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Joe Biden, la cumbre extraordinaria sobre el cambio climático y las economías emergentes

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Joe Biden, presidente electo de Estados Unidos, se propone organizar una cumbre extraordinaria sobre el clima dentro de sus primeros 100 días en la Casa Blanca. Asimismo, desde hace meses anunció también que Estados Unidos se reincorporará al Acuerdo de París y designó como jefe de la nueva oficina sobre cambio climático, a John Kerry, exsecretario de Estado y experimentado político.

Esta reunión extraordinaria convocada por Biden puede contribuir al éxito de la cumbre de noviembre que se desarrollará en Glasgow, Escocia, la COP26. Este esfuerzo se suma al clamor que existe a nivel internacional para corregir el rumbo en materia de destrucción de la naturaleza y de combate al cambio climático. Es un esfuerzo para evitar, en palabras de António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, un suicidio colectivo. De igual forma, Guterres invitó a todos los países a declarar que vivimos en un estado de emergencia climática, dados los peligros que en la materia está enfrentando la humanidad en su conjunto. Asimismo, propuso articular en 2021 una coalición global para lograr la neutralidad de carbono en 2050.

Por su parte, la Unión Europea trabaja muy intensamente para detener la destrucción de la naturaleza, la sobre-explotación de los recursos naturales y el cambio climático. También China participa intensamente en este cambio de paradigma en el desarrollo global. En este esfuerzo destaca muy señaladamente la voz del Papa Francisco en la Encíclica “Laudato Si”, así como en diversos pronunciamientos.

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Foto: Green Peace.

Cabe reiterar que varios de los fondos de inversión y bancos globales han estado anunciando desde hace tiempo la cancelación de inversiones en energías fósiles y el apoyo a proyectos sustentables. Inclusive numerosas empresas petroleras han efectuado desinversiones del sector de hidrocarburos para redirigirlos hacia fuentes limpias de energía. Los nuevos paradigmas en el mundo de los negocios conllevan esa transformación.

El cambio climático de origen antropocéntrico es resultado de los esquemas de crecimiento económico surgidos principalmente desde la Revolución industrial. Es un fenómeno complejo que comprende a todos los sectores de la actividad económica. Está directamente vinculado a la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que al aumentar la temperatura del planeta generan fenómenos hidrometereológicos como huracanes, ciclones y lluvias torrenciales más intensas y frecuentes. Al mismo tiempo, provoca en otras áreas crecientes sequías e incendios forestales.

El clima es un sistema complejo, relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. Entre sus múltiples efectos está el derretimiento de los hielos polares y de planicies de altura, lo cual amenaza con una liberación de alto riesgo de metano y la descomposición de la materia orgánica congelada acentúa la emisión de anhídrido carbónico. Éste, a su vez, aumenta la acidez de los océanos y afecta la cadena alimentaria marina.

Uno de sus efectos es el aumento del nivel del mar. Cabe recordar que la cuarta parte de la población mundial vive junto al mar o cerca de él. La mayor parte de las megaciudades están situadas en zonas costeras. El cambio climático provoca una enorme pérdida de la biodiversidad y afecta directamente a los ecosistemas.

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Foto: Tabaya.

Los ecosistemas son los sistemas vitales de soporte de nuestra especie y todas las demás formas de vida. Son la “casa” de todas las especies, incluidos nosotros. En ellos evolucionamos los seres humanos como especie biológica y de los ecosistemas se obtienen alimentos, agua, oxígeno, estabilidad del clima, cuencas hidrológicas estables, polinizadores para los cultivos, diversidad genética. Los servicios ecosistémicos son indispensables para mantener la vida en la Tierra y para el bienestar y la salud de las personas en el mundo.

Es claro que vivimos una grave crisis ecológica, de la cual el cambio climático es sólo una expresión y que se expresa a través de múltiples indicadores. Cabe referir que en los últimos 150 años casi la mitad del suelo fértil de la Tierra ha desaparecido; cerca del 90% de los bancos de peces en el mundo están sobre explotados o ya no existen. Asimismo, la Tierra enfrenta la sexta mayor extinción de especies en su historia.

En la actualidad, la concentración de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera es la más elevada, no sólo en la historia de la humanidad, sino de casi toda la historia del planeta. Además, varios de los últimos diez años están catalogados como los más calurosos desde que existe registro en la materia.

El cambio climático es una de las manifestaciones de deterioro y destrucción de la naturaleza. Se trata de uno de los nueve límites planetarios que los científicos han identificado como las condiciones básicas para el pleno desarrollo de la vida humana. Así, este fenómeno se da en el contexto de la destrucción de la capa de ozono; la pérdida de la biodiversidad y la extinción de especies; la contaminación química y la emisión de nuevos compuestos; la acidificación de los océanos, así como su impacto por los deshechos plásticos; la pérdida del uso del suelo fértil; el consumo de agua dulce y el ciclo hidrológico global; los vertidos de nitrógeno y fósforo a la biósfera y los océanos; la concentración atmosférica de aerosoles, y también el cambio climático. Todos estos fenómenos están directamente relacionados.

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Imagen: Medium.

Desde la publicación de “Los Límites del Crecimiento”, en 1972, que fue el primer Informe al Club de Roma presentado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y que demostró que el planeta tiene recursos naturales finitos, se ha discutido cuál es la responsabilidad de los países industrializados en los procesos de destrucción de la naturaleza y de la contaminación masiva en la Tierra, así de cuáles deben ser las cargas que tienen que asumir los países pobres y los ricos.

Es claro que los países industrializados construyeron su riqueza sobre la quema de carbón, petróleo y gas. Le deben a los países en vías de desarrollo ser pioneros en la protección del clima. Pero, al final, todos estamos en la misma nave, el planeta Tierra. Así, aún conscientes de la profunda asimetría que existe entre el desarrollo de los países ricos, las economías emergentes y los países pobres, todos tendremos que acabar sumándonos. Que se lleguen a cumplir los objetivos del Acuerdo de París se decide en gran medida en los países en desarrollo. Depende de que la tecnología apropiada esté disponible. Es importante recordar que los más afectados por los efectos del cambio climático son los pobres.

Así, frente a la emergencia climática que vive el mundo, es de la mayor transcendencia el llamado internacional que efectúa Joe Biden, el futuro presidente de Estados Unidos.


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El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, y el cambio climático

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El mundo vive una situación de extremo peligro por el cambio climático y el muy acelerado proceso de destrucción de la naturaleza en todos sus ámbitos, a pesar de los esfuerzos reflejados en el Acuerdo de París de 2015 y de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Este año que termina, esta crisis se vio severamente complicada por la pandemia del COVID-19.

Frente a este panorama, António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, declaró la semana pasada que parece que estamos en guerra con la naturaleza y que es necesario hacer las paces, así como detener este suicidio colectivo. También urgió a la comunidad internacional a detener el cambio climático y señaló que en 2021 se debe articular una coalición global para lograr la neutralidad de carbono en 2050. Es necesario retomar el Acuerdo de París en el sentido de que la temperatura media del planeta no supere 1.5ºC respecto de los niveles pre-industriales.

En relación con el COVID-19 y la crisis económica y social que ha provocado, señaló muy puntualmente que es lamentable que el G-20 esté auspiciando más inversión en combustibles fósiles que en energías renovables, en los planes de recuperación de la situación económica generada por la pandemia. Es absurdo, agrega Guterres, que las futuras generaciones tengan que pagar una enorme deuda que se habrá utilizado para continuar destruyendo el planeta.

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Imagen: Loop Barbados.

Ante esta situación y frente a un año perdido por la pandemia, se plantea que el 2021 puede ser determinante para afrontar los daños derivados del calentamiento global y por la destrucción de la naturaleza. Por eso, se propone una coalición global para lograr la neutralidad de carbono en 2050.

Este llamado de Guterres se da en el contexto de un profundo cambio del panorama político internacional. El triunfo de Joe Biden y Kamala Harris en la reciente elección presidencial en Estados Unidos reorientará en muchos aspectos las políticas de ese país. Uno de los ámbitos en los que se tienen más expectativas es en materia de combate al cambio climático. Biden anunció que se creará una oficina en la Casa Blanca para tal efecto, la cual estará a cargo de John Kerry, experimentado político. Asimismo, anunció el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París. Esto le dará viabilidad al mismo. De esta forma se pone fin a las irresponsables y torpes políticas de Trump en la materia. De igual forma, la Unión Europea ha articulado sus políticas de recuperación de la crisis generada por la pandemia, a través de un conjunto de políticas, que tiene entre sus ejes rectores el Pacto Verde y la Agenda Digital.

El triunfo de Biden ha motivado que incluso políticos populistas como Boris Johnson se comprometan a colaborar en el combate al cambio climático y a tomar medidas como las de prohibir el uso de automóviles de combustión interna en 2030, decisión ya anunciada por otros países europeos como Alemania y Francia. Asimismo, otras naciones de Europa ya han establecido esta prohibición en plazos más cortos. También China se ha comprometido a lograr la neutralidad en materia de carbono a más tardar en 2060.

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Imagen: Osservatorio Balcani.

Varios organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la OCDE y la CEPAL han asumido actitudes proactivas para combatir y mitigar el cambio climático. Lo mismo sucede con muchos agentes económicos del sector privado, que van desde el fondo de inversión Blackrock, hasta bancos, aseguradoras y empresas petroleras. En el primer caso, Larry Fink, CEO de Blackrock, anunció desde hace ya casi un año, la intención de esa empresa de dejar de hacer inversiones en energías fósiles. Asimismo, varias de las grandes petroleras privadas globales han perdido severamente su valor accionario y algunas de ellas han anunciado desinversiones en proyectos de hidrocarburos, así como el inicio de proyectos de energías limpias. Pero, como lo señaló António Guterres, el panorama no es lineal, ya que ante la urgencia de salir de la crisis económica y social provocada por la pandemia, se están canalizando recursos a energía fósiles, con las consecuencias antes apuntadas.

Sin embargo, es importante señalar que el problema del cambio climático es de solución urgente. Recientemente, Jørgen Randers, Profesor Emérito de la Universidad de Oslo, Noruega, publicó un estudio en el que señala que aun si se suspendiera de inmediato el uso de combustibles fósiles, los efectos del calentamiento global, como el derretimiento de los polos, el permafrost, Groenlandia, entre otras áreas, son ya imparables, con todas las consecuencias que esto conlleva. Por eso es necesario no sólo detener la emisión de gases de efecto invernadero sino de su captura.

Basta recordar que tres de los últimos cinco años son los más calurosos a nivel mundial, desde que se lleva registro. Además, la concentración de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera son los más altos, no sólo en la historia de la humanidad sino en buena parte de la vida del planeta. De igual forma, recordemos que la acelerada destrucción de los ecosistemas está directamente vinculada a las crecientes epidemias y pandemias.

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Imagen: New Atlas.

El mundo vive un conjunto de riesgos de carácter global sin precedentes, derivados tanto del acelerado proceso de destrucción de la naturaleza, el cambio climático, el crecimiento demográfico, la sobre-explotación de los recursos naturales, entre otros problemas. Estos no son, desde luego, los únicos riesgos globales, que comprenden muchos otros, como las armas nucleares, diversos fenómenos naturales o los graves problemas de la economía global, capturada por la especulación financiera.

Vivimos en la época de mayor progreso científico y tecnológico de la historia humana, el cual se ve potenciado por la digitalización y la Inteligencia Artificial. Estamos en la Cuarta Revolución Tecnológica-Industrial. Nunca antes tanta gente había salido de la pobreza, como en China y otros países del Asia Pacífico. Pero la pobreza y la desigualdad persisten para una parte muy elevada de la población mundial.

Frente a la falta de solución de problemas ancestrales, han surgido en el mundo una serie de líderes populistas, que han propuesto soluciones simples, siempre alejados del conocimiento científico. Esperemos que esta ola llegue a su fin. La derrota de Trump es un buen augurio para retomar una agenda global urgente. Una coalición en 2021 contra el carbono es un buen comienzo.


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Cambio climático: una amenaza que corre de prisa sobre el campo

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Miles de hectáreas de cultivos perdidas; cientos de cabezas de ganado muertas y la necesidad de importar los recursos que México más produce, fueron los estragos de la sequía que el país encarnó en el 2011 —la peor que ha experimentado a lo largo de varias décadas—. Y es que la escasez de lluvias de hace nueve años, solo fue muestra de los gritos que emite el planeta a fin de suplicar que se frene una de las problemáticas más gigantes del momento: el cambio climático en el campo.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO), México dedica 145 millones de hectáreas —de 198 que tiene— a las actividades agropecuarias. En este sentido, el sector no solo aporta al Producto Interno Bruto (PIB), si no que representa la fuente de alimentos más importante del país y una gran base para la industria y el comercio.

Pese a su gran importancia en el desarrollo nacional, el campo comenzó a ser víctima de los efectos del cambio climático y con ello, puso en riesgo la seguridad alimentaria de todo el país. Precisamente bajo este panorama, Sol Ortiz García,  directora general de Atención al Cambio Climático en la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, expresó a El Semanario, la importancia de tomar cartas en el asunto.

Doctora Sol Ortiz, directora general de Atención al Cambio Climático en la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural

¿Qué es el cambio climático y cuáles son sus efectos en el campo?

De acuerdo con la bióloga y Doctora en Ecología, en primer lugar es importante hacer una distinción entre el llamado “cambio climático” y las “variaciones climáticas”. Esto, sobre todo porque mientras el primer fenómeno es producto de la acción humana, las segundas, siempre han existido y por ende, las actividades económicas se han adaptado a ellas.

Según información de la fundación Acciona, el cambio climático tiene como principal causa el calentamiento global e involucra toda una serie de daños físicos y biológicos. Al respecto, Sol Ortiz puso de manifiesto que el problema consiste en acciones humanas que han incrementado el nivel de Dióxido de Carbono (CO2) en la atmósfera y que están teniendo consecuencias muy fuertes en la vida del planeta.

La funcionaria de la Secretaría de Agricultura explicó que entre los efectos más notables del cambio climático se encuentran las sequías o las lluvias extremas —como lo ocurrido últimamente en los estados de Tabasco y Chiapas—. No obstante, agregó que son fenómenos que varían y se desarrollan según las situaciones de cada territorio.

La Doctora expresó que una de las mayores cargas negativas del cambio climático reside en las modificaciones sobre la condición del suelo. Incluso, agregó que las consecuencias del proceso han llegado a los océanos del país al grado de poner en peligro algunas especies marinas.

Por si fuera poco, otro de los estragos más grandes del problema que México y el mundo enfrentan, es el poner en riesgo la seguridad alimentaria. De continuar con actos que contribuyen a la degradación de la atmósfera, cultivos como el maíz podrían reducirse hasta en un 50 por ciento. ¿Es imaginable una alimentación mexicana sin dicho cereal?

Y es que si no se empieza a actuar desde ahora a nivel nacional e internacional, las consecuencias llegarán a niveles estratosféricos Entre la escasez de lluvia o el exceso de la misma, podría estar en riesgo la economía, alimentación y crecimiento de todo el planeta.

Cambio climático, campo y prácticas sustentables

Sol Ortiz García enfatizó la importancia de que en la agricultura nacional e internacional se realicen prácticas sustentables. Explicó que de no comenzar ahora, los recursos no llegarán para las futuras generaciones —incluso para los habitantes de los años próximos—.

“Si hacemos un uso irracional de estos recursos, simple y sencillamente no los vamos a tener en los próximos años. El suelo se ha visto afectada por malas prácticas y  mal uso de insumos agrícolas. Y esto reduce las posibilidades de dónde producir alimentos”, dijo la especialista.

Cabe señalar que la postura de la experta ha sido reforzada en múltiples ocasiones por la FAO. Resulta que según información del organismo, la producción sostenible minimiza la presión sobre los recursos naturales debido al adecuado manejo de la biodiversidad, la reducción de insumos nocivos y el uso de policultivos.

¿Qué acciones se han tomado en México?

Para empezar, la Doctora en Ecología informó que por el momento, el trabajo del campo de México y el mundo necesita adaptarse a las manifestaciones del cambio climático. Sin embargo, comentó que es una tarea que debe realizarse con sumo cuidado a fin de que la misma producción no fomente la descomposición de la atmósfera.

De acuerdo con Ortiz García, uno de los proyectos en los que participa el país para erradicar el cambio climático es el Acuerdo de Paris. En este consenso, las naciones participantes pretenden que la temperatura mundial no supere los 1.5 grados centígrados de aquí a 2030 y así, se puedan evitar panoramas más complejos.

Sumando a lo anterior, la funcionaria advirtió que el Estado Mexicano también forma parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático; el Convenio sobre Diversidad Biológica y el de la de Lucha contra la Desertificación.

A nivel nacional, Sol Ortiz explicó que la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, encabezada por Víctor Manuel Villalobos Arámbula, tiene especial preocupación por tener un plan integral en materia de cambio climático. En este sentido, agregó que la actual administración se rige por un programa sectorial con tres pilares fundamentales: productividad, inclusión y la sustentabilidad.

Según el testimonio de la Doctora, la dependencia se ha encargado de trabajar en políticas públicas dirigidas a la conservación de recursos naturales. De dicha forma, tiene acciones encaminadas a la reducción del uso del agua; la captura y uso del carbono de los suelos; así como la campaña “Mi parcela no se quema”.

Bajo este escenario, la Secretaría de Agricultura ha buscado la unión con otros combatientes contra el cambio climático. Dos de los actores con quienes se empeñó en unir fuerzas son la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAME)

Pese a los esfuerzos de la autollamada Cuarta Transformación, la especialista aseguró que el control de los efectos del cambio climático depende del trabajo coordinado entre gobierno, sector privado y sociedad civil. Incluso, manifestó que la pandemia de COVID-19 sirvió para demostrar que cada parte del mundo conforma un todo que depende de los actores restantes del juego.

“Llegó la posibilidad de sensibilizarnos debido a la pandemia de COVID-19. No estamos aislados, lo que pase en China, eventualmente, va a afectar a nosotros. ¿Qué pasaría si se detiene el campo? Somos un todo y lo que hacemos afecta a otros”, comentó la experta.

Así, como bien lo dijo Ortiz García, es momento de unir esfuerzos para controlar y adaptarnos a una problemática que está ocasionando una crisis no solo nacional, o continental, sino planetaria. En 2011 se perdieron cultivos; este año las lluvias en Tabasco han dejado miles de personas damnificadas, ¿debemos esperar las consecuencias del 2030 para empezar a actuar?

Calentamiento global es inminente

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“Ya lo estamos viendo, ya está ocurriendo, como la ola de calor de California del mes pasado, o las elevadas temperaturas en Europa, Siberia y algunas partes del hemisferio sur”, señala Paulina Ordóñez Pérez.

La investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, advierte que en los próximos años se romperán récords de temperatura en el mundo, ya que algunos de los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global tienen una vida media muy elevada en la atmósfera.

Como consecuencia, aumentará la cantidad de eventos extremos: más olas de calor, sequía en unos sitios e inundaciones en otros, incendios forestales, y los ciclones y huracanes que toman su energía del calor del océano –que también es cada vez más elevada–, asimismo esos fenómenos serán cada vez más intensos con el paso de los años.

La especialista expuso esa situación tiene que ver con el calentamiento global de la Tierra; no hay duda. Aunado a ello también influyen las oscilaciones o variabilidad natural del sistema climático.

Además de mencionar la anomalía presente de tener una tendencia creciente cada año, lo natural sería, prosiguió, la existencia de fluctuaciones, años más cálidos o fríos, por encima o debajo de la media, “pero en este caso se van superando récords y en las últimas décadas las temperaturas son cada vez más elevadas”.

Uno pensaría que este año sería menos caluroso que el 2019, ya que por la pandemia se redujo la emisión de contaminantes, Se estima que en primavera, cuando la mayoría de los países estaban confinados, se emitió 20% menos de CO2 a escala global, y se calcula que al final del año será de aproximadamente 7% menos, en total.

Sin embargo, Paulina Ordóñez puntualiza que ésta es solo una “interrupción puntual” de las emisiones y el confinamiento no es solución para el combate al cambio climático, la salida para este problema global es que la economía no se base en la quema de combustibles fósiles.

“Aunque dejáramos de emitir drásticamente contaminantes a la atmósfera, ahí siguen los que hemos arrojado durante décadas; tendríamos que esperar a que se eliminen. La mala noticia es que tampoco se espera que disminuyan las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos años”, agregó.

Respecto al avance de las energías renovables, señaló que está distribuido de manera desigual en el mundo.

Mientras la Unión Europea es líder en su uso y en contribuir a la lucha contra el cambio climático, –aun cuando dentro de esa región hay diferencias entre países–, México está muy lejos de potenciar el uso de energías limpias.

“Si tenemos tan clara la causa de lo que ocurre, es decir, nuestro estilo de vida y el uso excesivo de energía, lo podemos solucionar. Aún habría tiempo, pero hay que actuar ya y rápido. No obstante, no estamos haciendo lo que se debe”, concluyó.

Una era de catástrofes

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En la era del cambio climático afloran escenarios adversos para la humidad y los ecosistemas en general.

La Organización Meteorológica Mundial –OMM, agencia de la ONU especializada en el tiempo, clima y agua– que le ha estado tomando el pulso al planeta a través de los modelos climáticos, prevé un aumento de la temperatura media en la mayoría de las regiones terrestres –regionales, nacionales y mundiales–, y oceánicas, con lluvias intensas, pero también en algunas regiones con serios déficits de precipitaciones.

Petteri Taalas, secretario general de la OMM, lo sintetiza: “Si bien la pandemia del COVID-19 ha generado una profunda crisis sanitaria y económica a escala internacional de la que la tardaremos años en recuperarnos, es fundamental recordar que el cambio climático seguirá representando una amenaza constante y creciente para la vida humana, los ecosistemas, las economías y las sociedades durante los siglos venideros. La recuperación de la pandemia de COVID-19 es una oportunidad para tomar un camino más sostenible hacia la resiliencia y la adaptación frente al cambio climático antropógeno”.

De acuerdo con este organismo los extremos climáticos, en los últimos 50 años, han originado más de 11,000 desastres, han provocado 2 millones de víctimas mortales y en el terreno de pérdidas económicas se estiman en 3.6 billones de dólares. 

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Imagen: The Issue.

La información científica de la OMM revela que la energía que emite el Sol no ha aumentado en los últimos 30 años, sino que los cambios que hoy se registran con altas temperaturas se debe al calentamiento global generado por los gases de efecto invernadero, como son el bióxido de carbono y el metano, entre otros.

La intensa y constante quema de combustibles fósiles –petróleo, carbón, gas natural y gas licuado de petróleo–, que son hasta ahora la principal fuente de energía en el planeta, han provocado el ascenso sistemático de las temperaturas en el mundo, y con ello los peligros vinculados al clima son más impactantes.

A estas proyecciones se suman investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, quienes prevén que debido a esa constante quema de combustibles fósiles en el mundo, las temperaturas podrán alcanzar un aumento global promedio de entre 3 y 5 grados Celsius en los próximos 50 años, lo cual sería catastrófico para la biodiversidad. Por ahora, los reportes científicos indican un aumento promedio de 1 grado y con claras tendencias a alcanzar a mediano plazo 1.5 grados °C.

La velocidad con la que sube la temperatura a nivel global está imponiendo cada vez mayores retos a la humanidad como lo es en la forma de adaptación a las consecuencias del calentamiento global.

Para la OMM, nuevos récords de calor afloran como el ocurrido en el hemisferio norte (donde se han registrado las temperaturas récord más bajas con -89 grados °C), cuando el 20 de junio pasado se monitoreó una temperatura de 38 grados °C, cuya ola de calor también impactó a Siberia. Aún los expertos siguen las investigaciones para verificar si se trató de la temperatura más elevada en el círculo polar ártico.

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Imagen: Behance.

Y otros datos sorprendentes del mismo organismo indican que en 2018, aproximadamente 108 millones de personas en el mundo solicitaron ayuda del sistema humanitario internacional debido a los daños generados por tormentas, crecidas de mares y ríos, sequías e incendios forestales. Y, además, estiman que hacia el 2030 la cifra de afectados podría aumentar en casi 50%, y el costo asociado alcanzaría los 20,000 millones de dólares anuales.

Otros investigadores desarrollan la hipótesis de que el deshielo en los casquetes polares podrían liberar algunos virus letales, que desconoce la humanidad, y que han estado atrapados por miles de años en el hielo. Además, ese capas de suelo congelado (permafrost que ocupa un 25% de la superficie de la Tierra) concentran gases de efecto invernadero como el metano y el dióxido de carbono.

Lo lamentable, en el caso mexicano, es que con toda esta evidencia científica las autoridades del gobierno federal decidan aún seguir apostando al uso del carbón, combustóleo y gas natural para producir energía eléctrica, y han congelado el uso de las energías limpias como la eólica y solar. Se han cerrado a las inversiones privadas, nacionales y extranjeras, con el argumento de privilegiar a las empresas públicas, pero al caer en esta política no hacen más que elevar la contaminación atmosférica, atentar contra el ambiente y seguir coadyuvando con el calentamiento global.

México es altamente vulnerable al cambio climático, principalmente con el tema del agua. En nuestra última columna reseñé que 26 estados del país han padecido extremas sequías, y en seis estados en los que históricamente llovía mucho, ahora alcanzan el 50% de su patrón de lluvias.

Es hora de rectificar las políticas ambientales, los errores de un gobierno de 6 años impactarán por décadas a los ecosistemas.

El retroceso ambiental en el país es grave. Que la humanidad tome nota.


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Huella hídrica; huella de riesgo

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Los patrones de lluvias siguen cambiando a nivel global y regional. En el país cada año llueve menos y por consiguiente las sequías impactan más hasta los Estados donde se caracterizaban como grandes fábricas de agua.

Los expertos en el recurso hídrico aseguran que entre el año pasado y el que transcurre se ha alcanzado un récord histórico de sequía, en el que 26 entidades del país resienten los impactos de la escasez. Y en aquellos como Chiapas, Oaxaca, San Luis Potosí, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz en los que hasta hace algunos años se caracterizaban por ser lluviosos, en este lapso las precipitaciones apenas alcanzaron el 50% de su patrón de precipitaciones.

No hay duda de que la escasez del agua –debido a la sobreexplotación de los acuíferos–, el déficit de lluvias y el cambio climático seguirá catalizando el proceso de acercarnos a escenarios catastróficos por este desabasto.

“Los fenómenos catastróficos derivados de la variabilidad climática serán más frecuentes en México y debemos estar preparados para ello”, así me lo precisó Víctor Villalobos, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), en una plática que sostuvimos recientemente sobre el tema del agua en el país.

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Imagen: Water Logic.

Villalobos, con la experiencia que tiene en el campo y bosques, sabe perfectamente que los protagonistas del sector agroalimentario, entre otros, requieren ser más eficaces en la gestión de riesgos y en la atención oportuna ante los desastres naturales.

Desde que el Servicio Meteorológico Nacional realiza esta medición de las precipitaciones, en poco más de 15 años, es la primera vez que se presenta una sequía prolongada y severa, la cual afecta a las entidades otrora ricas en lluvia. Este tipo de sequías empiezan a generar los llamados corredores secos como hoy ocurre en Centroamérica: de Guatemala a Panamá, siendo el más afectado Honduras.

Muchos de los migrantes centroamericanos huyen sus países porque, ante la escasez de agua el campo, no producen y no tienen otra opción más que abandonar sus territorio. Sin duda, evidencias y consecuencias del cambio climático.

El agua es la clave para la biodiversidad y máxime cuando las temperaturas siguen en ascenso como ocurrió en 2019 cuando el país en un sólo mes, agosto, tuvo un temperatura promedio de 27 grados Celsius, 3 grados más de respecto a la media histórico de dicho mes. Y según los meteorólogos los niveles no han cambiado, las variantes son mínimas.   

De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en el país el 77% del agua se utiliza en la agricultura; 14% en el abastecimiento público; 5% en termoeléctricas y 4% en la industria. O sea, el campo necesita mucha agua para la producción de alimentos.

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Imagen: Polo Verde.

“Con respecto a la huella hídrica, desafortunadamente en el país medimos nuestra capacidad productiva en función de toneladas por hectárea o índice de agostadero. Sin embargo, tenemos que reconocer que los costos para la producción, desde el punto de vista del recurso hídrico son muy altos”, puntualiza Villalobos.

Y los ejemplos que brinda la Semarnat son muy claros, y hasta alarmantes sobre el uso de agua para producir un bien: “Para producir una hamburguesas se necesitan 2 mil 400 litros de agua; para producir un litro de leche se requieren mil litros; para producir un huevo de 40 gramos son necesarios 135 litros; para producir un vaso de jugo de naranja se requieren 170 litros; para una manzana son necesarios 70 litros. Una rebanada de pan demanda 40 litros; para elaborar una playera de algodón se necesitan 4 mil 100 litros; un vaso de cerveza de 250 mililitros necesita de 75 litros de agua; una copa de vino de 125 mililitros requiere 120 litros; una tortilla de 25 gramos necesita 50 litros; una taza de café de 125 ml, demanda 140 litros; producir un par de zapatos de cuero son necesarios 8 mil litros y un microchip, de 2 gramos, necesita de 32 litros de agua”.   

Este panorama de demanda de agua para la producción de alimentos y bienes demuestra el reto que enfrentará el país en los próximos años. México está catalogado a nivel internacional como uno de los países altamente vulnerable a la falta de agua. Si bien no tenemos aún migraciones masivas por hambre y falta de agua, lo que sí está presente es la guerra por el agua. Existen diversos conflictos sociales por el recurso hídrico.

Sin duda, urge medir el costo del agua, máxime para producir alimentos y tal vez ahí los agricultores deben sentar la bases sus producción con base a la disponibilidad. Se trata de crear conciencia y que todos seamos más responsables sobre el manejo de este recurso natural. Pero también se requieren de políticas públicas que fomenten la innovación y revolucionen los campos tecnológicos para hacer más eficiente el manejo del vital líquido.

Mucho se habla de una agricultura sustentable, pues es el momento de conocer programas y proyectos de Estado para garantizar este esquema para los próximos 30-50 años.

Nuestra huella hídrica hasta ahora es desastrosa.


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Última oportunidad para salvar el Fondo para el Cambio Climático

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Organizaciones se han unido para pedir a los representantes de la Cámara de Senadores para que no aprueben la extinción del Fondo para el Cambio Climático, así como tampoco desean eliminar ningún fideicomiso de cultura, ciencia y medio ambiente.

Entre estos organismos se encuentran: el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, Extinction Rebellion México, Fridays For Future México, el Grupo de Financiamiento Climático en Latinoamérica y el Caribe (GFLAC), Fundación Avina, Huerto Roma Verde, Ruta Cívica y Wildlands Network.

Con 223 votos a favor, se aprobó la eliminación del Fondo para el Cambio Climático, poniendo en riesgo el estado de derecho de la población mexicana y limitando los recursos que se cuentan para la atención de la crisis climática en la República. El dictamen se turna al Senado de la República para su análisis, en su caso aprobación.

El Fondo para el Cambio Climático creado por la Ley General de Cambio Climático en 2012 tiene como objetivo “captar y canalizar recursos financieros públicos, privados, nacionales e internacionales, para apoyar la implementación de acciones para enfrentar el cambio climático”, de acuerdo con el Artículo 80 de la Ley.

La creación del Fondo respondió a la necesidad de incrementar los recursos existentes para la atención del cambio climático, tema de gran importancia en la Agenda 2030. Este problema que cada vez que se hace más necesario atender de manera inmediata, el apoyo del PPEF 2021 que contempla únicamente dirigir 1.1% de los recursos públicos para atender el cambio climático, mientras que los recursos dirigidos a la explotación de combustibles fósiles, principal fuente de emisiones causantes del calentamiento global, representa 11.6% del PPEF total.

Porqué necesitamos el Fondo para el Cambio Climático

Entre los aspectos centrales por el cual se creó el Fondo, es la de apoyar medidas de adaptación debido a la alta vulnerabilidad a la que México está expuesto ante los impactos de un cambio climático que ya están sucediendo y que se verán agravados en el futuro cercano.

De igual forma, el Fondo promueve medidas que tengan un doble impacto, en materia de mitigación y adaptación; además de apoyar medidas de mitigación para reducir las fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual es clave para que México cumpla con sus compromisos para reducir emisiones y evitar un aumento de la temperatura global de más de 1.5 grados centígrados, tal como quedó establecido hace cinco años en el Acuerdo de París.

El carácter multisectorial del Fondo, atiende a diversas dependencias del país: opera bajo la gestión de un Comité presidido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en el que participan diversas Secretarías del Gobierno Federal (Hacienda y Crédito Público, Economía, Gobernación, Bienestar, Comunicaciones y Transportes, Energía, Agricultura y Desarrollo Rural, y Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano). Esto aumenta la gravedad de su desaparición, en caso de aprobarse por el Senado de la República.

Acabar con el fondo sería un gran error para la lucha contra el cambio climático, además de ser una clara violación al estado de derecho al poner en riesgo un acceso a un medio ambiente sano.

Fenómenos naturales como el Huracán Delta, son claros ejemplos de las afecciones del cambio climático, pues después de reconocerse como depresión tropical para pasar en menos de 36 horas a huracán categoría 4, esta intensificación es causada por el cambio climático.

Eliminar este Fondo implica que los recursos no lleguen a los destinos afectados por desastres naturales, dejando vulnerable a la población que más lo necesita.

Aeroméxico continua sus acciones por el medio ambiente

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Como parte del compromiso con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, la aerolínea Aeroméxico ha anunciado su continua contribución por el cuidado del medio ambiente, destacando sus esfuerzos en reducir el uso de plásticos de un solo uso, eliminación de vasos de unicel, sustitución de agitadores de plástico por madera y reducción de uso de más de 1 millón de bolsas plásticas, eficiencia operativa y compensación de emisiones.

Aeroméxico fue laprimera aerolínea nacional en entregar a la Agencia Federal de Aviación Civil, el informe de emisiones correspondiente a sus operaciones de 2019, cumpliendo así con el Esquema de Reducción y Eliminación de Carbono de la Aviación Internacional (CORSIA por sus siglas en inglés), del cual México forma parte de manera voluntaria.

El informe contiene datos sobre el consumo de combustible y las emisiones de los vuelos internacionales que operó la compañía en 2019. El trabajo fue revisado por Ruby Canyon, una empresa reconocida que entre sus servicios se encuentra la verificación de inventarios de Gases de Efecto Invernadero y validación de proyectos de mitigación, en cuyas conclusiones no determinó hallazgos u observaciones y destacó que el sistema de gestión de información operativa de Grupo Aeroméxico es robusto y confiable.

Por otro lado, la aerolínea se encuentra en la posición 17 ( de un listado de 100 aerolíneas que generan menores cantidades de dióxido de carbono) del Ranking Mundial de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) en relación al Programa de Eficiencia de Combustible. Asegurando ser una de las flotas más modernas, eficientes y menos contaminantes del mundo. Ya que su principal hangar en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México tiene un sistema de gestión ambiental certificado por la norma ISO 14001.

La compañía continuará sus estrategias de protección al medio ambiente, cumplimiento normativo y coordinación con la Agencia Federal de Aviación Civil de México y las instancias internacionales de aviación.