violencia de género

Mujeres, las más afectadas en el aumento exponencial de la violencia familiar en la CDMX

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La pandemia ha hecho que pasemos mayor tiempo en nuestros hogares, este confinamiento ha derivado en un aumento en las denuncias de violencia familiar en la Ciudad de México de más del 70%

En la base de datos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ) se tiene registro de 29 mil 465 víctimas en carpetas de investigación por violencia familiar

Este número representa un aumento del 72% con respecto a las 17 mil 078 víctimas de violencia familiar en carpetas de investigación en 2019.

El mes de 2020 en que más víctimas se registraron fue en marzo con 2 mil 971, pero en el segundo semestre del año hubo 16 mil 071 víctimas en total en la Ciudad de México, lo que representa el 54% de todo el año.

En sí el número impactante, pero se puede pensar que duramente el primer semestre se pudieron presentar un mayor número de casos debido a que víctimas y victimarios convivieron por mayor tiempo a causa del confinamiento que se estableció por la pandemia. 

Seguramente, lo anterior tenga sentido al revisar el porcentaje de la llamada ¨cifra negra¨, la cual hace referencia a los delitos no denunciado o que no se les abrió una carpeta de investigación y por consiguiente no aparecen en las cifras oficiales. 

De acuerdo con México Evalúa, en 2019 la cifra negra se ubicó en un 93.2% y señalan que sólo se inició el 10% de investigaciones de delitos de violencia familiar.

En la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre la Seguridad Pública realizada por el Inegi, la razón principal por la que las personas no realizan su denuncia es por ¨pérdida de tiempo¨ con un 32%, seguida de ¨desconfianza a la autoridad¨ con un 17%.

Mujeres, quienes más sufren la violencia familiar 

Mujeres, las más afectadas en el aumento exponencial de la violencia familiar en la Ciudad de México
Fotografía: Justicia México

De las 29 mil 465 víctimas en carpetas de investigación en la FGJ, el 75% de ellas son mujeres (22,016), pero, lamentablemente, no es una estadística nueva en cuanto a la violencia contra la mujer en la capital del país, en 2019 también estuvo por encima del 70%.

Lo que debería de preocuparnos en este sentido es la impunidad que existe en el país, esto hace que, al no haber sentencia a los victimarios, se logre perpetuar el delito

De acuerdo con la Organización México Evalúa, en su Modelo de Evaluación y Seguimiento de la Consolidación del Sistema de Justicia Penal, SESNS, en México se registró un índice de impunidad del 92,4%.

El índice de la Ciudad de México es del 97,7%, ubicándola como la cuarta entidad con el sistema de justica más impune, sólo por detrás de Sinaloa, Guerrero, San Luis Potosí respectivamente. 

Estos datos hacen sentido con los presentados por el Índice Global de Impunidad, en donde ubica a México como uno de los países con mayor impunidad a nivel mundial.

De hecho, de 69 países evaluados a nivel mundial, México ocupa el puesto 60 en cuanto a la estructura de su sistema judicial y el puesto 45 en cuanto a protección de Derechos Humanos.

Mientras no se le dé la relevancia necesaria a este problema y no se genere una confianza entre las autoridades y el pueblo en general se desencadenarán más y más delitos que nunca serán denunciados, aumentando la altísima tasa de impunidad que hay en nuestro país. 

Universidades se comprometen contra la violencia

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El acoso, la discriminación y el “bullying” son problemáticas comunes en casi todas las escuelas. Para combatir éstas y otras violencias, diversas universidades mexicanas firmaron convenios, con los cuales pretenden realizar investigaciones y análisis para atacar estos problemas.

Se trata de un acuerdo entre la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y las universidades autónomas de Chapingo (UACh), del Estado de Hidalgo (UAEH), del Estado de Morelos (UAEM), de Nuevo León (UANL) y de Tlaxcala (UATx), así lo informó la UNAM en un comunicado.

La firma se realizó de manera virtual, con presencia del rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, por el secretario general Leonardo Lomelí Vanegas y los rectores José Solís Ramírez, Adolfo Pontigo Loyola, Gustavo Urquiza Beltrán, Rogelio Garza Rivera y Luis Armando González Placencia.

Alfredo Sánchez Castañeda, abogado general de la UNAM, dijo que específicamente con las universidades de Chapingo, Estado de Hidalgo y Tlaxcala, se trabajarían investigaciones y análisis para impartir justica universitaria, en lo referente a temas de violencia de género y “bullying”. En el Estado de Morelos y Nuevo León, los acuerdos se centrarán en mejorar los protocolos para atender y prevenir la violencia en las escuelas, así como los mecanismos de atención y las sanciones.

“Intercambiaremos experiencias, buscaremos las mejores prácticas para la solución de conflictos y el apoyo a la comunidad universitaria; coadyuvaremos en proyectos de investigación, en los asuntos de género, particularmente en los ámbitos de violencia, igualdad e inclusión, cuyas denuncias se han multiplicado en nuestros días, y serán debidamente atendidos con perspectiva de género y sancionados según sea el caso”, dijo el presidente del Tribunal Universitario, Eduardo López Betancourt, sobre el compromiso adquirido.

Con esto, se busca crear un ambiente escolar seguro para los estudiantes, con un máximo respeto. Por lo tanto, se deberán realizar acciones concretas en todo lo antes mencionado, con especial énfasis en la violencia de género y la manera en que se atiende, una de las demandas más importantes de estudiantes en México y el mundo. Para ello, también se organizarán cursos, seminarios, conferencias, mesas redondas y talleres, entre otras actividades.

Confinamiento y violencia de género

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Como lo han hecho saber la Organización Mundial de la Salud y diferentes grupos de mujeres, resulta muy importante no quitar el dedo de la denuncia de la violencia de género, ya que se ha comprobado que el confinamiento aumenta las probabilidades de que las mujeres sean víctimas de sus propios familiares.  

La ONU considera como “violencia contra la mujer”, la coacción o privación arbitraria de la libertad y todo acto agresivo o amenaza dirigido hacia ellas que tenga como resultado  su sufrimiento físico, sexual, emocional, tanto si se producen en la vida pública como en la privada.

 En una definición similar, en México La Ley General de Acceso a la Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), considera la misma como todo acto que lesione o sea susceptible de dañar la dignidad, integridad o libertad de las mujeres. Y reconoce que existen varios tipos de violencia, entre los que se encuentran la psicológica, la física, la económica, y la sexual.

violencia de genero
Ilustración: Alina Pechenckina.

Según datos de la Encuesta sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del 2017, en México el 66% de las mujeres de 15 años y más, habían enfrentado al menos un incidente de violencia a lo largo de su vida. El índice más alto es el de la violencia emocional (con el 49% de los casos), seguidas por la sexual (41%), la  violencia física (34%), y la económica o patrimonial, así como la discriminación en el trabajo (29% por ciento)

Dentro de los diferentes tipos de violencia, la más numerosa es la que ocurre en el hogar. De hecho, los datos del mismo año señalan que el 44% de las mujeres en México habían sufrido violencia de pareja en cualquiera de sus tipos. La situación ha empeorado durante la actual cuarentena, ya que tan sólo en abril, el número de emergencia para las denuncias llegó a un 42% con respecto al 2019.

La cuarentena obliga a las mujeres a estar encerradas con sus maltratadores y la violencia aumenta conforme lo hace el tiempo de convivencia. Así, las jornadas nacionales de “Quédese en casa” han hecho que el agresor se sienta impune y el hogar se convierta en el lugar más peligroso para muchas mujeres quienes no tienen acceso a los recursos para defenderse. Los datos proporcionados por la directora de la Red Nacional de Refugios en México, muestran que durante los dos primeros meses del confinamiento, el ingreso de las mujeres a estos centros se incrementó en un 50% y los mensajes de auxilio aumentaron en 80%.

confinamiento y violencia
Ilustración: Emilia Khan.

Lo anterior no es específico de México. Los altos datos de violencia doméstica generada durante el confinamiento en otras pandemias como el Ébola, el Zika y el Sars, han demostrado lo importante que es incorporar un enfoque de género que permita abordar y detectar las necesidades que ellas tienen durante la emergencia. De no hacerlo, la desigualdad y vulnerabilidad de las mujeres y las niñas tendrán efectos que se profundizarán e intensificarán a lo largo de sus vidas, y serán más difíciles de revertir en un futuro.

De ahí lo importante de asegurar que las víctimas puedan denunciar y que cuenten con disponibilidad y buenos servicios en albergues donde les sea posible resguardarse. Es  necesario fortalecer las políticas públicas que permitan que las víctimas cuenten con la información, las redes de apoyo, y los recursos indispensables para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres.  

Como lo ha demostrado la Red Nacional Feminista #nosotrastenemootrosdatos, resulta imperante actuar contra el menosprecio y la invisibilidad de la violencia que se ejerce en los hogares.


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El pensamiento católico sobre la dignidad y la vocación de la mujer

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La interpretación de la Iglesia de algunos textos bíblicos y de su tradición milenaria (el aggiornamento), reconoce la aportación insustituible y la influencia de la mujer en el mundo contemporáneo, a tal grado, que la hace representante y arquetipo de todo el género humano, descubre en Dios cualidades femeninas, reconoce la igualdad esencial entre hombre y mujer en el matrimonio, así como los derechos de la mujer, incluyendo el de su desarrollo profesional, sin oponerlo y sin menospreciar su primordial trabajo en el hogar familiar y en la educación de la prole, derivado de su rol exclusivo en la maternidad.

Se sea o no creyente de la trascendencia de la vida, y se sea o no practicante de alguna religión, puede interesar al lector conocer o profundizar en la visión que la Iglesia Católica tiene sobre la dignidad y la vocación de la mujer, especialmente en estos momentos en que todos nos inquietamos ante la magnitud de los feminicidios que ocurren en el mundo entero y en nuestro país en particular.

mujer torturada
“El martirio de Santa Águeda”, Sebastiano del Piombo (1520).

Aunque la Iglesia ha producido una enorme cantidad de documentos sobre el tema, el documento principal de la época moderna es la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem de Juan Pablo II, precisamente sobre la dignidad y la vocación de la mujer, publicada en 1988. Se trata de la continuación de los documentos del Concilio Vaticano II que reconocían ya la influencia, el peso y el poder alcanzados por la mujer en el mundo y la ayuda que pueden dar a que la humanidad no decaiga.

El principio bíblico en el que se funda esa visión es el que señala que “creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó” –el humanum integrum conforme al cual los dos sexos constituyen lo humano–.  El texto reconoce la igualdad esencial entre el hombre y la mujer desde el punto de vista de su humanidad. Se trata de la compañera de la vida con la que el hombre se puede unir como esposa, llegando a ser una sola carne y abandonando por esto a su padre y a su madre. El hecho de que el ser humano, creado como hombre y mujer sea imagen de Dios, significa que hombre y mujer son creados como unidad de los dos en su común humanidad, existen recíprocamente el uno para el otro, para la ayuda recíproca y complementaria, desde las diferencias que existen entre ellos.

Aunque Dios es espíritu y no posee en sí mismo cualidades masculinas ni femeninas, en el lenguaje bíblico se encuentran comparaciones que atribuyen a Dios cualidades masculinas y también femeninas. En efecto, al referirse al supuesto abandono de Yahveh, se utiliza las siguientes analogías femeninas “¿acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas?”, y “como uno a quien su madre lo consuela, así yo os consolaré”, se trata del amor femenino de la madre como característica de Dios. 

primera mujer y primer hombre
“Adán y Eva”, grabado de Durero (1504).

La descripción bíblica del pecado original en el Génesis, independientemente de la distribución de papeles entre Adán y Eva, es pecado del hombre, creado por Dios varón y mujer, esto es de nuestros progenitores. Con claridad meridiana en la Carta Apostólica se sustenta la igualdad entre hombre y mujer en el matrimonio y que “la mujer no puede convertirse en objeto de dominio y de posesión masculina”, como algunos textos antiguos señalan. Se reconoce que en nuestro tiempo la cuestión de los “derechos de la mujer” ha adquirido un nuevo significado y se acepta la justa oposición de la mujer frente a lo que expresan las palabras bíblicas en torno al matrimonio de “él te dominará”, pero se señala que esto no puede conducir a la masculinización de las mujeres, pues perderían su riqueza esencial, ya que los recursos personales de la feminidad no son menores que los recursos de la masculinidad, son sólo diferentes.  

Cristo fue ante sus contemporáneos el promotor de la dignidad de la mujer, pues era cercano a ellas, a grado tal que los fariseos lo acusaban por recibir a pecadoras y permitirles ungir sus pies con aceite perfumado. En el Evangelio aparecen gran número de mujeres de diversa edad y condición, incluso pecadoras públicas y adúlteras. Ante la mujer sorprendida en adulterio, Jesús parece cuestionar a los acusadores: “¿no es quizás también y, sobre todo, la confirmación de vuestras transgresiones, de vuestra injusticia masculina, de vuestros abusos?”, Jesús también protege la dignidad de la mujer al decir al hombre, en el Sermón de la Montaña, “todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”.

En cuanto a las mujeres cercanas a Jesús, se recuerda a aquellas que estaban a sus pies en la cruz, su madre, la hermana de su madre y María Magdalena, quienes mostraron una fidelidad más fuerte que los apóstoles. También fueron mujeres las primeras en llegar al sepulcro a constatar la resurrección, todo lo cual pone de manifiesto la importancia que la tradición dio a la mujer desde los primeros tiempos.

mujer con manto de jesus
“Santa Verónica”, Hans Memling (1475).

Con su potencial maternidad, la mujer es la que paga directamente por ese común engendrar, que absorbe las energías de su cuerpo y alma, por lo que el hombre contrae una deuda con ella. El hombre se encuentra siempre fuera del proceso de gestación y nacimiento del niño y debe conocer su propia paternidad a través de la madre. La mujer como madre y como primera educadora del hombre tiene precedencia específica sobre el hombre. El paradigma bíblico de la mujer culmina en la maternidad de la Madre de Dios y se materializa en la Carta a los Efesios al decir “maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella”, “el que ama a su mujer se ama a sí mismo”.

En la Conclusión de la Carta Apostólica, la Iglesia da gracias por todas las mujeres, al genio femenino de todos los tiempos, tanto por las que velan por el ser humano en la familia y por las consagradas a Dios en su virginidad, como por las que trabajan profesionalmente, cargadas de gran responsabilidad social.

Como se podrá apreciar, no coincide con el pensamiento católico, aquél que use, abuse, se aproveche, denigre o maltrate a una mujer. Ahora todos tenemos la oportunidad de construir juntos una cultura renovada de la igual dignidad de la mujer y del hombre, aplicada en todos aquellos aspectos familiares, religiosos y sociales. Ojalá no la desaprovechemos.


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Secretaría del Trabajo emite Protocolo contra la violencia en el trabajo

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La Secretaría del Trabajo emitió un Modelo de Protocolo para prevenir la violencia en el trabajo

Los patrones tienen la obligación de implementar un protocolo para prevenir la discriminación y la violencia en el trabajo. En este sentido, y tomando en cuenta la violencia que viven muchas mujeres en su entorno laboral, en días pasados la Secretaría del Trabajo emitió un Modelo de Protocolo para facilitar la implementación de dicha obligación (el “Modelo”).

Dicho Modelo establece medidas para prevenir la violencia en el trabajo y para actuar en casos de violencia. Para tales efectos, se considera como violencia laboral aquellas acciones u omisiones que ejercen personas en abuso de poder con un vínculo laboral que daña la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad, impide el desarrollo personal y atenta contra la igualdad.

Asimismo, en el Modelo se proporcionan una serie de cuestionarios para identificar los casos de acoso laboral, acoso sexual u hostigamiento sexual. Cabe mencionar que estos cuestionarios son bastante ilustrativos para poder identificar si un trabajador es víctima de algún tipo de violencia.

A nuestra percepción, consideramos que esta es una excelente medida por parte de Gobierno. Esto, ya que muestra un interés por atender un problema que sufren diversos trabajadores. De igual manera, el Modelo es una excelente herramienta para los trabajadores y para los patrones para identificar este tipo de problemas e implementar una solución a ellos.

Por lo tanto, se invita a revisar este Modelo con la finalidad de identificar estas circunstancias y tener un mayor entendimiento de cómo atenderlas.

Este boletín fue elaborado conjuntamente por Guillermo Villaseñor Tadeo (gvillasenor@sanchezdevanny.com) y José Rodolfo Pérez Argüello (jperez@sanchezdevanny.com).

Del ruido al silencio… por la libertad de género

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Las marchas del 8 de marzo a lo largo y ancho del mundo –que no excluyeron a México ni a mi bello Zacatecas– nos han dejado grandes lecciones y aprendizajes, pero la manifestación del paro el pasado 9 de marzo ha sido, sin duda alguna, contundente. “Ya basta”, así fue pronunciado por las mujeres.

Este acontecimiento me remite a recordar que tuve dos abuelas fuera de serie; su constante y permanente quehacer dentro de la familia, economía y sociedad, fue extraordinario, al grado de que sus enseñanzas hoy permanecen y lograron hacer de mis familias algo singular. Sus aportes a la economía familiar, con “acertados consejos”, pero sobre todo con ese trabajo invisibilizado, aunque fundamental, fue determinante en lo que hoy tenemos; me estremece porque su legado perdura y sus acciones familiares son las que más se extrañan. Cómo quisiera que su ausencia fuera sólo de un día. Ahora es irremediable extrañarlas e insoportablemente difícil su ausencia; quedará su huella y contribución, fue tanto lo que dejaron que su vivo recuerdo será perpetuo.

genero femenino
Ilustración tomada de: Sushant Ahire.

Soy padre de cuatro varones, pero tengo madre, dos hermanas y una gran esposa; no puedo imaginar siquiera la idea de su ausencia en mi vida, menos que esa ausencia fuera producto de un acto violento; destruir un monumento o una iglesia, sería nada ante un reclamo a semejante falta de garantía, al elemental derecho a la vida, pues no existe iglesia o monumento que justifique su presencia por encima de la de otro ser humano. Fijarse en esta afectación, me parece a lo menos, ridículo e insultante; casi todo monumento es erguido en conmemoración a una ilustre vida, ¿cómo erguir la ausencia de vida, la falta de garantía a la misma y, sobre todo, ¿cómo comprenderlo? Argumentar que una manifestación debe ser pacífica, ante la ausencia de paz, es literal no tener madre; nada puede causarme mayor satisfacción que el que mis hijos varones vean la fiereza con la que se debe defender la vida: la entrega de las mujeres a tener un mejor mundo ya en sí mismo es asombrosamente maravilloso.

Las mujeres de manera creativa y reaccionaria están haciendo la historia; primero, al organizar una marcha fuerte, de reclamo y principalmente de exigencia a visibilizar una deuda del Estado para con ellas: se les está violentando, matando y eso debe parar y corregirse. El daño infligido a cualquier edificio o monumento estará siempre por debajo del daño que se les está haciendo a ellas; por favor, no distraigamos la atención de lo importante: la violencia de género tiene que parar.

Los grandes cambios vienen siempre de la ciudadanía; la entrega y decidida gallardía con la que las mujeres nos enseñan qué debe hacerse ante semejante afrenta, nos demuestran que defienden con entereza la vida de sus iguales, lo mucho que han logrado siempre –nos guste o no–, será en beneficio de todos, de la colectividad; vivir en un mundo de menor violencia, será el reto. La evolución del gran cambio en la paridad de género está en camino; nos guste o no, la sociedad está cambiando y cada uno sabrá del lado que quiere estar: si participando de él o tratando de detenerlo; el mundo cambiará independientemente del lado que estés.

violencia de genero
Ilustración: Ana Karen San Emeterio.

Lo ocurrido el 9 de marzo es la sensación de ausencia, es darnos cuenta cuánto aportan pero, sobre todo, es la concientización de que cualquiera puede ausentarse sin retorno; momento de reflexión: o garantizamos su seguridad o estaremos perdidos.

A mis abuelas, a mi madre, a mis hermanas, a mi esposa y a toda mujer que en conciencia o fuera de ella, de alguna manera las violenté: mis sinceras disculpas. Nada podrá equiparar tanto que me han enseñado; dijera mi compadre, “Gracias por tanto y por todo”, gracias por enseñarme que sólo así, firme y decididamente, se defiende la vida, las causas, y se realizan las transformaciones que el mundo requiere. Mujeres que no se dan por vencidas a pesar de tanto, siempre lograran un mundo mejor.

Tanta ciudadanía cuanto sea posible, tanto gobierno cuanto sea necesario.


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Vivir el miedo en silencio

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Benita era una indígena mazahua. Se había casado con un hombre de un pueblo cercano al suyo, en el Estado de México. Ahí, la gente era blanca, eso contaba Benita. Cuando salía al mercado, le gritaban: “¡India! Ven, cárgame el garrafón de agua”. O “¡India! No andes de huevona, barre mi calle”. Y Benita cargaba el garrafón, barría calles ajenas, iba al mercado y regresaba a las golpizas en su casa. Un día, su esposo le consiguió trabajo en una casa en la Ciudad de México. Él era albañil y parecía buena persona. Amable y simpático, a primera a vista. Un maldito por dentro.

Benita llegaba al trabajo los lunes con los ojos desorbitados de miedo. Para tomar el pesero que la llevaría a la central de autobuses, antes era necesario caminar más de una hora por un bosque en donde violaban a las mujeres. Ya habían matado a varias. Ella no se atrevía a denunciar, porque era india, pero las mujeres de los pueblos vecinos se habían cansado de hacer plantones en los palacios municipales de la cabecera y de Toluca. Algunos hombres las acompañaban, no muchos. Finalmente, optaron por atravesar el bosque en grupos, así se protegerían entre ellas. Benita lo caminaba sola todos los lunes de madrugada. Era india, las mujeres blancas no se juntaban con ella.

Un día, llegó al trabajo con su hija adolescente. Era una muchacha delgada, de ojos rasgados. Al principio, se quedaba en su cuarto y sólo bajaba a comer, después, se adaptó a su nueva vida. Por las tardes, ella y su madre bordaban. Y mientras creaban flores llenas de colores, platicaban en su idioma. La risa de la muchacha era alegre y espontánea. La de Benita, más baja.

benita en el bosque
Ilustración: Emma Gascó.

Pasó mucho tiempo antes de que hablaran de los asesinatos y de las violaciones en el camino al pueblo. Entonces Benita también explicó la razón por la cual su hija llegaba con ella a trabajar. En su casa, había una amenaza aún peor que atravesar el bosque. Su marido. Ese hombre simpático y amable a su conveniencia, cuando estaba borracho, seguía a su hija para violarla. Era suya, tenía derecho. Así justificaba lo injustificable, la monstruosidad.

 Me gustaría acabar esta historia con un final feliz. Me encantaría cerrar con la escena de Benita y de su hija, Marisela, despreocupadas y contentas, riéndose como lo hacían mientras bordaban. Cómo quisiera verlas libres de ir y venir sin miedo, de regresar a casa sabiendo que detrás de la puerta cerrada no corrían peligro alguno. Sin embargo, el final es distinto. Un lunes, no llegaron al trabajo. Sus pertenencias siguen esperándolas: una bolsa con ropa, dos servilletas con flores que nadie se atreve a acabar por ellas. Hacerlo sería darlas por muertas.

Cada una de las mujeres en la marcha del 8 de marzo tiene una historia de machismo que contar. “Nos están matando”, se leía en una manta. “Nos están matando”. Duele decirlo y es importante repetirlo. Tomar conciencia porque es un hecho. Un país que mata a sus mujeres nunca será un buen lugar. Cada paso en la lucha, cada grito, cada forma de expresión y de rechazo es necesario para cambiar la situación. Como Benita, miles de mujeres tuvieron miedo de salir ese día. Sin embargo, su voz también se escuchó. La marcha y el paro del 9 son el inicio de un movimiento que debe incluir a todas las mujeres, independientemente de culturas y creencias. Algunos grupos han querido desprestigiarlo con argumentos absurdos, como que detrás de todo está un movimiento mundial en favor del aborto. No nos equivoquemos. La finalidad es muy clara. No más violencia hacia las mujeres. Ni una más. No más sufrimiento silencioso.


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#UnDíaSinNosotras: El virus detrás de la violencia de género

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Una Voz Especializada desde el Extranjero

En esta ocasión cedo mi espacio a la pluma de mi sobrina Valentina Prida, una destacada psicóloga de la Ibero, interesada profundamente en los estudios de género y su impacto en la sociedad, que tiene la ventaja de analizar el fenómeno del #UnDíaSinNosotras desde la perspectiva de Chicago, donde actualmente radica. Valentina es maestra en Psicoterapia de Pareja y Familia por la Adler University de esa ciudad, con especialidad en Emotionally Focused Therapy, y es miembro de la American Association for Marriage and Family Therapy y de la Delta Kappa International Marriage and Family Therapy Honor Society.

Le hice esta invitación ante el llamado que ella misma nos hizo a los hombres de México a unirnos a esta lucha, y ante la impotencia que siente al estar fuera de México. Intento de esta manera contribuir con mi solidaridad a visibilizar la vulnerabilidad que padecen cientos de miles de personas por la violencia de género en México, y a invitar a que más hombres nos sumemos a esta causa alzando nuestra voz. Yo alzo mi voz a través de la pluma de Valentina, para darle la potencia que requiere, como una forma de reconocer mi responsabilidad en esta lucha de la que quiero formar parte.


Por Valentina Prida.

Es claro que en México se está viviendo una crisis de violencia hacia la mujer donde el número de feminicidios, agresiones y violaciones incrementa de forma alarmante cada día. Un problema de esta magnitud requiere que se sumen todas las voces posibles. Utilizaré mi voz para unirme a esta lucha desde una perspectiva psicológica y de género, analizando de manera profunda cómo es que hemos llegamos hasta aquí como sociedad, entendiendo la influencia que tienen los sistemas sociales en el comportamiento humano.

valentina prida
Valentina Prida en Chicago.

Es importante resaltar que todos jugamos un rol en esta dinámica de violencia, ya sea como testigos pasivos, abusadores o víctimas. De hecho, estos roles son cambiantes: es probable que el que perpetúa la violencia haya sido víctima y/o testigo de violencia en algún momento de su vida, lo que nos invita a cuestionarnos ¿quiénes son los hombres detrás de estos actos de violencia?, ¿cuáles fueron las experiencias que los formaron como personas? Si pudiéramos entender por qué se sigue repitiendo el mismo patrón, quizá podríamos encontrar una solución social a este problema.

La identidad de México ha sido construida bajo una estructura patriarcal, colocando a los hombres en posiciones de autoridad y de poder. Por su parte, el machismo ha perpetuado al patriarcado como un conjunto de creencias, comportamientos, etc., que promueven y refuerzan la opresión a la mujer, y aunque en teoría, pretende beneficiar al hombre, también lo condena, limitándolo a lineamientos estrictos de comportamiento que pretenden llegar a un ideal inalcanzable de lo que significa ser hombre.

Desde una temprana edad se les dice a los niños que deben de ser fuertes, se les enseña a esconder sus sentimientos y a no pedir ayuda. Muchos hombres crecen en familias donde la violencia es normal. Ver a su padre golpear a su madre es algo común y aunque traten de resistirlo, muchos terminarán repitiendo ese patrón simplemente porque no se les presenta un modelo alterno de masculinidad. Es la ley de la selva en la cual sobrevive el más fuerte. Una de las formas de demostrar esa fortaleza es compitiendo con otros hombres y hacerla evidente también a través de la dominación a las mujeres, abusando del poder que la sociedad les ha conferido. ¿Cuál es el riesgo de no encajar o no pertenecer a esa exclusiva definición de masculinidad? Ser percibido como débil, impotente, manipulable, emocional, etc., con los altos costos sociales que esto implica.

Metafóricamente, este sistema de patriarcado junto con sus principales síntomas, empezando por el machismo, son como un virus con el cual hombres y mujeres en este país nacemos infectados casi sin que nos demos cuenta. Lo que hace más difícil la cura o la lucha contra este virus, es que lo internalizamos y se vuelve parte de nosotros. Unas de las características principales de este virus es que se alimenta de dividirnos como sociedad, nos silencia e impide que nos cuestionemos su impacto.

machismo y violencia de genero
Ilustración: Rachel Levit.

¿Cuál es el antídoto para el machismo? Se requiere de una introspección profunda para entender cómo es que el machismo ha influenciado en quiénes somos, nuestros pensamientos y cómo actuamos.

Es necesario abrir un diálogo entre hombres y mujeres para que a través de la empatía podamos entender el impacto que el machismo ha tenido en los hombres y la manera profunda en la que ha dañado a las mujeres. Únicamente, a través de la concientización podremos modificar nuestro lenguaje, pensamiento y acciones, generando un efecto dominó que empieza con nosotros mismos, después en nuestras familias, en nuestras escuelas y trabajos, y eventualmente tendrá un impacto en nuestras comunidades.

Nos encontramos en un punto crítico y crucial de la historia de México. De esta crisis nace la oportunidad de crear una nueva realidad donde las mujeres mexicanas puedan llevar una vida sin miedo y libre de violencia. Es necesario que todos reflexionemos sobre la responsabilidad que cada uno tenemos en este trabajo. Aquellos que cuentan con voces que suenen más fuerte, tienen una mayor responsabilidad de alzar la voz. Podemos sanar a nuestro México de este virus si movilizamos juntos esta lucha.


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