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Circo, maroma y teatro: la política mexicana rumbo al 6 de junio

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¡Compren, compren sus boletos! Próxima función: las elecciones del 6 de junio. Habrá cantantes, actrices, futbolistas, luchadores y hasta cómicos. ¡No se lo pierdan, el futuro de la política en México está por definirse!

De acuerdo con el artículo 35 de la Constitución Política de Estados Unidos Mexicanos, todo ciudadano tiene derecho a votar en las elecciones y cuenta con la garantía de ser votado para cargos de elección popular. Bajo estos dos principios básicos, los partidos políticos del país han optado por postular a cualquier persona con tal de lograr su único objetivo: ganar. 

Para los comicios de este año —considerados como uno de los procesos electorales más grandes de la Historia Mexicana diversas instituciones políticas se han ido por la fácil. En este sentido, pretenden colgarse de la fama de figuras como “Paquita la del Barrio” a fin de ganar un curul en la diputación local de Veracruz o del Místico con el objetivo de vencer en la carrera por alguna alcaldía.

“Paquita la del Barrio” registra candidatura a diputación local. Fuente: Cuartoscuro.

Lo mismo pasa con la actriz Malillany Marín, quien aspira a ser alcaldesa de Miguel Hidalgo; Alfredo Adame en su búsqueda por ser diputado de Tlalpan y Rommel Pacheco en representación de Yucatán. Incluso, Carlos Villagrán, “kiko” estuvo a nada de ir por la candidatura a Querétaro. ¿Del Chavo del 8 a la política?

Ganar es fácil, gobernar no tanto 

En una entrevista para El Semanario,  el Doctor Emilio Vizarretea Rosales aseguró que el problema de seleccionar a candidatos más por su fama que por su capacidad, no se deja ver al momento de las campañas o elecciones, sino ya en la gestión. Esto, sobre todo porque no cuentan con la capacitación suficiente para protagonizar puestos en los poderes Ejecutivo o Legislativo

Y es que según el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los partidos pueden postular a cualquier persona en el escenario político, siempre y cuando sea legal y legítimo. Por eso, expresó que no son extraños casos como el de Octavio Romero Oropeza, quien aunque es Ingeniero Agrónomo de profesión, llegó a dirigir Petróleos Mexicanos (Pemex).

Pese a que la falta de habilidades de gobernanza en los funcionarios afecta principalmente a la población, Vizarretea advirtió que lo cierto es que cualquier mexicano tiene el derecho de aspirar a un cargo público.“Politólogos, malabaristas, taxistas, cantantes, todos pueden hacerlo, está en la ley” 

No obstante a lo anterior, el Doctor Vizarretea Rosales advirtió que las pretensiones de los partidos se dirigen a aprovechar la presencia que tienen los famosos a fin de allegarse votos. Agregó que las consecuencias del acto no son inmediatas. Por el contrario, explicó que empieza a pesar cuando artistas, cantantes, deportistas o cómicos asumen el poder y no tienen los conocimientos mínimos para gobernar y proponer. Pero, ¿qué pasa con el electorado?

De acuerdo con el politólogo, los votantes se dejan llevar por la simpatía de quienes aparecen en la boleta. El especialista ejemplificó al decir que si una persona siente empatía por “Paquita la del Barrio” por haber terminado con su pareja, probablemente llegará a las urnas y votará por ella. De ahí la importancia de que los partidos sean responsables y no apuesten por cualquier figura del espectáculo.

Ahora bien, los partidos emergentes fueron los que más recurrieron a utilizar gente del medio o mundo deportivo. Por ejemplo, el Partido Encuentro Social (PES) tiene en sus filas al exfutbolista Adolfo “El Bofo” Bautista para  legislador federal y a Francisco “El Abuelo” Cruz en la lucha por una diputación local.

Por su parte, la agrupación Redes Sociales Progresistas (RSP) recurrió a utilizar al Místico para conseguir la alcaldía Cuauhtémoc; al Tinieblas a fin de ganar la demarcación Venustiano Carranza y a Blue Demon en la batalla por Gustavo A. Madero.

Al respecto, Emilio Vizarretea señaló que se trata de un proceso normal si se toma en cuenta que según la Ley, los partidos recién salidos del horno no pueden generar alianzas. En este sentido, con el objetivo de conseguir votos y mantenerse vigentes, recurren a dichas artimañas.

Así es como en gran o menor medida, los partidos políticos del país han optado por subir a la tarima pública a personajes inimaginables. “Un boxeador puede ser una figura atractiva, un futbolista o cantante, también”. Con ello y en las palabras del Doctor Vizarretea Rosales, los organismos se están ahorrando el posicionamiento de marca de sus prospectos.

Rumbo al 6 de junio, el docente de la máxima casa de estudios señaló que los partidos que saldrán victoriosos serán aquellos que echen a volar su creatividad. Esto, sobre todo porque gracias a la pandemia de COVID-19 dar regalitos, despensas o mítines con propuestas al aire, son actos que quedaron en el pasado.

Caso Cuauhtémoc Blanco: el gol que no se concretó para Morelos

Cuauhtémoc Blanco en su Primer Informe de Gobierno. Fuente: Cuartoscuro,

Durante la gestión de Cuauhtémoc Blanco en el estado de Morelos no hubo golazos ni tiros libres o gambetas. Todo lo contrario, el exfubolista le tiró chueco al balón y  actualmente está en el último lugar en la evaluación de gobernadores de toda la República.  

De acuerdo con el ranking de enero realizado por Consulta Mitofsky, Cuauhtémoc Blanco Bravo es el mandatario estatal peor evaluado de todo el país. En este sentido, únicamente 28.7 por ciento de la población de Morelos  lo aprueba y 66.2 por ciento está inconforme.

Aunque es considerado uno de los mejores futbolistas de la Historia, Blanco Bravo ha dejado mucho que desear en la cancha política. Entre la inseguridad y el virus SARS-CoV-2, el estado no ha podido ver la luz del día.

Aprobación de Cuauhtémoc Blanco. Fuente: Consulta Mitofsky.

Resulta que a lo largo de la administración de Blanco, la inseguridad y la violencia pasaron a ser una constante en Morelos. Tan es así que los asaltos y ejecuciones parecen ser asuntos de todos los días.

De acuerdo con el reporte federal en materia de seguridad, durante el 2020  Morelos fue escenario de 40 mil 477 delitos. Únicamente en la categoría de homicidio doloso, 1 mil 035 personas perdieron la vida.

Asimismo, en un año el estado registró 15 mil 100 robos; 1 mil 056 formas de violencia sexual y 275 delitos contra la libertad. Incluso, reportó tres feminicidios, una de las problemáticas más dramáticas de México. 

A la herida se suman las afectaciones que trajo la pandemia de COVID-19 en la demarcación. Con semáforo rojo, saturación hospitalaria y exceso de mortalidad, Morelos es el escenario de 23 mil 068 contagios acumulados y 1 mil 979 pérdidas humanas.

Finalmente, aunque parezca chiste, la política mexicana se convirtió en la pantalla perfecta donde pueden convivir cantantes, deportistas y comediantes sin ningún tipo de problema. Aunque cada persona está en la libertad de ejercer el oficio o profesión que desee, lo lamentable en este caso es que se está dejando de lado el bienestar de los mexicanos.

No más alto que los zopilotes

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Me preocupa tanto la situación de mi país, que no sé por dónde abordarla. Reflexiono en torno a algunas líneas publicadas en El colmillo público, en octubre de 1903, en donde aparece un breve relato, que no voy a contextualizar por falta de espacio (“Yo quiero ser diputado”).

Don Anacleto llegó a la estación de San Lázaro, una de esas mañanas de esos albores del siglo XX. Quería ser diputado. ¿Por el bien común? ¿Por hacerle un bien al país? Lo dudo. El texto dice al inicio: «Y bien, Anacleto, tú ya sabes leer en carta y contar, aunque sea con ayuda de los diez mandamientos de arriba y los otros diez de abajo; sabes hablar con el señor cura que nos acaba de venir de España y con el señor “Prefeito”, que nos acaban de mandar de Oaxaca. Ya puedes, pues, soltar el azadón, pelarte la chamarra y el jorongo y largarte á ese México tan hermoso, haciendo la lucha, como aquí la hace el señor Alcalde con el señor Gobernador, para colarte en la Cámara de Diputados…» Y así llegó a la Ciudad de México, sin una maldita idea de lo que era la política, idea que se formó en cinco minutos de conversación con algún metiche que le hizo plática y le dijo que había que allegarse a los que ya estaban allegados.

no mas alto que los zopilotes
Ilustración: Darío Castillejos.

Anacleto –quien compartió un cigarro de hoja de maíz con su interlocutor– quería y se sentía capaz de trascender una condición campesina de pobreza, de marginalidad y de medianía. «¿Pues de dónde viene usté? Uno que quiere ser presidente», le dijo el más experimentado; quien instruyó rápidamente a Anacleto en las artes de «pegarse primer a un candidato a la presidencia» y quien ostenta un conocimiento cosmopolita, que no mella la actitud de nuestro protagonista, mismo que se asume como «conservador». ¿Suena?

A ver: no voy a decir nada nuevo. Pero me martiriza cotidianamente el hecho de escuchar (sin atención, porque no la merece, ni de refilón), fragmentos de los discursos de López Obrador en las consabidas «mañaneras». Ya lo dijo Soledad Loaeza: el estatismo fue una línea de fractura decisiva cuando se construyeron las identidades nacionales. Eso duró mucho tiempo, algo así como siglo y medio, en diferentes regiones del planeta, sobre todo, en el mundo occidentalizado (“Izquierda y derecha en el México de hoy”, Nexos, 1 de enero de 2020). Hace varios sexenios que deploramos el desmoronamiento de un Estado. Del Estado. Y que denunciamos –sin hacer nada más– el papel de saltamontes de aquellos que, al parecer, sirven para la Secretaría de Salud en un periodo, tanto como para la de Energía en el otro; es decir, el de los muchos que buscan reconocimiento político de aquellos a quienes se allegan, como para servirles un puesto de escaño para llegar a otro y no dejar la administración pública federal o local.

Los principios que, de inicio, parece que invaden a todos los que tienen las patotas bien listas para saltar, son morales. La moralidad es un terreno peligroso. En 1734, el Diccionario de Autoridades define moral como «Facultad que trata de las acciones humanas, en orden a lo lícito o ilícito de ellas.» (Aut. Sub voce,). La moralidad es, paradójicamente, lo que ha ostentado y lo que le ha faltado al subsecretario López-Gatell… y qué decir del que ostenta fallidamente el título de presidente de la República, pues no admite acomodo para perfilar el salto al siguiente escaño.

salto de escalño
Ilustración: Darío Castillejos.

Una estrategia tildada de “conservadora” es el esgrimir la moral ante todo. ¿Les suena? López Obrador ha hecho del concepto de moralidad lo que ha querido. Ni mencionar ya el manido episodio de la Cartilla de Alfonso Reyes. Pero no puede haber licitud en el acto de voltear la mirada a la miseria de un pueblo, cuando se ostenta el título de presidente. No la puede haber en el acto de falsear cifras ante la opinión pública, nacional e internacional, ni ante el hecho de fingir que los resultados funestos de una pandemia han terminado en el país. No puede ser moral un discurso divisorio, contradictorio y entimemático basado en dichos populares, porque conlleva la simpatía del “pueblo”, mientras se expone a ese “pueblo” a su propia extinción por negligencia, ignorancia y mala entraña. Si Anacleto quería ser «diputao»; López Obrador aspira a ser un dirigente «moral» sin una directriz más que su afán de poder y dando la espalda a quienes tienen una trayectoria profesional –que no política– y que han desoído a sus propias voces interiores por el ruido que hacen los gritos de la voz más estridente de un interés político.

Frente a una pandemia y a la situación económica, política y social que conlleva, no hay «liberales y conservadores». No debería haber opositores ni «adversarios», pues un gobernante, con toda la altura moral que eso implica, ve por el bien común y no por sus intereses políticos.

Soledad Loaeza argumentaba: «[…] el referente central de la oposición izquierda-derecha ya no era el estado de la Revolución mexicana, sino la democracia pluralista, los derechos ciudadanos y el freno al poder presidencial. Hoy, la división izquierda-derecha nace de la poderosa fractura que opone a quienes defienden el hiperpresidencialismo en construcción, que es la esencia del proyecto de Andrés Manuel López Obrador, y quienes se aferran a los principios del equilibrio de poderes y a las instituciones que fueron diseñadas para acotar el poder presidencial.» (“Como anillo al dedo”, abril 3 de 2020).

no mas alto que los zopilotes
Ilustración: Víctor Solís.

Recientemente, 30 intelectuales firmaron una escueta carta, titulada “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”, que buscaba atraer la atención del presidente (y bien que la atrajo) y demandarle recobrar el pluralismo político que, si bien, en sexenios anteriores tampoco era artículo del cual enorgullecerse, en este momento está absolutamente soterrado por las pretensiones de un Anacleto de nuestros tiempos. Lo cierto: el gobierno de López Obrador está deteriorando a pasos acelerados las instituciones. Tal vez lo más desastroso (y el desmantelamiento institucional ya lo es bastante) es la insensibilidad, como decía líneas arriba, a la situación de la población. No de gratis el presidente municipal de Motul lanzó su video, del cual, rescato la frase “Nos está llevando la chingada”.

¿Más claro, Anacleto? Las esferas científicas, artísticas, culturales no tienen esperanza contigo. «¿No hay tantos figurines y figurones en la arena política? ¿Pos por qué no ha de figurar él?», preguntaba el cándido Anacleto a su interlocutor. Claramente más experimentado, él le respondió: «Pero nada más como el “Vulcano” de trapo, sin poder volar más alto que los zopilotes». ¿De veras, no se puede aspirar a más? ¿Estamos condenados al autoritarismo, al teatro de pésima calidad y a la ficción estúpida? Para mi gusto, la demanda intelectual (la cual suscribo) se quedó corta al encerrarse en el peligro que representa la presente administración de hacer retroceder los avances democráticos. Por supuesto que es indispensable recuperar el pluralismo político más allá de la división pueril, que es lo que le funciona a López Obrador. No podemos conformarnos con la victoria pírrica que representan los benditos corajes de nuestro Anacleto. Ni tampoco con quienes busquen un proyecto personal fundado en la capacidad elástica de sus patas.


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