robo

Guerra (i)legal

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Es común entre los estudiosos de la seguridad discutir los métodos criminales. La lógica supone que ciertos crímenes requieren de o recurren a ciertas prácticas. Por tanto, descifrar constantes en el modus operandi termina siendo una aspiración para detectar cómo accionan y reaccionan ciertos criminales en contextos igualmente específicos. ¿Qué pasa, sin embargo, cuando las líneas entre lo legal o lo ilegal terminan borrando la definición de criminal? El México contemporáneo es un buffet lleno de experiencias útiles para pensar al respecto. Aquí presento tres experiencias del un crimen parecido, con métodos similares, pero con una heterogeneidad de perpetradores que diluye lo que entendemos por legal e ilegal.

En pleno contexto de guerra contra las drogas durante el calderonismo, testimonios desde Michoacán dieron cuenta de la manera en que grupos criminales locales se hacían con terrenos de la población. El método consistía en secuestrar, torturar y en general extorsionar a dueños de propiedades inmobiliarias para que cedieran sus terrenos en favor de algún miembro del grupo criminal, o incluso del grupo mismo. Después de las atrocidades realizadas, los dueños terminaban cediendo las propiedades y firmando los papeles necesarios. Cuando el objetivo parecía haber sido alcanzado, es decir, contar con la propiedad de manera “legal”, usualmente la víctima era asesinada.

Años después el método se repitió pero cambió el perpetrador. Un artículo de Patricia Dávila en la revista Proceso del pasado 7 de marzo de 2021, publicó la manera en que miembros del antiguo gobierno estatal de Nayarit extorsionaban propietarios para conseguir el traspaso (eso sí, legal) de sus propiedades en favor de funcionarios de ese gobierno. Las técnicas relatadas por la nota ciertamente no eran muy distintas de las vistas en Michoacán. Ante amenazas, extorsiones y en general intimidaciones violentas, los dueños terminaban firmando cesiones de escrituras para traspasar propiedades “legalmente”. La diferencia, por supuesto, consiste en que el perpetrador era la autoridad legal.

robo de propiedades
Imagen: Esmeralda Ordaz.

Finalmente, destaca el caso del municipio Benito Juárez, donde se ubica Cancún, en Quintana Roo. Ahí, tal y como lo reportó Denise Maerker en su noticiero En Punto, se detectó una red de funcionarios dedicados a despojar de casas de interés social a ciudadanos propietarios. Después de que empresas con las que adquirieron los créditos quebraran, los usuarios encontraban que, al buscar la forma de seguir pagando el crédito, se encontraban con que las propiedades habían sido reescrituradas a nombre de otras empresas inmobiliarias. Notificaciones presuntamente falsas o inexistentes, documentación mal generada y en general malos procedimientos se expandieron alrededor del municipio. El medio reporta más de 750 expedientes con caso similares. El entramado suponía la participación de autoridades públicas, por supuesto, pero también de notarías y empresas inmobiliarias. El resultado era el mismo que en los casos anteriores: el despojo “legal” de bienes inmobiliarios.

Justamente en ese aspecto está el punto de encuentro entre los tres casos descritos. Se trata de legalizar un traspaso a todas luces ilegal. Aun y cuando los perpetradores podían cambiar, el objetivo de “despojar legalmente” se mantiene. Jean y John Commaroff, antropólogos sudafricanos, han escrito sobre la forma en que la ley actúa como un fetichismo en los países con pasado poscolonial. Su trabajo ha sido esclarecedor para describir la forma en que en esos contextos la legalidad no se traduzca en justicia ni procedimientos de sanción o reparación, pero sí en instrumentos de poder y violencia. Es terreno fértil para lo que ellos llaman “guerra legal”. Ésta, dicen, supone el uso de instrumentos legales para la coacción o la desposesión. Los casos vistos son brochazos de los diferentes ángulos de una guerra legal a la mexicana.


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Las Paredes Gritan: tome su caseta o robe… no hay gobierno

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Robos y tomacasetas

Si hay alguien que nos miente y habla de puras fantasías es Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México (Edomex).

Imagine vivir en el Edomex y que por razones del destino todos los días, sin falla, tiene que utilizar el Circuito Exterior Mexiquense que comunica Chalco con Ecatepec. Es una zona de muy alto riesgo.

“Autoridades de seguridad pública alertaron que el reforzamiento de la vigilancia en autopistas ha provocado un ‘efecto cucaracha’ en los grupos que antes tomaban las casetas y que ahora asaltan a automovilistas” (Reforma, 22/X/2020).

Se trata de 45 kilómetros de ese Circuito en donde diariamente hay grupos dedicados a asaltar a los automovilistas.

“De los kilómetros 39 a 84, que abarcan los municipios de Ecatepec, Atenco, Neza, Los Reyes, Chicoloapan, Chimalhuacán, Texcoco y Chalco, los asaltos y actos vandálicos contra los automovilistas han ido al alza” (Ibid.).

Según los reportes de la Guardia Nacional se denuncian hasta nueve atracos cada mes en esa carretera. ¿De dónde son los delincuentes? Se dice que están asociados a la “toma de casetas”, de acuerdo con investigaciones federales.

Taxistas, transportistas, ferieros y hasta el Grupo Juvenil, de Guerrero, Liberación de Presos Políticos, están inmiscuidos. Las autoridades del Edomex tienen un absoluto desorden en el área de justicia.

El gobernador, Alfredo del Mazo, rindió su tercer informe de gobierno y, como no queriendo, se hizo a un lado de la Alianza Federalista que manejan los gobernadores opositores a AMLO, por lo que decidió centrarse en sus acciones locales de gobierno.

Alfredo del Mazo, comic
Imagen: Mientras tanto en México.

Y mencionó: “Hemos realizado más de 3 mil 800 Operativos Rastrillo, en estos 3 años, más de 31 mil 400 operativos en el transporte público, este trabajo de inteligencia, de uso de tecnología, tenemos ya más de 19 mil cámaras de video vigilancia instaladas en el estado” (Reforma, 27/X/2020).

Por lo que no está por demás preguntar: Si hay tantas cámaras, ¿por qué demonios no funcionan?… NPI.

En el Edomex no sólo abundan los delincuentes. También está lleno de empleados públicos irresponsables y corruptos. El Sistema Judicial en el Edomex está podrido. En el Edomex los pobres están obligados a pagar por su libertad frente a la corrupción de sus funcionarios.

Recientemente me enteré de la detención, por parte de la Guardia Nacional, de un joven que vive en una de las zonas más pobres de Cuautitlán. Él cayó preso en un operativo. Estaba con dos colegas del barrio (ambos con antecedentes penales) y fueron detenidos sorpresivamente. Los llevaron al Ministerio Público. Sus dos colegas fueron detenidos junto con él.

No había delito. No había denuncia. Sólo una sospecha. Él alegó su inocencia. Nunca había sido detenido. Y, además, en esta ocasión, no tenía dinero para pagar un abogado que lo defendiera. El Ministerio Público le dijo a su mamá que con 40 mil pesos podían desaparecer el acta para que quedara libre… Pero no tenía el dinero.

El defensor de oficio le dijo que no se preocupara, que sólo estaría 4 meses en la cárcel y luego saldría libre. En la cárcel, todo tiene precio. Todo se vende… O te hacen pagar por ello.

En el informe del gobernador nada de esto aparece. Nada de lo que sucede se menciona. La distancia entre el discurso político y la realidad no tiene relación.

El Edomex tiene récord en feminicidios y su gobernador inventó una Secretaría de la Mujer… ¿Para qué demonios servirá?

La corrupción, la impunidad, los abusos y la violencia infectan al Estado de México.

En el Edomex la vida pasa… si es que antes no te matan.

casetas de cobro
Ilustración: Guerrerohabla.com.

Las tomas de casetas

Las tomas de casetas se volvieron con la crisis económica un jugoso botín.

AMLO dijo el 12 de diciembre de 2017, como parte de su campaña: “Al margen de la ley, nada; y por encima de la ley, nadie”. Sabias palabras… si fueran ciertas. Pero la realidad es otra.

Las tomas de casetas se volvieron cotidianas, sin que la policía o la Guardia Nacional intervengan. Son tan frecuentes que lo mismo suceden en Palmillas, Querétaro que, en Salamanca, Guanajuato, La Venta, Guerrero, o en Tlalpan, en la Ciudad de México.

El caso de la CDMX es interesante ya que lleva muchos días tomada por distintos grupos. La organización civil Zapata Vive tomó la caseta de Tlalpan para exigir la liberación de Kenia Hernández, coordinadora de esa agrupación, quien está presa en un penal de Morelos por “delitos de ataques a las vías de comunicación”.

La caseta de Tlalpan pasó de ser una plaza de cobro a automovilistas a convertirse en la “base” de operaciones del Colectivo Libertario Zapata Vive.

“Los integrantes de Zapata Vive son apoyados por otros colectivos como ‘Resistencia Civil Pacífica’ (RCP), agrupación que también libera de manera constante el peaje en casetas de cobro de la autopista México-Pachuca y sus diversos ramales al Circuito Exterior Mexiquense, de acuerdo con reportes de la Guardia Nacional” (Reforma, 27/X/2020).

robo casetas de cobro
Kenia Hernández (Imagen: AD Noticias).

Unos cuarenta miembros de los colectivos dan paso libre a los conductores, pero piden una cooperación para liberar a Kenia Hernández. Montaron carpas y tiendas. Y se instalaron a vivir en la caseta.

Kenia fue detenida el 18 de octubre en Amozoc, Puebla, por el delito de “robo con violencia en el Estado de México”. Sus abogados lograron su libertad condicional en el Edomex, pero nuevamente fue acusada y enviada a Guerrero. El lunes llegó a la prisión de Morelos.

¿Qué sucede? Ya encontraron una nueva forma de delinquir. Protegidos por un gobierno ausente.

¿Hasta dónde llegaremos?… NPI.

La CAPUFE

Dice Caminos y Puentes Federales (CAPUFE) de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) que las pérdidas por día en las tomas de caseta son de 1.5 mdp.

Si lo multiplicamos por 84 días tomadas, el saldo es de 126 mdp.

¡Que viva el desorden!

La Cueva del Delfín

El PRI le pidió a la Secretaría de Hacienda que pague el juicio de Cienfuegos. ¿Por qué pagar nosotros? Ese dinero debería salir de las incalculables fortunas de los priistas. ¡Tienen de más!

¡Vientos huracanados!, si no me mandan a vivir en Chimalhuacán nos veremos por acá la próxima semana.


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Quintana Roo disminuye su índice delictivo

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La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana informa en su reporte mensual de agosto pasado que hubo una reducción significativa en los siguientes delitos: homicidio doloso, robo de vehículo, secuestro, robo total y feminicidio.

En el informe mensual de agosto, el Gobierno de México destaca que, de acuerdo con el portal de internet de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Quintana Roo registró disminuciones importantes en delitos como homicidio doloso, robo de vehículo, secuestro, robo total y feminicidio.

 El reporte aporta estadísticas comparativas entre el periodo de enero a julio de 2019 y el presente año 2020, con variación porcentual de la tasa por cada 100 mil habitantes.

En homicidio doloso, se encuentra entre los 22 estados que registraron una disminución. Quintana Roo tuvo una variación de -13.5% considerando la tasa anterior.

En robo de vehículo en el mismo periodo, se informa que Quintana Roo disminuyó en un 20.7% . En secuestro, disminuyó un 64.2% en el mismo periodo entre enero y julio de 2019 y 2020. Y en robo total, disminuyó un 21.8%  entre enero y julio, mientras que el índice de feminicidios, de 15 entidades en donde se registró disminución, Quintana Roo registró un 14.4%.

Sin embargo, a raíz de la pandemia la extorsión aumentó 4.2% en 11 entidades, entre ellas Quintana Roo.

La extorsión que no acaba

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Recuerdo bien el día que nos reunimos un grupo de ciudadanos con un procurador de justicia de la Ciudad de México para hablar sobre un delito que, en ese momento, asolaba a miles de capitalinas y capitalinos: la extorsión vía telefónica con diferentes formas de engaño y miedo.

La respuesta del entonces funcionario fue simple, aunque de ninguna manera satisfactoria: ése era un tipo de fraude que no constituía propiamente un crimen, porque la víctima caía en la trampa y colaboraba; además –dijo en ese momento–, en la Ciudad de México había delitos mucho más graves y apremiantes de solucionar, como el robo de vehículos o el asalto afuera de cajeros automáticos.

Sin embargo, la extorsión telefónica creció rápidamente no sólo en la capital del país, sino en toda la república cuando el celular se convirtió en nuestro principal vehículo de comunicación y sustituyó a las líneas fijas con sus diferentes opciones de intercambio de información, entre ellas, la posibilidad de usar redes sociales desde un teléfono móvil.

extorsion celulares
Ilustración: Vanguardia.

Al mismo tiempo, los delincuentes comprobaron que la extorsión era un delito barato –no requiere una gran nómina, ni gastos de logística o infraestructura–, con enormes ganancias y un riesgo muy bajo. Por medio de los mismos teléfonos celulares, podían marcar varias veces al día hasta encontrar a una víctima que, ante el terror ya incorporado por la percepción diaria de inseguridad, fuera fácil de manipular a distancia y quitarle sumas importantes de dinero que ella o él mismo se encargarían de depositar.

No pasaron muchos meses para que los extorsionadores idearan nuevos modus operandi y mejoraran sus habilidades para infundir temor; ya fuera personificando a un cártel del crimen más organizado o a un afligido pariente que había perdido su dinero en alguna central de autobuses, este tipo de delincuente se topó con una forma de vida, sin que importara mucho que estuviese en libertad o recluido en un penal.

A pesar de la resistencia inicial de las autoridades, el Jefe de Gobierno en esa época, el ahora canciller Marcelo Ebrard, entendió muy bien el impacto de este crimen y respaldó la organización de un consejo de ciudadanos que se especializó, entre muchas cosas, en atender en tiempo real la extorsión telefónica.

extorsion y celular
Ilustración: El Faro.

Gracias a ello, se podía evitar el 99 por ciento de los reportes que se hacían a un número gratuito atendido por psicólogos y abogados titulados, luego vino el diseño de una App que ahora se encuentra disponible para cualquier sistema operativo y la creación de una base de datos robusta que se compartió con autoridades para tratar de frenar un delito que, de tan común, sigue siendo de alto impacto para la ciudadanía.

Con eso pudimos reducir mucho el impacto de la extorsión en un entorno de expansión del uso de teléfonos celulares, de compra-venta descarada de aparatos robados o perdidos en muchas zonas de la Ciudad de México y del Estado de México, de miles de unidades que compartían el mismo IMEI (número de identificación del aparato) y de una baja denuncia a la hora de que eran sustraídos o extraviados, por la facilidad de ir y comprar otro, aunque fuera a plazos.

A la par, dimos cientos de pláticas de prevención y circulamos datos de interés públicos por todos los medios de comunicación posibles. Nuestra regla de oro, no engancharse, colgar y denunciar, tenían un fundamento simple: si la víctima no responde la llamada, no hay manera de que el extorsionador la ataque.

Aún así, la extorsión telefónica se mantuvo –y se mantiene– como el segundo delito más cometido en México. Apenas el lunes, la académica y articulista Denisse Dresser narró con lujo de detalle un caso de extorsión cometido en contra de su madre, a partir de una grabación de su voz (la cual no era muy difícil de montar al tratarse de una persona pública) para engancharla y hacerle creer un supuesto secuestro de su hija.

Una de las razones de que este crimen no disminuya es que nutre al primero en la lista: el robo a transeúnte, es decir, en la calle para robar principalmente teléfonos celulares que tienen un alto valor de recompra en el mercado negro. Con un bajo nivel de denuncia, debido a la desconfianza en la autoridad, y la posibilidad de adquirir uno en cualquier tienda de conveniencia sin identificación o comprobante de domicilio; en una década, estos son los dos crímenes con mayor incidencia en territorio nacional.

En alguna ocasión escuché que resolver cualquier problema es como andar en bicicleta: si dejas de pedalear, te caes. En el caso de la seguridad se aplica con mucha precisión, si no seguimos insistiendo, compartiendo datos, construyendo confianza en autoridades y organismos de denuncia, es fácil caer en las garras de los delincuentes, más en una clase que a lo largo del tiempo ha hecho del terror su mejor arma en contra nuestra.