China

¿De qué va la nueva tensión EU y China?

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China deja de utilizar el dólar en sus transacciones bursátiles

Ciertamente ha habido un repunte en la visión negativa sobre China en Estados Unidos desde que Trump llegó a la Casa Blanca y puso en marcha la guerra comercial.

Las tensiones entre Estados Unidos y China no son recientes, pero el coronavirus y la inminente campaña presidencial estadounidense han amplificado la rivalidad, llevando la guerra de palabras a un punto más alto.

Esta semana, el presidente Donald J. Trump dio un giro en su campaña para lograr la reelección en los comicios de este año.

“China hará todo lo que pueda para hacerme perder esta carrera”, dijo el mandatario a la agencia Reuters.

Su afilada retórica en contra de Pekín marcó una nueva fase en un esfuerzo por reencuadrar una elección que ha sido transformada por la pandemia del coronavirus. También anunció tiempos más turbulentos para la ya inestable relación entre las dos mayores economías del mundo.

Pero China muestra sus armas económicas contra la potencia americana y en su más reciente estrategia, despreció al dólar estadounidense como moneda base para sus transacciones bursátiles.

China deja de utilizar el dólar en sus transacciones bursátiles

El gobierno de China sorprendió al mundo y decidió cancelar el dólar en las transacciones bursátiles y comerciará oficialmente con una nueva moneda digital estatal e-RMB, el nuevo yuan chino en lugar de la moneda estadounidense, en un paso audaz e importante en la historia económica del país

Esto significa que el dólar se ha vuelto inexistente en el comercio chino, por lo que caerá bruscamente frente al yuan chino y podría afectar los mercados mundiales.

Todos los mercados mundiales quedaron sorprendidos por la decisión. La noticia fue discutida en el programa de BBC World English.

Según los informes, han comenzado las pruebas en varias ciudades, incluidas Shenzhen, Suzhou, Chengdu, así como en una nueva área al sur de Beijing, Xiong’an, y áreas que albergarán algunos de los eventos para los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022.

Una moneda digital soberana “ofrece una alternativa funcional al sistema de liquidación en dólares” y mitiga el impacto de cualquier sanción o amenaza de exclusión, tanto a nivel de país como de empresa “, informó el diario China Daily la semana pasada.

Se espera que continúe una disminución en el uso del dinero en medio de la popularidad de las plataformas de pago digital y que las personas eviten el contacto físico durante la pandemia de coronavirus.

Con infromación de la BBC y AP

Los inmunes y las pruebas masivas para identificarlos

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La pandemia del COVID-19 está generando escenarios nunca antes inimaginables. Hasta el día de hoy, hay en el mundo alrededor de 3.1 millones de casos confirmados y más de 200 mil muertes. Estados Unidos, por ejemplo, sufrirá más muertes que en todas sus guerras juntas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Además de las lamentables muertes, se aproxima la más grave crisis económica global desde 1929, la cual ya comienza a materializarse, y los gobiernos se dan cuenta que de poco servirán los paquetes de ayuda económica si la gente sigue en aislamiento, sin trabajar ni consumir.

Esta crisis, a diferencia del colapso financiero de 2008, no es un problema originado por la falta de demanda –que se resuelve, en parte, con programas de asistencia social para que la población tenga dinero y pueda consumir–, sino por la falta de oferta, ya que esta situación ha llevado al paro de actividades tanto económicas como sociales. Por lo tanto, es fundamental que la gente pueda regresar a trabajar, producir y por ende, consumir.

Es por ello que la búsqueda de personas inmunes al COVID-19 ha comenzado en los países desarrollados. Los inmunes son aquellas personas que fueron infectadas, o bien asintomáticos, que ya se encuentran recuperadas y fuera de peligro. Ellos serían la primera línea de batalla para reactivar la economía, siendo los que pueden apuntalar la fuerza laboral.

vacunas contra coronavirus
Ilustración: Behance.

Importantes voces de la ciencia como Anthony Fauci, director del NIAID y asesor de Trump, así como Gérard Krause del Centro Helmholtz en Alemania,  han hecho pública su opinión sobre el tema y apuestan a que las personas recuperadas –y las asintomáticas– tendrán inmunidad por varios meses, quizás hasta dos años, y no podrán transmitir la enfermedad en ese periodo. Por ello, no tiene sentido mantenerles en encierro, y lo ideal sería volcarlos a las actividades productivas y como voluntarios, lo antes posible, tomando las medidas de precaución necesarias.

Así, al estilo Gattaca, países discuten políticas para identificar a sus inmunes. La Unión Europea por su parte puso en marcha el 15 de abril la hoja de ruta para levantar gradualmente las medidas de contención impuestas en todos los países miembros tras el brote de coronavirus. Sin duda, una de las estrategias propuestas para reactivar las actividades es la aplicación de pruebas rápidas para identificar la inmunidad adquirida por parte de la población.

“Pasaporte COVID” (España y Chile); “Pasaporte de Inmunidad” (Reino Unido); “Certificado de Inmunidad” (Alemania); “CoronaCorps” (Estados Unidos), son algunos ejemplos. Además, estas pruebas son ya una iniciativa puesta en marcha en países como China y Singapur.

La estrategia consiste en aplicar pruebas masivas para identificar al mayor número de inmunes posible. De ahí la súbita aprobación de las pruebas rápidas de antígeno-anticuerpo por parte de la Food and Drug Administration (FDA), el 2 de abril. Incluso, Deborah Birx, coordinadora de la iniciativa en Estados Unidos, ha llamado a las universidades a que desarrollen la capacidad de aplicar el mayor número de pruebas posibles.

inmunes al coronavirus
Ilustración: 20 minutos.

Además este grupo no solamente sería útil para reactivar la economía, sino que pueden ser una pieza clave para disminuir el índice de mortalidad del virus, ya que mediante la donación de plasma pueden contribuir al estudio y desarrollo de tratamientos para el COVID-19. En Estados Unidos, la FDA está desarrollando técnicas de tratamiento avanzadas para tratar este virus, que involucran precisamente a personas que ya se recuperaron, y quienes donan sus plaquetas para tratar a los que se encuentran luchando contra el virus.

Según Zheng Jin, portavoz de la Comisión Municipal de Salud Oriental China, la sangre de las personas que han sido dadas de alta en los hospitales, contienen anticuerpos que podrían ser útiles para el tratamiento de otros pacientes infectados. Con ello, se hace un llamado para que estos pacientes donen sangre para el tratamiento e investigación del COVID-19.

Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud advierte que la implementación de estos pasaportes representa un riesgo para la propagación del virus, ya que aún no existen pruebas suficientes para asegurar que las personas recuperadas del COVID-19 estén libres de una recaída. Es por ello que hace un llamado a los gobiernos nacionales a no bajar la guardia con las medidas de seguridad.

Pero el identificar una nueva “clase” de personas con características biológicas específicas es, sin duda, un arma de dos filos, con profundas implicaciones bioéticas y jurídicas. Esta iniciativa conlleva la discriminación laboral de facto a las personas que no han sido infectadas, y generaría incentivos al contagio voluntario de los grupos sociales supuestamente menos vulnerables al COVID-19, pero más necesitados. Vivimos tiempos extraordinarios.


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¡Y que nos roban la Luna!

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Mientras miles de millones de habitantes de la Tierra se afanan por mantener a raya a un letal y microscópico enemigo, el presidente estadounidense Donald John Trump decidió que lo suyo no es atender la catástrofe sanitaria por COVID-19 de su propio país, sino afirmar el poderío de su nación. Así, el mismo día que los habitantes de Wuhan salían de 11 semanas de riguroso confinamiento, el magnate firmaba la orden que “oficializa” la extracción de recursos naturales de la Luna. ¡Proyectó su geopolítica a 384,400 kilómetros de la Tierra!

Esa patente de corso está en la orden ejecutiva que “Promueve el Apoyo Internacional para la Recuperación y Uso de los Espacios del Espacio”; que atribuye a Estados Unidos el poder de explotar la riqueza mineral, hídrica –principalmente de hielo– y cualquier otra fuente de materiales y minerales de que dispone nuestro satélite.

También, el decreto del 6 de abril desprecia los acuerdos sobre el uso de recursos del espacio que ha firmado la superpotencia, pues dispone que los recursos de la Luna Ya no son vistos como un bien común. A la vez, ordena al ex jefe del espionaje y actual Secretario de Estado, Mike Pompeo, prohibir todo intento, de cualquier otro Estado u organización internacional, para considerar el Tratado de la Luna como reflejo o expresión del derecho internacional consuetudinario.

luna roja

Se trata del pacto de 1979 entre 18 potencias espaciales –sin firma de Estados Unidos–, que rige por el derecho internacional el uso no científico de los recursos espaciales, incluyendo los de la Luna y otros cuerpos celestes en la órbita de la Tierra. De igual forma, viola el vigente Tratado del Espacio Exterior de 1967.

Barack Obama allanó el camino a su predecesor. En 2015, el Congreso aprobó la ley que “autoriza” a compañías y ciudadanos estadounidenses a utilizar los recursos del satélite y los asteroides. Trump sólo confirma la apropiación de nuestro satélite en perjuicio de la Humanidad. 

La decisión del presidente estadounidense, parecería dejar sin alternativas no sólo a sus colegas en el espacio extraterrestre sino sin derecho a la Luna y a los asteroides, a más de siete mil millones de terrícolas. La Luna es el satélite del planeta Tierra, no mina de un puñado de corporaciones urgidas de situar sus trascavos en esa superficie para extraer, frenéticamente, recursos estratégicos para la superpotencia. Los beneficiarios del espacio son, bajo el derecho internacional, del espacio extraterrestre y la sensatez, los habitantes de la Tierra. No es casual que el capitalismo imperial hiciera esta maniobra cuando los Estados enfrentan la pandemia más lesiva de los últimos tiempos.

La prisa del multimillonario-presidente no sólo pretende reafirmar el poder espacial de su país, sino afirmar su presencia armada en el ámbito extraterrestre. Por ello, en febrero de 2019 creó la Fuerza Espacial del Ejército para conducir guerras “donde sea necesario”. Esa directiva de Política Espacial 4 “es un parteaguas militar”, pues es la primera rama que se forma en Estados Unidos desde 1947 cuando se estableció la Fuerza Aérea, describió el asistente del presidente y secretario ejecutivo del Consejo Nacional Espacial, Scott Pace, a The Guardian.

Hubo inmediatas interpretaciones en torno a ese movimiento del muy beligerante mandatario estadounidense. Para algunas potencias espaciales, esa Fuerza trastocaba a fondo la geopolítica del espacio exterior y China lo rechazó al llamarlo “Un paso hacia la militarización del espacio”. 

excavadora en la luna.

El coloso asiático consideró que esa nueva fuerza es una seria violación al consenso internacional sobre el uso pacífico del espacio exterior, mina la estabilidad y el balance estratégico global y supone una amenaza directa a la paz y seguridad del espacio exterior, reportó entonces Common Dreams.

Sin embargo, un Trump obcecado escribió el 13 de mayo de ese año: “Volveremos a la Luna, luego a Marte” y anunció un aumento de 1,600 millones de dólares para retornar al espacio “a lo grande”.

Disgustado por no consumar su codicia, el huésped de la Casa Blanca estalló en junio y criticó a la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) por planear el retorno a la Luna en 2028.

Con todo el dinero que se está gastando, la NASA no debería hablar de ir a la Luna, eso ya lo hicieron hace 50 añosy recomendó enfocarse en cosas más grandes como la Defensa y la Ciencia, incluyendo ir a Marte “del cual la Luna es parte”, escribió en Twitter. 

Ese gran error astronómico, de que la Luna es parte de Marte, recibió miles de comentarios en la red social, que iban desde la incredulidad hasta la sátira. No obstante, el neoyorquino se empeñó en su afán filibustero espacial. 

En marzo, cuando la pandemia de COVID-19 dejaba miles de víctimas en las principales ciudades de Estados Unidos, el vicepresidente Mike Pence decidió que debía actuar. ¡Y apuró a los astronautas para regresar a la Luna ‘el próximo lustro’! aunque ello significaría adelantar tres años el Plan Artemisa de la NASA. Si usted disfrutó de la mágica visión de la preciosa Luna Rosa, atesore ese recuerdo.


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Wuhan regresa a la normalidad

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La vida empezaba a volver a la normalidad el miércoles tras dos meses de cuarentena en Hubei, el epicentro de la pandemia de coronavirus en China, luego de que se levantaran los controles de tráfico, se reactivaran las obras de construcción y las personas volvieran a tomar buses y trenes en la provincia.

China continental también informó el martes sobre una caída en los nuevos casos confirmados de coronavirus a 47, todos ellos en viajeros que regresaban a casa, en comparación con las 78 infecciones nuevas reportadas un día antes.

Hubei, una provincia central de China que alberga a unas 60 millones de personas, anunció el martes que eliminaría las restricciones de viaje a partir de la medianoche.

“Reservé mi boleto esta mañana después de escuchar las noticias”, dijo Chen Ting, quien estaba acompañada por su hijo de tres años y se encontraba entre unas 40 personas que bajaron de un tren en la ciudad de Xianning, en Hubei.

La joven de 28 años había llegado desde Qingyuan, en la provincia sureña de Cantón, donde dirige un negocio de ventas al por mayor. El coronavirus la forzó a cancelar sus planes de visitar a sus padres en febrero, después del Año Nuevo Lunar.

“Estoy desesperada por volver a casa para verlos a todos”, dijo mientras esperaba que su padre los recogiera y condujera a la casa familiar en la cercana ciudad de Huangshi.

El miércoles por la noche en Xiangang, los residentes se paseaban por las calles cargando víveres, mientras los restaurantes solo servían comida para llevar. Los altavoces emitieron promociones “como compre uno y llévese otro gratis”. Todos llevaban máscaras.

La cuarentena obligatoria de la capital de Hubei, Wuhan, se levantará el 8 de abril, un hito en la guerra de China contra la epidemia, a medida que Pekín cambia su estrategia para detener los casos importados y reactivar su paralizada economía.

En Wuhan también había señales de que la vida normal volvería. Grupos de hombres con máscaras protectoras trabajaban en un puente al reanudarse los proyectos de construcción, y los residentes saludaban desde las ventanas de sus apartamentos mientras un equipo médico se preparaba para abandonar la ciudad.

El Gobierno de Hubei dijo el miércoles a los trabajadores que habían sido puestos en cuarentena en sus hogares que volvieran a sus labores lo antes posible. El parque de las montañas de Wudang, un importante sitio turístico del sector, fue reabierto a los visitantes.

El secretario del Partido Comunista en Hubei, Ying Yong, dijo que el Gobierno continuaría trabajando duro para evitar un repunte de las infecciones a medida que va incrementándose el flujo de traslados entre la población.

Los viajeros que llegaron a Xianning fueron sujetos a controles de unos 30 minutos y se les pidió que mostraran “códigos de salud” en sus teléfonos móviles que demostraran que no habían estado en un área de alto riesgo en los últimos 14 días.

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Dragon asiático empieza a despertar tras pandemia

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Economía china se recupera tras superar el coronavirus

Después de doce semanas de crisis en las que se paralizó la mayor parte del país, la economía china empieza a mostrar indicios de recuperación mientras el resto del mundo se mantiene sumergido en la crisis por la pandemia del coronavirus.

Algunas señales son las que está mostrando el gran dragón asiático para presumir que la economía china está en indicios de normalizarse. La mayoría de las grandes empresas chinas regresaron a sus actividades productivas y los empleados vuelven a sus trabajos; sin embargo, los riesgos aún siguen siendo altos.

De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), podría pasar algún tiempo para dejar de resentir los efectos económicos de la parálisis por la pandemia y el riesgo de infección podría regresar con la reactivación de la economía, la reanudación de vuelos nacionales e internacionales y el incremento del tránsito local.

Pareciera que la moneda del yuan está en el aire. Los brotes del coronavirus en otros países y las oscilaciones en los mercados financieros, podría llegar a los consumidores a reusarse a comprar productor de origen chino, lo que frenaría la reactivación de la economía china.

Por otro lado, la falta de producción en otros países de Europa y América, podrían incrementar la demanda de productos chinos o bien, las empresas podrían regresar a China para no detener sus producciones.

Mientras el resto del mundo sigue luchando por contener el coronavirus, China se encuentra en la etapa de cierre y presume haber sofocado la pandemia, lo que le permitiría reactivar su economía mientras la del resto del mundo sigue paralizada.

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Las Cadenas de Valor Global al desnudo con el COVID-19

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Alrededor de la mitad de las mascarillas sanitarias que hay en el mundo son fabricadas en China, es decir, cerca de 20 millones diarias o más de 7000 millones al año (NYT). Con China como epicentro de la epidemia del COVID-19, se retuvieron las exportaciones de los cubrebocas que se necesitaban en cantidades masivas en ese país, lo que explica en parte la escasez aguda de este producto en muchos países en estos días. Alrededor del 90 por ciento de los cubrebocas médicos vendidos en Estados Unidos provienen del extranjero, de acuerdo con el Departamento de Salud y Servicios Humanos de ese país. Respecto de México, el dirigente de Careintra en México informó que se importa alrededor del 60 a 70% de las mascarillas en el mercado mexicano y el producto está agotado en todo el país.

El abastecimiento de mascarillas está trastornado también por la forma en que buena parte de ellas se producen a nivel mundial. Éstas, al igual que millones de otros productos, ya no se fabrican en un solo país, sino en distintas localidades y luego se ensamblan en alguna nación y desde ahí se exportan al resto del mundo. Pero si hay alguna disrupción en alguna parte de esta cadena productiva, se interrumpe la producción completa de estas mascarillas. La cadena podría incluir a China, Taiwán, Japón, Vietnam, Colombia e incluso México (NYT).

Más grave que el asunto de los cubrebocas es el de las medicinas y los reactivos para detectar el virus en una epidemia como la actual. La apertura comercial, la relocalización de la producción en lugares lejanos donde se pueden producir más económicamente, significa que nos hemos hecho dependientes de la importación de medicamentos y sustancias esenciales. El epidemiólogo Michael Osterholm, quien escribió el libro Deadliest Enemy: Our War Against Killer Germs (“El Enemigo más Mortal: nuestra guerra contra los gérmenes asesinos”), sostiene que hay 153 medicamentos que se requieren en forma inmediata en Estados Unidos pero son difíciles de conseguir, y eran ya insuficientes antes de la presente crisis. Estos son 100% genéricos y la mayor parte provienen de China e India. En el caso de México, la industria farmacéutica en 1987 fabricaba el 67% de los principios activos que necesitaba la industria farmacéutica en el país, pero con la apertura comercial, la competencia de activos provenientes de países asiáticos desplazó a los nacionales y actualmente se depende mucho de su importación para fabricar medicamentos –véase artículo reciente de Mauricio de María y Campos sobre política industrial para el sector farmacéutico–.

industria farmaceurtica
Ilustración: Freepik.

La República de Corea, que pudo controlar en forma muy rápida la epidemia de COVID-19, tiene la ventaja de tener algunas de las compañías que producen los reactivos para detectar el virus (El País). Eso les permitió aplicar las pruebas para saber si los ciudadanos estaban infectados o no con el apoyo de más de cien laboratorios para dar los resultados. Los contagios pudieron detectarse en la población en general –inclusive acudiendo a los hogares–lo que resultó en una tasa de mortalidad a causa del virus menor que la registrada en otros países como China, Italia o España.

El acceso a los productos farmacéuticos es esencial para los países en estas circunstancias y es un derecho humano reconocido a nivel internacional, pero la lógica de los costos de producción ha debilitado el acceso de los médicos y de la población a estos productos esenciales para la vida.

Lo dicho hasta ahora es sólo una parte, un fragmento menor, del descalabro ocurrido a raíz del COVID-19. La historia más amplia se origina con la revolución en el transporte y en las tecnologías de la información y las telecomunicaciones (TIC), además de una política mundial de apertura comercial que hicieron posible la dispersión geográfica de los eslabones de muchas cadenas productivas a partir de los años setenta y ochenta. Esta segmentación de la producción se hizo económicamente atractiva para las empresas internacionales, pues pudieron bajar considerablemente los costos de producción gracias a la mano de obra barata en terceros países, comenzando por China, pero hay muchos otros países involucrados, como México. Un supuesto de esta apertura fue que las cadenas de intercambio no podían sufrir interrupciones severas, lo que ha resultado completamente falso.

Es vox populi que China se ha convertido en la “fábrica del mundo” de bienes finales y una infinidad de componentes. A lo largo de las últimas cuatro décadas, el crecimiento exponencial del comercio internacional refleja, además del comercio de productos terminados, el movimiento internacional de crecientes cantidades de insumos que alimentan el proceso de producción intermedia o final en muchas partes del mundo. De hecho, el Informe sobre el Desarrollo de las Cadenas Globales de Valor de 2019 (de la OMC) estima que dos terceras partes del comercio mundial ocurre a través de las Cadenas Globales de Valor (CGV), en que la producción cruza al menos una frontera, pero más frecuentemente cruza varias antes de convertirse en producto final. En la medida en que los bienes elaborados son más intensivos en tecnología, más complejas se han vuelto las CGV.

china y covid
Imagen: Shuttersotck.

La participación de China en ellas ha ido aumentando, pero sus productos, ya sea terminados o intermedios pueden contener una infinidad de componentes de muchos otros países. Por ejemplo, para la producción en China de bienes TIC, se usan partes que provienen de Japón, República de Corea, e incluso otros que se originan en Estados Unidos y Europa. La CGV descrita es la que sigue dominando, aunque se vislumbran nuevos tipos de ellas, como la manufactura “distribuida” que consiste sobre todo en acercar la producción al consumidor para que éste pueda influir más directamente en los procesos productivos, transmitiendo las características personalizadas que esperan del producto. Sin embargo, la producción a gran escala de muchos productos tales como farmacéuticos, maquinaria, sector automotriz, productos de metal, entre muchos otros, se mantendrán.

La irrupción del COVID-19 en China y, luego, en el resto del mundo, ha mostrado cuán vulnerables son las cadenas de producción y proveeduría ante eventos de este tipo.

El epicentro de la epidemia COVID-19 fue inicialmente en Wuhan, en China, y de ahí se extendió a varios otros lugares dentro de ese país y posteriormente a 146 países. Wuhan es de suma importancia en las Cadenas Globales de Valor. Como indica un estudio hecho muy recientemente por Deloitte, más de 200 empresas de la lista de las 500 de Fortune tienen presencia directa en esa ciudad. Más aún, 938 de las 1000 empresas más importantes de Fortune tenían proveedores Tier-1 (proveedores directos) o Tier-2 (proveedores de los suministradores directos) en la región de Wuhan, según un informe de Dun & Bradsteet. Además, Wuhan tiene el mayor puerto en tierra firme del país, por lo que la situación afecta al transporte de muchos más productos que los elaborados allí.

Una encuesta levantada entre el 22 de febrero y el 5 de marzo por el Institute for Supply Management de Estados Unidos que obtuvo 628 respuestas, mayormente de representantes de la manufactura de ese país, mostró que cerca del 75% de esas compañías en Estados Unidos reportaron disrupciones en sus cadenas de proveedores, y un porcentaje mayor prevee que esas dificultades se agudizarán en los meses que vienen. Ello se debió tanto a la caída en alrededor de 50% de la producción en China, con el 57% del personal trabajando, como a las restricciones al transporte impuestas para detener la epidemia del coronavirus. Así, según esta encuesta, los tiempos de entrega de insumos de China requeridos directamente en la producción de empresas en Estados Unidos, se duplicaron para muchas empresas y eso se vio también agravado por la escasez de transporte para llevar los productos a Estados Unidos.

covid-19 geopolitica
Ilustración: El Colombiano.

Las afectaciones ocurren a lo largo de prácticamente toda la cadena, empezando por el hecho de que la mitad de las empresas estadounidenses encuestadas no cuentan con información certera de cómo evolucionará la producción en China en los próximos meses ni dónde están las empresas que son sus proveedoras; casi la mitad de las empresas tenían problemas para transportar productos dentro de China; y casi la mitad reportaban tener dificultades para cargar los productos en puertos.

Ante una emergencia como la actual sería deseable que las empresas tuvieran un mapa claro de cuál es su cadena de proveedores y ver cuáles son sus eslabones más débiles. Pero en la práctica muchas empresas no saben quiénes son los proveedores de sus proveedores. Sin embargo, estas dificultades son lógicas. Un ejemplo dado por Michael Essig, un profesor de la administración de suministro de la Universidad Bundeswehr en Munich, y mencionado por Foreign Policy, estimaba que una empresa multinacional como Volkswagen tiene alrededor de 5,000 proveedores directos (Tier 1), cada uno de ellos, tiene un promedio de 250 proveedores propios (Tier 2), es decir, la compañía tiene alrededor de 1.25 millones de proveedores dispersos en el mundo, la mayoría de los cuales no conoce ni sabe dónde están.

En México, a raíz del COVID-19, ha habido afectaciones serias en líneas de producción de la industria automotriz, autopartes, eléctrica-electrónica, de la confección (textil y vestido), equipo médico, aeroespacial, electrodomésticos, metal-mecánico, muebles y remanufactura debido a la falta de insumos provenientes de Asia. En algunos contados casos, México se ha beneficiado por mayores inversiones realizadas en el país para suplir la caída en la producción en China, pero en la medida en que se extienda la pandemia en México, esto también puede cambiar.

El hecho de que el COVID-19 se haya ahora esparcido hacia el resto del mundo desde China, teniendo 146 países una mayor o menor presencia del virus, la disrupción de las CGV es mucho mayor que lo previsto inicialmente.

coronavirus
Ilustración: Freepik.

La acción conjunta de todos los actores de la CGV debería resultar en un aprovisionamiento cada vez más perfecto para los productores y su distribución y comercialización expedita. Es más, esta perfecta coordinación entre los muy numerosos participantes en las cadenas productivas hacen supuestamente innecesario el almacenamiento de los componentes a lo largo de la cadena e incluso del producto final, ya que todo está diseñado para que la entrega de los bienes “justo a tiempo”, lo que reduce los costos de la producción y almacenamiento al hacerse más expedito el vínculo entre oferta y demanda.

Pero en realidad, el COVID-19 nos muestra que todo este diseño ideal de una producción compartida a nivel mundial encierra tremendos riesgos. Y no sólo es la pandemia, sino una serie de eventos cada vez más frecuentes, producto del cambio climático, como grandes incendios, inundaciones, huracanes, entre otros, que dificultan el transporte, las comunicaciones y la producción misma, desarticulando las CGV.

Si se ha aprendido alguna lección del COVID-19 es que todos los países, sin excepción, necesitan proveer bienes y servicios esenciales a su población, aun cuando les signifique un costo algo mayor que si se producen a miles de kilómetros de distancia. También se necesita integrar más las cadenas de valor con mayor contenido nacional para dar mayor seguridad y calidad a los empleos. Medicamentos, mascarillas, alimentos, artículos de higiene, son sólo algunos de los productos indispensables. Una política industrial que promueva el aprovechamiento de las nuevas tecnologías y software abierto pueden crear una base productiva más acorde con las nuevas condiciones mencionadas.


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La pesadilla en China, peor que la gran recesión

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Coronavirus sumerge a China en crisis económica peor que en la gran recesión

El coronavirus ha paralizado las industrias en China y el daño económico causado por el nuevo brote podría ser mayor a la que vivió el gigante asiático en la crisis económica global de 2008-2009.

En febrero de 2020, la industria manufacturera en China cayó a su nivel más bajo desde 2005, debido a las medidas tomadas por Pekín para contener la propagación del virus.

Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas de China (ONE), el índice de gestores de compras (Purchasing Managers’ Index, PMI), indicador de referencia del sector, cayó 14.3 puntos hasta los 35.7, después de haber alcanzado los 50 en enero de este año.

Se trata de una caída récord: hasta ahora, el nivel más bajo registrado había sido en noviembre de 2008, cuando estalló la crisis financiera global.

En el PMI, un registro por encima del umbral de los 50 puntos supone crecimiento y uno por debajo, contracción.

Las restricciones de viaje y otras medidas para frenar la epidemia han sofocado las cadenas de suministro para cualquier producto que haya quedado en los almacenes y paralizado una parte importante de la producción china y de su sector terciario, dejando un panorama complicado para la segunda economía más grande del mundo y, por ende, la mundial.

“China representa un tercio de la industria manufacturera mundial y es el mayor exportador del planeta, por lo que esta caída del PMI, muy por debajo de las expectativas de los analistas, también tendrá un impacto negativo en otros países”, subraya Katie Prescott, periodista de la BBC especializada en el sector.

El país asiático ha registrado cerca de 80 mil casos de contagio del nuevo virus desde el estallido del brote en diciembre.

El nuevo coronavirus ha llegado a más de 50 naciones, pero la vasta mayoría de las infecciones y muertes se han producido en China, donde se originó.

La pasada semana, ya comenzaron a hacerse públicas las predicciones sobre el efecto que las medidas de contención del virus en China tendrán en el comercio y la economía global.

La consultora Capital Economics, con sede en Londres, estimó que el brote costará más de 280 mil millones en solo los primeros tres meses de 2020.

Eso es más del presupuesto anual de la Unión Europea, los ingresos anuales de Microsoft o Apple, y ocho veces el presupuesto anual del gobierno nigeriano, por ejemplo.

Sin suficientes trabajadores

Las cifras del PMI, calculadas en base a encuestas mensuales realizadas por empresas del sector privado, son un indicador clave de la salud económica de un país y suelen tener un efecto en los mercados financieros, apunta Prescott.

Las restricciones vigentes en la llamada “fábrica del mundo” ya han afectado a compañías como Apple, Diageo, Jaguar Land Rover y Volkswagen, que dependen del mercado de producción y consumo de China.

Según Bloomberg Economics, las fábricas chinas estaban operando al entre 60% o 70% de su capacidad de producción la semana pasada.

La gran pregunta ahora es qué tan rápido estas fábricas pueden volver a la normalidad.

Los líderes chinos han instado a los gobiernos locales, las fábricas y los trabajadores a comenzar las operaciones cuanto antes en las zonas menos afectadas por el nuevo coronavirus, pero la respuesta está siendo lenta.

Muchas empresas dependen de los 300 millones de trabajadores que migran de una ciudad china a otra, un tercio de los cuales todavía no están trabajando debido a las cuarentenas implementadas, señala Prescott, la experta de la BBC en el sector.

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El suministro mundial de iPhone afectado por el brote

Como gigante industrial, la caída en la producción de China puede llevar a la escasez de algunos productos en el mundo.

Por poner un ejemplo, el país es el mayor fabricante y exportador mundial de teléfonos inteligentes, por lo que el abastecimiento mundial del iPhone de Apple, uno de los más vendidos en el planeta, se puede ver seriamente afectado.

De hecho, el gigante de la tecnología anunció el 17 de febrero que la producción y ventas de su producto estrella se habían visto perjudicados por el brote, informando que el suministro mundial de iPhone “se vería limitado temporalmente”.

La investigación de mercado de la firma de análisis tecnológico Canalys pronostica una caída de hasta un 50% en los envíos de teléfonos inteligentes desde China entre octubre de 2019 y marzo de 2020.

¿Primera contracción desde la Revolución Cultural?

El nuevo coronavirus también ha impactado negativamente en el consumo interno en el país, una de las bases del nuevo modelo económico impulsado por el gobierno de Xi Jinping.

El cierre de buena parte de los comercios se suma a la caída de la demanda, dado que muchos consumidores siguen prefiriendo permanecer en casa y no gastar demasiado, como recoge un informe de Capital Economics.

Según la Asociación de Cocina de China, el 93% de los restaurantes ha cerrado durante la epidemia, y durante el Año Nuevo lunar -la festividad más importante del país, que coincidió este año con el estallido de la epidemia-, el sector perdió unos 500.000 millones de yuanes (71.060 millones de dólares), recogió la agencia EFE desde Pekín.

El economista Larry Hu, especialista de la economía china del Macquarie Capital en Hong Kong, auguró que Pekín podría registrar una contracción en el primer trimestre,”por primera vez desde la Revolución Cultural”, según reporta el diario hongkonés The South China Morning Post (SCMP).

China creció a su ritmo más bajo en tres décadas en 2019 y el gobierno ha insistido que, pese a la epidemia, sus objetivos de desarrollo económico y social podrán cumplirse este año.

El Ejecutivo suele difundir esas metas -como el PIB o la inflación- en marzo, durante la celebración de la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular (Legislativo), pero esa crucial cita se ha pospuesto por el brote hasta una fecha aún por determinar.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó su previsión de aumento del PIB de China para 2020 del 6% al 5,6%.

Según el ente, el coronavirus surgido en el país es la “incertidumbre más urgente” que encara la economía global y una amenaza para la “frágil recuperación”, debido al potencial contagio internacional a través de las cadenas de suministro.

El organismo prevé recortar las previsiones de crecimiento global debido a la propagación del brote

En esta situación de incertidumbre, las autoridades chinas también tratan de lanzar mensajes de calma.

Este pasado fin de semana, por ejemplo, señalaron que alrededor del 90% de las empresas estatales del país (las llamadas SOEs, por sus siglas en inglés) han retomado la actividad, según recogió el periódico SCMP.

“En concreto, las industrias de gas y petróleo, comunicaciones, electricidad o transporte tienen (una tasa de operaciones) de más del 95%; algunas han llegado al 100%”, informó la Comisión de Supervisión y Administración de Activos Estatales.

La semana pasada, los mercados bursátiles más importantes del mundo cayeron dramáticamente después de que un gran número de empresas advirtiera sobre el impacto del brote en sus actividades.

Pese a los indicadores en rojo, la caída de la producción china ha tenido un lado “positivo”: la NASA informó que los satélites de monitoreo de contaminación habían detectado disminuciones significativas en el dióxido de nitrógeno en China.

La evidencia sugiere que esto se debe “al menos en parte” a la desaceleración económica causada por el nuevo coronavirus.

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El coronavirus la epidemia. La desinformación la verdadera pandemia

Lectura: 3 minutos

La primera víctima de la guerra es la verdad.
Esquilo.

El brote epidémico del nuevo coronavirus 2019-nCoV en una provincia de China, ha generado una alarma internacional de vertiginosa expansión que compite en relevancia con la atemorizante propagación del virus que se ha venido difundiendo abundantemente en medios y redes sociales, no necesariamente con veracidad y prudencia.

La detección de esta nueva amenaza a la salud nos tomó por sorpresa. La difusión del paulatino incremento de casos, primero en China y más tarde en algunos otros países produjeron reacciones inmediatas de terror ante la carencia de conocimiento sobre el nuevo germen. La velocidad de las comunicaciones inundó todo tipo de medios con información vaga o difusa, que ha contribuido a una especie de sobredimensionamiento de la real emergencia sanitaria que, sin restar importancia al tema, puede motivar la exageración y la psicosis colectiva, por desconocimiento, simple diversión de los internautas y youtubers o por intenciones específicas de desinformación.

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Imagen: Slashgear.

Las acciones inmediatas de contención de la enfermedad para evitar su expansión son evidentes: aislamiento de las zonas en que el contagio ha sido detectado, construcción de hospitales, investigación biológica a todo vapor, cancelación de vuelos y viajes, detección de potenciales transmisores, cuarentenas y otras medidas preventivas. Pero tales medidas, también han dado aliento a la manipulación informativa y a la especulación que puede conllevar efectos más nocivos que los que se pretende contener, en los ambientes, ya no sólo de la salud, sino particularmente en el político, económico y social.

La abundante difusión de rumores y noticias falsas en torno al coronavirus y los efectos que pueden tener en el ánimo de la sociedad y en los propios gobiernos a nivel global, obliga a dimensionar objetivamente la magnitud del problema y tomar medidas preventivas y activas basadas en información certera, corroborada y con orientación científica.

Con esta visión y reconociendo que “La difusión de rumores e informaciones inexactas es un fenómeno real con el que hay que lidiar desde el principio”, Sylvie Briand, directora del área de preparación para urgencias infecciosas de la Organización Mundial de la Salud, ha actualizado las cifras sobre los casos detectados, alrededor del globo hasta hace un par de días, contabilizando 20,603, de los cuales 20,471 se ubicarían en China, con el registro de 425 decesos. Un fallecimiento más se registró en Filipinas y otro en Hong Kong. En el resto del mundo, según la información de la OMS, se identificaron casos de contagio en 23 países, sin estar incluido alguno en Latinoamérica ni África.

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Imagen: Shutterstock.

Desde luego que la expansión del contagio es posible, pero los datos revelados por Briand colocan en una dimensión menos caótica la realidad de la que califica como una epidemia y no una pandemia como se ha difundido, sin pretender, desde luego, banalizar la seriedad del asunto.

Vista de este modo, parece que la real pandemia está en los medios y particularmente en las inquietas, expansivas y no pocas veces irreverentes redes sociales, a través de las cuales, eso sí, se viraliza cualquier tema, con suma velocidad y no siempre con prudencia y responsabilidad.

La mejor manera de lograr una comprensión razonable y adoptar las medidas propias para evitar que el contagio se expanda a niveles alarmantes es la información objetiva y la difusión de las recomendaciones pertinentes por parte de las entidades expertas.


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