gastronomía

La cocina mexicana en el mundo

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Cuando una persona viaja a un país nuevo como turista o para vivir, una de las maneras más fáciles de adentrarse o conocer su cultura es a través de su cocina. Esto se puede conseguir con la gastronomía, una disciplina –considerada un arte y una ciencia–  que estudia las relaciones de las personas con su modo de alimentación y con su entorno cultural y ambiental. Hay muchos países en el mundo, que al pensar en alguna de sus características más importantes nos viene a la cabeza la gran calidad y variedad de su comida: Perú, Francia, Italia, España o Japón son claros ejemplos, pero también hay otro país con el que pasa lo mismo: México.

Su arte culinario es conocido en todo el mundo, prácticamente en cualquier ciudad del planeta podemos encontrar restaurantes o cantinas mexicanas. A lo largo de su historia, el país ha tenido un gran mestizaje cultural, reflejándose en su gastronomía. La cocina prehispánica se ha ido mezclando con otras de diferentes orígenes; primero con los españoles que trajeron nuevos alimentos, entre ellos: arroz, aceite de oliva, numerosas especias y nuevos animales de ganado: el cerdo, el caballo, vacas y aves de corral. La cocina española ya había tenido una mezcla importante después de siglos de convivencia con la cultura árabe. Posteriormente, el mestizaje siguió, gracias a la inmigración libanesa, china y la influencia francesa durante el largo gobierno de Porfirio Díaz. En 2010, la cocina mexicana fue considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, aunque la declaración de dicho organismo hace referencia concretamente a la cocina tradicional.

mole, comida mexicana
Fotografía: México Desconocido.

La cocina mexicana ha tenido una variante: la cocina Tex-Mex, muy popular en Estados Unidos y en diversas partes del mundo. En España, hemos podido ver la llegada desde hace algunos años de cadenas de estos locales, parecidos a los de “fast food”.

Este tipo de comida, cuyo origen está en Texas, despierta mucho enojo en México cuando se compara con su gastronomía. Pero si dejamos de lado los numerosos locales de comida rápida, la cocina Tex-Mex tiene su historia. Cuando Texas formaba parte del Virreinato de la Nueva España, ingresaron en su territorio colonizadores canarios que llegaron con esclavos o sirvientes de origen bereber que traían sus propias recetas y preferencias por determinadas especias: el comino, el cilantro, la pimienta o la canela. Con el paso de los años, incluyendo los primeros años de México como estado independiente, llegaron a Texas numerosos colonos de origen europeo: alemanes e ingleses, que también trajeron sus ideas sobre cocina. En cierta manera, la gente que llegaba a Texas se adaptaba a lo que había en la zona, por ejemplo: el tomatillo o determinados chiles –como el chile verde, que eran difíciles de encontrar en el norte de las tierras mexicanas–. Cuando Texas se independizó y posteriormente fue anexionada a Estados Unidos, su cocina siguió desarrollándose, basándose sobre todo en las grandes barbacoas de carne de res debido a que es un lugar de grandes ranchos y del famoso “chile con carne”, muy popular en el estado de la estrella solitaria.

leyenda del Tren Texas-México, Tex-Mex
La Leyenda del Tren Texas-México, mejor conocido como Tex-Mex (Fotografía: Blog “La Leyenda Vigo”).

Cuando en la década de 1870 se inauguró una línea de tren entre México y Texas,  muchos mexicanos emigraron hacia el norte; el tren era de la compañía Texas-Mexican Railway, y se referían a él como: Tex-Mex. Allí, las dos cocinas comenzaron a fusionarse; por un lado, se introdujeron las tortillas en la comida o el taco, pero por otro lado, se utilizaban productos estadounidenses como el queso amarillo o también el cheddar.

Una diferencia significativa entre las dos cocinas es la manera en que se comen los tacos; en la cocina Tex-Mex suelen ser fritos o si no es una tortilla crujiente. En México, los tacos no se fríen, exceptuando las tradicionales “flautas” y los tacos dorados; estos últimos son unas tortillas que envuelven distintos ingredientes: carne, patatas o frijoles; cubiertas con crema agria de leche, lechuga, queso fresco, salsa casera al gusto, o pico de gallo.

tacos al pastor, comida mexicana
Fotografía: México Desconocido.

Los burritos son tradicionalmente de los estados norteños del país, surgieron en la época de la Revolución como una manera fácil y barata de alimentar a las tropas: una tortilla de trigo que envuelve la carne con algún aderezo o de lo que se tuviera a mano. En la cocina Tex Mex ha sido un plato muy popular, sólo que rellenado con ingredientes distintos: arroz, frijoles o lechuga. En el vecino del norte, el burrito frito en aceite es: la chimichanga. Igual que este último, las fajitas son también un plato originario de Texas: una tortilla rellena con carne o pollo y verduras salteadas y que se suelen servir con arroz y frijoles.

chiles de mexico
Fotografía: Universidad del Claustro de Sor Juana.

Volviendo a la cocina mexicana, en muchas ciudades, como es el caso de Barcelona, se pueden encontrar muy buenos locales: taquerías, cantinas y restaurantes donde ofrecen gran calidad y una variedad de platillos que hacen que te puedas sentir como si estuvieras en el propio México; aunque a un precio más alto. El problema es que, en muchos casos, la cocina mexicana ha sido víctima de algunos tópicos: siempre es picante, ponen demasiados condimentos y que todo lo que lleva una tortilla es un taco. Es cierto que el picante está presente en la gastronomía, pero no todos los platillos lo llevan o son muy condimentados. Esto hace que muchos locales prefieren ir a lo seguro y ofrecer solamente los guisados más típicos: tacos, tortillas, enchiladas o los típicos totopos con guacamole. También se pueden hallar buenas tiendas de abarrotes en las que existen una gran variedad de productos mexicanos importados.

Para los amantes de la cocina mexicana es fácil diferenciar si un plato es mexicano o Tex Mex; sin menospreciar a esta última. El problema radica en haberla convertido, en algunos casos, en una comida de un estilo de “comida rápida” o “comida chatarra”. Un burrito Tex Mex puede ser muy bueno y de gran calidad, sólo que será de finalización distinta a los mexicanos; el problema es cuando éste se encuentra congelado o se prepara en un local fast food, ya que se utilizan productos industriales para su elaboración que afectan su sabor. Desde mi punto de vista, la cocina mexicana ha tenido y tiene aspectos muy atrayentes: como la variedad, versatilidad, las fusiones entre lo dulce y lo salado que se pueden encontrar en los 31 estados del país y en la Ciudad de México.

el mole, cocina mexicana
Fotografía: Blog UNITEC.

Otro manjar culinario de la cocina mexicana es “el mole”, una salsa que tiene más de 50 variedades como el mole verde, negro, rojo y pipián, la palabra proviene del vocablo náhuatl molli,que significa salsa o manjar. Es un platillo que tradicionalmente se sirve acompañado de carne de guajolote o pollo –dependiendo del territorio– y arroz, además de las indispensables tortillas de maíz. Es una salsa de compleja elaboración por la cantidad y variedad de ingredientes, en promedio veinte o más, como: chiles de diferentes clases, chocolate de metate, y diversas especias, entre muchos otros.

Incluso la artista surrealista Leonora Carrington, que vivió buena parte de su vida en México, sentía pasión por el mole; dedicándole una obra teatral: “La invención del Mole” (1960). A la pintora y escritora de origen británico le fascinaba la variedad y cantidad de ingredientes que contenía dicho platillo y también cómo la fusión de todos ellos conseguían un sabor tan especial e impresionante. Otro libro muy recomendable es “De la Olla al Mole” del periodista barcelonés Xavier Domingo, un ensayo que trata sobre la comida antes y después de la llegada de los españoles a América y los cambios que supuso tanto para los europeos y los habitantes originarios.

Leonora Carrington y el mole
“La cocina aromática de la abuela Moorhead”, 1975, Leonora Carrington.

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Dime qué comes y te diré quién eres

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Durante el siglo XVIII no hubo viajero o cronista extranjero que no quedara impresionado de la riqueza natural de nuestras tierras, de la abundancia de los frutos que la gente recibía de la naturaleza sin importar su condición social. El ejemplo más famoso de estos divulgadores fue el geógrafo, naturalista, explorador, astrónomo y verdadero renaissance man, Alexander von Humboldt, quien no se cansó de dar a conocer estos lares como el cuerno de la abundancia, creando así el mito de México como el paraíso terrenal. A él hay que echarle la culpa de los miles de europeos que hasta bien entrado el siglo XIX, se aventaron como cachucha beisbolera a la gran aventura mexicana con la seducción de hacerse ricos de la noche a la mañana y terminaron rogándole a los dioses que los sacara de aquella detestable pesadilla.

Pero ése es otro tema. La verdad se tenía razón en describir a la Nueva España como una tierra de fertilidad apabullante, pues se daban los más variados y extraños frutos y gracias a los variados climas toda semilla “pegaba” produciendo rebosadas cosechas prácticamente todo el año. Simplemente el maíz se cultivaba en cualquier tipo de suelo y a cualquier hora en todo el virreinato. Para mitades del siglo XVIII, el conjunto de haciendas que había en Cholula, Celaya, Atlixco y el Bajío, producían cinco veces más trigo que toda Francia.

Pintura: Lifeder.

Nada más había que visitar un mercado para darse cuenta de la riquísima abundancia de frutos y vegetales que influían directamente en los hábitos alimenticios de la gente. Cierto, para comprender una sociedad y su tiempo también ayuda el estudio de algo tan básico, como es la comida. Si se pone atención, digamos, al presupuesto que una familia destinaba a la comida o al modo de comer, revelará el estado social y cultural de las personas. Por ejemplo, en ese tiempo el tipo de comida y abasto de cada familia dependía de su poder adquisitivo y no, como se creía, del color de la piel o de las costumbres.

A diferencia de Europa, la cocina novohispana nunca estuvo regida por las estaciones del año. Esto hizo que la preparación de los platillos se fuera más al lado del ingenio culinario, que al atenerse a un abasto riguroso. Además, la cocina novohispana nunca le hizo el fúchi a su herencia prehispánica, que supo incorporar hábilmente a sus nuevos platillos. Fue así que durante el siglo XVIII en cuestión de fogones alcanzamos una considerable sofisticación, como se ve en los recetarios de cocina, que cada vez más se publicaban. Y mientras en invierno un noble español sólo comía ensaladas de escarola y pescado seco, acá el recetario de la criolla Dominga mostraba cómo la generosa naturaleza invitaba a convertir en un lujo lo que estaba al alcance de la mano, ya sea preparando mermeladas y dulces de frutas que en Europa ni se imaginaban, como el zapote, el tejocote o el coco. Y mientras el europeo le rascaba a una hogaza de pan duro, acá el Recetario novohispano del siglo XVIII detallaba más de veinte maneras de preparar pan de sal, buñuelos, masas para pasteles finos, pastelillos y bizcochos, o se enseñaba la manera de preservar el perfume de las frutas por medio de azúcar o piloncillo molido y derretido, con el que se envolvía la fruta cristalizándola.

Por supuesto, las distinciones sociales de un siglo de marcado mestizaje, como el XVIII, se mostraron en los alimentos y hábitos a la hora de comer. El pan salado, básico en cualquier nivel, es un ejemplo de esto: en la Ciudad de México había las hogazas de 600 gr., llamado “pan común”, para los pirrurris, y las de más bajo gramaje, “pan floreado”, para la banda: en Jalapa las calidades de pan se agrupaban en tres grandes categorías, como eran el pan blanco, el francés y el semita, con un consumo diario por persona de 500 a 700 gramos. En Guadalajara, los panes se clasificaban en pan blanco y de segunda clase, que era el pan de los pobres. En Querétaro, al igual que la capital, había aún mayor diversidad de panes salados, los que se diferenciaban por el refinamiento y cernido de la harina; los panaderos por reglamento estaban obligados a vender pan loreado y pan común en piezas de aprox. 500 y 600 gramos respectivamente, pero además vendían pan francés, de manteca, panbazo y pan sobado (sin albur).[1]

Por su fácil manejo y rápida preparación, el nixtamal era la masa favorita de todo mundo. Ésta se usaba desde del desayuno hasta la cena en atoles, tamales y tortillas. Por su parte, los españoles nos trajeron la manteca, que los criollos y mestizos adoptaron alegremente, no así los indios, hasta que la usaron no como medio de cocción, sino como ingrediente para dar sabor e intensidad a distintos platillos, como a los frijoles, los tamales y el pozole.

Carl Nebel, Las tortilleras, siglo XIX, Litografía.

En ese tiempo comer carne ya era un hábito regular. La res, el cerdo y el carnero abundaron en Nueva España, aunque los pobres estaban más acostumbrados a consumir toro nalgón que res: En el siglo XVIII a Ciudad de México entraban anualmente entre 15 mil y 30 mil reses, unas 250 mil a 300 mil cabezas de carneros, además de 50 mil cerdos anualmente, para surtir una ciudad de casi 120 mil habitantes.[2]

Se tiene noticia que los guisados de carne eran sustanciosos y bastante nutritivos. No se tenía la costumbre de echarle trozos grandes de carne, sino que ésta era picada finamente, junto con sesos, morcilla, chorizo, jamón, bofe, lengua y si por ahí andaba la suegra, pues a filetearla también. Antes de los hervores se les adhería chile ancho, cebollas y jitomate. Los más fifís podían echarles aceitunas, alcaparras o ajo (artículo de lujo).

Fue así como la gente con recursos comenzó a experimentar en sus platillos nuevos fenómenos gustativos, como el original sabor agridulce, cuando a sus guisados añadieron ingredientes poco usados en la cocina del diario, como pimienta (que se exportaba a España en grandes cantidades), canela, azafrán (carísimo también entonces), clavo, acitrón, chiles achos y chiles verdes. Bueno, basta simplemente con mencionar la aparición en escena de ese prodigio de platillo de elaboración barroca: el mole.

Pintura: Caiana Revista académica de investigación en Arte y cultura visual.

Y mientras en Europa no salían de lo dulce o lo salado, el criollo novohispano podía darse el lujo de entrarle a lo salado, dulce, agrio o picante, o todos a la vez. Y no sólo eso, también podía incluir a sus comidas ingredientes peculiares que “perfumaran” el platillo, como el uso del limón, naranja, jazmín, anís o yerbabuena. Así fue que el novohispano del siglo XVIII tuvo la oportunidad de entrar a otro tipo de sensualidad que el europeo común y corriente no conoció.

Fue en esta época que se popularizó una de las aportaciones mexicanas más importantes a la humanidad: el cacao, en su presentación chocolatera. Por su exotismo y complejidad, el chocolate siempre levantó revuelo. Complejidad porque destanteaba a la gente, pues podía venir sólido, líquido, frío, caliente y era bueno o malo para la salud, divino o maldito para el alma. Lo cierto es que como todo acontecimiento nuevo que alborota, el chocolate fue concienzudamente analizado a fondo por la siempre nerviosita Iglesia y los sabios del virreino. Entonces se publicaron sesudos tratados, como el de don Antonio de León Pinelo, Cuestión moral: Si el chocolate quebranta el ayuno eclesiástico (1636).

Imagen: Exposición Virtual. Biblioteca Nacional de España.

Sin embargo, después de muchos jaloneos de sotana y guerra de globos de agua bendita, la iglesia española se rindió a las maravillosas bondades del vigoroso “negrazo”. No en balde los españoles fueron los mayores importadores y consumidores de chocolate en el mundo, hasta finales del siglo XIX.

El chocolate rompía toda barrera social por ser un producto barato. En la casa novohispana se podía beber en la mañana, antes de comer (entre las 9:00 a.m. y 10:00 a.m.), dos horas después de comer y otra entre las cuatro y cinco de la tarde. La gente pobre solía prepararlo con maíz, para hacer más volumen, y también era costumbre ponerle anís, chile o achiote.

Otro de los grandes problemas en el ámbito comestible de esa época fue la conservación de los alimentos, sobre todo en regiones donde el clima era extremo. En ellas se tenía que dominar el arte de cocinar lo justo para que no sobrara comida y se echara a perder. En las zonas aledañas a las montañas la gente trepaba para conseguir nieve, que se convirtió en un producto para las clases altas y que pasó a formar parte del estanco real, esto es, que sólo podía ser vendido por la Corona y quien la bajara del cerro tenía que pagar impuesto. Aún así la nieve hacía preservar los alimentos un par de días nada más. Otro método era usar vasijas de barro, donde se metía la comida, y que eran envueltas con paja y heno o colchonetas de plumas para después enterrarlas bajo tierra.

“Mujer preparando chocolate”, cuadro de Félix Lorente, s. XVIII (Latinamericanart.com).

En la ciudad virreinal también hubo calles dedicadas a la comida. En los días de mercado el flujo de la gente que entraba y salía era impresionante y, según su presupuesto, se podía comer desde una garnacha malandrina, un higuiéncico caldote de gallina con doña Chole, hasta ir a mover bigote al mesón de moda con viandas de postín y caldos importados: En Ciudad de México, se podía comer en la calle con medio real y cenar en la Plaza Mayor “tamales y otros comistrajos” con un tlaco o cuartilla de real a fines del siglo XVIII. Y en el Baratillo (otro mercado de la ciudad) comprar por el mismo dinero, otras tantas cosas tales como atole, fruta, conituras o agua “loja” con granos de cacao.[3]

El famoso aforismo “Dime qué comes y te diré quién eres” se le atribuye a Jean Anthelme Brillat-Savarin, soldado, juez, violinista, gastrónomo, maestro de lengua, filósofo y sibarita de gran alcance. Fundador de la literatura gastronómica, sería Savarin el primero en tratar (ya con la panza llena) la gastronomía desde el punto de vista filosófico y meditativo en su Fisiología del Gusto (1825) y donde dice:

 La vida entera está gobernada por la gastronomía: pues el llanto del recién nacido llama al pecho que lo amamanta y el moribundo todavía recibe con cierto placer la pócima suprema que por desgracia ya no puede digerir.

Imagen: Bon Viveur.

[1] . – Enriqueta Quiróz, “Comer en Nueva España. Privilegios y pesares de la sociedad en el siglo XVIII”, Revista Historia y Memoria,No: 08, (enero-junio, 2014), pp. 19-58.

[2] . – Ibid.

[3] . – Ibid.


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Respeto ante todo

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La historia del taco mexicano

El taco es un pilar fundamental de la gastronomía mexicana y posee una increíble variedad que es para gustos de todos.

Si bien se desconoce a ciencia cierta su origen, se cree que el taco nació como la base de una dieta olmeca gracias a los primeros vestigios del maíz nixtamalizado. 

En una interesante entrevista a Jeffrey M. Pilcher, investigador y profesor de la Universidad de Minnesota, este hace un recuento de los hallazgos que ha recabado sobre la historia del taco. En los últimos veinte años ha estado abocado a la investigación de la comida mexicana y está próximo a publicar el libro Historia Global de la Comida Mexicana (editado por la Universidad de Oxford). 

Se dice que Moctezuma utilizaba la tortilla como una “cuchara” para sostener la comida, las cuales eran preparadas sobre piedras calientes y decoradas con cochinilla, frijol y chile. Mientras que las mujeres solían enviar la comida, en tortillas, a los hombres que trabajaban largas horas en el campo y así pudieran calentarla y comerla a la media jornada. 

Eventualmente, en 1950, durante una crisis y escasez de empleos, los pobladores de San Vicente Xiloxochita, en Tlaxcala, comenzaron a vender los famosos tacos de canasta.

Finalmente, en la Ciudad de México, nacen los tacos al pastor –la indiscutible adaptación del shawarma árabe al paladar mexicano–. En la década de los 60, durante una gran migración libanesa a México, se intentó recrear el platillo extranjero, sin embargo, tuvieron que recurrir a marinar y cambiar el tipo de carne según los ingredientes disponibles en la ciudad. Los tacos al pastor vienen, de hecho, de los gyros de Grecia, los döner kebab de Turquía y el shawarma del Líbano.

Foto: Instagram

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Tamales, los reyes de la gastronomía mexicana

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Distintos tipos de tamales enriquecen la gastronomía mexicana

México está lleno de deliciosos platillos, pero los tamales son los reyes de nuestra gastronomía. Conoce aquí un poco más de ellos y algunas de sus variedades.

Hoy celebramos el Día de la Candelaria, o como muchos más le conocen, el día “oficial” de comer tamales. Y no importa el lugar de la república donde nos ubiquemos, este increíble manjar estará presente en los hogares y oficinas por igual.

El tamal ha estado presente en la vida cotidiana del mexicano desde la época precolombina, en donde ya se preparaban algunos “envueltos” predominantemente de maíz, el cual fue evolucionando según las regiones, sus costumbres y sus comidas típicas.

El tamal es símbolo de celebración, está en la mesa de bodas, reuniones e incluso día festivos. Es la comida mexicana por excelencia para sentirse mejor, para recordar a la familia y los buenos momentos.

Actualmente, este platillo cuenta con una gran cantidad de variedades a lo largo y ancho del país, sin embargo hay algunos que destacan más por la facilidad de realización, así como la disponibilidad de sus ingredientes.

Tamales oaxaqueños

Su particularidad radica en la envoltura de hoja de tamal, mientras su relleno suelen ser de guisados de cerdo.

Corundas

Envueltos de hoja de maíz, su relleno es de verduras mientras la masa de maíz se trata con manteca. Se sirven con salsa de tomate y queso fresco.

Uchepos

Al igual que la corunda, este delicioso tamal tiene su origen en Michoacán, sin embargo esta variedad es la ideal para un antojo dulce.

Zacahuil

Otra variedad de hoja de plátano, sin embargo, ésta se caracteriza por su gran tamaño. Uno solo debe bastar para 40 personas y puede rebasar el metro de largo y pesar alrededor de 60 kilos.

Tamales del noreste

Su peculiaridad a diferencia de otras variedades es que la masa se embarra en la hoja de maíz lavada para después colocar el guisado y ponerse a cocer, por este motivo, estos tamales se caracterizan por ser vastos en la cantidad de guisado con poca cantidad de masa.

Y tú, ¿cuál de estos prefieres?

Sabor Es Polanco 2020 ¿Te lo vas a perder?

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La séptima edición de Sabor Es Polanco llega a la Ciudad de México.

La séptima edición de Sabor Es Polanco llega a la Ciudad de México con nuevas opciones de pago para que nadie se quede fuera del mejor evento gastronómico de la ciudad.

Con más de 80 restaurantes y marcas participantes, los jardines del Campo Marte de la Ciudad de México se alistan para recibir a los amantes del buen comer ya fans de Sabor Es Polanco, el evento gastronómico más importante de la capital mexicana.

La séptima edición del festival tendrá lugar el 7 y 8 de marzo y para que nadie se quede fuera, los organizadores han puesto a la venta los boletos a partir del 20 de enero con beneficios de hasta el 20 por ciento de descuento en preventa, además de meses sin intereses.

Sabor Es Polanco 2020 ofrece tres modalidades para la compra de boletos y a la preventa exclusiva para tarjetahabientes Santander, también presenta la opción de adquirir accesos en los restaurantes participantes y a través del sistema Ticketmaster.

Venta de boletos Sabor Es Polanco 2020

Preventa

Los tarjetahabientes disfrutarán de un 20% de descuento en el costo del boleto y, además, con todas las tarjetas Santander contarán con la posibilidad de pagar a 3 meses sin intereses.

– Costo del boleto: 1,280.00 pesos, IVA y descuento incluido

– Aplica del 20 de enero al viernes 6 de marzo

– Venta a través de Ticketmaster

Restaurante – Turibus

– Costo del boleto: 1,300.00 pesos, IVA y descuento incluido

– Aplica del 27 de enero al jueves 5 de marzo.

Venta general

– Costo del boleto: 1,600.00 pesos IVA incluido

– Aplica del 20 de enero al domingo 8 de marzo

– Venta a través de Ticketmaster y en las taquillas del evento

Dentro de unos días y a través de nuestras redes sociales, daremos a conocer los restaurantes que estarán vendido los boletos a un costo preferencial.

Así mismo, pueden adquirir sus accesos para Sabor Es Polanco 2020 en todos los puntos de venta del Sistema Ticketmaster; y los días 6, 7 y 8 de marzo también en las taquillas ubicadas a la entrada del evento, en los siguientes horarios:

Viernes 6 de marzo De 10 a 18 hrs.

Sábado 7 de marzo De 10 a 18 hrs.

Domingo 8 de marzo A partir de las 10 hrs.

Sin desechables

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Todos hablan del esquite en bolillo.

La gastronomía mexicana no tiene límites y ahora en la Ciudad de México surge una nueva forma de servir los famosos esquites en bolillo

En la búsqueda de tomar medidas en contra el cambio climático, los comerciantes de la Ciudad de México se las arreglan para no utilizar más desechables y optan por productos biodegradables e incluso comestibles.

Este es el caso de los esquites en bolillo, una tradicional botana de la Ciudad de México que tradicionalmente se sirve en baso de unicel, pero ahora el ingenio “chilango” lo entrega en un medio pan blanco francés conocido como bolillo.

Foto: Instagram

La fuerza del pastor

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Tacos al pastor de México mejor platillo del mundo.

Los tacos al pastor de México están clasificados como uno de los mejores platillos del mundo. Taste Atlas le da calificación de 4.6 en escala de 5 estrellas.

El sitio de recomendación gastronómica Teast Atlas creó la lista de los cien mejores platillos del mundo e incluyó a los tacos al pastor de México con una calificación casi perfecta de 4.6 en una escala de 5 estrellas.

Los tacos al pastor son tradicionales en la Ciudad de México, pero su consumo se ha extendido a toda la República Mexicana con respectivas variaciones según la región y gastronomía tradicional de cada estado.

En la imagen se muestra un mural emblemático de arte urbano en la colonia Condesa de la Ciudad de México.

Foto: Centro Histórico Instagram

Sólo para amantes de la cocina

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La cocina es quizá el espacio más esencial en todo hogar y es que es ahí en donde se cocinan no sólo alimentos, sino experiencias y momentos. Ese lugar en donde las mamás dan los mejores consejos o donde el esposo se luce preparando una deliciosa cena romántica.

Tener una cocina equipada es el sueño de muchos amantes de la gastronomía. Un espacio en donde se cuenten con las mejores herramientas para crear platillos, postres, entradas y canapés, con la mayor facilidad.

Sartenes, baterías, ollas express, piezas profesionales, utensilios, artefactos, cuchillos, bakeware, Vajillas, cubiertos., artículos de bar, etc., son necesarios para hacer de la cocina una experiencia perfecta.

Pensando en chefs, cocineros, cocineras o simplemente amantes de la cocina, las mejores marcas que compiten en el mercado como: VASCONIA, EKCO PRESTO, MIKASA, FARBERWARE, H. STEEL, CASA MODA, KITCHEN AID, REGAL, PFALTZGRAFF, MISTO, TOWLE, WALLACE, KAMENSTEIN y SABATIER, ofrecen productos que facilitan los trabajos en la cocina.  

En busca de beneficiar a los consumidores mexicanos, Grupo Vasconia, reúne los mejores productos en un Outlet localizado en Punta Norte, en la ciudad de México. Un lugar en donde se ponen a la venta de productos de mesa y cocina para todos aquellos que gustan de la cocina