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La pandemia de la superstición

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La enfermedad es compañera nefasta del ser humano, y más nefasta aun, es la superstición y la ignorancia que la rodea. Obsesionados con el autoengaño, buscando falsos paraísos que oculten la verdad, los seres humanos, desde hace millones de años hasta el día de hoy, preferimos seguir al pensamiento mágico que al conocimiento y la razón. Hemos atribuido las enfermedades a los demonios, a la brujería, a seres de otros mundos, y hacemos lo mismo con la curación, despreciamos la prevención, y dedicamos los esfuerzos a creer en los milagros.

La superstición actual es más folclórica y tecnológica, la delirante ignorancia atribuye esta pandemia desde a las antenas de celular, el G5, que con nuestro pésimo servicio de internet y telefonía tendríamos que estar a salvo y no es así; que al Covid-19 lo inventaron para “vender una vacuna innecesaria”, hasta la leyenda de que otra de las vacunas, que está en experimentación, tendría un chip de la tecnología de Bill Gates para espiarnos, de lo cual también debemos estar tranquilos, porque si es tan ineficiente como el Windows, sabrán de nosotros menos de lo que todo el mundo publica en su Facebook.

la ejecucion de una bruja en amsterdam,
La ejecución de la bruja Anne Hendricks, quemada en Amsterdam, 1571 (crédito: Jan Luyken).

La humanidad es necia, es ridículo el apego que tenemos a la ignorancia y la superstición. En el periódico New York Times se publicó un largo artículo documentando el movimiento antivacunas del Covid-19. La vacuna aún no está lista, está en pruebas aplicada en 30 mil personas, y ya tiene sus detractores, que argumentan lo mismo que los movimientos antivacunas desde el siglo XVIII.

María Antonieta de Francia, fue inoculada de la viruela en 1782, de una forma casi experimental, con la supuración de una vesícula de un enfermo. Muy criticada, decían que se enfermaría más gravemente y, sin embargo, esa decisión ejemplar permitió inocular más personas y seguir con el proceso de la vacuna. María Antonieta vio horrorizada, el cuerpo de Luis XV, quien murió de viruela sin dejar herederos, y obligados ella y su marido, Luis XVI, a ocupar el trono cuando eran casi unos adolescentes. La joven princesa se dijo a sí misma que no moriría de esa terrible enfermedad, murió de la filosa guillotina de la Revolución francesa.

superstición, brujería

Los argumentos antivacunas son un catálogo de las ideas retrógradas de la humanidad: la libertad de no cuidar de sus propios cuerpos, sus derechos humanos, las teorías de la ineficacia, los pseudocientíficos, los dogmas religiosos, y ahora los tecnológicos-político-conspirativos. Es decir, para una masa ignorante y ruidosa, la enfermedad tiene causas irracionales, su cura también deberá ser irracional. Entonces la vacuna y la prevención serán, como siempre, para la parte pensante, y las curas milagrosas, la providencia, la fe, las buenas vibras, romper antenas de celulares; serán para esa masa que hace de la superstición las razones de su escasa razón.


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En los tres artículos anteriores sobre este interesantísimo y relevante tema de las vacunas exploramos la historia de las primeras vacunas hasta esta época. Durante todos estos años hemos aprendido de los éxitos y fracasos en su desarrollo. Durante ese proceso considero que hay tres aspectos a destacar: la importancia de las vacunas en la salud tanto humana como animal; la interacción cercana durante el proceso de humanos y animales en este desarrollo, incluyendo tanto a médicos como a veterinarios; y el que, al igual que en otros temas, la mejora continua es vital para lograr vacunas más eficientes en efectividad, en su fabricación, aplicación, etcétera.

En esta última entrega sobre el tema voy a explorar la situación actual de las vacunas, así como lo que pudiera ser el futuro de ellas.

Dada la situación actual por la pandemia de la COVID-19, nos hemos vuelto más conscientes del importante papel que juegan las vacunas en nuestra vida. La gran mayoría de los habitantes damos por hecho su existencia ya que forman parte integral de la misma. Poco tiempo después de nacer y durante nuestra infancia, nuestros padres nos llevaron a vacunar, y nosotros a nuestros hijos para protegerlos de múltiples enfermedades. Sin embargo, ya en nuestra etapa adulta nos olvidamos de la necesidad y conveniencia de vacunarnos periódicamente. Por lo general lo hacemos muy ocasionalmente y, la mayoría de las veces, porque sucede algún evento extraordinario en nuestra vida. Por ejemplo, si se corta uno con algún fierro oxidado le preguntan a uno si está vacunado contra el tétanos o si va uno a viajar a algún país donde hay tifoidea, es necesario aplicarse la vacuna. 

En lo personal no me había puesto una vacuna por años y ahora con la COVID me recomendaron vacunarme contra el neumococo que es el que produce las neumonías. Yo ni sabía que existía esa vacuna. Otro ejemplo, es el de la vacuna contra el sarampión. Se aplica en edades tempranas, pero como aprendí por el crecimiento reciente de esta enfermedad, es conveniente aplicarse un refuerzo para seguir protegido. Es decir, considero que falta promoción e información sobre las vacunas que es conveniente aplicarse en nuestra juventud, edad adulta y vejez.

vacunas
Ilustración: Golden Cosmos.

A pesar del beneficio comprobado de la vacunación, existe rechazo de ciertos grupos de la población a vacunarse por diversas razones, tanto “médicas” como religiosas. Por ejemplo, en 1772 el reverendo Edmund Massey llamó a las vacunas “operaciones diabólicas” en su sermón intitulado “La Peligrosa y Pecaminosa Práctica de la Inoculación”.

A partir de los años 80 del siglo pasado se han incrementado significativamente los movimientos antivacunación. En Estados Unidos se ha definido el 19 de abril de 1982 como el día que marca el inicio de la historia moderna de este movimiento. Ese día una televisora de Washington transmitió un programa llamado “DPT: Vaccine”, en el que le echaba la culpa al componente anti-tosferina de la vacuna de causar daño cerebral. Por este programa hubo muchos padres, tanto en Estados Unidos como en otros países, que rehusaron ponerles la vacuna a sus hijos. El país más afectado por esta decisión fue Gran Bretaña, ya que ahí se dio una epidemia de tosferina causando muchas muertes infantiles.

Más recientemente, el Dr. Andrew Wakefield publicó en 1998 un artículo diciendo que la vacuna triple que protege contra el sarampión, paperas y rubeola (MMR, por sus siglas en inglés), incrementaba el porcentaje de niños autistas y con enfermedades gastrointestinales. Este artículo y la investigación en la cual se basó fue calificada de fraudulenta, llegando al grado de que perdió su licencia para practicar la medicina.

A pesar de eso, muchas personas siguen creyendo lo dicho por Wakefield. En Londres, el porcentaje de niños vacunados con la MMR bajó hasta el 61% y se reportó un incremento de los casos de sarampión en muchos países, incluyendo a México. Un caso interesante es el que se atribuyen 125 casos de contagio a visitantes a Disneylandia en Anaheim, California. Por ello el Senado estatal pasó una ley haciendo obligatoria la aplicación de esta vacuna a toda la población infantil, prohibiendo su exención por motivos personales y religiosos.

Varios grupos religiosos, principalmente los hindús, protestantes, musulmanes, judíos ortodoxos y testigos de Jehová, están en contra de esta vacuna, no porque dudan de su efectividad, sino por su origen, ya que esta vacuna se crea a partir de un tejido fetal de abortos. Además, esta vacuna contiene gelatina elaborada con porcinos, ingrediente que asegura su estabilidad para poderse almacenar. A estos grupos religiosos se agregan otros como los protestantes cristianos holandeses que consideran que las vacunas intervienen en el trabajo de Dios, y que no se debe de cambiar el destino de aquellos que están destinados a adquirir esas enfermedades e incluso a morir.

debate vacunas salvacion
Ilustración: Daniele Simonelli.

Aun cuando se ha tenido un gran éxito con la aplicación de las vacunas para prevenir el contagio de muchas enfermedades, actualmente hay muchas otras para las cuales todavía no se ha podido encontrar el agente que a través de la inoculación nos proteja de muchas enfermedades como VIH, ébola, influenza aviar, zika, dengue, varios tipos de Influenza como la H7N9 y, recientemente, la COVID-19. En otros casos, la cobertura de las vacunas es parcial y el grado de protección va cambiando con el tiempo como en el caso de la influenza estacional que se da por diversas cepas, y la vacuna sólo cubre algunas de ellas y que, además, éstas mutan con el tiempo.

Hablando específicamente de la COVID-19, cada día leemos de la existencia de muchas iniciativas para encontrar una vacuna que pueda protegernos para evitar el contagio de este poderoso virus. Hay algunas iniciativas individuales tanto de países como empresas para lograrlo, pero también se han formado coaliciones de universidades con farmacéuticas y de países como la Coalición para la Preparación e Innovación frente a las Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés) donde México participa.

Se calcula que actualmente hay más de 150 proyectos en el mundo buscando una vacuna y ya se cuentan alrededor de 11 que se están probando en humanos; se estima que para fin de año se tendrán como 50 más haciendo este tipo de pruebas.

Por lo general el desarrollo de una vacuna tarda entre 15 y 20 años, sin embargo, dada la magnitud que ha alcanzado este virus, se está invirtiendo una enorme cantidad de dinero y recursos humanos y científicos en tener una vacuna entre 12 y 18 meses.

Dado que el principal obstáculo para el desarrollo de las vacunas, aun con la muy avanzada tecnología actual, es la incapacidad para entender la forma en que el cuerpo humano genera mecanismos contra la protección y, en este caso específico lo que el virus hace al sistema inmunológico. Se está desarrollando una vacuna sin saber el nivel de respuesta que se requiere para ser efectiva y sin saber cuánto puede durar su efecto.

ataque vacunas
Ilustración: Doug Chayka.

Como con cualquier vacuna, el objetivo es lograr que el sistema inmune del cuerpo reconozca un patógeno específico y genere los llamados “soldados” para que ataquen al virus, preveniendo que la gente se enferme o por lo menos que no se enferme gravemente.

Para cumplir con la meta de desarrollar una vacuna lo más rápido posible, se están utilizando todo tipo de técnicas, desde las utilizadas a través de los años hasta aquellas con tecnologías innovadoras que se han venido desarrollando recientemente pero que no se han probado en humanos.

Considerando esto, los científicos están haciendo todo lo posible para acelerar el desarrollo pero sin caer en el riesgo de que la vacuna cause más daño de lo que podría solucionar. Es por ello que antes de lanzar la vacuna masivamente están haciendo todas las pruebas necesarias para minimizar ese riesgo.

El principal obstáculo para el desarrollo de las vacunas, inclusive con la muy avanzada tecnología actual, es la incapacidad para entender la forma en que el cuerpo humano genera mecanismos contra la protección.

El proceso que se está siguiendo con este virus y los resultados que se tengan van a ser muy importantes en el futuro del desarrollo de las vacunas. Es cierto que las tecnologías y la ciencia moderna ayudarán a que este proceso sea mejor y más rápido. Sin embargo, la naturaleza también avanza de manera rápida e inesperada y como mencioné anteriormente, el proceso de crear y actualizar vacunas siempre será un proceso de mejora continua.

Viendo hacia adelante, sería ideal que al conocer el DNA de cada persona y cómo influye en el comportamiento de su sistema inmunológico, aunado a un gran conocimiento de cómo se comportan los virus, surgiera la posibilidad de crear una vacuna que se aplicara al nacer y que lo protegiera de la mayoría de los virus que pudieran darse en su vida. Esto parece un sueño, pero siento que el avance tecnológico probablemente llegue a cumplirlo.

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En la entrega pasada hablamos sobre el desarrollo de las vacunas en el siglo XIX y de la importantísima labor que realizó Pasteur para sentar una nueva forma de trabajo para su desarrollo. Además de lo logrado por Pasteur durante el fin del siglo XIX, también se descubrieron otras vacunas importantes. 

En 1885, el bacteriólogo español Jaime Ferrán, descubre una vacuna anticolérica y en 1887 Beumer y Peiper comienzan a realizar las primeras pruebas experimentales de una vacuna contra la fiebre tifoidea usando bacilos vivos. Un año después Chantemasse y Vidal llevan a cabo estudios para desarrollar también una vacuna contra la tifoidea pero usando bacilos muertos. El desarrollo de esta vacuna es largo, ya que es hasta 20 años después cuando se inicia la aplicación de la primera vacunación contra la tifoidea. En 1892 Haffkine, bacteriólogo ruso, preparó la primera vacuna contra la peste.

Durante la primera mitad del siglo XX proliferó el desarrollo de vacunas contra enfermedades que se generaban a partir de bacterias. Por ejemplo, a pesar de que fue en 1822 cuando Robert Koch descubrió el bacilo tubérculo causante de esa enfermedad, fue hasta 1922 que se creó la Bacillus Calmette–Guerin (BCG) contra la tuberculosis. Esta vacuna debe su nombre a sus descubridores Albert Calmette, médico, y Camille Guerin, veterinario. Con esta vacuna ocurrió una de las mayores catástrofes en la historia de la seguridad vacunal pues en el año 1930, en la ciudad alemana de Lubeck, se produjo la muerte de 75 lactantes después de ser vacunados con BCG, la cual contenía una cepa de Micobacterium tuberculosis. Es interesante notar que esta vacuna está en uso hasta hoy y que también es utilizada en algunas ocasiones para tratar los tumores de la vesícula y el cáncer de la vejiga.

Wikimedia Commons.

El siguiente paso en el desarrollo de las vacunas fue la inactivación química de toxinas. Así se consiguieron los primeros toxoides: tétanos y difteria. Al igual que en la gran mayoría de los productos, las vacunas se siguen mejorando a través del tiempo. Por ejemplo, en 1923, Alexander Glenny perfeccionó un método para desactivar la toxina del tétano con formaldehído. Este método también se usó para mejorar la vacuna de la difteria.

En el año 1923, el veterinario francés, Gastón Ramón desarrolló la inmunización activa contra la difteria y perfeccionó el método de Glenny para crear la vacuna contra el tétanos adicionando el hidróxido de aluminio.

También en 1923, Thorvald Madsen, médico danés, descubre la vacuna contra la tosferina. Sin embargo, al probarla, murieron dos niños y por lo tanto se suspendió su desarrollo. Fue hasta 1948 que finalmente se autorizó el uso de una vacuna para esta enfermedad.

Unos años más tarde, en 1932 Sawver, Kitchen y Lloyds descubren la vacuna contra la fiebre amarilla y en 1937 el Dr. Jonas Salk produce la primera vacuna antigripal inactivada.

Fotografía: Time Toast.

Otras vacunas desarrolladas en este periodo fueron la vacuna contra la fiebre amarilla (1935) y la vacuna contra el virus influenza A (1936).

Entre 1950 y 1985 se desarrollaron métodos de cultivo de tejido viral que permitió al Dr. Salk crear la vacuna inyectada y al Dr. Sabin la vacuna oral para la polio. Con estas vacunas se logró prácticamente erradicar este mal. Sin embargo, en el periodo del desarrollo de esta vacuna se produce otro de los grandes accidentes que recoge la historia de la vacunación pues no estaba lo suficientemente inactivada y provocó 169 casos de poliomielitis entre los inmunizados, 23 casos en contactos de los vacunados y 5 defunciones.

Durante 1960 se desarrollaron las vacunas para el sarampión, rubéola, paperas y en 1971 éstas se agruparon en una sola vacuna que cubre a estas 3. En 2005 se agregó la de la varicela (descubierta por Takahasi en 1973) creando una vacuna tetravalente, con la que es posible tener la cobertura para estas enfermedades en una sola aplicación.

El desarrollo de las vacunas evolucionó, rápidamente y con éxito, a partir de la década de los 60. En 1966, Hilleman y sus colaboradores obtienen la vacuna antiparotidítica de virus vivos atenuados, y al año siguiente Auslien descubre la del neumococo. En 1968 Gotschlich crea la vacuna antimeningocóccica C y en 1971 la antimeningocóccica A. En 1970 David Smith, había desarrollado la vacuna contra el Haemophilus influenzae. En 1976 Maupas y Hilleman elaboran la vacuna contra la hepatitis B.

El doctor Maurice Hilleman (Fotografía: Associated Press).

En México los programas de vacunación tanto en su aplicación como en su fabricación han jugado un papel muy importante. Entre otras fechas relevantes, tenemos que, en 1973 se crea el Programa Nacional de Inmunizaciones con el que se organiza la vacunación masiva con 5 vacunas, BCG, Sabin, DPT, antisarampión y anti-toxoide tetánico. En 1980 se crean las jornadas intensivas de vacunación y en 1990 México fue uno de los siete países del mundo autosuficientes para elaborar todas las vacunas del Programa Ampliado de Inmunizaciones. Estos esfuerzos han permitido la erradicación de poliomielitis, difteria, sarampión, tétanos neonatal y el control de la tosferina y de las formas graves de tuberculosis.

Mientras tanto, uno de los grandes logros en la historia de la medicina cubana lo fue sin duda el descubrimiento en el año 1987 de la vacuna contra el meningococo B por la doctora Concepción de la Campa.

La carrera de desarrollo de vacunas se vio trastocada cuando en 1999 se autoriza la primera vacuna para el rotavirus que se tuvo que retirar del mercado en poco tiempo debido a sus efectos secundarios. Volver a salir le llevó siete años porque es hasta el 2006 que se reintroduce para su uso universal.

Imagen: maxresdefault.

2006 marca un año importante para la historia de las vacunas, ya que en ese año se introduce al mercado la vacuna para el papiloma humano, causante de distintos tipos de cáncer, especialmente del cervicouterino. Por ello se recomendó su aplicación a niñas entre los 11 y 12 años y mayores que no hubieran tenido relaciones sexuales. Además, dado que se detectó que ese virus puede causar cáncer en la cabeza y cuello y entre los hombres cáncer de pene, se recomendó su aplicación también a varones.

En resumen, es interesante entender el papel que jugaron las vacunas en el siglo XX y principios del siglo XXI, especialmente la conjunción de los médicos, científicos y veterinarios en su desarrollo. La introducción de la inmunización ha permitido beneficios incuestionables. Se ahorra en el costo de los tratamientos, se disminuye la incidencia de muchas enfermedades infecciosas y lógicamente hay una reducción de la mortalidad. Es sin dudas, la vacunación, uno de los mayores avances de la salud pública mundial.

En la siguiente entrega hablaré sobre la situación de las vacunas hoy y lo que podemos esperar para el futuro.


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Como mencionaba en la entrega anterior, los grandes asesinos de la humanidad, los que ocupan el primer y segundo lugar, han sido –y parece que están en la posibilidad de seguirlo siendo– los virus y las bacterias. El tercer lugar, somos nosotros, los propios seres humanos que atacamos a la especie y su supervivencia de muchas maneras. Las creencias, los dogmas y la separación de los grupos hacen que todos busquemos etiquetas que nos identifican con unos y nos separan de los otros de manera que se justifica no buscar el bien común. Funcionamos como un cuerpo en el que el estómago ataca al cerebro porque no cree lo mismo que él, o en el que el hígado desconoce al páncreas porque no se somete a sus exigencias. Cuando eso pasa en el organismo de una persona, el desequilibrio representa enfermedad. Lo correcto y lo deseable sería que se mantuviera un equilibrio que permitiera a cada uno de los órganos, tejidos y células desarrollar su función sin contratiempos en un perfecto mecanismo anatómico y fisiológico.

Si pensamos en Gaia (Planeta Tierra) como un organismo vivo, podemos analizar cómo es que llegamos hoy a esta crisis que nos mantiene en aislamiento físico. Además podemos valorar el hecho de que este confinamiento puede volverse un área de oportunidad. Tú te preguntarás, ¿de qué manera? ¿De plano este hombre ha perdido la chaveta? Pues no, es justo en estos momentos que nos ponen en situaciones límite que lo mejor y/o lo peor de nosotros como individuos y como seres sociales, sale a la luz, es decir, en estos tragos amargos es cuando la gente saca el cobre a relucir.

enfermo de peste
Ilustración: Michael Kvium.

Vamos a ver, lo primero que parece necesario es que no se debe perder de vista que la actitud y presencia de ánimo con la que enfrentemos la circunstancia del COVID-19 es una elección. ¿Te sorprende? De verdad espero que no, sin embargo, revisemos el punto. Nosotros podemos amargarnos, azotarnos contra las paredes, llenarnos de ansiedad y angustia o arrojarnos al fondo de un barril en franca depresión y abandono, o también podemos no hacerlo. Al no hacerlo estamos tomando una decisión de poner mi mejor cara ante los hechos y disfrutar el aquí y el ahora, valorando las bendiciones que tenemos y aprovechándolas. Instalarse en la nostalgia o futurear son patrones de pensamiento que tenemos establecidos desde una omnipotencia antropocéntrica que nos hace sentirnos, como diría José Alfredo Jiménez, “el rey de todo el mundo.” Pues ya está visto que no es así.

Un virus, es decir, un elemento de la naturaleza que ni siquiera se considera un ser vivo porque está formado solamente de proteína, lípido y RNA, puede poner todo nuestro autoconcedido poder contra la pared. Entonces, la situación actual nos permite, con inteligencia y sensibilidad, evaluar la realidad de lo que ser un humano representa. Nosotros, los seres humanos somos sólo una parte más de un ecosistema superior al que hemos atacado y que pareciera que, con un mecanismo de autorregulación que no alcanzamos a comprender, hace limpia de la plaga más destructiva de la homeóstasis del planeta. Sobrevivir hoy debe ser un compromiso de la humanidad con todos los reinos establecidos en la biología (animal, mineral y vegetal), el cielo y la tierra como parte de una misma máquina que, si no cuidamos y aceitamos correctamente, tenderá a su propia destrucción.

Una de las maravillas de la lógica y capacidad de raciocinio de nuestra especie son el pensamiento y la memoria. En el uso de estos dos elementos tenemos la capacidad de generar aprendizaje para la supervivencia de la especie. Vamos a hacer un poco de historia:

peste
“Peste”, Meio Norte.

Seguramente alguna vez un médico hechicero cro-magnon tuvo que enfrentar alguna epidemia que afectaba al clan. Las aguas del río del que tomaban el agua para la subsistencia de la tribu estaba infestada de alguna bacteria por la descomposición de algún ser vivo en la parte alta del afluente. Los enfermos se contagiaban y caían postrados, algunos más graves que otros, a veces no contraían la enfermedad, mientras que otros podían tener un desenlace fatal. El reto era comprender cómo es que todos enfermaban y qué hacer para sanarlos. Danzas, pócimas, cantos y tiempo eran la única posible solución. El conocimiento empírico de la herbolaria que probablemente pudiera contribuir a mitigar los cuadros graves. Una vacuna, impensable, el sistema inmune de cada uno de los miembros del grupo debía responder y conseguir la respuesta del organismo o perecer.

Así, la historia debe haberse repetido en incontables ocasiones y en ese sinnúmero de casos se fue generando conocimiento que permitía, con base en la experiencia previa y al saber compartido de generación en generación, preservar la vida.

A partir de ahí, diferentes pestes (bubónica, negra, la propia peste como tal, cólera) causaron pandemias sucesivas de las que existen registros desde el siglo III d.C., que en mayor o menor medida ilustran las distintas situaciones que estas expresiones implicaron para la especie humana. La descripción que se hace en el libro de Samuel sobre la patología que se manifestó entonces, corresponde por sus características a una peste y, por referencias aisladas, se puede inferir que tuvo un gran alcance en su propagación. En el siglo VII d.C. se realiza la anotación de la información que permite tener conocimiento de la primera pandemia de nuestra historia. Nuevamente una peste que, al combinarse con viruela, resultó terriblemente letal. Posteriormente, entre los años 1347 al 1353, la muerte negra asoló a Europa. Proveniente de China se propagó por Groenlandia, Arabia y Egipto, es decir, territorios muy importante en el mundo “hasta entonces conocido”.  

amor y peste
“Love Sick”, Caithlyn Dorian.

Contado así, como una historia remota, resulta un tema interesante que podría dar material para muchas películas de época, sin embargo, hoy, la humanidad se enfrenta al equivalente de aquellas epidemias. El mejor aprendizaje de entonces es que aquí seguimos, no nos extinguimos sino que hemos desarrollado un conocimiento sistematizado para el cuidado de la salud y la preservación de la especie. Así será también en esta ocasión en la que el principal reto es cuidar a los más débiles para que seamos muchos más los que logremos atravesar este trance con vida. No hay precaución excesiva, no hay prudencia innecesaria, controlar la velocidad de transmisión es fundamental. Estamos todavía en fase 2 y la inevitable fase 3 se encuentra sólo a unas semanas. Mantener el ánimo arriba, la esperanza y la fe debe se parte de las rutinas de cuidado personal para no contagiarnos ni del coronavirus ni de la depresión o el mal agüero de los apocalípticos, los políticos, los ideólogos, que aprovechan la lamentable, terrible circunstancia para llevar agua a su molino.

Éste no es el momento, lo de hoy, lo trendy, lo más vanguardista es comprender que la fuerza de la humanidad está puesta en la unión de sus integrantes para la conservación de la especie. Entonces, en lugar de restar, de estar de “malvibrosos”, abracemos en el corazón a todos los que queremos y también a los que no. La sobrevivencia de unos depende de la de los otros. Solos, individualmente, no logramos tanto como todos unidos en la manada.


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Epidemias en el México antiguo

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Decir que los antiguos mexicanos eran unos sanotes antes de la llegada de los malosos es un alegato flaco. Simplemente durante la segunda mitad del siglo XV el México antiguo estuvo azotado por fuertes cambios climáticos que resultaron en serias hambrunas y epidemias, obligando a la gente a emigrar. Inclusive la guerra, aparato indispensable para mantener la maquinaria cosmogónica, paró completamente y pueblos enteros se entregaban como esclavos a cambio de algo de comida o vendían a sus hijos por una mazorca. De 1450 a 1454 una tremenda sequía, combinada con fuertes heladas fuera de tiempo, llevó a los pueblos del altiplano a una crisis catastrófica de hambre y enfermedades. Uno de los primeros historiadores novohispanos, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, comenta que por las nevadas que se sufrieron en 1450 “la temperatura enfrió de tal manera que se presentó un catarro pestilencial (influenza), a consecuencia del cual murió mucha gente, en especial de edad avanzada”. Cinco años seguidos de escases de alimentos esenciales para la nutrición, junto con el mal clima, son para borrarle la sonrisa a cualquiera, sin importar clase social.

Otro caso notorio fue el abandono de la ciudad de Tula, un viejo asentamiento poblado desde el 700 d.C. Las causas fueron muchas, pero sobre todo el caidón de una gran epidemia en el año 7 tochtli: de los mil toltecas que quedaban, murieron novecientos.

Por supuesto, para el hombre prehispánico todos los males físicos y sociales eran producto de la voluntad de los dioses, un castigo, una maldición. En su Monarquía Indiana, Torquemada escribe: Cuentan las historias, que pocos días antes de la guerra, apareció en el cielo una gran Cometa… la cual duró hasta el fin de la batalla. Esta señal tuvieron por mal agüero; porque estos indios (también como nosotros los castellanos) conocen de ellas significar Hambres, Pestilencias, y Guerras como en esta ocasión se verificó.

epidemias en el mexico antiguo
Imagen: Wikimedia.

El siglo XVI fue testigo de grandes epidemias y con la llegada de los españoles vinieron nuevas enfermedades que diezmaron categóricamente la población indígena. Si se dice que había más de veinte millones de estos antes de la Conquista, con las epidemias terminaron siendo menos de diez millones. De ahí que tampoco debe echársele la culpa completa al conquistador como el ejecutante principal en el exterminio del indígena, a diferencia de los colonos anglosajones, que ellos sí exterminaron al nativo norteamericano.

Ahora bien, mientras morenos y blancos se acomodaban, entró en este teatro de desavenencias un actor importantísimo en el asunto de las enfermedades: el negro africano: El negro fue un portador de nuevos y terribles padecimientos que aniquilan y debilitan al blanco y al indio por igual. Las embarcaciones llenas de esclavos no sólo transportaban crueldad y sufrimiento humano, sino también las semillas de terribles epidemias y pandemias. Los padecimientos que trajo el negro se volvieron endémicos en el Nuevo Mundo y desde entonces han sido de primordial importancia en la historia, comenta José Luis Martínez en su libro Pasajeros de Indias (2004).

epidemia por negros en Mexico antiguo
Códice Telleriano-Remensis (¿Cómo ves?, revista de ciencia de la UNAM).

La primera desbandada de esclavos negros de España a el Nuevo Mundo fue hacia 1500 a la isla de Santo Domingo (República Dominicana), pero en los siguientes dos años se comenzaron a importar directamente de África en grandes cantidades. Claro, como los indios fueron escaseando, había que traer a alguien que hiciera el trabajo pesado. Inclusive el gran defensor de los indios, Bartolomé de las Casas, fue responsable directo de la explotación del negro en América, pues no sólo participó en su trata, sino que sostenía fervientemente que el negro era más resistente, por lo tanto, podía soportar la labor que estaba destartalando al indio. Aunque en promedio, el 30% de los esclavos se moría en la travesía atlántica, normalmente por disentería, el negro africano no sólo resultó ser más resistente al trabajo pesado, sino también a todas las enfermedades.

enfermedades Mexico antiguo
Imagen: México Desconocido.

Poner en cuarentena a los esclavos era la única manera de prevenir la propagación de enfermedades. Pero muchas veces ésta no se respetaba porque era mucha la urgencia de los amos para que sus chicos se pusieran a chambear. Esto llevó a que se propagaran enfermedades como paludismo, amibiasis, lepra, sífilis y fiebre amarilla. De hecho, la nefasta viruela, quizás la más letal epidemia en América, fue transmitida por un negro infectado que llegó a Veracruz, en 1520, en una de las naves de Pánfilo de Narváez, que venía por órdenes del gobernador de Cuba a corretear al desobediente Cortés. Una crónica atestigua que aquel amigo de la selva salió a tierra, fuelas pegando a los indios de pueblo en pueblo, y cundió de tal suerte esta pestilencia, que no dejó rincón sano en la Nueva España, y en algunas provincias murió la mitad de la gente, y en otras poco menos. Uno de los muertos fue Cuitláhuac, hermano de Moctezuma.

epidemias en el mexico antiguo
Códice florentino (Imagen: Wiimedia).

La segunda gran epidemia en el México antiguo fue el sarampión, que explotó hacia 1531. No murieron tantos naturales como con la viruela, pero el caos no se hizo esperar, ya que también se trataba de una enfermedad desconocida para los nativos, quienes lo llamaron záhuatl tepiton, que quiere decir lepra chica. Otra epidemia fue una que causó también gran mortandad, sin embargo, no se menciona su nombre, pero sí sus padecimientos: “pujamiento con sangre y juntamente con calenturas, y era tanta la sangre, que les reventaba por las narices”. Suena divertida.

Desde antes que se conocieran, tanto indígenas como españoles tenían conocimiento del tifus. Claro, los piojos son tan viejos como nosotros. Pero a mediados de siglo XVI la condenada tifo regresó reloaded cobrando muchas vidas. Hay códices indígenas que representan a los afectados de esta enfermedad con la piel cubierta de manchas parduscas. Inclusive el primer libro de medicina que se publica en América, la Opera medicinalia (1570), de don Francisco Bravo, trata por primera vez, entre otras cosas, sobre esta enfermedad. Como nota curiosa, o inútil, comento que cuando se publicó este libro, al comité encargado de censurar las obras, que era prácticamente de talante inquisitorial, se les fueron dos capitulares –la letra mayúscula que inicia un capítulo, que se agranda y adorna– con motivos eróticos un tanto cachondos.

Opera Medicinalia
Opera Medicinalia de Francisco Bravo (imagen: iberlibro.com).

Se dice que en 1545 cayó la más grande pestilencia (epidemia) sobre la población, causando la muerte de un jalón de más de ochenta mil indios. Un cronista indígena de la época escribió: …se difundió entre nosotros una gran peste, una enfermedad general. Comenzó en Tepéilhuitl. Sobre nosotros se extendió: gran destruidora de gente. Algunos bien los tapó, por todas partes (de sus cuerpos) se extendió, en la cara, en la cabeza, en el pecho, etcétera […] ya nadie tenía cuidado de nadie, nadie de otros se preocupaba. […] Pero a muchos con esto se les hechó a perder la cara, quedaron cacarañados, quedaron cacarizos. Otros perdieron la vista.

Las epidemias más terribles que sacudieron el México antiguo fueron la viruela, sarampión y el tifo. Los indígenas las llamaban de diferente forma, pero también tenían un nombre especial para designarlas a todas ellas: Cocoliztli o peste. ¿Será que de ahí viene la poderosa frase, además muy ad hoc para estos tiempos, ¡nos va a ir del cocol!?

epidemias en el mexico antiguo
Imagen: Wikimedia.

De todas ellas, la viruela fue la más pérfida –inclusive el rey Luis XV de Francia murió de ella–, y ésta no se combatiría sino hasta principios del siglo XIX, curiosamente gracias al imperio español, que fueron los creadores de las campañas de vacunación. Más bien gracias al rey que tenía fama de idiota, Carlos IV, que de su bolsillo pagó una expedición a América, mandando a su médico particular, Francisco Javier Balmis, junto con veintidós niños huérfanos inoculados. Balmis y los niños (vacunas con patas) recorrieron con el dinero del rey de 1803 a 1806 desde Sudamérica hasta América del norte y de ahí a Filipinas, vacunando de manera gratuita a pequeñines a destajo, con lo cual se erradicó el maldito bicho.

Mientras tanto, nuestro indígena del México antiguo nunca tuvo anticuerpos para enfrentar las enfermedades traídas de Europa y África. Si a esto le sumamos las guerras y la imposición de un sistema basado en la explotación, el resultado es una fuerte baja en la productividad, sobre todo en la entonces más importante, la agrícola. Esto desembocó en hambrunas, estableciendo así un círculo infernal e interminable de epidemias y hambrunas. Por otro lado, vino un choque existencial muy canijo: mientras para el viejo indígena una enfermedad era castigo divino, para el nuevo indio era un bien con el cual se ganaba la gracia de Dios, ¿¡tons!?

Fco. Javier de Balmis
Imagen: Revista Metode.

No en balde el empobrecido, vapuleado y confundido indígena prefirió entrarle con gusto a una epidemia que le resultó más soportable, aunque igual de destructiva: el chupe, epidemia que sigue reinando hasta en nuestros tiempos… y seguirá.

P.D. La historia de la “Expedición Balmis” es fascinante y vale la pena leer sus peripecias. El ganador del Premio Planeta, Javier Moro, cuenta la historia de estos niños en su gran libro “A flor de piel” (2015).
También está “Los héroes olvidados” (2011), de Antonio Villanueva.


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La enfermedad como nombre propio

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Incontables son estos niños, innumerables los padecimientos. Los han alejado de la calzada que conduce al parque; también de la escuela del barrio. Ahora, habitualmente, los dirigen a consultorios y hospitales, comprimiendo su infancia y juventud.

Todos ellos son muy diferentes a pesar de que hoy, en el registro, comparten el mismo nombre y apellido: Enfermedad Crónica. En la actualidad, así son clasificados. Ellos cuentan sus historias en el grupo al que asisten cada martes, a partir de las 11 de la mañana. De a poco avanzan sus procesos. Comienzan negando que les pasa algo, se enojan, regatean y después llegan a la aceptación. Ríen, expulsan frustraciones y encuentran astucias y destrezas donde otros ven puertas cerradas. Siguen buscando con atrevimiento. Finalmente… son niños.

Pepe nació con los pies torcidos. Sus primeros años transcurrieron entre operaciones y aparatos ortopédicos. Sus piernas fueron muy tocadas. Le dijeron que probablemente no podría correr.

Natalia, la “gordis”, ha nacido sin el botón para apagar el apetito. Su cerebro no manda señales de saciedad. Llora de hambre y lidia con la obesidad y dificultades escolares. En casa guardan la comida bajo llave. Sus hermanos se roban los chocolates de la despensa y juntos los engullen. Su mundo infantil no conoce restricciones.

Paco tiene la cadera frágil. Se desgasta incluso con movimientos normales. Como resultado, no lo dejan subir escaleras, jugar futbol o asistir a paseos donde podría caminar o correr más de la cuenta. Su mamá lo lleva en brazos a la escuela. Ella no entiende de humillaciones; ni él comprende la preocupación de ella. Paco anda rebelde y malhumorado, se escapa a jugar al patio de los vecinos. Ahí nadie lo vigila o reprende. No hay árbitros con silbatos enseñándole la tarjeta y sacándolo del juego. Puede estar a sus anchas.

enfermedad en niños
Imagen: Physicians Weekly.

Leo, “Despelucado”, se despelleja la piel porque no siente dolor. Lo tienen vendado como momia. Sufre infecciones y moretones, pero él ni las toma en cuenta.

Santi, el “niño cristal”, ya no asiste a la escuela. Entre cirugías y yeso se aburre en su casa. Ahora no tiene agenda propia. Como es la enfermedad quien dicta horarios y necesidades, sus deseos yacen dormidos. Santi describe su cuerpo como un títere. Los hilos los controlan la mamá y su médico especialista. Ellos dictaminan qué es adecuado para su salud y conveniente para él. Son sus salvadores. Él, apenas un observador pasivo del tratamiento.


Teo también está en el grupo. Como nació con bajo tono muscular, la debilidad lo domina. Su cuerpo es semejante al de un muñeco de trapo. Cada movimiento se le resiste: comer, tomar el lápiz, brincar. No obstante, sus padres me contaban:

Nadie que lo hubiera visto caminar lo habría notado. Tenía ese aspecto de descuido, la camisa siempre afuera de los pantalones, los hombros echados hacia delante cuando se sentaba, parecía que la gravedad lo empujaba hacia el piso y la tierra se lo fuera a tragar. Le decíamos ‘Hilito’. Esa palabra mágica le recordaba un hilo unido a su cabeza, que lo jalaba para estar derechito y ser alto: el wonderful wonderful you, como lo llamaban sus abuelos que vivían en Texas.

Teo jugaba en el barrio con todos los niños aunque le costara un gran esfuerzo. Al verlos, se levantaba y corría torpemente a jugar. Nunca le dijimos que no podría correr tan bien como los otros, ni le explicamos que era distinto. Por eso él, aunque lo sentía en su cuerpo, ignoraba en qué consistía esa diferencia. Entró a una escuela donde avanzaba a su propio ritmo. Cuando decía que le costaba trabajo le decíamos que era cuestión de repetirlo con frecuencia. Como admitimos su dificultad como parte natural de su crecimiento, siguió tratando hasta conseguirlo. No lo comparábamos. Nunca hablamos de incapacidad sino de posibilidades y logros.

En cuarto primaria, decidió participar en el equipo de futbol de la escuela. Le dieron su uniforme y él planeaba las jugadas de los compañeros. Todos estaban fascinados con su desempeño de estratega. Nunca le dijimos que no podía estar en el equipo. Entrenaba todos los días con el grupo. Se esforzaba más que ninguno. Quizá percibía que ciertas facultades, naturales en tanta gente, no lo eran para él. No le dijimos que, si acaso podía jugar, sería torpe y estaría en la banca, que no debía hacerse ilusiones de integrarse el equipo. Nunca hablamos de no poder. Como no se lo dijimos, él se reconoció y aprendió y… simplemente pudo.

enfermedad
Imagen: El Periódico.

Tony va al mismo grupo. Las alergias hacen que se hinche como pez globo con casi todo lo que come. Se le cierra la garganta y se asfixia; termina en urgencias un día sí y otro también.

Pero le va peor a Sabina, “la niña burbuja”, cuyo sistema inmunológico ataca indistintamente. Imagina el sistema inmunológico como un ejército de soldaditos que rastrea, rodea y le impide el paso a todo lo que pueda lastimar al organismo; es un amigo que vigila para protegerlo. Por desgracia, su ejército está confundido. Ataca lo que se le acerque. Por eso tiene que vivir protegida en una burbuja artificial con oxígeno limpio, sin olores fuertes o picantes, colorantes rojos, bizcochos rellenos de crema batida, luz o sol excesivo. No madruga ni se desvela. Defiende un equilibrio casi perfecto para que su sistema inmunológico se tranquilice y aletargue. Sabina hablaba con el grupo por Skype: He tenido que aprender a vivir sintiendo dolor, mareo, debilidad. No sé si me quejo por lo que siento o por imaginarme cómo sería una vida normal. ¡No puedo salir de mi cuarto esterilizado porque me muero! Cada mes recibo tratamientos para mejorar mis defensas. Siempre estoy cansada. Parezco la Bella Durmiente; entre sueños despierto en el encierro del palacio real.


A todos ellos la enfermedad crónica se les ha impuesto como un déspota que irrumpió de repente, y ha llegado para quedarse. Se apropió de la casa, sin permiso ni consideración, exigiendo la completa rendición de su víctima y de su familia. Se ha infiltrado en espacios, tiempos y objetos. El panorama no deja duda de su dominio: medicinas y aparatos sustituyen adornos y bicicletas.

Las conversaciones cotidianas se mezclan con términos científicos, preguntas cautelosas, respuestas vagas y confusas. La familia, perpleja y desorientada, la confronta con impotente fragilidad.

La enfermedad crónica se mete entre papá y mamá, entre los hermanos. Derroca autoridades y destruye las creencias que solían sostener a la familia. Todos entran en crisis, incapaces de ser los que eran. Resignado, cada uno hace los cambios necesarios para acoplarse a la nueva situación.

familia estresada
Imagen: The Spinoff.

Las relaciones se transforman: un hermano es el papá; una hermana la mamá; el menor madura a la fuerza. Ya no hay tiempo para juegos en familia. El ambiente es sombrío. No entra el sol en la casa, ni amiguitos ni visitas. ¡Con la tirana que domina sus vidas es más que suficiente!

—¿Cómo sacarle una sonrisa a mamá? –me dijo en una ocasión Tony–. ¿Podríamos distraerla? Su cansancio va de la mano al mío, pero no nos atrevemos a confesarlo. No es necesario. Se percibe en el silencio que va sofocando la música de mi casa poco a poco, como la niebla hace con el paisaje. A mi mamá se le ve el dolor en los temblorines de sus labios, en cómo se le están formando líneas profundas en la frente. Su cuello se pone rojo, rojo cuando el doctor le habla. No llora, no platica, no ríe. Mira la nada con sus ojos vacíos. Se pregunta si fue su culpa. Distribuye las dosis en las diferentes cajitas de colores que están regadas por toda la casa. Las verdes y azules encima del hornito en la cocina, las naranja en la mesa de noche de su recámara, las marrón en el librerito que está en la entrada… Ellos rompieron la regla de que las medicinas no deben estar al alcance de los niños. Es la enfermedad la que toma la batuta: se convierte en prioridad, más que el recital de mi hermano, el partido de domingo de mi hermana o la comida familiar.

El abuelo de Sabina se ha mudado con ellos. Porque los papás se ocupan de cuidados y urgencias. Entonces, ¿quién llena los espacios vacíos? Sabina es una niña enferma pero no es tonta, continúa el abuelo. Se da cuenta que sus hermanos están irritados. Algunas veces se encelan, otras se enojan, quizá tienen miedo a enfermarse ellos también.

En alguna ocasión, Natalia se quejó sin grandes dramas: Tengo varias batallas que recorrer. Una con mi cuerpo, una con mi mente, la otra con las caras aterradas de los que vaticinan, con cada suspiro, mi muerte.

—Para mis amigos soy “el Cristal” –relata Santi–. Se burlan o me tienen lástima. Estoy cansado de que nadie me vea diferente al cristal que se rompe fácilmente: no estoy en el chat del grupo porque no me puedo comprometer. No se cómo voy a sentirme al día siguiente. El miedo a empeorar hace que me cuide y no me arriesgue.

En verdad no es intocable, sólo que la gente se ha acostumbrado a no contar con él. Sollozando, expresa cómo le lastima la manida frase: “¿Cómo te sientes hoy?”, que lo marca con la etiqueta del enfermo. ¿Por qué no logran imaginar otra? Un día ya no aguantó que lo compadecieran. Se levantó de su pupitre en el salón de clases y les gritó: ¡No lo soporto! Si tan sólo pudiera decirles… Si nadie te ve realmente, ¿estas ahí? ¿Creen que la enfermedad es un estilo de vida? ¿Una elección? La persona no es la enfermedad. SOY alguien común y corriente que, además, TIENE una enfermedad. Eso no me define como persona. Me gustaría que, en vez de esa pregunta, que sabe a sentencia, me preguntes qué me gusta, qué dibujo, qué como; me invites a jugar, quizás a pasear…

Sabina nos relató cómo al descubrir los libros, encontró su salida del palacio enclaustrado:

No recuerdo de dónde se me ocurrió tomarlo la primera vez. Era muy pequeña y no sabía qué me esperaba al abrirlo. Parecía un objeto extraño, no muy atractivo. Sólo era de blancos y negros, como una caja fuerte. ¿Que tendría adentro? Además, ¡era tan diferente a todos mis juguetes! No creo que mi madre me lo obsequiara. No lo sé, es una incógnita. Quizás éste se rodó en mi cuarto a propósito, como si tuviera voluntad propia. Tal vez un ángel de la guarda lo deslizó para jugar con mi destino. Ya sabes, en una de esas repisas que llenan paredes enteras y los guardan de tal forma que sus lomos se ven de colores disparejos. He estado en uno de esos lugares inmensos donde subes las escaleras de caracol con rueditas movibles para buscar los que quieres, infinitos estantes, rodeada por un silencio total. Sólo se oye la respiración y el movimiento del torbellino interno de las personas refugiadas ahí. Abrí, deslicé las hojas como un abanico, me eché a reír a carcajadas. Pensé que el aire que recibía al moverlas era una bocanada fresca de brisa que me aturdía. Lo interpreté como una caricia, un “te procuro”.

osito enfermo
Imagen: Agenda menuda.

Desde entonces y siempre, ha sido para mí una relación muy personal, un gran amigo. Para muchos el libro representa entretenimiento, información, diversión, imaginación, y mil cosas más, qué sé yo. Para mí fue la salida. Alguna vez le pedí a papá una colección de cuentos de hadas. ¡Era maravillosa! Historias que la imaginación tomaba y sin precaución, las adoptaba para recrear múltiples historias. Claro, son historias que se originaron antes de que yo naciera, con países y personas que yo nunca conocí. Sí, como fantasmas que habitan y se mueven libremente por mi cerebro. Cada vez que abría un libro me encontraba en estaciones de tren, parques, lugares extraños o personajes que afectan a quien los lee. Además de la bocanada de aire fresco, conseguía un boleto para viajar. Los personajes se apoderaban de mis sentimientos e imaginación, me invitaban a vestirme con trajes espectaculares para llegar a momentos inciertos y situaciones que abrían puertas, pues los cuentos son universales. La vida cambia de libro a libro, pero la humanidad se pregunta siempre lo mismo.


Preguntas narrativas:
~ Cuando Sabina lee uno de esos libros, ¿qué le pasa a la enfermedad, al dolor y la incapacidad?
~ Si antes del descubrimiento de los libros, la enfermedad lo ocupaba todo, ¿cómo es la proporción ahora?
~ ¿Qué crees que ocupa ese lugar?
~ ¿Ahora qué Sabina tiene a los libros como grandes aliados, ¿en quién se ha convertido?
~¿Cuáles son tus propias salidas?
~ ¿Que ideas, mitos y creencias tiene tu familia sobre la enfermedad?
~ ¿De qué manera se aborda la enfermedad?
~ ¿De qué manera se practica la salud?
~ ¿De qué manera se cultiva la alegría?
~ ¿Cómo ves a alguien qué está enfermo?
~ ¿Qué tan verazmente se maneja la información sobre las enfermedades en la familia?


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