democracia

Senadores del PAN defienden permanencia de organismos autónomos

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Frente a las intenciones del presidente Andrés Manuel López Obrador por desmantelar los organismos autónomos, senadores del Partido Acción Nacional (PAN) salieron a su defensa. En este sentido, advirtieron que institutos como el Nacional Electoral (INE) o el de Transparencia (INAI) son de suma importancia para la vida democrática de México. 

Durante una videoconferencia realizada este 14 de enero, la senadora Xóchitl Gálvez Ruiz anunció que se recibieron dos candidaturas a las comisiones del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). No obstante, comentó que se trata de un órgano que vive en la cuerda floja dada la propuesta del primer mandatario. 

¿Por qué la defensa del PAN a los organismos autónomos?

Gálvez Ruiz explicó que es muy delicado lo que planea hacer López Obrador con los organismos autónomos —absorberlos por las dependencias del mismo Gobierno—. En el caso particular del IFT, la funcionaria señaló que nació precisamente para evitar que el presidente de la República decidiera el manejo de la radio o las televisoras y por ende hubiese mayor autoritarismo.

“Entonces sí creemos que el organismo regulador de telecomunicaciones es indispensable, no queremos regresar a los tiempos del autoritarismo, donde el presidente tomaba todo tipo de decisiones”, apuntó la legisladora. 

Por su parte, el senador Juan Antonio Martín del Campo mostró su apoyo al INE acerca de suspender la transmisión íntegra de las conferencias matutinas de López Obrador durante las campañas electorales. De dicha forma, agregó que únicamente se busca acatar lo dictado por la Constitución de México y que el mismo primer mandatario prometió cumplir. 

“Vemos con preocupación que una vez más este gobierno autoritario, este gobierno que simple y sencillamente no respeta y no quiere respetar las instituciones e inclusive quiere quitarlas. ¿Para qué? Para que exista realmente un gran autoritarismo”, señaló el panista.

Martín del Campo aseguró que Acción Nacional no está en contra del actual gobierno ni busca quitarle la libertad de expresión. Sin embargo, afirmó que las mañaneras en Palacio Nacional han sido utilizadas por el líder de la autollamada Cuarta Transformación para atacar a la oposición. 

En su turno, el legislador Francisco Salazar Sáenz mostró su preocupación no sólo por el IFT o el INE. Todo lo contrario, alertó sobre otros organismos autónomos con los que ha atentado la actual administración y señaló como ejemplo al Banco de México (Banxico)

Para Salazar Sáenz, la democracia no puede funcionar sin las instituciones que ahora intenta desaparecer quien encabeza Palacio Nacional. El panista advirtió que han sido los organismos autónomos quienes han puesto límites a la actual presidencia. 

El senador del PAN apuntó que las dictaduras son la única forma de gobierno donde no tienen presencia los órganos con autonomía. Por consiguiente, advirtió que los institutos ahora en juego son indispensables para hacer equilibrios debido a que “los ejecutivos no pueden considerarse los únicos poseedores de la verdad”.

Eliminación de organismos autónomos atenta contra la democracia:Coparmex

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La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) expresó que la eliminación de organismos autónomos propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador es un atentado a la democracia del país. Esto, sobre todo a razón de que representan contrapesos necesarios para el sistema. 

Por medio de un comunicado, la Coparmex puso de manifiesto que los órganos autónomos son “son actores clave en la defensa, protección y garantía de los derechos humanos”. Asimismo, señaló que al tener un distanciamiento con el Gobierno blindan a las instituciones de intereses particulares. 

“La Confederación considera que los organismos autónomos han fungido como auténticos contrapesos al Gobierno, han dado resultados y hoy pueden considerarse pilares de nuestra democracia”, dijo la Coparmex.

De acuerdo con la confederación, la eliminación de dichos organismos también se contrapone a lo estipulado en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá o T-MEC​. Argumentó que el acuerdo internacional  señala que los países firmantes deben “mantener sus respectivos órganos centrales de coordinación regulatoria”. 

La Coparmex explicó que las instituciones autónomas deben garantizar su permanencia. Entre las razones que expuso la confederación se encuentra la  contribución al ejercicio de determinados derechos como el acceso a la información, la rendición de cuentas, la protección de datos personales y el voto libre.

Por otro lado, señaló a aquellos órganos que regulan al Poder Ejecutivo, así como a la iniciativa privada, los mercados y las garantías de los consumidores.

Así fue como la Coparmex advirtió que los órganos autónomos han cumplido con ser el contrapeso del Gobierno Federal, aún con las críticas del primer mandatario. Por ello, apuntó que se tratan de elementos clave a fin de incidir en las políticas públicas y decisiones del país.

Insurrectos en Washington. La democracia y la verdad a prueba en México

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Sucedió lo impensable, el discurso incendiario convocando a la defensa del voto para impedir la certificación de su adversario como cuadragésimo sexto presidente del país de los justos, tuvo resonancia y respuesta.

El asalto a la sede del congreso norteamericano en Washington transmitido en tiempo real al mundo entero se observaba con incredulidad, una abierta rebelión estaba en marcha en el icónico recinto, alentada desde el mismísimo Poder Ejecutivo de Estados Unidos.

Las escenas de la irrupción multitudinaria y violenta de los simpatizantes del aún actual presidente, los atuendos bizarros y las consignas exhibidas y coreadas poco difieren de las de algún filme hollywoodesco en los que algún villano amenaza la libertad, la democracia y la justicia, en las que el héroe suele ser, curiosamente, el propio presidente.

impensable toma de capitolio
Imagen: The New York Times.

La gestión de Donald Trump ha sido desde su inicio, ahora que el término está de moda, “atípica” en muchos sentidos, pero particularmente por la heterodoxia de su “personal estilo de gobernar”, que no admite negativas ni contradicciones a sus deseos y objetivos. Todo lo que se oponga es, simplemente, desechable.

La arrogancia y la obstinación por mantenerse en el poder, en principio enarbolando la comisión de un fraude en su contra y, derivado de ello, la convocatoria a la defensa de su victoria mediante la movilización enardecida de las masas, carece de precedentes en la historia moderna de nuestro vecino y más importante socio comercial, a quien nos une, indefectiblemente, geografía, historia y porvenir.

Lo impensable fue posible y es de pronóstico reservado lo que aún se verá en la situación interna. El país del norte ha sido tocado por la flecha envenenada de la polarización, el racismo y la intolerancia, llegando a extremos antes no vistos (terrorismo doméstico, según ha declarado el propio presidente electo).

Es necesario considerar el carácter impredecible de quien todavía ostenta el mando y quien, si no aparece en el camino algún impedimento legal, tendrá una larga semana y media para continuar maquinando acciones radicales. Tampoco puede dejarse de lado la capacidad de presión y los intereses de quien dejará en breve la casa blanca.

Para él y sus más extremistas seguidores, quizá este capítulo no se ha cerrado, pero las enseñanzas de “una atípica gobernación” en el país que se sigue erigiendo como el paladín de la libertad, el inventor del federalismo y el defensor de la democracia, deben ser analizadas, aprendidas y extrapoladas, explícitamente cuando un solo hombre, a pesar de la sólida estructura legal e institucional, puede convertirse, con el voto y la manipulación ciudadana, en el autócrata más inconsciente y tiránico.

impensable toma de capitolio
Imagen: The New York Times.

Donald Trump lo advirtió desde su llegada al poder, nadie se llame sorprendido. No faltaron voces de desconfianza. Se manejó la incapacidad mental pero el aparato lo neutralizó. Se recurrió a la ilegalidad de procedimientos y facultades, pero todo se resolvió por las facultades y la “Seguridad nacional”. Durante cuatro largos años el país de los valientes acudió a los valores de una gran nación, al engaño y la manipulación, al discurso del pasado, donde todo estuvo mal, apostando a la esperanza de un futuro más promisorio.

Mucho nos deja de enseñanza lo sucedido en un país tan sólido legal y filosóficamente cimentado en sus principios, que, aunque usted no lo crea, fueron la inspiración de nuestra prostituida Constitución, no sólo porque lo impensable fue posible, sino porque lo pensable es el futuro posible y el escenario no deseable de nuestro indeseable 2021.

Es sólo un pensamiento golondrino. ¿Acaso Trump le hizo caso a AMLO?

Pero desde luego Biden no permitirá la ocupación del capitolio ni desalojará Reforma con una multimillonaria mochada.

Quienes han elegido el camino del engaño, la manipulación y la mentira deben sentirse aludidos por la realidad.

Es una recomendación inocua para una inteligencia inocua. Pero Don Porfirio la advirtió: no hay que soltar al tigre.

La desigualdad, la ignorancia y la pobreza siempre claman justicia.


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Elecciones México 2021: cambio de régimen

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Las elecciones que están por iniciar en México este 6 de junio de 2021, pueden potencialmente consolidar el cambio de régimen del sistema político nacional. Mucho se puede decir del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero la ciudadanía no puede declararse engañada, la oferta de cambiar el régimen ha sido siempre elemento central de la llamada Cuarta Transformación. ¿Qué significa esto?

El régimen es el sistema político por el que se rige una nación. En otras palabras, el conjunto de normas, de formas y procedimientos que regulan el acceso al poder político y su conservación. Me pregunto, ¿realmente era un cambio de régimen por lo que votó el pueblo de México el 1º de julio de 2018?, o ¿fue sólo un voto de castigo?

Formalmente, desde la Constitución de 1917, México tiene el régimen político correspondiente a una república, representativa, democrática y federal. Una república que establecía la división de poderes entre la rama ejecutiva, legislativa y judicial; independientes entre sí, y que con esa autonomía evitaban la concentración excesiva de poder, en alguna de estas ramas, aunque con predominio del Poder Ejecutivo, lo que nos convirtió en una república presidencialista.

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Imagen: Pinterest.

El carácter representativo se expresa en el reconocimiento de que la soberanía reside esencial y originariamente en el pueblo. Y en la convicción de que todo poder procede del pueblo y está hecho para su beneficio. Esa representatividad está garantizada por las elecciones libres, auténticas y periódicas de los poderes ejecutivos y legislativos; manteniendo esencialmente los mismos principios a nivel federal, estatal y municipal.

La pregunta obvia es ¿en qué falló el régimen prescrito por nuestra Constitución? Quizá falló en mayor o menor medida en todos y cada uno de los rasgos que lo describen. Las ramas del poder dejaron de ser independientes entre sí; los representantes dejaron de ser la voz del sentimiento del pueblo; el pueblo dejó escapar de sus manos la soberanía que originalmente le pertenece; y las entidades federativas, que conceptualmente no son estados, carecieron de efectividad, autonomía y autosuficiencia. Sin duda el régimen político de México falló en todos y cada uno de sus rasgos.

Se creyó que el predominio de un partido hegemónico, y posteriormente dominante, que impedía la alternancia en el poder político, particularmente en el Poder Ejecutivo, era el origen de todos los males de la nación.

Se planteó también que el presidencialismo exacerbado, dominando a las otras ramas del poder y los otros órdenes del sistema federal, era el origen de todos los males de la nación.

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Imagen: Manrique.

En este proceso, el régimen comenzó a moverse paulatinamente hacia un sistema semipresidencialista, con un poder legislativo fortalecido, con entidades federativas y municipios más independientes, y la dotación de autonomía a diversas instituciones cuya estabilidad, independencia y credibilidad, eran cruciales proteger de la disputa política por el poder. Éste fue, a grandes rasgos, la ruta de adaptación del régimen hacia un sistema político con efectiva alternancia democrática. El resultado, conocido por todos, ha sido la ingobernabilidad, la disolución social, la impunidad, la criminalidad desbocada y la desigualdad socioeconómica más vergonzosa.

EN PERSPECTIVA, en los albores de la elección intermedia más definitoria en la Historia de México, estamos como electores ante dos muy pobres alternativas: la primera, consolidará  un régimen hiperpresidencialista, centralista, militarista y corrupto, coludido con el crimen organizado, donde radicará toda la representatividad y soberanía de la nación; y la segunda, una impresentable alianza de partidos absolutamente corruptos, carentes de creatividad, desconectados con el ciudadano común, que no tiene nada que ofrecer ni en su historia, ni en sus protagonistas, ni en sus propuestas… sólo la vaga esperanza de contrapesar a sus adversarios. Con esa realidad, con las manos vacías y una sonrisa, vendrán el próximo 6 de junio a pedirle su voto. La decisión es suya.

Estimado lector, ¿de qué lado de la historia estará esta vez?


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La democracia no surge de la 4T; se construye de abajo hacia arriba

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Desde su llegada a Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador se convirtió en el funcionario de las “primeras veces”. En el discurso de cada conferencia matutina, celebración histórica y, por supuesto informes de Gobierno, el jefe del Ejecutivo saca a relucir que en su administración “por primera vez” no hay corrupción; “por primera vez” existe democracia; “por primera vez” se piensa más en los pobres que en los grupos de poder y así varios etcéteras.

¡Pruebas hay de sobra! Tan solo basta con recordar la mañanera del pasado 23 de diciembre cuando el mandatario tabasqueño señaló que “nunca había habido democracia en el país y que ahora está dando sus primeros pasos”. O bien, aquel 25 de septiembre, donde en un encuentro con la prensa, alertó que “nunca se había garantizado como ahora, la libertad de expresión”. Pero, ¿realmente es fruto de su llegada o más bien es el producto de una larga trayectoria?

Para Gerardo Estrada Rodríguez, Doctor en Sociología por la Ecole d’Hautes Etudes Sciencies Sociales, México sí ha tenido grandes avances en la democracia. Sin embargo, contrario a los dichos de quien ocupa la silla presidencial, no es un logro propio de la autollamada Cuarta Transformación, sino de un camino de años que se ha construido paso a paso. 

Estrada Rodríguez, quien además es miembro de la generación del 68, comentó a El Semanario que ha experimentado los avances democráticos y de libertad de expresión a lo largo de 50 años. En este sentido, apuntó que es testigo de toda una serie de notables cambios que ahora cobran gran impacto. 

Entre los más importantes, el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destacó una mayor libertad de expresión en los medios de comunicación —afirmó que tampoco se debe a la actual administración—.  Así, hizo énfasis en que el primer paso para tener una vida democrática, se deposita en el ejercicio pleno del derecho a una prensa libre. “En eso vamos bien”, apuntó el especialista. 

Quien fue participante del movimiento estudiantil de 1968 —uno de los levantamientos más importantes del país en materia democrática— manifestó su apoyo a una caminata hacia adelante de la democracia en México. Pese a que reconoció que dicho  sistema ha sido víctima de golpes y amenazas, Estrada expresó su confianza en que sobrevivirá. 

 “Yo creo que la democracia mexicana sigue caminando, a veces con tropiezos, muy golpeada, muy amenazada, pero va a sobrevivir a cualquier ataque”, expresó Estrada. 

Y es que el además exdirector de la Casa de México en París, puso de manifiesto que la única forma de hacer cambios en la nación, es por medio de procesos democráticos. Esto, incluso, pese a que reconoció que no sea la mejor forma de Gobierno, pero sí “la menos peor”. 

Cabe señalar que en eso sí coincide con López Obrador. Tal hecho, sobre todo porque quien ocupa Palacio Nacional ha señalado en múltiples ocasiones la necesidad de afianzar la democracia en el territorio. En su encuentro matutino del pasado 19 de agosto del 2020, señaló que: 

“Parte de nuestros problemas como nación se han originado por la falta de democracia, pues quien llega al cargo se siente con el control absoluto y hace lo que se le pega la gana”.

No obstante a la importancia del asunto, Estrada Rodríguez aclaró que todo proceso de democracia debe estar construido de abajo hacia arriba y no al revés. Es decir, explicó, que la verdadera representación política requiere iniciar en las asambleas de colonias y presidencias municipales para replicarse en los siguientes eslabones. Y es entonces cuando entran al juego las elecciones del 2021

Doctor Gerardo Estrada. Fuente: Me gusta leer.

Elecciones 2021 y el rumbo a la Democracia

De acuerdo con el Doctor Gerardo Estrada, el proceso electoral 2020-2021 es de suma importancia para México, una nación donde el papel del presidente pesa en demasía. El docente de la máxima casa de estudios señaló que por años, el país no había experimentado una hegemonía legislativa tan prominente como la que tiene ahora Movimiento Regeneración Nacional (Morena)

Estrada Rodríguez explicó que en las elecciones del 2018, el electorado brindó a Morena la mayoría en la toma de decisiones. Con ello, expuso que el país perdió el equilibrio de la tradicional división del poder a nivel Ejecutivo, Legislativo y Judicial

“El reto es volver a recuperar ese equilibrio entre los poderes y eso dependerá del resultado de las elecciones el año que entra”, apuntó el especialista. 

Y es que efectivamente, la función presidencial ha cobrado gran relevancia con López Obrador a cargo del Ejecutivo. Tan es así, que el pasado 1 de junio del año en curso, se autonombró el “principal guardián de las elecciones del 2021”. Con motivo de la celebración por el segundo año de su triunfo, el mandatario tabasqueño expresó que para muchos, esa fecha es sinónimo de democracia.  

En cuanto a los participantes de la carrera electoral, Estrada Rodríguez señaló que la oposición quedó debilitada desde los resultados arrojados en los comicios del 2018. No obstante, calificó de “naturales” las coaliciones que se están gestando y apuntó que si eligen a buenos representantes, bien podrían obtener el triunfo a distintos niveles. 

Sobre Morena y el presidente López Obrador, el sociólogo afirmó que no causan extrañeza las intervenciones electorales del primer mandatario. Todo lo contrario, alertó que fue el tabasqueño quien hace dos años incitó a la población a votar por la mayoría morenista en la Cámara Baja y que ahora, continúa con una estrategia basada en el desprestigio ajeno.

Las declaraciones que brindó Rodríguez a este medio, se respaldan con aquellas que ha hecho el mismo jefe del Ejecutivo. Pese a que aplaude tener oposición y ataques constantes, hasta el pasado 23 de diciembre no dejó de criticar la alianza ‘Va por México’ entre los Partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD)

Todo lo contrario, el líder de la autollamada Cuarta Transformación, festejó que sus opositores “se quiten las máscaras” como él ya lo había pronosticado. Aunque afirmó que únicamente buscan quedarse con el presupuesto de la población “pobre” del país. 

Ahora bien, con base en el testimonio del Doctor, las elecciones del 2021 tendrán un impacto más regional que federal. Precisamente por ello, resaltó la importancia de que cada institución o alianza política elija a sus candidatos “idóneos”, aquellos que puedan llegar a las necesidades y prioridades de cada colonia o demarcación. 

El investigador en Sociología Política agregó que México es un país heterogéneo tanto en términos electorales como culturales.  Al decir que no se puede hablar de reglas generales para todas las entidades de la República, Estrada expresó que en el país comienzan a pesar más los personajes que las ideologías, de ahí la importancia de hacer una buena selección de candidatos

Cabe señalar que para Estrada Rodríguez, el proceso electoral 2020-2021 tiene dos principales retos: uno logístico y otro político. Respecto al primero, el profesor de la UNAM señaló que se trata de una elección tan grande que es importante tener cuidado con la distribución y vigilancia de las casillas y boletas. Con relación a lo segundo, advirtió que desde la ciudadanía hasta la Presidencia de la República deben confiar en los órganos electorales

Finalmente, el Doctor Gerardo Estrada Rodríguez puso de manifiesto que México necesita una población más activa y responsable. De dicha forma, alertó que conductas como la negativa al uso del cubrebocas, no pueden quedar plasmadas en las elecciones, ese movimiento hecho por y para todos.

Carta de Año Nuevo al Presidente, a través de amigos mutuos

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No deshonra a un hombre equivocarse.
Lo que deshonra es la perseverancia en el error.
Benito Juárez. 

Estimado Andrés Manuel:

Espero hayas pasado una feliz Navidad en compañía de tu familia y cuidándose mucho, como es debido.

No puedo desaprovechar la oportunidad de contar con amigos míos que también son tus amigos, para hacerte llegar esta carta abierta para pedirte que consideres hacer el llamado a la unidad de los mexicanos que nos es tan necesario en estos momentos de grave crisis sanitaria, económica y política, que obviamente nos afecta en nuestro ánimo. Necesitamos que el poderoso Presidente Legítimo de México, que contribuyó de manera decisiva a reventar la execrable estructura de corrupción y de pobreza generalizada que habíamos construido y que no debía continuar, dé el paso para convocar a todas las fuerzas del país, sin exclusión alguna, a contribuir a construir el país que todos anhelamos.

Javier Quijano Baz
Javier Quijano Baz.

Solamente una vez he tenido la oportunidad de haber dialogado directamente contigo, gracias a la hospitalidad de nuestro mutuo amigo el prestigiado abogado Javier Quijano Baz, a quien has calificado como tu maestro y protector, quien te defendió con motivo del episodio del desafuero. En efecto, en 2011 fui invitado a una comida contigo y un selecto grupo de colegas de Javier, en la cual nos expusiste el “Nuevo Proyecto de Nación”, así como tus razones principales para contender por la Presidencia de la República. Yo fui el último en pedir el uso de la palabra y resumí dichas razones en tres, según yo las entendí: querías cambiar el régimen político del país, por la vía pacífica, para terminar con la monstruosa desigualdad social que padecemos. Te dije entonces que yo coincidía absolutamente contigo y te compartí que habíamos personas que no siendo militantes de la izquierda, queríamos apoyarla para darle la oportunidad histórica que merecía, pero te aclaré que por algunos episodios de tu trayectoria política no confiábamos del todo en ti. Con la serenidad y habilidad política que te caracterizan, me explicaste que eras precisamente tú quien tenía más posibilidades de éxito en la contienda presidencial que se avecinaba y que por eso tenías que ser tú el candidato.

Daniel Cosío Villegas
Daniel Cosío Villegas (The San Diego Union-Tribune).

Tuviste razón, aunque para llegar a la presidencia esperaste un sexenio más. Habías sido tú el que recorrió durante un par de décadas cada rincón de la República, para darte a conocer y mantener tu imagen política, para ofrecer una alternativa política y para conocer las dramáticas y precarias condiciones en que vive la vasta mayoría de nuestra población, lo que te sirvió para elaborar el más completo y certero diagnóstico de la problemática de México, lo que junto con tu carisma, te permitió lograr el abrumador triunfo que te llevó a la silla presidencial con una legitimidad democrática que nadie te puede cuestionar. Tristemente dicho diagnóstico no era del todo nuevo, sino un derivado de multitud de estudios que se han realizado a lo largo de los años ante una misma realidad que no hemos podido cambiar ni con la alternancia política, pero en particular del ensayo “La Crisis de México” escrito por don Daniel Cosío Villegas en 1946, el cual tú supiste reinterpretar a la luz del México de hoy, sin cambiar su esencia: la crisis de México es resultado de la corrupción imperante, tanto entonces como ahora, y te empeñas en sentar las bases del Estado moderno que necesitamos, uno redistributivo de la riqueza.

Tanto por comentarios públicos como privados del propio Javier y de otro amigo mutuo nuestro, José Agustín Ortiz Pinchetti, sé de tu auténtica austeridad y desinterés en acumular riqueza para uso propio, lo que sin duda te hace único en la política mexicana cuando se te compara con tus pares. Estoy cierto de que las austeras características de la vivienda que ocupabas cuando enviudaste, ya siendo figura no sólo nacional sino internacional, no las ha tenido la vivienda de ningún otro político de tu altura. Esta importante cualidad demuestra el nivel de tu inteligencia emocional para saber que entre personas de tu nivel, impresiona más la austeridad que la ostentosidad. Gracias al libro de José Agustín “AMLO con los Pies en la Tierra”, sé que eres puntual, productivo, proactivo, ejecutivo, directo, claro en tus planteamientos, sencillo en tus propuestas y terco en su seguimiento. También por ellos sé que eres Católico practicante y que tienes una visión espiritual y trascendente de la vida y de la política, lo que explica tu vocación de servicio a los demás.

También tuve la oportunidad de constatar de cerca la confianza que te ganaste del ingeniero Javier Jiménez Espriú, quien aceptó la cartera de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para enarbolar una de las más polémicas decisiones de tu gobierno, la de destruir el proyecto del aeropuerto de Texcoco que ya estaba en marcha. Pude conocer de cerca las justificaciones técnicas y políticas de tal decisión, las cuales, aunque no comparto, entendí y reconozco su mérito. Héctor Vasconcelos, también amigo tuyo y mío, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, es un fanático seguidor tuyo pese a su ateísmo radical y activa militancia anticlerical. También he constatado el respeto intelectual y moral que te tiene nuestra mutua amiga Loretta Ortiz Ahlf, destacada internacionalista que actualmente se desempeña como Consejera de la Judicatura Federal, luego de haberte apoyado durante la transición en la realización de los Foros por la Pacificación y Reconciliación Nacional. Y qué decir de mi primo Juan Ramón de la Fuente, actual Embajador Representante Permanente de México ante la ONU, quien en el año que hoy comienza representará a tu gobierno ante el Consejo General de este organismo, porque apoya tu proyecto político sin reservas.

Loretta Ortiz Ahlf
Loretta Ortiz Ahlf (Escuela Libre de Derecho).

Para mí no es poca cosa que amigos míos en quienes confío, te tengan esa confianza que a mí me faltó para votar por ti. Me preocupaba tu llamado “Al diablo con sus Instituciones” y me preocupa que en los hechos hayas ya afectado a muchas de ellas, algunas de las cuales eran perfectibles; me preocupaba tu discurso lleno de resentimiento social que nos divide entre pobres y ricos, entre liberales y conservadores y entre el pueblo bueno y los empresarios abusivos y los de la mafia en el poder, discurso que hasta la fecha mantienes; y me preocupaba la percepción que de ti tienen algunos de tus propios colaboradores de que no eres una persona abierta a la crítica y a aceptar recomendaciones, y me preocupa que en el ejercicio del poder tomas cualquier crítica, por constructiva que pretenda ser, y cualquier punto de vista diverso al tuyo, como un ataque personal y al movimiento que encabezas.

Juan Ramón de la Fuente
Juan Ramón de la Fuente (Revista Clase).

Mediante los amigos mutuos que he mencionado, intento hacerte llegar este llamado respetuoso a convocar a todos los mexicanos, de cualquier condición racial, social, económica o política, a trabajar en común para fortalecer y construir el andamiaje constitucional, legal y administrativo que se requiere, para que la grave problemática que actualmente enfrentamos y que claramente has identificado en tu diagnóstico, pueda ser resuelta sin depender solamente del hombre fuerte que hoy detenta el poder. Muchos importantes temas de la agenda nacional no son de naturaleza estrictamente política, sino de naturaleza técnica o científica, campos en los que resulta especialmente fácil encontrar zonas de contribución común de personas con posiciones políticas aún opuestas. La diversidad de opiniones y visiones enriquece y logra mejores resultados, su inclusión es el imperativo de la democracia. Los mexicanos unidos seremos capaces de enfrentar los grandes retos, solamente si actuamos conjuntamente. Ojalá seas tú y no tengamos que esperar a los que te sucedan, quien suprima los privilegios sin admitir exclusiones y quien facilite el diálogo directo entre los adversarios, que permita superar resentimientos y perdonarnos y nos conduzca a la paz y a la reconciliación nacional. Éste es mi deseo de año nuevo, estimado Presidente.


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El fracaso de la democracia yanqui

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Las recientes elecciones en Estados Unidos de América han abierto una herida profunda a la tradición democrática de más de dos siglos de esta nación, que mereció elogios de personajes de la talla de Alexander Von Humboldt, Alexis de Tocqueville y el Marqués de Lafayette, por sólo citar a los más notables de ellos. Toda comparación es odiosa dice el dicho popular, pero los imperios se asemejan a los seres vivos: nacen, se reproducen y mueren. Así sucedió, por traer sólo un ejemplo con el imperio romano –sin embargo, dicho sea de paso, los imperios de la antigüedad duraban más tiempo–, que vivió su origen, su esplendor y su caída. Dos hechos son particularmente evidentes en el caso del vecino del norte: la derrota del ejército norteamericano en Vietnam en 1973 y el ataque terrorista a las torres gemelas de Nueva York en 2001; que probaron la vulnerabilidad del imperio empoderado con sus triunfos en las dos guerras mundiales que enlutaron la humanidad el siglo XX, en el cual surgió el poderío económico, que conserva todavía, una república que tiene enfrente al gigante amarillo, presto a sustituirlo en los siglos venideros.  

Hoy, el modelo de la democracia estadounidense, sufre un revés ante un mundo vertiginosamente acelerado e interconectado por medios de comunicación y redes sociales, en la disputa entre un presidente polémico que responde al nombre de Donald Trump y un candidato aún no legalmente electo, como es Joe Biden, pero con una mayoría de 306 contra 232 votos a favor de Trump, de los Colegios Electorales de los estados que conforman la Unión Americana; difícil de disminuir por haber rebasado con más de cuatro millones de votantes al amenazador y vociferante inquilino de la Casa Blanca, quien invoca fraude electoral por el conteo de votos en estados claves como Georgia, Pensilvania y Arizona. Advierto que Biden, aún no es legalmente electo en virtud de que los recursos legales interpuestos por los abogados al servicio del presidente Trump, no han sido desahogados y el cómputo de votos en algunas entidades prosigue como el caso de Colorado.

democracia yanqui
Imagen: El Mundo

La mayoría de las analistas se desgañitan contra el presidente Trump por no salir a reconocer su derrota –y aprovechan el viaje para atacar en forma tosca al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por no enviar sus congratulaciones a Joe Biden y a su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris– y aceptar el triunfo de su oponente de filiación demócrata, cuyo partido ganó la mayoría en la Cámara de Representantes; equivalente a nuestra Cámara de Diputados, aunque en la de Senadores, a la fecha, todavía sigue el conteo en el caso de Georgia, en la que se decide si prevalecerá la mayoría republicana, pero con la opinión de algunos de ellos que ya se inclinan por la victoria del candidato demócrata. No obstante que la mayoría de los medios también proclaman el éxito de Joe Biden, lo hacen generalmente desde un plano político y sociológico olvidándose del proceso electoral jurídico que será definitivo.

Trump, hasta el momento de escribir estas líneas, no cede en este último pleito, a pesar de que varios jueces han negado, en diversas formas, el fraude electoral que anunció desde antes de la elección. Por ello, el equipo de transición y los fondos presupuestales para el cambio, se han paralizado y mantiene un suspenso a la Alfred Hitchcock, que viene a incrementar la incertidumbre, que sólo podrá ser despejada hasta que la autoridad judicial de la última instancia se pronuncie sobre la legalidad del enmarañado asunto, el cual ha llevado al modelo democrático yanqui a demostrar que su sistema electoral es obsoleto y requiere de una reforma profunda para no volver a hacer este papelón frente a la comunidad internacional.

Trump y Biden
Imagen: Cubano y Punto.

Lo cierto es que la otrora república ostentosa, tanto por su belicismo como por su poderosa economía mundial, prevalente en el mundo capitalista como ejemplo democrático hacia lo interno, está en crisis. No hay que olvidar que más de 72 millones de ciudadanos estadounidenses votaron por la permanencia del Trump en la presidencia frente a los 78 millones de Biden en la jornada electoral, en las cuales emitieron su voto el 67 por ciento, provocando la polarización de los simpatizantes que ya preparan marchas en favor de ambos personajes. En los últimos cien años, salvo las marchas en contra de la Guerra de Vietnam, nunca se había visto tal división del pueblo norteamericano, cuyos efectos están por verse en las próximas semanas.

¿Será la Suprema Corte de Justicia, el tercer poder, que desactive jurídicamente el conflicto entre la tozudez trumpiana y la prudencia bideana? ¿Reconocerá Trump, a regañadientes, finalmente el triunfo de su opositor? ¿Ambas determinaciones serán aceptadas por los partidarios de los contendientes? Súmele el lector todas las demás dudas a este inédito escenario en las contiendas civiles por el gran poder, que mantiene la demacrada faz de la república llamada “La esperanza del mundo” pero también el “Gran Satán”.


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Censura al Presidente y democracia

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El triunfo de Joe Biden es una nota de esperanza para el mundo en muchos sentidos, lo mismo para superar la pandemia del Covid-19 que ante el desafío del cambio climático. La derrota de Donald Trump lo es, sobre todo, porque muestra la posibilidad de trascender, o al menos poner bajo control democrático, una ola populista que lejos de resolver los problemas económicos, sociales o culturales que le dieron impulso, los está exacerbando, al tiempo que distorsiona y pone en riesgo a la propia democracia. 

Evidentemente, eso no sólo es aplicable a Estados Unidos, sino al mundo y en particular a México.

Somos un país muy diferente, pero son patentes los parecidos entre nuestros mandatarios y su accionar político, así como los fenómenos sociopolíticos que los llevaron al poder. Casi como señas de familia.

Es ilustrativo que, a pesar de que nuestro Presidente se asume como abanderado de la facción liberal en México, sucesor de Benito Juárez, su foto acaba de aparecer, al lado de la del inquilino saliente de la Casa Blanca, en un artículo de The Guardian con el título “El fin de la era Trump asesta un duro golpe a los líderes populistas de derecha en todo el mundo”. El gran “adversario” de los conservadores en un collage en el que también figuran el Primer Ministro húngaro Viktor Orbán, héroe del movimiento de la “democracia iliberal”, y Marine Le Pen, lideresa del partido francés de extrema derecha Agrupación Nacional.

derrota de trump
Imagen: Chicago Tribune.

Paralelismos

El Washington Post, con su iniciativa Fact Checker, ha llevado la cuenta de afirmaciones falsas o engañosas de Trump: en la recta final, su promedio fue de 50 por día. Según el diario, esta inclinación a la mentira o, en el mejor de los casos, la inexactitud, ha empeorado a tal grado que ya no puede seguirle el paso.

Al Sur del Río Bravo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, de acuerdo con SPIN, consultoría de comunicación política que ha seguido con lupa sus “conferencias mañaneras”, acumuló más de 29 mil 700 declaraciones no verdaderas o, en el mejor de los casos, inverificables: una media de 73 por episodio de este ejercicio más cercano al género del monólogo o el stand up que al de las ruedas de prensa para informar.

Uno a través de tuits, el otro hablando diariamente un mínimo de dos horas de lunes a viernes, muy temprano, han cultivado un estilo personal de lidiar con la crítica, la rendición de cuentas y la realidad misma que recuerdan a la famosa frase de Groucho Marx: “¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?”.

Trump popularizó el concepto fake news, como recurso para descalificar a los medios de comunicación que le resultan incómodos, por supuesto no a sus propias mentiras o imprecisiones. También declaró a un grupo de estos –New York Times, NBC, ABC, CBS, CNN– “enemigos del pueblo”. Su gobierno inventó el concepto de las “verdades alternas”, tan paradójico como válido para millones en la era de la posmodernidad, la polarización y la posverdad.

Nuestro mandatario ha sido aun más creativo: “hampa del periodismo”, “prensa fifí”, “pasquín inmundo”, “muerden la mano de quien les quitó el bozal”. En paralelo, ha hecho de la frase “tengo otros datos”, una de sus salidas más socorridas ante los datos de la terca realidad.

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Imagen: Poynter.

Por eso no son de extrañar rasgos de identidad como el rechazo a usar cubrebocas ante la pandemia, así como el desprecio a lo que diga la ciencia y los especialistas al respecto, lo mismo que sobre todo tipo de asuntos, desde la medición del PIB hasta el cambio climático. Todo con la idea de que la verdad puede ser sinónimo de popularidad o que depende de la fe, la repetición o la lealtad política.

Así, con el favor del “pueblo sabio”, más allá de lo que opinen técnicos, o las matemáticas, “gobernar no tiene mucha ciencia”, como ha dicho AMLO. Y también así Trump puede justificar su autoelogio de “genio muy estable”.

En ambos casos, como en el del presidente brasileño Jair Bolsonaro y su patético llamado a “dejar de ser un país de maricas”, la pandemia sacó a relucir los riesgos que implica ese talante de desprecio a la realidad y al conocimiento, irresponsabilidad declarativa y distorsión cognitiva sobre lo que significa e implica el ejercicio de gobierno, convertido en una suerte de campaña electoral permanente o mala película de buenos contra malos. El aprendizaje ha sido muy costoso, pero es fundamental.

De hecho, Trump hubiera sido un candidato mucho más competitivo si no hubiese manejado la contingencia con tal dosis de negación, desprecio de las indicaciones de especialistas y una politización o faccionalismo que se extendió incluso a algo tan básico, pero tan crítico como el uso de mascarillas.

Si no nos hace reaccionar el que a una tragedia como la que estamos viviendo en ambos países por el Covid-19 se le responda así, con tan marcada confusión entre gobierno y demagogia, y entre narrativa y realidad, ¿qué puede hacerlo? Porque lo que es claro es que los problemas no se resuelven a base de retórica, desplantes y distractores mediáticos; al contrario: se complican.

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Imagen: Jamiel Law.

Autocorrección democrática: de Clístenes a Trump

En este contexto, tampoco debería sorprender que cadenas de televisión de Estados Unidos decidieran sacar del aire a Trump cuando denunciaba, sin evidencias y ni siquiera argumentos con alguna lógica mínima, un fraude. El asunto es polémico, y se da cuando el Presidente cae aceleradamente al estatus de lame duck, como designa el argot político de ese país a un mandatario que queda sólo con poder formal. Podría acusarse a esos medios de hacer leña del árbol caído con cómoda valentía. Sin embargo, a la postre puede acabar siendo una decisión que ayudó a reparar un vacío o una distorsión real del Estado democrático de derecho.

¿Hasta dónde llega la libertad de expresión de un gobernante? ¿Incluye usar “la investidura”, el podio y la caja de resonancia pública que le confieren los ciudadanos para desinformar, engañar, esparcir odio, alentar la división, hacer acusaciones sin pruebas, calumniar o difamar, propiciar la inestabilidad social, o incluso situaciones que pueden derivar en muerte y desolación, como en el caso de la pandemia?

AMLO ha dicho que su “pecho no es bodega”, y lo mismo podrían decir Trump o Bolsonaro, todos con una incansable energía pleitista, inmersos en riñas permanentes que no sólo distraen de los asuntos que importan al interés colectivo, sino que cancelan las oportunidades de solucionarlos porque dinamitan los puentes de diálogo y acuerdos. Quizá la censura que los gobernantes no deben imponer a los ciudadanos de a pie, sí deban ejercerla éstos contra mandatarios que se extralimitan en el poder y la representación que dimanan de la propia ciudadanía.

Hoy cualquiera puede expresarse con liberalidad en las redes sociales para insultar, decir tonterías o hacer eco de mentiras, prejuicios y las teorías conspiratorias más delirantes. Incluso tener a miles o hasta millones de fans que siguen a algunos precisamente por todo eso. ¿Puede ser igual para el hombre más poderoso del mundo o el de una nación de más de 126 millones de habitantes? 

Desde la época del esplendor de la democracia de Atenas, hace 2 mil 500 años, se sabe que ésta puede degenerar en oclocracia o llevar al poder a demagogos que acaben con la democracia. Sin embargo, también se ha constatado, una y otra vez desde las reformas de Clístenes, la capacidad de ajuste y corrección de este sistema que Winston Churchill calificó como el peor, a excepción de todos los demás que se han inventado. Así es como crearon el sistema de división de poderes y las garantías constitucionales, y así también hay que abordar los dilemas que plantean el populismo y la demagogia en la era de las redes sociales y la conectividad 5G.

Sobre esas bases hay que abordar la victoria de Biden y la derrota de Trump: oportunidad para poner en sintonía a la democracia con los retos y las oportunidades del mundo y del México del siglo XXI.


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