Donald Trump

Cálido recibimiento en Casa Blanca

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Se reúnen Donald Trump y AMLO en la Casa Blanca VIDEO

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La reunión entre Donald Trump y AMLO en la Casa Blanca tuvo lugar la tarde del miércoles 8 de julio. Así se vivió el recibimiento al mandatario mexicano.

La tarde del miércoles 8 de julio, después de rendir homenaje en los monumentos de Abraham Lincoln y Benito Juárez en Washington, se inició la esperada reunión entre Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador, una visita que representa clave para el comercio exterior de México y el afianzamiento de su relación bilateral con Estados Unidos.

El presidente de México fue recibido por su homólogo estadounidense a las puertas de la Casa Blanca, alrededor de las 13:00hrs., tiempo del Centro de México, para dar inicio a una reunión privada en la que el primer mandatario mexicano se hizo acompañar por el canciller Marcelo Ebrard y la Embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena.

El asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, informó que los mandatarios firmarán una declaración conjunta de amistad y cooperación. Sostuvo que el acuerdo beneficiará a la industria, la agricultura, la producción láctea y la ganadería.

Sigue la transmisión de la visita de AMLO a Casa Blanca en VIVO

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Dilemas y desafíos del viaje de AMLO a Washington

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La visita de AMLO a Trump no parece tener ventaja alguna para México y sí muchos inconvenientes. Ahí está el dilema y el desafío. ¿Puede convertirse en oportunidad un encuentro bajo presión de un presidente mexicano que no se interesa por la política exterior con el presidente del país más poderoso del mundo, amenazado en su reelección por sus actitudes racistas y recientes fracasos frente a la pandemia? Ahí está el detalle, diría Cantinflas.

La visita ha sido atinadamente criticada por diplomáticos, políticos e internacionalistas mexicanos y también de Estados Unidos.

La mayoría de los mexicanos –comenzando por el ex-canciller Bernardo Sepúlveda–considera con razón que Trump nos ha humillado, mal tratado y usado desde su primera campaña política a la presidencia y que se corre el riesgo de mayores denigraciones. No ve ventajas y en cambio muchos agravios y riesgos.

Los críticos estadounidenses, ya sea en el flanco político, diplomático, académico o de defensa de derechos humanos y del caucus hispánico, particularmente aquellos afines al Partido Demócrata, ven el encuentro como innecesario, poco afortunado y una señal inevitable de apoyo a Trump, a pesar de que AMLO declare que él no va con fines políticos, sino para celebrar la firma del T-MEC y agradecer los apoyos en la pandemia.

trump y amlo
Imagen: The New York Times.

Viaje voluntario o cita obligada, la visita de trabajo es inoportuna pues ocurre en Washington (no en la frontera entre ambos países), en un momento de gran incertidumbre política en Estados Unidos, de recrudecimiento de la crisis sanitaria y económica. Difícil momento para diálogos reflexivos, encuentros entre diversos actores políticos, económicos y sociales y compromisos trascendentes de beneficio para los dos países.

Pero particularmente porque, a cuatro meses de las elecciones en Estados Unidos, lo único que resulta claro es el propósito de Trump en usar la presencia del presidente de México para conseguir votos de mexicano-norteamericanos en búsqueda de su reelección, que está en desventaja cada vez más notoria frente a su contrincante demócrata.  

El equipo político de Biden, quien va 15 puntos arriba en las encuestas, no ve con buenos ojos el viaje de AMLO. En la visita de trabajo no se prevén reuniones con líderes o legisladores demócratas, el Congreso o el Caucus Hispánico. No está prevista hasta ahora reunión con representantes de las comunidades mexicanas o con los “Dreamers” –jóvenes mexicanos nacidos en Estados Unidos– que recientemente vieron confirmada favorablemente por la Suprema Corte de Justicia la legislación de Obama que permite su estancia en ese país, aunque no cuenten con la ciudadanía estadounidense.

El T-MEC, motivo de la visita, ya entró en vigor el jueves pasado y el encuentro –al que finalmente no asistirá Trudeau por dignas razones– no ofrece ganancia alguna para México. Sí muchos riesgos: exigencias de cumplimiento de disposiciones laborales; interés en que México compre granos transgénicos; reclamaciones de inversionistas estadounidenses del sector de infraestructura energética y otros asuntos más. Lighthizer, el Jefe de Negociaciones Comerciales de Trump ha destacado en fechas recientes que hay asuntos pendientes post-firma del T-MEC con México y Canadá.  México también tiene sus cuitas.

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Ilustración: Victor Solís.

El problema con Estados Unidos –decía Rodolfo Cruz Miramontes, experto del “cuarto de al lado” desde antes del TLCAN– es que, siguiendo el “dictum” beisbolero de Yogi Berra: “el juego nunca termina hasta que termina”, y en el caso de negociaciones comerciales y de inversiones, cuando ya creíste haber cerrado un acuerdo, siempre hay la posibilidad de que te saquen de la manga una bola rápida, una ley de 1885 o de 1921 para imponer una restricción, si así conviene a sus intereses políticos o económicos.

  Esperemos que no surjan en esta visita. No lo acompañan legisladores mexicanos, ni empresarios involucrados con el T-MEC, ni expertos para asesorarlo y expresar nuestras correspondientes posiciones y reclamaciones atendiendo al interés nacional y a la posible evolución de las economías en un futuro previsible. Sólo, de última hora, magnates tradicionales mexicanos de los medios, el comercio y las finanzas han sido invitados a la cena oficial. 

Juan González, experimentado consejero de Biden, quien es considerado por muchos observadores en Washington como clave en asuntos latinoamericanos en una futura Casa Blanca demócrata, declaró al Dallas Morning News (28-6-20) que “arreglar las declinantes economías de ambos países requiere algo más que un acuerdo comercial”, y “tristemente ninguno de los dos líderes ha estado a la altura del desafío”. Al mismo tiempo expresó sus esperanzas porque AMLO “busque a Nancy Pelosi, quien merece el verdadero crédito de haber logrado un mejor acuerdo final”.

Este punto es importante. En virtud de la acción de los congresistas demócratas, el T-MEC,  ya aprobado por el Congreso mexicano y firmado por AMLO, fue enmendado en el Congreso de Estados Unidos para dar cabida a las exigencias laborales de los sindicatos, y también para eliminar diversas concesiones problemáticas, entre otras,  en materia de propiedad industrial, que afectaban a los consumidores  estadounidenses, mexicanos y canadienses, deseosos de contar con bienes y servicios a precios más bajos, en particular, medicamentos genéricos.   

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Ilustración: Daryl Cagle.

Irónicamente, hace una semana el Congreso mexicano vulneró una parte de esa ventana de oportunidad, al autorizar disposiciones en materia de derechos de autor y una parte del texto propuesto por los intereses de las grandes empresas farmacéuticas –la llamada cláusula de vinculación– que  obligará  a los innovadores mexicanos a trámites farragosos frente al Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial al vencimiento de los 20 años de una patente; y  pueden llevar a rezagos de varios años para introducir medicamentos genéricos; condición que no exigen los europeos y otros países que dan prioridad a estimular la competencia y reducir drásticamente los precios. Nunca se escuchó a los empresarios y expertos mexicanos, ni al COFEPRIS. México se auto-impuso una obligación que puede costar 40 mil millones de pesos anuales al erario y a los mexicanos.      

Quizás no está todo perdido en la visita. AMLO podría aprovechar la oportunidad para plantear y conseguir compromisos en temas urgentes para México en materia de continuidad de inversiones, trasiego de armas, ayuda a combatir crimen organizado mexicano y corrupción, y un mejor tratamiento a indocumentados mexicanos en tiempos de pandemia; y sobre todo podría intentar convencer a Trump y a Estados Unidos de la necesidad de recuperar la visión integral de desarrollo de América del Norte con beneficios para los tres países más allá del T-MEC: inversiones convergentes en infraestructura física, trabajadores migratorios, atención a la salud,  la educación y el bienestar social de ciudadanos de los tres países, desarrollo sustentable de la zona fronteriza, usando el desperdiciado NADBANK; tarea frustrada desde la entrada en vigor del TLCAN.

En principio, claro está, no se ven buenas posibilidades de tener éxito en esta materia, menos con el presidente de “America First”. Sin embargo, podría recordársele a Trump que una visión integral que beneficie a los tres países y eventualmente a Centroamérica en el mundo post-coronavirus, puede ser políticamente rentable.

En conclusión, son evidentes muchos costos y riesgos de la visita y no se observan beneficios; pero reconociendo que la decisión está tomada de acudir a la cita, esperemos que se lleve una estrategia muy concreta de corto y mediano plazo, y una “carta bien fundada” de aspiraciones y demandas mexicanas, quien quita y en el balance del entorno pueden obtenerse algunos beneficios y no sólo costos. La foto es importante en ambos casos; pero el futuro que viene todavía más.


*Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico El Financiero el 6 de julio de 2020.


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Orden de aprensión contra Donald Trump

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Irán emite orden de aprensión contra Donald Trump por Qassem Soleimani

En enero de 2020, al estilo del Medio Oeste, parlamentarista iraní, Ahmad Hamze, ofreció tres millones de dólares a quien lograra asesinar al presidente de Estados Unidos, una oferta que, de acuerdo con Sputnik News fue aprobada por los gobernantes clericales de Irán, después del fallecimiento del general iraní Qassem Soleimani durante un ataque estadounidense el 3 de enero.

Casi siete meses después del asesinato Qassem Soleimani, Irán emitió una orden de arresto en contra de Donald Trump a quién responsabiliza del crimen.

El fiscal de Teherán, Ali Alqasimehr, declaró que Trump, junto con otras 35 personas —a las cuales Irán acusa de estar involucradas en el citado ataque—, enfrentan “cargos de asesinato y terrorismo”, recoge la agencia ISNA.

Alqasimehr no dio el nombre de las demás personas a las que afecta la orden de arresto, aparte del inquilino de la Casa Blanca. El fiscal también subrayó que tiene la intención de hacer justicia incluso después de que Trump abandone el cargo de presidente de Estados Unidos.

Desde Irán asimismo informaron que solicitaron la ayuda de la Interpol para conseguir el arresto de Trump y los demás acusados.

En particular, Teherán pidió que se emitiera un “aviso rojo” para los 36 acusados, el aviso de más alto nivel emitido por la Interpol.

Respuesta de Interpol a la orden de aprensión contra Donald Trump

Por su parte, la sede de la Interpol en Lyon declaró a RIA Novosti que “no considerará solicitudes de esta naturaleza”.

“De acuerdo con el artículo 3 de la constitución de la Interpol, la organización tiene estrictamente prohibido realizar cualquier interferencia o actividad de naturaleza política, militar, religiosa o racial. Por lo tanto, si dichas solicitudes se envían a la secretaría general, de conformidad con las disposiciones de nuestra constitución y las normas, Interpol no considerará solicitudes de esta naturaleza”, comunicó el organismo.

Las COVID-elecciones 2020 en Estados Unidos

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El año 2020 parecía ser un año electoral en Estados Unidos normal. El partido demócrata debía elegir entre varios postulantes su candidato a la presidencia. En cambio, el Partido Republicano apoyaría al presidente Trump para la reelección.

Los comicios empezarían a tiempo con el calendario electoral y siguiendo la tradición iniciarán en Iowa el 3 de febrero. El triunfo fue para un candidato inesperado de nombre Pete Buttigieg. Después los triunfos fueron para Bernie Sanders, triunfos que provocaron ciertas esperanzas en los más jóvenes, quienes pensaron que Estados Unidos podría evolucionar al socialismo democrático, un sueño que parecía estar más cerca que nunca. Hasta que el sueño se acabó en el “Supermartes” del 17 de marzo en las que el electorado le dio el triunfo al candidato de la élite corporativa del partido, el exvicepresidente, Joe Biden.

En términos de la política exterior de Estados Unidos, empezamos el año discutiendo temas como: la guerra comercial entre China y Estados Unidos, las tensiones con Irán, las protestas en Hong Kong, el asesinato de Soleimani, un plan para el conflicto Israel-Palestina, un acuerdo con los talibanes, la situación en Venezuela, entre muchos otros temas.

Pero, sobre todo, lo que más movía la conversación en el ambiente electoral fue el tema del juicio político al presidente Trump que terminó con la absolución del mismo del caso de corrupción en Ucrania, por parte del Senado de mayoría republicana.

elecciones 2020 y covid
Joseph Robinette “Joe” Biden y Donald J. Trump (Imagen: Slate).

A las elecciones en Estados Unidos todo las influye. En tiempos normales, estaríamos hablando de cómo se fueron desenvolviendo las primarias consolidando la postura del candidato demócrata. Su campaña en cada Estado que terminaría el 6 de junio en las Islas Vírgenes y los apoyos de los importantes del partido como Barack Obama o la familia Clinton.

Pero llegó el COVID-19, pandemia que en un inicio fue negada, minimizada por el inquilino de la Casa Blanca y que ha puesto al país norteamericano patas para arriba. El costo de la pandemia en términos de vidas humanas ha sido alto. Dos millones de infectados, 120 mil muertos. Las reacciones del presidente Trump han significado un declive en la buena percepción que la población tiene de su trabajo. Según el promedio que hace RealClearPolitics (RCP) de las encuestas para el 25 de junio, el 52% de la población no aprueba su trabajo mientras que 39% sí lo aprueba. Estas cifras son importantes porque en las preferencias electorales para el mismo día en el promedio de la misma fuente, el candidato demócrata Joe Biden tiene el 47% de intenciones de voto a favor, en contra del 38% del presidente.

Pero cuidado, porque en este mismo momento de la campaña electoral hace cuatro años, en el 2016, la candidata Hillary Clinton tenía una ventaja por el entonces muy polémico empresario. Así que no vaya a ser que, por el contexto, las encuestas estén sobreestimando a Joe Biden y no estén midiendo bien las preferencias por Trump. Muchas personas se avergüenzan en decir que van a votar por Trump, como pasó hace cuatro años.

Pero este año 2020 –sui generis como él solo– significó también la explosión del tema racial en Estados Unidos que, si bien siempre ha estado allí, se puso sobre la mesa tras el asesinato de George Floyd el 25 de mayo, un afroamericano que vivía en Minnesota a manos de un policía blanco, Derek Chauvin. Volviendo el grito desesperado de un hombre que se asfixiaba; “no puedo respirar” en un lema en contra del racismo contemporáneo.

Las reacciones sociales en Estados Unidos no se hicieron esperar y tras días y meses de confinamiento, en medio de la polémica federal en la que unos estados empezarían a abrir parte de los negocios, las personas salieron a la calle para hacerle ver a los blancos y a su presidente Trump, que la vida de los negros vale y que un cambio de fondo es necesario para cambiar a Estados Unidos.

trump y movimiento social
Fotografía: NY Post.

El tema derivó en reacciones interesantes en ciudades como Seattle, en la cual se estableció una zona libre de policías. Otra reacción interesante fue el derrumbe de estatuas de generales confederados como la de Robert E. Lee, en Richmond, Virginia, o la de esclavistas como la de Edward Colston en el Reino Unido.

El tema se globalizó y expresiones parecidas se dieron en todo el mundo, alineando al presidente Trump del lado de los racistas, defensor de los confederados, sumando un dilema más en su muy problemática agenda y cuestionando su capacidad para gobernar.

Se podría decir que estos son factores suficientes para contradecir el argumento de la lectura errónea sobre el posicionamiento de Trump en las preferencias electorales. El problema es que, hasta ahora, el otro, el candidato Biden, parece desdibujado, como si estuviera escondido en el sótano de su casa en Delaware. Pero al juzgar por las encuestas parecería que entre menos se ha expuesto al público, mejor le ha ido.

Esta tendencia puede cambiar ya que en algún momento ambos candidatos van a tener que regresar a la campaña. Y es entonces cuando el electorado va a poder medir a Joe Biden que, hasta ahora, ha sido el menos expuesto a la presión mediático de los dos. Un factor importante para Biden va a ser la persona que elija como su mancuerna, lo que se llama fórmula, para ser la vicepresidenta. Lo digo en femenino, porque él expresamente anunció que sería una mujer. Y después de los acontecimientos en torno a la muerte de George Floyd, la importancia que en este año tuvo en ese contexto el Juneteeth, el pasado 19 de junio, todo parece indicar que la mancuerna deberá ser una mujer afroamericana, lo que le abre las puertas a Michelle Obama, Kamala Harris, Stacey Abrams y Val Demings.


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La reunión de Trump con Maduro

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Reunión entre Trump y Maduro sólo será para ‘liberar a Venezuela’

Después de haber señalado en entrevista que consideraba un encuentro con su homólogo venezolano, la reunión entre Trump y Maduro genera dudas.

En una entrevista previa con Axios, el presidente Donald Trump había afirmado que si surgiese un encuentro con el presidente venezolano, “lo pensaría”. “A Maduro le gustaría reunirse. Y nunca me opongo a las reuniones”, dijo.

Horas más tarde, a través de su cuenta en Twitter, Donald Trump escribió que sólo sostendría un encuentro con su par venezolano, Nicolás Maduro, para discutir “una salida pacífica del poder”.

“A diferencia de la izquierda radical, SIEMPRE estaré en contra del socialismo y con el pueblo de Venezuela. ¡Mi administrador siempre se ha puesto del lado de la LIBERTAD y la LIBERTAD y en contra del opresivo régimen de Maduro! Solo me reuniría con Maduro para discutir una cosa: ¡una salida pacífica del poder”, se lee en el mensaje de Twitter.

En su trino, el inquilino de la Casa Blanca afirma que, a diferencia de “la izquierda radical”, “siempre” estará en contra del socialismo, “del lado de la libertad” y “en contra del opresivo régimen de Maduro”.

En sus recientes declaraciones, el mandatario también aseguró que, aunque su Gobierno reconoce la autoproclamación del diputado opositor venezolano Juan Guaidó como presidente de ese país, él “no estaba necesariamente a favor” de haberlo escogido, a pesar de ser “el elegido”.

Con su opinión sobre el Gobierno de Maduro, Trump pone fin a las especulaciones de los medios de comunicación sobre un posible acercamiento entre Washington y Caracas, debido a que el presidente venezolano ha sido enfático en afirmar que no está dispuesto a negociar su salida del cargo que, según la Constitución venezolana, ocupará hasta 2025.

¡Pobres estadounidenses!

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De la mano con el arribo de la letal pandemia de coronavirus COVID-19 en Estados Unidos se desplomaron varias certidumbres. A mitad del siglo XX la eficaz propaganda oficial proyectó al mundo la percepción de que los estadounidenses eran paradigma de la boyante clase media semi-ilustrada y tenaz defensora de libertades civiles. La crisis de 2008 rebatió esa versión y la pesadilla se desató en febrero pasado, cuando murió en Santa Clara, California, el paciente cero.

Ante esta pandemia Donald John Trump, magnate-presidente y Comandante en Jefe de una superpotencia que posee el arsenal más letal en la historia humana, ha sido incapaz de resolver la ecuación: capital o salud, para garantizar la vida de sus conciudadanos. “No asumo la responsabilidad de nada”, declaró tajante Trump a críticas de sus errores desde el Jardín de las Rosas el 13 de marzo.

Ese día el coronavirus había quitado la vida a más estadounidenses que los ataques del 11-S; a la primera semana de abril, habían perecido más que en cualquier batalla de la Guerra Civil. En Pascua, los decesos superaban a las bajas de Estados Unidos en la Guerra de Corea y hacia fines de abril la suma de víctimas letales en ese país superaban a las bajas en Vietnam. Sin embargo, Trump sostiene que habrá realizado un buen trabajo si los fallecimientos se mantienen por debajo de los 200,000, reprochó el autor de Trumpocalipsis y columnista de The Atlantic, David Frum.

donald trump y deborah birx
Donald Trump y Deborah Birx (Fotografía: ABC News).

Un mes después, Trump optó por la estrategia de culpar de la crisis sanitaria a China y castigar a Naciones Unidas. Así que anunció el fin del financiamiento a la Organización Mundial de la Salud, que había suspendido meses atrás.

Y el 23 de abril, cuando la cifra de contagios en su país rebasó los 957,000 contagios y 47,000 muertos, el neoyorquino sugirió su método para acabar con el patógeno en pacientes enfermos. Si golpeamos el cuerpo con una luz tremenda, ultraviolenta o muy potente. Y supongamos que puedes meter luz en el cuerpo, a través de la piel u otra manera. Creo que vas a querer probarlo, dijo en público a la Coordinadora de Respuesta a la pandemia, Deborah Birx.

 Lo que veo es que el desinfectante mata –al virus– en un minuto ¡en un minuto! Igual hay forma de hacerlo así, inyectándolo en el interior, casi como una limpieza; porque como pueden ver, el virus penetra en los pulmones y tiene un efecto enorme. Sería interesante probarlo. Habrá que usar médicos para hacerlo, pero me parece interesante, concluyó.

pobres estadounidenses

Y muchos lo siguieron. Poco después el Centro de Control de Envenenamiento de Nueva York reportó decenas de llamadas por exposición a los desinfectantes Lysol y otros. Más de un centenar de intoxicados fueron atendidos de urgencia en hospitales por ingerir esas sustancias y en 18 horas escaló la cifra de búsquedas en línea de: “cómo inyectar desinfectante”. La fábrica del producto tuvo que advertir que sólo debe usarse según las pautas.

Días después, cuando la prensa preguntó si se responsabilizaba por el aumento de quienes usan desinfectantes de forma inadecuada por su sugerencia, un Trump sin empatía respondió “No, no lo hago”. El magnate inmobiliario no es el único con ideas muy suyas sobre la pandemia, también el vicepresidente Mike Pence.

Cuando la Universidad Johns Hopkins refirió que Estados Unidos superaba el millón de casos confirmados y más de 58,000 decesos, Pence visitó a pacientes en la clínica Mayo de Rochester sin usar mascarilla, y cuando fue cuestionado argumentó que no la utiliza porque no está contagiado y continuamente se hace la prueba.

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Mike Pence visitó a pacientes de la Clínica Mayo sin utilizar cubrebocas (Fotografía: Latin US).

Es obvio que no todo son faltas de Trump aunque él no ayuda mucho, afirman Quinta Jurecic y Benjamin Wittes en The Atlantic. Su análisis indica que no hay forma de comparar en el tiempo si otro presidente manejó una crisis semejante. En cambio, sí es cuantificable el recelo al apremio del huésped de la Casa Blanca por reabrir negocios y “reactivar” la economía.

Constitucionalmente, Trump no tiene autoridad para ordenar a los estados esa reapertura, asegura el analista Brian Naylor. Por el contrario, el magnate afirma que en la Carta Magna hay “numerosas provisiones” que lo facultan, aunque no dice cuál. Y el 14 de abril espetó: “Cuando alguien es el presidente de Estados Unidos, la autoridad es total”.

En el diálogo virtual que para tal efecto mantuvo con los gobernadores, ninguno respondió a su sugerencia. Otros conservadores también se oponen, como la columnista de The Washington Post, Kathleen Parker, que escribió: “Muchos no quieren regresar a la normalidad sin importar lo que digan los políticos. Yo soy una de ellas”. Un sondeo de la Universidad Quinnipiac, Connecticut, mostró que 80% de estadounidenses están a favor de seguir el confinamiento; de ellos, casi 70% son  republicanos y 9% demócratas.

El ejemplo más dramático de un pronto levantamiento de la cuarentena ocurrió el fin de semana en los condados conservadores de Orange y Ventura de California, que abrieron Newport Beach y otras playas que colmaron hasta 40,000 bañistas. Pasmado, el gobernador demócrata Gavin Newsom criticó: “Este virus no se quita los fines de semana” y aseguró que ese comportamiento hará más lenta la reapertura económica.

playas Florida, Covid-19
Turistas en la playa de Jacksonville, Florida.

El pronóstico reservado del futuro próximo, se hace más incierto en cuanto a la posibilidad de que Donald Trump se reelija en noviembre. Un sondeo de Civiqs, en diciembre pasado, reveló que 19 estados (32%) aprobaban el trabajo de Trump. El 30 de abril, el sondeo del medio FiveThirtyEight sobre la respuesta presidencial a la pandemia mostró que 49.8% desaprueba y 44.4% la aprueba.

Quizás el estudio de opinión que más ilustra el futuro político del magnate sea la encuesta WalletHub, centrada en el nivel educativo de los estados. Con Massachusetts el primer lugar y Mississippi el lugar 50, la media del electorado se sitúa Nuevo México, Louisiana, Mississippi, Texas y California. Si la pandemia de COVID-19 logra detenerse, Trump volverá a hacer su campaña en esos estados.

Hay más de 42 millones de estadounidenses pobres en una población de 327 millones de habitantes, afirma el Estudio de Comunidades Estadounidenses del Censo. Eso significa que en el país que hoy preside Donald John Trump, se da la mayor brecha de desigualdad en 50 años. La pandemia también trajo el fin de la creencia ciudadana en la infalibilidad de sus gobernantes.


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El otro muro de Trump

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A quién afecta el decreto de Trump sobre inmigrantes

En su búsqueda por frenar el paso indocumentados a Estados Unidos, el gobierno se justifica en la pandemia para emitir el decreto de Trump sobre inmigrantes

El nuevo decreto del presidente Donald Trump que prohíbe la inmigración a Estados Unidos tendrá una duración de 30 a 90 días, con la posibilidad de ser renovado, y se aplicará a aquellos que buscan un estatus migratorio permanente, dijo el martes un funcionario de alto rango.

Otros trabajadores, como los que tienen las llamadas visas H1-B, estarían cubiertos por otra medida, agregó la fuente, que explicó que al quitar ese elemento más complicado el decreto podría estar listo para que Trump lo promulgue más tarde el martes o el miércoles.

Trump anunció en un tuit el lunes por la noche que prohibiría la inmigración debido al coronavirus y para proteger los empleos estadounidenses.

Los opositores ven la medida como un intento de usar la crisis de salud para cumplir con la promesa política del republicano de reducir el ingreso al país de personas, tanto legales como ilegales.

El funcionario, que habló bajo condición de anonimato, dijo que el decreto incluirá exenciones para los involucrados en responder al brote de coronavirus, incluidos los trabajadores agrícolas y aquellos que ayudan a asegurar el suministro de alimentos en Estados Unidos.

Agregó que a medida que el país comience a abrir su economía, se espera un aumento del flujo inmigratorio y que el gobierno quiere asegurar de que los empleadores contraten a trabajadores despedidos en lugar de a inmigrantes pagando salarios más bajos.

La Casa Blanca no ha publicado detalles del decreto y Trump no dijo cuándo lo firmaría.

Estados Unidos tiene más casos de coronavirus que cualquier otro país. Los defensores de la inmigración se burlaron de la afirmación de que la medida es para proteger la salud de los estadounidenses.

La inmigración fue cortada en la práctica a través de restricciones fronterizas y prohibiciones de vuelo establecidas para detener la propagación del virus.

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Bernie Sanders, el idealista

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El senador demócrata Bernie Sanders decidió salirse de la carrera presidencial de Estados Unidos en un momento de crisis provocada por la pandemia del coronavirus. Ya en días pasados el otro candidato, el ex presidente Joe Biden, opinaba que lo mejor para la campaña en estos momentos difíciles era que Sanders se saliera de la competencia electoral.

El partido demócrata tiene que concentrar todos sus esfuerzos en la derrota de Trump y Sanders entendió perfectamente lo que tenía que hacer. Consideró que lo mejor para el país no era su ambición personal, sino apoyar al candidato puntero Joe Biden.

Si bien Sanders se baja de la contienda, no deja al partido, su nombre seguirá apareciendo en las boletas para seguir obteniendo votos que significan delegados y que le darán fuerza política dentro del mismo. Lo que quiere decir que, primero, no perderá su lugar dentro de la estructura demócrata y desde allí puede seguir avanzando su agenda política y, segundo, que si obtiene más delegados en las elecciones por venir, tiene una posición mejor para negociar su apoyo a Joe Biden y obtener ganancias para su plataforma política.

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Representación pictórica de Bernie Sanders, político y senador estadounidense (Ilustración: Dribbble).

En un discurso muy emotivo, Sanders expresó los motivos de tan difícil decisión. Enmarcados en una dialéctica que es el centro de su ideología: la lucha constante entre los poderosos intereses establecidos contra los que no tienen poder. Para él son los intereses de las grandes élites económicas y políticas, a quien llama la élite corporativa, los que limitan las posibilidades de desarrollo de la gran mayoría de los norteamericanos que carecen de poder para enfrentar dichos obstáculos.

El también senador Sanders construye un discurso que busca dar esperanza de cambio, del sí se puede, enmarcado en dos palabras clave: creer y tener derecho a.

El cambio está en creer que se tienen derecho a la salud universal; a tener sueldos y salarios mejores, propone, por ejemplo, el aumento de 15 dls., el salario mínimo; a tener jornadas laborales mejores; a un medio ambiente que produzca energías limpias y alejado de la energía fosilizada. Tener derecho a un país sin racismo, sin sexismo, sin xenofobia. Si no se cree en el cambio, se permite que los poderosos le arrebaten el sueño de transformación a los indefensos.

Es claro que esas palabras se han vuelto atractivas sobre todo para los jóvenes y para una población adulta de menores de 50 años, trabajadores y minorías como los latinos que transformaron su plataforma política en un movimiento de bases, multirracial e intergeneracional en búsqueda de una sociedad más justa.

Es un movimiento, no sólo por la cantidad de gente que moviliza, sino porque sus ideas han pasado de estar en la periferia de la discusión política norteamericana a estar en el centro de la discusión política. Su éxito se ve más claro a nivel local, en ciertas ciudades de la Unión Americana, en las que se nota de manera muy clara su influencia. Pero fue principalmente en las elecciones de 2018, que el movimiento produjo nuevos liderazgos al lograr que personas como una joven activista de origen latino, Alexandria Ocasio-Cortez, llegara a tener un curul en la cámara de representantes del Congreso norteamericano por el estado de Nueva York.

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Representación pictórica de Alexandria Ocasio-Cortez, activista y política estadounidense (Ilustración: Dave Olsen).

Sanders se baja de la contienda porque el número de delegados no le daba para ganar a Biden, pero no se retira del movimiento, lo seguirá impulsando desde su trinchera en el Congreso, velando por transformar las instituciones.

La pandemia provocó en Estados Unidos una crisis brutal económica y social que deja al descubierto las fallas del sistema norteamericano. Un sistema que ha llevado a millones de personas a perder su empleo –las últimas cifras eran de 6.6 millones– y que le permite a Sanders recalcar su crítica al sistema de salud norteamericano, basado en que el acceso a la atención sanitaria solamente la tienen aquellos ciudadanos que conservan un empleo. Su propuesta para la atención de la salud, que es el tema central de su movimiento, es el derecho a la salud universal, en la que el seguro a la salud sea pagado por los impuestos y administrado por una sola entidad, el gobierno.

Para Sanders, el cambio va a ser más lento que si él hubiera logrado la Presidencia, pero  al ser progresivo, se puede no sólo cambiar a Estados Unidos, sino al mundo  entero.

Bernie Sanders es un idealista.


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