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Jóvenes, economía digital e inclusión: 4 condiciones

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El uso no significa integración. No plenamente, al menos. Da una base, desde luego. Pero no es condición suficiente.

Por razones de edad, por constituir el segmento poblacional que nació y ha crecido rodeada de dispositivos, los jóvenes son quienes, por mucho, mayor uso hacen de las tecnologías digitales.

Conocidos como nativos digitales, hoy podemos hablar de toda una generación que ha visto transcurrir toda su vida entre videojuegos, celulares y computadoras.

Se trata de jóvenes habituados a los tutoriales, la valoración positiva de lo aleatorio, la multidentidad, la intuición como recurso y la indistinción entre consumir y producir contenidos, entre algunas de sus señas particulares.

El uso masivo, transformadas en formas de vida y en miradas del mundo, no son condiciones suficientes, sin embargo, para garantizar su plena integración a la sociedad del presente y el futuro.

Estamos frente a la posibilidad, por extraña que pueda parecer la paradoja, de que quienes más utilizan los dispositivos queden excluidos de los beneficios que la economía digital.

nativos digitales
Imagen: Pinterest.

La Cuarta Revolución Industrial, caracterizada por la economía digital, ciertamente acarrea oportunidades, particularmente para los jóvenes; pero no menos riesgos.

No se trata del uso de las tecnologías, sino del papel que esa generación jugará en materia de empleo; de la manera en que se integrará a los nuevos procesos marcados por la digitalización.

Mantenerse simplemente como usuarios de las nuevas tecnologías, supondría, en ese caso, condenar a toda una generación a participar de la economía digital desde la precariedad como condición insalvable.

Aun hoy, en mayor o menor medida, no hay nación que no tome parte de la economía digital, hacia la década siguiente esta circunstancia global se ampliará todavía más.

La pregunta no es, entonces, si los jóvenes del presente tomarán parte de la economía digital. Ya lo hacen, de hecho. La cuestión es si tendrán vías de acceso a empleos que no estén atados a la precarización.

El riesgo de seguir engrosando el ancho espectro de la economía informal, forma parte de una posibilidad más que latente en países de ingreso medio y bajo.

inclusion digital jovenes
Imagen: 38 Consumer.

La experiencia es tan apabullante como alertadora. La inmensa mayoría de los jóvenes que en economías débiles comienzan su vida laboral en el sector informal, jamás lo abandonan.

En ese sentido, cuatro condiciones se imponen para lograr que la expansión de las tecnologías digitales, como eje de la vida económica, deriven en un proceso inclusivo, en el que prive la generación de empleos estables, dignamente remunerados.

Si lo que se pretende, pues, es que los jóvenes se integren plenamente a la economía digital, es preciso que el esfuerzo público se aboque en cuatro direcciones:

a) Acceso a bienes y servicios digitales de calidad; b) fortalecimiento de la seguridad y confianza de los entornos digitales; c) incorporación amplia del aprendizaje de herramientas y habilidades en un horizonte drásticamente dinámico; y, d) estímulo de una mejor y más digna oferta de empleo digital.

La accesibilidad ha de referirse, así, no solamente al consumo de ciertos gadgets o a una Internet cara e inestable, sino a políticas que desde lo público, dirijan el esfuerzo hacia esta generación y sus necesidades en específico.

Hablamos aquí de un Wifi más barato, por supuesto, pero también del desarrollo de aplicaciones (apps), de la generación de contenido específico, de software y dispositivos especialmente diseñados para los jóvenes.

Tal como señala un informe de cooperación internacional para la inclusión digital de jóvenes en África: “En definitiva, el desarrollo de la innovación digital depende del tiempo; de si la innovación satisface las necesidades del grupo específico; del lugar (la ubicación geográfica y cómo se puede utilizar); y de los requisitos del exosistema, es decir, de las condiciones existentes”.

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Imagen: La Tercera.

En segundo lugar, los gobiernos tienen frente así el desafío de hacer de Internet un lugar más seguro y confiable, particularmente para quienes desean emprender iniciativas productivas.

Datos y libertades protegidas son esenciales para conseguir que los jóvenes vean en las plataformas digitales entornos donde se pueden mover, explorar sus talentos y desarrollarse laboral o productivamente.

La formación escolar tradicional, e incluso, aquella que se caracteriza por colocar el énfasis formativo en las habilidades para el trabajo, se enfrentan a un escenario en extremo cambiante.

Más allá de lo que pudiera significar un entrenamiento meramente técnico, queda clara la necesidad de avanzar en la mezcla entre competencias como capacidad para resolver problemas y creatividad, a la par de habilidades digitales para emprender y trabajar en el marco de una economía digital.

 A contracorriente de la precarización, los trabajos de bajo impacto tecnológico o de altas cargas de estrés e inestabilidad, asoma como cuarta condición la capacidad para potenciar la creación de mejores trabajos ligados a un ingreso digno.

El impacto de las tecnologías digitales en relación con la creación de empleo y bienestar puede y debe extenderse a todos los ámbitos.

Representa, además, una oportunidad tanto para reclamar el respeto a los derechos de los jóvenes que participan de la economía digital, como para alentarlos a emprender sus proyectos con ánimo y confianza. Por difícil que parezca.

Y lo sea.


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La capitalización digital de la pandemia

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Con lo vivido durante esta pandemia se ha catalizado de manera forzada la adopción digital, así que no puedo evitar recordar mis inicios profesionales cuando me quitaba mi envestidura de informático para hacer la administración del cambio, predicando el evangelio tecnológico, y pretendiendo con ello convertir a las organizaciones en usuarios potenciales de sistemas que les permitieran lograr un mejor desempeño y control de sus procesos. En esos tiempos decíamos que la brecha generacional era un gran reto, ya que la resistencia de las personas “maduras” al uso de la tecnología era grande y requería de la contratación de especialistas en la administración del cambio para poder hacer transformaciones digitales dentro de las empresas.

Sin embargo, nunca hubiéramos imaginado que llegaría un COVID-19, el cual ha incentivado la adopción tecnológica de una forma no sólo inmediata sino intuitiva, prueba de ello es que diariamente tenemos millones de personas conectándose a internet para que sus hijos tomen clases en línea, tener videoconferencias de trabajo, hablar con familiares, hacer banca en línea, comprar el súper, e incluso tener reuniones sociales (virtual partys), todo ello ha hecho que plataformas como Zoom, Facetime, Skype, Amazon, Facebook, Uber Eats, Rappi, entre otros, se vuelvan imprescindibles para el desarrollo de la vida diaria.

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Imagen: Lead Business.

Pero bueno, lo interesante es predecir cómo se desarrollará la economía de los países ahora que, incluso aquellos ciudadanos que todavía eran temerosos de tener una vida digital más activa, tuvieron que dejar sus miedos a un lado –o reemplazarlos por otro mayor que es el miedo al contagio– ante la eminente necesidad del distanciamiento social presencial. Seguramente este 2020 veremos superada por mucho la cifra de 11 mil millones de pesos del hot sale 2019; no olvidemos que tan sólo en 2019 México ya había crecido más del 28% su comercio electrónico en comparación con 2018.

Lo cierto es que los nuevos hábitos de teletrabajo, educación a distancia, compras en línea, etc., están haciendo que las medianas y pequeñas empresas hayan acelerado su presencia digital, lo cual ha desencadenado que inclusive gigantes como Amazon se reinventen, porque si bien es cierto que este último ya tenía una presencia muy madura en Internet, también es cierto que el incremento de la demanda en las entregas lo está llevando no sólo a eficientar su logística, sino su modelo de costos, ya que los gastos aunados a las medidas de protección para sus empleados, a fin de evitar contagios del COVID-19, llevan consigo una serie de costos adicionales que se estiman en 4,000 millones de dólares.

Tecnologías como el 5G –transporte de datos–, la nube –procesamiento y almacenamiento–, la Inteligencia Artificial –analítica–, podrían representar en su conjunto un incremento de hasta 16 trillones de dólares del PIB mundial, según estudios de PriceWaterhouseCoopers.

Por lo anterior, no sólo es importante, sino imperativo, un esfuerzo conjunto del gobierno, la academia, la iniciativa privada y la sociedad, que permita a México capitalizar los habilitadores de negocio que la tecnología ofrece para la reactivación económica del país.


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Mitos y realidades de los Activos Virtuales

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Aunque hay divergencias en cuanto a las posturas y acciones, los activos virtuales son una realidad; México responde de acuerdo a la ley para Regular a las Instituciones de Tecnología Financiera (Ley Fintech) que tiene implícito un proceso de innovación constante que permite la incorporación de nuevos participantes, productos, servicios y reglas para que interactúen.

Con la ley para regular a las Instituciones de Tecnología Financiera (Ley Fintech), las Instituciones de Tecnología Financiera (ITF) tienen capacidad de operar con activos virtuales, entendidos como las representaciones de un valor digital verificable, que no se encuentran emitidos ni respaldados por ningún banco central o entidad financiera, es decir, que no tienen curso legal y, a pesar de eso, generan unidades para su intercambio debido a su aceptación por el público.[1]

Además, en la ley se añade que las ITF podrán constituir depósitos en entidades financieras autorizadas para recibirlos, y que será facultad del Banco de México prever situaciones relacionadas con la transformación o modificación de características de los activos virtuales.

En respuesta a su mandato, en marzo de 2019, el Banco de México emitió las Disposiciones de Carácter General para el manejo de activos virtuales. En ellas, indicó que sólo permitirá que los bancos y las ITF, reguladas bajo la Ley Fintech, realicen operaciones con activos virtuales de manera interna, sin trasladar el riesgo a sus usuarios.

Entre sus argumentos, dijo que no busca restringir el uso de tecnologías que pudieran tener un beneficio desde la perspectiva de eficiencia o funcionalidad, siempre y cuando estas tecnologías sean utilizadas en el contexto de la operación interna de las ITF e Instituciones de Crédito, y esto a su vez no implique un aumento significativo en los riesgos operativos o financieros de las mismas. Es decir, la utilización de tecnología como registros distribuidos, cadena de bloques o incluso los propios activos virtuales en sus procesos internos, podría llegar a ser factible previa autorización del Banco de México, siempre y cuando los riesgos de los activos virtuales no impacten al consumidor final.[2]

ley fintech y valores virtuales
Imagen: Cointelegraph.

Por lo anterior, el Banco de México presentó una regulación en la que se establece un mecanismo de solicitudes de autorización en la que se requiere a las instituciones interesadas presentar la forma en que atenderán los riesgos asociados a la operación con activos virtuales en caso de que decidan utilizarlos para su operación interna, sin considerar algún tipo de autorización que implique la operación con activos virtuales de cara al cliente, pues se considera que la provisión de servicios relacionados con activos virtuales al público en general por parte de las instituciones financieras no es conveniente y los riesgos asociados a los activos virtuales no deben impactar al usuario final.

En cuanto a los riesgos asociados a los activos virtuales la preocupación radica en que su actividad (encabezada por el bitcoin), presenta crecimientos exponenciales alentados por aumentos de su precio y, pero al mismo tiempo, enfrenta una serie de riesgos, como el de crédito, tecnológico, de mercado y operacional debido a que la validación de una transacción media suele ser de unos 10 minutos (en promedio) y la ausencia de respaldo bancario o institucional expone a cualquier usuario al incumplimiento de la contraparte sin las habituales garantías financieras que ofrecen los sistemas de pagos internacionales. Adicionalmente, el anonimato de los actores en ciertas operaciones y la imposibilidad de dar marcha atrás a transacciones sobreexpone a los usuarios ante el riesgo de impago (riesgo de crédito).

También es obvio que las monedas virtuales son absolutamente dependientes de la tecnología y tienen por delante importantes retos por solventar antes de convertirse en un medio universalmente aceptado (riesgo tecnológico).

Sumado a lo anterior, se considera la volatilidad, la cual es más pronunciada que las monedas “garantizadas” por los países –por ejemplo, la del bitcoin en 2017 fue de 79 por ciento, en promedio– (riesgo de mercado), aunado a los errores y la exposición al fraude que son elevados por el propio diseño de la moneda virtual y su falta de respaldo institucional (riesgos operacionales).

Además, el Banco de México aclaró que actualmente no hay un régimen de prevención de operaciones con recursos de procedencia ilícita o de financiamiento al terrorismo que aplique a aquellas personas distintas a las entidades financieras que, de manera habitual y profesional, ofrezcan el intercambio de activos virtuales a través de plataformas electrónicas, digitales o similares, que dichas personas administren u operen, facilitando o realizando operaciones de compra o venta de dichos activos, propiedad de sus clientes, o bien, provean medios para custodiar, almacenar, o transferir activos virtuales. No obstante, mediante reformas a la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita, publicadas el 9 de marzo de 2018, estas personas están sujetas al régimen de dicha Ley a partir de septiembre de 2019.

banxico bitcoins
Imagen: Alto Nivel.

Preocupación y respuesta

Organismos y autoridades de diversos países e instituciones globales han expresado su preocupación por la expansión de los activos virtuales debido a que, si bien pueden ser utilizados de manera legítima, su complejidad y variedad incrementan los riesgos de fraude o de inversiones especulativas, por lo que son una prioridad los mecanismos de divulgación de información sobre los activos virtuales para que los usuarios cuenten con mayores y mejores elementos para la toma de decisiones.

En ese sentido, Francia, Lituania, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Colombia y Costa Rica han emitido comunicados sobre el uso de activos virtuales y, en algunos casos, han advertido sobre la falta de regulación. Alemania y Reino Unido han ido más allá. En Alemania, la Autoridad Federal de Supervisión Financiera catalogó a los activos virtuales como instrumentos financieros, por lo que, en caso de que alguna empresa quiera ofrecer servicios de compra-venta de activos virtuales, requieren una autorización de dicha autoridad; en Reino Unido, aunque no existe una regulación sobre activos virtuales, la compra-venta de bienes y servicios que utilicen activos virtuales son sujetos al impuesto sobre la renta.

Es un hecho que no se puede escapar a la realidad, de ahí que países como Japón, Corea del Sur y el estado de Nueva York ya cuenten con una regulación: Ley de Servicios de Pago, Directrices para la Prevención de Lavado de Dinero con Activos Virtuales; y BitLicences, respectivamente. En ellas se hace un reconocimiento a los activos virtuales y se establecen los lineamientos, obligaciones y responsabilidades para su uso.

Por su parte, instituciones internacionales han planteado su postura y acciones. El Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) considera que por el tamaño de mercado y las dificultades que presentan los sistemas que soportan a dichos activos para escalar el número de operaciones, estos activos no representan un riesgo sistémico, y la posibilidad de que puedan alcanzar una importancia sistémica es muy baja. Además, cree, que es poco probable que los activos virtuales sustituyan a las monedas nacionales.

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Imagen: OneClick Media Group.

El Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) plantea un desafío y una necesidad. El desafío tiene que ver con el combate al lavado de dinero y financiamiento al terrorismo; y la necesidad con establecer reglas que garanticen la protección a los consumidores.

El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI, o FATF, por sus siglas en inglés), está buscando incluir a los activos virtuales y las operaciones con estos como actividades que requieren la aplicación de todas las acciones recomendadas para combatir el lavado de dinero y financiamiento al terrorismo, debido a que representan un activo que facilita la realización de actividades ilícitas.

Las autoridades y los bancos centrales de diferentes partes del mundo siguen escrutando con cautela el mercado de los activos virtuales. En su momento, el anuncio de la intención de crear Libra, la criptodivisa encabezada por Facebook, con tipo de cambio estable y con el potencial de convertirse en un fenómeno global, ha sido el catalizador de un debate que no para y sigue sumando decisiones respecto a los activos virtuales como la de Suecia.

Desde hace dos años la autoridad monetaria sueca examina las posibilidades, los pros y contras, de lanzar una divisa electrónica –e-krona (corona digital)–, como respuesta a la acelerada reducción del uso del dinero en efectivo en el país escandinavo. El Banco Central de Suecia (Riksbank) iniciará este año una prueba piloto para desarrollar la que podría convertirse en la primera criptomoneda estatal de Europa.

En México, ya se ha establecido el escenario y el margen de participación de los activos virtuales en el marco de la Ley Fintech bajo los criterios del Banco de México; la Comisión Nacional Bacaria y de Valores –que trabaja de forma tripartita con la Secretaría de Hacienda y el Banco central–, desde su mandato trabaja sobre la línea establecida para garantizar la estabilidad del sistema financiero en el marco de un proceso de innovación constante que permite la incorporación de nuevos participantes, productos, servicios y reglas para que interactúen.


Notas:
[1] SEGOB, Subsecretaría de Enlace y Acuerdos Legislativos, oficio núm. SELAP/300/2734/17.
[2] Regulación sobre la operación con activos virtuales por parte de las Instituciones de Tecnología Financiera e Instituciones de Crédito.


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Tecnología: ¿factor de cambio económico o cambio económico de factor?

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Imagina un día común en la vida de muchas personas, son las 5:00 a.m., escuchas una alarma que proviene de una bocina, la cual programaste usando un asistente virtual, posteriormente sales a correr utilizando un reloj o banda digital que te permite conocer la distancia recorrida, las calorías consumidas, el ritmo cardíaco, etc.; terminas y tomas una ducha para luego ver las noticias y redes sociales desde tu teléfono inteligente mientras desayunas; al concluir abordas tu carro y te diriges al trabajo guiado por una aplicación de navegación que muy probablemente ya conozca tu destino y sin que se lo pidas te recomienda la mejor ruta, la cual puedes visualizar desde la pantalla del carro, llegas a a la oficina, prendes la computadora y empiezas a trabajar. Esta cotidianidad digital, no sólo ha cambiado la forma en que desempeñamos nuestras actividades diarias en torno a nuestra salud, trabajo, transporte, y muchos otros aspectos involucrados, sino también la forma en que hacemos nuestras transacciones bancarias, trámites gubernamentales, compras o negocios.

Uno de los aspectos que más resaltan por el uso de la tecnología en los últimos años es el económico. La economía digital ya es una realidad que se consolidó con grandes empresas como Amazon o Uber, las cuales utilizan la tecnología para impulsar la productividad empresarial y facilitar la vida de las personas acercándoles bienes y servicios digitales. Por ejemplo, Amazon nace como la primera tienda digital de Internet vendiendo libros en línea, lo cual dio inicio a la transformación del mercado minorista (retail), para después comercializar servicios de cómputo en la nube, streaming de videos, Inteligencia Artificial, entre otros. Con la incorporación del servicio Prime de entregas del producto al siguiente día, Amazon incrementó sus ingresos en un 20% alcanzando los 63,400 millones de dólares entre abril y junio de 2019.

Mientras que Uber, además de ser un servicio de transporte privado solicitado a través de aplicación móvil, también incorporó servicios de entrega de comida a domicilio. En el último reporte trimestral de Uber, que corresponde al periodo de julio a septiembre de 2019, se reporta un ingreso de 16,465 millones de dólares y un registro de 103 millones de usuarios activos mensuales.

amazon y uber

Un aspecto relevante que se debe mencionar en empresas de este tipo es que generan fuentes de empleo y eso es muy importante para la economía global y local. Además, el desarrollo tecnológico ha hecho posible que la economía tenga una infraestructura digital que le permite una movilidad constante, sobre todo en espacios para el intercambio de bienes y servicios. Por lo anterior, se vuelve indispensable la inversión en tecnología ya que la innovación en los diversos sectores productivos es un elemento estratégico de competitividad en los mercados mundiales.

De acuerdo con Gartner, para este 2020 la inversión en tecnología a nivel mundial será de 3.9 billones de dólares, un incremento de 3.4% en comparación con 2019, en tanto que para el 2021 se espera una inversión de 4 billones de dólares. Asimismo, Gartner menciona que las organizaciones gastarán un mayor porcentaje en servicios de nube, lo cual es un indicativo de dónde estarán los modelos comerciales disruptivos de la próxima generación. Con ello, será interesante saber qué tipo de servicios nos ofrecerá la siguiente década.

No es de extrañar que compañías como Microsoft, Apple, Amazon, Alphabet (Google), Facebook, Tencent, se encuentren dentro de las ocho primeras empresas con mayor capitalización bursátil del mundo.

Si bien a México le falta mucho camino por recorrer en el tema tecnológico, es importante destacar que el país ha incrementado el uso de la tecnología para la productividad económica y mejoramiento de servicios. Hace unos meses en una nota de El Financiero, destacaba que en México hay talento para el desarrollo de software que beneficia a la economía nacional generando empleos y transformando la forma de brindar bienes y servicios. El dato indicativo que mencionan del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) es que el número de patentes en México se incrementó considerablemente en la última década, principalmente en ciudades como Ciudad de México, Jalisco, Guanajuato y Nuevo León.

tecnologia y productividad
Imagen: Habemus.

Este año el presupuesto de TIC en el país incrementó de 20,999 a 23,804 millones de pesos, es decir, unos 2,805 millones (+13.4%) comparado con 2019. Si bien este incremento es un buen indicador de sensibilidad del gobierno sobre la importancia que tienen las tecnologías en el desarrollo del país, seguimos con una baja inversión en temas de investigación y desarrollo, la cual ronda el 0.5% del PIB en comparación con otros países del mundo que está sobre el 2.5% de su PIB.

¿Por dónde empezar? Tomando como referencia el último Informe sobre la Economía Digital desarrollado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), se debe combatir la brecha digital que tenemos en el país, lo cual implica una mayor inversión en infraestructura de comunicaciones que facilite el acceso de zonas rurales y alejadas, incorporar el conocimiento digital como materia obligatoria de los programas académicos, fomentar el conocimiento digital empresarial mediante programas de formación hacia los empleados, mayor apoyo a las empresas de emprendimiento digital para su inserción y aprovechamiento de las plataformas digitales, la explotación del dato como un recurso económico que podemos recopilar, almacenar, analizar y transformar para crear ventajas competitivas en los mercados locales e internacionales, por último, y no menos importante, es fomentar el entendimiento y aprovechamiento por parte de los diferentes sectores públicos y privados de las tecnologías disruptivas como son la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas, cadena de bloques, robótica, impresión 3D, cómputo en la nube y todos esos servicios digitales que pueden ser utilizados para fomentar la producción de bienes y servicios de mayor calidad a un menor costo.

Por último, la trascendencia que la tecnología podría tener en el sector económico en México nos obliga a pensar en la importante inversión que debemos hacer en innovación y desarrollo tecnológico para que las ganancias del futuro, tanto económicas como sociales sean mayores a las esperadas. Este 2020 tenemos la oportunidad de consolidar a la tecnología en nuestro país como un aliado del crecimiento económico, siempre y cuando la consideremos en la inversión tanto pública como privada.

China: sistemas de pagos vía Apps e inclusión social y financiera

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Hemos visto con interés y asombro cómo en China se han introducido nuevas formas de pago en tiempo récord a través de las aplicaciones (Apps) Alipay (de Alibaba, similar a Amazon) y WeChat Pay (perteneciente a TenCent que contiene la red social más importante del país, Webchat, similar a Facebook). Estas Apps surgieron a mediados de la década de 2000, pero despegaron realmente en 2014 y actualmente cuentan en conjunto con casi dos mil millones de usuarios, de forma que procesan alrededor la tercera parte del gasto en consumo en China (The Economist).

Su crecimiento, además, es rapidísimo. En los primeros diez meses de 2017 se habían registrado cerca del equivalente a 13 billones (trillion en inglés) de dólares en pagos a través de celulares, es decir, 38% más que en igual período en el año anterior (Xinhua, citado por American Banker). Las dos mayores Apps mencionadas daban cuenta de más del 90% de las transacciones hechas en forma digital en 2018.

Sin duda ha ayudado a esta revolución en los sistemas de pago la gran penetración de teléfonos móviles e Internet en China. En junio de 2019 había 829 millones de usuarios de Internet en el país (19% del total de usuarios en el mundo).

Pareciera que China se ha saltado las etapas por las que han pasado los países industrializados y muchos otros en los sistemas de pago: en lugar de evolucionar desde los pagos en efectivo, a los pagos vía cheques, al uso de tarjetas de débito y crédito, y posteriormente a pagos digitales vinculados al sistema de tarjetas, han ido directamente a los pagos digitales y sin pasos intermedios (aunque sí requieren una cuenta bancaria donde están los fondos que se transfieren a las billeteras electrónicas). Esto se explica en parte por el rápido avance en plataformas digitales (comerciales) comparado a la evolución más lenta de los medios de pagos también digitales (financieros) en ese país. Así, por ejemplo, la plataforma comercial Taobao incorporó a Alipay en ella para que sus clientes pudieran pagar digitalmente sus compras dentro de la propia plataforma. WeChat Pay tiene una historia diferente, pero también cubre una necesidad de financiamiento entre individuos que no estaba disponible (véase la historia de WebChat Pay a propósito de los regalos monetarios en sobres rojos).

Sobre rojos.
Imagen: Confucio Magazine.

Las ventajas de estas nuevas formas de pago las experimentan los consumidores, que pueden hacer uso de WeChat Pay y AliPay para comprar mercancías, pagar servicios de utilidad pública, recibir y mandar remesas, comprar boletos de avión, pagar taxis, hacer pedidos de restaurantes, etc., obtener el servicio con gran rapidez y disfrutar de la comodidad y mayor seguridad de no tener que portar efectivo. Las cualidades de este sistema no son menores para los propios vendedores. Según un estudio reciente de Brookings Institution, los comerciantes en China se han resistido a obtener lectores de tarjetas bancarias, porque es un costo que no están dispuestos a absorber ni han querido traspasar a los consumidores. Para que esos lectores funcionen necesitan, además, sistemas telefónicos alámbricos o inalámbricos, lo cual también tiene un costo que no han estado dispuestos o en condiciones de pagar, especialmente cuando se trata de pequeños y micro-comerciantes.

La disponibilidad de teléfonos móviles inteligentes ha permitido a millones de personas pagar por compras hechas en todos lados a través de Apps en China. Por esta vía se pueden realizar pagos móviles (m-commerce) en forma directa y rápida en establecimientos gracias a los códigos QR (quick response o respuesta rápida). Se puede pagar de dos maneras a través de QR: el cliente escanea el código QR del vendedor, que puede estar simplemente impreso en un papel a la vista del cliente, e ingresa el monto que tiene que pagar, con lo que se envía directamente al comerciante (en este caso la conexión telefónica la aporta sólo el comprador). O bien, el cliente enseña su propio código QR en su celular al vendedor, quien lo escanea estableciendo el monto del cobro. Ambos cuentan con una billetera móvil para hacer estas transacciones. Además de su uso en comercio físico, Alipay y WeChat Pay se usan masivamente para hacer compras en línea (e-commerce). Para superar la desconfianza, se creó el sistema escrow, por el se requiere que el comprador pague antes de que se le envíe el producto, pero el pago se libera sólo después de que el bien ha llegado a su destino y el cliente confirma que es el correcto.

A las facilidades y ahorros mencionados con este nuevo sistema de pagos, hay que agregar que todas las transacciones descritas se pueden efectuar en forma gratuita. Los cobros por operaciones a través de estas App son de 0.1% a partir del retiro de 10,000 RM (US 1,400 dólares, aprox.) y también hay un costo cuando se trata de una transacción internacional. Esto contrasta con los cobros a los comerciantes en países como Estados Unidos por el uso de tarjetas de crédito, que es más de 2% del valor de la transacción por el procesamiento de la venta (por Visa o Mastercard).

No todo es tan ventajoso en las App cuando se comparan con los sistemas bancarios. El dinero que sus usuarios mantienen en sus billeteras electrónicas no genera intereses. Además, los pagos que se hacen son instantáneos, sin existir la ventaja que proveen las tarjetas de crédito de no cobrar intereses a lo largo del mes en que se efectúa la transacción. Para obtener crédito para una compra o interés sobre el ahorro hay que solicitarlo y procesarlo fuera del sistema de pagos de las App, pero se pueden conseguir dentro de cada uno de sus ecosistemas financieros.

Pago QR
Fotografía: Infotechnology.

Por otra parte, las grandes ventajas que ofrecen estas App se aplican mientras los usuarios se mantengan dentro del mismo ecosistema financiero, pues si los fondos se recanalizan al sistema bancario o a otras plataformas financieras, sí hay que pagar por ello. Tanto los ecosistemas de Alibaba (del cual forma parte Alipay) como de Tencent (que contiene a WeChat) han desarrollado todo tipo de servicios (cuentas de ahorro, de inversiones, seguros, créditos, etc…) para responder a las crecientes necesidades financieras que puedan tener los clientes. Pero la tendencia es a crear verdaderos gigantes digitales, no fáciles de controlar por parte de las autoridades de competencia. La envergadura de estas actividades financieras dio un nuevo salto a partir de que en 2018 China abrió a los extranjeros los sistemas de pagos y liquidación en línea (EIU).

¿Puede considerarse que las Apps como Alipay y WeChat Pay contribuyen a una mayor inclusión financiera en China?

(…) Sí y no (…).

El acceso a cuentas bancarias para servicios básicos como pagos y ahorro es prácticamente universal en China. Como indica el estudio muy reciente de Aaron Klein (Brookings Institution, 2019), el país cuenta con un sistema bancario sólido, indispensable para la distribución de diversos beneficios que otorga el gobierno, por lo que muchas personas tienen dos cuentas bancarias o más. También existe una extendida red de tarjetas –UnionPay desde 2002–, pero la modalidad como tarjeta de crédito no ha tenido mucho éxito en el mercado nacional.

Hasta hace poco productores y comerciantes dependían de que sus clientes contaran con efectivo, mientras que ahora con las Apps, pueden formar parte de un mercado más ágil y amplio. También los consumidores pueden adquirir más fácilmente todo tipo de productos y servicios sin tener que contar con el efectivo. Por tanto, estos mecanismos de compra-venta digitales son más incluyentes de un gran segmento de la población que usualmente sólo usaba dinero contante y sonante. Esta forma de inclusión es especialmente interesante para un país que está saliendo de la pobreza. Además, el mecanismo digital-financiero descrito es mucho más ecuánime que el sistema de tarjetas de crédito. El uso de éstas tiene un efecto muy inequitativo en los países en los que este instrumento de pago predomina. Los segmentos de altos ingresos, que cuentan con tarjetas de lujo, ven los elevados costos de ellas más que compensados por los beneficios que reciben (premios, recompensas, etc., que se traducen en mayor efectivo para ellos). En cambio, la clase media que tiene acceso a tarjetas más sencillas, y que frecuentemente caen en el pago atrasado de sus saldos deben, por tanto, cubrir altos intereses, mismos que los bancos usan para financiar los premios a los tarjetahabientes de mayor status. Por tanto, es un sistema muy costoso para aquellos de menores ingresos. El estudio de Brookings mencionado sostiene que el sistema de tarjetas de crédito tenderá a conservarse en países como Estados Unidos justamente por los beneficios que ciertos sectores obtienen a costa de otros.

Banca digital.
Imagen: GettyImages.

El Sistema de pagos no bancario a través de las Apps, también se ha extendido hacia el sector rural de China, pero en menor grado por problemas de diversa índole. A fines de marzo de 2017, Alipay tenia 163 millones de usuarios en el mercado rural  (Banco Mundial y Banco Popular de China). Sin embargo, estos modelos digitales no pueden cerrar del todo la brecha de acceso a servicios financieros que hay en la sociedad china para sectores remotos, población envejecida, y otros segmentos, por lo que se necesitan otros medios para alcanzarlos. Por tanto, si bien las Apps sí tienen un efecto incluyente, sólo pueden ser complementarias de otros mecanismos de inclusión financiera.

El mayor esfuerzo para mejorar la inclusión financiera de la sociedad china ha ocurrido en los últimos 15 años y se ha concentrado especialmente en los sectores como la población rural (43% del total de habitantes), las pequeñas y medianas empresas (PYME), los discapacitados, los sectores pobres y los adultos mayores. Esto sin duda ha contribuido a sacar de la pobreza a una parte importante de la población. Entre otros, vale destacar el plan de 2006-2008, que abrió las puertas para proveer nuevos servicios rurales financieros tales como “bancos de pueblo”, cooperativas mutuales de crédito y compañías de microcrédito de nuevo tipo (Banco Mundial y Banco Popular de China, 2018). La creación del Banco de Ahorro Postal de China en 2007 (PSBC, por sus siglas en inglés) para servir al sannong (el sector agrícola, campesinos, y sector rural, en general, las PYME, y pequeñas comunidades) y el Plan para promover el desarrollo de la inclusión financiera (2016–2020), han sido muy relevantes para bancarizar a los sectores mencionados.

Una de las lecciones que se puede extraer del caso de China es que la expansión de los sistemas de pago digital no bancario mediante las Apps, puede ayudar a mejorar la inclusión financiera de sectores importantes de la sociedad, pero es imposible que llegue a todos los grupos marginados, especialmente los del sector rural. La bancarización de este último y de otros segmentos es esencial para acercar a estas personas al mercado, pero también para evitar que fondos canalizados a estos sectores pasen por la intermediación de instancias que podrían ser corruptas o para desviarlos con otros fines, como los clientelares.