Ocio

La semilla mexicana del ganadero de Jandilla, Borja Domecq

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Hace casi diez años en Bilbao se lidió un encierro propiedad de Francisco de Borja Domecq, y al término del festejo hablé con quien esta semana se nos adelantó en el imparable paseíllo de la existencia. 

Lo recuerdo como si fuera hoy, la alegría de un hombre de carácter fuerte, a la par bonachón, quien después de su éxito, departía con amigos y familiares celebrando su encierro por la largueza en la embestida, la nobleza al acudir a los engaños, con la presentación que exige el público bilbaíno en cuanto a la morfología; caras serias, encornaduras bien desarrolladas, rabos largos y en conjunto cuerpos fuertes y musculosos.

El resultado de aquella tarde fue triunfal, para Iván Fandiño con dos trofeos; uno obtuvo David Mora“El Cid” (Manuel Jesús Cid Salas) se fue en blanco.

Los antepasados de Borja llegaron a España en el siglo XVIII y uno de ellos, Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, bodeguero de origen francés afincado en Jerez, compró en 1930 la legendaria ganadería del duque de Veragua, con el propósito de prestigiarse social y comercialmente y, además, satisfacer una gran afición por el ganado de lidia.

Los hijos de Juan Pedro, Álvaro, Pedro y Salvador de apellido materno Díez,  heredaron su vocación y también, aprovechando consejos y métodos de su gran amigo y vecino de finca, José Ramón Mora Figueroa

ganaderos borja domecq
Los ganaderos Borja Domecq, padre e hijo (Fotografía: El País).

Juan Pedro Domecq y Díez, junto con sus hermanos, fueron arquitectos del toro de lidia contemporáneo. El encaste estuvo adaptado a su personal, interpretación de la tauromaquia de Juan Pedro y lo denominó “bravura integral” –capacidad del toro para luchar en los tres tercios–.

Fallecido Juan Pedro en 1975, la ganadería pasó a ser dirigida por su hijo Fernando Domecq Solís, hasta que tres años más tarde, el hierro originario de Veragua, fue transferido a su hermano Juan Pedro Domecq Solís, quedando adscritas el grueso de las reses al otro hierro familiar de igual nombre que la finca matriz: “Jandilla”, que desde 1987 fue la marca ganadera de Borja.

Le pregunté a Borja en alguna charla: “¿Cómo surgió el nombre de Jandilla?”. 

Al morir mi padre nos dimos cuenta de que la marca, si llevaba el nombre de la persona, tenía sus días limitados, como es limitada la vida del ser humano, así que hicimos el esfuerzo de crear una segunda marca que sonara bien y tuviera un “algo que ver”. La Laguna de la Janda –una de las más importantes en la geografía española por aquel entonces– terminaba en la finca donde pastaban las vacas. De esta forma, Jandilla es un diminutivo que hace referencia a la cola de la Laguna de la Janda.

Es importante mencionar que tanto Borja como en conjunto los Domecq, mantienen una gran amistad con la familia Barroso, y en 1997 la ganadería de Jaral de Peñas importó 19 vacas y dosis de esperma de los mejores sementales del ganado de sus ganaderías, principalmente Jandilla. 

Hoy más de una docena de ganaderías mexicanas a través de Jaral de Peñas, tienen esa estirpe.

En 2002 Borja Domecq Solís formó también el hierro de Vegahermosa con productos de esa misma procedencia genética con la que hizo un brillante trabajo que le llevó a situar la ganadería entre las más destacadas de las últimas décadas.

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Fotografía: Diario de Yucatán.

Así las cosas y, con el transcurrir del tiempo, se encontraron dos casas ganaderas en España y México, que tienen en común en su árbol de ascendencia, al Conde de la Corte. Jaral de Peñas se fundó por Don Luis Barroso Barona en 1972, con ganado de San Miguel de Mimiahuapan –desde aquel año propiedad de Don Alberto Baillères–, y esa prestigiada ganadería desde su fundación en 1948, tuvo como semental de la ganadería a “Emperador”, origen de Conde de la Corte. Emperador padreó más de 16 años en Mimiahuapan, dejando una larguísima descendencia.

Hermanos de Francisco de Borja Domecq, fueron los también prestigiosos ganaderos Juan Pedro, propietario de la divisa que llevaba su nombre, y Fernando, con la de Jandilla –hasta 1987– y posteriormente con la de Zalduendo. 

Fernando se nos adelantó en el paseíllo el pasado año, tras haber vendido el hierro a Alberto Bailares hace algunos años, mientras que Juan Pedro se fue a la Gloria en abril de 2011; hoy su hijo, del mismo nombre, es quien conduce el carro.

Por otra parte, Borja (Francisco de Borja Domecq) nació en Pamplona y deja a su vez a su hijo, llamándose igual, las riendas de ganaderías de prosapia.

La última vez que hablé con él, estaba muy orgulloso de que Borja, su sucesor, llevará las riendas, y comentamos sobre “Horroroso”, número 74, negro, 540 kilos, lidiado en la Plaza de Toros de Valencia el 18 de marzo de 2019 por Sebastián Castella, para cuyo comportamiento en el ruedo se pidió el indulto, y que finalmente la autoridad no lo concedió, dándole a cambio el homenaje de la vuelta al ruedo a los restos y de quedar como anécdota. La noticia como se entiende nos causó dolor. 

Se ha ido un buen hombre, le vamos a extrañar, un abrazo a sus seres queridos.


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Las cuatro llamadas de Emilio (Carballido)

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Lo que a continuación vas a leer tiene fechas y nombres que se apegan fehacientemente a la vida de Emilio Carballido. Sin embargo, las anécdotas que se narran nacen de la ficción para cumplir con el propósito del artículo.


Avión de papel

“¡Emilio!” se escuchaba en una casa que era bañada por los rayos del sol de verano. Era 1933 y Emilio tenía ocho años. Había regresado al lugar donde nació: a la casa de Córdoba; cuando cumplió el primer año, su familia se lo llevó a vivir a la Ciudad de México.

Emilio no pudo crear ningún apego a ese pueblo y mucho menos a esa casa. Ahora que regresaba, por compromisos familiares, trataba de grabar en su memoria todo lo que le era posible: el aroma, la temperatura, los colores.

Con un calor infernal, Emilio jugaba en el patio con un avión de papel. Aunque se divertía, extrañaba su casa de la Ciudad de México por muchas razones: su abuela quien en sus ratos libres le enseñaba algunos versículos de la Biblia; leer por segunda vez “Veinte mil leguas de viaje submarino” de Julio Verne; tomar de la biblioteca familiar esos libros de poesía griega que dos semanas atrás había encontrado.

cuatro vientos
Imagen: Aviación.

“¡Emilio, a comer!”, gritó un hombre. El niño dejó su avión en el suelo para correr al interior de la casa. Hasta el patio se podía escuchar la conversación que la familia tenía mientras servían la sopa: el odio al presidente Abelardo L. Rodríguez, la desaparición del avión Cuatro Vientos, las ventajas y desventajas de ser socialista. Todo esto acompañado por una melodía de Silvestre Revueltas que se transmitía por la radio local.

Pater familias

“¿Emilio?”, le decía la mujer que lo atendía en la recepción. Él estaba absorto. “Emilio, aquí está la llave”, fueron las palabras que lo regresaron a la realidad (real). “Perdón, gracias”, tomó la llave y fue directo a su habitación.

Emilio, de 23 años, regresó a Córdoba. Viajó desde la Ciudad de México, solo, con la intención de encontrar un poco de inspiración para escribir. No quiso quedarse en la casa familiar. Decidió hospedarse en un modesto hotel. En su memoria, ya tenía registradas algunas imágenes de ese pueblo. Ahora le parecía algo familiar y eso le bastaba para hacer de este lugar un refugio.

Cuando estaba a punto de entrar a su cuarto de hotel se topó con un hombre de su misma edad que le pareció guapo. Los dos, solos en el pasillo y con un silencio sepulcral, se miraron fijamente.

Para Emilio, ésa era la señal para abalanzársele y comerlo a besos. Si estuviera en otra circunstancia seguro lo haría, pero ahora tenía una misión que le demandaba toda su atención: demostrarle a su gran maestro, Rodolfo Usigli, que era un escritor de teatro que valía la pena.

Emilio había entrado a la UNAM. Estudió derecho y al terminar se metió a la especialidad en Arte Dramático y Letras Inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras. Ahí conoció a su maestro Rodolfo; su relación nació del amor y de la admiración. Él le había enseñado el espíritu del teatrista, la vanguardia literaria y los secretos de los clásicos.

Rodolfo Usigli
Rodolfo Usigli (1905-1979)(Fotografía: Poblanerías).

Pero, poco a poco, Emilio mostró desprecio por la exigencia que su maestro le pedía en cada trabajo, por sus criterios tan rígidos al evaluar las tareas de sus alumnos y sus comentarios, sin ningún reparo, petulantes.

Con un pequeño ventilador, unas hojas y un lápiz que a cada rato se le rompía la punta, Emilio intentaba escribir una obra de teatro extraordinaria. Su impulso creativo no era el de la expresión genuina, como su maestro le contaba de Emily Dickinson, sino el de exorcizar la furia hacia al maestro, hacia el guía, hacia el pater familias.

La semana anterior había decidido abandonar para siempre la clase de Rodolfo porque estaba harto de sus exigencias y sus altos estándares. Lo que al principio lo enamoró ahora lo separaba. Le dolía que a partir de ahora su “padre” lo mandaría directamente a la lista de los indeseables de su clase y se burlaría de él por no tener un temple de verdadero “escritor”.

carballido
Fotografía: Vanguardismo.

Escribía y sufría. Escribía y pensaba en Rodolfo, en el hombre que encontró hace media hora en el pasillo, en su abuela, en las carencias económicas, en la doble moral; en la vida cultural mexicana que siempre imitaba al extranjero, en lo difícil que es ganarse la vida como escritor de teatro, en lo difícil que es hacer teatro; en la homosexualidad, en el odio a lo diferente, en las buenas costumbres, en la hipocresía de la familia mexicana, en el amor como un acto de egoísmo, en el machismo, en su madre. Pensaba en lo que dirían Jorge, Luisa Josefina y Sergio, sus amigos de clase, de haber abandonado al maestro. Pensaba en la belleza de lo cotidiano.

Dos años más tarde, Emilio estrenaba en el Palacio de Bellas Artes su obra de teatro “Rosalba y Los Llaveros” con un éxito inaudito.

Libertad

“Emilio… –decía una mujer que traía un vaso en la mano– aquí está tu café”. Emilio Carballido le recibía el vaso con una enorme sonrisa que trataba de disimular su angustia por la reducción de presupuesto para su próximo montaje. Tenía que adaptar la obra para simplificar varias escenas y eliminar a unos cuantos personajes incidentales.

Emilio Carballido
Fotografía: Crónica.

Era 1997. Estaba a punto de ensayar con un grupo de jóvenes teatreros que estudiaron en la Escuela Nacional de Teatro. Por supuesto que ese día no podía informarles del poco dinero que contaban para hacer la obra. No los quería desanimar.

Esos minutos previos a que llegaran los actores, trataba de encontrar la manera de infundirles pasión por el teatro a pesar y en contra de todo. Los problemas para claudicar en el oficio teatral eran evidentes: una enorme oferta contra una escasa demanda de obras; reducción del presupuesto institucional; copias fallidas de modelos culturales del extranjero; una pobre evolución del lenguaje teatral mexicano; la imposibilidad de generar una escuela mexicana de pensamiento teatral.

Ya tenía una buena reputación. Era el Maestro Emilio Carballido. Sus alumnos lo veían como el pater familias. Como él veía a Rodolfo Usigli. Pero Emilio –sin el apellido que lo encasillaba en la figura del héroe trágico teatral– quería que la gente que él había formado matara al padre y tuviera libertad.

Emilio sabía que ya no le correspondía buscar la maestría técnica ni la vanguardia. Eso lo quería de joven. Tampoco quería rivalizar con sus ídolos teatrales ni mucho menos colgarse una pose de “artista” sólo para alimentar una frágil identidad. Era demasiado viejo para creer que el teatro lo iba a salvar de muchas horas de terapia. Sabía que en ese momento se necesitaba un teatro desde lo social: en la denuncia, en la visibilización de injusticias, en la mirada a la profunda mexicanidad con todas sus contradicciones y bendiciones.

Desde que era joven, supo que el teatro estaba en desventaja. Por eso, siempre trató al montar una obra de desenamorarse de las creencias arraigadas en el gremio o de los cánones académicos. El teatro no podía ser un reducido club de amigos, debía de abrirse para hacer una invitación a la gente de a pie que no hace teatro. Emilio estaba en esta reflexión cuando escuchó la voz del primer actor que llegó al ensayo: “Hola, maestro”.

Emilio Carballido, dramaturgo

Réquiem

“Emilio. Emilio, gracias”. Fueron las palabras que dijo un actor en un homenaje póstumo que le organizaron los alumnos más allegados de Emilio Carballido en Córdoba. En el salón, de manera indistinta, se escuchaban risas, aplausos, sollozos y gritos para celebrar la vida del maestro.

Al término del homenaje, los alumnos se fueron a casa. Cada uno, a su manera, vivía el duelo. Sin embargo, lo que más les pesaba era que no sabían cómo continuar con el legado de Emilio. Sus preguntas eran difíciles de responder porque el teatro era difícil de responder.

Carballido, escritor y dramaturgo
Fotografía: Grado Cero Prensa.

“Rosalba y Los Llaveros” se estrenó en 1950; el teatro en México ya no tenía los apoyos gubernamentales de aquel entonces. “Rosa de dos aromas” fue una obra con una venta inaudita de taquilla: había hecho tres mil representaciones; ahora las temporadas a duras penas duraban treinta funciones. Cuando se estrenaba una obra de Carballido era una garantía para los espectadores; ahora ellos no tenían en mente al teatro como diversión; muchos jóvenes teatreros ya no conocían a Emilio Carballido.

¿Qué seguía? ¿Cómo seguiría lo que tenía que seguir? ¿El teatro no debe ser un club de amigos? ¿Hacer teatro es una necedad? ¿Qué es el teatro ahora? Tal vez, la mayor lección de Emilio, no de Emilio Carballido, sino de Emilio, fue la valentía de cuestionarse todo el tiempo el quehacer teatral hasta sus últimas consecuencias y desde las necesidades de su tiempo. Y ver al teatro no como un enamorado ve a un cadáver. Sino como un enamorado que simplemente ve.   


Fuente de consulta:
Merlín, Socorro, La estética en la dramaturgia de Emilio Carballido. Universidad Autónoma de Baja California. México, 2009.


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Ahora también tenemos borregos

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Una mujer con un vestido de flores azules se desliza por la ventana de una habitación. Es la única salida a un techo ideal para poner a secar yerbas. Ya antes había lanzado por esa misma ventana grandes manojos. Un sombrero de alas caídas le cubre la cara y la nuca. Desata la alfalfa y la tiende a secar sobre los ladrillos calientes por el sol de mayo. La acompañan dos gatos negros. A sus más de sesenta años, Margarita sigue siendo guapa. Es muy vanidosa.

Llegó a trabajar a la ciudad sin saber que se quedaría para siempre. Recuerda que cuando vio acercarse al tren que la alejaría de su pueblo, salió corriendo, no iba a meterse a ese animalote. Su mamá la atrapó. Tenía quince años. Entonces no se imaginaba que no se casaría ni tendría hijos, con lo que le gustaban los niños. Mucho menos que les cogería tanto cariño a los animales. En esa época, le sobraban pretendientes, era cuestión de escoger. Pero, uno a uno, los buenos se alejaron de ella y sólo quedaron los que no valían nada. Eso piensa Margarita mientras esparce la alfalfa por el techo.

Cuando acaba de tenderla, salta de nuevo por la ventana, ahora a la habitación. Baja por la escalera principal, entra a la cocina, se lava las manos, cuelga el sombrero de un clavo y se pone un delantal sobre el vestido de flores. El olfato le avisa que el puerco al horno está listo. Los gatos se han ido a pasear por su cuenta, en su lugar están dos perros viejos. Uno artrítico, el otro ciego de un ojo. Antes de acomodar el puerco en una bandeja, le sirve un buen trozo a cada uno. Con consomé de res, para que no esté seco, y papitas y zanahorias, porque hay que comer verduras. Los perros le agradecen con la mirada.

cocina y cocinando
Pintura: Pinterest.

En el comedor, la familia espera. La madre en la cabecera donde se sentaba su marido antes de morir, los hijos desperdigados con los nietos. Se habla mucho, se entiende poco. Sólo la madre guarda silencio. Está concentrada en el jardín.

Detrás de las bardas que delimitan la propiedad, los noticieros hablan de una pandemia. Los analistas comentan las repercusiones en la economía; los religiosos exhortan a la gente a rezar. El fin del mundo se abre como una posibilidad real, eso dicen los profetas. En el comedor de la casa, se discute lo difícil que se ha vuelto comer a una hora decente. 

Pero el puerco ya está listo en la bandeja. Margarita no tuvo tiempo de preparar sopa ni ensalada, la alfalfa requiere de muchos cuidados. Hay que quitarle la basura y fijarse que no venga revuelta con yerbas malas. Tenderla al sol también lleva tiempo. No es cuestión de aventarla como caiga, no, se tiene que esparcir de manera adecuada para que se ventile y seque pareja.

mujer y ventana
“La Ventana de Goldfish”, Frederick Childe Hassam, 1916.

La familia espera con impaciencia. Por fin, alguien se levanta a ver qué sucede en la cocina. Regresa con noticias. No habrá ensalada ni sopa y las verduras les tocaron a los perros, pero hay lomo de puerco y sobra pastel de ayer.  

La madre sigue observando el jardín. En el exterior, la epidemia ha hecho cundir el pánico. Han cerrado escuelas, los hospitales no se dan abasto. El mundo ha cambiado de la noche a la mañana, eso aseguran los periódicos. En algunos países, han abierto las iglesias para acomodar a los muertos.

La madre lanza un suspiro. Ahora también tenemos borregos en casa, dice, ahora me explico por qué hay alfalfa en el techo. Nadie la oye, los hijos y los nietos discuten sobre la pandemia que hay afuera, del otro lado de la barda que protege la casa de todo mal. Eso creen los nietos pequeños. Cuando llega la comida, se hace un silencio. Huele bien.

borregos y ventana
“The Sheep Window”, Ditz (Reprodart.com).

Un borrego negro asoma la cabeza entre las plantas. Había estado oculto detrás de un macizo de hortensias. Margarita sale corriendo a guardarlo y la madre desvía la mirada hacia el platón de comida para darle tiempo. Uno de los hijos habla en voz muy alta, quiere establecer un punto sobre la epidemia. La madre baja el volumen del aparato para la sordera y murmura: “coronavirus”, qué bonito nombre. Es la única que vio al borrego negro, también la única que sabe que, pase lo que pase, no pasará nada.


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Al borde de la pandemia, se suspenden las corridas de toros

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El modelo de negocios de los toros depende principalmente de la asistencia del público a las plazas y, a diferencia de los deportes profesionales, el toreo obtiene muy poco dinero de los patrocinios por diferentes motivos, lo cual hace más compleja la continuidad en el momento que vivimos en el planeta, con el toro del coronavirus embistiendo descompuesto.

Por ello fue muy significativa la corrida que se celebró el domingo 15 de marzo en la plaza El Pinal, en la serranía poblana en la bella población de Teziutlán, Puebla, organizada por la empresa de los López Lima, padre e hijo, y Óscar Sierra, y que el propósito fue celebrar 478 años de fundación de la población que muchas veces convive con las nubes.

En ese lugar se recuerda a hombres ilustres como los Ávila Camacho y a Antonio Espino, mejor conocido como “Clavillazo”; Maximino Ávila Camacho fue socio de Neguib Simón Jalife en la construcción de La México, ganadero y empresario taurino; por su parte, “Clavillazo” fue torero cómico y dueño de un cortijo La Movida en la zona de Satélite.

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Diego Silveti Del Bosque, torero mexicano (Fotografía: Ángel Sainos).

La plaza es muy bella y tiene como cada una su sello, a la cual acuden de lugares circundantes como es el caso de muchos ganaderos tlaxcaltecas que asistieron a la que sería la última corrida antes de la cuarentena que debemos guardar para protegernos.

La plaza es techada y fue hasta principios de los años 60 cuando para cubrirla se colocó una lona, teniendo como atractivo principal de cartel al matador español Manuel Benítez “El Cordobés”, alternando con el mexicano Raúl García. El nombre de la plaza, El Pinal, se debe a que la zona donde fue construida predominaban los árboles de pino.

En la corrida del 15 de marzo de 2020, en la suerte suprema arriesgó Diego Silveti y como premio le otorgó el juez de plaza dos trofeos, mientras que por la misma “El Zapata” solamente obtuvo uno, y Luis Ignacio Escobedo puso voluntad sin que le acompañara el éxito.

La corrida se celebró con astados de la ganadería hidalguense de Torreón de Cañas y uno de Las Huertas que sustituyó al primero de la ganadería titular que me pareció emotivo. Los de Julio Uribe resultaron en conjunto potables y de pintas variadas; destacándose por sus cualidades de embestida, el segundo de pelaje y nombre Carbonero, muy bien toreado, especialmente con la mano izquierda por Diego Silveti.

Sin embargo, falló en la suerte suprema con “Carbonero”, pero en su segundo, supo enderezar una faena con tandas largas emocionando a la concurrencia, que asistió en buen número. Cuando al encuentro, realizó en corto y por derecho la suerte suprema, logró una gran ejecución, aun con el riesgo inminente de una cornada; el público emocionado demandó dos trofeos y el juez los otorgó, para que al finalizar del festejo se fuera cubierto por su capote guadalupano en hombros de los aficionados del bello coso de la sierra poblana.

toreo y pandemia
Diego Silveti Del Bosque, torero mexicano (Fotografía: Ángel Sainos).

“El Zapata” demostró gran variedad en su toreo y por la suerte suprema no compartió la salida en hombros con Diego. En su segundo se prodigó en los tres tercios hasta lograr entusiasmar a la parroquia y solamente por la suerte suprema su premio fue uno.

Luis Ignacio Escobedo esforzado, sigue en busca de continuidad en sus actuaciones que son escasas y, a punto estuvo de sufrir un grave percance del que se libró, a Dios gracias.

Fue en Teziutlán, en un mano a mano con Manolo Martínez el 13 de agosto de 1987, cuando Miguel Espinosa “Armillita” obtuvo una pata, además de los máximos trofeos de un toro de La Venta del Refugio. Vale la pena, por tanto, acudir a su feria que se celebra entre julio y agosto de cada año, en una plaza de prosapia.

En fin, así las cosas, se cierra el toreo, mientras capeamos el temporal de la pandemia, deseamos que al regreso, todos gocemos de salud y nos congratulemos. Que así sea.


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Asumir la propia vida a partir de las aportaciones del budismo

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Todas las tradiciones espirituales tienen principios que contribuyen para dar sentido y dirección a la existencia humana. El aventurarse a conocerlas y comprenderlas incrementa el acervo cultural, disminuye el prejuicio que genera la ignorancia y proporciona elementos para una mayor calidad de la vida sin que ello signifique poner en riesgo la propia fe.

Una de las prácticas que influyen en nuestra época y con la cual co-existimos es el budismo. Una tradición con más de 2,300 años de antigüedad, cuya aportación principal está en proporcionar una guía clara, sencilla y profunda para enfrentar la existencia.

El fundamento del budismo se encuentra en cuatro argumentos para entender la realidad y resolver la vida adecuadamente conocidos como las Cuatro Nobles Verdades. Enseñanzas cortas, prácticas y de gran utilidad para todo ser humano decidido a contribuir por un mundo mejor y a obtener una mejor calidad de vida.

Las cuatro Nobles Verdades
1. La verdad del sufrimiento –Duhkha o Dukkha–

El sufrimiento es una constante en la existencia humana. Algunas personas la experimentan con mayor frecuencia o intensidad que otras, pero nadie queda del todo excento de su presencia. El budismo identifica siete causas del sufrimiento: 1) desarmonía entre la persona y las cosas materiales, 2) desarmonía entre la persona y los otros, 3) desarmonía entre la persona y su cuerpo, 4) desarmonía entre la persona y su mente, 5) desarmonía entre la persona y sus deseos, 6) desarmonía entre la persona y las opiniones, y 7) desarmonía entre la persona y la naturaleza. La raíz de todas estas discordancias de encuentran en el apego, la aversión y la desilusión que atan disfuncionalmente y generan desaliento.

sufrimiento y budismo
Ilustración: Nexos.
2. La verdad del origen del sufrimiento –Sumadaya–

En el budismo se entiende que la causa del sufrimiento se encuentra en el karma, es decir, por acciones cometidas con anterioridad por el cuerpo, la palabra y la mente. En esta tradición el karma es el efecto y solamente está asociado al aspecto moral, de tal forma que las acciones buenas generan karma positivo y las malas acciones karma negativo. Para explicar los casos en que esto no es comprobable, es decir, en el caso de personas buenas que sufren mucho y personas malas que son felices, hacen referencia simplemente al tiempo, como consecuencia de conductas en vidas pasadas para el primer caso o que aún no ha llegado el momento de pagar el karma negativo para el segundo.

3. La verdad de la cesación el sufrimiento –Niroda o Nirodha–

Explicar el cese, posiblemente sea el concepto más complicado en el budismo. Ciertamente la búsqueda última está relacionada con erradicar la transmigración de nacimiento y muerte para obtener la felicidad eterna, pero esto no impide disfrutar de la existencia relacional tanto material como afectiva, la práctica consiste simplemente en vivirla libre del apego, la aversión y las expectativas rígidas que generan desilusión.

4. La verdad del camino que conduce a la cesación del sufrimiento –Marga o Magga–

La cuarta y última noble verdad hace referencia al camino que es necesario recorrer para lograr el cese. Generalmente, este última verdad se asocia exclusivamente con el sendero óctuple, pero en realidad es más complicada e incluye mayores conocimientos y otras prácticas; sin embargo, una aproximación al sendero óctuple es suficiente para personas de otras tradiciones. Estos ocho pasos son: a) recta visión, b) recto pensamiento, c) recta palabra, d) recta acción, e) recta vida, f) recto esfuerzo, g) recta atención y h) recta concentración.

ensenanzas del budismo
Ilustración: The British Library.

a) Recta visión

La recta visión está relacionada con la percepción de la realidad y el juicio que se hace de ella. Implica la experiencia personal y la necesidad de mover el conocimiento, generalmente aprendido de otros, hacia la sabiduría y la correcta opinión que ocurre al comprender la existencia y lo existente desde su propio rostro, tarea de suyo complicada dada nuestra existencia condicionada.

b) Recto pensamiento

El recto pensamiento consiste en liberarse de los tres venenos que afectan el pensamiento, las elecciones y las acciones: la apetencia, la aversión y la desilusión.

c) Recta palabra

La recta palabra implica no mentir, no calumniar, no insultar y no hablar frívolamente.

d) Recta acción

La recta acción comprende no hacer daño a seres vivientes, no tomar lo que no es dado, no hacer mal uso de los sentidos, no tener una conducta sexual desordenada, no ingerir substancias que intoxiquen el pensamiento.

e) Recta vida

La recta vida incluye tanto evitar trabajos indignos –que afecten a terceros– como acciones concretas que promueven la salud personal, familiar y comunitaria tanto física como mentalmente.

f) Recto esfuerzo

El recto esfuerzo considera cuatro acciones concretas: 1) impedir que aparezca el mal, 2) erradicar el mal aparecido, 3) promover la aparición del bien y 4) sostener el bien ya existente.

mar de budismo.
Ilustración: Keith Negley.

g) Recta atención

La recta atención conlleva observar diligentemente las condiciones generales de la conciencia en un momento dado lo cual incluye al cuerpo, las sensaciones y el estado de la mente con el fin de reconocer que la mente precede, domina y crea las cosas, por ello es necesario conocerla, formarla y liberarla de aquello que la esclaviza.

h) Recta concentración

La recta concentración es la contemplación activa y deliberada de los pensamientos para desmontar patrones crónicos y proyecciones generadas por la mente.


Las aportaciones del budismo son una guía para asumir responsable y éticamente la propia vida independientemente de la fe que se profese. Implican decisión, esfuerzo y constancia para observarse a uno mismo, reconocer a las personas y la realidad como son, promover el bien y favorecer la construcción de una vida que valga la pena ser vivida.


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El revuelo de José Tomás

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En este año, el 10 de diciembre próximo, se cumplirán 25 años de la alternativa que recibió José Tomás en La México de manos de Jorge Gutiérrez y con el testimonio de Manolo Mejía con los toros de la ganadería de Xajay, momento en el que dejó las filas novilleriles para convertirse en matador de toros y desde aquel (ahora lejano) día, mucho se discute sobre lo que representa su tauromaquia.

Después de la gravísima cornada de “Navegante” en Aguascalientes –en la que corrió grave peligro su vida después del 25 de abril de 2010–, sus actuaciones han sido esporádicas pero casi todas rotundas, cada una fue un acontecimiento en expectación y luego en el desarrollo de la corrida.

En su libro Diálogo con ‘Navegante’, escribe: Unos días después de despertar de la cornada de Aguascalientes empecé a recibir la visita de ‘Navegante’, el toro que me la dio. Al principio, la verdad, no me hizo mucha gracia. Pero con el paso de las semanas olvidé el rencor, agarré confianza con él, empezamos a conversar y nos llegamos a hacer colegas; al fin y al cabo, me di cuenta de que aquella cornada, más allá, de enemistarnos, nos había unido para siempre.

jose tomas y navegante

Ahora que se anuncian las tardes de mayo y septiembre para las actuaciones de este año, primero con Pablo Hermoso y luego con Lea Vicens, ambos en la ciudad francesa Nimes, ha provocado el movimiento de aficionados de todo el mundo, que a su conjuro se preparan para acudir a su encuentro. Por ello el caché del torero es astronómico.

Su estadística en La México acumula diez actuaciones, la más reciente la de 2017 en beneficio de los damnificados del temblor. Fue la décima, casualmente una más que la de un torero de su misma cuerda, Manuel RodríguezManolete”, quien el 9 de diciembre de 1945 toreó ocho en la Plaza de Toros de la Ciudad de México, que se ubicaba en la calle de Durango de la Colonia Condesa (hoy El Palacio de Hierro). La segunda vez y última que el matador cordobés vino a la Ciudad de México, fue el 5 de febrero de 1946, para inaugurar el Coloso de Insurgentes, la Monumental Plaza de Toros, y en esa ocasión, toreó nueve.

El 4 de noviembre de 2007, José Tomás dejó el imborrable recuerdo lances de recibo a un toro de Barralva al caminar de un tercio al otro del ruedo, ejecutando en su tránsito una decena de verónicas lentas y tersas, acompañando en todo momento la embestida del toro que remató con una media, una rebolera y soltando una a punta de capote, dejando embelesados a los presentes, que vivimos uno de los momentos más bellos de la historia del capote en La México.

La faena más rotunda en su historia capitalina fue la del 12 de diciembre (el día de la Guadalupana) de 2017 al toro “Brigadista” de Jaral de Peñas; y si bien no hubo los máximos trofeos por la suerte suprema, a muchos nos dejó la impresión de ser, hasta hoy, la más plena del torero de Galapagar, en nuestro coso máximo.

jose tomas
Fotografía: Flickr.

La discusión inútil de que, si para ser torero de época es necesario campañas largas, me parece fútil, pues cuando cada que aparece en la puerta de cuadrillas, el público que acude demuestra lo que le significa y ante la situación el torero generalmente corresponde con unas formas de torear, que alcanzan por momentos cotas de perfección, en terreno de alto riesgo.

Así pues, llegarán las fechas comprometidas en el aniversario de plata de su alternativa y lo veremos en la búsqueda del sentido de su vida que constituye su fuerza primaria que lo impulsa a torear; con la quietud, entrega y cercanía que le conocemos; encarando el compromiso con la gallardía y seriedad que acostumbra.

Y entonces demostrará en unas cuantas tardes, quién es el que parte el bacalao desde hace ya muchos años en el toreo y todos querrán ser testigos.

En mi modo de entender el toreo, eso constituye ser figura y José Tomás lo es de época, no me cabe ninguna duda y aquellos que sí la tengan, pues que lo refuten y esgriman sus argumentos.


Planeta Tierra versión Beta: el programa favorito de la galaxia

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¿Qué tal si no somos más que un entretenimiento, un juego de video para otro planeta o civilización?

Pienso que en algún lugar del universo se juntan seres vivos alrededor de una pantalla para ver el resumen de una hora, de lo mejor y lo peor que nosotros los habitantes de la Tierra hicimos en el día. Como si fuéramos un reality show.

Imagino que el programa sería conducido por un extraterrestre y empezaría más o menos así:

Bienvenidos a su show favorito, el único en el que los concursantes no saben que son concursantes. En el resumen de hoy veremos cómo un país lanza misiles a otro… cómo raptan a unas niñas y las convierten en esclavas sexuales… cómo un grupo de rebeldes armados masacran a los nativos de un pueblo… cómo estalla un coche bomba afuera de un mercado… cómo un conductor borracho atropella a una familia… cómo el mundo lucha contra una enfermedad respiratoria… y como siempre, terminaremos con un conteo de las personas que murieron en el día, el cual es de 154,520. De esta cantidad, sólo 4,370 fueron por causas naturales. Las restantes fueron provocadas por armas de fuego, golpes, contaminación, asfixia, veneno, cáncer, diabetes, SIDA, accidentes de tránsito, enfermedades respiratorias, falta de agua y de alimentos.

programa de destruccion
Ilustración: Yuumei.

[…] Poco antes de finalizar el programa el conductor se despediría así:

No se pierdan el show de mañana, el cual estará lleno de sorpresas y de momentos especiales. Veremos muchas más muertes horribles, pero no sólo de humanos, también podremos ver la muerte de cientos de elefantes y rinocerontes por la pérdida y degradación de sus hábitats… la de miles de pingüinos que caen a las aguas heladas debido a que se derrite el hielo en el que anidan como consecuencia del cambio climático… la de cientos de miles de abejas por el uso de pesticidas… la de millones de peces por su sobreexplotación. Gracias a todos por ver el programa de hoy y no olviden votar por su acto favorito del día.

¿Se divertirá alguien al ver cómo nos portamos los humanos y cómo destruimos al planeta?


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Las maravillas y secretos de Creel, pueblo mágico de Chihuahua

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Pocos destinos en México ofrecen la oportunidad de contemplar el paisaje de valles y planicies nevados como la Sierra Tarahumara, y qué mejor lugar para empezar la travesía y la aventura que el pueblo mágico de Creel, Chihuahua.

El pueblo de Creel, también conocido como la “estación Creel”, debido a su paraje y función para el tren que recorre desde Los Mochis hasta ciudad Chihuahua en sus dos modalidades: Chepe Express con un recorrido seguido de seis horas, o el Chepe Regional con pernoctaciones sobre la ruta que recorre el mismo y salidas por la mañana.

Creel es la puerta a la Sierra Tarahumara Occidental y a las maravillas de la naturaleza que se despliegan en ella, el invierno y sus nevadas abundantes dan una nueva pincelada y un blanco aspecto que impactará a quien lo visite.

Si bien las temperaturas durante una nevada pueden bajar hasta -15°, no hay nada más bello que contemplar el paisaje con un cielo azul cristalino después de haber caído la nieve.

Recorrer el Lago de Arareco, el Valle de los Hongos, el Valle de los Monjes, la Misión de San Ignacio, la cascada de Cusárare, las aguas termales de Recowata, el Cañón de Humira sobre el río Urique, El Divisadero y la boca de las Barrancas del Cobre, o pasar un día dentro de la comunidad menonita, son algunas de las opciones a realizar en esta temporada de nieve, haciendo realmente la experiencia única.

No sé si hay alguna memoria genética que me vincula de manera muy especial con esta área de nuestro bello México, la cual no deja de sorprenderme y que trato de visitar en diferentes ocasiones.

Justo ahora, mientras les escribo estas líneas desde la comodidad y calidez de mi habitación, un antiguo aserradero hoy convertido en un Eco-Hotel, entorno de lo que fuera la nave principal del entonces aserradero.

A pesar de la fuertísima nevada de lunes y martes, mi habitación decorada en un estilo mexicano contemporáneo, mantiene una temperatura ideal gracias a la calefacción radial.

Por la noche contrabandeo a dos perros que encuentro acurrucados a fuera de mi habitación y que saludan pelados de frío a quien entra o sale del hotel.

El lobby-bar-restaurante de la estancia, nos ofrecen los platillos preparados con la sazón de doña Crucita; yo no como carne desde hace 33 años, pero me dicen que los cortes son de magnífica calidad.

Tras una larga caminata primero al lago de Arareco, luego a la cascada de Cusárare, nada como regresar a la sensación de hogar enfrente de la chimenea, donde los huéspedes nos convertimos en familia y convivimos durante nuestra estancia.

El cielo es azul, azul como el de Carlos Fuentes: ese azul que se ve y se siente sólo en las regiones más transparentes.


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