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Los manglares: prodigios de la naturaleza

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Los manglares son bosques que migran. Aunque parezca increíble, se desplazan; tras un evento climático se alejan del sitio en donde su sobrevivencia está amenazada.

Así se recuperan de los embates de huracanes, tormentas tropicales y otros sucesos meteorológicos. No sucede lo mismo si la afectación tiene que ver con el quehacer humano, cuando el manglar queda mutilado y atrapado.

Ese confinamiento es una sentencia de muerte. Los manglares son bosques que crecen en lugares calurosos, en aguas poco profundas, ya sea en esteros, o en lagunas cercanas al mar, en donde las aguas son saladas o salobres.

manglares de Isla Blanca
Manglares de Isla Blanca, Quintana Roo (Fotografía: Francisco Flores Verdugo).

Están formados por árboles de mangle de distintos géneros, estos son sumamente resistentes. A mediana distancia dan la apariencia de ser un compacto bosque flotante.

Sus raíces son torvos zancos leñosos que emergen inesperadamente de la superficie del agua. Los árboles de mangle crecen muy cerca uno del otro; desde la lejanía dan la apariencia de estar apelmazados.

Sus troncos esbeltos y resistentes resultan casi invisibles, se ocultan detrás de esa maraña que cuelga de ellos, cargada de un follaje de verdores inclementes. Al caer al agua, las ramas se enraízan y además depositan las semillas en dirección a una zona protegida.

manglares Estero de Urias, Mazatlan
Manglares de Estero de Urías, Mazatlán (Fotografía: Francisco Flores Verdugo).

Siguen un camino dictado por miles de años de evolución; un legado genético de sobrevivencia. Las raíces, tejen densas e inexpugnables vallas, amarradas al suelo fangoso. Estas constituyen un hábitat acogedor y seguro. En el que infinidad de especies hallan alimento y resguardo.

Sorprendentes a cuál más, los manglares conforman un ecosistema sumamente generoso y de importancia vital para las comunidades aledañas. Son sistemas promotores de vida.

El árbol de mangle cuenta con un singular sistema de filtración que elimina la sal. Estos árboles, además, capturan cinco veces más carbono atmosférico que el resto de las plantas. Asimismo, edifican una barrera que protege a las costas de la erosión mientras contribuyen a disminuir la intrusión salina en las mismas.

Manglares de Marismas Nacionales, Nayarit
Manglares de la Biósfera de Marismas Nacionales, Nayarit (Fotografía: Francisco Flores Verdugo).

Proveen de alimento a peces y crustáceos de importancia comercial, son sitio de anidamiento de aves tanto locales como migratorias, y también son el hogar de pequeños mamíferos.

Algunas de las especies que viven en este ecosistema son endémicas. También las hay que están amenazadas. Este ecosistema constituye un filtro biológico que mejora la calidad del agua de forma natural, esto contribuye de manera importante al bienestar de los arrecifes de coral que se encuentran en las cercanías.

Los manglares coadyuvan al bienestar del hombre. Las poblaciones humanas adyacentes se benefician de ellos por medio de la pesca, la obtención de madera y la extracción de sal.

Biósfera Marismas Nacionales en la Isla de Mexcaltitán
Biósfera Marismas Nacionales en la Isla de Mexcaltitán, Nayarit (Fotografía: Francisco Flores Verdugo).

Estos árboles crecen en áreas de transición entre los sistemas acuáticos y los terrestres; algunos dicen que son plantas anfibias. Tal vez es su ubicación en zonas pantanosas lo que hizo que se les considerara áreas de poca productividad.

Quizá fue esta una de las razones que “explica” por qué hace 50 años, cuando comenzó a florecer en el Caribe la industria del turismo, no hubo empacho en dejar desprotegidas vastas zonas de manglar en la península de Yucatán.

El doctor Francisco Flores Verdugo, quien se dedica al estudio de los manglares, asegura que estos bosques requieren de una amplia zona intermedia de al menos 100 metros de ancho que los resguarde de cualquier actividad humana; un área de amortiguación. De otra manera no logran sobrevivir.

manglares en mexico
Curso de capacitación para manglares, Chiapas (Fotografía: Francisco Flores Verdugo).

La conservación de este ecosistema debe ser prioritaria, ya que además de su belleza, como ya señalé, son de suma relevancia ecológica y generan gran productividad.

El Dr. Flores Verdugo ha comprobado que, afortunadamente, es posible recuperar los manglares; e insiste en que la reforestación puede ser exitosa, pero no es la única opción.

En su experiencia, una estrategia harto efectiva para la recuperación de este ecosistema es el manejo hidrológico adecuado, lo cual quiere decir que se debe controlar la cantidad de agua dulce y agua salada que prevalece en el pantano. En nuestro país existen casos de éxito en los que se implementaron ambas técnicas y se recobraron los bosques de mangle, como Ría Celestún en Yucatán.

Laguna de Nichupté en Cancún
Laguna de Nichupté en Cancún (Fotografía: Francisco Flores Verdugo).

El Dr. Flores Verdugo afirma categóricamente que el apoyo de la sociedad civil es de gran ayuda para conseguir resarcir vastas áreas de manglar. De hecho, en su quehacer cotidiano ha contado con la participación de pescadores, ejidatarios, estudiantes de educación media, y también algunas ONG.

Él se desempeña en las costas de Sinaloa y Nayarit desde 1979, y considera que cuando un ecosistema se convierte en parte esencial del interés de una comunidad que lo reclama como un segmento de su identidad, la recuperación será exitosa.

También es de vital importancia que se cumpla con los Manifiestos de Impacto Ambiental (MIA) emitidos por la SEMARNAT (Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales), en las áreas cercanas a este ecosistema.

Hipocótilos en Urías, Mazatlán
Hipocótilos en Urías, Mazatlán (Fotografía: Francisco Flores Verdugo).

México tiene la enorme fortuna de contar con el 5% de los bosques de mangle que hay en el planeta. Una enorme responsabilidad en un contexto en el que, durante los últimos 20 años, se han perdido el 30% de los manglares que existían en la Tierra.

La responsabilidad es inaplazable. Cumplirla supone una responsabilidad que rebasa el ámbito nacional y, aun, los intereses locales; concierne a todo el planeta.

La tarea es doble: detener el arrasamiento de lo manglares, y a la vez caminar en su recuperación. Caminos hay, pero habrá que encontrar la voluntad de andarlos.

* La autora agradece al Doctor Francisco Flores Verdugo su colaboración en la elaboración de este texto, así como las fotografías que lo complementan.


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