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El COVID-19, ¿ganas o pierdes?

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Sin duda, todo el mundo está inmerso en la problemática del COVID-19, sin embargo, ya podemos darnos cuenta de que desde este momento hay ganadores y perdedores.

Difícilmente se podría haber predicho lo que hoy estamos viviendo, tanto en el ámbito de la salud como en el de la economía, y por supuesto también en el complejo enjambre político.

De lo que estoy seguro es que después de esto el mundo ya no será igual, por ejemplo, en el caso de la influenza H1N1, todavía hasta el día de hoy sabemos de muertes provocados por ésta, por ende, en el caso del COVID-19 debemos suponer un comportamiento parecido.

Lo importante de esto es que aun cuando los casos sean mínimos en el futuro, mucha gente ya no querrá tomar riesgos, como hacer viajes en cruceros, o asistir a eventos donde haya grandes conglomeraciones, en general la tendencia debiera ser que la mayoría de la gente sea mucho más prudente en cuanto a exponerse a cualquier tipo de contagio. Y claro, de igual manera pasear en los centros comerciales o ir al cine, al teatro, será mucho menos popular.

ganadores y perdedores
Imagen: Shutterstock.

Por otro lado, las videoconferencias en sus diferentes modalidades, han cobrado un auge impresionante debido sobre todo a la necesidad de no reunirse físicamente.

Obviamente todos nos estamos dando cuenta de lo fácil y rentable que es hacer uso de estas nuevas tecnologías, y la conveniencia y el ahorro que significa dejar de desplazarnos como estábamos acostumbrados.

Las ventas por internet venían avanzando fuerte, y a partir de la actual situación se exponenciaron. La gente se está acostumbrando muy rápido a esta manera de comunicarse, no creo equivocarme al afirmar que esta tendencia seguirá aun después de terminar la fase crítica.

Si aceptamos que los patrones de vida y la cultura en general de los pueblos –entendiendo el concepto de cultura como la manera de comportarse de una sociedad–, ya cambió, entonces debemos asumir que habrá compañías ganadoras y perdedoras.

ajedrez jaque mate
Imagen: cointelegraph.

Por ejemplo, ¿de quién quisiera ser usted socio en las nuevas circunstancias?, ¿de una compañía que ofrezca cruceros, o de una farmacéutica u otra que desarrolle modalidades distintas de videoconferencias?

Por supuesto, los sistemas de salud evolucionarán impresionantemente al mismo tiempo que la educación cambiará en sus formas de manera impredecible.

Ante esta nueva realidad, me parece que debemos ser autocríticos y analizar profundamente si nuestro negocio, o en su defecto, la compañía para la cual trabajamos, estará del lado de los ganadores o de los perdedores, si estamos del lado ganador potenciemos las oportunidades por venir, pero si desafortunadamente nos damos cuenta que nos encontramos del lado perdedor, seamos realistas e inteligentes y actuemos en consecuencia.

Para los mexicanos en general, nos cuesta mucho trabajo cambiar de caballo, pero al necear y tratar de subsistir haciendo lo mismo en un mundo que será ya irremediablemente distinto, lo más seguro es que se tenga un resultado, por decir lo menos, muy desafortunado.

Política, economía y estabilidad social. Las otras víctimas de la pandemia

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Resulta verdaderamente agobiante el tratar de encontrar una arista positiva a la difícil circunstancia por la que atraviesa el mundo y que para México parece ser apenas el comienzo de lo que se augura será una larga y amarga pesadilla.

Y es que, los recientes acontecimientos, a parir del informe del Ejecutivo el pasado domingo, la reacción de la iniciativa privada y particularmente de las grandes empresas, sugieren, no sólo la divergencia de visiones en materia económica y las acciones que deben ejecutarse para sortear la coyuntura en las mejores condiciones posibles, sino la posibilidad de una ruptura que, a todas luces, sería lesiva para el país en su conjunto.

El apocalíptico enemigo que cabalga ya en territorio nacional no sólo amenaza la salud de las personas, ha alterado significativamente la dinámica social cotidiana y ha ralentizado de manera sensible la actividad productiva, con señales de una inevitable profundización del deterioro económico.

empleo desempleo y recesion economica
Ilustración: The New York Times.

El confinamiento social y la sana distancia, como mecanismo básico e indispensable para contener la difusión de la enfermedad que nos aqueja, tendrá efectos letales para la salud de la economía que ya se empiezan a manifestar y que, se pronostica, serán de larga duración si no se toman desde ahora medidas adecuadas para una menos dolorosa circunstancia futura.

Uno de los primeros afectados por el coronavirus es el empleo, de acuerdo con cifras oficiales del gobierno federal, solamente entre el 13 de marzo último y el 6 de abril, se perdieron 346,878 puestos de trabajo formal con una tendencia al alza mientras dure la emergencia sanitaria, a los que se debe sumar el efecto directo en la informalidad, cuya cifra, dada su naturaleza, es difícil estimar, pero debe tenerse en cuenta que ésta se ha calculado en un porcentaje cercano al 60%.

Conforme la enfermedad arrecie y las medidas de contención y confinamiento se intensifiquen, como seguramente sucederá, según las informaciones de las autoridades sanitarias, una gran cantidad de empresas, sobre todo las micro, pequeñas y medianas, se verán obligadas a cerrar o quedarán severamente dañadas, con el consecuente impacto en su planta laboral. Los cientos de miles que queden en el desempleo carecerán de los ingresos mínimos para sobrevivir, no sólo para el sostén básico de sus familias, sino para hacer frente a compromisos crediticios, hipotecas o adeudos diversos ya contraídos.

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Ilustración: ABC News.

Ante un escenario así que ya se anticipa oscuro, el sector empresarial ha anunciado que acudirá al rescate de las MiPyMEs, con objeto de frenar la caída del empleo, mostrándose abiertamente en desacuerdo con las medidas oficiales establecidas. Pero la tendencia no se reduce y sí, en cambio, se ha evidenciado el riesgo en que puede ubicarse la relación gobierno-iniciativa privada y la fragilidad del entendimiento para sobrellevar de mejor manera la crisis presente y futura.

No deben obviarse los efectos directos que una circunstancia crítica sanitaria y consecuentemente económica prolongada tendrán en el ambiente político y social del país, las primeras escaramuzas entre el Ejecutivo y la oposición ya se han producido y la más reciente ha sido la respuesta del PRI, PAN y PRD, a la convocatoria presidencial para que los institutos políticos devuelvan la mitad del presupuesto asignado para el presente ejercicio. La posición de los principales partidos ha sido un “sí” pero en realidad no es de esta manera, sugiriendo mecanismos diversos que impidan el uso de los recursos que serán devueltos de manera discrecional, lo que augura mayor tensión en la ya de por sí tirante relación.

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Imagen: Il Manifesto.

Finalmente, debemos considerar el efecto más devastador de la famosa pandemia, el que se tendrá indudablemente en el ambiente social, no únicamente por el temor y el encierro que ya sufre la población bajo el agobio de la avalancha de noticias falsas o verdaderas en todo tipo de medios, sino por el impacto doloroso que ya ha comenzado y que ofrece un panorama desolador para el futuro inmediato en un amplio sector de la sociedad que verá reducido o de plano eliminado su ingreso. La repercusión será evidente, como se ha visto en otras latitudes, en el ánimo, la seguridad comunitaria y la estabilidad pública.

Las decisiones acertadas o erróneas que hoy se elijan, determinarán una pronta recuperación o un abismo profundo.


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Crisis por COVID-19, peor que la Gran Depresión

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La crisis económica por el coronavirus será peor que la Gran Depresión de 1929

La pandemia de coronavirus que está sacudiendo al mundo tendrá un efecto “profundamente negativo” para la economía en 2020, desatando la peor contracción global desde la Gran Depresión, con una recuperación parcial que podrá verse en el 2021, dijo la jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI).

La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, describió un escenario mucho más sombrío sobre el impacto social y económico del coronavirus respecto a sus opiniones de hace unas semanas, al destacar que los gobiernos ya habían tomado medidas fiscales de estímulo por 8 billones de dólares pero que es probable que se necesite más efectivo.

Georgieva dijo que la crisis golpearía a los mercados emergentes y países en desarrollo con mayor agresividad, por lo que se requerirían cientos de miles de millones de dólares en asistencia para esas naciones.

“Apenas hace tres meses, esperábamos un crecimiento de la renta per cápita positivo en más de 160 países miembros en 2020”, dijo el jueves, en comentarios preparados para un discurso en las reuniones de primavera boreal de la próxima semana entre el FMI y el Banco Mundial.

“Hoy, esa cifra se ha revertido: ahora proyectamos que más de 170 países experimentarán un crecimiento negativo del ingreso per cápita este año”, sostuvo.

Si la pandemia empieza a mitigarse en el segundo semestre del año, el FMI espera una recuperación parcial de la economía en el 2021, dijo Georgieva, pero advirtió que la situación de todas formas podría empeorar.

“Enfatizo en que existe una enorme incertidumbre acerca de las perspectivas económicas: podrían empeorar dependiendo de muchos factores variables, incluida la duración de la pandemia”, afirmó.

El FMI, que tiene 189 países miembros, publicará sus pronósticos actualizados en el informe de Perspectivas de la Economía Mundial el próximo martes.

El nuevo coronavirus que surgió en China en diciembre se ha propagado por todo el mundo, infectando a 1,41 millones de personas y matando al menos a 83.400, según un recuento de Reuters.

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Una crisis eterna y el fantasma de la Gran Depresión

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México atraviesa por una situación extremadamente complicada debido a la presencia de diversos factores internos y externos, que han significado una caída abrupta de la actividad económica. Es difícil hacer una evaluación precisa del impacto conjunto de este entorno sobre la economía mexicana, pero se puede anticipar una caída importante del PIB. En este sentido, vale la pena echar una mirada a las peores crisis que se han vivido en nuestro país para tener una idea del terreno en el que estamos incursionando.  

Hacia finales de la década de los veinte y principios de los treinta, la actividad económica mundial se desplomó como resultado de la crisis surgida en Estados Unidos, y que más adelante se conocería como la “Gran Depresión”. La caída del mercado bursátil en 1929 impactó al sistema bancario estadounidense, que ante una fuerte corrida de recursos, colapsó por problemas de liquidez. En los siguientes tres años que siguieron al famoso “jueves negro” el 24 de octubre de 1929, cuando la bolsa de Nueva York cayó 13.47%, las condiciones de la actividad económica mundial se deterioraron de manera significativa.

Al finalizar 1932, el comercio internacional se contrajo 66%, la producción mundial cayó 40 y se registró una deflación de 50%. En Estados Unidos, epicentro de la recesión, quebraron alrededor de 110,000 empresas en el periodo 1929-1932 y cerca de 14 millones de personas perdieron su empleo –30% de la población activa– y 30 millones en los países industrializados.

México no se pudo abstraer de esta tendencia de depresión a nivel mundial. En 1929 el PIB cayó 3.6%, en 1930 disminuyó 6.6% y después de un crecimiento de 3.5% en 1931, la economía mexicana se desmoronó 14.9% en 1932, la peor recesión económica registrada en nuestro país.

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Fotografía: Emaze.

A finales de la década de los setenta se presentó un periodo de expansión impulsado por el crecimiento de los países industrializados y el aumento de los precios del petróleo. En los ochenta, México entró en una etapa de aletargamiento; en el periodo 82-89 el crecimiento promedio del PIB fue de sólo 0.5%, por lo que a este lapso se le conoce como “la década perdida”. No fue hasta el periodo 90-94 cuando la economía mexicana recobra la senda del crecimiento, gracias a una serie de cambios estructurales de gran calado que se reflejaron, no sólo en una mayor actividad económica, sino también en el abatimiento de la inflación de niveles superiores a 150% en 1987 a 7% a finales de 1994.

No obstante, la devaluación del peso frente al dólar en diciembre de 1994 ocasionó una fuerte caída del PIB al cierre de 1995 (-6.3%). Este derrumbe fue de tal magnitud que significó un retroceso en el valor del producto de siete años.

En 2008 el mundo enfrentó nuevamente un escenario económico muy complicado, luego de la quiebra de Lehman Brothers en septiembre, lo que desató una crisis económica mundial que se incubó en el sector hipotecario estadounidense y se propagó por el mundo debido al default de bonos que fueron adquiridos en buena parte por bancos europeos. El incremento en la aversión al riesgo a nivel global y la fuerte contracción de la demanda global ocasionaron que el PIB en nuestro país cayera 5.3% en 2009.

Es importante destacar que existe una diferencia muy importante entre la crisis de 1995 y la de 2009. La primera tuvo un origen interno, toda vez que los diferentes acontecimientos políticos que se presentaron en ese año –surgimiento del EZLN, el asesinato de Colosio, etc.– mermaron la confianza de los agentes económicos, mientras que la de 2009 nos vino de afuera.

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Imagen: Vértigo.

Hoy tenemos quizá una crisis “nueva” que podría ser de proporciones mayúsculas, ya que cuenta precisamente con los dos catalizadores, el interno y el externo, lo que significa que estamos entrando en terreno desconocido.

En 2019, la economía mexicana registró una contracción de 0.1% derivada de una serie de medidas que el sector empresarial percibió atentaban contra el estado de derecho, lo que mermó la confianza, paralizó la inversión y condujo incluso a que la empresa S&P recortara la calificación de la deuda soberana de México.

A la desaceleración manifiesta de la actividad económica en México, se sumó en este 2020 la pandemia del coronavirus y la disrupción que causó de las cadenas de suministro a nivel mundial, lo que paralizó la actividad productiva ante la falta de insumos, y la contracción del consumo debido a las medidas de aislamiento que se han tenido que adoptar en todo el mundo.

México enfrenta dos circunstancias que hacen aún más sombrío el escenario económico en este 2020. La caída en los precios del crudo debido a la guerra petrolera entre Arabia Saudita y Rusia, y el recorte a la calificación de la deuda soberana de México y Pemex por parte de las principales agencias calificadoras. Si se llegara a materializar la pérdida del grado de inversión, las consecuencias sobre el peso, la inflación y, en general sobre la economía, serían terribles.

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Imagen: RT.

Ante la atroz coincidencia de malas noticias, la pregunta que todos se hacen es de qué tamaño será la recesión en este 2020. Me temo que la respuesta será muy desagradable toda vez que el escenario descrito se ve aderezado por la falta de un plan económico gubernamental que permita hacer frente a una crisis que se percibe aterradora.

El 26 de marzo la correduría JPMorgan fue la primera institución en prever un severo desplome de la economía mexicana en este 2020 (-7%). De acuerdo con JP, el distanciamiento social, paros en sectores económicos claves y un golpe a los sistemas de salud, sugieren que los riesgos a la baja permanecen.

En días recientes, Santander dio a conocer su estimado para este año, previendo una caída de 6.4%, mientras que Bank of America proyecta que la economía se hunda 8.0%. Es previsible que el resto de los analistas ajusten a la baja sus proyecciones hacia una caída superior a 6% en la medida que se den a conocer los datos de actividad económica del segundo trimestre.

El efecto conjunto sobre la economía mexicana de la falta de inversión, el colapso del consumo y las cadenas de producción, el desplome de los precios del petróleo y la mayor aversión al riesgo por el recorte a la calificación de la deuda soberana, sugieren que la contracción del PIB de México en este 2020 será de 6.7%, la más funesta desde la Gran Depresión.


Manuel Guzmán M. es Vicepresidente de Negocios Estratégicos de Samurái Capital. manuel@samurai.science. Agradezco la valiosa colaboración de Lucero Jiménez de la Universidad de la Américas Puebla. La opinión aquí expresada es responsabilidad del autor.


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Nadie se libra del impacto económico por crisis

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Banxico advierte impacto económico en empresas y hogares por coronavirus

El gobernador de Banco de México, Alejandro Días de León, advirtió sobre el impacto económico en empresas y hogares por el COVID-19 y la crisis que causa el freno de actividades económicas por la pandemia.

A diferencia de la recesión económica del 2008 que afectó a los intermediarios financieros ocasionando un efecto dominó en el resto de los sectores, el freno económico global sin precedentes asociado con la pandemia del COVID-19 tendrá un impacto directo en las economías familiares y empresas por la merma de los ingresos.

“En esta ocasión, la afectación va llegar un paso más allá que es, de manera directa, a las empresas y los hogares que van a ver mermados sus ingresos de manera importante durante estos meses que dure la emergencia”, planteó Alejandro Días de León.

De acuerdo con el funcionario, será en el segundo trimestre de 2020 cuando se resentirá la afectación económica más profunda. No obstante, reconoció que persiste incertidumbre sobre los efectos que tendrá la pandemia en el tercero y cuarto trimestre.

“Estamos enfrentando un entorno muy incierto al no tener inclusive precedente en la historia reciente. Ahora tenemos un choque sanitario que da lugar a un congelamiento de la actividad económica. Entre más se sostenga este congelamiento económico, puede haber dificultades económicas muy distintas en diferentes empresas y sectores y eso es lo que es incierto; poder identificar si habrá riesgo de créditos, quebrantos o si se podrá sostener la actividad económica en mejores condiciones para cuando se pueda normalizar la interacción social”, apuntó.

La estrategia de Banxico contra el COVID-19

Para enfrentar los efectos económicos del COVID-19 Días de León explicó que, por el lado de las empresas, muchos intermediarios financieros están en “muy buena posición” ya que pueden tenerlos como acreditados, administrar la nómina, saben quiénes, y conocen el flujo normal que tienen de ingresos y egresos.

En cuanto a los hogares, propuso utilizar los padrones de los programas federales como un mecanismo para entregar apoyos económicos de manera más ágil a la población vulnerable.

“Todos los padrones que se han ido enriqueciendo de posibles beneficiarios de programas pueden ser un mecanismo por el cual se puedan hacer llegar algunos de estos apoyos. Sabemos que la banca de desarrollo juega un papel clave en este sentido y de hecho, el Banco de México trabaja de manera coordinada para poder solucionar temas logísticos de distribución de efectivo”, añadió.

Para garantizar el flujo de recursos en el mercado nacional, detalló que Banxico implementó la estrategia de permutas de valores gubernamentales y se adelantó la política monetaria al reducir en 50 puntos la tasa de referencia.

Mientras que en el mercado internacional se promueven las subastas y coberturas cambiarias que apoyen la cotización del peso.

Reservas internacionales a salvo

Las reservas internacionales de México, que ascienden a 185 mil millones de dólares, no están comprometidas por la subasta de coberturas cambiarias, aseguró Díaz de León Carrillo.

Dado que no hay precedente de la crisis económica por la pandemia, el gobernador de Banxico enfatizó que las instituciones bancarias tendrán que agilizar el flujo de recursos a los sectores que lo demanden y diferir las deudas hasta por cuatro meses.

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Adiós al crecimiento económico

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Gobierno de México estima contracción económica por coronavirus

El gobierno de México prevé que la economía local podría contraerse hasta un 3.9 por ciento este año, frente a una expansión de entre un 1.5 por ciento y un 2.5 por ciento estimada en el presupuesto 2020, en medio de la crisis por el coronavirus que llevó a las autoridades a decretar emergencia sanitaria.

Para el próximo año, la Secretaría de Hacienda estima que el Producto Interno Bruto (PIB) repunte entre un 1.5 por ciento y un 3.5 por ciento, según los precriterios económicos 2021 publicados el miércoles.

Hasta ahora, México registra 1,378 contagios y 37 decesos relacionados con la nueva cepa del virus, que se ha propagado por más de 200 países y amenaza con desencadenar una profunda recesión global.

“Los precriterios 2021 incorporan los efectos de un choque drástico sobre el escenario económico de México y el resto del mundo, derivado de la pandemia asociada a la enfermedad denominada COVID-19 y el virus que la produce (…) y de las medidas sanitarias para su contención”, dijo el gobierno.

La autoridad financiera mexicana estima ahora un déficit económico primario de un 0.4 por ciento para el cierre de este año, que contrasta con el 0.7 por ciento de superávit primario proyectado en el paquete económico para este año, mientras que para 2021 el déficit sería de un 0.6 por ciento.

En las últimas semanas, los principales grupos empresariales del país han solicitado al gobierno diversos apoyos fiscales y financieros para afrontar los estragos económicos derivados del brote, incluyendo reducir incluso a cero la meta de superávit primario 2020.

Respecto al precio del petróleo de la canasta mexicana, el gobierno prevé que se recuperará gradualmente desde los mínimos actuales de 10.61 dólares por barril (bpd) a 24 bpd este año y a 30 bpd el siguiente.

El gobierno reiteró en el comunicado su compromiso de mantener la disciplina fiscal, aunque reconoce la necesidad de una postura que ayude a mitigar los efectos económicos de la pandemia, en medio de temores sobre posibles nuevos recortes de la nota soberana luego de la reciente rebaja hecha por S&P.

Construcción en terapia intensiva por pandemia

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Crisis en la industria de la construcción en México por coronavirus

La pandemia del coronavirus ha paralizado al mundial y la industria de la construcción en México no es la excepción y agoniza

Cancelación de toda actividad económica no esencial, fue la orden que ha dado el gobierno mexicano como medida para contener la pandemia del coronavirus que al 2 de marzo ha cobrado la vida de 37 personas e infectado a más de mil 370 personas en todo el país.

La medida fue anunciada el 30 de marzo acompañado de una emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor que limita la movilidad en el país a las tareas básicas de sectores indispensables para el funcionamiento del país, descargando actividades productivas como la minera y la industria de la construcción.

Dado que el sector de la construcción no fue incluido en la lista de actividades esenciales para la economía, la Cámara Nacional de Cemento (Canacem) anunció que sus agremiados suspenderían operaciones.

Jaime Rocha Font, presidente de la Canacem, informó que dejarán de abastecer a la obra pública y privada a partir del sábado 4 de abril, esto incluido a las más de las 62 mil ferreterías del país y otros distribuidores.

En un comunicado, destacó que las empresas afiliadas mantendrán a todo su personal con su salario y prestaciones íntegros, durante el periodo comprendido del 30 de marzo al 30 de abril de 2020.

Por su parte, Eduardo Ramírez Leal, presidente nacional de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) informó que en lugar del crecimiento de 1.5 por ciento que esperaban para este año, el coronavirus los impactará con una caída de entre 3 y 4 por ciento.

“Yo creo que después de esto (Covid-19) pudiera haber algunas afectaciones y seguramente el decrecimiento se pueda dar alrededor del 3 o 4 por ciento”, advirtió.

La declaración de Emergencia Sanitaria en México abrió un panorama poco favorable, principalmente para las pequeñas y medianas empresas que dependen de esta actividad como cementeras, concreteras, fabricantes de varilla e insumos derivados del acero, entre otras.

“Entre más tiempo estemos en contingencia, más va a afectar el crecimiento, no solo en la industria sino en la economía de nuestro país y todo el mundo”, dijo Ramírez Leal.

Ricardo Trejo Nava, director general de la firma de análisis Forescatim, anticipó que, en el primer trimestre de 2020, si se envía a una tercera parte de los trabajadores de la construcción a su casa, habrá una caída de 8.8 por ciento y si el 50 por ciento se va a casa, la caída sería de 9.5 por ciento.

Agregó que, con ello, la recuperación se daría hasta finales del año.

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