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Aislamiento voluntario

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Los Centros de Aislamiento Voluntario Covid-19 de la Secretaría de Marina son para aquellas personas que dieron positivo a esta enfermedad pero que prefieren no arriesgar a sus familiares a contagiarlos, debido a que sus casas son espacios reducidos y no pueden llevar un aislamiento adecuado.

Ubicado en el Polígono Naval de San Pablo Tepetlapa, la unidad está abierta las 24 horas y sólo se admiten a pacientes cuya oxigenación es estable y no presenta alguna comorbilidad, precisa que si durante su estancia llegará a complicarse su estado de salud son canalizados a otra unidad médica especializada. El servicio es totalmente gratuito y la estancia pude ir de 14 a 21 días, se les proporciona tres comidas al día, además de que personal médico de la Marina monitorea constantemente sus signos vitales.

Las personas aisladas pueden jugar juegos de mesa o salir a un espacio verde para pasar el tiempo. Los CAV funcionan desde marzo desde 2020, en el caso de la San Pablo Tepetlapa, hasta el momento se han atendido a 162 personas, actualmente hay 17 pacientes en aislamiento; 5 mujeres y 12 hombres. El equipo con el que cuenta esta unidad está integrado por tres médicos, cuatro enfermeras y seis personas de apoyo, todos integrantes de la Secretaría de Marina Armada de México. 

Reflexiones sobre la pandemia con Roberto Sánchez Mejorada

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En opinión de Roberto Sánchez Mejorada, Chief Mission Officer de Qualfon, empresa de talla mundial, líder en el manejo de call centers, con más de catorce mil empleados ubicados en distintas partes del mundo, la humanidad está experimentando actualmente una verdadera guerra que nos ha puesto de cabeza, en la que hay un importante número de “caídos”, a grado tal que casi todos alrededor del mundo tenemos a algún ser querido muerto a causa de la pandemia. El enemigo en esta guerra es el miedo y la ignorancia, porque todos le tememos al otro, tanto porque nos puede contagiar, como porque lo podemos contagiar nosotros, y porque nadie sabe nada definitivo y todos tenemos opiniones, aún contradictorias, sobre las formas en que nos contagiamos, en que nos podemos proteger y en que nos podemos curar, las cuales difundimos personalmente y mediante las redes sociales a nuestra disposición, todo lo cual se vuelve una locura.

Roberto señala que en esta guerra, como en todas las guerras, está presente la posibilidad de morir. La vida se pone en riesgo de una manera más evidente. De allí el miedo y a veces el pánico. Pero la muerte es buena maestra de la vida y eso nos ha enseñado a que la vida es pasajera y pasa rápido, por lo que hay que vivirla con gratitud y plenitud, sabiendo que la vida después de la muerte es la definitiva y a la que hay que prepararse haciendo el bien sin cesar. Se trata de la primera pandemia en el mundo en la que la humanidad lleva cuenta detallada de los muertos y de los enfermos en tiempo real, la cual también está expuesta a ser objeto de manipulaciones por parte de los gobiernos y de las fake news, lo que dificulta llegar a conclusiones definitivas sobre el buen o mal manejo de la pandemia por parte de los diversos gobiernos del mundo. En México, a las cifras gubernamentales nadie les da crédito.

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Roberto Sánchez Mejorada y Antonio Prida.

Desde luego hay muchas enseñanzas positivas que aprender, derivadas de esta guerra, tales como haber aprendido a vivir y a trabajar en confinamiento, lo cual ha facilitado aprender más unos de otros y estar en casa con la familia, habiendo puesto en pausa el frenesí de los viajes en el que algunos estábamos inmersos. También hemos tenido que aprender a separarnos de algunos de nuestros familiares y amigos, incluso frente a la muerte, sin podernos despedir de ellos, y aprendimos a llevar a cabo reuniones familiares, funerales, bodas y otras actividades fundamentales de la vida, por vía electrónica remota, todo lo cual nos ha hecho más fuertes y nos ha enseñado a vivir con obstáculos y limitaciones graves. Sorprende la fortaleza y la resiliencia que ha logrado la humanidad en su conjunto. Hay positivos hábitos que hemos adoptado en materia de higiene, algunos de los cuales deberemos mantener cuando volvamos a la normalidad de antes, tales como el constante lavado de manos y la práctica de quedarse en casa cuando se está enfermo. 

Desde luego la humanidad ha enfrentado también graves aspectos negativos con motivo de la pandemia, principalmente esa separación humana de las familias y los amigos, especialmente el abandono de los adultos mayores, provocado por ese miedo que unos a otros nos tenemos y sin duda nos hace falta el contacto físico que se ha perdido. Quienes como Roberto y yo mismo somos producto de la generación del temblor de 1985, no podemos ignorar la falta de solidaridad general que la actual pandemia ha provocado, que evitó que todos saliéramos a la calle a ir por el otro, tal como lo hicimos de manera ejemplar en aquel terremoto y en los que le siguieron. Aunque al cuidarnos a nosotros mismos y al cuidar a los otros, protegemos a los otros y a nosotros mismos, esta pandemia no será recordada por la solidaridad de los unos con los otros.

Entre las enseñanzas derivadas de la crisis del coronavirus, no podemos olvidar que también hemos aprendido a conocernos, ya que nunca antes habíamos tenido la conciencia de saber si pertenecemos al grupo más aprensivo de la sociedad, o si somos razonable o completamente liberales en lo que al temor de la pandemia se refiere, actitud que desde luego se ve influida por los lugares en los que vivimos, ya que quienes lo hacemos en centros de alta concentración poblacional como la Ciudad de México, solemos ser más precavidos que quienes provienen de lugares menos poblados. También contribuyen a generar psicosis y miedo, o bien tranquilidad y paz, los parientes y amigos que frecuentamos, más o menos preocupados por el contagio y, a su vez, nos generan mayor aprensión quienes han perdido a seres queridos y nos generan mayor confianza y menos aprensión quienes no han padecido circunstancias graves o bien se han recuperado de éstas.

Sánchez Mejorada nos comenta que Qualfon es una organización afortunada, pues al inicio de la pandemia se fijaron con claridad las siguientes dos prioridades complementarias y no contradictorias: brindar seguridad máxima a los trabajadores de la empresa y conservar todas las fuentes de trabajo, para lo cual resultaba indispensable seguir trabajando, para poder continuar prestando sus servicios a su clientela y poder seguir facturando. Para ello establecieron una estrategia que facilitó que los trabajadores se llevaran las computadoras de la empresa a sus respectivos domicilios, de manera ordenada pero rápida, para permitir el trabajo remoto masivo. Observamos que esta adecuada política empresarial desafortunadamente no se ha visto reflejada por ningún gobierno del mundo.

En efecto, aunque las sociedades del mundo aprendieron a trabajar y estudiar desde casa, estas importantes actividades no fueron fomentadas con políticas públicas eficaces en ningún país del mundo. No vimos la baja de precios de las computadoras o de los servicios de internet, ni la mejora de la infraestructura de ancho de banda o de fibra óptica en los países. En nuestra opinión, los gobiernos del mundo desaprovecharon esta gran oportunidad que les hubiera permitido fortalecer sus infraestructuras conforme a la era digital que se vive, la cual desde luego fue aprovechada por sociedades enteras, pero más por méritos individuales y de la sociedad civil organizada. Faltó ver subsidios y el otorgamiento de créditos blandos, así como la cooperación solidaria entre esa sociedad civil organizada y los gobiernos, faltaron, pues, en el mundo, políticas públicas para el financiamiento de la tecnología.

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Roberto Sánchez Mejorada y Faye Mutya en Filipinas.

En materia de valores humanos, la pandemia ha hecho visible la valentía y la resistencia humana que ha dado prueba, una vez más, de que la humanidad es invencible. Tal como ésta se ha levantado de las cenizas de las dos grandes guerras y de multitud de otras guerras y atrocidades, nuestras sociedades han encontrado la forma de salir adelante, las cuales han echado mano de una solidaridad invisible, en donde familias y redes de amigos se han echado la mano y se han hecho presentes a través de los medios electrónicos. Como nunca antes la fe se ha demostrado a través de canales religiosos en redes, en seminarios virtuales y aún en misas, en meditaciones y en peregrinaciones digitales. Hemos sido testigos de la digitalización de la espiritualidad.

Si bien la pandemia nos recluyó en casa, provocó la actividad física al aire libre, lo que ha repercutido en una mayor convivencia vecinal y reencuentro del ser humano con la naturaleza. Ha sorprendido la forma en la que los científicos del mundo han cooperado entre sí para encontrar la salida a través de las vacunas, lo que más pronto que tarde facilitará la inmunidad de rebaño a la que todos aspiramos. Pronto quedará demostrado que la capacidad de manufactura de las vacunas es prácticamente infinita. La obtención y distribución de las vacunas pondrá nuevamente al descubierto a los gobiernos que actúen más o menos de manera eficiente, y mostrará las fortalezas o debilidades de los servicios públicos de salud y los sistemas de prevención alrededor del mundo.

Para la Historia quedarán las prácticas de acaparamiento de vacunas por parte de algunos gobiernos del mundo y su falta de solidaridad al cerrar sus fronteras, pese a su excesiva capacidad hospitalaria. El posible criminal manejo político de las vacunas hará que especialmente los mexicanos pongamos lupa en el gobierno, a fin de evitar que se detenga el calendario de vacunación para hacerlo compatible con el calendario electoral. De la comparación ningún gobierno podrá salvarse.

México entre el peligro y el inicio de la salida de la COVID-19

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Actualmente México está en un punto crucial para encaminar la pandemia de COVID-19. En este sentido, permanece en un alto nivel de peligro, pero también también podría estar cerca del inicio de la salida de una de las peores fases de la contingencia sanitaria. No obstante, todo depende de las decisiones que tomen las autoridades sanitarias

Según los datos de la Secretaría de Salud (SSa), del 1 al 16 de marzo la República Mexicana no contabiliza ningún estado en semáforo rojo. De hecho, la mayor parte de las entidades (19) permanecen en amarillo; 11 en naranja y dos en verde. 

Y es que aunque todavía no se puede cantar victoria, poco a poco se ha logrado salir de los rebrotes que acontecieron en los meses de diciembre del 2020 y enero del 2021. Por el momento, es importante fortalecer la prevención a fin de que lapsos como semana santa no disminuyan los muchos o pocos avances que se han tenido. 

Otro de los puntos que hay que tomar en cuenta recae en el avance de vacunación contra el virus SARS-CoV-2. Hasta la actualización del 9 de marzo, en el territorio nacional se ha logrado aplicar 3 millones 100 mil 868 dosis en miembros del personal médico y adultos mayores

Si bien, la presencia del remedio antiCOVID-19 es un grito de esperanza, no hay que perder de vista la necesidad de fortalecerla. A dos meses y medio del inicio de la inmunización, el avance ha sido lento y la escasez de dosis también ha estado presente. 

De lo anterior, resulta que las autoridades sanitarias además de la vacunación, refuercen la estrategia de contención de contagios y la capacidad hospitalaria. Incluso, ahora más que nunca resultaría conveniente la promoción de campañas de prevención a fin de que la población no genere una “falsa seguridad” por la llegada de la vacuna

Semáforo de riesgo epidémico. Fuente: Secretaría de Salud.

OMS advierte que México no está fuera de peligro

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que México no está fuera del peligro que causa la pandemia de COVID-19. Si bien aceptó que el país ha presentado una “tendencia a la baja”, hizo un llamado a no bajar la guardia. 

Durante la rueda bisemanal de prensa, Michael Ryan,  director del área de emergencias de la OMS, expresó que las acciones que las autoridades mexicanas tomen en las próximas semanas serán clave para poder salir de la “fase más grave de la pandemia

De acuerdo con Michael Ryan, el Gobierno Mexicano todavía continúa con un rastreo de contagios del virus SARS-CoV-2 deficiente. Puntualizó que se sigue presentando un 31 por ciento de casos positivos. 

Por su parte,  Maria VanKerkhove, representante de respuesta técnica en la OMS, señaló que la clave para enfrentar la crisis en México consiste en recurrir a una estrategia integral. Asimismo, advirtió la importancia de no relajar las medidas de protección a nivel individuales

Cabe señalar que los integrantes de la OMS también encontraron puntos favorables en la situación del país. Entre los más relevantes apuntaron un reducción en la mortalidad y el control del sistema sanitario. 

COVID-19 en México. Fuente: Cuartoscuro.

AMLO reconoce estragos de la COVID-19

Aunque a lo largo de la contingencia sanitaria, el presidente Andrés Manuel López Obrador  ha advertido que “se está saliendo de la pandemia”, hace una semana el primer mandatario reconoció los estragos de la COVID-19. 

Durante la conferencia matutina del 2 de marzo, el jefe del Ejecutivo expresó que la consecuencia más grave de la pandemia han sido los fallecimientos. Comentó que sin bien ha disminuido el número de contagios y pérdidas humanas, todavía no paran. 

“Desgraciadamente todavía está haciendo estragos. Sobre todo, sigue habiendo fallecidos que es lo que más debe de preocuparnos. Aunque hay una tendencia no sólo en México, sino en el mundo, de que la pandemia está cediendo”, dijo el funcionario. 

Ahora bien, aunque el virus SARS-CoV-2 ha perdido fuerza en algunos países, en muchos otros los efectos siguen al alza. Ejemplo de ello ocurrió en Brasil donde persisten los récords de decesos diarios y la jornada del 9 de marzo sumó 1 mil 972 defunciones por COVID-19. 

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. Fuente: Cuartoscuro.

Finalmente, México ya rebasó los 2 millones de contagios de coronavirus y seguramente en algunos días llegará a las 200 mil defunciones. Ante ello, sería conveniente realizar un fortalecimiento integral de la estrategia en materia para acelerar el freno de esta crisis que pesa a toda la población.

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Un Estado fuerte: la lección que nos deja la pandemia

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El tipo de Estado que requiere nuestro país es quizá el punto de desencuentro más profundo en estos momentos. A finales de la década de los 80, el Estado mexicano entró en una fuerte crisis debido a su obesidad, corrupción, burocratismo e ineficiencia. Tanto economistas formados –sobre todo en universidades de Estados Unidos– como la propia izquierda mexicana señalaron estas deficiencias con justa razón.

Los economistas graduados en el extranjero que ganaron el poder plantearon como alternativa la reducción significativa de las funciones del Estado, por lo que impusieron por más de 30 años una serie de reformas, denominadas neoliberales, que se caracterizaron por la reducción generalizada del gobierno, una aplicación de austeridad fiscal y monetaria llevada a cabo bajo la mirada vigilante del FMI, el recorte de las importaciones y el incremento de las exportaciones; en una segunda etapa se aplicaron reformas institucionales privatizando las industrias paraestatales y el sistema bancario que había sido nacionalizado en 1982. 

Si bien estas medidas redujeron significativamente la inflación, al final los resultados del neoliberalismo en México no fueron positivos, sobre todo en términos de bienestar social: más del 45% de las familias mexicanas viven por debajo de la línea de pobreza; tanto el ingreso monetario como el ingreso por familia se deterioraron significativamente en tres décadas. Por lo tanto, podemos afirmar que el debilitamiento del Estado que dio mayor preponderancia al mercado para generar mayor crecimiento económico fue exitoso únicamente para controlar la inflación y para beneficiar a una élite económica y política, pues el resultado principal fue un aumento sin precedentes de la desigualdad de ingresos y de riqueza. Otro de los saldos negativos más evidentes de la preponderancia del mercado sobre lo público fue la pauperización de la calidad de vida de las personas, gracias al debilitamiento institucional que mermó las capacidades básicas del Estado para brindar seguridad, salud, educación y alimentación.

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Imagen: SCMP.

La gran muestra de las consecuencias del deterioro del Estado mexicano lo podemos ver claramente en la actual pandemia del coronavirus, que llegó casi a la par del nuevo gobierno, con un sistema de salud prácticamente colapsado. Resulta paradójico que quienes debilitaron las capacidades del Estado mexicano, a través de sus críticas por la “ausencia de contrapesos al poder presidencial” para conservar los avances democráticos y de libertades, quieran ocultar su responsabilidad en los episodios de violencia, inseguridad, saqueos y actos de corrupción vividos en las últimas décadas. No quieren reconocer que nos dejaron un Estado débil que permitió que una minoría poderosa que juega en el mercado se impusiera sobre la mayoría de los ciudadanos.

Para enfrentar el enorme espectro de carencias que ha potenciado esta pandemia es necesaria la construcción de un Estado fuerte, que sin lugar a duda es la lección más importante que nos dejado la Covid-19, al presentarnos un aumento de la demanda de los servicios de salud y la necesidad de apoyar a la población por los empleos perdidos y las fuentes de trabajo que cerraron. Según un informe del FMI, a octubre de 2020 las medidas de apoyo a la población anunciadas por el gobierno mexicana apenas alcanzaban el 1 %, mientras que el promedio de los países emergentes era del 6 %.

Sin lugar a duda, la ausencia de mayor intervención del Estado para mitigar las consecuencias de esta pandemia está relacionada directamente con una insuficiente capacidad estatal del gasto público que ha tenido que ser orientado a atacar las necesidades primarias de salud. Por ello, en la coyuntura actual, es de vital importancia para el desarrollo y crecimiento económico, la construcción de un Estado fuerte, que debe partir de contar con más recursos fiscales, con instituciones eficientes y transparentes; por supuesto tarea difícil en un México herido que no cree en nada por las pésimas experiencias que se han vivido.


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Día de la Mujer: Trabajo y cuidados en tiempos de pandemia

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El aumento del número de mujeres en la fuerza de trabajo y su incremento en la matrícula universitaria, constituyen uno de los cambios sociales sin precedentes que transformaron radicalmente las sociedades a partir de la segunda mitad del siglo XX. Como lo ha mostrado la OIT (2019), más del 40% de los puestos laborales en el mundo están ocupados por mujeres.

En México, los cálculos con base en datos del INEGI, muestran que durante las últimas cuatro décadas, la participación de las mujeres en el trabajo extra-doméstico ha aumentado significativamente pasando del 21% en 1970 al 40% en 2019 y su participación es aún mayor en las zonas urbanas del país. El porcentaje de mujeres llega a superar al de los hombres en algunos giros como los de servicios sociales (68%), en hoteles y restaurantes (60%), sectores que han sido especialmente sensibles a la situación de confinamiento derivada de la pandemia.

 Lo mismo ocurre en el ámbito de la educación, donde las mujeres son propietarias de escuelas particulares que han vivido una situación crítica durante esta etapa. Como se sabe, much@s estudiantes se han cambiado a la educación pública y los ingresos de varios colegios ni siquiera alcanza para pagar a las maestras. En el caso de las guarderías, ya habían tenido que enfrentar dificultades previas debido a la decisión del actual gobierno de cortarles los subsidios directos.

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Imagen: The Wall Street Journal.

Lo anterior es también válido para otras empresas cuyas propietarias son mujeres. La mayoría de éstas son de tamaño “micro” y se desarrollan en los sectores “femeninos” de la economía con márgenes reducidos de beneficios y menores disponibilidades de crecimiento, por lo cual, no cuentan con los recursos financieros para superar la situación actual.

De allí, que, según un estudio de McKinsey, las mujeres son 1.8% más vulnerables de perder sus empleos durante esta crisis. A las inequidades en el mundo laboral, se suman las diferencias en las responsabilidades no retribuidas asumidas por las mujeres en el cuidado doméstico. Según datos del INEGI (2014), las mujeres mayores de 12 años en México dedicaban hasta 30 horas semanales a las tareas familiares y del hogar, mientras que entre los varones este número se reducía a tan sólo diez.  

Así, la creciente importancia de las mujeres en la fuerza laboral, y la existencia de pautas más co-participativas en el sustento familiar no han ido acompañadas de las consecuentes transformaciones en las tareas domésticas. Como lo ha señalado Marcela Lagarde, el liderazgo más difícil es el cotidiano, ya que las mujeres tienen que realizar malabares para liderar de forma simultánea a la familia, la casa, la pareja, el trabajo, e incluso atender a los parientes del esposo. Según un estudio comparativo aplicado en veintiún países realizado por Nielsen y Vargas en el 2011, el 54% de las mexicanas afirmaron, que, debido a sus múltiples responsabilidades, siempre “viven bajo presión”.

En las actuales condiciones de pandemia esa situación se ha agravado ya que, con el confinamiento, las cargas domesticas y familiares se han incrementado notoriamente llegando hasta las 50 horas de trabajo semanales. Las mujeres han tenido que desempeñarse simultáneamente como madres, amas de casa, trabajadoras, acompañantes de las tareas escolares de sus hijos cuidadoras de los enfermos(as) y de los adultos de la tercera edad.  


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La mujer: compromiso y participación

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En el Día Internacional de la Mujer, la Ministra Yasmín Esquivel refrenda su compromiso en la lucha en contra de la violencia de las mujeres y se solidariza con las víctimas. Plantea que sea este día ocasión para recordar a aquellas cuya vida fue cegada, por el simple hecho de ser mujeres, aquellas cuya ausencia debe resonar como uno de los grandes pendientes de la agenda de género.


El feminicidio es la expresión de violencia más exacerbada contra las mujeres. En nuestro país se registra diariamente la muerte violenta de 10 mujeres, un hecho que debe cimbrar a la sociedad y movernos a tomar conciencia de que es un problema social con daños irreparables. A ninguna niña o niño en situación de orfandad porque su madre fue víctima de feminicidio, le podemos decir que hemos avanzado, cuando la ausencia de su madre le cambió la vida y su futuro.

Debemos transformarnos como sociedad, erradicar desde sus raíces aquellos prejuicios, patrones culturales y estereotipos que en pleno siglo XXI subsisten y que tienden a perpetuar la desigualdad de las mujeres, fuente de violencia y discriminación en su contra. Desaprender la violencia y asumirnos todas y todos con igual dignidad.

Debemos ser capaces de brindar seguridad a las mujeres, de revertir la fragilidad del sistema de justicia y sobre todo, de combatir la impunidad que alimenta a la violencia que se normaliza en la vida cotidiana.

Debemos acelerar el paso en el combate a la violencia feminicida, analizar objetivamente los avances y urgir sobre las acciones pendientes para el acceso a la justicia de las mujeres, así como trabajar en alianzas estratégicas, entre otras, con la sociedad civil, escuchar sus críticas y analizar sus propuestas.

Debemos atender a las recomendaciones de organismos internacionales, que instan a nuestro país a actualizar los protocolos de investigación del delito de feminicidio, entre otros, bajo los criterios de la Suprema Corte de Justicia, con especial consideración a los criterios que emitió en la sentencia del caso Mariana Lima Buendía, para la investigación de las muertes violentas.

Es tiempo de actuar, no mantenernos como espectadores de la más lacerante de las violencias.


La pandemia obliga a replantear la noción de orfandad

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Miles de niños han quedado huérfanos por la pandemia en México y América Latina, una dolorosa situación de urgencia que para atender con eficiencia es necesario replantear la noción culturar de la orfandad y prestar suma atención al vínculo del cuidado.

Durante el webinar “Nuestro Futuro en la era Covid-19; ¿Cómo entendemos los casos de orfandad? organizado “Tejiendo Redes Infancia”, un proyecto que busca contribuir al fortalecimiento de una plataforma de defensa y promoción de los derechos de niñas, niños y adolescentes en América Latina y el Caribe, Matilde Luna, colaboradora en Red Latinoamérica de Acogimiento Familiar (RLAF), destacó la importancia de replantear la noción que históricamente se ha formado de la orfandad.

La especialista instó a separar el concepto de un enfoque meramente biológico para considerarlo desde puntos generales que aborden el tema agudizado por la pandemia con mejor objetividad que permita plantear soluciones en defensa de los derechos de los niños a un vivir en familia.

Cultural e históricamente “la orfandad es asociada con la visión tutelar de la niñez y es asociada al abandono”, una definición que ha llevado a los niños a ser institucionalizados y alejados de sus núcleos familiares, niños que aún teniendo familia son considerados huérfanos y son impedidos de su derecho a vivir en familia.

“La pandemia vino a poner en evidencia varias representaciones del niño huérfano: los que perdieron a sus cuidadores principales, ya sea uno o ambos padres biológicos, o los abuelos o la crisis en la llamada ‘producción de niños huérfanos’ que se vivió en Ucrania, donde había centros de vientres de alquiler y por el cierre de fronteras y los límites de movilidad de las medidas sanitarias en Europa, se quedaron a la espera de ser recogidos. Granjas de bebés procreados por alquiler de vientres por personas de países centrales y que son catalogados como huérfanos porque sus padres no pudieron recogerlos”, explicó Luna.

“Todas estas representaciones están asociadas a una visión de lo que es un niño huérfano que todavía arrastramos. Lo que intento es invitar a pensar en la categoría de cuidadores y cuidadora,” agregó.

“La cuestión de orfandad se asocia con la obligación de garantizar el cuidado de niños y niñas huérfanos por cualquier circunstancia, pero la pandemia agudizó la crisis de atención y cuidado con el condimento de que la familia biológica o extensa del niño huérfano también está padeciendo un duelo”. 

La especialista cuestionó: ¿Cómo garantizamos el cuidado de niños que han perdido a sus cuidadores principales en países de una región donde la pandemia ha cobrado la vida de cerca de 700,000 personas y suma más de 22 millones de contagios?

Matilde Luna dijo que para responder es importante desligar la idea de la orfandad al de la biología y considerar el vínculo del cuidado. “Podemos suponer que entre todos esos fallecidos podría haber cuidadores principales de niños y niñas que incluyen a padres y madres biológicos, adoptivos, abuelos que estaban a cargo de los niños.”

Recomendó que, ante la pérdida del cuidador principal, es importante buscar de primera instancia a alguien del entorno cercano del niño y evaluar que sea una persona con condiciones de ejercer el cuidado de manera adecuada.

Destacó la importancia de cuidar los estándares de amor, cariño, termina de los familiares o la persona a cargo del niño, así como el deseo real por hacerlo y que garantice el respeto a la identidad, cultura e historia del menor, “no ir hacia el desarraigo provocándoles mayores pérdidas. Evaluando la capacidad de holding de sostén del niño”.

En todo este proceso, las instituciones gubernamentales juegan un rol indispensable para garantizar los derechos de los niños en orfandad. A través de su movimiento #OrfandadCovid19, Tejiendo Redes Infancia busca sensibilizar a los gobiernos para impulsar planes que garanticen la mayor condición posible de bienestar y reducir su impacto negativo, que minimicen las afectaciones futuras en temas que por los marcos jurídicos de la región requiere de la figura del cuidador principal para su continuidad como la reinscripción a escuela y aspiración a alguna beca, entre otros.

Asimismo, hacen un llamado a atender la salud mental de los niños y niñas por el tema del aislamiento. “Son muchas las pérdidas que se están teniendo que enfrentar durante la pandemia,” dijo Matilde Luna.

“No está tan visibilizada la complejidad de asumir la ausencia del cuidado principal por la Covid-19. La situación de atravesar el duelo, la separación”, apuntó.

“La situación debe de ser afrontada con mucha especialización, mucha sensibilidad desde la perspectiva del interés superior del niño y desde los sistemas de protección de la infancia”.

Para la experta de la Red Latinoamérica de Acogimiento Familiar, la Covid-19 se debe sumar a las causas de la orfandad en América Latina, analizar desde todos los enfoques el duelo que representa la pérdida de los cuidadores principales, e identificar de manera preventiva para reducir el impacto.

“Las autoridades deben de velar por el entorno del niño, trabajar para generar una comunidad de cuidado y en las familias donde las redes de apoyo no están consolidadas; es decir, donde no hay red inmediata que se hagan cargo del niño, ahí trabajar para reconstruir esa red”, precisó.

Aceleremos la vacunación global con acciones coordinadas de la OMC, el BM, la ONU y el G-20

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En memoria de Héctor Álvarez de la Cadena,
amigo, economista y empresario con visión global,
fallecido por COVID.

El sábado pasado la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, con sus siglas en inglés) autorizó la vacuna de una sola dosis del laboratorio Johnson and Johnson (J&J) en un momento clave en que parece aplanarse la curva de contagios de COVID-19 en Estados Unidos y millones de sus ciudadanos esperan para recibir su inyección. La empresa declaró estar lista para entregar 4 millones de dosis tan pronto reciba la luz verde para su distribución y otras 16 millones a fines de marzo.

Según el New York Times, este monto estará por debajo de las 37 millones acordadas para el mes próximo conforme al contrato federal de mil millones USD para cumplir el compromiso total de 100 millones de vacunas con fecha límite del 30 de junio a un precio de 10 USD la dosis. La vacuna de J&J tiene la ventaja frente a las de Pfizer y Moderna que puede ser almacenada por tres meses a una temperatura estándar de refrigeración. Gran optimismo de Fauci y Biden que tienen metas de vacunar a toda la población de Estados Unidos en el curso de este año. Ayer se informó también que la rusa Gamaleya tiene lista ya la versión Sputnik “light” que requiere también una sola dosis.

La mesa está puesta… en principio. Lamentablemente las expectativas no son las mismas en el reto del mundo.

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Imagen: The New York Times.

La acción multilateral-regional y global han sido insuficientes. A pesar de la rápida acción inmediata de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la ONU, puede decirse que la coordinación y la cooperación de los organismos internacionales son exitosas pero limitadas, capaz de atender los desafíos urgentes sanitarios para que los gobiernos puedan aliviar situaciones inmediatas de salud; pero con bajas posibilidades de que los acuerdos internacionales de suministro de vacunas a los países pobres se cumplan en tiempo y forma, no obstante la alianza público-privada COVAX promovida por la OMS.

Hay que saludar la capacidad de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Rusia, China, la India –e incluso Cuba– para generar en un plazo muy corto vacunas diversas frente al COVID-19, a partir de sus capacidades científicas y tecnológicas y productivas; al mismo tiempo, lamentar que países europeos desarrollados y algunos países latinoamericanos de desarrollo medio que antaño tuvimos capacidades tecnológicas y productivas en materia de vacunación con fines de seguridad nacional, las hayamos abandonado en aras de un libre mercado global, al que ahora tenemos que rogar nos abastezca. Quedamos en México en una situación similar a la de países de menor desarrollo que no cuentan con capacidades de producción de vacunas.

Los países que han desarrollado las 11 vacunas disponibles hoy en día lo han logrado gracias a que cuentan con empresas privadas y capacidades estatales de investigación, desarrollo biotecnológico y producción fortalecidas a lo largo de los últimos 30 años. Esas empresas comenzaron a obtener, tan pronto estalló la pandemia, contratos garantizados de sus gobiernos, subvenciones y financiamientos para realizar las investigaciones, desarrollos y pruebas clínicas pertinentes.

Mariana Mazzucatto et al. (Project Syndicate, 1-12-20) han destacado que, en 2020, BioNTech recibió 445 millones USD del gobierno alemán y Moderna mil millones USD de la Autoridad para Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzados y de la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación del Departamento de la Defensa de Estados Unidos. La vacuna inglesa Astra Zeneca-Oxford contó a su vez con mil millones de libras (1.300 millones USD) de financiamiento público. El mismo principio se aplica en el caso de las vacunas de Johnson and Johnson o de las chinas, rusas, indias y cubana. Esta situación debería conducir a considerarlas como bienes públicos.

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Imagen: Indian Today.

Como era de esperarse, las primeras demandas en ser abastecidas son las locales, llegándose a establecer restricciones a la exportación por los gobiernos y la Unión Europea. Sin embargo, si se desea superar un desafío que es global y que no puede aislarse territorialmente –aun en el caso de países islas como Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda, por más eficaces que sean dentro de sus fronteras–, se requiere que las vacunas estén disponibles a la brevedad posible de manera universal. El reto es moral, pero también práctico. Los actuales productores no se dan abasto

Existen numerosas empresas en América Latina (En México, Liomont y otros tres o cuatro Laboratorios de capital nacional) y por supuesto laboratorios en Europa, Asia y África, que podrían estar en capacidad de producir las vacunas en cuestión de 3-4 meses y acortar en más de 18 meses la disponibilidad y aplicación de vacunas a todo el mundo. El problema es que el conocimiento y las patentes pertenecen a las grandes empresas. Es por ello por lo que numerosos gobiernos, fundaciones y asociaciones de salud, así como la OMS, están urgiendo desde fines de 2020 a las empresas propietarias y a sus gobiernos a compartir sus patentes y el know how correspondiente para combatir el virus que ya ha reclamado 2.5 millones de vidas.

Lamentablemente las respuestas de las empresas de Estados Unidos y Gran Bretaña han sido negativas en los foros internacionales: la OMS y la OMC. Conscientes de que no tienen la capacidad de producción para atender la gran demanda mundial, argumentan que están en proceso de negociar contratos y licencias exclusivas para proteger sus derechos de propiedad intelectual y la seguridad sanitaria.

Los críticos –incluyendo la OMS– argumentan que van muy lentas y que al no existir vacunas suficientes están creando el riesgo de que se multipliquen las mutaciones del virus en diversas regiones del mundo. El enfoque de “acuerdo por acuerdo” se traduciría también en precios más altos para los países más pobres. De acuerdo con un estudio reciente, México, Brasil, Sudáfrica y Uganda están pagando precios más altos por unidad que los gobiernos europeos por la vacuna Astra Zeneca (Maria Cheng y Lori Hinnant, AP 1-3-21). Si se conceden rápido las licencias, cada continente podría tener muy pronto una docena de empresas fabricando las vacunas a todo vapor y a precios competitivos.

vacunas para el mundo.
Imagen: Sébastien Thibault.

Los gobiernos y organismos ven dos opciones frente a los faltantes mundiales de producción:

La 1ª , apoyada por la OMS, es la creación de un pool voluntario de patentes, modelado en una plataforma similar a la establecida para el tratamiento del HIV, la tuberculosis y la hepatitis. Ninguna de las productoras de vacunas se ha ofrecido como voluntaria al día de ayer.

La 2ª, la suspensión de los derechos de propiedad intelectual durante la pandemia, que cuenta con el apoyo de 119 países, ha sido bloqueada por Estados Unidos y los países europeos, cuyas empresas ven un jugoso negocio anual en los próximos años. Las empresas farmacéuticas consideran que a través del esquema COVAX debería canalizarse la exportación a África y el mundo en desarrollo.

En su primer día como directora de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, declaró que había llegado la hora de atender las necesidades de vacunación de los pobres del mundo. “Tenemos que trabajar con las empresas para que abran pronto sus licencias a países emergentes y en desarrollo y salvar muchas vidas”.

Los promotores de que se compartan las patentes insisten en que, a diferencia de otros medicamentos, estas vacunas se desarrollaron con recursos de los contribuyentes y podrían ayudar a superar la pandemia del siglo, con todos sus costos sanitarios, económicos y sociales. “La gente está muriendo masivamente porque no podemos ponernos de acuerdo en los derechos de propiedad intelectual”, declaró en Ginebra el diplomático sudafricano Muktadir de Gama. “Estamos dispuestos a pagar razonablemente por las licencias, pero necesitamos las soluciones ya”. Fauci mismo ha reconocido que los países ricos, incluyendo Estados Unidos, tienen una responsabilidad moral.

¿No podría interceder México con Biden para que Estados Unidos y Europa actúen en pro de los intereses planetarios? El Banco Mundial y el G-20 podrían contribuir también a ese propósito.


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