Desde hace varios años vemos la necesidad de cambiar el objetivo o meta última de las empresas, no tan sólo como un cambio de nomenclatura sino como la forma de satisfacer a la sociedad en su conjunto. Buscando además de maximizar las utilidades, la permanencia de las instituciones y la satisfacción de las necesidades de todos los participantes.
Me gustaría recordar y reconocer el gran esfuerzo del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) al establecer 10 principios para “replantear la dimensión social y el sentido de las empresas, para trabajar en la consolidación de un país más justo, inclusivo, responsable y sostenible”. “Las empresas somos parte de la sociedad. Sólo si la sociedad progresa, los negocios prosperaran”.
Como antecedente y para contrastar las diferentes opiniones que están en la mesa de discusión del objetivo de las empresas, quisiera reflexionar sobre un artículo reciente publicado en un Foro de la Facultad de Derecho de Harvard sobre gobierno corporativo.
En 1962 Milton Friedman estableció las bases del capitalismo estadounidense al establecer que la responsabilidad social de las empresas es aumentar sus ganancias. Esto desde entonces se convirtió en la doctrina Friedman o como la primacía de los accionistas.
La doctrina de Friedman y de otros economistas, menciona el artículo, fue el fundamento de una era en Estados Unidos, así como en otros países, en donde lo importante era obtener la mayor rentabilidad posible y maximizar el valor para los accionistas. Para lograr esto muchas veces era a través de la toma de decisiones de corto plazo, adquisiciones hostiles, el financiamiento de bonos basura, etc., a costa muchas veces de la erosión de las protecciones para los empleados, el medio ambiente y la sociedad en general.
Para los que crecimos en esta época, estudiamos y nos desarrollamos en diferentes tipos de industrias, sin duda el objetivo bajo el cual trabajamos era la maximización del valor de la empresa y, por ende, el de sus accionistas. Es más, el haber pensado de otra manera hubiera impedido el éxito o sobrevivencia de la propia institución o sus directivos.
Sin embargo, ciertos eventos recientes han puesto en duda la eficacia de la doctrina Friedman y quisiera tan sólo profundizar en tres:
1.- La crisis financiera de 2008 puso en evidencia la fragilidad del cortoplacismo y, desde entonces y de manera creciente, las opiniones de universidades, abogados, inversores, creadores de políticas públicas, economistas y representantes de la sociedad civil han venido manifestando la necesidad de un nuevo modelo.
Un nuevo esquema será fundamental para los países en desarrollo como México, donde desafortunadamente la pobreza y la desigualdad han permanecido, en el mejor de los casos, igual o mejorado de manera no significativa y, por lo tanto, encontrar un modelo que logre recuperar el crecimiento, reducir la pobreza y la desigualdad, se convierte no tan sólo en un ideal, sino en la única forma de que las empresas permanezcan y los países puedan crecer de manera sostenible y sustentable.
2.-El cambio climático y la contaminación son temas que ya no podemos soslayar y dejar pasar más tiempo, tanto países desarrollados como los que estamos en vías de serlo, tenemos que lograr controlar este problema de tal manera que no afectemos las grandes cadenas de producción y destruir los millones de empleos en todo el mundo que dependen de éstas.
Las empresas globales, principalmente, tienen una gran responsabilidad en sus manos, ya que tendrán que lograr este gran reto, así como exigirlo a todos sus participantes, esto implicara que sus consejos de administración logren cambios radicales en sus misión, visión y objetivos.
3.-Dos eventos recientes, en particular la pandemia y la muerte de George Floyd –atribuye el artículo arriba mencionado–, han puesto en manifiesto el impacto dispar en varios segmentos de la sociedad dejando claro cómo están siendo más afectados los sectores más vulnerables: las personas con menos recursos o educación y, por lo tanto, con menos acceso a la atención médica requerida o a la justicia.
Todo esto está ocasionando una reflexión profunda por parte de los consejos de las empresas que se refleja de manera muy clara en un documento publicado en diciembre de 2019:
MANIFIESTO DAVOS 2020: EL OBJETIVO UNIVERSAL DE LA EMPRESA EN LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (DAVOS MANIFESTO 2020: THE UNIVERSAL PURPOSE OF A COMPANY IN THE FOURTH INDUSTRIAL REVOLUTION.)
Klaus Schwab, fundador y Presidente Ejecutivo del Foro Económico Global (World Economic Forum) menciona tres temas fundamentales de este manifiesto que me gustaría compartir, para después hacer una reflexión en torno a qué implicará en un futuro cercano esta nueva tendencia a un nuevo modelo corporativo:
1.- El objetivo de una empresa es comprometer a todos sus participantes (stakeholders) en la creación de valor compartida y de manera sostenida. La mejor forma de lograrlo es entendiendo y armonizando los diferentes intereses de todos los participantes: empleados, clientes, proveedores, las comunidades locales, así como la sociedad civil.
2.- Una empresa es más que un ente económico generando riqueza. Debe satisfacer las aspiraciones humanas y de la sociedad como parte del sistema social. El desempeño debe ser medido no tan sólo como un rendimiento para las accionistas, sino también en función de lograr los objetivos del medio ambiente, sociales y de buen gobierno corporativo. La remuneración de los directivos debería reflejar la responsabilidad otorgada por todos los participantes.
3.- Una empresa que tiene una presencia global además de atender a todos sus participantes que están directamente relacionados o comprometidos, actúa como un participante más en conjunto con la sociedad civil y los gobiernos para buscar un futuro global, permanente y sustentable.
Las empresas son y continuarán siendo la piedra angular de cualquier sociedad que quiera crecer de manera sostenida y sustentable, buscando siempre el bien común. Son los empresarios los que, al arriesgar su patrimonio, invierten en el futuro de una empresa y de todo lo que la rodea, sus trabajadores, empleados, proveedores, clientes, bancos, abogados, contadores, asesores, etc.
El empresario debe adaptarse para sobrevivir y dejar un legado que perdure y quede su nombre inscrito en el tiempo, pero más importante que esto será que logre darle continuidad a lo creado, a lo establecido por todos quienes lo rodearon en su trayectoria, para darle permanencia al trabajo de todos ellos, con lo cual estará realmente contribuyendo a la sociedad de manera importante y duradera.
Para conseguir esta permanencia, las empresas deberán lograr lo que hoy se conoce como resiliencia y para esto será fundamental que se aborden de manera profunda, permanente y contundente los temas del medio ambiente, sociales y de gobernanza corporativa (ESG: Enviroment, Social, Governance).
A manera de ejemplo de la importancia que tendrá este cambio de enfoque de los consejos de administración de las empresas, se ha creado el S&P 500 ESG Index, que ayudará a los inversionistas globales a implementar estrategias de inversión en sus portafolios principales.
En nuestro caso, México, se convierte en una prioridad que las empresas consigan ser resilientes, para contribuir a recuperar la confianza de los inversionistas y retomar el crecimiento del país como la única forma de combatir la desigualdad y la pobreza.
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