La pluma ecléctica

Por mis hijos, decido yo

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Hace poco la Suprema Corte de Justicia de la Nación debió resolver un caso bastante espinoso. Se trata de una familia rarámuri que, además, son Testigos de Jehová. Como sabemos, los testigos de Jehová, derivado de sus convicciones religiosas, se oponen de manera radical a cualquier tipo de transfusión sanguínea.

En este caso se trataba de una menor de edad a quien se le diagnosticó leucemia linfoblástica aguda, que es un tipo de cáncer en la sangre que comienza en la médula ósea. El tratamiento “idóneo” en este tipo de casos, es someter al enfermo a quimioterapias, lo que obligadamente implica transfundirle sangre.

Como era de esperarse, los padres de la menor se opusieron a la aplicación de dicho tratamiento, argumentando sus convicciones religiosas las que, como ya se mencionó, les impedían aceptar transfusiones sanguíneas para su hija.

El debate aquí es si los padres tenemos el derecho de oponernos a un procedimiento médico considerado como el idóneo para salvar la vida de un menor. De frente a la oposición de los progenitores, la Trabajadora Social del centro hospitalario, consideró que en aras del interés superior de la menor, lo pertinente era solicitar se retirara la tutela a los padres, para poder proceder al tratamiento médico correspondiente.

Transfusión a testigo de jehova
Fotografía: InfoCatólica.

Así, el departamento de Trabajo Social del Hospital recurrió a la Subprocuraduría de Protección Auxiliar de Niñas, Niños y Adolescentes del estado de Chihuahua, misma que, una vez valorado el caso, autorizó se procediera al tratamiento supliendo de esta manera la tutela de los padres. La Subprocuraduría consideró, por un lado, que era urgente iniciar el tratamiento a la menor pues de no hacerlo así su vida corría peligro y que, de frente a los derechos de los padres relacionados con sus convicciones religiosas y su capacidad para tomar decisiones sobre su hija menor, debía imperar el derecho fundamental de la menor a recibir un tratamiento que salvase su vida. Esto último tuvo como fundamento el principio del interés superior de los niños y niñas.

Con la oposición manifiesta de los padres el caso debió llegar a la Corte, la que ratificó que si bien la autonomía decisional familiar, así como el derecho a profesar un culto religioso determinado, son derechos fundamentales reconocidos en nuestra Constitución, en aras del interés superior de los menores, particularmente cuando su vida corre peligro, el derecho de los menores debe primar.

La decisión de la Suprema Corte resulta relevante, ya que es la primera vez que se autoriza recurrir a un tratamiento determinado que, implicando una transfusión sanguínea, pone por encima los derechos de los menores a los de los padres de profesar una religión determinada y a partir de ésta, tomar decisiones trascendentales para sus hijos.

Cabe decir que la Corte debió manifestarse en virtud de que los padres recurrieron la decisión de la Subprocuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del estado de Chihuahua, la que debió litigar el asunto a fin de proceder a salvar la vida de la menor.

Lo anterior nos lleva a la siguiente reflexión, ¿hasta dónde los adultos en nuestra posición de padres, podemos imponer una visión del mundo a nuestros hijos, aun y cuando dicha cosmovisión pueda afectarles a grado tal de perder la vida? ¿El derecho a la salud de los menores, entendido como un derecho humano superior, debe prevalecer por encima de las convicciones religiosas familiares?

Suprema Corte testigos de jehova.
Fotografía: Milenio.

La respuesta en mi opinión es un sí contundente, nosotros los adultos debemos velar por la vida de nuestros hijos y más allá de las convicciones religiosas debemos velar por la salud y el sano desarrollo de los mismos.

Por cierto, hay que señalar que este caso inició porque la menor presentaba síntomas de varicela, y digo que hay que señalarlo por la nueva moda que se ha instalado en muchas partes del mundo, de no querer vacunar a los menores, lo que ha generado en algunos países serios problemas de salud.

En concreto, la salud –particularmente de los menores de edad–, no puede ni debe estar condicionada a ningún otro derecho, por más que se afecte la autonomía decisional familiar.

Para ampliar sobre el fondo de este asunto, dejo el siguiente enlace:

Reseña del amparo_Zaldívar_Intervención del Estado a favor de la salud de un menor de edad 

¿Y si fuera gay?

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A lo largo de mi vida he sido un convencido que el derecho debe respetarse, sin embargo, esta afirmación debe responder a la siguiente pregunta: ¿por qué debe respetarse?

La respuesta que generalmente me dan a esa pregunta, es “porque si no se respeta habrá una sanción”. Creo sinceramente que eso (la sanción) debería ser lo último que nos preocupara; en mi opinión, el derecho debe respetarse porque sólo así podemos garantizar una relación armónica entre individuos en una sociedad.

En concreto, el derecho tendría que respetarse por convicción, no por temor a la sanción. Debería ser la convicción de que respetando las “reglas del juego”  todos podemos vivir mejor, y no me refiero a los grandes problemas jurídicos, me refiero a la vida cotidiana. Así, si todos (por convicción) respetáramos, por ejemplo, las reglas de tránsito, todos nos veríamos favorecidos con una fluida vialidad, si no existieran los “picudos” que rebasan por el acotamiento, para luego más adelante interrumpir el tráfico al querer integrarse a los carriles ordinarios, la circulación no se vería entorpecida. Éste es sólo uno de los muchos ejemplos que podría dar.

¿Y si fuera gay?
Fotografía: Pinterest.

En mi condición de abogado y, más aún, en mi condición de investigador del derecho, he apoyado múltiples causas, a veces en contra de una opinión mayoritaria. Así, sin ser mujer, creo que ellas merecen todos los derechos y en ese tenor he defendido muchas veces los derechos de las damas.

De igual forma, sin ser (por el momento) adulto mayor, me queda claro que éste es un grupo vulnerable al que debemos proteger desde el derecho, e igual pasa con niños, discapacitados o personas cuya identidad sexual no se acopla a la tradicional y dicotómica posición de hombre-mujer.

En este sentido, he de decir que trabajo en una institución en donde la mayoría son mujeres, tanto estudiantes como profesoras, y en mi clase de derecho o de bioética, inevitablemente hablamos de los derechos de los diferentes grupos sociales, niños, adolescentes, adultos mayores, mujeres, etcétera, y en el etcétera se incluyen temas relacionados con homosexuales o lesbianas, a quienes, por cierto, si les quitamos el adjetivo, simplemente nos quedamos con las personas, con los ciudadanos de éste o de cualquier país.

Pues bien, parece que algunas de mis compañeras no se han dado cuenta que, como ya lo mencioné, hablo de los derechos de los diferentes grupos vulnerables, para ellas yo sólo hablo del aborto o defiendo los derechos de los gays, y desde esa perspectiva, parece ser que hay quienes han llegado a pensar que soy gay.

Apoyo lgbt en México
Fotografía: Almar Resort.

Esa posición, además de ser evidentemente prejuiciosa, me parece increíble en un ambiente universitario, en el que deberíamos poder hablar de cualquier tema y en todo caso, los temas “tabú” deberían ser abordados y analizados racionalmente. No me molesta que alguien piense que puedo ser gay, están en su derecho, lo que me sorprende son los grandes prejuicios que siguen imperando en una sociedad como la mía. Pensar que soy “gay” porque defiendo los derechos de los homosexuales es tanto como decir que soy “prieto” por el simple hecho de ser mexicano.

Creo sinceramente que antes que homosexuales o heterosexuales existimos los seres humanos, las personas (así a secas) y precisamente, como personas, en un país que se dice democrático, laico y en el que se supone que impera un Estado de derecho, este tipo adjetivos deberían salir sobrando. Pero lamentablemente no es así, más allá del derecho, está la cultura y con ella los prejuicios que en ella hemos ido engendrando.

Hoy pasamos por un momento crucial en movimientos como el de #MeToo, sólo espero que impere la cordura y que dichos movimientos no degeneren en una cacería de brujas, cacería que recordémoslo duró cientos de años en contra de las personas con preferencias sexuales diferentes a las “ordinarias.

Programa chino de “crédito social”

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Hace aproximadamente un año vi un capítulo de una serie denominada Black Mirror, dicho capítulo se centraba en un período de la vida de una mujer llamada Lacie. La serie nos propone una idea escalofriante: los seres humanos pasamos de dominar las redes sociales a ser dominados por las redes sociales.

Así, toda nuestra actividad diaria es monitoreada, todos nos cuidamos de todos y todos nos calificamos a todos. Lacie, la protagonista de ese capítulo, es una mujer que desea aumentar su “puntaje social”, es decir, las calificaciones que recibe del resto del mundo. La idea planteada es que, entre mayor sea el “puntaje social”, mayores son los beneficios a los que puedes acceder en la vida real.

Así, para poder alquilar un departamento en “X” lugar, requerirías de “X” número de puntos, ya que si no habías alcanzado dicho puntaje, era imposible acceder a ciertas comodidades.

Entonces, la trama plantea un futuro en el que todos nos calificamos a todos, por lo que, el saludar o dejar de hacerlo, puede darte o quitarte puntos. Al final, Lacie vive en una sociedad mucho más superflua e hipócrita que cualquier sociedad actual, pues en esa sociedad futurista, el saludo o el no pasarte un rojo, respondía más a la intención de ganar puntos que a la pretensión de ser una buena persona o un buen ciudadano, según sea el caso.

Experimento de Crédito Social en China

Debo confesar que, al ver el capítulo, tuve sentimientos encontrados, de pronto cuando me metía en la trama, me sentía profundamente angustiado, por otra parte, al terminar de verlo pensé, qué ingenio el del escritor, qué humor tan negro al escribir. Concluí que la idea, aunque bien plantada, era absurda, pues creí que eso nunca podría suceder.

Para mi sorpresa, hace unas cuantas semanas, me enteré por la prensa que China ha iniciado ya un programa similar, en el que los ciudadanos chinos serán continuamente evaluados por el resto de los ciudadanos.

Este programa chino, ha sido denominado como “crédito social” y ha iniciado operaciones en diversas partes del país en mayo de 2018. Lo que está sucediendo no es menor, particularmente en un país con excesivos controles; el gobierno chino desde hace tiempo controla los medios tradicionales de comunicación, el sistema educativo, la burocracia e incluso hay fundadas sospechas que controla el mismo internet.

Rongcheng, en la provincia de Shandong, China, es una de las primeras ciudades en donde inició el programa. Inicialmente se les asignan mil puntos a todas las personas y a partir de este inicial puntaje el mismo irá decreciendo o aumentando en función del comportamiento público de los ciudadanos, es decir, “si se portan bien” recibirán puntos, pero si su desempeño es negativo, les serán restados puntos de su “crédito social”.

crédito social chino

Cada actividad que realice un individuo incide en su puntuación, si se realizan servicios a la comunidad, comportamientos excepcionales o se reciben premios, se añaden puntos. En cambio, si se realizan conductas como pasarse un alto, retrasarse en un pago, fumar en zonas prohibidas, o publicar noticias falsas en línea, se restarán puntos.

El sistema está diseñado de tal forma que, como en el capítulo de Black Mirror, los ciudadanos se “autovigilen”. La diferencia, nada trivial por cierto, es que en el programa chino, no son los mismos ciudadanos quienes se califican entre sí, sino que es el gobierno el que da o resta puntos. Parece ser que, por ejemplo, el denunciar alguna conducta inapropiada de otras personas permite que al denunciante se le otorguen puntos a favor. La idea es que las autoridades locales provean de datos a las instancias regionales y éstas a su vez harán lo propio con las autoridades centrales.

Bajo este esquema de puntos las personas con puntajes bajos tendrán prohibido comprar boletos de avión o tren bala, o bien, se les restringirá el acceso a boletos en clase ejecutiva. Se prevé que otra consecuencia, por ejemplo, por difundir noticias falsas o contrarias al gobierno por medio de la Internet, tendría como consecuencia la prohibición para el ciudadano de acceso a la red o bien limitarle el ancho de banda, esto dependiendo del puntaje de su “crédito social”.

Fecundación y derecho

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Por segunda ocasión, el Congreso del Estado de Nuevo León pretende proteger jurídicamente al no nacido desde la fecundación hasta su muerte natural. Así en días pasados, se presentó nuevamente ante el Congreso del Estado una iniciativa de reforma al artículo primero de la Constitución local, la reforma en concreto establece que:

El Estado reconoce, protege y tutela, el derecho a la vida que todo ser humano tiene. Desde el momento de la fecundación entra bajo la protección de la Ley y se le reputa como nacido para todos los efectos legales correspondientes, hasta su muerte natural, sin perjuicio de las excluyentes de responsabilidad previstas en el Código Penal para el Estado de Nuevo León.

Uno de los temas centrales de esta propuesta es que al buscar la protección del no nacido desde la fecundación, es decir, desde el momento mismo en que un óvulo es fecundado por un espermatozoide. En ese momento, según los expertos, el óvulo fecundado no mide más de 0.14 milímetros. De esta manera, si pensamos que el punto final de este párrafo sea de un milímetro, significa que un óvulo fecundado mide apenas una catorceava parte de dicho punto.

Me parece que no es necesario ser un experto en biología para deducir que es imposible que una entidad biológica de esas dimensiones pueda ser considerada con derechos equivalentes al de una persona adulta.

ovulo fecundado

Sé que este argumento puede parecer simplista, pero no lo es tanto, ya que dotar de derechos (desde la fecundación) a una célula que apenas está en desarrollo me parece, por decir lo menos, un absurdo. Una vez iniciada la fecundación, esto es, el momento en que se fusionan óvulo y espermatozoide, se requieren de cuando menos 30 horas para que esa célula individual se divida y se formen dos células y así continúa la división celular pasando por diferentes etapas. Se requieren tres días para que dicho óvulo fecundado pase a la etapa de mórula (16 células), luego han de pasar entre ocho y nueve días para llegar al estadio de blastocito en donde sus dimensiones serán apenas y en promedio de 1 milímetro. En fin, podríamos seguir describiendo el proceso de división celular, pero sigo sin entender cómo es que a ese blastocito o pre-embrión se le pueda considerar como idéntico en derechos que al ya nacido.

¿Qué implicaciones tiene esto? La primera y más evidente es que atenta contra diversos derechos de las mujeres, particularmente aquellos referidos a su autonomía, al libre desarrollo de su personalidad y en general a sus diversos derechos sexuales y reproductivos. De igual forma, va en contra de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, jurisprudencia que por cierto es obligatoria para nuestro país, por más que los diputados locales pretendan ignorarla.

Por último y de manera general diré que, aceptar este tipo de normas jurídicas, llevaría a nuestro país al siglo XV en materia de investigación científica. Efectivamente, la medicina genómica, el estudio con células madre, la ingeniería genética, así como todos aquellos temas relacionados con la Reproducción Humana Asistida, tendrían que prohibirse bajo este supuesto. Al respecto me pregunto nuevamente, ¿una célula de apenas 0.14 milímetros es en realidad tan valiosa como para incidir negativamente en diversos derechos de las mujeres ya nacidas, o es tan valiosa como para frenar el avance de la ciencia? Yo en lo personal, no puedo creerlo ni entenderlo.

Sé que me lloverán las críticas, pero asumo con responsabilidad y honestidad mi postura.

La chancla voladora

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No sé ustedes, pero yo fui criado a la antigüita. Mi madre no tenía el menor de los prejuicios en corregirme a “chanclazo” limpio, entiendo que los tiempos han cambiado, entiendo que hoy somos más conscientes de los derechos humanos y de las convenciones internacionales de protección a los niños, niñas y adolescentes.

Pero mi madre, para bien o para mal, una de dos, o no estaba enterada de los avances en materia de derechos humanos o simplemente le valían tres cacahuates

Si ahora viviera, probablemente ya la hubiera llevado hasta la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, pero finalmente mi madre murió, sin verme precisado a recurrir a tales procedimientos internacionales.

Y no se me confunda, mi madre no era mala, era producto de su época, para ella el manazo, el coscorrón o el chanclazo, no vulneraba ninguno de mis derechos. Ella simplemente, “estaba ejerciendo como madre”. Desde su perspectiva, eso era su obligación, jurídica y moral, llevarme por el mejor camino, y el de la “chancla voladora” parece que funcionó.

La chancla

Si ella viviera, seguramente estaría orgullosa de lo que logró conmigo, y conociéndola, seguramente también estaría muy orgullosa de sus chanclazos. Así es la vida, las formas cambian, y que conste que no estoy invitando a nadie a la violencia, además las chanclas de antes eran (supongo) más ergonómicas que las de ahora. En mis recuerdos se acomodaban re-bien a mi cuerpo, sentía el guamazo sí, pero no dejaban huella.

El problema de hoy es que, en muchos casos, los papás no nos atrevemos a corregir a nuestros hijos (evidentemente no podemos generalizar) pero digamos que, “algunos papás y mamás” tienen miedo de excederse, y eso es bueno, la violencia y los chanclazos, hoy por hoy, no pueden ser recomendables.

Sin embargo, lo que no es bueno, es que ahora sean los padres quienes en un ánimo de no excederse, terminen teniendo miedo a ejercer su función de padres, de guías, de mentores. He conocido gente que no se atreve a corregir a sus hijos, porque tienen miedo a traumarlos, o peor aún, a que se suiciden.

La chancla

Yo soy de la opinión que nuestros hijos necesitan de sus padres en su papel de padres, no necesitan que seamos sus amigos. Amigos les sobran y nosotros como padres debemos tomar decisiones que –eventualmente- parecen dolorosas.

Decisiones que no siempre serán del agrado de nuestros hijos. Ser padres implica renunciar un poco a ese amor desbordado que todos [sin excepción] tenemos por nuestros hijos, ser padres implica tomar (actualmente en un sentido metafórico) la chancla y lanzarla, dar en el blanco y hacer reflexionar a nuestros hijos.

La “chancla voladora” a mí me funcionó, me hizo entender desde muy niño que había alguien que me estaba mirando, alguien que esperaba lo mejor de mí. No me traumó (al menos eso creo) ni me marcó negativamente para siempre, no me hizo pensar en el suicidio, ni me hizo odiar a mi madre.

Hoy ya viejo, aunque puedo cuestionar los métodos, entiendo que en muchas ocasiones esa “chancla voladora” tenía (aunque no lo pareciera) una carga de frustración/amor. Estoy convencido que mi madre no quería lastimarme, quería corregirme, y de niños o peor aún de adolescentes, necesitamos que nos corrijan, y que nos guíen.

Ciertamente que no estoy promoviendo que recurran a la violenta y traumática “chancla voladora”, pero por favor, no renuncien a su papel de padres, hoy y siempre, todos los niños del mundo, en todas las épocas, pasadas, presentes y futuras, requieren de un padre o una madre (o ambos) que les guíen. Entiendo que debemos ser siempre padres amorosos, pero no podemos claudicar a nuestras responsabilidades básicas. Nosotros los trajimos al mundo, y lo mínimo que podemos hacer, es guiarlos, enseñarles lo que está bien y lo que no.

Posdata: Un chanclazo no mata, pero en muchas ocasiones no asumir nuestras responsabilidades como padres, sí.

Por cierto, dejo aquí un enlace que accidentalmente llegó a mí y que fue el que me inspiró para esta entrega:

http://www.milenio.com/virales/asalta-en-camion-y-su-mama-lo-agarra-a-chanclazos

Ya valió madres

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Me levanté como todas las mañanas, tomé mi desayuno habitual (un café y un cigarro), igual que lo había hecho durante muchos años. Revisé el periódico (ahora, muy ad hoc con la época que me toca vivir, lo hice en mi computadora), revisé mi correo electrónico, mi “wats”, mi “feis”, y me di cuenta de que, probablemente, apenas eran las siete de la mañana.

Todo transcurría de manera habitual, después de hacer lo anterior me dispuse para el baño matutino, el cual transcurrió sin el mayor de los sobresaltos. Una vez bañado, como lo he hecho en muchas ocasiones, pasé a rasurarme.

Fue entonces que –de pronto– el espejo me sorprendió, al verme ante él entendí que algo no estaba bien, veía una imagen completamente diferente y ajena a mi persona. Veía a un viejo, a un hombre desconocido. Pensé que seguramente eran las sombras; el vapor propio de la ducha, estaba seguro de que lo que veía en ese espejo no podía ser yo, sino una imagen distorsionada de mí mismo, producto, –eso pensé– del vapor antes mencionado.

andropausia
Imagen: Pinterest.

De pronto me di cuenta también, que no había encendido la luz del baño, (lo que me tranquilizó), y asumí la idea que, una vez que hubiera iluminación, todo regresaría a la normalidad. Grande fue mi sorpresa, cuando al encender la luz, la imagen en el espejo era la misma, veía a un hombre viejo y evidentemente añoso; ahora pude observar más detalles, aquel hombre tenía además, los pómulos (cachetes) caídos, con unas ojeras pronunciadamente marcadas y con un destello apagado en los ojos.

¿Qué pasa?, me pregunté. Pensé que todo esto podía ser una mala broma de alguien, pasó por mi mente que lo que veía no era un espejo, sino una pantalla que algún bromista de mi casa había instalado. Ese no podía ser yo.

En mi mente (que después me di cuenta que estaba jugando conmigo) yo tenía treinta años, una cabellera abundante, una barba tupida y negra y, una piel lozana. Evidentemente algo en esa mañana me traicionaba, concluí que seguramente era mi hipocampo, ese malévolo lugar donde almacenamos –en ambos lóbulos temporales– los recuerdos de largo plazo.

Finalmente caí en la cuenta que no había nada de irreal, la imagen que veía era la mía, ése que veía era yo, era mi irreductible realidad. Fue entonces cuando descubrí que mi sistema límbico me había jugado una mala pasada, que por un momento de ese día cualquiera, mi cerebro me recordaba treinta años antes y de pronto, mis ojos, puntualmente conectados a mi cerebro, se ubicaban en la realidad.

hombre y espejo
Imagen: The Wanderer.

Entonces me vi pausadamente ante el espejo (ya después de limpiarlo), para descubrir que efectivamente habían pasado treinta o más años; entendí que mi realidad era la de un hombre robusto (por no decir gordo) de poco pelo (por no decir calvo), con una mirada triste (por no decir apagada) y con muy pocas ilusiones (por no decir sin ellas).

En ese preciso instante, me di cuenta de que el hombre del espejo era realmente yo, ese que se rasuraba era Héctor, alguien que intentaba vivir, que pretendía –estúpidamente– que nada había pasado, cuando en realidad mucho (muchos años) habían pasado. Descubrí que la imagen era real, y lo peor del caso, descubrí que dicha imagen me representaba.

Fue entonces cuando me di cuenta que los años habían pasado, cuando estuve consciente que la fortaleza era decadencia, que mis hijos habían crecido, inclusive recordé, que ya tenía nietos. Fue entonces –en ese momento– cuando desde lo más profundo de mi ser, no pude contenerme y dije: “Ya valió madres”.

Mentirillas de nuestra Constitución Política (Parte I)

Lectura: 4 minutosMentirillas, nada piadosas por cierto

Nuestra Constitución Política creada originalmente en 1857 fue modificada el 5 de febrero de 1917, y de ahí en adelante ha sufrido 233 modificaciones, siendo la última en agosto de 2018. Esta última modificación fue referida a la entrada en vigor de la autonomía constitucional de la Fiscalía General de la República.

Casi en todos los períodos presidenciales de México, la Constitución ha sufrido alguna modificación y se han reformado a lo largo de su vigencia, de 136 artículos que la integran al menos 99, es decir, que nuestra Constitución ha sido reformada al menos en dos de sus terceras partes.

Ahora bien, leer nuestra Constitución puede ser peligroso ya que ésta puede resultar muy estimulante o francamente frustrante. Si hiciéramos un ejercicio hipotético de leer nuestra Constitución desde los ojos de un extranjero, seguramente este “hipotético”  extranjero desearía ser mexicano. Nuestra Carta Magna plantea un país ideal, una suerte de Alicia en el país de las maravillas, pero sin Alicia y sin las maravillas.

carta magna constitución política de México
Nuestra Carta Magna fue terminada el 31 de enero de 1917,

De acuerdo con nuestra Constitución, los mexicanos tenemos un estándar y un catálogo de derechos impresionantes. En principio, (artículo primero) nadie puede ser discriminado por su origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil, etcétera.

Sin embargo, todos los días nos enteramos por las noticias más cotidianas sobre el grave racismo y discriminación que impera entre los mismos mexicanos, particularmente entre los de la “ciudad” y nuestros compatriotas indígenas.

Ni qué decir sobre la discriminación por razones de género; Campeche, Colima, Chiapas, Durango, Estado de México, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Quintana Roo, San Luís Potosí, Sinaloa, Veracruz y Zacatecas, tienen una alerta de género formalmente declarada al día de hoy.

Pero están en proceso de declaratoria, la Ciudad de México y Puebla, y al menos en 9 entidades de la República se han solicitado alertas de género que aún no han sido declaradas ni en proceso, esto en los estados de Coahuila, Baja California, Guanajuato, Puebla, Querétaro, Sonora, Tabasco, Tlaxcala y Yucatán.

En cuanto a la discriminación por edad, resulta que tenemos una ley denominada Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, en la que básicamente se nos dice que no debemos discriminar a nuestros “viejitos”, lo que sin embargo es (la discriminación a los viejitos y a todos los llamados “grupos vulnerables”) el deporte nacional. Viejos abandonados, golpeados y explotados es pan de todos los días.

En cuanto a los discapacitados, cualquier cosa que pueda decir se queda corta, durante décadas las familias “escondían” a sus parientes discapacitados, tener un hijo con síndrome de Down era una tragedia, no tanto por el discapacitado sino por el estigma y los prejuicios sociales. Igual podríamos hablar de ciegos, sordos, personas con parálisis cerebral y un muy, muy largo etcétera.

En cuanto a no ser discriminados por la condición social, también tenemos múltiples ejemplos de cómo en esta sociedad somos discriminadores a ultranza, están por un lado los “fifís”, según lo dicho por nuestro presidente y por el otro lado el pueblo, los huachicoleros de cuello blanco y aquellos de cuello negro. O los nacos y los fresas (dirían otros) o los de arriba y los de abajo, o simplemente los ricos y los pobres. La discriminación, podemos ver es evidente, aunque depende de tu condición social.

De igual forma no deberíamos discriminar por la condición de salud, pero no es lo mismo tener seguro de gastos médicos, IMSS, ISSSTE o cualquier otro servicio de salud, por ejemplo, los hospitales universitarios o los hospitales de la SSA. En todos los casos existe una discriminación evidente. El cuidado de la salud no es parejo, es sin duda, discriminatorio.

Constitución política mexicana y sus modificaciones

Respecto a la religión, existen evidentes formas de discriminación, ahí están esos casos curiosos que regalan “la atalaya”, y de igual forma todo el que no sea católico en una nación (que se presume laica pero es católica), es un espécimen raro, uno que tiene un dios extraño, ajeno a la mayoría. La intolerancia y la discriminación religiosa es evidente en mi país.

Ya para concluir, la discriminación en cuanto a las preferencias sexuales es más que evidente, gays, jotos, lesbianas, machorras, trans, y demás expresiones, utilizadas con un tono peyorativo, despectivo y desdeñoso, nos exhiben como una sociedad, totalmente discriminadora, intolerante y poco (o nada) respetuosa de los derechos de los demás. De los derechos “humanos”.

Y esto sólo analizando el artículo 1º de la Constitución, nos faltarían muchos por analizar para evidenciar que efectivamente vivimos “en el país de las maravillas”. Lo que dejamos para otra ocasión.

01800 chínguese

Lectura: 3 minutosDe pronto la tecnología se pone en tu contra y frente a ello no hay nada que hacer. Les platico una historia personal, mi celular decidió [a seis meses de servicio] que se quería jubilar, y ¿cómo discutes con un celular?, que simplemente se niega a funcionar por más smart phone que sea. Uno, en su infinita ignorancia o en su infinita fe en el Dalai Lama, cree que con reiniciarlo va a volver a funcionar, pero no, diez minutos después, entre el apagado-reinicio y prendido, persiste en su negativa actitud de no funcionar.

¿Qué haces? Pues lo que todos hacemos, nos persignamos y le pedimos a Hefesto (dios de la tecnología) y a San Google, su precursor actual, que ilumine nuestra vida, y escribimos en el buscador: Teléfono Lenovo modelo XXXP-2741 no enciende, y San google (probablemente aconsejado por Hefesto) en cuestión de milisegundos nos arroja 26,234 posibles respuestas. La gran bendición es que nos las acomoda por orden de importancia, así, 1,274 [según nos indica el mismo Google] son las respuestas más relevantes a nuestra pregunta.

Decepcionado por la abundancia de las respuestas, volvemos a buscar en Google, pero, como somos muy listos y audaces para la “navegación”, ahora utilizamos la “búsqueda inteligente” (como si yo fuera un tarugo para buscar). Y entonces para acotar nuestra pregunta ponemos: “teléfono de atención al cliente de lenovo”, así entrecomillado, y como Google es muy inteligente, más que nosotros, traduce nuestra pregunta a todos los idiomas existentes y por existir y entonces, la respuesta en español es: lenovo latinoamérica, lenovo España, lenovo Iberoamérica, lenovo en español mexicano, lenovo en español colombiano, lenovo en español cubano, lenovo en español [el que sea…], pero como Google es inteligencia artificial pura, también nos responde en francés: “Téléphone du service clientèle Lenovo” y en Cingalés “ලෙනොවෝ පාරිභෝගික සේවා දුරකථන” y en coreano “Lenovo 고객 서비스 전화” y en árabe “هاتف خدمة عملاء Lenovo” y en Kirguís “Кардар тел Другой” y en Kurdo “Telefonê xizmetkarê lûkovo” y en Maratí “लेनोवो ग्राहक सेवा फोन” y así hasta el infinito.

01800
Foto: Reuters.

En este contexto, la pregunta es: ¿este avance abrumador de la tecnología nos está ayudando o nos está perjudicando? Todos los días recibo correos de personas que no conozco, de gente que me asegura que gané una fortuna en un sorteo en el que no participé, me informan que soy acreedor de una herencia de un emirato árabe que, al azar eligió nombres y el mío fue el afortunado.

Pongámoslo en términos más comunes, pensemos en un ejemplo más cotidiano. De acuerdo con la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, los bancos deben pagar un cheque a menos que: a) la cuenta no tenga fondos suficientes, b) la cuenta haya sido cancelada, c) la cuenta esté intervenida por mandato judicial, d) la firma no sea la del cuentahabiente, etc., pero en muchas ocasiones al pretender cobrar un cheque en un banco, el cajero simple y llanamente te dice, no le puedo pagar el cheque porque “no hay sistema” , lo que en términos estrictamente legales es ilegal, ya que dicha causa no existe en la ley.

Así, la tecnología se pone, en muchos de los casos por encima de la ley, al “sistema” no le importa lo que diga la norma, simplemente falla y todo se para, de frente a tales circunstancias ya no hay un humano que te atienda, hoy pretendemos que sea la inteligencia artificial la que resuelva todo. Inteligencia artificial que cabe decir, de “inteligente” (en el estado actual de las cosas) tiene muy poco y de “artificial” demasiado.

Así las cosas, hoy para hacer el trámite más sencillo hay que llamar al 01800 chínguese (o 01800 244648373) y hay que soportar además el aviso de privacidad [el cual siempre nos informan que puede ser consultado en el portal http//www.avisodeprivacidaddetodoelmundo.com]. Visto así y para nuestra desgracia, cada vez más perdemos el contacto humano y cada vez más debemos interactuar con la llamada inteligencia artificial.

Así pues, la siguiente vez que la tecnología se ponga en contra suya, ya sabe qué debe hacer y ya sabe a dónde debe llamar.