Donald Trump dijo el 17 de agosto que sólo perderá las elecciones presidenciales este 3 de noviembre si hay un fraude electoral. ¿Cómo proteger la integridad de las elecciones si el propio presidente de Estados Unidos está sembrando dudas sobre sus resultados de antemano? Esto abre un gran hueco para la manipulación de la información y la publicidad falsa, generando inseguridad sobre el proceso electoral de Estados Unidos. Por supuesto, Trump no sería el primer instigador de esta manipulación de la información, pues desde hace años esto ya está ocurriendo por muchas vías en Internet, aunque cada vez con mayor sofisticación tecnológica y en forma más extensa.
Vivimos en una época en que nuestra opinión se forma de maneras muy diversas y estamos sometidos a un bombardeo diario de información, opiniones, publicidad, memes, bots, etcétera, mediante las redes sociales, que son más fáciles de usar para enviar mensajes falsos que los medios tradicionales de comunicación como periódicos impresos, la radio o la televisión. Las campañas de desinformación se están usando muy ampliamente por actores nacionales e internacionales para crear desconfianza y tensiones sociales.
Las visiones contrapuestas siempre han existido y expresarlas es parte de un sistema democrático, pero cuando prácticamente cada ciudadano que tiene acceso al Internet puede convertirse en un vocero de sus propias interpretaciones de la realidad e incluso puede difundir mentiras como si fueran ciertas, la capacidad de las personas comunes y corrientes para discernir qué está pasando y formarse una opinión informada se vuelve difícil. Todo ello se exacerba en este tiempo de pandemia en el cual, debido a la cuarentena y a la distancia social, dependemos más que nunca de nuestros artefactos digitales para interactuar y estar informados.
Las enormes plataformas tecnológicas son el principal canal por el que se transmite la mayor parte de la información —verídica, manipulada o falsa—. De hecho, la opinión pública se está formando cada vez más a través de las redes sociales. En Estados Unidos el 95% de la población usaba Internet en 2019, mientras esa cifra era de 70.1% en México. Esto expone voluntaria o involuntariamente a esta población a asimilar información mediante las redes sociales.
Es por ello que Facebook, Google, Twitter y Microsoft y otras plataformas como Wikimedia se han estado reuniendo regularmente con funcionarios del F.B.I., de la Dirección de Inteligencia Nacional y del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos desde septiembre de 2019 en Silicon Valley con el fin de discutir cómo podrían tales plataformas ayudar a que las elecciones de noviembre de este año en ese país se lleven a cabo sin la interferencia externa que sufrieron en 2016, especialmente por parte de Rusia. Sin embargo, a pesar de la bondad de esta intención, estas negociaciones entre empresas y gobierno de Estados Unidos para limitar los efectos perniciosos de la diseminación de información distorsionada, antes de las próximas elecciones sólo tratan de llenar el gran vacío legal que existe sobre la materia.
¿Qué ha cambiado desde las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos para que haya más transparencia, menos interferencia de publicidad falsa en las redes y menos información alterada, en general? Hay un gran rezago en ese país en cuanto a la regulación sobre el manejo de la información y se ha avanzado muy lentamente respecto a lo que se tenía en 2016. Existen iniciativas de ley en el Congreso que son muy importantes, pero aún no están aprobadas. Una de éstas atañe al vacío que hay en la legislación que regula el financiamiento de la publicidad política en Estados Unidos que ha permitido a extranjeros usar el Internet para promover publicidad falsa sobre las elecciones en ese país. La ley mencionada sólo involucra a la radio y la televisión y no a las campañas vía Internet. De acuerdo al Honest Ads Act (o propuesta de ley sobre publicidad honesta) presentado en mayo de 2019, la publicidad política en línea requerirá, al igual que en el caso de los medios tradicionales mencionados, que aquellos que quieran comprar anuncios políticos por ese medio revelen su identidad y el lugar geográfico donde se encuentran, así como la identidad de quién pagó por ella. De aprobarse, esta nueva disposición tendrá que ser acatada por las grandes plataformas electrónicas como Facebook, Twitter, y Google, las cuales serán responsables de reunir y publicar la información sobre los que compran cualquier anuncio político que valga más de 500 dólares. En general, las plataformas han estado de acuerdo con estas disposiciones. De hecho, Facebook ha asumido estas nuevas normas desde mayo de 2018.
Existen otras iniciativas recientemente presentadas al Congreso de Estados Unidos que también tienen la intención de regular mejor el uso de la información manejada en línea. Entre éstas está el Algorithmic Accountability Act (2019) que pretende evitar que grandes compañías tecnológicas discriminen en forma automática, a través de la Inteligencia Artificial, a las personas que pueden observar cierto tipo de información o de anuncios (por ejemplo, pueden discriminar a las mujeres o personas de una determinada raza). También figuran la Iniciativa de ley DETOUR (2019) que prohibiría el uso de trucos engañosos por parte de las plataformas tecnológicas para obtener los datos personales de sus usuarios, y la Do Not Track Act (2019), iniciativa que reforzaría el derecho que ya existe de los usuarios de Internet a no ser rastreados por terceros para enviarles publicidad personalizada. Todas estas iniciativas tendrán efectos también en aspectos electorales en Estados Unidos.
La Unión Europea ha sido más proactiva que Estados Unidos en abordar los problemas de desinformación a través de las plataformas digitales. Les preocupa enormemente el que las nuevas tecnologías pueden ser usadas, …a través de las redes sociales, para diseminar desinformación a una escala, a una velocidad, con una precisión y con una direccionalidad sin precedentes, creando esferas de información personalizadas y convirtiéndose en cámaras de resonancia poderosas para campañas de desinformación. (Comisión Europea, 2018) (traducción propia). La Comisión Europea estableció un Código de Conducta sobre Desinformación (2018) para evitar los problema de la desinformación en Europa. Esta iniciativa fue seguida por un Código de Práctica sobre desinformación (2018), de autoregulación voluntaria, al que se adhirieron varias plataformas digitales (Facebook, Google and Twitter, Mozilla y más recientemente Microsoft y TikTok) y compañías de publicidad, mismas que tienen que dar informes periódicos sobre su avance en el control de la desinformación. Sin duda, los esfuerzos de la Comisión Europea son más articulados y más sistemáticos que los de Estados Unidos, pero todavía se apoyan en gran medida en la buena voluntad de los gigantes tecnológicos para acatar las provisiones mencionadas. Las leyes propiamente tales para forzar a las plataformas digitales a eliminar la desinformación es aún muy incompleta y tentativa.
Las plataformas se resisten o bien no son capaces de aplicar una política verdaderamente efectiva para asegurar que la información transmitida a través de ellas sea verídica porque, primero, les cuesta dinero renunciar a considerables ingresos por publicidad engañosa, segundo, porque necesitan grandes y costosos contingentes de “censores” que revisen los millones de comunicados y anuncios hechos por estas redes, que en muchos casos no están preparados para hacerlo y, tercero, porque los algoritmos que tienen para hacer la censura tampoco pueden hacerlo bien porque la tecnología de Inteligencia Artificial aún no está perfeccionada, es decir, no tienen la “sensibilidad” necesaria para hacer bien la selección. El resultado es que muchas veces se prohíbe la difusión inofensiva de mensajes o anuncios mientras se dejan pasar unos que verdaderamente sí son ofensivos, distorsionantes o violentos.
México tendrá elecciones federales el próximo junio de 2021, por lo que no puede dejar de afrontar los problemas arriba tratados. En México el uso de las redes sociales es cada vez más importante para la información de la población de cara a las elecciones. Para tratar de evitar la distorsión de la opinión pública mediante el uso engañoso de información y propaganda a través de redes sociales, el Instituto Nacional Electoral (INE) ha acordado con Facebook y Twitter combatir las noticias falsas (o fake news) y hacer transparente la compra de propaganda en las campañas de 2021.
México se verá favorecido por los avances hechos sobre el código de conducta de las plataformas como los realizados por Facebook, ya mencionados, ya que ésa es la red social más usada en este país. El Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina, ha dicho recientemente: Hemos logrado buena comunicación con las plataformas para poder conocer quién compra, a qué costo y con qué propósito (es decir, si se trata de propaganda política) para poder incorporar la información a los dictámenes de fiscalización. Debido a esto puede esperarse —aunque no haya certeza completa— que habrá más transparencia sobre el origen de los anuncios que se pongan en línea que en 2018. De todas formas, es necesario desarrollar una opinión pública más informada, con mayores posibilidades de discernir qué de lo que observan en la web es verdadero y qué es falso y no quitar el dedo del renglón de lo que transmiten las múltiples vías de Internet.
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