores que permitan materializar la transformación digital y la implementación de nuevas tecnologías, como la red 5G, el Internet de las cosas y la Inteligencia Artificial.
En ese sentido, la Agencia de la Unión Europea para la Ciberseguridad (ENISA) ha considerado que para que la computación en la nube logre todo su potencial debe garantizar la seguridad de la información, que implica tener la capacidad de proteger los activos sin importar su forma o medio en el que se encuentren, a través de medidas técnicas y organizativas orientadas a preservar la confidencialidad, integridad y disponibilidad de la información.
La Ley de Archivos de la Ciudad México, publicada en noviembre de este año, en concordancia con la legislación general en la materia, posibilita que las instituciones gestionen documentos de archivo electrónicos en un servicio de nube, que permita establecer altos controles de seguridad y privacidad de datos.
Para enfrenar los problemas de seguridad asociados con la computación en la nube, como la pérdida, alteración o filtración de información, es necesario que los proveedores aseguren que la infraestructura tenga blindajes suficientes, y que los usuarios fortalezcan los métodos de autenticación.
Algunas medidas de seguridad a tener presentes para hacer un uso de la nube de forma confiable son, por ejemplo, elegir contraseñas difíciles de adivinar, descargar aplicaciones y actualizaciones de sitios verificables, cifrar datos y analizar vulnerabilidades que permitan identificar debilidades en puntos susceptibles a ataques maliciosos.
Como afirmara el economista Muhammad Yunus “la tecnología es importante, pero lo único que realmente importa es qué hacemos con ella”. Si bien el cómputo en la nube permitirá almacenar grandes cantidades de datos en muy poco espacio, en vez de invertir en estantes para su conservación en físico; también es cierto que es fundamental cuidarlos en el tiempo, para lo cual se requiere contar con políticas de seguridad de la información que involucren a reguladores, proveedores y usuarios.
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