Ellos se ríen de mi porque soy diferente.
Yo me río de ellos porque todos son igualitos.
Anónimo.
El Acuerdo de Asociación Transpacífico es un Tratado firmado inicialmente por Brunéi, Chile, Nueva Zelanda y Singapur, el 3 de junio de 2005 y que entró en vigor el 1º de enero de 2006.
A partir de 2008, Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón, Malasia, Perú y Vietnam declararon su intención de adherirse a este acuerdo. Estados Unidos manifestó su deseo de participar en febrero de 2008.
En 2011, después de haber sido nombrado Subsecretario de Comercio Exterior, el Dr. Francisco de Rosenzweig Mendialdua señaló que “era imposible que México no participara en el proyecto de comercio internacional más grande del mundo”, por lo que en junio de 2012, la Secretaría de Economía anunció la intención de nuestro país señalando que, siendo Estados Unidos nuestro socio comercial más importante, era necesario que participáramos en las negociaciones a fin de defender los intereses de México y orientar las negociaciones a nuestro favor.
Conviene señalar que, desde el momento en que los altísimos funcionarios mexicanos manifestaron la intención de participar en el TPP-12, comenté su incongruencia, pues la nula competitividad de nuestro marco sistémico, frente a los que serían sus seis nuevos socios de Asia y Oceanía en el TPP (Australia, Brunéi, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam), era total y se reflejaba en la negativa evolución de nuestros intercambios con esos países a través de un déficit comercial abultado y creciente en el período 1993-2012, mismo que ascendió a -84,669 millones USD.
Cuando el 23 de enero de 2017, Estados Unidos anunció su retirada definitiva del Tratado, los funcionarios mexicanos, de una manera inexplicable, ilógica e irresponsable, mantuvieron a México en el proceso de negociación exhibiendo un liberalismo dogmático, señalando que “mucho se había trabajado y avanzado” en las negociaciones del TPP-12, por lo que continuaron obcecados con las negociaciones, así como con la promoción de la firma y ratificación de lo que se convirtió en el TPP-11, mismo que resultaba desventajoso para nuestro país en todos sentidos.
En los siguientes seis años, desde que se decidió participar en ese “proceso de integración”, el déficit de México con los seis países continuó creciendo y se duplicó pasando de -7,252 millones USD en 2013 a -14,410 millones USD en 2018, y acumuló un déficit total de -65,849 millones USD en este corto período.
Comentarios
Pareciera que la participación de México en las negociaciones del TPP se realizó por dogmatismo, en aras del libre comercio, pero sin un análisis técnico y razonado, sin tener una base sólida que permitiera conocer adecuadamente las condiciones, riesgos y posibilidades de nuestro país para lograr una actuación exitosa, empezando por la competitividad.
Increíblemente, uno de los argumentos que se esgrimieron como determinantes para participar en ese Acuerdo fue que, a través del mismo, se lograría ampliar la cuota para el acceso del aguacate mexicano al mercado japonés; situación que resultaba totalmente ilógica pues, desde el año 2005, México tenía un acuerdo con Japón mismo a través del cual se hubiera podido manejar bilateralmente, en lugar de llevarlo a un foro multilateral en el que la eventual ampliación de las cuotas tendría que ser compartida con los otros socios. Algunos de ellos resultan competidores directos para México en la producción de aguacate como son los casos de Chile y Perú, así como Nueva Zelanda que, aunque este último ahora orienta su producción a satisfacer al mercado interno, su enorme desarrollo tecnológico en materia de agrícola lo convertirá en un fuerte competidor nuestro, un hecho que en múltiples ocasiones señalé como una incongruencia más de nuestra política de comercio exterior y de la estrategia de promoción.
Los negativos resultados del intercambio en los 20 años precedentes, con los que serían los seis nuevos socios, no fueron suficientes para advertir a nuestros funcionarios del derrotero que seguiría nuestra relación comercial con ese grupo pues, en ese período, se acumuló un déficit de -168,120 millones USD, equivalente al 94.34% del déficit total de México.
Tampoco lo fueron los siguientes seis años del periodo 2013-2018, en que el déficit creció 99% al pasar de -7,252 millones USD a -14,410 millones USD, con un acumulado de -65,849 millones USD, mismo que corresponde al 117% de nuestro déficit total.
Lo peor es que México no percibió la gran oportunidad que hubo de retirarse de las negociaciones del Acuerdo cuando, en febrero de 2016, Estados Unidos decidió retirarse del mismo, en el que parece que fue el único acto coherente del presidente Donald Trump en relación con el comercio internacional, ya que la relación de ese país con Asia, se había traducido en un enorme proceso de desindustrialización por la relocalización de numerosas plantas manufactureras norteamericanas en el continente asiático.
Para México, esta obcecación se convirtió en uno más de la serie de desaciertos y errores que se han cometido en materia de comercio exterior en los 26 años más recientes pues, nuestro país, también había registrado la salida de más de 2,000 empresas exportadoras de nuestro territorio, principalmente norteamericanas, 900 de ellas dedicadas a la maquila.
Como resultado de este proceso, la supuesta integración comercial y productiva que se estableció como objetivo en el TLCAN no se ha logrado y, por el contrario, el resultado ha sido una nociva “Integración de la Importación” con Asia, pues el 30.08% de reducción en la importación que México registró procedente del TLCAN en el periodo 1997-2019, prácticamente se trasladó a Asia.
Así, en los 26 años de apertura comercial instrumentada a través de la firma de TLC’s con 54 países y una apertura comercial basada en una desgravación arancelaria unilateral totalmente ilógica, México acumuló un déficit total de -178,207 millones USD del cual, como se ha señalado, -168,120 millones USD se registraron con los 6 países del TPP-11.
Apuntes finales
El libre comercio es bueno cuando se realiza de una manera inteligente y México le apostó a ese proceso que, durante el período 1994-2000, imprimió enorme dinamismo a las exportaciones y a la economía nacional debido a que las reformas estructurales realizadas en los 80 y principios de los 90, hicieron a nuestra economía muy competitiva.
Desgraciadamente, durante el período de Ernesto Zedillo no hubo reforma alguna que permitiera mantener la competitividad, como tampoco la hubo en los sexenios posteriores, de tal manera que la pérdida de competitividad del marco sistémico, aunado a la carencia de una política de comercio exterior y de una estrategia con programas, proyectos y políticas públicas realistas, ha generado un gran deterioro de nuestro comercio exterior y de nuestra economía porque en este período estas actividades han sido realizadas bajo un esquema de improvisación y simulación.
Como consecuencia de la serie de incongruencias registradas en relación con el TPP-11, durante los primeros 22 meses de operación del Acuerdo, el déficit con los 6 nuevos socios del TPP-11, continuó elevándose debido a que en dicho período nuestras exportaciones registraron un descenso de -1,095 millones USD, en tanto que las importaciones procedentes de esa región se incrementaron en 3,245 millones USD.
Así, el déficit en ese periodo ascendió a -29,083 millones USD e, incluyendo a Japón, el socio con el que ya teníamos un TLC desde el año 2005, el déficit se elevó a -49,007 millones USD.
La firma del TPP-11 vino a ser lo que en una ocasión llamé la cereza de un pastel amargo e indigesto, pues constituye la culminación de un proceso de deterioro de nuestro comercio exterior que se ha convertido en una pesadilla y una competencia desleal para la planta productiva nacional.
Notas:
“Funcionarios mexicanos en la luna”;
“México: más teoría y nada de práctica”.
También te puede interesar: México: paradójicamente superávit comercial no tan bueno.