La pluma ecléctica

Ethan, el nieto que nació huérfano

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Harry y Margaret son un par de adinerados adultos de la tercera edad, quienes solo tuvieron un hijo de nombre Ethan, radicados en Manchester, Inglaterra.

Ethan, su amado hijo, falleció en un accidente de motociclismo sin haberse casado aún y sin tener descendencia, tanto Harry como Margaret habían soñado durante años la llegada de su nieto. La muerte de Ethan resultaba para ellos insoportable, sintieron una gran pérdida por la muerte de su único hijo, pero en el fondo les dolía igual, el no haber tenido un nieto y les dolía aún más pensar que ya no lo podrían tener.

En un momento de profundo dolor y desesperación, Harry le propone a Margaret en el hospital en el que atendieron a Ethan lo siguiente: “¿y si pedimos a los médicos que extraigan esperma de Ethan y luego buscamos la forma de hacer nacer a nuestro anhelado nieto?”. “Él será, además, una extensión de nuestro hijo”, susurró Harry a Margaret, quien en principio parecía no aprobar la idea.

De hecho, en un principio Margaret pensó que Harry estaba loco, que había perdido la cordura ante la muerte de su querido hijo. No obstante, la idea le daba vueltas en su cabeza, finalmente ellos habían esperado décadas para poder tener un nieto y Ethan, por su parte, siempre dijo que para él también era muy importante darles un nieto a sus padres.

Margaret recordó que en múltiples ocasiones ella tocó el tema con su hijo, y éste en todo momento, mirándola con sus grandes ojos azules y besándola en la frente, siempre le dijo “sí mamá, tendrás tu nieto te lo aseguro”. “Dame tiempo, sólo debo encontrar a mi mujer ideal, a mi amada, a esa mujer con la que, aún sin conocerla en este momento, deseo compartir el resto de mi vida; tengo que encontrar a ‘mi Margaret’, para igual que tú y mi padre Harry, tener una vida gloriosa”.

Estos recuerdos resultaron ser un momento de quiebre, después de eso, Margaret decidió que Harry tenía razón, pensó que debían hacerlo, debían intentar tener a su anhelado nieto.

nieto huérfano
Foto: El Boletín.

Ethan había sido un aventurero, le gustaban los deportes extremos, era paracaidista, buzo, escalador, surfista, motociclista y espeleólogo, sus padres creían conocerlo al cien por ciento, por lo que una vez obtenida la muestra espermática, el siguiente paso sería seleccionar a la mujer que habría de aportar el óvulo para que su nieto pudiera nacer.

No podía ser cualquier mujer, debía ser una que cubriera diversos requisitos, debía ser una mujer que ellos consideraran que sería la mujer que Ethan habría elegido como pareja. En este contexto y teniendo a buen recaudo el material genético de su hijo, iniciaron una exhaustiva búsqueda en decenas de catálogos de mujeres dispuestas a donar sus óvulos hasta que, en su opinión, encontraron la que ellos consideraban “ideal”.

Ella (de quien nunca supieron su nombre, ya que la donación era anónima) era una mujer canadiense, morena, alta, de ojos verdes y muy atlética, como el tipo de mujer que le gustaba a Ethan. En la descripción del centro de donación de óvulos, decía que además era una mujer académica con estudios de posgrado, que gozaba de escuchar música clásica y era una apasionada del cubismo (otra de las aficiones de Ethan), por último, un elemento importante, amaba al igual que su hijo los deportes extremos.

Finalmente consiguieron varios óvulos de aquella mujer, la intención era tener un nieto varón y como en su país la selección del sexo está prohibida, debieron acudir a una clínica de la fertilidad en California, Estados Unidos, en la que sin mayores reparos fecundaron varios óvulos para poder seleccionar el sexo del futuro bebé.

Todo se desarrolló sin el menor sobresalto y actualmente el nieto de Margaret y Harry, es un precioso bebé de tres años, moreno y de ojos color pardo, que vive en Manchester con sus abuelos, y aunque Harry y Margaret han sido duramente criticados, ellos consideran que lo que hicieron es correcto y que, gracias a los avances tecnológicos, ellos pudieron lograr el sueño de Ethan, dar un nieto a sus padres.

Corolario: Ésta que parece una historia de ficción, no necesariamente lo es.

Referencias:

https://www.abc.es/sociedad/abci-pareja-britanica-extrae-esperma-hijo-fallecido-para-tener-nieto-mediante-gestacion-subrogada-201809101619_noticia.html

https://www.clarin.com/sociedad/robaron-semen-hijo-muerto-crear-nieto-diseno_0_SybtKXSuX.html

Santa Claus, el capitalismo y la ilusión

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Soy consciente que la imagen de Santa Claus representa una idea de consumismo, una expresión de ese capitalismo tan criticado y tan criticable. Sin embargo, el lado positivo es la ilusión que provoca en los niños, particularmente en los de menor edad.

Resulta imposible explicarle a un niño o niña de 2, 3, 4, o 5 años que eso que él ve en la imagen de un hombre barbudo y vestido ridículamente de rojo, con un gorrito (igual de ridículo) en la cabeza es, precisamente, una de las máximas representaciones del capitalismo. Los niños en su infinita ingenuidad, ven otra cosa, ven ilusión, ven promesa, ven una posibilidad de ser premiados por “haberse portado bien”.

¿Cómo podría un niño de tan escasa edad portarse mal? Ellos no lo saben, no saben que precisamente por su condición de niños, de párvulos, son necesariamente buenas personas. Es el tiempo, la realidad apabullante y la conciencia adquirida lo que eventualmente (insisto en la palabra “eventualmente”) nos convierte en malas personas.

Los niños son, pues, por naturaleza, gente de bien, seres humanos en formación que sin duda y a su forma, aspiran a un mundo mejor. En este contexto, he participado por tercera ocasión en un evento en el que me disfrazo de Santa Claus; las tres ocasiones me han llenado de placer y ternura hacia esas personitas que, en otros escenarios, ignoro por completo.

Santa Claus

No soy ni nunca he sido alguien “niñero” ni “muchachero”. Para mí, ensimismado en mi vida de adulto, los niños (así en general) no representan una de mis prioridades, ya que mi mundo se desenvuelve entre adultos o entre jóvenes y adultos, esto por mi trabajo como profesor universitario.

No obstante, una de mis aficiones, el paracaidismo, me llevó sin querer a representar a ese personaje extranjero, extranjerizante y símbolo máximo del capitalismo que es Santa Claus, la experiencia (insisto, no buscada por mí) ha sido excepcional.

Ver a los niños, particularmente a los de menor edad, cómo se maravillan al verme en mi papel de Santa, es una experiencia sin igual, una experiencia que sin duda alguna (independientemente de si lo vuelvo a hacer) me ha marcado para siempre. Lo más maravilloso es que en las tres ocasiones en que he participado, ha sido llegando en paracaídas a una zona de salto en Terán, Nuevo León, donde me aguardan reunidos cientos de niños y niñas esperando recibir un regalo directamente de las manos de Santa.

Antes de aterrizar, estando ya a baja altura, puedo escuchar la gritería, el entusiasmo y la algarabía de los niños al ver llegar a Santa no precisamente desde un trineo. Eventualmente, podría decir que para mí es un salto más a registrar en mi bitácora, pero para ellos es toda una nueva experiencia, una emoción indescriptible.

navidad y niños

Ya en tierra, necesito la ayuda del staff para quitarme el paracaídas, pues los niños en su prisa por saludar al Santa, serían capaces de desgarrar la copa del mismo, así de inocentes e ilusionados participan, así de prisa tienen por llegar junto a Santa. Cada uno tiene su petición particular, alguna vez uno de ellos me pidió un piano, un acordeón y una guitarra. El sábado 22 de este mes, muchas niñas me pidieron una muñeca, lo más simpático es que empezó una especie de competencia, pues una sólo pidió la muñeca, pero la de al lado agregó; “sí y que hable” y otra niña del entorno agregó también, sí, “que hable y cierre los ojos”, y así en la mente colectiva fueron describiendo la que sería la muñeca ideal.

Igual me pasó con los niños, unos pedían “un carrito” y otros agregaban: “sí, con todo y pista” y otros más pedían, “que les prendan las luces”. En fin, por azares del destino y por una votación arbitraria ente mis amigos paracaidistas, fui designado como el Santa, y no saben cuánto se los agradezco, no saben (mis amigos Divers) la gran oportunidad que me dieron al, democrática e impositivamente, designarme como el Santa de la zona de Terán, N.L.

salto en paracaídas
Fotos: FB Héctor A Mendoza C.

En situaciones como ésta, reitero y ratifico lo que ya creía, realmente es fácil hacer el bien, es fácil provocar la ilusión de los niños y es maravilloso contribuir a su felicidad.

Corolario: Debo decir que nada de esto sería posible sin el esfuerzo de mucha gente, los propietarios de la pista, los otros paracaidistas que, vestidos de duendes (uno de ellos de Grinch) saltaron conmigo, del esfuerzo de muchos amigos, familiares, estudiantes y ex-estudiantes, quienes dando muestras de gran generosidad, me hicieron llegar (con cálculos modestos) más de 400 juguetes.

Para concluir, no queda más que decir: gracias a todos y todas y, muy particularmente; gracias a los chiquillos y las chiquillas (diría Fox).

https://www.facebook.com/hectoraugustomendozacardenas/videos/10156765023190275/

La edición genética o la Caja de Pandora (Parte II)

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Otros aspectos cuestionables del experimento llevado a cabo por Jiankui, es que si bien el padre de las menores era portador del virus del SIDA y la madre no, la manipulación genética que efectuó, técnicamente carecía de sentido, pues mediante otro procedimiento denominado lavado espermático o lavado seminal (que sí se efectuó según lo manifestado por el propio científico chino) era posible, como lo fue, obtener un embrión sano, es decir, no infectado con el virus del SIDA.

En ese orden de ideas, la manipulación genética efectuada en los embriones, no tuvo por objeto evitar la enfermedad en sí misma, sino lo que se pretendió (y aparentemente se logró en una de las dos hermanas nacidas) era evitar que fueran infectadas con posterioridad. La intención, según ha declarado Jiankui, era lograr la inmunidad frente a dicho virus.

Esto puede sonar interesante y hasta prometedor. El problema radica en que manipular genes en línea germinal (óvulos, espermatozoides o embriones) tiene en sí mismo una seria desventaja, pues en realidad no sabemos al 100% la forma en que interactúan esos genes (ahora modificados). Imaginemos que todo sale bien, pero algún día estas hermanas tienen su propia descendencia, el problema es que bajo el estado actual de las cosas, necesariamente heredarán su o sus genes modificados, los que se mezclarán con los de otra persona, generándose así una cadena interminable de alteraciones o modificaciones no previstas por la propia naturaleza. El resultado final es imposible de prever.

Entonces, la edición genética en adultos tiene la ventaja que inicia y acaba con el mismo individuo, en tanto que la modificación genética en línea germinal (óvulos, espermatozoides o embriones) altera la evolución misma del ser humano. La pregunta obligada en estos temas siempre es: ¿Podemos hacer todo aquello de lo que somos capaces? ¿O debemos autoimponernos frenos, al menos mientras no exista la suficiente evidencia científica?

concepción y modificación genética
Imagen: Observatorio Bioética.

Este tipo de procedimientos ineludiblemente nos lleva a reflexiones sobre sucesos del pasado, recordemos que los nazis fincaban toda su ideología en la supremacía de una determinada especie, evidentemente ellos nunca tuvieron al alcance las biotecnologías con que ahora contamos.

De seguir por este camino y asumiendo que las cosas salieran bien, las implicaciones bioéticas, biopolíticas y biosociales son de trascendencia mayor. Quizá llegaremos a una sociedad con mayor división de clases, en este caso marcadas por nuestras características genéticas, las que a su vez irían en función de las posibilidades económicas de cada individuo.

¿Acaso estamos siendo testigos del momento en que la ciencia ficción nos alcanzó? Recordemos la película GATTACA que en 1997 planteaba esta posibilidad, GATTACA es hoy una realidad con los llamados bebés de diseño.

Tal parece que, efectivamente, nos toca vivir en una época en la que la edición genética será una realidad. De hecho, el costo para llevar a cabo procedimientos de manipulación genética ha caído drásticamente. En el 2001 el costo para secuenciar un genoma humano era de 100 millones de dólares, en tanto que en 2017 ese costo había bajado hasta los 1000 dólares.

edición genética
Fotograma de ‘Gattaca’ (A. Niccol, EU, 1997 – Columbia Pictures).

Hoy es posible comprar por Amazon un kit de edición genética. Con estos avances la línea entre lo que podríamos llamar lo normal y lo anormal se desdibuja, queda borrosa. Pensemos por ejemplo en el enanismo o la sordera, son enfermedades, padecimientos o simples características diferentes. ¿Acaso este tipo de personas son personas anormales? Seguramente si les preguntamos a ellos pensarán que salvo esa condición diferenciada son perfectamente normales. Empezaremos a evitar el nacimiento de este tipo de personas, ¿eso es ética y políticamente correcto?

Entonces, ¿dónde debemos poner los límites? Para la bioética esto se traduce en un principio de experimentación restringida que responde a su vez al principio de precaución. Bajo estos principios creemos que en un contexto de incertidumbre como el actual, se debe restringir la experimentación en células germinales humanas, en tanto no haya evidencia científica suficiente que demuestre, precisamente, la certeza de los beneficios buscados.

En concreto, en temas de tal trascendencia estamos obligados a ser cautelosos y a esperar a que los avances biotecnológicos sean debida y verdaderamente probados.

Dejo un par de enlaces de interés:

https://www.amazon.com/DIY-Bacterial-Genome-Engineering-CRISPR/dp/B071ZXW1TW

https://www.amazon.com/CRISPR-Genomic-Cleavage-Detection-Kit/dp/B076DC7HD3

La edición genética o la caja de Pandora (Parte I)

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A partir de que el ser humano logró manipular la agricultura, hace aproximadamente 11,000 años, la historia de la humanidad cambió para siempre. Sin saberlo, la domesticación de plantas y animales hizo que modificáramos nuestro entorno, desde entonces hemos avanzado mucho y tal parece que hoy estamos frente a un nuevo paradigma de trascendencia similar: la domesticación del ADN.

Así es, CRISPR es una novedosa técnica que nos permite editar y en su caso corregir el genoma de cualquier célula viva, lo que incluye el genoma de nuestra propia especie, el genoma humano.

Si bien la vida en general inició en nuestro planeta hace aproximadamente 4,000 millones de años, alrededor de un 99.9 por ciento de ese tiempo, el ser humano ni siquiera existió, por lo que los procesos vitales y la evolución de las especies se dieron de manera natural y espontánea. Como se puede apreciar, nuestra presencia en el planeta es relativamente nueva, sin embargo, desde nuestros orígenes hemos forzado la evolución de muchas formas.

Desde siempre, entonces, hemos hecho cuanto está en nuestro alcance para mejorar nuestras condiciones de vida, el ser humano es un individuo que por naturaleza va en contra del orden natural, así hemos desarrollado infinidad de tecnología que ha venido a cambiar el entorno y la realidad en el mundo de “lo humano”. Hoy en este mundo de lo humano, quedan muy pocas cosas que podríamos denominar como naturales u originales. Desde la ropa que usamos, hasta las nuevas tecnologías computacionales, satelitales o biotecnológicas, el hombre vive en un entorno manipulado por él mismo, esto en todo caso, en un afán de facilitar nuestras propias vidas.

innovación
Imagen: Grupo Sacsa.

Ejemplos podríamos poner muchos, pero baste señalar el ámbito de la medicina como el mejor ejemplo de manipulación de “lo natural”. Gracias a los avances biomédicos hemos podido aumentar radicalmente la expectativa de vida, medicina y biología son pues, un binomio que ha permitido a los seres humanos alterar (en un sentido positivo) su propia evolución.

Somos entes creadores de tecnología y ésta ha invadido todas las esferas de acción del ser humano. En este contexto, en junio del año 2000 con bombo y platillo, el presidente Clinton anunciaba: Estamos aprendiendo el lenguaje con el que Dios creó la vida, esto al presentar el primer borrador del genoma humano, lo que se denominó como la primera versión del “libro humano de la vida”.

Apenas doce años después, Jennifer A. Doudna anunció la posibilidad de reprogramar células a elección, esto mediante una técnica originalmente desarrollada por el Dr. Francisco J. Martínez Mojica, investigador español alicantino. Dicha técnica denominada CRISPR,  siglas que en inglés significan Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, lo que se podría traducir al español como: Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas.

A seis años de distancia del anuncio efectuado por Doudna y Charpentier, He Jiankui, un “científico” chino, anunció la creación de dos bebés a quienes a nivel embrionario les fueron modificadas sus características genéticas. He Jiankui anuncia así, un paso histórico en la evolución y manipulación del ser humano, un paso tan grande que, sin embargo, genera muchas dudas desde la perspectiva ética y bioética.

Y si como ya lo adelantábamos, siempre hemos manipulado la naturaleza, ¿cuál es el problema en este caso? El problema radica en que no es lo mismo manipular células somáticas (de personas adultas) a células en línea germinal (óvulos, espermatozoides o embriones tempranos) y esto último es precisamente lo que hizo He Jiankui, manipuló dos embriones a fin de que fueran inmunes al virus del SIDA.

científico chino
He Jiankui (Foto: AFP).

Lo anterior ha desatado una oleada de críticas a He Jiankui que, cabe decir, asegura que en noviembre de este año nacieron dos bebés sanas, producto de esos embriones genéticamente modificados. Al respecto es necesario precisar también, que el pseudocientífico chino realmente no ha aportado nada nuevo a la ciencia además de que no ha presentado pruebas fehacientes de dicho procedimiento. Las principales dudas y sospechas podríamos resumirlas en los siguientes diez puntos.

1.- Hasta el momento resulta imposible verificar el supuesto estudio realizado por He Jiankui.

2.- En caso de existir la investigación y el procedimiento en general, estos no han sido publicados en ninguna revista científica seria.

3.- He Jiankui, se ha negado sistemáticamente a informar sobre dónde hizo el o los trabajos con dichos embriones.

4.- Todo indica que esperó el mejor momento para anunciar el hasta ahora no probado experimento, ya que filtró intencionadamente sus logros sin pasar por ninguna revisión científica de pares.

5.- El anuncio se dio unos días antes de la II Cumbre Internacional sobre Edición del Genoma Humano y se hizo por medio de un canal de YouTube.

6.- La Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur de China en Shenzhen (SUST), en donde supuestamente trabaja Jiankui, ha afirmado que no estaba enterada ni había autorizado dicho proyecto.

7.- El Viceministro chino de Ciencia y Tecnología, Xu Nanping, señaló que el experimento es “inaceptable”, ya que alterar los genes de embriones humanos para después implantarlos y conseguir un embarazo, no solamente viola principios éticos sino la propia ley china.

8.- Para los organizadores del congreso, el procedimiento de Jiankui fue irresponsable y contraviene múltiples acuerdos internacionales.

9.- Jiankui violó particularmente una propuesta de la UNESCO de 2014, en donde se proponía una moratoria para no aplicar la edición genética en óvulos, espermatozoides o embriones humanos.

10.- Incluso es imposible suponer que Jiankui desconociera la declaración emitida en la Cumbre Internacional sobre Edición Genética Humana en su versión 2015, en donde se acordó sobre la necesidad de obtener, primeramente, “un amplio consenso social”, antes de efectuar alguna modificación genética en línea germinal.

Enlaces de interés:

https://www.nature.com/articles/d41586-018-07607-3

https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(18)33081-2/fulltext

Llegar de un chingazo a este mundo, o morir en el orgasmo

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Evidentemente no lo recuerdo, pero seguramente así sucedió. En algún momento de mi existencia pasé de un estadio de seguridad absoluta y calidez a otro desconocido para mí. En un segundo pasé del confort absoluto y una cierta obscuridad a otro momento radicalmente diferente.

De pronto ya no había calidez, seguramente tuve frío, y sentí que alguien tocaba mi cuerpo cuando jamás había sentido unas manos; tocaba mi cuerpo que, durante los nueve meses anteriores había estado en un proceso de desarrollo e ingravidez.

Ese día, según los registros oficiales, fue el 27 de abril de 1964, por allá de las cinco de la mañana. En ese momento (tampoco lo recuerdo, obviamente) estaba viendo la luz, estaba naciendo, venía al mundo.

Luego, recibí una nalgada (cuando ni siquiera yo sabía dónde estaban mis nalgas), y fue así porque en mi época llegabas al mundo “de un chingazo”.

Así nos recibían, y claro que no nos agradaba, llegar al mundo por primera vez y que te den un catorrazo en el trasero no es precisamente la mejor de las bienvenidas. Mi madre (supongo) descansaba en ese preciso momento de una carga pesada, descansaba de un embarazo (quiero creer que deseado y querido).

vida y bebés
Foto: Upsocl.

Así empezó mi vida, con un chingazo en las nalgas, y seguramente igual la vida de muchos. Llegamos de cabeza, maltratados, asustados, indefensos y sin saber qué carajos estaba pasando. Si yo estaba tan a gusto, ¿por qué sacarme de mi comodidad? Previo a ese momento yo era feliz, ahí donde estaba, en el cálido y protector vientre de mi madre.

Luego empezó toda una gran aventura, amamantarme, querer descubrir todo eso que unos minutos, horas o días antes ni siquiera pasaba por mi mente. Suponiendo que mi mente funcionaba, pues debo confesar que, antes de mis primeros seis años de vida, yo simplemente no existía, pues no recuerdo nada.

La vida, entonces, inicia con un golpe en el trasero, y luego te sigue dando más, muchos más, y al igual que al principio, muchos de ellos no sabes ni a qué horas ni por qué los recibes. Todos, sin duda, son golpes de bienvenida, todos te señalan que ya llegaste o que ya estás aquí.

Bendita vida, que te zarandea desde el principio y que no te da tregua, pues cada coscorrón es un llamado a vivir, es un llamado a estar despierto en esta trajinosa vida.

Luego, uno crece, hasta el grado inexplicable para mí, de convertirnos en adultos, esa etapa horrorosa de la vida en la que todos te dicen que debes madurar. Bendita infancia, en la que no sabes, ni quieres saber de qué carajos se trata la vida. La madurez es la peor de las amenazas, deberíamos de nacer adultos y morir infantes, bebés, fetos, o embriones de ser necesario.

vida y muerte
Imagen: Plano Sin Fin.

La vida debería ser al revés, nacemos para (en muchos de los casos) morir viejos y decrépitos, con conciencia de nuestro paso por esta vida, con conciencia de nuestros pecados y nuestra decadencia. En ese sentido Dios me parece cruel, si Él todo lo puede, sería maravilloso que la vida fuera al revés, empezar por los problemas, por las frustraciones y terminar en la calidez de un vientre.

Por eso no me gusta esta lógica, porque pienso en reversa, porque creo que entre más viejo más frustrado, y de igual manera, entre más joven más feliz, porque la ignorancia que te da la infancia es felicidad absoluta, y la madurez que te da la vejez, es (en muchos de los casos) frustración igualmente absoluta.

Así pues, vivamos, vivamos mucho, vivamos siempre y cuidemos ese chiquillo (o chiquilla diría Fox) que llevamos dentro. Seamos felices que es nuestra única y verdadera misión en la vida, tan felices como cuando el esperma de papá logró conquistar al óvulo de mamá y, a partir de ese primigenio momento existimos.

Piensen en esa imagen, un día fuimos fecundados, y a partir de ese momento empezó una revolución genética que nos hace ser lo que hoy somos, al principio todo era felicidad, ¿por qué permitir que eso cambie? Insisto, la historia debería ser al revés.

Visto así, deberíamos sin duda, morir en el maravilloso éxtasis de aquel orgasmo que nos dio la vida.

Más allá de filias o fobias

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Independientemente de filias o fobias, el 21 de noviembre de este año, la Suprema Corte de Justicia de la Nación se pronunció sobre un asunto jurídico relevante y no atendido hasta ahora por parte de los legisladores de nuestro país.

Así, la Corte resolvió el amparo 533/2018, mediante el cual se reconoce el derecho de una pareja homosexual a convertirse en padres por medio del uso de la reproducción humana asistida. Particularmente, la Corte aceptó que una pareja de varones pudiera recurrir a la fecundación in vitro, y con el auxilio de una mujer que les facilitara el vientre, gestar al embrión derivado de dicha fecundación para que éstos pudieran lograr su proyecto de vida y convertirse así, en padres de un hijo con vinculación biológica al menos con uno de los dos solicitantes.

La historia de la reproducción humana asistida no es nueva en México, de hecho, las diversas técnicas existentes se han venido utilizando desde hace mucho en nuestro país. El problema, sin embargo, es que los legisladores han ignorado el fenómeno, ya sea por prejuicios o bien porque es un tema complicado que, eventualmente, no rinde frutos en términos de votos.

En ese contexto, en días pasados la Corte tuvo que atraer un caso y debió posicionarse al respecto. El problema original fue que el Registro Civil de Yucatán se negó a inscribir como hijo de ambos padres al recién nacido derivado de un acuerdo de gestación con una mujer.

fallo de la corte caso Yucatán

La Dirección del Registro Civil, negó la inscripción argumentando que la legislación civil yucateca no preveía dicha posibilidad, argumentó, además, que el derecho al nombre era una consecuencia del parentesco por consanguinidad, es decir, de la relación genética derivada entre el menor y sus progenitores.

Así, la Corte ordenó que el menor fuera registrado como hijo de la pareja. Para la Corte, dicha resolución se fundamenta en el derecho del niño a tener una identidad, así como el derecho de los promoventes a una vida privada y a procrear mediante cualquier medio posible.

La Corte consideró que para hacer válido el derecho a formar una familia, es posible recurrir a la reproducción humana asistida. Lo interesante es que también la Corte estableció que la gestante, al gestar para otros, queda protegida bajo el principio del “libre desarrollo de la personalidad”. Lo que implica necesariamente, romper con el tabú de que las mujeres sólo pueden gestar para sí mismas.

Entonces, de acuerdo a este nuevo criterio, debe reconocerse el derecho de las parejas homosexuales para acceder a los adelantos de la ciencia en materia de reproducción asistida, y a convertirse en padres a través de esos métodos, lo que en todo caso se encuentra protegido por el artículo 1° de nuestra Constitución e igualmente, por el primer artículo de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, de la que México es parte.

adopción de parejas gay
Parejas del mismo sexo que contrajeron matrimonio civil en la sede del Registro Civil de la Ciudad de México, 2010 (Foto: Guillermo Pera/Cuartoscuro).

La Corte introduce así un nuevo concepto, el de “voluntad procreacional”, pues establece que en casos como éste, es evidente que para la pareja solicitante existe una voluntad expresa y firme de ser padres, en tanto que respecto de la mujer que presta su vientre, queda en evidencia también que al hacerlo bajo dicha hipótesis, ella no tiene la voluntad de ser madre, sino de contribuir a que otros lo sean, facilitando precisamente su vientre y su capacidad para gestar.

Reiteramos lo dicho al principio, más allá de filias o fobias, resulta interesante ver que el derecho, en este caso vía decisiones de la Corte, empiece a resolver situaciones por demás relevantes para la vida de las personas. Situaciones filiales derivadas de los nuevos y grandes avances en materia de biotecnologías.

La hipocresía y las mal llamadas empresas incluyentes

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Los adultos mayores, esos que antes llamábamos senectos, luego le bajamos a ancianos, pero nos siguió pareciendo rudo el término y nos inventamos otros más suaves como: adultos mayores, personas de la tercera edad y ahora, hay quienes cayendo en el ridículo, pretenden denominarles (o quizá debería decir, denominarnos) personas con juventud acumulada.

Somos hipócritas como sociedad, igual que hacemos con los viejos, pretendemos pasar por la vida pensando que no existen los indigentes, los niños y niñas hambrientos, los que carecen de oportunidades. Nos gusta pensar que no hay prostitución, ni balazos, ni muertos por la delincuencia.

Así y en esa lógica, algunas las empresas coludidas con nuestra hipocresía, dicen ser empresas incluyentes, porque “les dan oportunidad a nuestros viejecitos” –así lo dicen ellas‒ y en realidad, en la mayoría de los casos, son empresas explotadoras, precisamente de ese grupo vulnerable denominado adultos mayores.

Todas esas tiendas de autoservicio ahora se visten de gloria y se dicen solidarias –que no se nos olvide‒; ahora explotan a los viejitos pero hace un tiempo lo hacían con los niños.

Hace poco me puse a platicar con un adulto mayor, empacador de una de esas empresas, y me platicó la serie de abusos de que son objeto. Sus mandiles deben de comprarlos a la misma empresa que los “contrata”, y eso como un requisito de ingreso. Trabajan sin descanso, y en turnos que establece la “empresa incluyente” en función de sus propias necesidades, no hay ningún tipo de prestaciones y, de hecho, como sucede igual en restaurantes y gasolineras, no son, ni nunca serán empleados formales. Ellos viven de la propina, disfrazada de caridad.

supermercados
Imagen: LID.

Visto así, la empresa no pierde nada y gana mucho, a la empresa poco le importa si el clima es primaveral de 22 grados centígrados o si el día está de mal genio y hace un frío de los demonios. En todos los casos, es necesario ir a recoger “los carritos” que los clientes dejamos desperdigados por todo el estacionamiento.

Y nosotros, los clientes hipócritas, hacemos como que no vemos, damos unas monedas a esas personas y en algunos de los casos ni siquiera volteamos a verlos a la cara para darles las gracias. Esas personas –adultas mayores‒ subsisten de nuestra caridad, ésa que no resuelve gran cosa pero es mejor que nada, dicen algunas de esas personas que laboran en dichos lugares.

Recuerdo que cuando fui empacador, me trataban como empleado, y yo era un niño, y al igual que sucede ahora, era necesario comprar un mandil para poder “trabajar” también como ahora, existían horarios, jornadas específicas para desempeñarte como “cerillito” y poder así ganar algunos pesos gracias a la caridad de las personas, pero por conducto de esas “empresas incluyentes”.

De la misma manera que sucede en la actualidad, la sociedad normalizaba esas situaciones, en el grueso de los casos las personas ni siquiera reflexionaban sobre esos menores que, bajo la apariencia de empresa responsable”, explotaba a la niñez.

Mientras no cuestionemos como sociedad esas y muchas otras prácticas, mientras sigamos creyendo que es normal tal y cual cosa, no podremos avanzar. El problema es que hemos normalizado tantas cosas, la pobreza, la desigualdad, el racismo o la discriminación, y cada vez nos resulta más difícil ver la realidad por encima de dichos fenómenos.

Casos como los aquí planteados hay muchos, y lo más triste es ver cómo es que llegan empresas extranjeras y se tropicalizan rápidamente, adquieren estos anti-valores y los implementan en mi país, cuando en sus países de origen serían impensables dichas prácticas.

Soy un cerdo capitalista

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Un día llegó a mi casa un pobre hombre pidiendo ayuda porque no era de aquí y no tenía para comer y, como seguramente muchos lo hemos hecho, le di unas monedas (aunque sabía que con ello en poco o nada se resolverían sus problemas), luego llegó una señora pidiendo una ayuda para comprar sus medicinas, hice lo mismo sabiendo de nueva cuenta que mi ayuda era una falsa solución a sus problemas de salud.

Días después llegó otra persona pidiendo ayuda por “x” motivos, y así ha sucedido los últimos treinta años que tengo viviendo en el mismo domicilio, pasa el señor que canta una fracción de una canción y pide ayuda, pasan niños, niñas, jóvenes, no tan jóvenes y viejos. Ni qué decir que en cada crucero, me topo con alguien con alguna discapacidad o sin ella pidiendo una ayuda.

La enfermedad, la pobreza y, en general, las necesidades insatisfechas de otros siempre nos conmueven, supongo que como yo muchos hemos entregado (en muchas ocasiones) algunas monedas, un poco como un gesto de solidaridad, otro poco porque se nos arruga el corazón. Sin embargo, en el fondo todos sabemos que nuestro mínimo apoyo no es una solución real, todos sabemos que esa “ayuda” no es más que un gesto de caridad, que no podemos decir que sea malo, pero sí insuficiente.

Me queda claro que la solidaridad es uno de los valores más importantes en una sociedad, pero cuando las necesidades son tan grandes y cuando el Estado no hace bien su trabajo, estas necesidades no satisfechas recaen en la misma sociedad.

Después de un tiempo, ya me era costumbre “ayudar” a esa señora o a ese señor que de manera reiterada pasaban por mi casa, siempre lo hice pensando que aunque no se resolvían verdaderamente sus problemas, en algo contribuía yo a que esas personas sufrieran un poco menos.

Ahora bien, algún día no pude (o no quise ayudar) y más de una de esas personas a las que reiteradamente había ayudado, y quienes siempre me daban las gracias, me empezaron a mirar con coraje. “¿Por qué ya no nos ayudas?”, me llegaron a increpar.

Cerdo capitalista dibujo

Siguieron llegando a mi domicilio, y un día uno de ellos, argumentando que no tenía techo, se quedó en mi cochera, me dijo que sólo sería por una noche, que tuviera compasión. Lo hice, pero unos días después ya estaban en mi cochera varias personas, eran familiares de aquél que me pidió refugio por una noche.

Empezaron a ocupar cada día más espacio en mi casa, tomaban agua de la llave que está en el exterior, pero se corrió la voz y al paso de un tiempo, había ya dos familias en mi cochera. Un día me pidieron entrar a mi domicilio a lo que me opuse, y entonces pasé a ser un tirano, un insensible, una persona sin el mínimo sentimiento de solidaridad. Les expliqué que yo ahí vivía y que tenía treinta años no sólo viviendo sino pagando la hipoteca de esa casa, les expliqué que al interior y por los espacios no podríamos vivir varias familias, y que además cada habitación estaba destinada a algún miembro de mi familia

Fue entonces que me acusaron de ser un cerdo capitalista, un egoísta al que no le importaba el dolor y la necesidad ajena. Ese día con mucha dificultad pude entrar a mi casa y cerré la puerta, no sabía qué hacer.

Al día siguiente, ya no eran unas cuantas personas, ya eran al menos un par de decenas que, argumentando su pobreza (la que indudablemente era cierta) exigían entrar a mi domicilio, quise negociar, volví a mi discurso de la hipoteca, les expliqué que ésa, que yo llamaba mi casa, no había acabado de pagársela al banco, que entendía su situación, pero que nada podía yo hacer al respecto.

De frente a mis argumentos, la respuesta fue colérica, tumbaron la reja de la entrada y sin poder oponerme, ahora mi casa está ocupada.

La prensa dio cuenta de mi situación, y muchos editorialistas hicieron sesudas reflexiones, unos invocaron a Marx, a Lenin, a Mao Zedong y a no sé cuantos más personajes históricos para justificar que yo, efectivamente, era un cerdo capitalista, de esos que sólo buscan su bienestar, ignorando las necesidades de los demás. Otros por el contrario, usando argumentos de Adam Smith y John Locke, me daban la razón, argumentando mi derecho al disfrute de la propiedad privada.

Yo, en medio de tales disquisiciones, sólo pensaba que lo único que deseaba era vivir en paz, creía, más allá del capitalismo o el socialismo, que lo habitual en Rusia o en Japón es que el dueño de la casa, es quien decide a quién invita a pasar a su domicilio. En tal situación mi mente estaba confundida y no entendía por qué un grupo de personas a quien yo realmente ni siquiera conocía, se habían auto-invitado a entrar (violentamente y en contra de mi voluntad) y disponer de mi casa y de lo que en ella se encontraba. El resto de la historia mejor ni lo cuento, esas personas con el argumento de su situación, empezaron a vender mis cosas, a maltratar mis muebles y mi casa y peor aún, empezaron a invitar a otros más a que entraran en ella.

Hoy me he convertido en un monstruo, en un ser socialmente reprobable por insensible, represento lo peor del capitalismo, soy el ejemplo típico de eso que los intelectuales llaman neoliberalismo, ya que con mis actitudes, dicen, promuevo la pobreza y la desigualdad.

Debo decir que yo sólo quería vivir y “dar una ayuda” cuando mis circunstancias me lo permitían, yo sólo quería terminar de pagar mi hipoteca y así poder decir, después de treinta años de esfuerzo, finalmente esta casa es mía.

Últimas reflexiones:

La pobreza en los pueblos y en las naciones es más producto de malos e ineficientes gobiernos, independientemente de socialismos o capitalismos, esto no lo digo yo, lo dice la historia.

La pobreza latinoamericana es, sin duda, producto de los malos y en muchos de los casos, corruptos gobiernos, entiendo las necesidades de las personas, pero creo que incluso en los casos de pobreza, ésta tampoco puede ser invocada para atropellar los derechos de los otros.

**** Cualquier parecido entre esta historia y las demandas de la caravana de migrantes centroamericanos, que entraron al país usando la fuerza de la multitud, es mera coincidencia.