Ningún medio es mejor que el cine y su lenguaje a base de imágenes para recrear lugares y épocas distantes. Si aceptamos como válidas las licencias artísticas cuando se trata de intuir los cómos y porqués de los protagonistas de la Historia, estaremos de acuerdo con el total de 44 premios[1] que obtuvo la última y, como dicen muchos, “más accesible” película de Yiorgos Lanthimos.
El guion que habría de convertirse en La Favorita fue escrito por Deborah Davis veinte años antes del estreno. Historiadora sin experiencia en la escritura, Davis hubo de seguir talleres antes de lograr plasmar lo que consideró desde el principio, “un relato de película”. El devenir de la Inglaterra de principios del siglo XVIII a merced de la influencia que ejercía sobre la reina Ana Estuardo su dama de compañía, Sarah Churchill; especialmente, la lucha entre esta última y su advenediza prima Abigail Masham, por ganarse la preferencia de la reina. Cartas, diarios y memorias originales son las fuentes que inspiraron esta fantástica historia de mujeres en el poder. Y si en dichas cartas no se habla de relaciones carnales, los historiadores sí convienen en que las de Ana para Sarah eran cartas de amor. La interpretación de lo que pudo haber pasado en la alcoba real es una de las licencias de la versión cinematográfica. Por otro lado, mujer vulnerable y de salud frágil, durante su reinado, Ana se sentía atrapada entre dos facciones políticas de las que se negaba a convertirse en “prisionera”, por lo que en momentos se inclinaba en favor de los Whigs, a los que pertenecía Sarah, y en otros, de los Tories, con quienes simpatizaba Abigail; de si la duración de la guerra con Francia, por ejemplo, dependió únicamente de su cercanía a una u otra, ni Davis ni ningún historiador podría estar seguro.
Por sus declaraciones sabemos que de todas formas, al director griego le aburriría atenerse en exclusiva a los hechos históricos. Más que éstos, en el texto de Davis le intrigaron las figuras femeninas y las relaciones entre ellas: la película representaba la oportunidad de recrear tres personajes absolutamente diferentes en su inmensa complejidad. Constante en su obra, las interacciones que fabricó develan la parte más oscura de la naturaleza humana y resultan vigentes en cualquier contexto. También como siempre, denuncia la farsa de los sistemas de poder, en este caso la monarquía que fue un nuevo reto en la carrera de Yiorgo. La película es un retrato social de la vida en palacio, las actividades recreativas de la realeza en cruel contraposición con los duros quehaceres de los sirvientes.
Pero aun tras años de retrabajar el texto con ella, no encontraba en el tono dramático de Davis la vía para evidenciar tal absurdo. Así que se puso a revisar obras de 150 guionistas hasta que dio con la serie piloto The Great[2] con guion de Tony Macnamara. Nuevos años de trabajo en equipo, ahora con él, imprimieron a La Favorita el buscado tono irreverente y tragicómico con el que plantea dilemas emocionales de hace tres siglos y que sin embargo hoy nos interpelan: finalmente, diría Tony, los sentimientos no cambian. Conociendo al director imaginamos que su impecable técnica y el arte de su quehacer, arrancaron gracias al combustible de un libreto que consideraba sólido. Como dijo la actriz Emma Stone, intérprete de Abigail, la pasión de Yiorgos por su guion es inspiradora; Rachel Weisz, quien personifica a Sarah Churchill, declaró por su parte no haber podido imaginar cuánto más potenciaría Lanthimos dicho script ya de por sí fantástico.
Uno diría que en su afán por evitar las referencias temporales, como lo evidencia el conjunto de su obra anterior, el director de La Favorita se consuela jugando con el anacronismo. Un juego tan divertido y bien calculado que resulta un valor en sí de la cinta. Para empezar, los diálogos son un delicioso híbrido entre el habla de la época y un lenguaje contemporáneo. Contemporaneidad que se repite en otros varios elementos, a veces de manera nada sutil, y que al contrario de desviar la atención del espectador lo aproximan al relato. Un ejemplo es el vestuario que a primera vista parece del siglo XVIII, y sin embargo, está elaborado a base de materiales como la mezclilla o el cuero y de diseños simplificados en el caso de las mujeres; resultan trajes magníficos, tan elegantes como adecuados a cada actividad que por momentos una los querría dentro de su guardarropa.
En segundo plano protagónico como quienes lo portan, en el vestuario masculino, en cambio, resaltan pelucas y tacones que acentúan la ridiculez de la corte. Además de ridícula, incómoda, agregaría el actor Joe Alwyn hablando de su vestimenta en la escena de baile con Rachel Weisz. Lo mismo que en muchas películas de época, sucede en el gran salón palaciego, pero en este caso la coreografía incluye acrobacias y desplazamientos estilo limbo dance. En realidad, se trata de una divertida locura alternada con un primer plano de la cara de la reina, instantes de contraposición que revelan todo el patetismo de sus sentimientos.
Y en cuanto a la técnica, ¿quién quiere hablar de lentes?, contesta Lanthimos de broma, aunque también quizá aburrido de la misma pregunta. En cada entrevista explica que en La Favorita continuó con la experimentación comenzada en películas anteriores, usando ahora lentes ojo de pez, una forma especial del objetivo gran angular, para evidenciar la distorsión de los espacios tan enormes en contraste con la escasez de gente que los habita. En lugar de su colaborador habitual, el griego Bakatakis, confió esa y otras ideas a la dirección de fotografía de Robbie Ryan, quien ha trabajado en varias cintas con el director inglés Ken Loach, entre otros. La sensación de un ambiente retorcido se logra además con la luz, obtenida en interiores a base de velas únicamente, de la misma manera que en exteriores se usó sólo la natural.
Otro gran acierto en la cinta, también secuencia de su afán de experimentación, es la banda sonora que diseñó el mismo Lanthimos, en la que obras de Händel, Bach, Vivaldi o Purcell se intercalan a la contemporaneidad de Messiane, Ferrari e incluso Elton John. Pero el mayor de dichos aciertos es sin duda, la dirección de actores, como lo prueban los premios BAFTA y Cine Independiente Británico que obtuvo Weisz a mejor actriz de reparto y el Oscar a mejor actriz; entre otras preseas, el que obtuvo Olivia Colman por su interpretación de Ana Estuardo. Si Stone no recibió premios por su increíble actuación será quizá por falta de otra categoría. Tanto ellas como Nicholas Hoult y los demás actores aprecian las técnicas de Lanthimos para integrar al equipo y crear un ambiente de libertad y espontaneidad donde cada quien despliega al máximo sus capacidades. Será que, como dice Colman, Yiorgos sonríe poco pero se nota que tiene un gran corazón.
Para algunos, el director de La Favorita dejó de ser la alternativa que era al cine comercial de Hollywood. Otros lo consideran tan bueno que logró imprimir su sello hasta en una comedia dramática de época. Pienso que independientemente de que uno sea o no aficionado a su cine, la película es excelente aparte de muy disfrutable.
En cuanto a obras futuras de Lanthimos, se habla de dos adaptaciones de novelas; una es el western gótico Hawkline Monster de Richard Brautigan y la otra, 1280 Almas de Jim Thompson. También se menciona la versión televisa de The man in the Rockefeller Suite que cuenta un crimen real. Por mi parte, espero con entusiasmo cualquiera de ellas lo mismo que la posibilidad de un nuevo proyecto como los de antes de La Favorita, coescrito con Efthymis Filippou de la nada, de esos suyos que sacuden cimientos y convicciones.
Notas:
[1] Entre los más importantes: Oscar Mejor Actriz; BAFTA a Mejor Actriz y Actriz de Reparto, Guion Original, Película Británica, Diseño de Producción, Vestuario, Maquillaje y Peluquería; American Film Institute Mejor Película del Año y Mejor Director, aparte de otros 9 premios British Independent Films.
[2] Serie aún por estrenar; no confundirla con Catalina la Grande de Phillip Martin protagonizada por Helen Mirren.
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