lucha feminista

Las diferentes facetas del feminismo

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El pasado lunes 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Fue notorio que por las circunstancias de la pandemia en algunos países o regiones no se pudo llevar a cabo o se impidieron por motivos sanitarios, como sucedió en España, por ejemplo. En México, cuando menos en la Ciudad de México, las mujeres se manifestaron con grandes resonancias, estuvieron presagiadas desde muchos días antes, tanto en sus consecuencias como en su intensidad.

Muchas circunstancias avivaron las manifestaciones, desde luego la primera motivación está dada por la enorme insatisfacción, inquietud y enojo de las mujeres; pero también por alguna de las respuestas de los diferentes niveles gubernamentales, especialmente por las actitudes del titular del Poder Ejecutivo, ya que días antes estuvo defendiendo a su candidato a la gubernatura de Guerrero, que está acusado por varias mujeres de violación, acoso y otros delitos; además de que se declara como no feminista, porque siendo humanista es suficiente.

Las agrupaciones han sentido como agravios diversas acciones gubernamentales, que se han respondido con diversas actitudes violentas. El señor presidente en sus acostumbradas conferencias matutinas ha comentado que la violencia que se genera en las manifestaciones feministas está dirigida contra él y su proyecto de gobierno, y está manipulado por sus adversarios formado por grupos de conservadores; incluye en esto la campaña que en su contra ha desatado Félix Salgado Macedonio, debido a la postulación que su partido ha hecho para la candidatura a gobernador del estado de Guerrero por su partido MORENA; AMLO lo ha defendido a plenitud y fortaleza, pero más grave podría parecer que una parte de las mujeres del propio partido no se ha manifestado en contra.

acoso sexual salgado macedonio
Imagen: ED.

La animadversión de los grupos feministas, justificada o no, es muy importante y se extiende al resto de su gobierno; y pese a que algunas forman parte de éste, desde luego los esfuerzos para mejorar la apreciación de las mujeres organizadas ha resultado infructuosa. El presidente además de afirmar que las manifestaciones violentas que pudieran surgir, y surgieron, el 8 de marzo, tomó previsiones al respecto; algunas nos parecieron –cuando menos a algunos de nosotros– desmesuradas, ya que haber cercado muchas zonas por la que transcurrirían las manifestaciones, incluidos los edificios de zócalo capitalino fueron inusuales, quizá exageradas y probablemente inapropiadas.

La respuesta a las manifestaciones resultó violenta, hay versiones de que sí fue de manera exagerada o reglamentaria, pero violenta. Quizá lo más grave resultó en que los motivos de las manifestaciones quedaron opacados por su represión y las acusaciones acerca que se llevaron cabo por adversarios del proyecto gubernamental de la 4T; mucho se destacó que había hombres entre los manifestantes, como si los hombres no pudiéramos o debiéramos ser feministas. En fin, un Día Internacional de la Mujer en el que no destacaron la fuerza de sus protestas e inconformidades, sino los esfuerzos gubernamentales para contener sus manifestaciones; es posible que Salgado Macedonio haya salido fortalecido y las actitudes de la 4T justificadas.

No estoy de acuerdo en las actitudes violentas durante las manifestaciones, de ningún tipo, y quizá la pandemia debió generar que las que se presentaron este lunes, se realizaran de otra forma. Pero, ciertamente, fueron atajadas y combatidas de forma desmesurada y con métodos criticables.

En todo el mundo el movimiento feminista ha adquirido tintes violentos que en ocasiones se desbordan, pero también es cierto que las peticiones de las mujeres no han sido atendidas. La respuesta ha sido diversa en diferentes países. Mientras en algunos como Francia, Noruega, Islandia y Nueva Zelanda se han creado Ministerios (Secretarías de Estado) específicos para atender el problema y se les ha dotado con presupuestos amplios, con los que han ido obteniendo resultados, todavía incompletos, pero alentadores, en nuestro país se duda en la justificación del movimiento, se les critica y no se les atiende adecuadamente, se duda de su legitimidad y se critican sus actitudes.

facetas del feminismo
Imagen: Carla Orozco.

Existe una clasificación internacional de brecha de género que basada en varios indicadores establece una jerarquización por país. Los indicadores son, la participación de la mujer en la economía y la oportunidad que tiene para hacerlo, el acceso a la educación y sus resultados, la participación política y los resultados en salud y la supervivencia. Los primeros lugares son –y en ese orden–: Islandia, Noruega, Finlandia, Suecia y Nicaragua. La situación de este último país nos hace dudar de la precisión del método; pero, en fin, es un intento de un esquema comparativo.

México ocupa el lugar número 25, España el octavo, Alemania el décimo, Francia el quinceavo. Creo que al sistema le hace falta tomar en cuenta algunos aspectos muy agraviantes y por lo tanto muy importantes, me refiero a los delitos cometidos específicamente contra las mujeres y el grado de impunidad que tienen. No conozco los datos de muchos países, pero sólo comento que en España se cometen entre 50 y 100 feminicidios anuales, causados por las parejas sentimentales y que prácticamente no existe impunidad; en México se cometen tres feminicidios diarios y la impunidad rebasa el 90%.

La participación política de la mujer fue un arranque en la lucha del feminismo y la posibilidad de votar y ser votadas, el inicio del camino en esta esfera. No se inicia sino hasta el siglo XX, en Australia en 1902, en Islandia en 1915, en el Reino Unido en 1918, y en México se consolida en 1955 durante el gobierno del presidente Adolfo Ruiz Cortines. En cuanto a este sólo marcador, se podría decir que en México se han logrado grandes avances; ahora tenemos un Congreso con gran participación femenina y prácticamente la mitad de las Secretarías de Estado están encabezadas por mujeres. Pero un solo aspecto no es suficiente.

Desde luego que el feminismo ha ido cambiando a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del actual y ahora en todo el mundo, en unos lugares más que en otros, se ha tornado violento. Hay que entender que las mujeres se encuentran muy agraviadas por conductas agresivas, vejatorias, coercitivas, que nacen de una sociedad que se resiste al cambio, pero el cambio debe surgir de diferentes vertientes, pero quizá encabezado por los gobiernos; que deben entender, comprender, las demandas legítimas y encabezar y favorecer el cambio.

favorecer feminismo
Imagen: Taryn Hann.

Pensando en las modificaciones que el feminismo ha tenido a lo largo de los años, recordé de un cuento maravilloso de Emilia Pardo Bazán, una mujer extraordinaria de su tiempo, escritora destacada y prolífica, profesora generosa, esposa, amante y feminista de su tiempo; esto último fue lo que seguramente le impidió acceder a la Academia de la Lengua y a más numerosos premios; este año se conmemora el centenario de su fallecimiento. El cuento se llama “El encaje roto” y está escrito en 1897. En éste, una amiga de la protagonista relata, primero no haber podido asistir a la boda de Micaelita y haberse perdido los sucesos acontecidos que son ni más ni menos haber dicho que no aceptaba a Bernardo como esposo al pie del altar; total, un escándalo que derribaba una boda esperada por toda la sociedad; dos o tres años después encuentra a Micaelita en una balneario de verano, tan frecuentados en esa época, y le pregunta y contesta que el motivo no es nada trascendente ni complicado; le relata cómo unos momentos antes de ir a la iglesia, Bernardo le pide que agregue a su magnífico vestido de novia un encaje que ha pertenecido a varias generaciones en su familia, pero al estarlo colocando se rompe y Micaela descubre una mirada de furia, de ira de violencia en Bernardo; él tenía fama de ser violento pero, hasta ahora, con ella se había comportado como un caballero gentil, educado y cariñoso. Ella en el camino a la iglesia toma la decisión para no tener una vida de sometimiento y violencia, la única forma que tenía de hacerlo era negarse ante el altar.

Las mujeres tienen la obligación de buscar una vida alejada de la violencia, el sometimiento y el derecho a demandarlo como ellas lo consideren conveniente, y los que estamos de acuerdo con ellas, apoyarlas.

Señor presidente, el feminismo no es un movimiento en contra de la 4T, la búsqueda de la igualdad que usted quiere (si es que la encuentra), no remediará los agravios que las mujeres reciben todos los días.

Postdata: Un cariñoso recuerdo para la Sra. Esperanza Pérez Verdia de Braun, quien hace años me regaló la magnífica colección de las obras completas que cito de Emilia Pardo Bazán.


Lecturas recomendadas:
Índice global de brecha de género.
Emilia Pardo Bazán. “El encaje roto”, en Cuentos de amor. Obras completas. Tomo XVI. Establecimiento tipográfico de Idamor Moreno. Madrid. 1916: 253-259.


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8M 2021, continúa la marcha

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No fui a la marcha. Me dio miedo comprometer todo un año de confinamiento, pero también me dio mucho pesar no participar con el cuerpo. A las 6:50 del lunes, previo acuerdo en redes sociales, me uní a la iniciativa de escribir en el chat de la mañanera el de #NoSoyBotNiSoyPartido, #8M. Me sorprendió la cantidad de mensajes. Recordé lo que sucedió hace un año, las jacarandas como metáforas del color del movimiento, el calor, el sentido de unidad. Salí a caminar y me encontré con gusto y no poca sorpresa ciertas acciones, tímidos actos comunicativos, que no vi el año pasado: carteles morados en las puertas de varios edificios, calles cuyos nombres fueron modificados temporalmente por cartelitos escritos a mano, mujeres de todas edades caminando solas, como yo, pero con playeras que ostentaban los principales hashtags.

Antier, no obstante, se asistió a otra jornada histórica: la continuidad a la marcha del 8M de 2020, cuando salimos a las calles hasta las más renuentes a las participaciones de ese tipo, cuando sentimos unidad e identificación, a pesar de nuestras incontables diferencias, porque salimos a reclamar por nuestra seguridad y por la justicia que, simplemente, no llega para las víctimas de violadores y feminicidas. Dadas las condiciones del confinamiento voluntario y el peligro de contagios, me llamó la atención no recibir información desde la semana previa sobre qué haríamos para apoyar quienes decidiéramos no salir. La información tardó en llegar, pero finalmente se hizo presente, y a raudales, máxime a raíz de la colocación de las vallas en torno al perímetro del Palacio Nacional desde el fin de semana. La valla fue indignante, pero la respuesta de las mujeres fue inmejorable: la escritura de los nombres de las desaparecidas, la colocación de las flores, la creación de un memorial efímero (paradójico, pero cierto) que dio un impulso a la simbólica del movimiento y que generó, desde luego, todo tipo de reacciones adversas, pues ese aparato de “defensa y protección del patrimonio”, como se dijo que era, aparecía, en realidad, como una fortaleza de la estulticia, la necedad y la represión ciega.

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Cortesía: Sara Baz.

Quizá los eufemismos resultaron más ofensivos y provocadores que nunca: “el muro de la paz” es una designación indignante, para propios y extraños. Lo más contrastante, después de ver la represión, fueron las declaraciones que AMLO hizo en la mañanera del 9 de marzo. Acusó a las mujeres de cometer actos de “evidente provocación”, mismas que las fuerzas del orden aguantaron “estoicamente”. Al ser cuestionado por una periodista sobre su apoyo irrestricto a la candidatura de Salgado Macedonio a la gubernatura del estado de Guerrero, AMLO manifestó que “no podemos permitir los linchamientos políticos”, ya con visible fastidio, pues las imprecaciones no han sido pocas. Si no podemos permitirlos, ¿entonces por qué sí podemos permitir la impunidad y la represión?

Cerca de 22,000 personas ocuparon el espacio público este 8 de marzo. Salieron, a pesar de la pandemia, a reclamar una agenda de derechos que, en años, no se ha visto cumplida. Salieron también en otras ciudades y sin importar su edad. Cientos se acercaron a la plancha del Zócalo, a pesar de las intimidaciones de la policía y de la presencia misteriosa e inquietante de los apostados detrás de los merlones, en el techo del Palacio. Los miembros del comando “antidrones” evocaron esa imagen terrible de los francotiradores en las fotografías del 2 de octubre de 1968. Lo sé, no es equiparable y a pesar de que ayer hubo lesionadas, no se puede (no-se-puede) ya abrir fuego contra la población civil por manifestarse. Al menos algo hemos aprendido en tantos años, quiero pensar. Pero el tejido de los imaginarios crece, se intrinca y se proyecta cada vez más rápido. Sin duda, las redes sociales y las actuales estrategias de comunicación contribuyen a ello. Desde la colocación del muro, los memes no se hicieron esperar. El meme es un articulador icónico y se dispersa en segundos. Se enriquece, se resignifica, se constituye como bandera momentánea. Me dediqué a buscar y a escuchar testimonios de participantes en la marcha, de la prensa… ¿Para qué las vallas? ¿Realmente se iban a hacer tremendas afectaciones al edificio del Palacio Nacional? ¿Más que las que sufrió en el motín de 1692? ¿Para qué protegemos el patrimonio si, justamente porque es significante, se pretende vulnerar?

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Cortesía: Sara Baz.

Se usó gas para dispersar a las manifestantes de la primera línea, por más que el gobierno local y federal lo niegue. Se filtraron, gracias a las redes y a los medios, fotografías y testimonios numerosos que dan cuenta de que la agresión provenía del otro lado del muro. Se observaron y viralizaron actos valientes y asertivos, actos hermosos que construyen una incipiente esperanza en la continuidad de los reclamos, hasta lograr que este país sea seguro para nosotras.

Al igual que en ocasiones anteriores, vi comentarios en redes sociales que me parecieron de lo más retrógrados. No, yo tampoco soy de la idea de agarrar un bote de aerosol y un mazo, pero me avergüenza no tener los arrestos para hacerlo, máxime ahora, cuando no se ve el más mínimo camino para el diálogo, el entendimiento y la comprensión de las demandas; cuando es más importante proteger la candidatura de Salgado Macedonio, convertir en una fortaleza la casa de Andrés Roemer y blindar “el patrimonio”. Me sentí igualmente avergonzada al ver la foto de una señora mayor, con su cubrebocas, haciendo una pinta en los escudos de las policías. Esto no es de edad, ni de partidismos, es solidaridad de género. Experimenté vergüenza y tristeza al saber que muchas de mis alumnas sí tuvieron el valor de ir a la marcha, pese al COVID, y que yo fui educada para no ser violenta. Claro, dicen algunos, que la violencia engendra más violencia y que “hablando se entiende la gente”, pero este gobierno ya ha dado varias, muchas muestras de no querer hablar y de permanecer montado en su macho, literalmente. Ningún cambio sustancial en la historia se ha hecho por la buena, ya se ha dicho y las revoluciones no se hicieron en una mesa de negociación. Quizá esta situación nos obligue a pensar en cómo fuimos educadas muchas de nosotras, y en cuándo vale la pena hacer una intervención más visible en el espacio público. Espero también que todas recordemos esto el próximo 6 de junio.


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8M: El corolario de una lucha que continúa

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Este lunes, como cada año, miles de personas –en su mayoría mujeres– salieron a las calles de las grandes ciudades del mundo a exigir un trato igualitario entre los géneros, al tiempo que exigen que cese la constante de violencia que se ejerce en contra de ellas. En nuestro país, se suma una exigencia adicional: la exigencia de protección en contra de la violencia feminicida y de las incesantes desapariciones de mujeres a lo largo del territorio nacional.

En los últimos años, pese a las descalificaciones y los esfuerzos comunicativos de las instituciones gubernamentales, lo cierto es que la violencia contra las mujeres ha escalado de forma considerable; más allá de la guerra de cifras. Según varias personas expertas en el tema, la violencia ha incrementado no sólo en número sino en intensidad, debido a que existe más conciencia y menos complacencia de quienes son víctimas de estas situaciones, por tanto, la respuesta machista e inhumana es, aumentar la agresión, violencia y su contundencia.

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Imagen: Camila de la Fuente.

Como lo comenté en las colaboraciones anteriores, el funesto pacto patriarcal, esa complicidad silenciosa e irresponsable de la sociedad por tolerar e ignorar la violencia de género, producto de una desviación de valores que –a su vez– formó una cadena interminable prejuicios, convencionalismos y e imposición de roles, ha gestado de un caldo de cultivo propicio para que prolifere, de forma por demás grotesca y cínica en las estructuras sociales y culturales de las sociedades, un incremento considerable de actos de violencia que van desde la agresión psicológica, emocional y económica, hasta la más funesta de todas: la feminicida.

Ese silencio cómplice, ese “voltear hacia otro lado” ante situaciones que “se resuelven en casa”, han hecho que los agresores continúen utilizando el miedo como instrumento de control sobre otro ser humano, en especial contra las mujeres. Y no hablo sólo de aquellos que cometen el delito de Trata de Personas, sino también de esos familiares que, recluidos bajo la protección de los hogares, de forma constante y permanente, agreden a las mujeres, adolescentes y niñas que ahí habitan, las someten a través del temor, el menosprecio y el abandono. Ese pernicioso terrorismo familiar que, lamentablemente, forma parte del paisaje de las sociedades desde hace siglos y que las instituciones de gobierno jamás han observado ni atendido de fondo.

La protesta sirve de mucho para visualizar un problema, pero no basta la simple denuncia ni la visualización. Hace mucha falta hacer conciencia, sororizar, solidarizarse y, sobre todo, educar en valores de respeto, equidad y –aunque pareciera idílico–fraternidad.

violencia feminicida
Imagen: Público.

La humanidad está en un punto de quiebre que requiere evolucionar. Dejar atrás el egoísmo primitivo, la cosificación de las personas y la deshumanización, para abrir paso a una nueva era en la que entendamos que la equidad es el primer paso para alcanzar una justicia que, a la sombra de pactos perniciosos, tabúes y convencionalismos verdaderamente anacrónicos, nos condena a la irracionalidad y a la pérdida de la esencia humana.

Reencausémonos en la racionalización y alcancemos la máxima democrática de libertad, igualdad y fraternidad que, hace más de tres siglos nos propusimos como parte del perfeccionamiento de las personas.


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El día de la mujer

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Con justa razón se rinde homenaje a las féminas el 8 de marzo, fecha a la que se denominó Día Internacional de la Mujer. Este hecho ha sido el fruto de más de cien años de movimientos feministas, para reclamar igualdad en todos los ámbitos entre hombres y mujeres.

Debemos remontarnos a finales del siglo XIX y principios del XX para recordar las primeras manifestaciones.

Tras la Revolución Industrial, se produjo un histórico periodo de transformación económica y en el modo de trabajo. Con el movimiento obrero, las mujeres también comenzaron a alzar la voz, pero continuaban siendo explotadas sin ley que las amparara; no tenían derecho a votar, a controlar sus cuentas bancarias, ni contaban con la misma formación que los hombres; además su esperanza de vida era mucho menor debido a los malos tratos y a los partos.

El descontento con este modelo de vida comenzó a aumentar tanto, hasta el punto en que el 8 de marzo de 1857, las trabajadoras de la industria textil, conocidas como garment workers’, en Nueva York, organizaron una huelga para demandar salarios justos y condiciones laborales humanas. Dos años más tarde, las manifestantes crearon su primer Sindicato para pelear por sus derechos y cincuenta y un año años después, el mismo 8 de marzo, pero de 1908, quince mil mujeres volvieron a llenar las calles de esa ciudad para exigir sueldos y horas de trabajo justos, así como votar y prohibir el trabajo infantil, bajo el lema “Pan y Rosas”. Estos episodios consolidaron la fecha oficial del Día Internacional de la Mujer, que se ha celebrado a lo largo de la historia.

pan y rosas
Imagen: The Guardian.

En 1910, se celebró el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, Dinamarca, al que acudieron más de cien delegadas procedentes de 17 países. Durante el evento la alemana Clara Zetkin, propuso y fue aprobada por unanimidad, que el Día Internacional de la Mujer fuera conmemorado a nivel global.

La lucha feminista, como lo hemos dicho, no es nueva, data de hace más de cien años. Aún en las civilizaciones más reconocidas, las mujeres fueron maltratadas, humilladas y esclavizadas; en el gran imperio romano, eran consideradas como objeto.

A través del tiempo el hombre ha dominado, se convirtió en represor, en buena medida impulsado por su dotación física, con la cual de manera cobarde golpea y llega a matar sin mayor riesgo a las mujeres.

En los últimos años se ha impulsado la creación del delito de feminicidio (homicidio agravado), en el cual, según nuestro punto de vista, bastará en que un varón cause la muerte con intención para que se configure el feminicidio.

En ese tenor, es interesante considerar la sanción, misma que debe ser ejemplar, inclusive discutir la aplicación de la cadena perpetua, o bien sustituirla por una pena de setenta años en prisión. Por supuesto entraríamos a un aspecto de gran corrupción, para tratar de evitar el castigo a toda costa. Nuestras cárceles se encuentran totalmente corrompidas; resulta una desgracia que no se logre que el feminicida cumpla su sanción; es momento de considerar que los Centros de Readaptación Social, no sólo priven de la libertad, sino que implique un verdadero sufrimiento, que permita expiar la culpa cometida. Debe haber estricta disciplina y no olvidar la indispensable reparación del daño a favor de los deudos.

dia de la mujer feminicidios
Imagen: PBS.

En el escabroso tema de la violencia contra la mujer, también debe considerarse una sanción para las agresiones físicas que no lleguen a la muerte y las de carácter psicológico. La protección que se reclama debe provenir de todos los ámbitos en general, no es trabajo exclusivo de la autoridad. Es menester un cambio de conducta, que permita acabar con el pensar de la “superioridad” masculina, situación inculcada desde el hogar, donde cotidianamente se prefiere el nacimiento del varón al de la mujer, cuando esto debe ser lo contrario. No hay nada más bello que el recibimiento de una niña, que es la reivindicación de la madre de la que hemos nacido todos, esa es la mayor bendición para un hogar. Son las féminas quienes necesitan mayor atención, son el orgullo de todas las familias.

En las escuelas el trato a las mujeres debe ser preferencial, de intenso reconocimiento y permanente impulso. Mantener la superación sistemática de ellas, nos permitirá en un futuro cercano, ser gobernados con mayor atingencia.

Tengamos la seguridad en que el día que las mujeres gobiernen el mundo, los resultados serán de grandes beneficios colectivos. La mujer es sensible, inmensa en amor y de profunda responsabilidad. Tiene el instinto para hacer bien las cosas, mantiene la prudencia en los momentos más difíciles y en el ámbito laboral su honradez, dedicación y perseverancia constituyen una plena garantía.

Solo en la medida que nos encaminemos por esos nuevos derroteros, evitaremos la conflictiva que se ha creado entre hombres y mujeres. No permitamos la guerra entre sexos, no impulsemos las protestas unilaterales cuando juntos lo hacemos mejor. Trabajemos en el mismo sentido para lograr el ansiado bienestar, pero ahora bajo la atinada dirección femenina.

A las mujeres no sólo en su día, sino siempre se les debe homenajear porque en cada una de ellas rendimos pleitesía a nuestras inigualables y hermosas madres.


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Mujeres resilientes, que hacen visible lo invisible, con o sin pandemia

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Para mis querida lobas de MC.

Durante la pandemia por COVID-19 se ha vuelto común y hasta “popular” hablar de resiliencia, como si al pronunciar esta palabra, adquiriéramos en automático esta cualidad.

Aprender a ser resilientes no es nada fácil, pues requiere la compleja tarea de desarrollar la capacidad de adaptarnos y superar situaciones críticas para seguir adelante.

Las mujeres llevamos construyendo resiliencia desde siempre, con o sin pandemia. Siendo la exclusión, discriminación, abuso y violencia la regla general, hemos podido resistir y combatir estos embates injustos, y renacer desde nuestras cenizas como el ave fénix.

El contexto de enfermedad y confinamiento ha evidenciado, en mayor grado, las desigualdades de género existentes, dado que se han agudizado los problemas sociales.

desigualdad mujeres
Imagen: Josie Portillo.

Por ejemplo, se ha incrementado la carga de trabajo no remunerado para las mujeres en sus hogares respecto del cuidado y educación de sus hijas e hijos. En 2020, a nivel mundial, la ONU calculó que, en promedio, las mujeres dedicaron 4.1 horas por día al trabajo doméstico y de cuidados, mientras que los hombres sólo 1.7 horas.

Si se tasaran las contribuciones que ellas hacen en todas las formas de cuidados, éstas equivaldrían a 11 billones de dólares estadounidenses, y si sólo nos refiriéramos a aquellas para atender la salud, su valor sería de 1.5 billones de dólares (2.35% del PIB mundial).

En lo económico, los riesgos de desempleo y pobreza aumentaron para las mujeres, quienes se ocupan en los sectores más afectados por la enfermedad, como el turismo, la manufactura y el comercio, que se caracterizan por altas tasas de informalidad.

El Informe especial COVID-19: “La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad” de 2021 de la CEPAL, revela que, en América Latina, en los campos mencionados considerados de alto riesgo, se concentra alrededor del 56.9% de las mujeres ocupadas en relación con el 40.6% de los hombres.

Adicionalmente, en el Informe 2020 “COVID-19 en la vida de las mujeres: razones para reconocer los impactos diferenciados”, la OEA reporta que, en América, la mitad del personal médico y más del 80% de quienes se dedican a enfermería son mujeres, las cuales son minoría en cargos de decisión, y enfrentan una brecha salarial del 28%.

brecha salarial
Imagen: Quartz.

El confinamiento ha recrudecido la violencia de género. En México, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el número de llamadas de emergencia al 911 relacionadas con sucesos de violencia hacia las mujeres, pasó de 197 mil 693 en 2019 a 260 mil 067 en 2020, lo que representa un aumento de 31.55%. En enero de 2021, las entidades federativas con más reportes de este tipo fueron Chihuahua (3 mil 739), Estado de México (2 mil 891) y Ciudad de México (2 mil 878).

En abono a la rendición de cuentas sobre esta problemática, en la sesión extraordinaria del Instituto de Transparencia capitalino (INFO-CDMX) del 4 de marzo, la ponencia a mi cargo presentó un caso –aprobado por unanimidad– en el que instruimos a entregar al Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5), los reportes de enero a septiembre de 2020, de las llamadas telefónicas de emergencia al 911 sobre violencia contra la mujer, familiar, de pareja, hostigamiento y abuso sexual, en versión pública, para proteger, principalmente, datos de denunciantes.

A pesar de la dureza de la crisis sanitaria, las mujeres gobernantes de diversos países han actuado con rapidez, eficacia y transparencia en las medidas adoptadas. Ejemplo de ello son Dinamarca, Etiopía, Finlandia, Alemania, Islandia, Nueva Zelanda y Eslovaquia.

Las mujeres también están dirigiendo investigaciones sobre vacunas contra este virus, como son los casos de Katalin Karikó, Ozlem Türeci, Chen Wei, Kizzmekia Corbett, Nita Patel y Sarah Gilbert.

Lo que persiste como lamentable realidad, con o sin pandemia, es la invisibilidad de los problemas que nos impactan como mujeres y de la agenda de temas que nos involucran.

#8M2021
Imagen: Bea Vaquero

El Día Internacional de la Mujer no es un festejo para que nos feliciten o reconozcan por nuestro género; es una conmemoración de la lucha por nuestros derechos que continúa.

El 8 de marzo fue establecido por la ONU en los años 70, para recordar las protestas de las mujeres que reclamaban, a inicio del siglo XX, su derecho al voto, a mejores condiciones de trabajo y a la igualdad, como aquella en la que murieron 146 trabajadoras en un incendio en la fábrica textil Triangle Shirtwaist de Nueva York.

Necesitamos reforzar nuestra resiliencia, seguir haciendo visible lo invisible, hacer escuchar nuestras voces, hacer sentir nuestra presencia o ausencia (#UnDíaSinNosotras), no un día o mes, sino todo el tiempo hasta internalizar la inclusión en nuestra sociedad.

Nos tenemos todas para sumar a todos, para incidir y transformar, para construir juntos.


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Nos sembraron miedo, nos crecieron alas

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Que tiemble el Estado, los cielos, las calles

Que tiemblen los jueces y los judiciales

Hoy a las mujeres nos quitan la calma

Nos sembraron miedo, nos crecieron alas

“Nos sembraron miedo, nos crecieron alas”, línea de la “Canción sin miedo” de la cantautora mexicana, Vivir Quintana, es más cierta que nunca. Este 8 de marzo ha quedado demostrado que ni muros de metal, ni un mortal virus, ni los intentos por deslegitimar al feminismo, son suficientes para que las mujeres seamos una sola voz: la de la justicia. 

Las vallas que rodean Palacio Nacional pretendían intimidar y las mujeres escribimos sobre ellas; la pandemia de COVID-19 intentó silenciar y las mujeres abrimos nuevos espacios; el tiempo electoral procuró dividir y las mujeres nos unimos.

Este Día Internacional de la Mujer hace hervir la lucha. Quienes puedan hacerlo en las calles serán afortunadas por apropiarse de espacios físicos. No obstante, aquellas que deban permanecer en casa o en el trabajo, también lo serán porque seguramente gritarán desde donde estén. Y nadie  debe ser juzgada. 

Desde puntos como el Monumento a la Revolución, muchas mujeres marchan para pedir justicia. Con sus carteles recuerdan nombres y a través de pintas resignifican monumentos y edificios a fin de recordar que la transformación no va sin nosotras. 

Mientras tanto, otras mujeres gritan a la distancia. Entre fotografías violetas, mensajes de apoyo, videos de concientización y hasta “cacerolazos” apoyan la causa, la de ellas, la de todas.

Y claro que habrá mujeres que prefieran mantenerse al margen y que ni siquiera apoyen el movimiento. Sin embargo, eso no importa, porque el feminismo exige justicia por todas aquellas que no están y protege a las que siguen de pie sin distinción.

Memorial de mujeres asesinadas en vallas de Palacio Nacional. Fuente: Cuartoscuro.

No olvide sus nombres señor presidente

A cada minuto, de cada semana

Nos roban amigas, nos matan hermanas

Destrozan sus cuerpos, los desaparecen

No olvide sus nombres, por favor, señor presidente

“No olvide sus nombres, por favor, señor presidente” es el mensaje que las mujeres le han dado a Andrés Manuel López Obrador con las vallas de Palacio Nacional convertidas en memorial. Cada letra plasmada en ese mal llamado “muro de la paz” es un grito de justicia por las mujeres muertas, desaparecidas, violentadas. 

Las vallas implementadas por el Gobierno Federal pretendían contener, pero en realidad se convirtieron en un recordatorio para que las autoridades no olviden el dolor y la sangre derramada en cada feminicidio del país. Los colectivos feministas, las madres de desaparecidas, las mujeres demostraron que para la sed de justicia no hay límites y mucho menos si son de metal. 

Quienes tiñeron en blanco los nombres de las víctimas han creído más que las propias instituciones. En este sentido, el movimiento feminista se ha convertido en un acto de fe y empatía. 

Las mujeres marchan, gritan, pintan y queman por otras mujeres que no conocen. Y sin embargo, lo hacen porque la violencia de género es una realidad que al afectar a una, hiere a todas. 

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Proyecciones y memorial en vallas de Palacio Nacional. Fuente: Cuartoscuro.

Si tocan a una, respondemos todas 

Yo todo lo incendio, yo todo lo rompo

Si un día algún fulano te apaga los ojos

Ya nada me calla, ya todo me sobra

Si tocan a una, respondemos todas

“Si tocan a una, respondemos todas” es la manifestación más clara de que las mujeres son revolucionarias a diario. Aunque es triste, las mujeres no sólo debemos pedir justicia, libertad y seguridad, sino transformar los valores que la misma sociedad nos impregnó. 

Una mujer hace revolución no únicamente cuando sale a las calles con pañuelos verdes o violetas —aunque claro que lo realiza—. También es revolucionaria cuando acepta que otras mujeres son aliadas, cuando exige un salario digno, cuando le cree a una víctima, cuando se libera de un agresor —aún si se trata de un padre, hermano o novio—, cuando deja de ser madre, esposa o cuidadora y simplemente es. 

Hoy, a partir de hoy, y para siempre, las mujeres “nacemos para ser libres y no asesinadas”, “existimos porque resistimos”, “somos el grito que no podrán callar” y unimos las voces para exigir “ni una menos”.

Marcha 8 de marzo del 2020. Fuente: Cuartoscuro.