Estamos luchando por un mejor mundo desde un frente meramente físico, mientras nuestro inconsciente colectivo crea un plan del futuro para atraer problemas e injusticia. ¿Por qué no lo podemos observar tan fácilmente?
No importa que tanto discutamos o protestemos, ni las campañas de comunicación que lancemos para intentar cambiar la situación que vivimos hoy. Mientras se siga existiendo el enojo, el rechazo, la separación y la resistencia en el interior de nosotros, no se creará la posibilidad para transformarnos y vivir un verdadero cambio.
Podemos observar que esto se ha repetido constantemente en la historia de la humanidad. Resolvemos un problema y uno nuevo nace gracias al mismo estado de ánimo colectivo que creo el primero. Y si a esto le sumamos que hay grupos con ese entendimiento y acceso al poder, la humanidad se convierte en un sistema de manipulación.
Hemos caído en el paradigma de que para lograr el cambio se requiere luchar por ello. El reto es que, como buscamos resolverlo desde la parte física, y percibirlo a través de nuestros sentidos, no somos conscientes de que en realidad aquello que debemos cambiar no viene de un estado físico-concreto sino de uno abstracto que no vemos.
Al querer controlarlo todo, nos hemos convertido en una sociedad ansiosa que intenta modificarlo desde ese estado de ánimo y, como consecuencia, inconscientemente creamos un caos mayor. Este sistema que alimentamos cada momento nos bombardea con estímulos que nos mantienen viviendo de forma divergente. Un pequeño cambio en el equilibrio de nuestro estado de ánimo puede cambiar el resto de nuestro día.
Es muy claro que hemos llegado al punto donde la humanidad está viviendo más hacia afuera que hacia adentro de nosotros mismos. Esto termina generando ansiedad por no poder controlarlo todo. Debido a que ponemos nuestra atención en el exterior es como creamos nuestros peores adversarios: la culpa del pasado, el apego del presente y el miedo del futuro.
La oportunidad que hoy tenemos como humanidad es aprender a detenernos y observarnos en autoreferencia. Ver lo que está sucediendo en nuestro interior. Entender y asumir lo que estimula al estrés, a la ansiedad y a la tristeza; cada uno creciendo a mayor velocidad desde el inicio de este siglo. Si estamos creando nuestra realidad desde un estado abstracto, significa que lo que pensamos y sentimos tiene una fuerza de creación más allá de lo que hacemos.
Esto no significa ser pasivos sino todo lo contrario. Al existir la coherencia entre lo abstracto y lo concreto nos permitirá fluir hacia un nuevo camino para la evolución consciente del ser humano. Es actuar de una forma centrada en nuestra vida para crear un futuro coherente para el planeta.
¿Cómo podemos empezar a fluir más en nuestras vidas? La meditación es una herramienta al alcance de todos y es importante para ayudarnos a mantener el equilibrio. Vale la pena entender que no consiste en callar la mente sino en observarla. Por lo tanto, es de suma importancia desarrollar un auto-observador sin juicio ni culpa que nos muestre desde dónde estamos actuando. Esto nos permitirá liberar las emociones negativas al no rechazarlas y aceptarlas como parte de lo que ya estamos viviendo. Descubrir que nosotros estamos creando inconscientemente la realidad que vivimos es la llave para traspasar la puerta hacia la evolución de la consciencia.
En un mundo que cada vez va más rápido, y que por ello nos perdemos de vivir en el presente, detenernos, auto-observarnos y hacer momentos de silencio son el mejor regalo para encontrarnos con nosotros mismos. De esta forma abrimos la oportunidad para re-escribir un mejor plan para el futuro de la humanidad. ¿Estás listo para bajarte del tren bala y disfrutar este momento?
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