CEPAL conceptualiza al desarrollo tecnológico como “es el sustento último del crecimiento económico en el largo plazo. En la doble dimensión de la productividad y la incorporación de progreso técnico”, y termina diciendo que “los países de la región han estado y siguen estando estructuralmente rezagados”.
¿Qué tan lejos estamos en realidad de un Desarrollo tecnológico soberano para el caso de México? La respuesta desafortunadamente es que estamos muy lejos. Dado que implica replantear las capacidades de creación y transferencia nacional.
Replanteamiento que va desde la forma de ver y entender la ciencia y la tecnología en este país, y no por los que la hacen, sino por quienes la promueven y deberían incentivar.
Por ejemplo, no vayamos muy lejos, dentro del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2014 se menciona sobe la ciencia y tecnología lo siguiente: El gobierno federal promoverá la investigación científica y tecnológica; apoyará a estudiantes y académicos con becas y otros estímulos en bien del conocimiento. El CONACYT coordinará el Plan Nacional para la Innovación en beneficio de la sociedad y del desarrollo nacional con la participación de universidades, pueblos, científicos y empresas. Desafortunadamente no dice cómo hará esa promoción. Esperemos que en los años venideros este planteamiento logre realmente dar un nuevo enfoque a la ciencia y tecnología. Por ahora veamos cómo estamos en este rubro.
Tenemos exportaciones de tecnología con alto componente importado. Es decir, el valor agregado en temas tecnológico, como maquiladora, se contabiliza pero no se genera innovación dentro de los procesos de ensamble. Se hacen innovaciones en las máquinas con las que se ensambla, pero más como una conducta para facilitar el quehacer. En pocas palabras, exportamos productos de alta tecnología, pero sólo se ensamblan los componentes, no se fabrican.
Somos importadores de tecnología, muchos de los componentes tecnológicos que usamos en el día a día son importados, en muchos casos a precios muy altos. Los invito a que hagan un inventario de los productos que utilizan, aunque, desde luego, la mayoría dirá “Made in China” como la principal maquiladora mundial. El costo de la mano de obra es lo que supone que explique que sea así.
Veamos lo que sí podemos hacer y no se hace; las patentes con un alto componente de extranjeros (no residentes). El 95% de las patentes que se otorgan en el país no son de residentes. En ese sentido, en el estudio de la CEPAL –Ciencia, tecnología e innovación en la economía digital. La situación de América Latina y el Caribe, 2016– respecto a este tema se menciona que: (…) la distribución del planteamiento entre residentes y no residentes dentro de los países es relevante para determinar sus capacidades internas y conocer quiénes se apropian del conocimiento que se genera localmente o fuera del país, pero que se registra en él. (…) “5%, por ejemplo, en Colombia, Guatemala, México, el Perú y el Uruguay.”
Un planteamiento que se hizo por parte de CEPAL (2016) es que “(…) se debe avanzar hacia estructuras productivas más complejas basadas en la innovación”. Sin embargo, en dicho estudio se plantea que la “estructura productiva de México se estancó entre 1995 y 2014”. Esto es resultado de una poca o nula diversificación de las exportaciones. Nos vendieron muy bien la idea de la ventaja competitiva y la súper especialización de lo que hacemos mejor, ensamblar.
Hablando de dinero, y de cómo vamos en la inversión en investigación y desarrollo (I+D), basta decir que: Al analizar la dinámica de la inversión en I+D de los países latinoamericanos entre 2004 y 2013, se observa el estancamiento de la región con respecto a otros países emergentes, que expanden sus fronteras tecnológicas y de conocimiento, e incluso con respecto a países tecnológicamente maduros y avanzados. Se debe tomar en serio el tema e invertir en I+D; lo que se pone como porcentaje objetivo a nivel mundial de esta inversión es de 2.22.
Con datos del Banco Mundial para 2016, si comparamos el Gasto en Investigación y Desarrollo –en porcentaje respecto al PIB– tenemos que Corea es de 4.2%; mientras que en México fue de 0.48%. No se trata de buena voluntad, sino de una creencia en los efectos reales de la inversión de I+D como motor del desarrollo tecnológico y económico de un país.
Un tema importante es lograr incrementar los recursos humanos calificados para lograr ese replanteamiento de las capacidades de creación y transferencia nacional en ciencia tecnología.
Los datos de la CEPAL (2016) señalan a que: los países latinoamericanos tenían en promedio 520 investigadores equivalentes a jornada completa (EJC) por millón de habitantes, lo que contrastaba con la situación de los países industrializados, en los que las cifras correspondientes se ubican entre 2,000 y 8,000. Es decir, estamos muy lejos de tan siquiera pensar en replicar las capacidades tecnológicas del llamado primer mundo.
No cabe duda que lo más urgente es mejorar las herramientas de política para promover el Desarrollo tecnológico soberano, para que no se quede en buenas intenciones.
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