Como una herramienta básica de mi “filosofía-metodología hazlosencillo” siempre nos hacemos esta pregunta en los dos tiempos pasado y presente: ¿qué si hubiéramos hecho esto o aquello? Y mejor aún, ¿qué si hacemos esto o aquello?
Todos seguramente hemos escuchado muchas veces la expresión “el hubiera no existe” y creo que es un gran error asumir ese dicho como algo real. Claro que “el hubiera” sí existe y si hacemos un muy buen análisis de éste, podríamos –en el tiempo– tomar estos aprendizajes para volver a hacer una u otra cosa o para evitar errores del pasado.
Entender el pasado es fundamental para saber dónde estamos parados, el porqué, y lograr ser exitosos en el presente y en el futuro. Quedarse atrapados en el pasado es una estupidez.
El ejercicio de preguntarnos sobre “qué hubiéramos hecho si tal o cual cosa”, es relevante para desarrollar un buen plan de lo que debemos hacer en el presente y en el futuro, inclusive nos da la oportunidad de ya no volver a hacernos la pregunta y actuar en consecuencia. La vida en algunas ocasiones –diría que en muchas– nos da varias oportunidades para hacer algo y está en nuestras manos tomarlas o dejarlas pasar, somos accountable de ésa o esas decisiones.
Déjenme ejemplificarlo de manera sencilla y muy práctica. El presidente López Obrador tuvo la inmensa oportunidad, cuando se presentó la pandemia del coronavirus, para cambiar decisiones que ya había tomado en ciertos temas y que obviamente ya estaban fracasando –o fracasarán– en el mediano o largo plazos, como la refinería en Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el ecocidio del Tren Maya, por hablar de los tres grandes proyectos del sexenio; pero podríamos mencionar decenas, cientos o inclusive de miles de decisiones, y todos, absolutamente todos –seguidores y detractores– (chairos o fifís, para utilizar su lenguaje) lo hubiéramos entendido perfectamente. Pero no lo hizo.
Preguntarnos “¿y si…?”, nos da la enorme oportunidad de ir por la vida asumiendo responsabilidad por lo que hemos hecho y por lo que vamos a hacer; también de lo que no dijimos o no hicimos y con ello evitar jugar a la víctima e ir culpando a la vida, al destino, al anterior gobernante, al gobernante en turno, al jefe del trabajo, a la suerte, a nuestro pasado familiar, al lugar donde nacimos, inclusive a Dios.
En varios medios y en distintos momentos, a lo largo de los años, he visto o leído resultados y artículos sobre encuestas y entrevistas a adultos mayores, lo que ahora se está hablando como la cuarta edad (personas de más de 80 años) donde más del 80% de los entrevistados dice arrepentirse de no haber dicho o hecho algo, contra sólo menos del 20% que se arrepiente de haber dicho o hecho algo.
Por ello es fundamental en la “metodología hazlosencillo” decir que nada se pierde haciendo o diciendo cosas, inclusive si pueden resultar políticamente incorrectas. Aquí sí estoy de acuerdo en el dicho “más vale pedir perdón que pedir permiso”. Y estoy seguro que, de facto, nos arrepentiremos de muy pocas cosas y por el contrario siempre viviremos con la frustración de no haber dicho o hecho algo. Así que atrévanse.
No les tengo que reiterar lo que seguramente han visto o leído en distintos artículos, libros, blogs, programas de radio o televisión sobre casos de personas que les dijeron que no podían hacer tal o cual cosa y que, gracias a su tesón, dedicación y siempre preguntarse “¿y si lo hago de esta otra manera, o le pregunto a otra persona, o si voy a otro lado?”, y muchos etcéteras, lograron el éxito.
Oprah Winfrey, Michael Jordan, Michael Jackson, Jack Ma, Walt Disney, Thomas Alva Edison, Steven Spielberg, Steve Jobs, J. K. Rowling, el dueto de guitarritas mexicanos Gabriela y Rodrigo, son sólo algunos ejemplos de personas que aplicaron la pregunta ¿y si?
También en la metodología usamos la pregunta para plantearnos escenarios posibles, prever esos momentos, tener la mejor respuesta a los mismos y no tener que actuar de manera apresurada cuando se presentan los casos.
No hace mucho, trabajé para una importante cadena hotelera mexicana con presencia local e internacional en un catálogo de “¿Qué si es…?”. Para estar preparados en caso de que no pudiera cumplir con su oferta de valor y servicio a sus huéspedes. Por ejemplo, ellos tienen previsto que el registro (check in) al llegar al hotel se debe hacer en menos de cinco minutos desde que cruzas la puerta del hotel, pero lamentablemente no siempre pueden cumplir con esto y por ello hoy tienen tres escenarios ya documentados en qué se tiene que hacer si el check in rebasa los cinco minutos –que, por cierto, les ha funcionado muy bien–.
Es famoso el caso de la flexibilidad de la cadena Nordstrom en su política de devoluciones y también lo es la de la zapatería en línea Zappos. ¿Cómo es su política de devoluciones?, ¿la tiene?, ¿es clara?, ¿es generosa para con los clientes? Ésta es una política fundamentada en la pregunta “¿y qué si nos devuelven un producto?”.
De esta manera aplicamos la pregunta en muchos quehaceres de las organizaciones y de verdad resulta muy interesante ver todo lo que surge a partir de este planteamiento. Hace apenas unos días, cuando estaba dando un taller, hicimos el ejercicio y surgió la pregunta de “¿qué tal si viene un cliente con muy mala reputación y nos ofrece un gran negocio que nos ayudaría a alcanzar el objetivo de ventas en el año, pero que a menos de un mes de que acabe el mismo, ya sabemos que no alcanzaremos?”. Esta formulación generó una gran discusión, ya que había integrantes del equipo que dijeron que no había razón para no hacerlo, pero hubo también, la mayoría, quienes sostuvieron que los principios estaban mucho antes que los objetivos de corto plazo. Entonces, la polémica llevó al Director General de la empresa a cuestionarse si estas personas que estaban dispuestas a hacer el negocio deberían seguir en la organización. Así de poderosa puede resultar la pregunta y la herramienta.
Un buen ejemplo sobre el tema me parece que fue el caso reciente de los tres jugadores de las Chivas de Guadalajara que se comportaron de forma incorrecta en varios niveles disciplinarios, tanto que la directiva no tuvo ninguna duda en separarlos del plantel, a pesar de poner en riesgo el campeonato para el equipo. Mientras que el año pasado, en un caso mucho más obvio, el América salió a defender a un jugador que había actuado de manera mucho más impropia. ¿Principios o éxito?
Termino este artículo invitándoles a hacerse la reflexión personal y profesional de “¿y si…?”, sobre temas del pasado y del presente, y obviamente trabajarlo con sus equipos.
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