Joe Biden, presidente electo de Estados Unidos, se propone organizar una cumbre extraordinaria sobre el clima dentro de sus primeros 100 días en la Casa Blanca. Asimismo, desde hace meses anunció también que Estados Unidos se reincorporará al Acuerdo de París y designó como jefe de la nueva oficina sobre cambio climático, a John Kerry, exsecretario de Estado y experimentado político.
Esta reunión extraordinaria convocada por Biden puede contribuir al éxito de la cumbre de noviembre que se desarrollará en Glasgow, Escocia, la COP26. Este esfuerzo se suma al clamor que existe a nivel internacional para corregir el rumbo en materia de destrucción de la naturaleza y de combate al cambio climático. Es un esfuerzo para evitar, en palabras de António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, un suicidio colectivo. De igual forma, Guterres invitó a todos los países a declarar que vivimos en un estado de emergencia climática, dados los peligros que en la materia está enfrentando la humanidad en su conjunto. Asimismo, propuso articular en 2021 una coalición global para lograr la neutralidad de carbono en 2050.
Por su parte, la Unión Europea trabaja muy intensamente para detener la destrucción de la naturaleza, la sobre-explotación de los recursos naturales y el cambio climático. También China participa intensamente en este cambio de paradigma en el desarrollo global. En este esfuerzo destaca muy señaladamente la voz del Papa Francisco en la Encíclica “Laudato Si”, así como en diversos pronunciamientos.
Cabe reiterar que varios de los fondos de inversión y bancos globales han estado anunciando desde hace tiempo la cancelación de inversiones en energías fósiles y el apoyo a proyectos sustentables. Inclusive numerosas empresas petroleras han efectuado desinversiones del sector de hidrocarburos para redirigirlos hacia fuentes limpias de energía. Los nuevos paradigmas en el mundo de los negocios conllevan esa transformación.
El cambio climático de origen antropocéntrico es resultado de los esquemas de crecimiento económico surgidos principalmente desde la Revolución industrial. Es un fenómeno complejo que comprende a todos los sectores de la actividad económica. Está directamente vinculado a la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que al aumentar la temperatura del planeta generan fenómenos hidrometereológicos como huracanes, ciclones y lluvias torrenciales más intensas y frecuentes. Al mismo tiempo, provoca en otras áreas crecientes sequías e incendios forestales.
El clima es un sistema complejo, relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. Entre sus múltiples efectos está el derretimiento de los hielos polares y de planicies de altura, lo cual amenaza con una liberación de alto riesgo de metano y la descomposición de la materia orgánica congelada acentúa la emisión de anhídrido carbónico. Éste, a su vez, aumenta la acidez de los océanos y afecta la cadena alimentaria marina.
Uno de sus efectos es el aumento del nivel del mar. Cabe recordar que la cuarta parte de la población mundial vive junto al mar o cerca de él. La mayor parte de las megaciudades están situadas en zonas costeras. El cambio climático provoca una enorme pérdida de la biodiversidad y afecta directamente a los ecosistemas.
Los ecosistemas son los sistemas vitales de soporte de nuestra especie y todas las demás formas de vida. Son la “casa” de todas las especies, incluidos nosotros. En ellos evolucionamos los seres humanos como especie biológica y de los ecosistemas se obtienen alimentos, agua, oxígeno, estabilidad del clima, cuencas hidrológicas estables, polinizadores para los cultivos, diversidad genética. Los servicios ecosistémicos son indispensables para mantener la vida en la Tierra y para el bienestar y la salud de las personas en el mundo.
Es claro que vivimos una grave crisis ecológica, de la cual el cambio climático es sólo una expresión y que se expresa a través de múltiples indicadores. Cabe referir que en los últimos 150 años casi la mitad del suelo fértil de la Tierra ha desaparecido; cerca del 90% de los bancos de peces en el mundo están sobre explotados o ya no existen. Asimismo, la Tierra enfrenta la sexta mayor extinción de especies en su historia.
En la actualidad, la concentración de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera es la más elevada, no sólo en la historia de la humanidad, sino de casi toda la historia del planeta. Además, varios de los últimos diez años están catalogados como los más calurosos desde que existe registro en la materia.
El cambio climático es una de las manifestaciones de deterioro y destrucción de la naturaleza. Se trata de uno de los nueve límites planetarios que los científicos han identificado como las condiciones básicas para el pleno desarrollo de la vida humana. Así, este fenómeno se da en el contexto de la destrucción de la capa de ozono; la pérdida de la biodiversidad y la extinción de especies; la contaminación química y la emisión de nuevos compuestos; la acidificación de los océanos, así como su impacto por los deshechos plásticos; la pérdida del uso del suelo fértil; el consumo de agua dulce y el ciclo hidrológico global; los vertidos de nitrógeno y fósforo a la biósfera y los océanos; la concentración atmosférica de aerosoles, y también el cambio climático. Todos estos fenómenos están directamente relacionados.
Desde la publicación de “Los Límites del Crecimiento”, en 1972, que fue el primer Informe al Club de Roma presentado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y que demostró que el planeta tiene recursos naturales finitos, se ha discutido cuál es la responsabilidad de los países industrializados en los procesos de destrucción de la naturaleza y de la contaminación masiva en la Tierra, así de cuáles deben ser las cargas que tienen que asumir los países pobres y los ricos.
Es claro que los países industrializados construyeron su riqueza sobre la quema de carbón, petróleo y gas. Le deben a los países en vías de desarrollo ser pioneros en la protección del clima. Pero, al final, todos estamos en la misma nave, el planeta Tierra. Así, aún conscientes de la profunda asimetría que existe entre el desarrollo de los países ricos, las economías emergentes y los países pobres, todos tendremos que acabar sumándonos. Que se lleguen a cumplir los objetivos del Acuerdo de París se decide en gran medida en los países en desarrollo. Depende de que la tecnología apropiada esté disponible. Es importante recordar que los más afectados por los efectos del cambio climático son los pobres.
Así, frente a la emergencia climática que vive el mundo, es de la mayor transcendencia el llamado internacional que efectúa Joe Biden, el futuro presidente de Estados Unidos.
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