El suelo degradado en la Ciudad de México sigue enviando señales sobre la necesidad de buscar nuevas fórmulas de transformación urbana. Es decir, promover un plan estratégico a largo plazo para reciclar la ciudad y renovar la funcionalidad de su estructura territorial para generar bienestar en las comunidades.
Recientemente sostuve una plática con uno de los ingenieros más notables de México, David Serur Edid –creador de los segundos pisos y quien por años ha impulsado la visión de hacer ‘ciudad en la ciudad’–, y me decía: “Una ciudad es similar a un cuerpo humano, necesita medicarse continuamente para mantener y mejorar un nivel de aceptación en función del tiempo y el espacio. Y, además, es muy importante tomar en cuenta a los habitantes y valorar su territorio. Quien no pierda este enfoque urbano tendrá una ciudad con altos estándares de calidad de vida, funcional, regenerada y moderna”.
Es una tendencia generalizada que hoy sólo tenemos identidad a un barrio por haber nacido ahí o por haber vivido tiempos importantes, pero no porque se haya renovado o sea más funcional.
Actualmente, la pandemia por el COVID-19 obliga a diseñar conceptos más integrales sobre la gestión sostenible del suelo urbano, a conjuntar estrategias sobre los recursos naturales y la funcionalidad de los territorios. Ya no basta sólo con crear más vivienda o renovar banquetas, sino cómo establecer un modelo de desarrollo humano, saludable con su entorno ecológico y sólido económicamente. Y en esta misión deben participar los tres órdenes de gobiernos (federal, estatal y local), iniciativa privada, universidades, ONG, comunidades y gremios vinculados al crecimiento urbano.
En este sentido vale citar el caso de Bilbao, que pasó de ser, en menos de 20 años, una urbe decadente, insegura, con industrias tradicionales altamente contaminantes, y dio un gran paso para reciclarse y convertirse en una ciudad ejemplo a nivel mundial, resaltando su arquitectura, la cultura, la convivencia y el desarrollo económico.
Similares fórmulas de reciclaje urbano se han desarrollado con éxito en Barcelona, París, Curitiba, Bogotá, Quito, Lima, Shanghái, Singapur, Nueva York y Buenos Aires, entre otras.
En 2001, un proyecto de regeneración del corredor Reforma-Juárez-Zócalo, revitalizó a la Ciudad de México, se modernizó y se promovió la inversión pública y privada a gran escala. Hoy es un punto de identidad del México moderno. Otros ejemplos son la transformación del corredor Masaryk, en la zona de Polanco, así como el desarrollo del llamado “nuevo Polanco”, entre otros.
A inicios de este año, el gobierno de Claudia Sheinbaum, lanzó un ambicioso plan de reactivación económica de la CDMX y lo centró en un esquema de regeneración urbana: remodelación de la zona industrial de Vallejo con el proyecto “Vallejo I: Industria e Innovación (una versión mexicana de Silicon Valley). En esta zona que por más de 20 años enfrentó la obsolescencia urbana, hoy ese territorio será sede del Centro de Desarrollo e Innovación Tecnológica. De hecho, en la misma zona se creó una planta de fabricación y distribución de medicamentos de Grupo Neolpharma.
Dicho plan, que abarca hasta el 2021, proyecta obras de infraestructura educativa y social; infraestructura para la salud (con dos hospitales y un centros de salud); creación de seis parque lineales y la rehabilitación del Parque Ecológico de Xochimilco; obras viales; modernización de las línea 1, 2 y 3 del Metro; reconstrucción y edificación de viviendas; infraestructura hidráulica; revitalización integral del Centro Histórico; renovación de la Feria de Chapultepec, y un proyecto para el aprovechamiento de los residuos urbanos y de la construcción.
Sin duda, son avances importantes de una estrategia de actuación para la transformación socioambiental del suelo degradado, y se hace en un esquema de unión público y privado.
Este tipo de acciones le permitirá a la comunidad buscar puntos de reunión e identidad a través de nuevas obras, con proyectos integrales de paisajismo o parques comunitarios, en la restauración de edificios antiguos, con ferias, estaciones del Metro remodeladas y con oferta cultural, pequeños predios con obras artísticas, espacios religiosos recuperados, deportivos, recreación, redes de ciclopistas, mercados de noche y la limpieza urbana –que no está peleada con la pobreza–, ya que las diferencias sociales marginan a las persona.
Aún queda pendiente un trabajo mayor de regeneración urbana en las zonas oriente y suroriente de la ciudad. En esas regiones falta fortalecer la cohesión y la estabilidad social, pues se trata de comunidades marginadas.
Las ciudades que se transforman o se reciclan ayudan a reafirmar la permanencia de sus habitantes en sus territorios.
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