Joe Biden

La mosca en el debate de Harris-Pence

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El pasado miércoles 7 de octubre de 2020 se dio el debate entre el vicepresidente Mike Pence y la candidata a la vicepresidencia y mancuerna de Joe Biden, la senadora Kamala Harris, en Salt Lake City, estado de Utah.

El puesto de vicepresidente ha adquirido importancia en los últimos tiempos, yo diría que desde que Al Gore fue candidato al puesto, en mancuerna con Bill Clinton, y atrajo todo el voto verde para el partido demócrata, logrando así ganar las elecciones.

Desde ese momento, los vicepresidentes trascienden las funciones que la Constitución les otorga, sobre todo la de sustituir al presidente en caso de muerte, enfermedad o incapacidad. En la presidencia moderna, el vicepresidente ha adquirido cada vez más funciones en materia de política exterior y ahora en los tiempos de pandemia, hasta de portavoz del manejo de la administración de la situación, entre otras actividades. Por estas razones y, en el contexto del contagio del presidente Trump de Covid-19, es que el debate vicepresidencial cobró mayor relevancia y expectación.

Además, tenía un atractivo suplementario, el enfrentamiento entre una mujer y un hombre, representantes ambos de la diversidad en la sociedad norteamericana actual, así como la diferencia generacional.

debate politico, Estados Unidos
Ilustración: Antoni Gutierrez-Rubi.

Portavoces de la polarización existente, Harris es un triunfo en sí mismo, ya que las candidatas a la vicepresidencia han sido pocas. Así que el peso sobre sus hombros en el debate era mucho. Harris, una jovenzuela de 55 años, con muchas ganas de sacar al presidente Trump y a Pence de la Casa Blanca, tiene un origen muy distinto al del vicepresidente. Hija de un padre jamaiquino y una madre de la India, migrantes, creció en una familia en la cual, la política era parte de la vida diaria. La madre le transmitió su pasión por el activismo político, sobre todo en el tema de los derechos civiles, y el padre, sus visiones de una economía más justa para superar las visiones colonialistas. En suma, una mujer que ha participado en política y entiende muy bien el multiculturalismo en Estados Unidos.

El vicepresidente Mike Pence, blanco, exgobernador de Indiana, de 61 años, al que llaman “el presidente en la sombra”, muy conservador, evangelista, al que la revista New Yorker describe como “una versión del presidente Trump con menores decibeles” (lo cual significa que no es tan agresivo, ni escandaloso en su forma de debatir), y que sobre todo se ha vuelto muy descarado.

El debate fue pobre en la aportación de ideas frescas con respecto a los temas. La mirada se fijó más bien en cómo se enfrentarían y en lo que los candidatos no respondieron. Para la senadora Harris fue la pregunta hecha por el vicepresidente, de si los demócratas ampliarían la Suprema Corte de Justicia o la pregunta de la moderadora sobre la salud de Joe Biden. El vicepresidente no respondió a preguntas como si había llegado a platicar con Trump sobre la cuestión de su inhabilitación por enfermedad o cómo veía el cambio climático. Ninguno de los dos se posicionó claramente frente a China.

Tampoco movieron mucho los sentimientos, al ser un debate más racional, con una moderadora que todo el tiempo llamaba al orden, cortando el enfrentamiento cuando mejor se ponía (es de suponer que después del desastre del anterior debate presidencial, los moderadores estaban nerviosos).

En una encuesta muy interesante del Pew Research Center[1] la pregunta no era a quién prefieres, si a la senadora Harris o al vicepresidente Pence, sino quién transmite mejor sentimientos cálidos o fríos (interesante planteamiento en tiempos en que el votante decide, al parecer, por lo que siente y no por lo que razona). Esta encuesta se llama feeling thermometer, y en la cual resultó que los encuestados tenían sentimientos fríos por ambos personajes. Aunque Pence ganaba en transmisión de frialdad por un 45% sobre 42% de Harris. En cuanto a los sentimientos cálidos, el vicepresidente Pence le gana en 30% sobre 21% de Harris.

La percepción de la senadora es que es una mujer fría, se refleja incluso con las mujeres entrevistadas, en las que un 29% la perciben como cálida frente a un 38% que la percibe fría.

Esto viene a cuento ya que sus actitudes en el debate deberían de cambiar esas percepciones. Una crítica a Harris fue que parecía sarcástica, frente a un Pence más en control y, al parecer, el sarcasmo no le gusta a la gente. Quizá por eso lo que más llamó la atención, el trending topic del debate fue la dichosa mosca que por unos minutos se acomodó en la cabeza del vicepresidente Pence, quien tampoco expresó ningún sentimiento al respecto, ni sorpresa, ni incomodidad, ni asco. Pero Harris tampoco… le dijo, “oiga, tiene una mosca en su cabeza”, los dos siguieron con su agenda de defensores de sus jefes y de posicionar las diferencias entre uno y otro en los temas importantes para la nación.


[1] Pew Research Center, 30 de septiembre de 2020.


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¿Quién es más antichino: Trump o Biden?

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Hemos insistido en esta columna sobre el dramático escalamiento de las tensiones desde 2018 entre Estados Unidos y China, siendo que la Administración Trump y varios de sus halcones –destacando Mike Pompeo y Peter Navarro– no sólo han logrado cuestionar prácticamente la totalidad de las relaciones bilaterales –hasta un posible punto de no retorno–, sino que también poner en jaque a todo un grupo de instituciones multilaterales (como la Organización Mundial del Comercio, la propia Organización Mundial de la Salud, y compromisos internacionales ambientales, entre otras).

Es importante señalar que en los últimos días –más allá del escalamiento en el ámbito financiero para que empresas chinas que no fueran auditadas según las normas y leyes estadounidenses no pudieran obtener financiamiento en Estados Unidos–, la potencial amenaza del Comité sobre Inversión Extranjera de EU (CFIUS) en afectar adquisiciones de Tencent en Estados Unidos, en un reporte del Tesoro de EU de diciembre de 2020 que impactará a bancos chinos y de Hong Kong vinculados con funcionarios sancionados de Hong Kong, así como probables medidas del Departamento de Defensa en contra de Semiconductor Manufacturing International Corp –uno de los fabricantes más importantes de semiconductores en China–, la Administración Trump pareciera adquirir una actitud “magnánima”: aceptó que las operaciones en Estados Unidos de TikTok (propiedad de ByteDance) fueran parcialmente adquiridas por Oracle (con el 12.5%) y Walmart (7.5%), es decir, ByteDance continuará concentrando el 80% de TikTok y sólo restringió a la aplicación WeChat para que no fuera bajada en Estados Unidos, ambos casos muy por debajo de las iniciales amenazas hace algunas semanas.

China y USA
Imagen: The Verge.

Al respecto, ¿es realista pensar que con una administración demócrata bajo el presidente Joe Biden, la relación entre las principales dos economías cambie cualitativamente? Existen diversos análisis recientes explícitos del propio Biden y varios asesores en Foreign Affairs y Foreign Policy, así como un detallado análisis del New York Times del 6 de septiembre de 2020, entre otros.

Por un lado, el candidato Biden se ha visto presionado por el propio Trump –y el 71% de los estadounidenses que cuenta con una opinión negativa sobre China– de ser al menos tan crítico como Trump con respecto a China, además de iniciativas lidereadas por el propio Partido Demócrata: hace apenas unos días el Senado estadounidense –con mayoría demócrata– anunció una iniciativa denominada America LEADS Act por 350,000 millones de dólares y con el objetivo de apoyar un grupo de cadenas globales de valor específicas (particularmente de la salud y nuevas tecnologías como la 5G y la Inteligencia Artificial), específicamente ante la competitividad china.

elecciones Estados Unidos
Ilustración: El Nuevo Mundo.

El candidato Biden conoce a China desde hace más de 40 años y se ha encontrado en múltiples ocasiones con el presidente Xi Jinping en los últimos años. Si bien históricamente Biden buscó activamente la integración entre ambos países, recientemente acusó a Jinping como un líder autoritario y un “matón” (thug), destacando que Estados Unidos debiera ser más duro ante China. ¿Una futura administración demócrata sería entonces una continuación de las políticas de Trump? Los diversos recientes escritos de Biden y sus colaboradores parecieran indicar un grupo de sensibles diferencias, más allá de la “competencia entre grandes potencias” en el largo plazo:

1. Una administración Biden buscaría enfatizar el fomento de la producción y competitividad estadounidense –como el America LEADS Act–, más allá de su relación con China.

2. Una diferencia significativa radicaría en la búsqueda de “socios” y alianzas internacionales –en la Unión Europea, Asia, América Latina, etc.– en su política hacia Asia y China; aunque por el momento Biden no se ha comprometido a participar en el CPTPP (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico) o el TPP (Tratado de Asociación Transpacífico), originalmente concebido bajo la vicepresidencia de Biden.

3. En múltiples ocasiones en las últimas décadas, Biden ha destacado el tema de los derechos humanos y laborales en China como un aspecto crucial en la relación bilateral y respectivas sanciones en caso de no cumplir con las exigencias estadounidenses. El tema pudiera convertirse en un nuevo frente crucial entre ambas potencias.

4. Pareciera que Biden también pudiera buscar la cooperación con China –y en paralelo a las diversas tensiones arriba señaladas– en ámbitos internacionales como el medio ambiente, la salud y crisis nacionales o regionales específicas, además del apoyo al sistema de las Naciones Unidas.

Joe Biden y Donald Trump
Imagen: Courier Newsroom.

Todo lo anterior avizora que la relación EU-China –con Trump o con Biden– continuará siendo profundamente tensa como resultado de su efectiva competencia por el liderazgo tecnológico, productivo y financiero. Las diferencias fundamentales parecieran radicar en el estilo de la relación y políticas específicas, y con la expectativa de permitir un escenario internacional de mayor certidumbre ante la búsqueda de nuevas alianzas (en contra de China); habrá que conocer si China estuviera interesada en opciones de cooperación bilateral ante una estrategia estadounidense tan adversa en el corto, mediano y largo plazo.

Terceros países –explícitamente México– debieran estar generando escenarios y políticas explícitas ante los posibles resultados de las elecciones de noviembre.


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Las COVID-elecciones 2020 en Estados Unidos

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El año 2020 parecía ser un año electoral en Estados Unidos normal. El partido demócrata debía elegir entre varios postulantes su candidato a la presidencia. En cambio, el Partido Republicano apoyaría al presidente Trump para la reelección.

Los comicios empezarían a tiempo con el calendario electoral y siguiendo la tradición iniciarán en Iowa el 3 de febrero. El triunfo fue para un candidato inesperado de nombre Pete Buttigieg. Después los triunfos fueron para Bernie Sanders, triunfos que provocaron ciertas esperanzas en los más jóvenes, quienes pensaron que Estados Unidos podría evolucionar al socialismo democrático, un sueño que parecía estar más cerca que nunca. Hasta que el sueño se acabó en el “Supermartes” del 17 de marzo en las que el electorado le dio el triunfo al candidato de la élite corporativa del partido, el exvicepresidente, Joe Biden.

En términos de la política exterior de Estados Unidos, empezamos el año discutiendo temas como: la guerra comercial entre China y Estados Unidos, las tensiones con Irán, las protestas en Hong Kong, el asesinato de Soleimani, un plan para el conflicto Israel-Palestina, un acuerdo con los talibanes, la situación en Venezuela, entre muchos otros temas.

Pero, sobre todo, lo que más movía la conversación en el ambiente electoral fue el tema del juicio político al presidente Trump que terminó con la absolución del mismo del caso de corrupción en Ucrania, por parte del Senado de mayoría republicana.

elecciones 2020 y covid
Joseph Robinette “Joe” Biden y Donald J. Trump (Imagen: Slate).

A las elecciones en Estados Unidos todo las influye. En tiempos normales, estaríamos hablando de cómo se fueron desenvolviendo las primarias consolidando la postura del candidato demócrata. Su campaña en cada Estado que terminaría el 6 de junio en las Islas Vírgenes y los apoyos de los importantes del partido como Barack Obama o la familia Clinton.

Pero llegó el COVID-19, pandemia que en un inicio fue negada, minimizada por el inquilino de la Casa Blanca y que ha puesto al país norteamericano patas para arriba. El costo de la pandemia en términos de vidas humanas ha sido alto. Dos millones de infectados, 120 mil muertos. Las reacciones del presidente Trump han significado un declive en la buena percepción que la población tiene de su trabajo. Según el promedio que hace RealClearPolitics (RCP) de las encuestas para el 25 de junio, el 52% de la población no aprueba su trabajo mientras que 39% sí lo aprueba. Estas cifras son importantes porque en las preferencias electorales para el mismo día en el promedio de la misma fuente, el candidato demócrata Joe Biden tiene el 47% de intenciones de voto a favor, en contra del 38% del presidente.

Pero cuidado, porque en este mismo momento de la campaña electoral hace cuatro años, en el 2016, la candidata Hillary Clinton tenía una ventaja por el entonces muy polémico empresario. Así que no vaya a ser que, por el contexto, las encuestas estén sobreestimando a Joe Biden y no estén midiendo bien las preferencias por Trump. Muchas personas se avergüenzan en decir que van a votar por Trump, como pasó hace cuatro años.

Pero este año 2020 –sui generis como él solo– significó también la explosión del tema racial en Estados Unidos que, si bien siempre ha estado allí, se puso sobre la mesa tras el asesinato de George Floyd el 25 de mayo, un afroamericano que vivía en Minnesota a manos de un policía blanco, Derek Chauvin. Volviendo el grito desesperado de un hombre que se asfixiaba; “no puedo respirar” en un lema en contra del racismo contemporáneo.

Las reacciones sociales en Estados Unidos no se hicieron esperar y tras días y meses de confinamiento, en medio de la polémica federal en la que unos estados empezarían a abrir parte de los negocios, las personas salieron a la calle para hacerle ver a los blancos y a su presidente Trump, que la vida de los negros vale y que un cambio de fondo es necesario para cambiar a Estados Unidos.

trump y movimiento social
Fotografía: NY Post.

El tema derivó en reacciones interesantes en ciudades como Seattle, en la cual se estableció una zona libre de policías. Otra reacción interesante fue el derrumbe de estatuas de generales confederados como la de Robert E. Lee, en Richmond, Virginia, o la de esclavistas como la de Edward Colston en el Reino Unido.

El tema se globalizó y expresiones parecidas se dieron en todo el mundo, alineando al presidente Trump del lado de los racistas, defensor de los confederados, sumando un dilema más en su muy problemática agenda y cuestionando su capacidad para gobernar.

Se podría decir que estos son factores suficientes para contradecir el argumento de la lectura errónea sobre el posicionamiento de Trump en las preferencias electorales. El problema es que, hasta ahora, el otro, el candidato Biden, parece desdibujado, como si estuviera escondido en el sótano de su casa en Delaware. Pero al juzgar por las encuestas parecería que entre menos se ha expuesto al público, mejor le ha ido.

Esta tendencia puede cambiar ya que en algún momento ambos candidatos van a tener que regresar a la campaña. Y es entonces cuando el electorado va a poder medir a Joe Biden que, hasta ahora, ha sido el menos expuesto a la presión mediático de los dos. Un factor importante para Biden va a ser la persona que elija como su mancuerna, lo que se llama fórmula, para ser la vicepresidenta. Lo digo en femenino, porque él expresamente anunció que sería una mujer. Y después de los acontecimientos en torno a la muerte de George Floyd, la importancia que en este año tuvo en ese contexto el Juneteeth, el pasado 19 de junio, todo parece indicar que la mancuerna deberá ser una mujer afroamericana, lo que le abre las puertas a Michelle Obama, Kamala Harris, Stacey Abrams y Val Demings.


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Bernie Sanders, el idealista

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El senador demócrata Bernie Sanders decidió salirse de la carrera presidencial de Estados Unidos en un momento de crisis provocada por la pandemia del coronavirus. Ya en días pasados el otro candidato, el ex presidente Joe Biden, opinaba que lo mejor para la campaña en estos momentos difíciles era que Sanders se saliera de la competencia electoral.

El partido demócrata tiene que concentrar todos sus esfuerzos en la derrota de Trump y Sanders entendió perfectamente lo que tenía que hacer. Consideró que lo mejor para el país no era su ambición personal, sino apoyar al candidato puntero Joe Biden.

Si bien Sanders se baja de la contienda, no deja al partido, su nombre seguirá apareciendo en las boletas para seguir obteniendo votos que significan delegados y que le darán fuerza política dentro del mismo. Lo que quiere decir que, primero, no perderá su lugar dentro de la estructura demócrata y desde allí puede seguir avanzando su agenda política y, segundo, que si obtiene más delegados en las elecciones por venir, tiene una posición mejor para negociar su apoyo a Joe Biden y obtener ganancias para su plataforma política.

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Representación pictórica de Bernie Sanders, político y senador estadounidense (Ilustración: Dribbble).

En un discurso muy emotivo, Sanders expresó los motivos de tan difícil decisión. Enmarcados en una dialéctica que es el centro de su ideología: la lucha constante entre los poderosos intereses establecidos contra los que no tienen poder. Para él son los intereses de las grandes élites económicas y políticas, a quien llama la élite corporativa, los que limitan las posibilidades de desarrollo de la gran mayoría de los norteamericanos que carecen de poder para enfrentar dichos obstáculos.

El también senador Sanders construye un discurso que busca dar esperanza de cambio, del sí se puede, enmarcado en dos palabras clave: creer y tener derecho a.

El cambio está en creer que se tienen derecho a la salud universal; a tener sueldos y salarios mejores, propone, por ejemplo, el aumento de 15 dls., el salario mínimo; a tener jornadas laborales mejores; a un medio ambiente que produzca energías limpias y alejado de la energía fosilizada. Tener derecho a un país sin racismo, sin sexismo, sin xenofobia. Si no se cree en el cambio, se permite que los poderosos le arrebaten el sueño de transformación a los indefensos.

Es claro que esas palabras se han vuelto atractivas sobre todo para los jóvenes y para una población adulta de menores de 50 años, trabajadores y minorías como los latinos que transformaron su plataforma política en un movimiento de bases, multirracial e intergeneracional en búsqueda de una sociedad más justa.

Es un movimiento, no sólo por la cantidad de gente que moviliza, sino porque sus ideas han pasado de estar en la periferia de la discusión política norteamericana a estar en el centro de la discusión política. Su éxito se ve más claro a nivel local, en ciertas ciudades de la Unión Americana, en las que se nota de manera muy clara su influencia. Pero fue principalmente en las elecciones de 2018, que el movimiento produjo nuevos liderazgos al lograr que personas como una joven activista de origen latino, Alexandria Ocasio-Cortez, llegara a tener un curul en la cámara de representantes del Congreso norteamericano por el estado de Nueva York.

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Representación pictórica de Alexandria Ocasio-Cortez, activista y política estadounidense (Ilustración: Dave Olsen).

Sanders se baja de la contienda porque el número de delegados no le daba para ganar a Biden, pero no se retira del movimiento, lo seguirá impulsando desde su trinchera en el Congreso, velando por transformar las instituciones.

La pandemia provocó en Estados Unidos una crisis brutal económica y social que deja al descubierto las fallas del sistema norteamericano. Un sistema que ha llevado a millones de personas a perder su empleo –las últimas cifras eran de 6.6 millones– y que le permite a Sanders recalcar su crítica al sistema de salud norteamericano, basado en que el acceso a la atención sanitaria solamente la tienen aquellos ciudadanos que conservan un empleo. Su propuesta para la atención de la salud, que es el tema central de su movimiento, es el derecho a la salud universal, en la que el seguro a la salud sea pagado por los impuestos y administrado por una sola entidad, el gobierno.

Para Sanders, el cambio va a ser más lento que si él hubiera logrado la Presidencia, pero  al ser progresivo, se puede no sólo cambiar a Estados Unidos, sino al mundo  entero.

Bernie Sanders es un idealista.


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Camino libre para Joe Biden

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Bernie Sanders renuncia a candidatura presidencial 2020

El senador estadounidense Bernie Sanders ha suspendido su campaña para la nominación presidencial demócrata 2020. Sanders hizo el anuncio en una conferencia telefónica con su personal.

“Hoy cancelo mi campaña, pero aunque la campaña termine, la lucha por la justicia continúa”, escribió Bernie Sanders en su Twitter. 

Sanders aseguró en su declaración que la decisión de retirarse de la carrera ha sido “difícil y dolorosa”. El senador explicó que en un país afectado por la crisis no puede continuar una campaña que no será exitosa.

“Desearía poder darles mejores noticias (…) pero el camino hacia la victoria es prácticamente imposible (…) Esta batalla por la nominación democrática no será exitosa”, aseguró. “Si creyera que tenemos un camino visible para la nominación, ciertamente continuaría la campaña, pero no es así”, continuó.

El senador por el estado de Vermont ha sido el último rival del exvicepresidente Joe Biden para convertirse en el candidato demócrata en las próximas elecciones en EE.UU. Sanders indicó que Biden es “un hombre decente” con el que trabajará “para hacer avanzar ideas progresistas”.

Su retirada de la carrera presidencial se produce solo un día después de las primarias demócratas en Wisconsin, donde es probable que Biden gane al senador, según algunos pronósticos. Debido a la pandemia del covid-19, algunos estados se vieron obligados a posponer las primarias.

La alegría de Trump

El presidente de EE.UU. y candidato en las elecciones presidenciales programadas para el próximo noviembre, Donald Trump, comentó este miércoles la decisión del demócrata Bernie Sanders de retirarse de la carrera presidencial.

“¡Bernie Sanders está fuera! Gracias a Elizabeth Warren. ¡Si no fuera por ella, Bernie habría ganado casi todos los estados el supermartes!”, tuiteó el mandatario 

“Esto terminó justo como querían los demócratas y el Comité Nacional Demócrata, igual que el fiasco de la corrupta Hillary [Clinton]”, agregó Trump refiriéndose a las presidenciales de 2016, cuando la exsecretaria de Estado se convirtió en el único candidato del Partido Demócrata tras la retirada de Sanders.

“¡La gente de Bernie debería venir al Partido Republicano!”, afirmó.

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Joe Biden contra Donald Trump versus Coronavirus

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En las elecciones del martes 17 de marzo la victoria de Joe Biden sobre Bernie Sanders fue contundente. Biden ganó en Arizona, Illinois y Florida. Lo que ha provocado muchas presiones para que el senador Sanders renuncie ya a la candidatura y el partido demócrata se pueda centrar en una campaña contra Donald Trump. El dilema es si las elecciones van a seguir un curso normal o se cambiará el calendario electoral debido al ataque del coronavirus y las restricciones de aislamiento, puede que cambien las condiciones del juego electoral.

De hecho, varios Estados han pospuesto las elecciones: Georgia que las tenía el 24 de marzo las cambió para el 19 de mayo, Kentucky de mayo 19 a junio 23, Luisiana de abril 4 a junio 20, Maryland de abril 28 a junio 2, por ejemplo. La definición de un candidato ganador debe estar definida para la convención demócrata de julio 2020.

Los demócratas tienen que capitalizar las acciones tardías del presidente Trump y entre más tiempo dejen pasar, más se pueden alejar del triunfo. Las elecciones 2020 en Estados Unidos no se llevarán a cabo en tiempos normales, son tiempos de guerra, guerra contra el coronavirus. En una encuesta del 12 de marzo  del WSJ/NBC el 68% de los simpatizantes con el partido demócrata estaban más preocupados por el problema que los republicanos en los que sólo el 40% lo estaba.

En el ámbito político la manera en cómo ambos partidos enfrenten la situación va a repercutir en el resultado electoral.

trump y covid
Ilustración: R. Fresson.

De un lado de la cancha tenemos al Poder Legislativo conformado por  una Cámara Baja de mayoría demócrata y un Senado de mayoría republicana. A ambos partidos les conviene pasar leyes que demuestren a los norteamericanos que en momentos de crisis, el Congreso actúa como uno solo y pasan leyes que busquen aminorar la situación.

El miércoles 18 de marzo el Senado aprobó un segundo  paquete de ayuda, propuesto por la Cámara Baja que consiste en 104 mil millones de dólares para enfrentar la pandemia, que está destinado a mitigar el desempleo y a dar pruebas gratuitas a la población y dinero para quienes han dejado el trabajo por estar enfermos.

El paquete no es perfecto pero demuestra el bipartidismo. La expectativa de aprobar un tercer paquete de ayuda para las PyMEs, que incluirá pagos en efectivo a los americanos afectados por el desempleo. El monto total que se busca es de 1 trillón de dólares, sí, una cifra de 18 ceros. Se verá cuál de los dos partidos podrá capitalizar estas acciones en términos de votos.

Del otro lado de la cancha está el Poder Ejecutivo. En un contexto extraordinario, como el de la pandemia provocada por el coronavirus, el presidente Trump tiene todos los recursos de la presidencia, lo que le puede dar una ventaja muy fuerte frente a los demócratas que tienen que elegir a su caballo ganador.

En un contexto de desplome de las bolsas, de desempleos masivos, el miércoles 18 de marzo  el presidente Trump recurrió a los Poderes de guerra. La primera acción de Trump fue firmar el paquete enviado por el Senado de los 104 mil millones de dólares.

trump y covid
Ilustración: The Daily Beast.

En el mismo día, el presidente Trump anunció que era un presidente en guerra y resucitó una acta de tiempos de la guerra de Corea (1950), en inglés se llama The Defense Production Act. El Acta le permite al presidente presionar a la industria americana para que manufacturen suministros médicos, que hacen mucha falta en los hospitales a lo largo y lo ancho del país. Máscaras, guantes, equipo de protección para los galenos, ventiladores, máquinas de respiración, etc. En un país en el que ese mismo miércoles la cifra de enfermos por el coronavirus ascendía a 7,500 y al día siguiente llegaba a más de 9000.

El Acta de defensa para la producción le permite también requisar la industria, presionar a los industriales para que produzcan más, también puede imponer salarios y controlar precios, controlar el crédito del consumidor, resolver disputas laborales, establecer prioridades contractuales y desviar las materias primas para la defensa nacional.

Con esta acción, el presidente Trump ha fortalecido su poder y puede demostrar a la opinión pública mayor control de la situación y de la economía, permitiéndole marcar una distancia de sus primeras percepciones de la pandemia, a la que veía menos.

Un presidente fuerte que muestre control, liderazgo y resultados, puede ser la debacle para el partido demócrata este próximo mes de noviembre si no se muestran con mayor entendimiento de la pandemia global que Trump, ya que el bipartidismo en el Congreso siempre beneficia al Poder Ejecutivo.


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