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El problema es la confianza en la autoridad

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En “21 lecciones para el siglo XXI”, el célebre autor Yuval Noah Harari plantea el escenario en el que los algoritmos podrían volverse muy eficaces en el análisis de nuestra salud, de nuestras emociones y hasta en la predicción de algunas de nuestras reacciones a partir del análisis de la información que generamos a diario, entre otras cosas, como elegir profesión y hasta a la mejor pareja sentimental.

Hace unos días, por medio de un código “QR”, las autoridades de la Ciudad de México iniciaron una campaña para identificar cadenas de contagio a partir de que los ciudadanos ingresemos al código y compartamos datos básicos para recibir notificaciones en caso de que se dé un caso positivo de coronavirus SARS-CoV-2 en el sitio en el que estuvimos o estamos.

Por lo innovador de la solución y la aplicación directa de tecnología móvil para obtener información de primera mano sobre la movilidad de las personas, esta herramienta podría ayudarnos mucho en esta auténtica emergencia. De hecho, Google, el principal buscador del planeta, estableció estrategias similares de monitoreo vía teléfonos celulares para estimar el movimiento de cientos de miles de personas y, al mismo tiempo, ubicar también la forma en que se expanden los contagios.

Como son terrenos nunca antes explorados, existe una desconfianza natural en la mayoría de las personas a ofrecer sus ubicaciones de manera voluntaria, tan sólo por el hecho de sentirse vigilados por una autoridad en la que no confían, ni han confiado en el pasado.

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Imagen: Getty Images.

Aunque todos podemos reconocer que nuestra intimidad se ha reducido a mínimos en esta época y estamos dispuestos a ceder mucha de ella para comunicarnos, aparentemente una cosa es compartir la imagen de nuestro plato de comida en nuestro restaurante favorito y otra distinta ingresar un código a nuestro celular para avisarle a las autoridades sanitarias que estoy en ese sitio.

Entonces, el problema no es tanto preservar nuestra intimidad, como de gran desconfianza en quienes toman las decisiones públicas por mandato de nuestro voto mayoritario. Es decir, lo que existe es una falta de certeza en que la autoridad hará lo correcto con nuestra información o que está bien que use nuestros movimientos, aun cuando se trate de salvarnos la vida.

Pero la crisis de confianza no es novedosa, es una enfermedad endémica de nuestra sociedad que se extiende por todo el país y en esta pandemia parece que no se redujo en ningún grado y está presente más que nunca. Lo que pudo ser una oportunidad para que el tejido social se fortaleciera y nos uniéramos a las medidas gubernamentales para enfrentar esta situación inédita, pronto se ha convertido en una carrera por ver cómo nos vacunamos lo más pronto posible y seguimos igual o peor que antes.

Este comportamiento social que nos regresa a los mismos vicios y comportamientos nocivos de antes de esta histórica crisis sanitaria no debería ser la norma, aunque ha ocurrido con anterioridad. Ya veremos si en unos años, cuando hagamos la evaluación de lo que atravesamos, podamos llegar a conclusiones más optimistas que la sensación actual de que hemos decidido convivir con una enfermedad desconocida, que se complica hasta provocar la muerte de cualquier persona, y sin un tratamiento eficaz para combatirla.

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Imagen: Ramona Ring.

Y mientras los decesos se apilan en un año que ha sido para el olvido –aunque no podemos darnos el lujo de perder la memoria sobre lo que ha pasado, como lo hicimos con la influenza H1N1 de la que no aprendimos mucho para esta ocasión–, vamos derecho hacia un choque social el próximo año cuando se nos junte un complejo proceso de vacunación, con las presiones económicas en un año de elecciones cruciales.

De tal manera que la tormenta perfecta no será en las siguientes semanas y, puede ser, que ni siquiera en los próximos meses, sino a lo largo de un 2021 que nos hallará más cansados, menos unidos y en peores condiciones de subsistencia.

Espero equivocarme, francamente, pero nuestra indolencia en estas últimas semanas es escandalosa, además de la brecha infranqueable de desconfianza que nos impide colaborar con unas autoridades que todos los días nos piden por favor muchas cosas que ya deberíamos hacer de forma automática, convencidos de su efectividad. Necesitamos recomponernos rápido y establecer otras aproximaciones hacia la pandemia, porque no habrá algoritmo, ni tecnología que, como dice Yuval Noah Harari, nos salve de nuestra propia estupidez como especie.


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El nuevo liderazgo en el mundo de la pandemia

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Creo que se encuentra en el aire la pregunta: ¿la pandemia cambió las cosas de forma radical o sólo es un gran tropiezo? Obviamente habrá personas que podrían matizar el planteamiento diciendo que depende en el sector o empresa en el que estás o si eres dueño, empleado o trabajas por tu cuenta, etcétera.

La realidad de las cosas, con datos objetivos, aunque haya irresponsables, por no decirles p…, que puedan decir que “tienen otros datos”, es que esta pandemia ha provocado la peor crisis económica de la historia de la humanidad, al menos de la que se tenga registro y en materia de salud, con arriba de 17.5 millones de personas contagiadas, más de 675 mil muertos provocados por la COVID-19 al día de hoy, y lamentablemente nos faltan muchos por sumar. Desde mi punto de vista, éste es un verdadero quiebre en la historia de la humanidad, y sí hablaremos de un antes y un después del SARS-CoV-2 o SARS-COV-19 o COVID-19.

Y entonces la pregunta obligada es: ¿si será un nuevo mundo, se necesita un nuevo estilo de liderazgo o inclusive un nuevo liderazgo? Y mi respuesta es sí. Obviamente habrá elementos del anterior liderazgo que serán útiles, pero se requerirán nuevas habilidades y herramientas.

Primero una afirmación totalmente fundamentada, nadie nace siendo líder, todos, absolutamente todos los líderes se hacen, por una u otra razón, pero todos se hacen y esta pandemia nos lo va a comprobar, una vez más.

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Imagen: Optitud.

El ser líder implica tener y/o manejar de una manera destacable una serie de habilidades que la mayor parte de la población no maneja de forma adecuada o simplemente no las tiene. Estas habilidades, de acuerdo con el autor, pueden variar, pero la realidad es que son hasta una veintena.

Una de las tantas teorías que hay disponibles en el mercado dice que las decisiones tomadas como líder, todo lo que haces y dices, deberían estar vinculadas con dos principios: ganarte la confianza de los demás y servir a los tuyos, y creo que estos dos principios son fundamentales en el nuevo liderazgo.

El nuevo liderazgo, que diferenciará a los mejores de los demás, crea una visión convincente del futuro, destaca la importancia de saber cómo establecer las bases y el rumbo, sabe motivar a quien lo sigue a cumplir logros de alta escala.

Las personas que siguen a un líder, en cualquier quehacer humano, tienen necesidad de propósito y visión. Un propósito y una visión convincente, inspirada en un mejor futuro que tratamos de crear mediante actos basados en el propósito que compartimos.

Cuatro disciplinas que serán fundamentales en este nuevo liderazgo son: (1) saber establecer el rumbo con claridad; (2) fomentar el compromiso de los equipos, que todos sean accountables de lo que se quiere alcanzar, no es sólo responsabilidad del líder, lo es de todos; (3) buscar, obtener resultados, y estar en un proceso constante de aprendizaje a través de capacitarse, y como consecuencia de ello crecer.

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Imagen: Ethic.

La confianza siempre ha jugado un papel muy importante con relación al liderazgo, hoy y mañana será de las características más importantes en los líderes. El nuevo líder tiene que ganarse la confianza de su equipo, de sus seguidores todos los días, como producto de las acciones que está llevando a cabo. El líder no puede dejar de ganarse la confianza que los demás han depositado o tienen en él o en ella, por ninguna razón, y tienen que  responder siempre a la pregunta: ¿por qué debemos creerte o hacerte caso? El nuevo liderazgo inspira confianza.

El nuevo líder tiene que trabajar a partir de nuevos modelos mentales, entendidos estos como se describen sencillamente en Wikipedia: Un modelo mental es un mecanismo del pensamiento mediante el cual un ser humano intenta explicar cómo funciona el mundo real. Es un tipo de símbolo interno o representación de la realidad externa, hipotética, que juega un papel importante en la cognición, sabiendo que el mundo no es estático y por ello tenemos que estar siempre dispuestos a cambiar y evolucionar, modificando nuestras creencias de forma constante.

El nuevo líder ve la realidad, ve lo que está pasando y se tiene que preguntar, rápidamente, por qué pasó lo que pasó o por qué está pasando algo, y con la extracción de esa información, actuar en consecuencia. No actúa de forma permanente por instinto, aunque en algunas ocasiones lo tendrá que hacer. Actúa de una u otra manera porque extrajo información que le fue relevante en los hechos que vio o ve.

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Imagen: Deloitte.

Los nuevos líderes deben actuar de manera decisiva y audaz, estos líderes se atreven a hacer cosas que sus antecesores no hicieron, son arrojados y hasta arriesgados; deben despertar el potencial de las personas que los siguen, los líderes tienen la responsabilidad de sacar lo mejor de cada una de las personas con quienes trabajan, que colaboran con ellos. El nuevo liderazgo exigirá que se actué eficazmente en los momentos decisivos.

Estos líderes deben dejar claras las medidas y acciones que se tomarán. Las deberán compartir y comunicar de forma muy explícita a sus colaboradores. El nuevo líder siempre explica por qué se debe hacer algo, o en algunos casos, tendrá que explicar por qué se hizo.

El líder contemporáneo actúa u opera dentro del círculo de las competencias: lo que sabes, lo que crees saber y lo que no sabes. Es decir, actúa la mayor parte del tiempo dentro del círculo de lo que sabe o en algunas otras ocasiones dentro del círculo de lo que cree saber, y para el tercer círculo se rodea de personas que sí sepan lo que él o ella no sabe.

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Imagen: ESAM.

En esta misma lógica, el nuevo líder identifica dónde están sus fortalezas y en qué condiciones es en las que mejor trabaja y da su mejor rendimiento, para propiciarlas y dar lo mejor de sí mismo. Con ello, impulsa lo positivo, y reduce o elimina lo negativo. Así, piensa de manera estratégica y asume responsabilidades, es decisivo, de forma constante lleva el “yo” al “nosotros” al crear, como lo señalé líneas arriba, un propósito compartido y una visión convincente.

El nuevo líder pregunta, recopila distintos puntos de vista, involucra a todos los que trabajan con él, toma en cuenta la opinión de sus colaboradores y de las personas que están a su alrededor.

El liderazgo siempre implica que en algunos momentos él o la lideresa estarán solos y por ello tienen que identificar con qué herramientas personales cuentan para manejar esa soledad, que en muchos casos es toral para buscar paz interior. El nuevo líder trabaja en su autoconocimiento de forma permanente.

Íntimamente ligado con el tema del autoconocimiento, cito a John Ullmen –de donde obtuve una parte de la información para este artículo– para que todos nos lo llevemos de tarea: ¿Hay situaciones que desencadenan en ti respuestas de lucha, huida o hacen que te paralices?, sustituye estas tres reacciones por: propósito, determinación y valor.


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