Iniciando la hibernación, llegó finalmente a mis manos “El Estado Emprendedor” de Mariana Mazzucato, cuya lectura había diferido por algunas semanas en espera del ansiado “respiro”. Miren ustedes nada más qué clase de respiro. Bien dice el refrán hay que tener cuidado con lo que deseas…
Pues nada, que el texto de Mazzucato para nada defrauda, al contrario, está lleno de buenas ideas, excelentes ejemplos pero, sobre todo, de una sólida argumentación para romper algunos de los mitos más acabados en materia económica, y en particular, en relación al papel que el Estado debe asumir en relación a la actividad emprendedora de la iniciativa privada.
Hasta hoy, las dos visiones que han dominado el rol del Estado es, la primera, la de corte socialista, que pretende depositar en su rectoría una gran parte de la actividad económica crucial de un país, como el más grande generador y distribuidor de valor en esos modelos; en la segunda perspectiva, el Estado debe recular para dejar a los particulares, y a las leyes del mercado, la actividad preponderante, limitando la participación a labores subsidiarias de apoyo social, adelgazándose y desregulando para incentivar la confianza y la inversión. En este modelo, es meritorio que el Estado ofrezca todos los apoyos posibles para que las empresas crezcan, incluso otorgando subsidios y sacrificando cargas fiscales.
Mazzucato plantea, como premisa, que el Estado puede ser la fuerza más emprendedora del mercado y la que puede realizar las necesarias inversiones de riesgo que cualquier economía requiere, en particular las de la era digital. Se deja atrás la idea de un Estado burocrático, ineficiente y errático en materia empresarial, para dar paso a una concepción en la que el gobierno se vuelve un socio que aporta capital y que recibe beneficios cuando se tiene éxito. De esa manera, damos la bienvenida a una suerte de fondo de inversión, capitaneado por un Estado que traspasa la línea del “apoyo”, para convertirse en agente directo del cambio, generando innovación y competitividad.
El texto está plagado de ejemplos contundentes sobre el papel crucial que los gobiernos de Estados Unidos, Alemania, China y otros países han desplegado para ser parte en la generación de tecnologías disruptivas en ámbitos de información, programas de computación e informática, farmacéutica y energías verdes. Casos que demuestran que no se trató sólo de aportar capital de riesgo, sino de generar demanda que fuese capaz de arrastrar el crecimiento de empresas proveedoras, muchas de ellas, por cierto, hoy líderes mundiales en sus campos de actividad.
Una de las nuevas premisas del análisis de Mazzucato descansa en la necesidad de redistribuir los beneficios de la inversión exitosa, ya que es inaceptable que, si los recursos surgen de los impuestos pagados por todos, la rentabilidad se concentre en las empresas. Éste parece ser uno de los grandes logros de la autora, esto es, visualizar al gobierno como un socio que recibe ganancias a partir del éxito de las inversiones realizadas, adquiriendo entonces nuevos recursos para mayores emprendimientos. En ese punto la teoría plantea, inclusive, la coparticipación del Estado como titular de los derechos de las patentes resultantes.
Esta alternativa supera por mucho a las que engloba la llamada “tercera vía”, entendida como una síntesis de las ideologías más extremas del socialismo y el capitalismo, a fin de crear un sistema progresista basado en el modelo tradicional de economía mixta. Y, no, en este caso estamos hablando de un modelo en el que el Estado pone su enorme poder generador de economías anchas, aprovechando el “saber empresarial” de la iniciativa privada para crear empresas exitosas de las que adquiere participación accionaria.
Los postulados de esta teoría nos llegan en un momento de gran apremio, en el que las opciones de sistemas económicos se han vuelto escasas y sus promesas francamente gastadas y pueriles. Es ésta una propuesta refrescante, inteligente, y abre un espacio posible para decisiones prácticas y comprobables.
También te puede interesar: Marcas bajo ataque de sitios de comercio electrónico.