historia

Los consejos del General

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Tengo el vicio de pepenar aquí y allá toda suerte de anécdotas y conocimientos que algunos –quizá muchos– juzgan inútiles. A causa de este reprobable hábito he sido satanizado e intimado con dedo flamígero para que me ponga a trabajar en algo productivo. Por eso cuando me tropiezo con un dato inusual, interesante o revelador, me siento moralmente resarcido.

Obtuve la transcripción de una carta que el Manco de Celaya mandó a su hijo Humberto al llegar este a la mayoría de edad. Cosa menor parecería un documento así, aún siendo ológrafo, de no ser que su lectura permite atisbar una faceta poco conocida de Álvaro Obregón: era un hombre que no atendía sus propios consejos.

En una edición de su Cartohistoria, José Ignacio de Alba recupera el episodio del brazo del general, herido en el combate de Santa Ana del Conde, cerca de León, Guanajuato:

De una forma extraña, el doctor que realizó la amputación de la mano se la ofreció a uno de los colaboradores de Obregón y este se la entregó a su jefe ya manco. El sonorense rechazó el ofrecimiento diciendo: ‘haga con ella lo que le plazca’. Pero la mano estaba lejos de encontrar la paz. 

El propio Obregón bromeaba sobre las pillerías de que lo acusaban. Decía que, para encontrar su mano, uno de sus soldados sacó una moneda de oro, la arrojó al suelo y, al sentir la vecindad del dinero, la mano se desenterró para ir a tomarla.

A Obregón lo enterraron en Huatabampo, Sonora, en 1928. Pero inexplicablemente, por aquella época la mano andaba en un burdel de la avenida Insurgentes, guardada en un frasco con formol. El general Francisco Roque Serrano reconoció la mano de su patrón y se la robó a una prostituta en un acto patriótico.

Serrano le entregó la mano a Aarón Sáenz, uno de los colaboradores más cercanos del sonorense y este convenció al presidente Lázaro Cárdenas para hacer un monumento a Álvaro Obregón, donde la mano quedara exhibida al público. 

El tétrico espectáculo pudo ser visto por generaciones hasta que, en 1989, la mano fue incinerada y mandada a su natal Huatabampo, donde volvió a su general Álvaro Obregón.

La carta que el fiero general reeleccionista escribió a su primogénito fue redactada unos días antes de que un grupo de diputados guanajuatenses lo convidara a un banquete en el restaurante capitalino de moda, La Bombilla, el 17 de julio de 1928.

Durante el convivio, un joven dibujante llamado José de León Toral se aproximó para inmortalizar la efigie del manco en su carpeta… con las consecuencias que conocemos. El episodio no ha quedado del todo esclarecido, ya que al parecer en la autopsia del revolucionario aparecieron más balas que las disparadas por Toral.

Pero regresemos a la carta. Sin duda el lector la encontrará interesante. He aquí un extracto:

Toral y Obregón.
Imagen: El Siglo de Torreón.

No pretendo incurrir en el error tan común de los padres, de querer transmitir su propia experiencia a los hijos; si la juventud es tan hermosa, lo es precisamente porque carece de esa experiencia. La experiencia no es sino el resumen de todas las rectificaciones que el tiempo al transcurrir, viene haciendo del bello concepto que de la vida y de nuestros semejantes, nos formamos desde que entramos en posesión de nuestras propias facultades.

Tú perteneces a esa familia de ineptos, que la integran con muy raras excepciones, los hijos de las personas que han alcanzado posiciones más o menos elevadas, que se acostumbran desde su niñez a recibir toda clase de agasajos, teniendo muchas cosas que los demás niños no tienen y van por esto perdiendo así mismo, la noción de las grandes verdades de la vida y penetrando en un mundo que lo ofrece todo sin exigir nada; creándoles además, una impresión de superioridad que llegan a creer que sus propias condiciones, son las que los hacen acreedores de esa posición privilegiada.

El valor de las cosas, lo determina el esfuerzo que se realiza para adquirirlas y cuando todo puede obtenerse sin realizar ninguno, se pierde la noción de lo que el esfuerzo vale, se ignora el importante papel que éste desempeña en la resolución de los problemas de la vida y el tiempo que nos sobra, nos aleja de la virtud y nos acerca al vicio; y éste es el otro factor negativo para los que nacen al amparo de posiciones ventajosas.

general alvaro obregon
Álvaro Obregón acompañado de Fernando Torreblanca y otros, en un ferrocarril | Foto: Mediateca del INAH.

Todos los padres generalmente recomiendan a sus hijos huir de los vicios, yo he creído siempre que existe uno sólo que se llama exceso y que de éste, deben todos los hombres tratar de liberarse. Yo conozco casos de muchas personas, que de la virtud hacen un vicio cuando se han excedido en practicarla. Procura siempre no incurrir en ningún exceso y nadie podrá decir que tengas un solo vicio.

El objetivo lógico de todo hombre que se inicia en la lucha por la vida, debe encaminarse a obtener todo aquello que le es indispensable para la satisfacción de sus propias necesidades. Obtener lo indispensable y hasta lo necesario, resulta relativamente fácil para un hombre honesto, que no practica ningún exceso que le reste su tiempo y le mengüe los ingresos de su trabajo. Cualquier esfuerzo encaminado a realizar estos propósitos estará siempre justificado y es siempre reconocido por todos nuestros semejantes; pero si se incurre en el error tan común, desgraciadamente, de caer bajo la influencia de lo superfluo, todo sacrificio resulta estéril, porque el mundo de lo superfluo es infinito, no reconoce límites y son mayores sus exigencias mientras mayor satisfacción se pretende darle. Es lo superfluo el más grande enemigo de la familia humana y a este imperio de la vanidad, se ha sacrificado mucho del bienestar y de la tranquilidad de que los hombres disfrutarían, si a sus imperativos hubieran logrado substraerse y se ha perdido mucho del honor, que en holocausto a lo superfluo se ha sacrificado.

De todas estas verdades, solamente pueden liberarse los que teniendo un espíritu superior llegan a constituir las excepciones de las reglas, que siempre se refieren a los casos normales; y si tú logras constituir una de esas excepciones, tendrás que aceptar que has sido un privilegiado del destino, logrando así para honor tuyo y satisfacción de tu padre, librarte de los precedentes establecidos y podrás crearte una personalidad propia.

Juego de ojos.

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El extraño caso del Estado de México

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Por Roberto Abraham Pérez González.[1]

Son un alma de fuerza y amor.
Himno del Edomex.

El Estado de México es una cosa rara, no es un Estado “normal” como Jalisco o Chiapas. Me explico, si uno piensa en Quintana Roo, por ejemplo, es inevitable mencionar a Cancún y la Riviera Maya, Chiapas es el Cañón del Sumidero y San Cristóbal de las Casas, Jalisco es el tequila, el mariachi y tal vez las Chivas.

Pero ¿el Estado de México? Para el resto del país es sólo Cuautitlán y Ecatepec, con una identidad diluida en las torres de Satélite, algo así como las “delegaciones perdidas” de la CDMX o el vecino incómodo. Esto es un poco injusto para un Estado que tiene la diversidad e historia de un pequeño país.

Los mexiquenses no tienen una fuerte identidad que presuman en todo el país, pueden pasar la vida sin conocer otras ciudades de su propio Estado. ¿Cuántos habitantes de Chalco conocerán Atlacomulco? ¿Cuántos vecinos de Lomas Verdes habrán ido a Tejupilco? ¿Sabrán que existe Tejupilco?

No tendrían por qué, la vida diaria de un mexiquense de Naucalpan o Tlalnepantla tiene mucho más en común con el resto del Valle de México que con algún lejano municipio, llámese Tejupilco o Acambay. “El Estado de México es como el Bronx” dicen en el sur de la Ciudad, “lo único que hay es cemento”. Circulan memes del Edomex como el de Lisa Simpson diciendo “No soy un estado, soy un monstruo”.

Toluca, la flamante capital del Estado, no corre con mejor suerte, a diferencia de otras capitales como Guadalajara y Monterrey, Toluca vive eternamente a la sombra de la Ciudad de México, a pesar de ser la quinta zona metropolitana del país y alguna vez haber sido llamada “Toluca la Bella” por su arquitectura colonial. Tal vez sea la cercanía con la capital del país, que está a punto de absorberla, pero lo cierto es que la capital mexiquense no tiene una fuerte identidad a nivel nacional más allá de las tortas de chorizo.

El Edomex aporta el 10% del PIB nacional, sólo por detrás de la Ciudad de México, tiene 42 parques industriales y 17 pueblos mágicos, pero a pesar de ser uno de los Estados más importantes del país, tal vez el más importante, no cuenta con una identidad homogénea, el gran orgullo mexiquense simplemente no existe.

No debería ser así.

El Estado de México es mucho más que una torta de chorizo. Es la Ciudad Sagrada de Teotihuacán que nos contempla desde hace 2000 años, es la laguna de Valle de Bravo y la arquitectura virreinal de Tepotzotlán.

No se puede decir que se conoce a este Estado si no se han caminado las calles empedradas de Malinalco, si no se ha ido al pueblito minero de El Oro o subido a la cima del Xinantécatl, todos lugares dignos de conocerse y, aun así, sólo es parte de la identidad de esta región del país. La grandeza de esta tierra es en realidad su gente.

El Estado de México es el maestro José María Velasco haciendo un paisaje del Valle de México, es un hombre saliendo de una fábrica en Atizapán, un artesano haciendo un árbol de la vida en Metepec o un par de amigas desayunando en Interlomas, es un festival de música en Toluca con Beck y Bomba Estéreo, es Fernando Platas ganando una medalla olímpica, es el Deportivo Toluca celebrando sus 100 años de historia jugando contra el Atlético de Madrid, es la voz de Isidro Fabela denunciando ante el mundo la ocupación de Austria por la Alemania Nazi en 1938. Son los doctores y doctoras luchando todos los días contra un virus desconocido en 2020.

Éste es el extraño caso del Estado de México, un Estado con lugares magníficos, personajes ilustres y una historia grandiosa, pero del que extrañamente pocos parecen estar orgullosos. Tal vez por sus problemas, que parecen igual de grandes: la inseguridad y la contaminación, la nula planeación urbana, la corrupción y las carencias en transporte público.

Puede ser abrumador, al día de hoy el Edomex encabeza las listas de fallecidos por Covid-19 en México, son momentos difíciles particularmente para nuestro país y para ese Estado, pero no podemos perder el optimismo, por cada asalto en el transporte público hay miles de mexiquenses honestos que salen a trabajar cada día, hay nuevos proyectos de desarrollo públicos y privados, nuevas ciclovías, fundaciones mexiquenses que ayudan a los más necesitados, la esperanza de un tren interurbano que puede reordenar el transporte público.

Podemos creer que nuestros hijos podrán tener aquí más oportunidades que las que tuvieron nuestros abuelos. Isidro Fabela una vez dijo: Somos una nación joven que lucha por la conquista de grandes principios, no tenemos sed de sangre, tenemos ansias de libertad.

Si eres mexiquense puedes entonces sentirte orgulloso, si no, no te preocupes, siempre serás bienvenido en esta tierra que no, no es “el Bronx”, y no, tampoco es la periferia de la ciudad.

Es el alma misma de México.


Notas:
[1] Roberto Abraham Pérez González es consultor de Estrategia y Operaciones, Emprendedor, MBA por IPADE Business School (Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa).
Twitter: @robertoabraham


La ciclicidad de los cambios

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Muchos estudiosos han planteado la historia como una suma de ciclos, eminentemente repetitivos, una especie de viaje por múltiples espejos que se repiten una y otra vez. Una ciclicidad cuyas ondas azotan y van conformando el devenir humano a través del tiempo.

Hoy estamos en un momento en que diversas placas tectónicas de nuestra forma de vida chocan, en forma aleatoria, transformando toda la idea de “normalidad” que habíamos construido durante las últimas décadas. Es así como, el orden europeo, post Segunda Guerra Mundial y la caída del Muro de Berlín, se encuentra cuestionado, por nacionalismos, movimientos independentistas y desconfianzas mutuas. Los nostálgicos del fascismo, nazismo y comunismo, han encontrado, indistintamente, en migrantes subsaharianos, latinoamericanos y ciudadanos de países de Europa del Este, argumentos y eco para alimentar sus distintas visiones totalitarias. Los grupos terroristas islámicos, por otra parte, nos recuerdan, cada cierto tiempo, que Dios sigue siendo un gran argumento para el horror.

En Latinoamérica seguimos entrampados en encontrar fórmulas que posibiliten, de una buena vez, que nuestras naciones salgan del subdesarrollo. De tiempo en tiempo, algunos países parecieran estar listos para el despegue, pero allí se quedan, en la cornisa y, en forma patética, vuelven a caer en viejas prácticas, donde caudillismo, populismo, improvisación e irresponsabilidad política hacen de las suyas. En muchos sentidos, somos un continente que da siempre dos pasos hacia delante e, inevitablemente, uno hacia atrás; todo esto, desde luego bien maquillado de “buenas intenciones”. 

ciclicidad en america latina
Imagen: Diario de Paz.

Mientras todo esto ocurre, o más bien se ha venido manteniendo en el tiempo, el narcotráfico y la violencia han capturado policías, ejércitos, jueces y políticos. Sociedades enteras ceden frente a su poder; sin importar el color político, año a año el pulso de la droga late con más y más fuerza entre nosotros. Los grandes consumidores de ésta, Estados Unidos, y como ya se señaló Europa, viven sus propios cataclismos. La primera potencia del mundo decide en estas horas su destino para los próximos años; algunos piensan que incluso se está jugando la suerte de la democracia occidental. ¿Y qué pasa mientras tanto con los hindúes y los chinos? Occidente pareciera insistir en evitar mirar la ola, el tsunami, que los gigantes asiáticos surfean, o más bien galopan hace años. El pragmatismo de Oriente, nacido de pavorosas hambrunas y crueles guerras, ha sido capaz de, en apariencia al menos, adaptarse a la revolución tecnológica de la que son constructores y protagonistas y al orden político-autoritario de sus gobernantes. ¿Estarán siendo felices podría alguien preguntarse? No lo sabemos, o más bien no lo entendemos los occidentales. Hay lógicas que aun no tienen una buena traducción.

Todo esto, mientras el calentamiento global y el cambio climático han desaparecido de la agenda pública, dejando toda la atención al Coronavirus, que más allá de los buenos deseos, con toda claridad, nos “acompañará” durante todo el 2021. Si el primer movimiento de ese terremoto sanitario-económico fue duro, la réplica amenaza con ser aún peor.

cambio climatico
Imagen: This is Colossal.

¿Está todo perdido? Para nada. ¿Cuántas veces no nos ha pasado esto a lo largo de la historia del ser humano? La diferencia esencial, es que hoy la simultaneidad y la rapidez de la información parecen dotar de un angustioso vértigo a la ciclicidad de los cambios.  Psicológicamente estamos viviendo un cambio de era en el que el tiempo lineal fuerza al tiempo psíquico a pensar y actuar al mismo tiempo. La creatividad, el desarrollo de nuevas ideas y formas de entender la realidad hacen de estas primeras décadas del siglo XXI un momento único en el desarrollo humano. En el futuro muchos nos encontraran enormemente valientes al hacer sido capaces de soportar este embudo del tiempo; pero sobre todo nos envidiaran. 

Con todas nuestras precariedades psíquicas y económicas, pese a nuestra cercanía con el desamparo y el dolor; con todos nuestros temores, aprendiendo a convivir con la tecnología como nunca antes lo habíamos hecho; con nuestras drogas, nuestra violencia, e inestabilidad política; con profundas diferencias culturales, con enormes desigualdades a todo nivel, habremos fundado una nueva forma de habitar nuestro planeta. El futuro será lo que llegue a ser, en buena parte, gracias a nuestra resiliencia e imaginación.

En definitiva, porque habremos sentido que podíamos perderlo todo es que decidimos luchar y lograrlo todo.


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Estatura jurídica del Coyote ayunado

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La grandeza de lo que denominamos México antiguo, especialmente en lo relativo a la cultura náhuatl, tiene expresiones muy variadas. Y en estos tiempos en que nos aproximamos a la celebración del encuentro entre dos mundos, no faltan pretextos para su enumeración. Lo mismo se exalta su monumental arquitectura o los hallazgos de monumentos arqueológicos a cada paso de la Plaza de la Constitución de México (bajo la cual duerme la antigua Tenochtitlan); la tecnología lacustre de las chinampas con la que los mexicas ganaron espacio vital a la laguna; el vasto conocimiento de farmacopea con el que lidiaron con la más variadas enfermedades; su estrategia militar; sus avanzados conocimientos astronómicos, los componentes vegetales y animales que hoy sobreviven, aunque variados, en diversas recetas localistas, etcétera.

cidoce Nezahualcoyotl
Códice Mendocino (Ms. Arch. Selden A. 1, Bodleian Library, University of Oxford, f. 69r).

Pero una faceta de estos hombres de Anáhuac (que así se denominaba al centro del actual México) que muchas veces se pasa por alto, alcanza una estatura singular, si bien no llega a rebasar a las expresiones que alcanzaron otras culturas del orbe. Se la soslaya, aunque a mí, como profesional de la ciencia del derecho, llama poderosamente la atención. Me refiero a la legislación de los antiguos mexicanos, dictada sobre todo por sus antiguos señores o tlatoanime. (De hecho, sus gobernantes no recibían un nombre equivalente al de “rey” o “emperador”, como algunos aún se empeñan en decir, sino el de tlahtoani, o sea, “orador”, pues su voz era la expresión propia de su gobierno y la exteriorización más consumada del orden jurídico. Lo que el tlahtoani decía, era ley).

La legislación de los antiguos mexicanos ha atraído la atención de diversos autores a lo largo del tiempo, y ya desde el siglo XVI, en que el franciscano fray Andrés Alcóbiz, se interesó en recoger las normas jurídicas de los hombres de la “flor y canto”, o se ha plasmado en documentos pictóricos, como en algunas partes del Códice Mendocino (llamado así porque lo mandó pintar el primer virrey novohispano, Antonio de Mendoza), y que puede consultarse en línea. Ya en el siglo XX, estudiosos como Josef Köhler, Manuel Orozco y Berra, Cecilio Robelo, Manuel Moreno, Jacques Soustelle, por citar sólo a algunos, se interesaron en las leyes del México antiguo.

Por el estadio de avance cultural en que se encontraban los nahuas, muchas de estas leyes tiene que ver con las sucesiones, la tenencia de la tierra y con cuestiones patrimoniales, interesándoles particularmente el latrocinio y el despojo de los bienes de las sementeras. Pero también había ciertas leyes que velaban por las buenas costumbres y la moral sexual. (Normas éstas muy intransigentes pues, por ejemplo, la homosexualidad y el amancebamiento se penaban con la muerte).

Nezahualcoyotl
Nezahualcóyotl (Códice Ixtlilxochitl, BNF, Ms. Mexicavin 65-71).

Uno de los antiguos señores de Anáhuac quien ha alcanzado fama y reconocimiento no sólo por su intelectualidad, dotes artísticas y talento arquitectónico, sino por su estatura como legislador, no era mexica, sino acolhua. Me refiero al séptimo chichimcatl tecuhtli (esto es: “el séptimo señor chichimeca”) llamado en náhuatl “Coyote ayunado” y quien no es otro que el señor Nezahualcóyotl [1402-1472]. Muchas de sus normas jurídicas u “ordenanzas” fueron recogidas por el cronista Fernando de Alva Ixtlilxóchitl [ca. 1578-1650] quien historió mucho de lo que conocemos del antiguo señorío de Acolhuacan, del que fueron tlatoque Nezahualcóyotl y su hijo, el no menos célebre, Nezahualpiltzintli (“el hijo ayunado y deseado”, que tal significa en náhuatl su nombre). Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, en el siglo XVIII, recogió algunas más, que no parecen tan genuinas.

Las ordenanzas del señor Nezahualcóyotl, repertoriadas por Alva Ixtlilxóchitl, sobre cuestiones de tierras, eran draconianas. En la actualidad sólo es posible conjeturar qué grado de perfeccionamiento habría alcanzado el orden jurídico del México antiguo si hubiese continuado su evolución y proceso cultural.

En otra oportunidad, dedicaremos más espacio a la legislación del Coyote ayunado y de otros señores de México.


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Espíritu transformador, herencia histórica

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Patria, pobre, mía.
 Famélicos y lánguidos talentos
pretenden todos usurpar tu esencia
en cada tramo de tu lejanía.
A cada paso te miro más distante
amada patria mía.  
Gerardo René Herrera Huízar.

No debiera sorprendernos el rumbo que van tomando las cosas en esta pretendida ruta de transformación radical de la vida pública de México. Si bien se reflexiona, otras muchas transformaciones han tenido momentos cruciales en cada administración, según la óptica del gobernante en turno y la circunstancia del momento.

Porfirio Díaz transformó el México bronco del siglo XIX.

Madero quiso también transformar México y, cándidamente, se puso en manos de los mismos actores que protagonizaron el pasado que deseaba cambiar. Trágico desenlace.

Carranza, primer jefe máximo de la transformación violenta, que fue parte del régimen anterior, se alió al cambio. Iniciado éste, tuvo que huir para alcanzar su propia muerte a manos de, también, transformadores caudillos.

Obregón, buscando la transformación y reivindicando, con su afán reeleccionista el pasado porfiriano, fue ultimado, según se rumoró, por la conspiración de “Calles-e la boca” (cuando preguntaban “¿Quién mató a Obregón?”, se respondía “Cállese”, en alusión a él).

transformacion revolucion
Imagen: Pinterest.

Calles quiso también transformar al país mediante la purga del caudillismo revolucionario y transitar a la institucionalidad, pero perpetuándose a través de sus tres incondicionales sucesores, adoptando la humilde designación de jefe máximo y no la de presidente vitalicio o dictador, pero ejerciendo el poder de facto.

Su pupilo y protegido, Lázaro Cárdenas, una vez en el poder, defenestró y exilió a su antiguo jefe para no seguir con la tradición, dando inicio a un transformador sistema corporativo para el ejercicio político, fortaleciendo la concentración del poder, al estilo de don Porfirio, en un aparato monolítico hereditario, mediante relevos aparentemente democráticos, bajo la bandera nacionalista de justicia revolucionaria, campesina, obrera y popular, para dar al pueblo la satisfacción a sus demandas históricas que, hasta hoy, siguen pendientes.

Sacudido el Maximato, renació la República mediante la reivindicación de su soberanía. La negra sangre de nuestro suelo inundó las venas del pueblo y el espíritu patrio, volcándose a la salvación nacional con pollos y marranos.

Tras la gran guerra, una nueva transformación nos alcanzó, esta vez de la mano del civilismo, acotando la participación castrense en política y específicamente en la primera magistratura. Los cachorros de la revolución reclamaron su espacio.

Tras un breve periodo de bonanza, el desarrollo estabilizador, la retórica oficial fue sucumbiendo, dando paso a la explosividad social, a la estridencia de la trágica ruptura del 68 y de la guerra sucia de los años 70. El pueblo reclamaba transformación.

transformacion pri
Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México militante del PRI (Imagen: Twimg).

Una década después (1988), los nuevos herederos se enfrentaron en violenta pugna: los puros de linaje revolucionario contra la tecnocracia emergente, también en busca de la transformación.

Catalizados los ánimos por la arrogancia y la ambición, desavenidos ahora a causa de la jugosa herencia, rompieron lanzas y tomaron, si bien con un mismo objetivo, caminos divergentes que produjeron, hasta nuestros días, nuevas transformaciones, como marca la tradición sexenalmente repetida y recurrentemente desmontada.

Con cada cambio “empezar de cero porque antes todo se hizo mal y siempre se recibe un cochinero”.

No debiera sorprendernos el discurso de la transformación, de la retórica nihilista y flamígera, ni la promesa de un indudable futuro mejor basado en la corrupción del pasado.

No es cosa nueva ni en el gobierno ni en la administración. Toda elocuencia de un nuevo jefe, por ignorante que sea, en el nivel que sea, raya en el señalamiento superfluo de lo mal que recibe y la promesa de lo bien que se va a entregar. (Administración de la abundancia, complot internacional, error de diciembre, tepocatas, víboras prietas, guerras inocuas, pactos por México, corrupción, incapacidad, desconocimiento, ocurrencia, frivolidad o ambición). Todo en la misma bolsa, en el sempiterno discurso.

Enfatizar los errores del pasado es cosa fácil y redituable para vender las promesas del futuro.

Lo difícil, a veces imposible, es ofrecer prueba tangible de la promesa cumplida. Trascender con la confianza ciudadana o con la sanción histórica, por resultados logrados y no por engaños manifiestos.


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A cincuenta años del cierre del Instituto Patria

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Para el P. Sergio Arturo Gómez Vargas,
el último jesuita que lo defendió, quien sigue
ejerciendo su Ministerio en la Arquidiócesis de León.

El 5 de enero de 1970 fue la fatídica fecha en la que los superiores de la Compañía de Jesús en México, comunicaron al comité de padres de familia del prestigiado Instituto Patria, la decisión tomada unipersonalmente y por encima de las autoridades del colegio, por el entonces provincial de los Jesuitas en México, Enrique Gutiérrez Martín del Campo, de cerrar sus puertas definitivamente. El Instituto Patria remonta sus orígenes al año de 1931, en el cual, en plena era cardenista, abrió sus puertas en la Ciudad de México, en un edificio ubicado en las calles de Sadi Carnot, y luego de cambiar varias veces de nombre y de residencia, se instaló en 1945 en la Avenida Moliere, lugar en el que recibió su estocada de muerte. No obstante lo anterior, el cerrojo final fue puesto hasta 1976, cuando se instaló en la calle de Calderón de la Barca, lugar donde albergó al puñado de jóvenes estudiantes que lograron acabar su primaria allí, producto de la “transformación radical gradual” que el colegio habría de sufrir.

A mí me tocó haber sido alumno del Patria, donde sólo pude concluir la primaria, aún en el plantel de Moliere. Pese al poco tiempo en que fui discípulo de los jesuitas, reconozco con gratitud y orgullo ser recipiendario de su visión liberal y su inconformidad con la injusticia social de México, y asumo sin reserva alguna, el lema de su escudo Quo Melius Illac, “Buscar lo Mejor”, el compromiso intelectual perseverante con uno mismo de nunca conformarse con lo bueno, aunque pudiéndose sentir satisfecho, si uno pone lo mejor de sí, pese a que no se logre el resultado esperado.

Aunque la década de los años setenta marcó a la Compañía de Jesús en todo el mundo por su conocida “opción preferencial por los pobres”, lo que contribuyó incluso a dar forma al movimiento de la Teología de la Liberación, el artero golpe en contra de su colegio principal en México, no fue replicado en ninguna otra parte del mundo. Se dio con el propósito exprofeso de causar ámpula y se causó llaga, la cual nunca se ha curado. En efecto, en palabras del propio padre provincial, dadas en confidencia a sus compañeros jesuitas el 11 de diciembre de 1969, había que hacer una transformación radical del Instituto Patria, para demostrar con hechos que las declaraciones de apoyar a los menesterosos eran ciertas. Hay que cerrar nuestro mejor colegio, ya que si comienzo con un colegio pequeño como el de Torreón, a nadie le va a importar. Hay que crear ámpula para mostrar que los Jesuitas estamos con los pobres.

El Colegio Patria llegó a tener a mediados de los años sesenta más de dos mil quinientos alumnos, incluyendo primaria, secundaria y preparatoria, y aunque en sus inicios acogió a la colonia española, para esas fechas no era un colegio caro, ni catrín, ni clasista, ni “fifí”, como ahora se dice. Había numerosos alumnos becados que facilitaron una exitosa mezcla social. Tuvo gran prestigio por su buen nivel académico, pero sobre todo, por su estilo no memorista, sino lógico-deductivo y por su vocación humanista en favor del espíritu crítico y del desarrollo de la conciencia social de sus alumnos.

Lamentablemente, a cincuenta años de distancia, podemos afirmar que también hubieron intereses económicos detrás de la decisión de cerrar el Patria; por un lado, estaba el valioso terreno en el que el colegio estaba construido, en la esquina de Horacio y Moliere, justamente donde ahora se encuentra ubicado el Palacio de los Palacios, que había sido donado a los jesuitas por la familia Cuevas, entonces dueña de la Hacienda de los Morales, que luego se convirtió en el fraccionamiento de Polanco; y por otro, un importante fondo creado por el padre José Luis Estrada, cuando era rector del Instituto Patria, con el propósito de amortiguar el precio de las colegiaturas de los alumnos, que asegurara la mezcla social efectiva de su alumnado.

Padre Sergio Arturo
Padre Sergio Arturo Gómez Vargas, Prefecto de Disciplina de Primaria, al momento del cierre del Patria.

A consecuencia del cierre del Patria, el terreno fue vendido a la familia Losada, entonces dueña de las tiendas Gigante, y el mencionado “fondo cultural y educativo” fue apropiado por algunos grupos de interés dentro de la Compañía de Jesús. Así fue que el predio recibido por la Compañía de Jesús para el establecimiento de su colegio y el fondo constituido para dar becas a sus alumnos, fue utilizado para otros fines, sin la autorización de sus donantes. Para desgracia de los jesuitas, nunca hubo un proyecto claro de la magnitud de su colegio sacrificado en favor de los pobres, sino que provocó desolación entre sus miembros y seguidores, de la cual nunca han podido recuperarse.

Resulta inconcebible que a la fecha, la Ciudad de México que generosamente recibió a los jesuitas en 1572, carezca de un plantel relevante para la educación de niños, niñas y jóvenes en primaria, secundaria y preparatoria, cuando cuenta con colegios de ese tipo en Torreón, León, Puebla, Tampico y Guadalajara. La incipiente Prepa Ibero todavía no les alcanza. Su característico espíritu crítico, generador de consciencia social, dejó huérfana a la juventud mexicana en manos de los Legionarios de Cristo, esos sí, centrados en la educación de las élites del país. Los alumnos de la década de los setenta no pudimos continuar con la tradición de educación jesuita de algunas familias, como la de Juan Portilla Lascuráin, Juan Portilla Elguero y Juan Portilla Riba, quienes lograron educarse en sus escuelas durante tres generaciones consecutivas. El primero en la sede de Mascarones, el segundo en Tacubaya y el tercero en Polanco.

Aunque de otra magnitud, en Perú hubo un embate similar al del cierre del Patria en contra de las monjas catrinas, con la gran diferencia de que ellas abandonaron su colegio pero no se llevaron sus activos como botín, ni lo aniquilaron. Cabe recordar que años después, cuando dichas monjas quisieron recuperar su colegio, la nueva orden religiosa a cargo de él ya no se los permitió.

Con la perspectiva histórica que dan estos cincuenta años, ha quedado claro que Enrique Gutiérrez Martín del Campo tuvo la habilidad de engañar al Padre General de los jesuitas, Pedro Arrupe, el famoso Papa Negro con sede en Roma, a quien se le informó falsamente que los directivos y padres de familia del Instituto Patria estaban convencidos de la conveniencia de su cierre. En todo caso, otro gallo hubiera cantado, si los jesuitas, convencidos de su cambio de misión, hubieran dejado el colegio en manos de los padres de familia, en lugar de haberse apoderado de sus bienes.

¿Cómo se logró el engaño? ¿Qué pactaron los demás colegios y universidades jesuitas para evitar su cierre? ¿Qué siguió a lo que aquí se cuenta? Lo explicaré en mi próxima colaboración.


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Del color azul. Azul, pintado de azul. Parte I

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Azul el cielo y azul el mar, así es como el color azul se asocia a la gama de colores que los humanos percibimos y de los que disfrutamos. La relación con la naturaleza nos es clara y nos genera sensaciones de tranquilidad y armonía que disfrutamos a plenitud, sobre todo porque el azul del cielo y del mar representan tranquilidad, belleza y armonía. Cuando hay tormenta, el cielo encapotado y el mar embravecido pierden esos tonos azules que son tan seductores para el alma y nos alteran poniéndonos en un estado de alerta ante un riesgo inminente.

Ahora, se cuenta que no siempre fue así. Hay científicos que dicen que los primeros seres humanos eran daltónicos y solamente podían distinguir el negro, el blanco, el rojo y, ocasionalmente el amarillo y el verde. Por lo tanto, no existía el azul en su percepción y, por ende, el concepto azul era inexistente. En la Odisea el mar es descrito como color vino y esta descripción se toma como una prueba de la incapacidad de los seres que habitaban entonces para percibir el color azul.

mar profundo
Fotografía: EsMateria.

El cómo y el cuándo el cerebro desarrolló la capacidad de ver el color azul es algo que habría que dilucidar para ubicarlo en algún momento en el tiempo, sin embargo, aun sin tener el dato exacto sobre ese proceso evolutivo de la percepción de los colores, sí se sabe que el registro del primer color azul producido por el hombre se tiene identificado en Egipto. Así es, fueron los egipcios los que crearon un pigmento permanente, denominado el azul egipcio, que utilizaban en las artes decorativas. Desde ese antiguo Egipto el tono creado por ellos se fue incorporando a las paletas de los grandes maestros del arte a lo largo de su evolución en los siguientes 6,000 años.

Como mencioné anteriormente, el azul egipcio es considerado el primer pigmento sintético. Vamos a precisar un poco sobre su fabricación, éste se manufacturaba con la mezcla de piedra caliza molida, arena y algún mineral de cobre, como la azurita o la malaquita. La mezcla se calentaba a una temperatura de entre 800 y 900 grados centígrados. De esta combustión se tenía como resultado un vidrio azul opaco que se trituraba con un agente espesante como la clara de huevo para producir un barniz de larga duración, el cual se utilizaba para pintar piezas de cerámica, estatuas e incluso en la decoración de las tumbas de los faraones. Este color, en su devenir, se convierte en un tono muy popular en el Imperio Romano y se utilizó hasta el final del período greco-romano (332 a.C.-395 d.C.).

azul egipcio
Fotografía: Shutterstock.

Una característica curiosa e identitaria del azul egipcio es el hecho de que emite radiación infrarroja, de manera que los historiadores pueden utilizar luz fluorescente para autenticar los artefactos antiguos incluso cuando el color no se aprecie y ya no sea visible en la pieza.

El siguiente tono de azul que se utilizó fue fabricado utilizando el lapislázuli como materia prima. Los primeros que intentaron producir un pigmento con esta piedra semipreciosa fueron los egipcios que la importaban desde Afganistán. Su intención no tuvo frutos y se limitaron a utilizarla como pieza de artefactos y en joyería. Sin embargo, en el siglo VI se encuentra el primer vestigio del uso del lapislázuli como pigmento. El rastro está localizado en Bamiyan, en Afganistán, donde se utilizó en pinturas budistas. Cuando en los siglos XIV y XV los comerciantes italianos empezaron a importar el pigmento a Europa, se renombró como azul ultramar cuyo significado es “más allá del mar”. La elegante profundidad del tono lo convirtieron en el favorito de la Edad Media. Por supuesto que los únicos que tenían acceso al pigmento eran los ricos que podían pagarlo ya que era tan preciado como el oro.

El carísimo azul ultramar estaba reservado entonces para las obras comisionadas a los artistas para hacer su trabajo más importante. Gerard David lo utilizó en La Virgen y el Niño con santos y donantes,y Johannes Vermeer en la famosísima Joven de la Perla. El uso de este color pudo haber llevado a la banca rota a los artistas de la época. Incluso, corre el rumor de que el Santo Entierro de Miguel Ángel quedó inacabado porque el pintor no tuvo los recursos para comprar la cantidad de pigmento que necesitaba.

En el período entre los siglos XIII y XIX surge el azul cobalto. La cerámica y joyería se pintaba con este color. Los tradicionales diseños azules con blanco en la porcelana China utilizan este pigmento. Éste es el origen identificado de este tono, sin embargo, en 1802 una versión hecha con alúmina fue descubierta en 1802 por Louis Jacques Thénard. En 1807 se inició la producción comercial de esta tonalidad en Francia ofreciendo una alternativa ante el azul ultramar que seguía siendo terriblemente caro. Renoir y Van Gogh utilizaron este nuevo pigmento en su obra en la que los azules son distintivos. La noche estrellada de Van Gogh es una obra distintiva del uso magistral de los azules, entre los que el cobalto es protagónico.

Así, en camino al bolero Azul en el que Agustín Lara definía el “azul, como una ojera de mujer, como un listón azul, azul de amanecer”, nos vamos tarareando la despedida de esta segunda entrega del azul y su evolución en el tiempo. ¡Hasta la próxima!


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México: entre mofas, halagos y pésima administración

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Me permito hacer referencia al interesante artículo publicado por Don Marco A. Villa, en el Número 131 de la Revista Relatos e Historias de México con el título Entre mofas y halagos. Felicito a Don Marco Villa pues toca un tema que nos habla de las características y defectos de los gobernantes que ha tenido que sufrir el pueblo mexicano, aunque en la realidad se muestra muy benévolo en sus juicios sobre algunos de esos personajes.

A continuación, hago referencia a tres ejemplares que negativamente incidieron en el desarrollo de México y a los cuales les aplicaron motes que nos dicen de sus enormes deficiencias y pecados en la administración del país y la deformación de sus instituciones: Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Joaquín Amaro.

politicos mexicanos post revolucion
Plutarco Elías Calles mostrando la actitud de apocado que lo significaba.

Nuevamente felicito a la Lic. Rosa Albina Garavito por su extraordinario artículo también publicado en el número 101 de esa revista en el que se refiere a Plutarco Elías Calles.

Por la pobre actuación de Elías Calles como “Primer Mandatario”, vox populi también lo hacía objeto de burlas y señalamientos continuos llamándolo Maestro Ciruelo “como el maestro de Siruela que no sabía leer y puso escuela”, expresión utilizada en España para referirse a alguien que pondera sobre un asunto con absoluta ignorancia y, también, denostándolo con versos como el que se incluye a continuación, mismo a través del cual se hace una crítica severa a su pésima gestión al frente del Poder Ejecutivo, así como a la actitud sumisa y pasiva de “nuestros políticos” y del pueblo mexicano:

Yo no admiro de Calles los pellejos,
Ni admiro su poder adquisitivo;
Yo admiro su poder ‘defecativo’
Sobre veinte millones de… conejos.

Sin duda, las mofas y halagos muchas veces llevan enorme contenido de verdad y, en el caso de Elías Calles, los versos señalan con toda razón, a la que se constituyó en la herencia maldita que nos dejó y que los mexicanos hemos tenido que sufrir por más de 90 años pues, al hablar de que se pasaba de la era de los caudillos a la de las instituciones, lo único que hizo fue institucionalizar al dedazo y a la corrupción que había iniciado su “amigo” Álvaro Obregón.

Así, las instituciones corruptas y el dedazo pasaron a formar parte de los usos y costumbres de la vida de los mexicanos teniendo como importantes discípulos de Calles, Obregón y Amaro, a entes entre los que podemos contar como sus protegidos y emblemáticos exponentes de la clase de políticos que creó el sistema implantado por Calles a: Abelardo L. Rodríguez, mejor conocido el primer Embajador de la Mafia en México, y a Gonzalo N. Santos, discípulo aventajado en todo tipo de excesos fuera de la ley y a quien, hasta el año de 1978, protegieron todos los presidentes de México.

En este sentido, Álvaro Obregón, conocido como El Manco, en el colmo del cinismo señalaba que él sería mejor presidente porque sólo tenía una mano y no podía robar mucho, sin embargo, también le decían “Bárbaro Matón” y la inquina que generó con su sangrienta actitud de la que se hizo gala matando a diestra y siniestra durante su gobierno y el de Calles, su pelele, se resume en este epigrama de autor anónimo:

Si con una sola mano 
a tantos has exterminado
con dos hubiera dejado
vacío el suelo mexicano.

mofas y halagos alvaro obregon
Retrato de Álvaro Obregón, presidente de la República ( Mediateca INAH)

Obregón también era conocido como Álvaro Santana, no sólo porque había traicionado el principio sagrado de Sufragio Efectivo No Reelección que ya le había costado a nuestro país más de un millón de muertos, sino porque en el año de 1923, para que Estados Unidos reconociera su gobierno, firmó los Tratados de Bucareli, mismos a través de los cuales impusieron a México condiciones vergonzantes debiendo señalar que, cuando a Victoriano Huerta y a Don Adolfo de la Huerta trataron de imponerles condiciones similares para el reconocimiento correspondiente, mostraron enorme dignidad negándose a ello.

Las condiciones que Obregón aceptó de Estados Unidos dañaron grandemente a importantes sectores de la economía, ya que incluían derechos norteamericanos sobre el petróleo; contratos leoninos para favorecer a las empresas norteamericanas proveedoras de materiales y tecnología de la industria  petrolera; la sustitución del desarrollo de los ferrocarriles nacionales por una red carretera cuyos suministros y asistencia técnica serían norteamericanos, incluyendo los vehículos de transporte que en un 80% deberían  provenir de Estados Unidos; indemnización por expropiaciones agrarias y abstención de afectar propiedades de compañías estadounidenses; prohibición de llevar a cabo procesos de industrialización durante 25 años; y en reciprocidad, el gobierno de Estados Unidos se comprometía a otorgar el reconocimiento diplomático solicitado por Álvaro Obregón.

Estas denigrantes demandas, al final, fueron grandemente onerosas y terriblemente perjudiciales para México, pues canceló la posibilidad de desarrollo económico y la generación de riqueza en nuestro país, por lo que Obregón debió de haber sido juzgado como un traidor a la patria.

Estas peticiones fueron completadas con una exigencia norteamericana fuera de todo orden ético y moral: saldar una cuenta que se presentaba como una afrenta para el pueblo norteamericano, inferida por Francisco Villa al atacar Columbus, por lo que también se pedía su desaparición física.

Obregón, indignamente aceptó todas estas peticiones, y especialmente la referente a la muerte de Villa, que él cumplió gustosamente utilizando a Joaquín Amaro, mismo al que la Doctora Martha Loyo, su biógrafa y panegirista, alabó señalando que sus acciones lo muestran como un ejecutor falto de escrúpulos, implicado en magnicidios tales como el del General Francisco Villa en julio de 1923.

Joaquín Amaro, obedeciendo las órdenes de Obregón, en el colmo del sadismo y la barbarie, posteriormente ordenó al Coronel Francisco R. Durazo, Jefe de la Guarnición de Parral, Chihuahua, también cortar y robar la cabeza del cadáver del Centauro del Norte.

Joaquín Amaro –quien llegó a ser Secretario de Guerra y Marina, chapoteando sobre la sangre de numerosas víctimas, fue conocido como El Perro de Presa de Obregón– era criticado de múltiples maneras y con gracejadas haciendo referencia a su nada agraciado aspecto físico, su consuetudinaria afición a las bebidas alcohólicas que provocaron su muerte por cirrosis hepática, así como por sus enormes deficiencias culturales e intelectuales que se manifestaban en la carencia total de principios y valores.

joaquin amaro mofas
Joaquín Amaro Domínguez, militar mexicano que participó en la Revolución mexicana (Mediateca INAH)

Especial insistencia se hacía a la característica que más lo distinguía y señalaba, pues ha sido el único analfabeta titular del Instituto Armado. Entre otros apelativos le decían el “Indio Seco”; debido a su bajo nivel educativo e intelectual mostraba enorme dificultad para comunicarse verbalmente con propiedad, lo que le hacía expresarse mayormente con monosílabos, con lenguaje muy pobre que enriquecía con palabras altisonantes y el uso del fuete como muestra de su impotencia para relacionarse civilizadamente. Al respecto, la Doctora Loyo, simplemente lo señaló como una persona carente de discursos.

Joaquín Amaro también era conocido como el “General Arete” porque en algún momento se caracterizó por la arracada que ostentaba en la oreja, misma que empezó a utilizar como una condición que le impuso una prostituta que lo rechazaba para acceder a acostarse con él.

Esta arracada se la dejó presumiendo “así parezco más feroz y me da suerte”, misma cuyo uso abandonó al ser objeto de burlas entre las que se le señalaba que le quedaría mejor en la nariz, además de que se le criticó porque su uso era indigno de un militar mexicano.

A partir de la gestión de Amaro, la Secretaría de Guerra y Marina sufrió una mediatización que tuvo como origen sus vicios y enormes deficiencias personales, así como el “acuerdo” de Calles con los militares –que sobrevivieron a las sanguinarias purgas de Calles y Obregón–, con una clase política que el pueblo mexicano no se merecía, mismos que se sometieron a un proceso indigno de “premiación”, conformándose con esperar turno para recibir canonjías de acuerdo con el esquema de “institucionalización” del dedazo y la corrupción adoptado por Calles en esta Secretaría y en todas las instituciones gubernamentales, sin tomar en cuenta un mínimo de los conocimientos requeridos para desempeñar algún puesto y sus funciones, ya que la base de su premiación era el mayor o menor grado de servilismo que exhibieran.

La actividad que el Ejército Nacional Mexicano realizó durante esa época, con Joaquín Amaro al frente, sirviendo a los intereses personales y aviesos de Obregón Calles, fue mediocre, mediatizando su desarrollo, además de que le dieron una característica de represor dejando de cumplir con su función sustantiva y sin tener los efectos positivos que normalmente se espera de una institución pública en lo político, en lo económico y en lo social.

Conviene señalar que Amaro, tratando de darle un tinte “amable y novelesco” a la asociación delictuosa que tenía con Obregón y Calles comentó que les decían Los Tres Mosqueteros, a lo que vox pópuli respondió que Amaro, aparte de tonto era sordo pues en realidad les decían Los Tres Más Rateros.

Esta situación se ha traducido en el hecho de que un país tan rico como México, tradicionalmente haya tenido tasas de desarrollo muy reducidas y, actualmente, sea considerado uno de los países más corruptos del mundo, siendo la base de este problema, la pésima calidad de esas instituciones públicas y la de sus funcionarios.

Es decir, la mediatización que se estableció a través de este esquema de premiación, generado por el dedazo y la corrupción decretado por Calles, se tradujo en pésima calidad de las instituciones públicas sin que éstas lograran su objetivo social legítimo, pero sí lo lograron numerosos individuos que formaron parte de la mafia del poder que nos ha “gobernado” durante más de 90 años, enriqueciéndose de manera escandalosa.


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