Navidad

Pese a COVID-19, México tiene abasto de romeritos

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Pese a la pandemia de COVID-19, los productores de romeritos en México cuentan con un volumen suficiente de abastecimiento. Así que con todo y la crisis sanitaria, este 2020 tendrá delicios platillos típicos de la temporada decembrina, tales como el conocido “revoltijo”. 

La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, a cargo de Víctor Manuel Villalobos Arámbula, explicó que las cadenas de producción siguen funcionando en medio de la presencia del virus SARS-CoV-2. Argumentó que la fabricación y comercialización de alimentos se encuentra catalogada como una actividad “esencial”. 

De acuerdo con cifras del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), tan solo la Ciudad de México y el Estado de México producirán para el fin del año, un total de tres mil 788 toneladas de romeritos. Esto, a lo largo de una superficie de 406 hectáreas. 

Productores de romeritos. Fotografía: Secretaría de Agricultura.

Y es que tanto en la CDMX como en el Estado de México, el ciclo de cultivo de los romeritos inicia entre el 15 y el 25 de octubre. No obstante, es recolectada para su consumo durante la temporada navideña y de fin de año, a partir de la primera semana de diciembre. 

Es importante destacar que el cultivo y venta de romeritos representa una gran fuente de ingresos para la capital del país. Tal situación, especialmente en las comunidades de San Andrés Mixquic, San Nicolás Tetelco y San Juan Ixtayopan, en la alcaldía Tláhuac, así como San Gregorio Atlapulco, alcaldía de Xochimilco.

Una Navidad para descubrirnos

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¿Qué significa la Navidad en la nueva realidad? No entraré a la línea religiosa más que para dejar claro que no debiera de cambiar nada para todo cristiano que sigue su fe.

Hablando de la Navidad como temporada de unión familiar, con los amigos y compañeros de trabajo podemos confirmar que la experiencia se vivirá desde una nueva realidad. De entrada, las posadas se han dejado atrás, aun y cuando algunos lo quieran extender al mundo digital sabemos y entendemos que no es lo mismo. Por otro lado, aquellos que realmente no se reúnan en familia podrán experimentar un espacio en donde la sombra de la soledad, lejanía y tristeza cubra esta vivencia.

¿Qué podemos aprovechar de todo esto? Mas allá de que habrá un número importante de personas y familias que sí se reunirán, esta temporada que normalmente traía momentos de reflexión y paz, será una gran oportunidad para descubrir cómo estamos y cómo es que queremos estar de ahora en adelante.

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Imagen: Keith Negley.

En algunas familias habrá sillas vacías y voces que no se volverán a escuchar. En otras ya no será el mismo evento por el simple hecho de que la economía familiar ha sido afectada. Por supuesto que en otras se vivirá la posibilidad de hacerlo desde la vieja realidad, pero en general, se podrá experimentar un vacío al sentir que este año fue determinante y de gran impacto en la vida de todos.

¿Qué podemos observar de todo esto? Creo que podemos aprender de todas las sensaciones que ya ha empezado a reflejarse por la época. Estamos hoy ante una incertidumbre con “vacunas de ilusión”. Nadie sabe ni puede adivinar lo que sucederá en los próximos meses, menos incluso en los próximos años. Será importante asumir este estado de ánimo compartido en colectivo para empezar a descubrir cómo nos abrimos al aprendizaje consciente para cambiar el rumbo que llevamos hacia el futuro.

Estamos ante una sombra colectiva tan pesada que lo único que debiéramos de pensar es en generar luz. Si logramos entender que esto lo estamos creando nosotros mismos para aprender, seguro se nos abrirán las puertas a nuevos destinos. Observar y asumir las emociones de baja energía de forma consciente puede ser la llave para las puertas de un nuevo camino. De lo contrario alargaremos el arrastre de desesperación por salir de este proceso del cual no hemos terminado de aprender. Sabemos que será más sencillo poder observarse para aquellos que no han sido impactados tan duro por estas crisis, sin embargo, la opción de sobrellevarlo es para todos.

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Imagen: Laura Kammermann.

¿Qué podemos hacer esta Navidad? Podemos regalarnos el auto-conocernos y asumir quiénes estamos siendo, identificando así, desde donde estamos, observando nuestra vida y abrazarla tal cual es. Podemos decidir estar presentes o ausentes. Si nos dejamos llevar por el pasado o si iniciamos un nuevo viaje, será la clave para anticipar cómo pasaremos esta temporada. Será de mucho valor estar cerca de quienes requieran de una palabra o momento para ser escuchados. Hacer esto sin juicio y con toda la atención para confirmar que vamos unidos en esto, es un primer paso para ayudar a alguien más a salir de la experiencia que puede estar arrebatando su vida.

La pandemia nos trajo la oportunidad de vivir cada día como si fuera el último. Aun y que no hemos aprendido totalmente el significado que esto conlleva, la oportunidad sigue presente mostrándonos que de nada sirve todo lo que podamos acumular si nos convertimos en el apego de todo eso. Hoy la nueva realidad la creamos día a día, y solo ésa es la que vale la pena disfrutar. Seguro tendremos más momentos difíciles o inclusive peores. Al final tendremos la opción para decidir cómo pasar por la oscuridad del camino teniendo siempre la posibilidad de hacerlo iluminándolo con nuestra propia luz.

¿Y si esto que nos pasó en el 2020 era parte de un plan para valorarnos más? ¿Acaso hemos descubierto quienes somos frente a esta posibilidad de morir? ¿Nos hemos dado cuenta de que no es la fiesta sino la importancia de estar con nosotros mismos para poder estar con los demás? Estoy seguro de que muchos decidiremos revalorizar esta temporada más allá de nuestras creencias para decidir desde una voluntad consciente. Al final no importa a dónde nos dirijamos o en dónde estemos, siempre estaremos viviendo con nosotros mismos. Desde ahí la construcción de un mejor futuro siempre será más sencillo ¿Ya has descubierto quién eres para platicar contigo mismo de todo esto?


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Época hermosa pero peligrosa, hay que cuidarse en serio

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Este mes de diciembre es el más esperado por casi todo el mundo, pero tenemos que hacer un alto y reflexionar, pasó el famoso “BUEN FIN”, que se extendió por causa de la pandemia, pero aunque sí hubo compras por internet, lo cierto es que también las hubo de forma presencial. Tenemos comprobado que la entrada a los centros comerciales está protegida, ya que te toman la temperatura corporal y te ofrecen gel antibacterial, lo mismo pasa en las tiendas comerciales que ofrecen ese centro, pero recordemos que hay los famosos “asintomáticos” que no presentan ningún síntoma característico del covid-19 y por eso suelen ser los más peligrosos, porque sin darse cuenta, son portadores y sin quererlo, contagian de la manera más fácil, con un simple estornudo sin la protección adecuada se disemina el virus en toda la zona a su alrededor.

Al día de hoy tenemos un segundo repunte en contagios y más muertes, con 1 millón 217 mil 126 casos confirmados, 80 mil 420 activos estimados, y 400,209 casos sospechosos (los más peligrosos, ya que pueden ser asintomáticos) y por desgracia la penosa cifra de 128,797 defunciones. Esta segunda ola que también está pegando en Europa viene con mayor fuerza, pues a nosotros que aún no salimos de la primera, no sabemos cómo nos golpeará. Por eso, debemos ser más cuidadosos y responsables debido a que con las fiestas decembrinas es muy probable que muchos bajen la guardia, se hagan las reuniones de la misma forma que se hicieron en el pasado, desde las típicas posadas, hasta llegar a la esperada Nochebuena, compartir con los seres queridos tal acontecimiento y Navidad al siguiente día.

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Imagen: Shutterstock.

Todo esto, desde luego, viene acompañado de las compras previas tanto de la comida, vinos y licores, los regalos que normalmente se dan, es decir, actividades que obligarán a la gente a salir, asistir a tiendas, mercados, súper mercados, tiendas de licores, etc., exponiéndose demasiado y no sería nada agradable que lo que es una tradición de gozo, alegría, de pasarla bien en familia, se transforme en un recuerdo doloroso y amargo por el deceso de algún amigo, pariente, familiar, etcétera.

Sé muy bien que después del confinamiento pasado y actual, “todos” estamos deseosos de poder olvidar por un momento lo duro, doloroso, tortuoso que ha sido este año y desde luego que deseamos tener un rato, un momento de liberar toda esa tensión acumulada y disfrutar un par de días de cierta libertad que todos merecemos. Pero, también, por otro lado, ¿vale la pena que después de tantos meses de estar encerrados, con actividades truncas, dolorosas, nos expondremos a contagiarnos por esos dos o tres días?

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Imagen: Ben Jennings.

Me queda claro que todo mundo desea que se termine este 2020 y darle la bienvenida al 2021, pero si esto nos garantizara que, con la llegada del ansiado nuevo año, viniera la curación de este condenado virus, por supuesto que todos nos dedicaríamos a celebrar. Sin embargo, por desgracia no es así, no sabemos a ciencia cierta si las famosas vacunas funcionarán, ¿cuándo llegarán?, ¿cuántas serán?, ¿su costo?, ¿cómo se aplicarán y en dónde se hará? No tenemos un panorama cierto que nos indique que para el segundo trimestre del 2021 la vida volverá a una nueva modalidad, porque no será normalidad, muchos cambios ya se hicieron y estos prevalecerán, no hay vuelta a atrás.

Entonces, está en nosotros, como sociedad, lograr vencer este virus, evitando que se propague más de lo que ya lo ha hecho, tener conciencia cívica de que todos debemos cuidarnos, y actuando así estaremos haciendo mucho por los demás.

Desde luego que vamos a celebrar, hay muchos motivos para hacerlo, lo más importante, tal vez, es que estamos vivos, que los nuestros están bien, pero cualquier festejo debe realizarse con todas las medidas precautorias y evitar al máximo la contaminación del aire, suspendiendo los típicos cuetes o cuetones, que lo único que hacen es viciar más nuestro ambiente y el aire que respiramos.

Hoy más que nunca, celebremos con medida, ¿les parece?

Excelentes fiestas y, por favor, no bajen la guardia.

Nos seguimos leyendo si gustan.


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Pese a pandemia, habrá abasto de flor de Nochebuena

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Pese a la pandemia de COVID-19, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural aseguró que habrá abasto de la flor de Nochebuena para estas épocas decembrinas. Esto, sobre todo debido al esfuerzo que han tenido los productores rurales durante todo el año.

En el año 2020, se lograron producir 16 millones 268 mil 524 plantas de Nochebuena en una superficie de 240.6 hectáreas. La siembra estuvo presente en la Ciudad de México (CDMX) y las entidades de Jalisco, Michoacán, México, Morelos, Oaxaca y Puebla.

Debido a la noticia, la Secretaría de Agricultura reconoció el trabajo de los productores, especialmente de los floristas. La dependencia explicó que dicho sector no dejó de laborar pese a la emergencia sanitaria ocasionada por el virus SARS-CoV-2.

Del total las plantas de Nochebuena sembradas en el país, tres millones 654 mil 653 fueron en la Ciudad de México (CDMX).  En este sentido, se plantaron en las alcaldías de Xochimilco, Tláhuac, Tlalpan y Milpa Alta.

Mientras tanto, en Morelos se sembraron seis millones 549 mil 818 plantas; en Puebla dos millones 650 mil 506; en Jalisco, un millón 707 mil 639; en el Estado de México, 858 mil 989; en Michoacán, 829 mil 826, y  en Oaxaca, 17 mil 093.

Cabe señalar que el cultivo de la flor de Nochebuena tarda aproximadamente ocho meses. Asimismo, es una planta como más de 30 variedades que logran destacar por sus colores rojo, amarillo, rosa, blanco, rayado y marmoleado.

De acuerdo con la Secretaría de Agricultura, liderada por Víctor Manuel Villalobos Arámbula, las tres órdenes de gobierno están trabajando en fortalecer los territorios rurales del país. Tal acción con el objetivo de convertirlos en espacios de vida digna y reconocer el esfuerzo de sus productores.

Finalmente, es conveniente mencionar que la flor de Nochebuena además de ser un símbolo de Navidad, tiene un importante origen prehispánico. Su nombre en náhuatl es Cuetlaxóchitl y significa “flor que se marchita” o “flor de cuero”; sin embargo, fueron los españoles quienes la bautizaron con la denominación que ahora conocemos.

La tregua de Navidad

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Sin duda la Primera Guerra Mundial fue uno de los conflictos más sanguinarios del mundo. Según diversas estimaciones, la brutalidad de esta guerra dejó al menos 10 millones de muertos.

La tregua de Navidad es un acontecimiento que sucedió en diciembre de 1914, en aquella época las tropas alemanas habían invadido Bélgica con la intención de llegar a París y tomarla, mientras que las tropas británicas pretendían detener a los alemanes.

Como era de esperarse, ambos bandos se encontraban luchando ferozmente uno contra el otro, cuando de pronto, probablemente derivado del cansancio de la propia guerra, los ingleses escucharon la petición de los alemanes de un cese al fuego.

La idea de esta historia ha sido recreada por el filme francés Joyeux Noël (en México: Noche de Paz) de 2005, aunque en dicho filme se alude a tres grupos militares: escoceses, franceses y alemanes. La historia original, sin embargo, plantea que esta tregua sucedió entre ingleses y alemanes.

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Imagen: El País.

Según algunos historiadores como Rémy Cazals, la tarde del 24 de diciembre de 1914, los soldados alemanes decoraron su trinchera con pequeños árboles navideños, al tiempo al que pedían a los soldados británicos una tregua por Navidad.

Como era de esperarse, en un primer momento los soldados británicos pensaron que se trataba de una estrategia alemana con la intención de abatirlos. Sin embargo, pasaron las horas y ya por la noche los soldados británicos se dieron cuenta que había, de facto, un cese al fuego del bando alemán.

Ya entrada la noche, un grupo de soldados alemanes se atrevió a salir de las trincheras sin portar armamento alguno y cantando en su propio idioma un villancico que era conocido por ambos bandos: “Noche de paz”.

Finalmente, un grupo de soldados ingleses decidió tomar el riesgo y salió de su trinchera también desarmado y cantando en inglés el mismo villancico que entonaban sus enemigos alemanes. De acuerdo con la historia, en ese momento eran sólo 36 metros los que separaban a los alemanes de los ingleses, espacio que terminó siendo una zona de paz a instancias, como ya se dijo, de los alemanes.

Durante dicha tregua se acordó que ambos bandos podrían recoger sus cadáveres a fin de darles una sepultura digna. Por increíble que parezca, en dicha pausa bélica se organizó hasta un intercambio de regalos entre alemanes e ingleses, compartiéndose así entre ellos chocolates, pan y licor. Incluso, de acuerdo a los historiadores, se llegó a organizar un partido de futbol entre alemanes e ingleses.

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Imagen: Infobae.

El ejemplo de esta tregua se propagó a otras zonas, lo que evidentemente iba en contra de las directivas de los rangos superiores, quienes se oponían a tales actos de parte de las tropas.

No obstante lo significativo y simbólico de este hecho, que quizá demostraba que las tropas en realidad ya no deseaban la guerra, hubieron de pasar varios años para que las actividades bélicas cesaran por completo. Recordemos que no es sino hasta noviembre de 1918 cuando se firma el acuerdo que pone fin a la guerra.

En diciembre de 2014 la UEFA (Union of European Football Associations) conmemoró el centenario de aquel histórico partido de futbol en las trincheras de Flandes, lugar en el que se afirma que tuvo lugar el partido de la tregua de navidad.

Entrega Especial: La Tregua de Navidad (1914)

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La Navidad llegó cuando alcanzábamos el final de la saga de artículos sobre el Ayer, hoy y mañana de la Guerra. En principio, mi intención en estos artículos sobre el devenir de la guerra es enfatizar que en cada uno de los inventos –que surgieron a partir de las conflagraciones bélicas que se han desarrollado– se puede destacar en lo constructivo y creativo de la capacidad humana frente a la pesadilla de destrucción que representan los enfrentamientos entre las naciones, las religiones y los poderes económicos.

El tema ha dado para mucho y, en teoría, hoy deberíamos estar leyendo la cuarta entrega, sin embargo, con estas fiestas en el camino, destacar un hecho histórico único y traerlo a la narrativa actual de violencia en la que vivimos me pareció fundamental. Es un ejemplo de la posibilidad que tenemos de ser empáticos y poner a las personas por delante. En esta ocasión no hablo del ayer, el hoy y el mañana de algo, esta vez se trata de una vivencia excepcional que tocó los corazones de los hombres en el frente de batalla en la Europa de la Primera Guerra Mundial. Vamos a iniciar este cuento de Navidad basado totalmente en una historia de la vida real.

Érase una vez, hace 105 años en un algún punto de la invernal Europa, que la Navidad llegaba con toda su carga de tradición religiosa y familiar hasta las trincheras en las que peleaban regimientos de ingleses y franceses contra los alemanes, en la que entonces fue considerada como la Gran Guerra. Los ánimos estaban encendidos, las tensiones entre los dos grupos eran notorias y la animadversión evidente. El asesinato del heredero al trono de Austria-Hungría, el archiduque Francisco Fernando a manos de un nacionalista servio-bosnio durante su visita a Sarajevo en julio de 1914, servía como detonador para el enfrentamiento frontal entre la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y Rusia) contra la Triple Alianza (Alemania, el Imperio Austro-húngaro e Italia).

Navidad en trincheras.
Imagen: Pinterest.

Si lo pensamos detenidamente, parece que las guerras se luchan por atender asuntos “importantes” que usualmente afectan sólo a los grandes intereses, sin considerar la manera en que afectan a las personas, a los seres humanos. En los hogares de los combatientes, los lugares alrededor de la mesa quedan vacíos en la cena de Nochebuena o en torno al árbol de Navidad. Los corazones de padres, madres, esposas, hijos, hermanos y amigos se encuentran tristes, sensibles ante la ausencia de los seres queridos.

Podemos imaginar también la sensación de tristeza y de nostalgia de los soldados, porque a pesar del espíritu belicoso provocado por el enfrentamiento, no pasan de ser la carne de cañón que se sacrifica en la “defensa” de los principios, valores y creencias que representan a la “patria”, a la “nación”, a la “jerarquía religiosa”. Indiscutiblemente la guerra tiene que ser alienante, es necesario enajenar con la mentalidad de “defender lo propio” y atacar al enemigo, al extraño que representa la otredad, para que la guerra se justifique, para que los hombres y mujeres en la lucha estén dispuestos hasta a perder la vida. Sin embargo, esa víspera de Navidad de 1914, esta condición se modificó para bien, tocando de manera mágica y singular, los corazones de los combatientes.

Es el 24 de diciembre de 1914, la primer Nochebuena de la Primera Guerra Mundial, hace exactamente 105 años. Es la primer fiesta religiosa y familiar importante de la tradición europea que se celebra y “los chicos” están en el frente, sufriendo las inclemencias del tiempo, añorando la compañía de sus familias, del hogar, la cena navideña, los dulces y el ponche de vino caliente. Por ordenes del Káiser, las tropas alemanas recibieron raciones adicionales de pan, salchichas, licores y abetos que, iluminados, bordeaban la trinchera.

Los soldados franceses y británicos admiran emocionados los árboles luminosos, la imagen despierta su sensibilidad y, desde su trinchera, se unen a los cantos que entonan los alemanes del otro lado del campo de batalla. Por encima de las diferencias que los hacían combatir, se ven unos en otros porque pueden empatizar, saben perfectamente como se sienten los alemanes porque ellos tiene justo los mismos sentimientos. La pena de estar lejos de casa es la misma en francés, inglés o alemán. Por un instante, el deseo de bienestar y de paz, prevalece sobre cualquier diferencia real o aparente.

Navidad
Imagen: Pinterest.

Así, entre cantos y recuerdos, transcurre la noche. Cuando empieza a amanecer, agitando banderas blancas sobre sus cabezas, algunos soldados alemanes dejan sus trincheras. Están en tierra de nadie, vulnerables, desarmados. Por un momento los aliados los observan, desconcertados y vacilantes, salen a su encuentro y solidariamente todos permiten que la jornada transcurra. Ese mismo día, unas horas antes, esos hombres habían estado mátandose, y esa mañana de Navidad comparten las vituallas de las que disponen: alcohol, chocolate, tabaco, incluso recogen los cuerpos de sus compatriotas caídos en el campo de batalla y les dan digna sepultura. Se cuenta que compartieron además ceremonias religiosas y partidos de fútbol.

Ahora, la guerra es la guerra, y permitir este acercamiento entre las tropas minaba el espíritu de lucha. No se puede confraternizar con el enemigo. Cuando en los cuarteles generales de los respectivos ejércitos se enteraron de la tregua espontánea que se había sucitado, decidieron tomar fuertes medidas para sancionar a los participantes, de manera que en ningún lugar y en ningún momento se repitiera una conducta semejante.

Se dice que un número indefinido de soldados franceses fue fusilado por “amigarse” esa Navidad con los alemanes, a los alemanes que convivieron y compartieron con los aliados los enviaron al frente oriental. Las cartas de los soldados que contaban a sus familiares el extraordinario evento navideño fueron destruidas, la información fue censurada antes de que llegara a la prensa británica, los franceses confiscaron los negativos de las imágenes en las que se veía a hombres de ambos bandos posando amistosamente. Las altas esferas militares se hicieron cargo, la fraternidad de la Navidad de 1914 no podría repetirse nunca más. Jamás se entonaría nuevamente la Noche de Paz (Stille Nacht) en inglés y alemán simultáneamente como un símbolo de unión humana y espiritual. Cuando ganó la guerra, perdimos todos. La conflagración duró hasta 1918, los motivos por los que esa experiencia no tuvo el poder de detener la hostilidad son muchos y muy variados, da tristeza pensar que pueda más el odio y el deseo de poder que el amor a los semejantes.

Con esta reflexión me despido, deseando que en esta Nochebuena y Navidad prevalezcan los sentimientos de cercanía, cariño, amor y amistad. Estamos ante una gran oportunidad de limar asperezas, de iniciar diálogos y retomar afectos. Es un momento especial para abrazar a todas las personas que amamos.

¡Mis mejores deseos para todos ustedes! Reciban una gran felicitación por esta natividad y la expectativa de prosperidad y bienestar en este final de veintena del siglo XXI.

¡Bienvenidos seamos todos al 2020!

Personajes navideños de todo el mundo

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Alrededor del planeta existen diversos personajes similares al ya conocido Santa Claus.

En las fiestas de fin de año, Papá Noel -o Santa Claus, San Nicolás, Viejo Pascuero, Father ChristmasSinterklaas, Baba Nöel- es una figura dominante y casi omnipresente en decenas de países.

Pero hay lugares en los que otros personajes le roban protagonismo al anciano barrigón y bonachón que hace felices a los niños.

Mientras que algunas de estas criaturas alternativas alegran las celebraciones, otras no necesariamente reparten regalos ni buenas noticias.

Por el contrario, tienen la tarea de aterrorizar a los que se cruzan en su camino. Especialmente a los más pequeños.

Aquí te contamos cuáles son algunos de estos personajes.

1. Krampus

Esta especie de cabra-demonio que tiene una lengua muy larga y puntiaguda y colmillos “aparece” en Austria, Alemania, República Checa, Eslovenia, Suiza, Croacia, Hungría y algunas partes de Holanda, cada fin de año, pero no precisamente para dar saludos navideños.

Su función es más bien castigar y meter en un saco a los niños que se portaron mal durante el año, para golpearlos con ramas de árbol o para “comérselos”.

Es como la contraparte maléfica de Papá Noel.

El nombre “Krampus” viene de la palabra del alemán antiguo “krampen” y significa garra.

El origen de esta temible criatura es casi tan viejo como las celebraciones de Navidad.

Según la mitología nórdica, el Krampus es hijo de Hel, diosa del inframundo, y su figura ya estaba presente en rituales paganos germánicos de hace más de 1.500 años, practicados para espantar a los “fantasmas de invierno”, según la revista Smithsonian.

Hoy en día el Krampus protagoniza los desfiles del Krampusnacht (Noche del Krampus)que se celebra la noche del 5 de diciembre en Austria, en la víspera del Día de San Nicolás.

Además, el personaje ya dio el salto al cine (y con él a otro continente), con el estreno de la película estadounidense “Krampus”, basada en esta criatura, en 2015.

2. Jólakötturinn

Conocido también como el “Yule Cat” (gato navideño) de Islandia, este felino es la “mascota” de los trolls islandeses conocidos como Grýla y Leppalúði, que son caníbales, y de sus 13 hijos, conocidos como “Yule Lads” (“muchachos de Navidad”).

A los “Lads” les gusta comer mucho, hacerles bromas a la gente y les dejan regalos a los niños dentro de zapatos. Si se han portado mal, les dejan una papa, asegura James Cooper, autor del blog Why Christmas, sobre tradiciones de Navidad en todo el mundo.

https://twitter.com/Nova_Hycgan/status/941236046888620032

Pero el Jólakötturinn es menos simpático. Esta fiera se come a las personas que no se ponen o no reciben ropa nueva para Navidad.

El temible gato ronda por los techos de las casas y se asoma por las ventanas para verificar quiénes han recibido prendas nuevas y quiénes no.

Gracias a esta función, varios autores lo describen como una especie de “policía de la moda”, pero el más despiadado que puedas imaginar.

Jóhannes úr Kötlum, uno de los poetas más populares del siglo XX en Islandia, ayudó a difundir la imagen aterradora del gato.

En unos versos sobre la bestia, Kötlum dice que “abría los ojos de par en par / y ambos brillaban intensamente / no era para los débiles de corazón / enfrentar esta vista repugnante”.

Sus bigotes eran afilados como anzuelos / su lomo, crispado en forma de arco / y las garras en sus patas peludas / eran aterradoras como para espiarlas”, describe el autor.

“Eran hombres los que cazaba, no ratones / de eso no había ninguna duda”, agrega.

El animal es tan “popular” que, además de inspirar este poema, la conocida artista islandesa Björk le dedica una canción con algunos de los versos de Kötlum.

3. Hoteiosho

A diferencia de las criaturas anteriores, Hoteiosho no es un personaje vengativo, sino que es uno de los dioses japoneses de la fortuna.

Aunque según algunas creencias, tiene ojos en la espalda con los que observa a los niños sin que estos se den cuenta, para que se porten bien.

Hoteiosho es representado como un monje budista con el vientre abultado, que va vestido con una especie de bata roja, abierta, que le deja el pecho descubierto.

“Según la leyenda, Hoteiosho fue monje budista real o sacerdote zen, llamado Kaishi, entre los siglos VIII y IX”, dice Cooper, de Why Christmas, a BBC Mundo.

Ahora es como un Papá Noel en la isla y entrega regalos en Año Nuevo (ya que en Japón no se celebra la Navidad oficialmente).

4. Tió de Nadal

En Cataluña y algunas zonas de Aragón, en el noreste de España, la tradición dice que los regalos para los niños salen de un tronco.

Este tronco es conocido como Tió de Nadal (Tronco de Navidad en catalán) en Cataluña y Tronca de Nadal en Aragón.

Las familias suelen colocar el tronco en casa a principios de diciembre, lo cubren con una manta, le dibujan un rostro y lo van alimentando con dulces hasta el día de Navidad.

En esta fecha, los niños le cantan canciones y le pegan con palos para que expulse los regalos (práctica que se conoce como “fer cagar el tió” o hacer cagar al tronco).

El ritual del tronco es una tradición pagana muy antigua, de hace más de cuatro siglos.

Se creía que el Tió representaba a la naturaleza dormida en invierno y que en su interior albergaba la abundancia. Golpearlo era una forma de despertar a la naturaleza generosa.

5. Olentzero

En el País Vasco, quien reparte los regalos es el Olentzero, un carbonero que lleva el traje tradicional vasco.

Generalmente se le representa como un hombre viejo o adulto mayor, barrigón y bonachón.

Se cree que el Olentzero es originario de Lesaka, un pueblo del norte de Navarra, y que se relaciona con rituales para celebrar el solsticio de invierno en la región, antes de la llegada del cristianismo a esta zona de Europa.

egún la Sociedad de Estudios Vascos (SEV), la leyenda cuenta que hace cientos de años, una tribu de “gigantes” vascos estaba celebrando el solsticio de invierno cuando una nube empezó a tapar el la luz del Sol, como anuncio del nacimiento de Jesús.

Esta nube mató a todos, menos al Olentzero, que se convirtió en una especie de “mensajero de la llegada de Cristo”.