Familiares de niños con cáncer caminaron del Hospital Infantil de México Federico Gómez a la Secretaría de Gobernación, para exigir solución al desabasto de medicamentos para el tratamiento del cáncer.
desabasto de medicamentos
¿A dónde va la industria farmacéutica mexicana?
En memoria de Guillermo Soberón,
exrector de la UNAM y exsecretario de Salud.
Conocí al Doctor Guillermo Soberón como rector de la UNAM. Gran promotor de la educación, la ciencia y la tecnología. En los 80, durante el gobierno de Miguel de la Madrid lo traté mucho. Yo era subsecretario de Fomento Industrial. Celebré que el secretario de Salud fuera el primer convencido de que la producción, la investigación y el desarrollo tecnológico de la industria farmacéutica en México y el abasto local de medicamentos, vacunas, ingredientes activos y equipos médicos constituían un tema estratégico de seguridad nacional.
La crisis financiera y de divisas de 1981-83 mostró que la enorme dependencia externa del sector nos hacía particularmente vulnerables para satisfacer las necesidades de salud de una creciente población y demandaba el fortalecimiento urgente de las capacidades nacionales de prevención, así como de alerta temprana y respuesta eficaz frente a catástrofes.
Durante casi un año, en un grupo técnico integrado por la Secretaría de Salubridad y Asistencia y la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial realizamos un diagnóstico de la demanda de medicamentos, vacunas e insumos farmacéuticos; de las insuficiencias de la oferta productiva local y de las opciones de política pública y acciones privadas frente a los desafíos y oportunidades de la capacidad productiva y la infraestructura nacional.
Los estudios condujeron a la definición de un nuevo cuadro básico de medicamentos para el sector salud (incluyendo a la Ssa, IMSS, ISSTE y otras dependencias públicas), a la conformación de un programa de compras consolidadas con calidad asegurada y los mejores precios posibles y a la expedición de un Decreto para el Fomento Integral y Regulación de la Industria Farmacéutica Nacional, que impulsó la producción local de medicamentos y sus ingredientes activos en México a través de incentivos financieros, fiscales y comerciales.
Las empresas beneficiarias se comprometían a producir medicamentos e ingredientes activos a precios internacionalmente competitivos y a invertir un 3.5% de sus ventas en investigación y desarrollo tecnológico. Se fortaleció la Dirección General de Control de Alimentos, Bebidas y Medicamentos (antecedente de Cofepris) que se responsabilizaba de asegurar las buenas condiciones sanitarias de los medicamentos.
Paralelamente se impulsó la producción local de vacunas a través de una empresa estatal y se lanzó un programa de genéricos, siguiendo la experiencia europea, que sólo pudo consolidarse –dada la renuencia de la industria de medicinas de patente– hasta la llegada de Juan Ramón de la Fuente a la Secretaría de Salud.
El sistema se fortaleció con el desarrollo de un importante sector de laboratorios de capital mexicano, orientado a la producción de genéricos, a partir del vencimiento de las patentes. Un grupo reducido realiza investigaciones biológicas que le ha permitido, con apoyo de instituciones de la UNAM y el IPN, innovar y generar sus propios medicamentos.
Sin embargo, hubo también retrocesos, visibles desde hace una década, que los cambios institucionales de la 4T, el combate a la corrupción y el estallido de la pandemia han sacado a la superficie.
Un estudio que elaboré para la Fundación Friedrich Ebert muestra que la industria farmacéutica se encuentra en una encrucijada en México y demanda atención urgente pública y privada.
Según el Inegi (“La Industria farmacéutica y sus proveedores”, 2016) a partir de la crisis de 2008 su tasa de crecimiento y su participación en el PIB se redujeron. De representar 5% del PIB manufacturero en 2008, descendió a 2.5% en 2016.
Los ingredientes activos de fabricación nacional son muy reducidos –menos de 5%–. Hoy día la mayor parte es importada de China, India, Corea del Sur y Europa.
Es más, a partir de la eliminación de la obligación de tener una planta en México para la venta de productos –durante la presidencia de Calderón–, aumentó la importación de medicamentos terminados. Algunos laboratorios son importadores de una parte significativa de los productos que venden –provenientes de países donde sí existe requisito de planta–.
La relación exportaciones a importaciones de productos farmacéuticos se deterioró sensiblemente entre 1998 (801/mil 745 millones USD) y 2015 (2 mil 509/7 mil 1 millones USD) –de 2 a 1, a 3 a 1–. La pandemia agravará el déficit comercial en 2020.
La dependencia tecnológica de México sigue siendo enorme. Una docena de empresas de capital nacional realizan actividades de investigación y desarrollo tecnológico sistemáticamente. Las patentes farmacéuticas de mexicanos y empresas de capital mexicano son muy escasas.
El mercado público, que representa 50% de la demanda total, mayoritariamente de productos genéricos, ha estado padeciendo problemas serios de abasto. La pandemia sólo los ha agudizado.
El actual gobierno ha realizado cambios en los procesos de licitación y distribución de medicamentos, buscando ahorros presupuestales y combate a la corrupción, que han conducido a una situación muy errática en el proceso de compras consolidadas. El papel de la Oficialía Mayor de Hacienda; la creación del Insabi; la asignación reciente de la responsabilidad de las licitaciones a UNOPS y la creación de una agencia estatal distribuidora han generado incertidumbre entre los laboratorios que abastecen al sector público.
La industria solicita un mecanismo confiable de planeación conjunta con el sector salud para la producción, adquisición de insumos e inversiones futuras. Las empresas de capital mexicano, que dependen fuertemente de las compras gubernamentales, están preocupadas por los frecuentes cambios en las instituciones y las autoridades responsables. Todo ello incide sobre sus decisiones de inversión, que están detenidas.
El tema de los precios y el abasto seguro, oportuno y transparente llevó al Estado a recurrir a UNOPS –la agencia de la ONU de servicios a proyectos– para realizar las compras consolidadas y conseguir los precios más bajos posibles en el mercado internacional, sustituyendo los mecanismos tradicionales gubernamentales. La industria argumenta que UNOPS no tiene la experiencia para una operación de tan gran escala y lo hará durante los próximos tres años a cambio de una comisión muy elevada de 135 millones USD –cerca de 2 mil 800 millones de pesos–.
Los productores locales demandan ‘suelo parejo’ y mecanismos que permitan planear y evitar prácticas desleales en el mercado mundial. Destacan que, en los principales países –incluyendo Estados Unidos– se ha optado por estrategias de mayor autoabastecimiento. Se preguntan si esos 2 mil 800 millones no podrían haber sido mejor utilizados, por ejemplo, para pagar adeudos que tiene el ISSSTE con las empresas mexicanas.
Un tema adicional es Cofepris. Esta institución reguladora autoriza desde el ángulo sanitario los medicamentos a fabricar, importar y vender en México, así como sus ingredientes y procesos. Su papel es clave. Lamentablemente durante 2019 y 2020 ha experimentado reducciones importantes de presupuesto y pérdida de funcionarios clave.
Según la OMS, los países, con poblaciones en crecimiento y una mayor esperanza de vida, tendrán que duplicar su abasto de medicamentos cada cinco o seis años. México, con 127 millones de habitantes, tiene una creciente plataforma propicia para una gran industria nacional farmacéutica y de otros bienes y servicios para la salud. Las oportunidades de producción local, con alto valor agregado, empleos y desarrollos tecnológicos propios nos podrían convertir en una potencia media farmacéutica. El T-MEC, el nuevo TLCUE y la rivalidad China-EE.UU. podrían impulsar esos esfuerzos.
Urge concertar una política integral de fomento que busque:
a) Realizar un estudio prospectivo industrial y tecnológico del sector de medicamentos con apoyo público-privado, y la participación de las autoridades de salud y la banca de desarrollo.
b) Una alianza público-privada para producir en México e invertir, con una razonable garantía de adquisiciones gubernamentales durante los próximos cuatro años, en los principales medicamentos y sus materias primas.
c) Establecer una línea de crédito y capital de riesgo Nafinsa-Bancomext que ofrezca financiamientos competitivos a las empresas productoras y exportadoras.
d) Estructurar un programa de desarrollo tecnológico e innovación para empresas farmacéuticas, dispuestas a contraer compromisos de inversión en I y D, a través de proyectos de riesgo compartido.
El martes pasado, en su discurso de apertura de la convención de la industria farmacéutica, Alfonso Romo, de la presidencia de la República, dio un mensaje que fue muy bien recibido. Reconoció la importancia de la industria y convocó a fomentar su desarrollo, inversiones, producción local de ingredientes activos y tecnología nacional. “Todos los países se están orientando a la autosuficiencia”, subrayó. “México puede ser también importante exportador”.
¿Harán algo las secretarías de Economía, Salud y SHCP en concordancia?
*Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico El Financiero el 19 de octubre de 2020.
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Medicamentos mortales
El desabasto de medicamentos en las instituciones de salud pública nacionales sigue siendo una tortura para millones de derechohabientes, una incógnita y un pendiente de vida o muerte.
Para nadie es un secreto que depender de los servicios de salud públicos, principalmente del IMSS y del ISSSTE es, y siempre fue, una condena a muerte.
Y es que incursionar en la burocracia del sistema de salud es un laberinto insondable, cuyos vericuetos resultan interminables, angustiosos e indescifrables para los pacientes.
Los enfermos pueden morir en el intento de ser atendidos en un hospital de especialidades, durante el tiempo de espera de una cita médica, en lo que se desocupe una cama para ingresar al nosocomio, en lo que aguarda a que se le extirpe un tumor o en lo que se abastece del medicamento necesario para salvar su vida.
Conocí a un paciente que iba a ser operado en el ISSSTE, en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, de un tumor muy grande en el cerebro. Para realizar la cirugía tenían que hacerle obligadamente una resonancia magnética, pero cuando fue al área correspondiente del hospital, el 14 de diciembre de 2019, le dijeron que sí, que su cita ya estaba agendada para el 31 de diciembre, pero de 2020, porque había mucha demanda.
Pareciera un chiste, pero es la realidad de nuestro sistema de salud público: insuficiente infraestructura hospitalaria, falta de equipo, burocracia inflexible, creciente demanda y, en consecuencia, cada día mayor deterioro de los pacientes, más lento su recuperación y mayor deterioro de su calidad de vida.
Ahora, con la irrupción de la pandemia, cientos de miles de enfermos quedaron en el limbo, sin consulta de especializaciones médicas desde hace más de seis meses, cirugías canceladas y con el 90% de los servicios hospitalarios cerrados para concentrar los esfuerzos en la emergencia sanitaria.
El servicio que obligadamente sigue activo es la entrega de medicamentos en farmacias, pero el desabasto frustra a los derechohabientes que se abarrotan a diario a las afueras de los hospitales, con alto riesgo de contagiarse de Covid-19, para que de las diez medicinas que amparan sus recetas, sólo reciban cinco.
Es un hecho que a pesar del compromiso del gobierno se agudiza la escasez de medicamentos sin que nadie dé una explicación clara y convincente del porqué.
Al principio de este gobierno se habló extraoficialmente de compras consolidadas de medicamentos para atajar la corrupción a través de la Oficialía Mayor de la SHCP.
Después, la autoridad aseguró que para desmonopolizar la compra se diversificaron las empresas farmacéuticas para la adquisición más barata y expedita.
Luego, se acusó que en algunos hospitales ocultaban medicamentos; incluso, se estigmatizó a los padres de los niños con cáncer, quienes se han manifestado para exigir los fármacos para las quimioterapias de sus hijos, acusándolos de ser un grupo pagado por opositores al régimen.
El último rumor es que la certificación, distribución y entrega, que antes estaba incluida en la adquisición, se convirtió en caótica por falta de previsión gubernamental.
Parece que nadie le quiere decir la verdad al presidente sobre cuál es la problemática real y de fondo, del desabasto de medicinas ni las consecuencias de tomar decisiones apresuradas en un sector tan delicado.
Es inaplazable que el gobierno federal informe a la brevedad con claridad, transparencia y precisión qué ha provocado esa falta de fármacos, pero también que nos diga qué acciones ha tomado para resolverlo.
Todos los mexicanos queremos conocer cuáles son los actos de corrupción que se realizaban y ahora se están evitando, porque cualquier intento, consumado o no, de evitar el acceso a un medicamento es, en estricto sentido, un crimen.
No olvidemos que la entrega de medicamentos a quienes más lo necesitan es asunto de vida o muerte.
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‘Hasta el cuello’
Crisis en el sector salud está llegándole al cuello al gobierno de López Obrador
La crisis en el sector salud en México se resintió más durante la administración de Andrés Manuel López Obrador por las medidas tomadas para combatir la corrupción que derivaron en un agudo desabasto de medicamentos y la cancelación de servicios.
El más reciente caso fue el presentado en el Hospital de la Mujer que presentó una crisis de desabasto por adeudos estimados en 86 millones de pesos con proveedores.
El presidente López Obrador ha insistido en que las pasadas administraciones las responsabilidades de distribuir medicamentos en los hospitales corrían a cargo de particulares.
“Políticos vendiendo medicinas, protegiendo a los distribuidores de medicina, se echó a perder el Seguro Popular, había más trabajadores administrativos que médicos y enfermeras. Por eso vamos a informar cada semana, y no es fácil porque los que vendían medicamentos pensaron que no íbamos a resistir y que íbamos a regresar con ellos y que íbamos a decirles: volvamos a lo mismo, pues no, por eso abrimos la compra de medicamentos en el extranjero”, dijo López Obrador en su conferencia matutina del martes 3 de marzo.
El remedio más caro que la enfermedad
Desabasto de medicamentos en México para niños con cáncer aviva miedo de muertes
Por combatir la corrupción en el sector salud se generó un desabasto de medicamentos en México para niños con cáncer, avivándose el riesgo de muertes.
Hermes Soto cumple el lunes cinco años y no tendrá fiesta. Lo pasará en el hospital infantil a donde debe ir a recibir su decimoquinta quimioterapia para tratar el cáncer que padece: un agresivo rabdomiosarcoma en el antebrazo izquierdo.
Pero Esperanza Paz, su mamá, no sabe si la vincristina, el fármaco que le ayuda a inhibir el crecimiento de las células cancerígenas, estará disponible o los enviarán de regreso a casa, en una zona humilde de Ciudad de México, como sucedió a mediados de enero, cuando no recibió su dosis por falta de la medicina.
“La preocupación es que Hermes ya está en la etapa final de su tratamiento. Solamente nos faltan dos ciclos de quimioterapia para terminar”, dijo Paz, quien se gana la vida haciendo artesanías en su pequeña casa ubicada en el sur de la capital, donde vive con Hermes y sus otras dos hijas, de 3 y 10 años.
“(Si no recibe la quimio) es un retroceso total. Puede hacer una recaída. Puede volver a salir el cáncer. El tumor que él tuvo es uno de los más agresivos y puede aparecer en cualquier músculo de su cuerpo”, se lamentó tapándose la boca con la mano.
Hermes forma parte de las decenas de niños que están sufriendo la falta de medicinas para sus tratamientos en México, luego de que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador centralizara el año pasado las compras a través de la Secretaría de Hacienda, con el objetivo de evitar sobreprecios y corrupción.
Ni la Secretaría de Salud ni la Presidencia respondieron a solicitudes de comentarios de Reuters sobre las quejas de los padres.
Hasta ahora, el presidente ha dado respuestas contradictorias a la escasez: ha negado el desabastecimiento de fármacos, pero también lo ha reconocido culpando a funcionarios de hospitales de acaparar medicinas y diciendo que el suministro se ha visto afectado por problemas en China e India.
La escasez no es nueva. Los primeros casos salieron a la luz en mayo del año pasado. Pero con el paso del tiempo, se ha vuelto más difícil de enfrentar para las familias, muchas de las cuales carecen de recursos económicos para comprar los medicamentos en una farmacia cualquiera.
“Antes, el problema (de la escasez) lo resolvíamos con una receta y podíamos comprarlo por fuera. Pero ahora nos fue imposible porque no encontramos (vincristina) por ningún lado”, se quejó Paz, cuyo hijo ya recibió 28 radiaciones y pasó por tres cirugías desde que fue diagnosticado en octubre de 2018.
Ella y otros padres de niños con cáncer han acudido a reuniones con autoridades en la Secretaría de Gobernación y han bloqueado importantes arterias de Ciudad de México para hacerse escuchar, pero las respuestas oficiales no les satisfacen.
“El Presidente nos dice que va a haber un abasto total desde el 1 de diciembre. Pero el cáncer no espera. Si nos esperamos más tiempo, ¿qué va a suceder? ¿Cuántos van a fallecer? ¿Cuántos van a tener recaídas?”, se preguntó, mientras Hermes intentaba cantar una estrofa de “Believer”, de Imagine Dragons, que decía “Mi vida, mi amor, mi impulso, vino del dolor”.
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Desabasto de medicamento no sólo afecta al cáncer
El cáncer infantil es la segunda causa de muertes de niños y niñas en México, de acuerdo a cifras oficiales. Cada año surgen 7,500 nuevos casos en el país y fallecen, en promedio, 2,300 menores. El gobierno mexicano lo ha catalogado como un “problema de salud pública” por la alta mortalidad y el impacto en los familiares del paciente.
El primer día de 2020, el gobierno puso en marcha el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) en sustitución del Seguro Popular, que condicionaba la atención sanitaria a los mexicanos por el pago de cuotas y la afiliación al mismo.
El mandatario, que asumió en diciembre del 2018, ha dicho que quiere un sistema de salud pública como el de Canadá o Dinamarca, países que destinan más del 10% de su PIB a la sanidad, mientras México aporta apenas el 5.9%.
“No hemos tenido un sistema de salud de primer nivel pero, desde el cambio de administración, el problema del desabastecimiento ha crecido de manera inmensa. Nunca se había visto una crisis tan grande”, dijo Andrea Rocha, una abogada de 26 años que ha ayudado a los padres de familia con niños enfermos a interponer amparos para que les den las medicinas.
El amparo es un medio de defensa procesal que tiene por objeto proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos, establecidos en la Constitución mexicana, en contra de los actos violatorios de las autoridades.
Rocha, quien trabaja con más de 65 familias con hijos enfermos, dijo que estaba dispuesta a llegar a instancias internacionales si las autoridades no responden a tiempo.
“Vamos a llegar hasta la Suprema Corte si es necesario. Y después, a instancias internacionales para obligar al Estado mexicano a que cumpla con la entrega de medicamentos”, advirtió la abogada que también colabora con el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Pero no sólo los niños enfermos de cáncer sufren la escasez de medicinas. Los fármacos para los pequeños que han recibido trasplantes tampoco están disponibles.
Es el caso de Diana Melo, que tiene siete años. A los ocho meses fue diagnosticada con insuficiencia renal crónica por lo que, al poco tiempo, fue candidata a recibir un nuevo riñón. Tras cuatro años de espera, en mayo del 2019 finalmente se lo trasplantaron.
Diana ha pasado 19 veces por el quirófano, pero su madre, Mónica Márquez, asegura que su niña ha aprendido a convivir con la enfermedad. Mientras ella habla, la pequeña juega con su monopatín y unos amigos en la calle frente a su casa.
“Diana va muy bien, la situación es que no hay medicamentos”, se lamentó Márquez, una psicóloga social de 41 años que se gana la vida vendiendo artesanías.
En su departamento, ubicado al norte de la capital, Márquez recordó que, desde el año pasado, ha sentido la escasez de medicinas, pero ha podido sortearla porque acumuló algunas cajas de tacrolimus -inmunosupresor- o por donaciones. También le ha costado conseguir el ácido micofenólico, otro inmunosupresor.
“Son medicamentos muy importantes. Con un día que Diana no lo tome, podría rechazar el órgano”, dijo.
Ante la escasez, la caja de tacrolimus pasó de 2,500 pesos (135 dólares) a 14,000 pesos (755 dólares); un precio imposible de pagar cada dos semanas para familias mexicanas promedio, pero más aún para las de escasos recursos.
“Mi hija puede recaer, volver a dializarse, volver a como estaba antes. ¿Y de qué sirve todo lo que se ha hecho, estos cuatro años de espera (por el riñón), tantos cuidados?”, se preguntó Márquez.
“Siento que lo están minimizando, que están tratando de tapar el sol con un dedo cuando, evidentemente, hay un problema muy grande”, finalizó.
Sin intermediarios para combatir el desabasto
Compras sin intermediarios para combatir desabasto de medicamentos
La crisis de desabasto de medicamentos en México conmocionó a los usuarios de servicios públicos de salud por de suministro en tratamientos principalmente para el cáncer. Las protestas de padres de familia de niños afectados no se hicieron esperar por lo que el gobierno se vio obligado a dar una explicación detallada.
La Secretaría de Salud adjudicó el desabasto de medicamentos a una serie de actos de corrupción dentro de las mismas instituciones médicas y responsabilizó a los directivos de no solicitar en tiempo y forma el suministro suficiente para cumplir con los tratamientos programados.
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Sin embargo, para garantizar el abasto de medicamentos en todas las instancias de salud pública, la dependencia anunció la decisión de abandonar las compras de medicinas a través de empresas intermediarias.
“Los intermediarios perturban las relaciones entre proveedores privados, entre el sector privado, y el sector público como comprador mayoritario de los insumos para la salud”, afirmó este martes el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
Al participar en la conferencia de prensa del presidente en Palacio Nacional, López-Gatell explicó que la administración de López Obrador encontró que “existía falta de medicamentos en el punto de atención, falta de material de curación y otros insumos que son esenciales para la atención médica y quirúrgica”.
La culpa del desabasto de medicamentos fue de los intermediarios
El funcionario señaló que este tipo de circunstancias provocan que parte de la población considere que el Gobierno es el responsable del desabastecimiento de ese tipo de materiales, cuando en realidad, esto se debe a las empresas intermediarias.
López-Gatell agregó que el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, al ser un organismo descentralizado, tiene personalidad jurídica propia lo que lo autoriza a realizar contratos por su cuenta para la compra de insumos médicos.
“No por falta de presupuesto (que no haya insumos), el dinero existe y está asignado; no es por indisposición del Gobierno de que tengan los insumos dado que tienen contratos con entidades intermediarias”, remarcó.