colaboradores

La elección de las estrellas

Lectura: 3 minutos

O mueres siendo un héroe o
vives lo suficiente para convertirte en villano.
Batman, “El Caballero de la noche”.

La migración de personajes del mundo del espectáculo a la política, sin tener ninguna experiencia en la administración pública y el ámbito legislativo, se ha convertido en una práctica normalizada en México. 

Lo que comenzó como un mal chiste, hoy es una tendencia, in crescendo, que ha pasado de lo hilarante a lo alarmante en nuestro “México mágico”.

Un lugar donde todo puede suceder: una actriz interpreta el papel de Primera Dama, un exfutbolista “gobierna” un estado (no sin antes pasar por el canal de las telenovelas); actores que dictaminan leyes e, inclusive, la derecha y la izquierda, es decir, el agua y el aceite se “fusionan” con tal de no perder las prerrogativas del erario. Para los partidos el fin justifica los medios. 

eleccion de las estrellas
Imagen: Punto por Punto.

Como nunca antes, la próxima elección contará con más de 20 representantes del mundo de la farándula: futbolistas, luchadores, actores y cantantes, entre otros “personajes” sin militancia alguna, fueron impuestos para contender por un cargo de elección popular.  

La única condición es que el aspirante tenga reconocimiento masivo para aprovechar el sentimiento de idolatría que lo une con el votante. Una estrategia ruin, inmoral e indignante, pero, sin duda, lo peor es que funciona. 

Funciona porque vivimos en un país donde el 98% de los hogares tiene una TV, el 53% prefiere el “Canal de las Estrellas” y en el cual el mexicano promedio ve la TV más de 5 horas al día –datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones–, lo suficiente, al parecer, para confundir la realidad con la ficción.

Estas cifras muestran la cruda realidad de un país zombificado que está más preocupado por el circo que por el pan de cada día.

A finales de enero, en una de sus mañaneras, le preguntaron al presidente López Obrador por qué su gobierno sigue comprando espacios a las televisoras por más de 500 mdp, incluidas Grupo Televisa y TV Azteca. 

El mandatario respondió con una encuesta que levantó su gobierno, donde se lee que el 56% de la población se informa a través de los noticieros televisivos.

manipulacion de los medios
Imagen: Milenio.

Bajo estas condiciones, era cuestión de tiempo vernos en estas circunstancias, donde las elecciones se convierten en una telenovela más, con todo incluido: guion, música y por supuesto actrices y actores.

Se dice que el respeto se gana, quien ha vivido lo suficiente, sabe que no hay falsedad en esta frase, así que mientras el pueblo no se organice, busque y encuentre la manera de darse a respetar, seguiremos siendo números para ellos.

Una ley de vida es, no exijas lo que no das, y si no le damos seriedad e importancia a la selección de candidatos, ¿cómo vamos a exigir resultados a nuestros gobernantes?

Tenemos que incrementar los votos conscientes, desde las comunidades más apartadas hasta las ciudades más pobladas, investigar minuciosamente la historia de los candidatos, su partido, evaluar sus propuestas e intereses que los mueven y conocer a sus patrocinadores.

Es muy lamentable que la gran mayoría de nuestro pueblo no se informa por otras fuentes que enriquezcan su cultura política y, en consecuencia, son arrastrados por ignorantes improvisados y populistas.

Un pueblo informado, no vota por ídolos, elige gobernantes democráticos y profesionales.


También te puede interesar: La salud de AMLO.

La Cueva de Altamira. Una mirada al arte prehistórico

Lectura: 4 minutos

El confinamiento ha traído como consecuencia que no podamos asistir a los museos. Si bien, con el semáforo naranja se abrieron varios recintos, la posibilidad de contagio siempre estuvo presente. Gran parte del personal de vigilancia de las salas asiste a laborar en transporte público. Hoy, con la continuación del semáforo rojo, la opción ha sido descartada.

La problemática por la pandemia que vivimos ha replanteado la vida en los museos –de la mano de su supervivencia–. No sólo en México sino en todo el mundo. Pero con ello, también hemos visto surgir fascinantes recorridos virtuales o interesantes micrositios o videos para mostrar parte de exposiciones temporales. Todo con la intención de atesorar el deleite de los amantes del arte.

Hoy realizaremos un recorrido virtual por la Prehistoria. Antes que la escritura, surgió el arte como una manifestación del ser humano durante este periodo. Son dos las hipótesis que se manejan en torno a su surgimiento. La primera, el arte por el arte. Con un fin decorativo y como parte de una emoción estética, propia del hombre (y por supuesto, de la mujer).

arte neolitico
Imagen: Wikimedia.

La segunda, entrelazada con el pensamiento mágico o totémico. Una suerte de combinación de formas artísticas a las que se aplicaron valores, emociones –algo común en el arte–, pero con contenidos simbólicos de protección ante el miedo a lo desconocido o a la falta de certeza de lo que pudiera suceder.

Desde el paleolítico hasta el neolítico, el ser humano, se dedicó a pintar en las paredes rocosas de las cuevas, al mismo tiempo que conformó herramientas de piedra y hueso. Las pinturas hicieron sobre todo mujeres y niños (hay algunos lugares en los que un hombre no hubiera podido entrar) y en especial por el tamaño pequeño de las manos que fueron dibujadas. A veces aisladas y otras, junto a animales. Estas imágenes reafirman la idea del pensamiento mágico pues su cercanía con los cuerpos de los propios animales, hacen pensar a los investigadores, arqueólogos e historiadores, que el hombre prehistórico intentaba capturar la esencia del mismo para que al salir a cazarlo, pudiera atraparlo de forma más fácil. Imaginemos lo que fue esa época. Sin duda, ante la incapacidad de entender los fenómenos naturales (como ahora lo hacemos), de la mano del instinto de supervivencia, desembocó en una superstición y conformación de creencias que se tradujeron en algo tangible y que hoy, de forma paradójica, disfrutamos: la pintura rupestre.

Venados, bisontes, mamuts, toros. Más de 3000 animales han podido ser identificados. Incluso más que los restos fósiles que se han preservado. Y han sido reconocidos gracias a la forma en que fueron pintados, principalmente durante el Paleolítico: lo más fiel posible a la realidad. En tamaño, color, forma y detalles característicos. Siempre de perfil y con sus cuatro patas. Varias veces con el vientre abultado como señal de deseos de fertilidad (no porque los cazaran). En su manufactura, se usaron pigmentos vegetales, grasa animal y madera quemada para el color negro. Muchos de ellos con contornos delineados y con una intención de volumen peculiar; estuvo dada, las más de las veces, por la forma de las rocas.

Durante el Neolítico, se continuó pintando pero cambió su modo de representación. De una gráfica lo más fiel posible de la realidad, se optó por formas abstractas. Los animales se convirtieron en siluetas y apareció el nombre realizando rituales. Continuaron las figuras de las manos, la representación de perfil y continuaron sin una lógica de horizontalidad.

arte neolitico
Imagen: ABC.

El pensamiento del hombre fue capaz de configurar las dos formas principales de representación artística: la naturaleza y la abstracción que hoy son rectores del arte. ¿Cuál fue la idea principal que motivó que estos seres humanos plasmaran en las cuevas esas pinturas que hoy nos sorprenden? Nunca lo sabremos. Sólo nos queda maravillarnos de sus formas.

Numerosas cuevas en todo el mundo se han preservado hasta nuestros días. Las de España y Francia destacan por sus figuras. Una de las más célebres es la Cueva de Altamira que ante el deterioro provocado por el propio hombre en el siglo XX, fue cerrada. Sin embargo, ante la falta de derrama económica que implicaba la visita de miles de turistas, decidieron reproducir una cueva, de forma exacta a la de tiempos prehistóricos –y es la que se puede visitar–. Le llaman la neo–cueva de Altamira. El Museo de ese lugar ofrece un recorrido virtual a través de un video en YouTube de 6 minutos. Vale la pena verlo y esperar a que un día, podamos volver a viajar para disfrutar las maravillas de las manifestaciones artísticas del hombre de todos los tiempos.

El enlace al video lo pueden ver en la siguiente liga.

El Museo de Altamira también ha subido a la plataforma Arts & Culture de Google, una exposición temporal que nos brinda, además de imágenes de alta resolución, videos y mayor información sobre la Prehistoria. Puede tener acceso a ella a través de esta liga: “De piedra y hueso”.

Además de la pintura rupestre, el arte prehistórico nos ha legado una serie de esculturas femeninas llamadas “venus prehistóricas” que se explican a partir de los deseos de fertilidad en un mundo en que la natalidad resultaba fundamental para la pervivencia de los distintos grupos humanos conformados en tribus u hordas que con el paso de los miles de años configuraron los que fueron las primeras civilizaciones como Mesopotamia.


También te puede interesar: Modigliani en México. Arte durante la pandemia

Las Paredes Gritan: La realidad del Covid-19… da miedo

Lectura: 5 minutos

Miedo y pandemia

Los casos de enfermos y contagiados de COVID-19 siguen en aumento. No hay ninguna fórmula para frenarlo. Los casos aumentan. Y un largo duelo nos envuelve como sociedad.

El mundo que teníamos antes no existe más. Todo cambió. Todo se transformó en incertidumbre… El miedo nos acecha. Y no sabemos cómo será el mundo en el que vamos a vivir… Si vivimos.

Del pasado que tuvimos, podemos reconocer nuestros grandes errores. La crisis ambiental. La violencia del tráfico de drogas. Las movilizaciones crecientes de mujeres en el mundo para demandar justicia. Son muchos nuestros problemas sociales y políticos.

Durante nuestra historia, el miedo ha sido una herramienta eficaz para los gobiernos. Hoy, el miedo reaparece en medio de la pandemia que vivimos en nuestras vidas, de muy distintas formas. Es necesario repensar una y otra vez lo que sucede con la pandemia.

Por un lado, tenemos enormes vacíos de información. Sabemos que el COVID-19 es dañino, pero faltó rigor y claridad para enfrentarlo en muchas poblaciones, como es el caso de México. Por otro, nos llenamos de decisiones insensatas. Supuestamente apoyadas en una “verdad científica” que no alcanzó a resolver nuestros problemas.

Nueve meses después de haber aparecido la pandemia, la “ciencia” no ha podido confirmar con precisión las enfermedades que surgen con el virus y apenas ha iniciado la aplicación de una vacuna que, esperamos, sea confiable para la prevención y su tratamiento.

covid
Imagen: Financial Times.

El juego de cifras es dramático. Llegamos en el mundo a 100 millones de casos de COVID-19, a un año de haber detectado el virus por primera vez, en Wuhan, China. Desde ahí se propagó a otros países asiáticos, a Europa y a los demás continentes.

De estos contagios, 2.1 millones de personas han fallecido, mientras los gobiernos buscan formas y mecanismos (por la buena o por la mala) para frenar la pandemia.

Es cierto, desde que el virus apareció en China (donde existe un gobierno extraordinariamente autoritario con un pueblo enormemente disciplinado) se impuso el confinamiento de las personas… Y así se copió en otros países.

Muchos otros países llamaron al confinamiento de las personas: “Quédate en casa”. Se trató de fomentar esa actitud, pero no se impusieron reglas para conseguirlo. Todo eso se transformó en un mecanismo muy ineficiente que no frenó los contagios.

El caso de México refleja muy bien esta situación. No hubo multas. No hubo “toques de queda”. Simplemente se le sugirió a la población quedarse en casa. Pero eso no siempre sucedió.

AMLO desde el inicio de la pandemia, rechazó emitir medidas coercitivas para frenar la movilidad de las personas. Pero la transmisión de la enfermedad y el número de muertos hablan de una mala estrategia gubernamental. Incluyéndolo a él, que anunció hace una semana su contagio de COVID-19.

Hemos registrado récords de contagios y muertes por el virus durante las últimas semanas. Hay un argumento típico para explicar esta situación: nuestra pobreza.

Mucha gente “vive al día”. Un 70% de los nuevos empleos que se generan son informales. Y la policía no tiene un nivel de respeto entre la gente para obligarla a quedarse en casa. Otro elemento es la falta de dirección entre los encargados de dar la respuesta oficial frente a la pandemia.

vacuna covid
Imagen: GK.

Hugo López-Gatell, Subsecretario de Salud, habla de la “sana distancia” y de quedarse en casa. Sin embargo, aparece sin cubrebocas en una playa en el mes de diciembre… ¿Inspira confianza?: no.

Se dice que, durante los dos primeros meses, en marzo 2020, la movilidad en el país se redujo hasta en un 60%. Hoy eso ya no existe, la gente volvió a la calle.

El asunto es que hasta estas fechas hemos acumulado en México más de 1.8 millones de contagios y más de 155 mil muertos por la pandemia.

Un problema paralelo al COVID-19 es la mega politización que ha generado. Debemos indignarnos. No es justo para la gente. Los pleitos políticos no le sirven a nadie. Y cuesta vidas… ¡Miles de vidas diarias!

Oxígeno y crimen

Ante la ausencia de AMLO en las mañaneras por estar enfermo de COVID-19, la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, tomó las riendas de las conferencias.

El miércoles pasado señaló que la delincuencia ya está involucrada en el mercado de los tanques de oxígeno, ante la alta demanda que tienen por la pandemia.

Dijo textualmente: “Podemos dar cuenta de otro acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación sobre que Cofepris pueda otorgar registro sanitario para la producción de oxígeno de uso medicinal, hemos tenido denuncias de oxígeno fake, mercado negro, incluso ya la delincuencia está metida en los tanques de oxígeno” (Reforma, 26/I/2021).

Se dice que, en la CDMX y otros estados, se han registrado casos de robo, fraude y abusos en la venta de tanques de oxígeno. Incluso, debido a la alta demanda de tanques y concentradores de oxígeno, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, facilitó la importación de oxígeno.

Y retomo un comentario anterior: ¿no sucederá igual con las vacunas? ¿No surgirá un “mercado negro” de vacunas?… NPI.

mercado negro vacunas covid
Imagen: Cartún Pérez.

Tribuna del pueblo

Desde hace 85 años existió en Tijuana una frecuencia de radio, en AM, conocida como Radio Enciso, identificada por el público como “La Tribuna del Pueblo”.

La estación sirvió como tribuna pública para escuchar las quejas del pueblo sobre sus gobernantes. Sin tener la cesión de derechos de los concesionarios, la estación fue tomada desde el 22 de octubre de 2018 por Jaime Bonilla Valdez, antes de ser Gobernador de Baja California Norte.

Convirtió el 1310 de AM en repetidora de La Tremenda, una radio de su propiedad en el 1030 de AM, para hablar bien de AMLO, Morena… ¡Y de él mismo!

El contador de Bonilla dice que todo es legal. La verdadera pérdida es para el público. ¡Vivan nuestros políticos!

La Cueva Del Delfín

Mataron a 1,844 mujeres en los primeros seis meses de 2020, según el INEGI… Es un máximo histórico y las cifras no bajan… ¿Cómo van los derechos de las mujeres en la 4T?

¡Vientos huracanados!, si no me mandan a exportar oxígeno nos veremos por acá la próxima semana


También te puede interesar: Las Paredes Gritan: ¿Renacerá el sueño americano?

La prioridad de Biden: Controlar el virus

Lectura: 3 minutos

“Para reactivar la economía –y la educación– primero se debe controlar al virus”. Este axioma, una obviedad, ha sido repetido hasta el cansancio por organismos y líderes internacionales. Muchos países lo han tomado en serio (Corea, Vietnam, Japón, Alemania), otros no (EE.UU., Brasil, México).

La prioridad número uno del nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es precisamente controlar al virus (oh sorpresa). Vienen cambios radicales en la política sanitaria de aquel país, con impactos inevitables para México, algunos inmediatos, otros de más largo aliento.

Estados Unidos y México son dos de los países que peor han manejado la pandemia. Los vecinos del norte, con 4% de la población mundial representan 20% de las muertes. México, con 1.6% de la población reporta 7% de los decesos globales (esta cifra, como lo ha reconocido el Gobierno Federal, está sub-representada, incluso el INEGI apunta que podría ser hasta 44% mayor). Si sumamos los lamentables decesos en EE.UU., México y Brasil, estos representan 37% del total mundial por COVID-19.

manejo de la pandemia
Imagen: Tech Rev.

Con Trump hubo un acuerdo tácito para mantener medidas laxas, un neoliberalismo epidemiológico: Dejar hacer, dejar pasar. Que la pandemia se autorregule, que se infecten los que se tengan que infectar. No hubo mandatos para usar cubrebocas –ni se predicó con el ejemplo– y el flujo aéreo entre ambos países se mantuvo sin grandes restricciones. En 2020, México fue el destino del 63% de todos los viajes internacionales de los estadounidenses. En contraste, Canadá representó sólo 6.6%. Asimismo, México fue el país con la menor reducción de visitantes a EE.UU., alrededor del 40% de los viajes se mantuvieron a pesar de la pandemia. El mal manejo de la pandemia en nuestro país ya agrava los impactos económicos: Canadá ya suspendió vuelos a México y probablemente EE.UU. haga lo mismo en breve. Serán muchos millones de dólares y miles de empleos perdidos, sobre todo para la industria turística, ya de por sí en agonía.  

Hay vientos de cambio y esperanza en el vecino país del norte, pero no serán favorables para el actual gobierno federal. Atrás queda la irresponsabilidad de la era Trump. De entrada, Biden ya impuso 100 días de uso obligatorio de cubrebocas en instalaciones federales y ejercerá presión para que se generalice en los estados. Desde el 26 de enero, se exige una prueba negativa de COVID-19 a toda persona que viaje a Estados Unidos. Vienen muchas medidas adicionales.

Biden inicia su presidencia armado hasta los dientes contra el COVID-19, un cañonazo de 1.9 billones para enfrentar la crisis sanitaria y económica. El American Rescue Plan destinaría 400 mil millones para combatir la pandemia en varios frentes: el programa de vacunación nacional, que incluirá unidades móviles para llegar a regiones difíciles, recibirá una inversión de 20 mil millones y 50 mil millones más serán utilizados para la compra de pruebas rápidas, y la expansión de la capacidad de los laboratorios. Se contratarán 100 mil trabajadores de salud adicionales y se invertirá en campañas a favor de la vacunación y en investigación en secuencia genética para conocer la evolución del virus. Además, se utilizarán 130 mil millones para reabrir las escuelas de forma segura.

biden virus usa
Imagen: Pinterest.

La llegada de Biden puede significar un cambio en el manejo de la pandemia en México. Hace unos días, en llamada telefónica con el presidente Andrés Manuel López Obrador, ambos mandatarios  reconocieron la necesidad de trabajar una estrategia bilateral para enfrentar la grave crisis sanitaria. La cooperación en materia de brotes epidémicos y pandemias no es ajena para la relación. En 2007 se lanzó el Plan de América del Norte sobre la Influenza Aviar y Pandémica y, en 2012, se estableció el Plan de América Para la Influenza Animal y Pandémica que recogía también las lecciones aprendidas del manejo conjunto de la epidemia por H1N1 habida en la región en 2009 y, durante la cual, a diferencia la inmensa mayoría de los países en el mundo, Estados Unidos mantuvo el flujo aéreo con nuestro país, gracias a las políticas de coordinación.

Quizás después de dar positivo a COVID-19, el presidente mexicano dé un giro a la estrategia de su gobierno, tal como sucedió con el Primer Ministro de Reino Unido, Boris Johnson. Es difícil que esta cruzada pase inadvertida acá. Si el vecino controla la pandemia y México no, la presión para el gobierno mexicano no se hará esperar. Un primer paso sería la obligatoriedad del uso del cubrebocas, y también que se predique con el ejemplo. ¿Será mucho pedir?


También te puede interesar: Vacunas: Triunfo de la gobernanza, no de los gobiernos.

Moverse entre riesgos que se mueven, la nueva vulnerabilidad global

Lectura: 4 minutos

¿Cuánto puede durar un año? ¿Y en ese tiempo, en ese lapso incierto, cuántas cosas pueden cambiar?

Tal parecía el tono con el que comenzó su discurso en el Foro Económico de Davos, celebrado hace unos días, la presidenta de la Comisión europea, Ursula von der Leyen.

Así, habló de cómo, hace apenas un año, Trump se robaba la atención y también sobre cómo una valiente adolescente, Greta Thunberg, hacía un llamado urgente a la acción climática.

Nos llegaban también en ese momento, evocó Von der Leyen, palabras más, palaras menos, algunas noticias desde China a las que, a decir verdad, nunca imaginamos la magnitud que tendrían.

Y de pronto, ese recuento parece situado en una línea del tiempo que supone más de 365 días, parece como si hablara de un lapso de tres, cinco, siete años.

Si la pandemia ha exhibido las vulnerabilidades de la era global, tal y como fue concebida, al desafío se suma la rapidez con que pueden aparecer riesgos que no estaban en el horizonte, sino hasta que son catastróficos.

Como ha sido costumbre en ediciones anteriores, el Foro presentó la 16 edición de su Informe de Riesgos Globales. Un muy bien documentado y editado estudio que se ha vuelto referencia obligada en los últimos años.

vulnerabilidad global
Imagen: Nexos.

Una parte importante del informe presentado por Davos se vale de una encuesta que ubica lo que quienes participan del Foro creen que serán riesgos en el corto, mediano y largo plazo.

Aquí, el recuento de los riesgos, repercusiones y amenazas identificadas en el Informe Davos 2021.

Corto plazo (lo inmediato y hasta dos años), de mayor a menor: enfermedades contagiosas; crisis en calidad de vida; catástrofes medioambientales; fallas en la ciberseguridad; inequidad digital; estancamiento prolongado; terrorismo; desilusión juvenil; fragmentación social; deterioro de los entornos para la vida humana.

Mediano plazo (entre tres y cinco años), repercusiones de mayor a menor: crisis en precios de activos, colapso de la infraestructura TICs, inestabilidad de precios, crisis de materias primas, crisis de deuda, fractura en relaciones bilaterales entre Estados, Conflictos entre Estados, deficiencias en ciberseguridad, fracasos en sistemas de cibergobernanza, geopolitización de los recursos.

Largo plazo (entre cinco y diez años) amenazas de mayor a menor: armamento de destrucción masiva, colapso de los Estados, biodiversidad perdida, avances tecnológicos mal empleados, crisis de recursos naturales, colapso de la seguridad social, colapso del multilateralismo, colapso industrial, fracaso de la acción climática, ataque al conocimiento científico.

riesgos globales 2030
Imagen: Pacifista.

Como se ve, cada una de estos ámbitos, riesgos, repercusiones y amenazas entraña, en sí mismo, un amplio catálogo de asuntos que merecería cada uno la mayor prioridad por parte de gobiernos y sociedad.

En apenas un año, el lugar que en la percepción de riesgo ocupaban algunos de los ámbitos planteados arriba se reformularon, y otros que no habían aparecido, o al menos no con esa determinación, se colocaron en los primeros lugares de la lista.

Al hacer una revisión sobre cómo se ha movido la percepción de los riesgos, repercusiones y amenazas en los últimos nueve años, se observan tanto continuidades como irrupciones notables, la principal, la que tiene que ver con la salud.

Veamos cuál fue considerado el principal riesgo mundial por probabilidad. En 2012, 2013 y 2014, disparidad de ingresos; 2015, conflictos entre Estados; 2016, migración involuntaria; y de 2017 hasta este 2021, cambio climático.

Más que interesante resulta ver la mayor movilidad, o volatilidad, si se prefiere, que surge cuando se enlistan los principales riesgos de esos mismos años, pero ahora siguiendo el criterio de su impacto global.

2012 y 2013: financiamiento fallido; 2014: crisis fiscal; 2015: crisis de agua y acción climática fallida; 2017, 2018 y 2019: armas de destrucción masiva; 2020: acción climática fallida; 2021: enfermedades infecciosas.

La rapidez y a la vez la sensación de lentitud con que ha transcurrido el primer año de la pandemia, pone de manifiesto que si ya sabíamos que los riesgos cambiaban, más o menos, de un año a otro, esta vez, pueden cambiar de un mes a otro.

riesgos globales
Imagen: @cuyo003.

Cómo moverse entre riesgos que se mueven. Cómo prepararse para lo que no existe aún o para las disrupciones sistémicas como las de coronavirus.

La década que se avecina estará marcada por el esfuerzo que implicará la reactivación económica post-COVID, pero no menos por una ecuación resultado del compromiso climático y la transición digital.

Por una parte, la agenda de París, con el doble componente de mitigación y adaptación climática, con la mira puesta en 2030.

Por otra, la urgente necesidad de encarar la concentración del poder digital, la brecha de acceso y alfabetización digital y la no consolidación, aún, de un sistema global altamente confiable en materia de ciberseguridad.

En la convergencia de reconocer que el planeta ha llegado a su límite, o mejor dicho, lo hemos llevado a él, y el paso decisivo hacia la década digital, estará la capacidad para encarar vulnerabilidades.

Moverse entre riesgos que se mueven. Moverse con rapidez de manera forma integral, coordinada y simultánea a nivel nacional, regional, local y globalmente. Tal como las amenazas se mueven.

Así.


También te puede interesar: Adaptarse: condición y capacidad.

Agua Salada, una crónica de supervivencia (Final)

Lectura: 10 minutos

Día 11

Finalmente, mi número se acercaba. De no interrumpirse la secuencia, en menos de una hora podría abandonar el barco y tocar tierra firme. Por fin podría empezar a saber que estaba pasando y como estaban mi familia y mis compañeros de viaje, y averiguar cómo regresar a mi casa desde un lugar tan remoto. Hice esfuerzos enormes para que la ansiedad no me devorara, llevando en el bolsillo mi arma más importante: mi celular y el cargador.

Cuando abrí mi camarote y salí, dos guardias ataviados con traje sanitario me escoltaron diciendo que era el único de esa zona que estaba en mi camarote.

—¿Qué pasó con los demás?

—Quisieron escapar pero no pudieron.

—¿Y qué les pasó? –insistí–.

Silencio, no recibí ni una palabra más de su parte, aunque sabía que su silencio era una respuesta.  

Por fin toqué tierra, el puerto era un gran vacío, no habían camiones o taxis para los pasajeros que suelen bajar de un crucero. Nada. No quise adentrarme a las primeras calles de la ciudad solo, por lo que decidí esperar a otros pasajeros para tratar de ir en grupo. Mientras llegaban a ese punto, sólo veía calles vacías llenas de basura y desechos, como si un huracán hubiese pasado por la isla. Prendí mi celular en busca de señal, pero no registraba nada.

Las tres personas que se acercaron no me parecieron la mejor opción para unirme. Por su aspecto, parecían de algún país africano y deduje que la comunicación y los códigos culturales dificultarían las cosas. Seguí esperando hasta que, por fin, un grupo de cuatro argentinos me dejaron unirme luego del interrogatorio de rigor, que pude superar gracias a que uno de ellos me identificó como parte de los pasajeros del congreso, e incluso dijo haber conversado brevemente conmigo en el evento inaugural.

—Gracias Fernando, aprecio mucho que me dejen ir con ustedes. Sea lo que sea que nos espera, creo que ir solo no es buena idea.

La propuesta de uno de ellos parecía hacer sentido. Buscar los edificios más altos del puerto, que seguramente serían los hoteles de cadena, para pedir ahí ayuda, ubicar la embajada o el consulado del Argentina o de algún país europeo, informarnos de la situación, trazar un plan de regreso, etcétera. No costó trabajo ubicar un par de construcciones que sobresalían de las demás, y no debían estar a más de un kilómetro, por lo que iniciamos la caminata.

Las calles eran un desierto caluroso y abrumador, como de película de terror. Muebles viejos, basura, cristales rotos, autos abandonados y un par de barricadas con gente que nos observaba de lejos, embozada y armada.

abandonado
Imagen: Jeremy Martínez.

Logramos llegar al primer edificio pero las puertas estaban cerradas y no había un solo letrero. El segundo edificio, una cuadra después, era un Holiday Inn también cerrado con toda clase de bloqueos que impedían siquiera acercarse a la puerta. Fue claro que la situación era muy grave y una sensación de abandono y muerte me invadió. El panorama parecía mucho peor de lo imaginable.

En esas cavilaciones estábamos cuando un adolescente se acercó en una bicicleta destartalada, y desde unos 5 metros nos habló en mal inglés:

—¿Son del barco?

—Asentimos con la cabeza.

—¿Necesitan wi-fi?

—Sí, sí.

—Síganme y los llevo a un lugar en que podrán usarlo, pero cuesta 100 dólares por persona 10 minutos; ¿traen dinero?

Hasta ese momento reparé en que todo mi efectivo se había ido en el plan de rescate de Isabel, y que mi expectativa era “sacar dinero de la tarjeta” en cuanto tocáramos tierra.

—¡Sí lo tenemos!, interrumpió Fernando, vamos… ¿está lejos?

—No, no, a 5 minutos caminando.

Iniciamos la caminata siguiendo al niño, que en ese momento veíamos como nuestra salvación. Tener un celular funcionando, en ese momento, representaba nuestra razón de ser. Todo se reducía a la magia del aparatito que nos permitiría tener todas las respuestas que necesitábamos.  

El lugar era una casa playera descuidada escoltada por tres tipos armados a la entrada, con pistolas y machetes. Esperen aquí nos dijo el niño, hay que entrar en el siguiente grupo. En la espera, pregunté a nuestro guía por los demás pasajeros del barco y se limitó a decirme que casi todos habían buscado la forma de tomar una balsa hacia la siguiente isla. No pasaron ni 5 minutos cuando nos llamaron para ingresar, cobrando a la entrada. Prometí a Fernando que algún día le devolvería el favor y pasamos. Adentro habían 10 o 12 sillas distribuidas alrededor de la habitación, separadas unas de otras por cortinas viejas de baño colocadas con maderas podridas. En cada espacio había un pizarrón con la clave escrita en gis. Tan pronto fuimos ingresando la clave nuestros teléfonos volvieron a la vida recibiendo los miles de mensajes que teníamos pendientes de ser bajados. El ruido de los mensajes “entrando”, se combinaba formando una melodía siniestra de información esperando ser descifrada.

No sabía por dónde empezar. Traté de ordenar mi mente. Revisé, primero, los chats de la familia y según fui leyendo la información me fue inundando la cabeza con imágenes. Palabras más o palabras menos, les urgía saber cómo estaba porque una parte del mundo estaba colapsada por la explosión de la nueva cepa del virus. En los países en los que las vacunas habían sido aplicadas el virus estaba bajo control, pero en los países pobres en los que las campañas de vacunación apenas empezaban la situación era apocalíptica. Además, ahora el  foco de la infección era Brasil, pero habían brotes en todos los países latinoamericanos, y desde luego en la del Caribe. 

En muchas ciudades los muertos eran dejados en montañas en las calles y todo estaba fuera de control. Habían levantamientos en toda la región, y tratando de mantener el control las policías estaban disparando contra todos los que violaran el toque de queda. ¡Era verdad, lo que había sucedido en el barco era verdad! El virus había regresado con mayor letalidad que antes y el miedo había sacado las cosas de su curso normal, al menos, en algunos países. La situación era clara y triste… los países más pobres, sin vacunas, estaban pagando el precio de haber ¡sido dejadas atrás!

Sólo alcance a avisar que “estaba bien”, en un lugar seguro, que les avisaría de mi situación “en breve”, y me puse a revisar los chats de mis otros compañeros de travesía en busca de algún mensaje revelador… pero no había rastro.

Iba a intentar una llamada con mi hija cuando nos avisaron que nuestro tiempo había terminado. Salimos del lugar y ya habían, al menos, otras 20 personas esperando entrar. Estábamos en shock. Nos dirigimos sin hablar hasta un lugar que consideramos “seguro”, en el que varias personas hacían una larga fila para recibir botellas de agua, y empezamos a intercambiar la información que cada uno tenía. Era la misma. En todas las ciudades de donde proveníamos reinaba el caos y la desolación. No sabíamos dónde estábamos, no sabíamos a dónde ir, y tampoco imaginábamos cómo salir de ahí. Formados en la fila para recibir una botella de agua que necesitábamos desesperadamente, fuimos informados a gritos por una persona con un uniforme que alguna vez había sido de guardia o policía, que a nosotros no porque éramos extranjeros. 

pandemia
Imagen: BBC.

Decidimos que lo mejor era que Fernando regresara al reino del wi-fi, y por otros 100 dólares mandara mensajes a diversas personas que podrían orientarlo sobre alguna forma de escapar de la isla. Empleamos más de dos horas en dos ingresos más de Fernando a la casa del wi-fi para obtener algunas respuestas y poder tomar alguna decisión. Al final, ya con la tarde convertida en anticipo de obscuridad y peligro se llegó a una decisión, que consistía en tratar de conseguir un bote que nos llevara hasta Puerto Rico, en el que se encontraba un consulado de Argentina que estaba asistiendo a sus nacionales a regresar a su país.

De acuerdo, era un buen plan, pero ¿yo qué haría? Aunque me aseguraron que abogarían por mí en su consulado, para recibir ayuda, el panorama era incierto. Si había una embajada o consulado mexicano en Puerto Rico, era posible que estuviese cerrado o incomunicado. Decidimos regresar al puerto. Ellos, en busca de alguien que quisiera llevarlos a Puerto Rico a cambio de una pequeña fortuna que habían reunido para negociar su salida, y yo, pensando en regresar el barco, mi antigua ratonera, tratando de acceder al único “lugar seguro” que identificaba en esa zona. Regresamos en silencio, todos pensando en lo que seguía. Todos con miedo en nuestros corazones. 

En el puerto, después de algunas gestiones con desconocidos, mis amigos habían ya encontrado transporte y esperarían al amanecer para intentarlo. Tratarían de pasar la noche en la pequeña oficina de acceso al puerto, en el que un conserje, a cambio de 200 dólares, les permitiría refugiarse. Les pedí que me dieran oportunidad de intentar reingresar al barco, y de no tener éxito los alcanzaría antes de su partida para unirme a la expedición. Nos despedimos deseándonos suerte, diciendo a Fernando que nada en este mundo me daría más gusto que entregarle personalmente los 100 dólares que le debía.

—De acuerdo –me contestó–, es una promesa…

Me acerqué al barco en busca de alguna persona para negociar mi reingreso y tardé casi dos horas en poder hablar con alguien de la tripulación que, desde más de 3 metros, casi a gritos, me pedía que me retirara.

No tenía opciones, por lo que eché mano de todas mis habilidades de abogado para convencerlo de que era responsabilidad de la línea de cruceros regresarme al punto de origen. Después de tres entrevistas con diferentes personas y casi en el límite para decidir si me unía a Fernando, aceptaron dejarme pasar. En el curso de la negociación me informaron que el barco trataría de regresar a Miami al día siguiente, tan pronto consiguieran combustible y agua, y además los únicos pasajeros que seguían en el barco, resguardados, eran los estadounidenses, porque eran los únicos que podrían autorizar para regresar a Miami. Una vez más, la nacionalidad como primer criterio de discriminación. Por lo visto, de la pandemia… no habíamos aprendido nada.

Lo que me abrió las puertas fue que la ruta de regreso tocaría Cozumel para reabastecer combustible, lo cual me permitiría bajar en mi país. Regresé al camarote por fin, escoltado, y tan pronto pude me dirigí al camarote de Juan esperando encontrarlo, pero nadie respondió.

Día 12

Dormí más de 14 horas, y aun así seguía exhausto. El día previo había agotado mis reservas de estabilidad emocional y de resistencia física. Había logrado conseguir media botella de agua en el barco, pero moría de sed y hambre. Salí al pasillo y esperé en la puerta de mi camarote hasta que un miembro de la tripulación pasó y le pregunté por agua y comida. Quedó de ver la forma de conseguirlo y volvería. Y volvió. Media hora más tarde, una charola con pan y alguna fruta en estado regular de conservación aparecieron ante mis ojos, como el mayor de los tesoros. Junto con la comida llegó la mejor de las noticias: el barco iniciaría el camino de regreso por la tarde, una vez que acabaran la recarga de combustible y de alimentos. Además, disfruté de mi primer baño con agua dulce y caliente, que pasó por todo mi cuerpo eliminando la sal y el sudor que formaban ya una capa grasosa que daba constancia olorosa de mi condición de marginado.

¡Qué alivio! Sentí, por primera vez desde el confinamiento, que era el fin de la pesadilla. Volvería a casa vivo y sano. Por primera vez lloré, primero sólo unas lágrimas, y luego un llanto desolado y abundante, como hacía años que no lloraba.

El aviso del capitán de que estaríamos iniciando el regreso, y que esperábamos llegar a Cozumel a las 10 de la mañana del día siguiente terminó por inyectarme la dosis de emoción que me faltaba. Repasaba, uno a uno, los momentos vividos desde que habíamos abordado, y las muchas personas que me habían ayudado desinteresadamente y habían hecho la diferencia. Una hora después de partir, previo aviso del capitán insistiendo en que nos mantuviéramos en nuestros camarotes, iniciaron el reparto de comida. Otra vez toc-toc en mi camarote, y esta vez una charola con una ración suficiente de comida y agua.

barco
Imagen: RT.

A los 5 minutos, otros breves golpes en la puerta, y al abrir la sorpresa, casi me hace gritar. Era Juan, disfrazado con traje sanitario, que me apartó para poder entrar con rapidez, y ya con la puerta cerrada darme un abrazo largo y sentido. Ambos lloramos antes de poder empezar a ponernos al día. Le hice un muy breve resumen de mi estancia en tierra y de mis peripecias para regresar al lugar del que tanto tratamos de escapar.

—¿Qué pasó?, ¿te dejaron regresar al barco como a mí?

—No jefe, yo nunca bajé, me escondí y me quedé aquí, pasando de un camarote a otro para poder escabullirme y conseguir los restos de comida o agua que pude conseguir. A los gringos los concentraron en el piso de arriba.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Tengo ya mis “mensajeros” jefe, la gente de limpieza se ha convertido en aliada…

—… y de Isabel o de Javier, ¿sabes algo?

—De Isabel nada, aunque llegué a escuchar en los pasillos que dos o tres intentos de fuga habían fracasado y que tenían a varias personas detenidas en la parte de abajo del crucero.

—Bueno, ojalá estén detenidos, además no pueden acusarlos de nada porque en ese momento quien tenía el control del barco era el comando que lo tomó…

—¿Comando? No jefe… nunca hubo un comando. Una persona de la tripulación me confió que nunca existió algún comando, el capitán tomó la decisión de dejar correr esa información para evitar que la gente saliera de sus camarotes… era la única manera de evitar el caos porque el barco tenía sólo combustible y comida para llegar al primer punto de la travesía y pasarían semanas antes de que nos dejaran bajar en algún lugar.

No pude contestar, esa información desató cientos de conjeturas en mi mente sobre los efectos de una decisión que influyó totalmente en las vidas y destinos de todos los que viajábamos en ese barco, y que reconocíamos en el capitán a la máxima autoridad del navío. No quise calificarlo como estúpido o criminal de inmediato, prefería aplazar el veredicto para cuando pudiera reflexionar sobre el asunto. Sólo me limité a decir:

—No chingues, está muy cabrón hacer algo así…

—Juan, ¿tú sabes lo que sucedió en realidad?

—Sí, me lo comentaron otros pasajeros que pudieron de alguna forma tener señal en sus teléfonos al acercarnos a tierra… ¿no hubiera sido mejor decir la verdad sobre la existencia del nuevo virus para que la gente se quedara confinada?

—Creo que no… después de la experiencia del COVID, la gente habría buscado escapar del barco a toda costa, y según pasaran los días la situación se habría salido de control. Tal vez la decisión del capitán no había sido tan mala. Por eso cortaron toda comunicación del barco con el exterior.

—Y la nuestra de no participar en intentos de fuga tampoco. Era una huida hacia una situación peor que en el propio barco. En mi caso –agregó Juan–, el miedo que me paralizó me ayudó a mantenerme con vida.

Sólo entonces me asaltó un pensamiento que me tomó por sorpresa como mío, con forma de culpa plena. ¡No debí impulsarlos a tratar de huir! Fue una decisión funesta, basada en especulaciones.

—Debimos permanecer juntos y aguantar hasta el final.

—Pero Isabel ya se veía muy mal jefe, tenía que tratar de huir o moriría aquí…

Salimos al balcón a hurgar el horizonte, cada uno sumido en sus pensamientos. En otras circunstancias sería un momento placentero para disfrutar del sol, de la brisa y del agua salada. Hoy no lo era.


También te puede interesar: Agua Salada, una crónica de supervivencia (Parte III).

Las famosas vacunas

Lectura: 4 minutos

Mantenemos una angustia sistemática que sobrepasa el miedo, todo se ha convertido en un patético drama. Nuestra salud, tranquilidad y en general nuestras esperanzas giran alrededor de una vacuna, sobre la que no hemos tenido respuesta de que tan eficaz es y si con ella podremos recuperar la calma perdida.

Con base a lo anterior, al momento todo ha sido funesto; hemos perdido a seres queridos, gratos amigos se han adelantado, vivimos permanentemente con infaustas noticias. La desinformación y alteración de datos es la constante. Se asegura disponibilidad para recibir enfermos en diversos nosocomios, lo real es que hay una deambulación de contagiados, quienes auténticamente mueren en la calle; en teoría hay espacios para atender el Covid-19, en la práctica solo hay confusión y caos.

Desde mi visión, la responsabilidad ha recaído en manos de una sola persona, marginando así al Consejo Nacional de Salud. Este individuo habla, habla, habla y se contradice, falta a la verdad, pero tal parece que entre más errores, más concesiones le otorga el jefe del Ejecutivo federal. No se trata de criticar al Subsecretario de Salud, simplemente debemos reconocer su ineptitud, incoherencia, descuidos e imprecisiones; lamentablemente nuestro mandatario no escucha a nadie, se muestra indiferente ante las opiniones y se encapricha con sus ideas, dando al traste con el sentido republicano en que se debe sustentar un buen gobierno.

dudas vacuna
Imagen: Axios

Y de acuerdo con mi análisis, el desastre no ha sido solo en el ámbito de la salud, que es el más preocupante, también en lo económico; nuestra recuperación llevará varios años, los optimistas dan un plazo de un lustro, pero hay quien asegura que no en menos de una década volveremos a mantener condiciones adecuadas en lo que hoy estamos perdiendo: empleos, productividad y confianza, consecuencia de una administración improvisada que actúa irresponsablemente con “prontos” y “ocurrencias”. Lo peor es que lejos de que exista sensatez en el pueblo, éste insiste en sostener a gobernantes que han mostrado incapacidad y solo se han ocupado en incrementar la separación entre los mexicanos, dando preferencia al odio que puede llegar a convertirse en un severo conflicto social, cuyas consecuencias serán imprevisibles y la nada deseable guerra civil.

Otra particular conflictiva está en las relaciones humanas, donde la familia ha sufrido quebrantos no solo en lo económico, sino en otros aspectos esenciales como lo es el conflicto entre quienes deben mantener un cariño sistemático, pero cuyos lazos se han visto severamente afectados. Fortalecer la unidad familiar, sustentados en el afecto y en los valores se hace imprescindible; después de la familia también la solidaridad comunitaria es fundamental, la cual no se logra solo con palabras, sino con respaldos serios y oportunos, donde la respetabilidad, el buen trato y la cordialidad mantengan preferencia absoluta. Lo prioritario es la unidad, insistimos, el apoyar al congénere y darle oportunidad a un ambiente fraternal.

Volviendo al tema de las vacunas, insistimos en que es una alternativa a la que hemos sobrevalorado, es muy difícil adelantarnos a su eficacia. En otros males los antídotos para contrarrestarlos han tardado años, por lo que aplicando la lógica, lo que ahora nos ofrecen para combatir el Covid-19 se ha realizado con tal rapidez que sería insensato tenerle fe ciega. Aceptemos que estamos en medio del océano de la pandemia, queriéndonos salvar con una balsa endeble, por la que formulamos votos logre el bienestar, pero nada nos garantiza el éxito; lo que si resulta sano es que el gobierno federal, llegue al entendimiento de que no puede combatir solo la pandemia, se reclama del apoyo de todos, iniciativa privada y sin duda, sin excepción todos los niveles de gobierno.

vacunas
Imagen: Rappler.

Enhorabuena que se permita que los particulares adquieran vacunas y éstas se comercialicen, va de la mano con la corresponsabilidad social. Penosamente el régimen actual se dedica a denostar con intensidad a la iniciativa privada, pero insistimos, no es el momento de divisiones, ni descalificaciones.

Por lo que hace a la participación de las diversas entidades federativas, es un acierto; lamentablemente el federalismo se ha visto marginado como nunca; el centralismo que se sufre es atroz, todo pretende resolverse en las famosas y cada vez menos oportunas “mañaneras”, donde asisten los obedientes, incondicionales y un grupo de pseudoperiodistas crean diálogos en los que siempre aparece la ofensa como forma de gobierno. Bienvenida la reflexión de dar oportunidad a los Estados de la República para que asuman su responsabilidad y en la medida que puedan sean quienes protejan a su población. Y deseo precisar que el manejo político y electoral de las vacunas contra el Covid-19 debe desaparecer; es inadecuado que se llegue el momento de que a cambio de una vacuna se persuada para otorgar el voto al partido en el poder. Se señala que hay un Plan Nacional de Vacunación, pero éste no puede ser tiránico; es bueno por todos conceptos que cada gobernante en su Estado tenga la oportunidad de brindarles esa seguridad a sus gobernados.

Debemos evitar caer en lo que criticamos, no se trata de denostar, ni menospreciar la buena fe de los entes obligados en un problema en el que todos debemos contribuir para superarlo.

Me permito insistir, no debemos bajar la guardia, la vacuna es una alternativa en la que tenemos grandes esperanzas, pero más aún que ella, el cuidado, seguir las reglas y la manera prudente de conducirnos son indispensables. Aspiremos a una sociedad comprometida para luchar contra el mal y cada uno desde su trinchera llevar a cabo un trabajo constructivo y solidario. Dejemos divisiones, ofensas y desprecios, cuando hoy más que nunca debemos estar unidos todos, el que tiene con el que no tiene, el que gobierna con el que no lo hace y en general, buenos, malos y de todo tipo estemos en el mismo proyecto. La vida es lo fundamental y debe protegerse como el bien de bienes, el bien jurídico y social más relevante.


También te puede interesar: Prensa Vendida.

Y no entendemos

Lectura: 3 minutos

Mientras el gobierno capitalino apretó a los comercios establecidos (como fue el caso de los restaurantes) con cierres totales y parciales durante la aplicación del semáforo epidemiológico color rojo, desde el pasado 19 de diciembre y hasta la fecha, en las calles el comercio informal ha resultado ser un gran ganador, pero se han descuidado muchos riesgos.

El pasado mes de enero fue el más crítico para México desde el inicio de la pandemia, el 28 de febrero de 2020, donde se registraron 32 mil 729 decesos por el COVID-19 y con 438 mil 166 contagios. Pero qué pasaba en las calles de la Ciudad de México mientras la mayoría de giros comerciales formales enfrentaban los severos impactos económicos por las restricciones de operación. Los restauranteros protestaron, hubo mítines y marchas, pues ya arrastraban la crisis económica que les dejó el semáforo rojo entre abril y junio pasados.

Al respecto, comentaré un escenario que llama mucho la atención por el gran descuido que prevalece y en donde la ausencia de las autoridades es notoria a costa de la salud de miles de personas.

Durante un simple ejercicio de observación realizado por este columnista, en las calles de las alcaldías de la Cuauhtémoc, Coyoacán y Tlalpan, pude detectar que ningún puesto callejero de comida (un total de 60) cuenta con el mínimo de los protocolos de sanidad.

clausurado
Imagen: APNews.

En los puestos de tacos y tortas pude constatar que ninguno contaba con una botella de gel, ni se respetaba la distancia de 1.5 metros entre clientes y mucho menos tenían un termómetro digital en forma de pistola. 

Las superficies en que los clientes degustaban sus tacos era “limpiada” por trapos secos sucios, los recipientes de salsas abiertos estaban expuestos a recibir los aerosoles (gotitas de saliva o respiratorias) de los comensales, pues la distancia era menor a 20 centímetros de distancia y con frecuencia los clientes platicaban y reían, mientras comían.
Observé cómo algunas personas se bajaban al cuello el cubrebocas tocando la superficie de los mismos sin aplicarse ningún gel (que ellos mismo pudieran traer). 

Esas mismas manos que habían tocado el protector por sus lados externo e interno, eran las mismas que tomaban la única cuchara de las salsas, las mismas que agarraban los platos de plástico que, por cierto cuando terminaban sólo se les retira el papel que sirvió de cama para el taco o la torta, y se les limpia con el mismo trapo sucio.

Muchos clientes mientras comían revisaban su teléfono móvil (sin limpiarlo) y volvían a tomar la cuchara de la salsa colectiva o movían con sus manos el recipiente de la salsa para acercarlo.

En la mayoría de los casos comprobé que quien cobraba era el mismo que “limpiaba” superficies y platos. Nunca vi que se aseara las manos, y tanto él como quien preparaba los alimentos portaban cubrebocas muy arrugados y sucios de los resortes, que denotaban que llevan varios días con el mismo. Cuando preguntaba si tenían gel o alguna solución sanitizante, la respuesta casi siempre era similar, ‘se nos acaba de terminar’.

comida en pandemia
Imagen: El Financiero.

Si bien en el mayor de los casos los clientes llegaban con cubrebocas, también comprobé que había gente que acudía al puesto sin protector. Simplemente llegaban, comían, platicaban muy cerca de otras personas que obviamente no portaban el cubrebocas por estar degustando los alimentos. Era un verdadero baño de aerosoles, y quién sabe si alguno de ellos era asintomático al COVID-19 o estaba con los primeros síntomas.

El escenario era peor cuando sólo había un despachador, pues él hacía todo con trapos sucios, tocaba dinero, manipulaba platos “limpios” y en ocasiones con las manos se tocaban el cubrebocas.

A los encargados les preguntaba si las autoridades del Sector Salud los visitaban para darles explicaciones sobre los protocolos sanitarios que debían seguir por tratarse de venta de alimentos en plena pandemia, y su respuesta era inmediata: no.
Aún no sabemos cuántas personas se han contagiado de COVID-19 en los puestos callejeros de comida, pero todo indica que esos sitios se están convirtiendo en “bombas” de tiempo contra la salud.

Lo lamentable es que las autoridades sólo están enfocados a los giros formales, los que generan empleos y pagan impuestos y servicios.

Cuando México ha acumulado, al 2 de febrero, 2 millones 67 mil 855 contagios confirmados y 159 mil 533 decesos por COVID-19, es hora de atender lo que pasa con los puestos callejeros de comida.


También te puede interesar: Energías limpias ante una política retrógrada.