Que rápido pasa el tiempo, ya estamos en febrero y la pandemia está en niveles terribles, muchos contagiados y, sobre todo, lamentablemente muchos muertos.
Hay países que ya están vacunando masivamente y a mediano plazo es predecible que vayan superando la pandemia y su economía empiece a recuperarse.
Sin embargo, en el caso de México, las cosas se ven muy complicadas, la vacunación va muy lenta y el ritmo de contagios y defunciones no da una clara tendencia descendente, es obvio que la estrategia para atacar la pandemia no ha sido la correcta, urge replantearla, si la autoridad necea y no lo reconoce, no es difícil predecir un desastre en muchos sentidos.
En lo que respecta a la empresa privada, hay muchos que de verdad han aguantado heroicamente la situación y están esperando a que pase la pandemia para reanudar la actividad propia de sus negocios, algunos pocos han seguido trabajando normalmente, otros a medio ritmo, pero muchos más cerrados y con pérdidas muy importantes.
Hay mucha gente todavía que espera que de repente mágicamente esto terminará y habremos de seguir con los negocios trabajando normalmente como antes de la pandemia. La realidad es que esto no será así, hay daños irreversibles, muchas empresas cuando termine esto, ya no existirán, la gente no tendrá a dónde regresar a trabajar y, en consecuencia, la capacidad de compra de la población quedará mermada, los recursos del gobierno cada vez serán más escasos y es de preocupar, pues cada vez será más complicado echar a andar los motores de la economía. Es redundante, pero hay que seguir recalcando que esto implica un desgaste tremendo de los sistemas de salud del país, pobreza, inseguridad, enojo, y en general, un deterioro generalizado.
Es de sumo relevante reconocer que la disponibilidad de vacunas está muy complicada, los tiempos se pueden alargar, tanto para su adquisición como para su aplicación, además no se sabe por cuánto tiempo durará su inmunización y su eficacia. Si esto es así, lo lógico es también impulsar todos los esfuerzos para la detección temprana de esta infección y, por supuesto, la forma de curar a la gente de la mejor manera posible.
Existen medicinas eficientes aprobadas por la FDA de Estados Unidos con las que inexplicablemente la Cofepris no se homologa en el reconocimiento a éstas, tales como el Bamlanivimab, Casirvimab, Imdevimab, Baricitinib, Remdesivir y Regeneron, plasma de convaleciente COVID-19, entre otros.
Honestamente, ante la emergencia sanitaria que tenemos y sin querer ser peyorativo, no entiendo por qué no se liberan de inmediato, ¿bajo qué argumento la Cofepris puede afirmar –no entiendo yo– que las medicinas aprobadas por el FDA no sirven?
Me parece que es importantísimo reconocer que éste es un problema básicamente de velocidad, debemos salir de esta pandemia lo más rápido posible y no se deben escatimar los recursos que existan tanto en México como en todo el mundo.
Lamentablemente, a medida que sigamos en esta inercia sin sentido, se tendrán que empezar a tomar decisiones cada vez más dolorosas, por ejemplo, ¿se vacunará primero a los grupos sensibles o a la fuerza laboral? Si se merma la fuerza laboral tendremos menos soldados para reactivar la economía y desde luego que no es aceptable abandonar a su suerte a los grupos más sensibles.
Entre más se tarde esta pandemia en ser controlada, los daños serán mayores y las decisiones más difíciles y dolorosas.
Es urgente replantear las estrategias, el camino por el que vamos no es el adecuado, nunca es tarde para rectificar. El problema no es meter la pata, sino saber sacarla lo más rápido posible.
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